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Aldeas

María Elena Walsh

Argentina

Serenata para la tierra de uno

 

Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos,
porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.

Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Celia Altschuler

Mayagüez, Puerto Rico 

 

Ciudad, donde Atabey

asentó su trono

entre la copiosa maleza

que arrulla al río Yaguez,

miel que lleva en su vientre.

 

Casa de Soles,

en Luna desierta,

ribereña Diosa Taina

que se desplaza sobre las aguas,  

ataviada con el plumaje

de las aves caribeñas.  

 

Santuario de mar y estrellas,

promesas de noches idílicas,

que vieron nacer en mi tu esencia,  

bebiendo tu sangre taina,

sangre, que aun cabalga en tus entrañas

y se prolonga ahora en las mías.

 

Ciudad de Urayoan,

Mayagüez pueblo,

Mayagüez india,

que te vistes con el follaje de tus

árboles de mangó,

que te escapas entre los dedos de mi

ensoñación lírica.

 

Le rendiré culto a esos próceres

que sobre tus montes y valles

dejaron sus vidas escritas,

visitaré la Plaza de Colón

la mas hermosa de mi isla,

y a la Virgen de la Candelaria

agradeceré,  por hacerme hija de

tus desvelos y consuelo a tus pesares.

 

Mayagüez, tierra de Borinquen

deja que mi mirada se extienda

por tu pueblo, tus campos, y tu río,

solo así veré a la Diosa Atabey

bordando de gardenias y canarios

tu puerta marina .

 

Atabey es la Diosa de las aguas de los indios tainos indios de Boriquen

Carlos López

México

El Zócalo en domingo

 

Ahora, aquí en el centro

de México, un extraño

me ofreció unos dulces

con su mano de surcos,

la sonrisa cansada,

la mirada cetrina.

 

Vestía traje negro,

camisa sin planchar

y corbata de seda.

Lo miré con recelo,

pensé que pediría

ayuda voluntaria.

Lo indagué con los ojos:

sólo estiró la mano,

extravió la mirada,

el gesto, la esperanza.

 

Guardo la golosina

y el recuerdo del hombre

solo de la avenida

Madero, con el eco

de las consignas bravas

del pueblo, y la ternura

de una lucha que sigue

porque el amor por México

vive en cada uno de ellos.

Nohemy Ondina Rivera Rapalo

Trinidad Santa Bárbara - Honduras

Nacionalidad

 

Dijo Martí: Dos patrias tengo:

Cuba y la noche.

Dalton parafraseó: Dos patrias tengo:

Cuba y la mía.

Yo también tengo dos patrias:

La mía y la tuya..

Susana Moreno

Bahía Blanca- Argentina

Muelle y ciudad.

Bahía de puertos.

 

Puertos de la Bahía...,

por donde asoman tantas lenguas,

de donde parten los silencios.

Ciudad raíz... y sentimiento.

Poesía y tango, payar surero.

Chirreada puerta frenando el viento,

 galope al Sur...

¡Bahía de sueños...!

Salvador Moreno Valencia

España

Fuengirola

 

Ola, aureola, transito,

caos, playas contaminadas,

banderas azules para el turista,

dinero, explotación,

carencia de parques,

muerte zonas verdes,

árboles cortados,

avenidas de hormigón,

cemento para coches,

luces en un faro adormecido,

que sueña otro tiempo,

huertas, castillos y cortijos,

pescadores, humildes moradas,

Fuengirola, transito, caos,

consumo, incultura machacona,

ignorancia juguetona.

Adolfo M. Vaccaro

Buenos Aires, Argentina

Buenos Aires

 

Newton me ha exonerado. Dos palomas se adueñaron de mis pasos, haciéndolos jugar rayuela, saltando de nube en nube mientras el astro luminoso se ofrece de tejo, asomándose esporádicamente entre las baldosas del cielo.

 

Observo que el techo de asfalto es custodiado por un obelisco de cabeza, intentando ser renuente por recuperar aquella ceguera instaurada por la fundacional maldición de los cíclopes hispánicos.

 

El smog y la fritura que emanan del cielo raso invernal envuelven cientos de yemas amarillas que se prodigan incesantes de manera pendular y cíclica, como si el dueño invisible del mecano hubiera dispuesto un mismo movimiento a todo el diseño. Las pequeñas motas desprovistas de colores llamativos se funden agolpándose en un mismo pasaje sin alegría y sin tiempo.

 

A medida que mis huellas se vuelven rojizas, veo que un conjunto de cartones y papeles se encadenan a otras motas, invadiéndolo todo, formando hileras ordenadas en vastos reservorios que proponen carteles invisibles de limitada supervivencia.

 

Y cuando el tejo se ha ido, buscando su reparo onírico en las sombras quietas, las luminosas marquesinas van desarmando ese mecano, lentamente, anunciando el momento del masivo desamparo.

Mayagüez, Puerto Rico, y Fuengirola, España

Rodolfo Lobo Molas

Catamarca, Argentina

Soneto a Catamarca

 

Tierra de paz y voces melodiosas,

en tu dorada siesta el sol abrasa,

la luna va plateando cuando pasa

las sierras con sus cumbres soledosas.

 

Tu brillante y ardiente mediodía,

una blanca postal de una nevada,

el viento trasmutándose en tonada

y el trinar de las aves todo el día,

 

Tus montañas, tus ríos y tu gente

tu cielo azul enorme y transparente,

tu vasto corazón todo lo abarca.

 

Que tu mariana luz al mundo asombre;

yo mientras viva cantaré tu nombre 

porque tengo tu sangre, Catamarca.

Luis de Góngora y Argote

España, 1561-1627

A Córdoba

 

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
De honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
Tanto por plumas cuanto por espadas!

Si entre aquellas rüinas y despojos
Que enriquece Genil y Dauro baña
Tu memoria no fue alimento mío,

Nunca merezcan mis ausentes ojos
Ver tu muro, tus torres y tu río,
Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!

Alfonso Reyes

México, 1889-1959

A Cuernavaca

 

A Cuernavaca voy, dulce retiro,
cuando, por veleidad o desaliento,
cedo al afán de interrumpir el cuento
y dar a mi relato algún respiro.

 

A Cuernavaca voy, que sólo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.

Ni campo ni ciudad, cima ni hondura;
beata soledad, quietud que aplaca
o mansa compañía sin hartura.

Tibieza vegetal donde se hamaca
el ser en filosófica mesura...
¡A Cuernavaca voy, a Cuernavaca!

Giovanna Mulas

Lanusei, Sardegna. Italia

 

V’è una dolcezza

in queste ore campane, d’ardore

che il buio spenge, tra i passeri

e risale lieve, lieve

làddove un fiume scorre

e declina la sera

nella strada ferrata dietro i miei monti

di mare

che arranca

di neve

e di nebbia

e di speme.

Su rocce e calanche

de Lanusei inquieto.

Federico García Lorca

España, 1898-1936

Poema de la saeta

Sevilla

 

Sevilla es una torre
llena de arqueros finos.

Sevilla para herir.
Córdoba para morir.

Una ciudad que acecha
largos ritmos,
y los enrosca
como laberintos.
Como tallos de parra
encendidos.

¡Sevilla para herir!

Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.

¡Córdoba para morir!

Y loca de horizonte,
mezcla en su vino
lo amargo de Don Juan
y lo perfecto de Dioniso.

Sevilla para herir.
¡Siempre Sevilla para herir!

Salvatore Quasimodo

Italia, 1901-1968
Milán, Agosto 1943, de Día tras día


Vallas en vano entre el polvo,
pobre mano, la ciudad ha muerto.
Ha muerto, se oyó el último trueno
en el corazón del barrio viejo,
y el pájaro ha caído de la antena,
allí arriba sobre el convento,
en donde cantaba, antes de posarse.
No excaven pozos en los patios,
ya no tienen sed los vivos.
No toquen los muertos, tan rojos, tan inflados,
dejenlos en tierra en sus casas,
la ciudad está muerta, muerta.

María Cristina Orantes

El Salvador

El mapa de mi tierra

 

Tendido en su apacible geografía

bañado por la espuma y la luz de los dioses

se despereza el mapa de mi tierra.

Bajo sus ecos mansos

huesos  y nombres yacen abrazados

ahora sin bandera.

Hubo un tiempo que no quemó la vida,

la ampolla brotó un siglo después, en el costado...

Se empequeñece  el mapa de mi tierra

perdido entre las aguas que sepultaron los secretos.

No hay línea divisoria entre el cielo y el mar

y aún arde la ampolla.

Robert Gurney

Inglaterra

St Albans
 

Era medianoche
en St Albans.
 

No había nubes,
el aire estaba quieto.
 

La luna creciente
tenía ocho días.
 

Un velero gigante
apareció
atravesando el cielo.
 

Bien equipado
parecía estar construído
de planchas pintadas
con muchos colores.
 

Luego comenzó
a desaparecer.
 

Yo no lo ví
pero unos frailes negros
con sus biblias abiertas
en el Apocalípsis,
lo observaron
en la cima de la colina
del Pozo Santo,
el primero de enero
de 1254
 

mientras en París
un libro escrito
por Gerardo de Borgo San Donnino
que predicaba una nueva era,
una nueva iglesia,
un nuevo evangelio,
una nueva Israel,
al fin del tiempo,
fue publicado
y quemado
en una hoguera.

Amalia Carrera

Bucaramanga, Colombia

Natagaima

 

Al son de tamboras,bambucos y cañas,

hoy volví a mi pueblo llena de añoranza;

ojos de luna llena, brazos morenos,palmas, 

celebraban mi regreso,

al vaivén de suave danza. 

Pareciera que los árboles,el sol, la arena blanca

hacian brotar de su vientre un nuevo nombre. 

Natagaima era mi madre,

Natagaima era mi raza,

Natagaima tierra firme

la del Pijao indio y lanza.

La de ríos y quebradas

la de amasijos y viandas

la de gente amable y sana

la que se fundió a mi alma.

St Albans, Inglaterra, y Natagaima, Colombia

Cyro de Mattos

Brasil

Itabuna

 

Encontro-me no verde de teus anos,

Como sonho menino nos outeiros,

Afoitas minhas mãos de cata-ventos

Desfraldando estandartes nessas ruas.

 

São meus todos esses frutos maduros:

Jaca, cacau, mamão, sapoti, manga.

E esta canção que trago na capanga

É o vento soprando nos quintais.

 

Quem me fez estilingue tão certeiro

Nos verões das caçadas ideais?

Quem nesse chão me plantou com raízes

 

Fundas até que me dispersem ventos

Da saudade e solidão? Ó  poema!

Ó recantos! Ó águas do meu rio!

Cristina De Fercey     

Argentina                                    

Como un cuadro de Quinquela

 

Una calle chiquitita, borroneada

en las tinieblas.

Una ventana con flores;

medianera verde, en hiedra,

y una tras otra se visten

de paisajes las paredes

y los balcones de pronto

se encienden de amaneceres.

Y de las piedras rojizas

el sol va pintando el día,

y en la ribera, un lanchón

sacude su despedida...

El viejo puente se eleva,

con orgullo de pasado,

mostrando heridas de tiempo

que el progreso, no ha curado...

Mientras de lejos, se escucha

algún barco que se va

y una lanchita chiquita

cruza de aquí para allá...

Y ya el último bostezo

despierta la Boca entera.

Ya se viste de colores

como un cuadro de Quinquela

Sergio Borao Llop

España

Cuando digo Paris 

 

Cuando digo París no estoy hablando de las fotos que duermen en los álbumes del sótano, aunque tras las persianas del recuerdo naveguen los colores de la noche como cristales que lentamente se van deshilachando sobre un cojín de nostalgia bordado con caricias y notas musicales.
Cuando digo París no hablo de pasos misteriosos y prófugos resonando a una orilla de la calle, ni de la sombra añil que deja una lágrima rodante, ni del labio-trasluz detenido en el tiempo por el furtivo impacto de unos besos cuyos ecos van rebotando y multiplicando su reflejo por todas las esquinas en penumbra.
(Sé que cuando tú dices París es la voz de una melodía no inventada, es el empedrado irregular y las riberas del Sena, es el amanecer en plena noche y la risa, la colosal estatura de los edificios, la insólita música de las piedras, la fuente helada de Versalles, la verificación de un sueño...)
Pero si yo digo París te estoy nombrando. Cuando digo París hablo de ti y de los puentes, sobre todo de ti y de los puentes y de una isla, y en esa isla unos pies parados en el infinito, allí parados y mirando eternamente hacia la mole indescriptible, hacia las torres que esperan, hacia la inmensa soledad de un reloj que nunca se detiene.

Eduardo José Altamirano-Murillo

Honduras

El pueblo de mi abuela

 

Verde, azul y rojo.

Las nubes

forrando el cielo,

la luna acuna

una estrella.

Mientras mi abuela

desde su silla mecedora

cuentas leyendas

de su pueblo.

Porque en los callejones

oscuros y empedrados,

aún siguen

las almas penando,

los cadejos jugando

y la siguanaba

coqueteando.

Lílian Maial

Río de Janeiro, Brasil
Rio, meu amor!

 

O dia amanhece mais azul
E os sons de tuas ruas estão mais vivos.
Teus cheiros, teus gritos, teus silêncios
estão impregnados em mim,
Eu, tua filha,

que te bebo em versos de poesia.
 

Meu porto, que me viu chegar
e me verá partir.
Meu amante, a quem me entrego virgem
E por quem me prostituí.
 

Ah, como é bom fazer amor contigo!
 

Vim te desejar felicidades,
meu Rio de Janeiro,
Minha cidade, meu canto,
meu abrigo nas noites de pranto.
 

Minha mãe que me viu nascer e parir.
Meu filho, terreno fértil de amor,
Patrimônio de meu coração,
A quem venero como imagem,
A quem devoto meu suor.
 

Meu grande e querido Rio,
De nome agitado,
Não fica parado
E corre, como eu, pro mar.
 

Hoje é teu dia de glória,
Teu momento de fama,
Tua vez triunfal.
 

Que triste que teus filhos te esquecem!
E nem por ti uma prece,
Nem um simples poema,
Ou notícia no jornal!

 

em comemoração ao aniversário do Rio de Janeiro, que foi fundada em 1° de março.

Edgar E. Ramírez

Puerto Rico

Aguada: Toda Esa Sonrisa Sobre El Agua

 

Toda esa sonrisa sobre el agua, es mi ciudad dormida,

estupenda y delirante sobre la neblina

y debajo de las palmas locas...

Algunos dioses han caído, hoy, en los corazones

de sus sencillos habitantes

y saludan, como una infinita danza a los ojos del niño,

que ayer perdimos en la esquina de unos labios.

La luna raja el horizonte y esta paz, 

esta paz que es mucha paz, para mis huesos, levanta cadáveres

solísimos... Ah! Doncella ciudad que te peinas en mis olas de Caribe,

con tinglares majestuosos, visitantes nocturnos.

Aguardamos aquí, otros pulsos de otras ciudades exquisitas,

con este corazón y este sexo repleto de líquidos deseos

y sonámbulas sonrisas;                   pensamos, sí, pensamos

desde nuestra plaza tropical en tus orgías...

Firenze- Venezia- París- Barcelona- Sevilla-

Nueva York- Estambul- Beiruth o Hiroshima,

y porqué no? -bomba Ay-, Bombay...

Acudid , esplendidos viajeros, llegad ...acá la mar esta muy tibia,

y somos tan alegres hoy bajo todas las estrellas...

Acudid a mi ciudad viajeros, acudid navíos sin nombre y sin días,

tengo un balcón para contaros todo este dolor

y toda la alegría: contemplad los luminiscentes jardines sumergidos.

Oh, mi pequeña ciudad reflejada sobre el agua,

sonrisa viva y caliente, espejismo de rones,

sensuales, erubescentes sorpresas -bellaquísimas...

Largas, largas procesiones de horrores y delicias.

 

*Tinglar/es: Grandísimas y espléndidas tortugas marinas  que vienen a desovar a nuestras costas. Creo son como la tortuga laúd que conoceis  en otras latitudes. 

Emilse Zorzut

Argentina

City Bell

                Mañana de domingo

 

Se filtra la mañana

en el vasto silencio

de domingo.

Las voces duermen

sobre asfalto gastado,

 los pájaros libres de miedo

ensayan cabriolas.

La arboleda respira

sin temor al veneno,

siento que me abraza

mientras me deslizo

sin apuro y soñando

convertida en silencio.

Dionisio Ridruejo

Burgo de Osma, España, 1912-1975

El burgo de Osma

 

Como la nieve fluye y va sonora
de haber sido silencio, así mi olvido
de las cumbres del ser en que ha dormido
baja al tiempo natal y fluye ahora.

Ya es celeste el hollín en la herrería
y el chirriar de la rueda con estopa
del cordelero y riza la garlopa
una miel inmortal de todavía.

Vuelve la yunta de ganar el valle
con su lanza arrastrada y la campana
vuelve a pasar entre la luz y el puente.

Vuelve el mercado a empavesar la calle
con soportales. Vuelve todo y mana
el para siempre ayer eternamente.

Nicanor Parra

Chile. 1914

Hay un día feliz

 

A recorrer me dediqué esta tarde
Las solitarias calles de mi aldea
Acompañado por el buen crepúsculo
Que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
Y su difusa lámpara de niebla,
Sólo que el tiempo lo ha invadido todo
Con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
Volver a ver esta querida tierra,
Pero ahora que he vuelto no comprendo
Cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
Ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
En la torre más alta de la iglesia;
El caracol en el jardín, y el musgo
En las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, éste es el reino
Del cielo azul y de las hojas secas
En donde todo y cada cosa tiene
Su singular y plácida leyenda:
Hasta en la propia sombra reconozco
La mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
Que presenció mi juventud primera,
El correo en la esquina de la plaza
Y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!; nunca sabe
Uno apreciar la dicha verdadera,
Cuando la imaginamos más lejana
Es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
Que la vida no es más que una quimera;
Una ilusión, un sueño sin orillas,
Una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
La emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
Cuando emprendí mi singular empresa,
Una tras otra, en oleaje mudo, 
Al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
Y cuando estuve frente a la arboleda
Que alimenta el oído del viajero
Con su inefable música secreta
Recordé el mar y enumeré las hojas
En homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
Como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
Me detuve delante de una tienda:
El olor del café siempre es el mismo,
Siempre la misma luna en mi cabeza;
Entre el río de entonces y el de ahora
No distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
Que mi padre plantó frente a la puerta
(Ilustre padre que en sus buenos tiempos
Fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
Era un trasunto fiel de la Edad Media
Cuando el perro dormía dulcemente
Bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
No podría decirlo con certeza;
Todo está igual, seguramente,
El vino y el ruiseñor encima de la mesa,
Mis hermanos menores a esta hora
Deben venir de vuelta de la escuela:
¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo
Como una blanca tempestad de arena!

Santabárbara, Honduras

Vicente Gerbasi

Canoabo, Carabobo, Venezuela, 1913- 1992

Canto VII

 

Tu aldea en la colina redonda bajo el aire del trigo,
frente al mar con pescadores en la aurora,
levantaba torres y olivos plateados.
Bajaban por el césped los almendros de la primavera,
el labrador como un profeta joven,
y la pequeña pastora con su rostro en medio de un pañuelo.
Y subía la mujer del mar con una fresca cesta de sardinas.
Era una pobreza alegre bajo el azul eterno,
con los pequeños vendedores de cerezas en las plazoletas,
con las doncellas en torno a las fuentes
movidas rumorosamente por la brisa de los castaños,
en la penumbra con chispas del herrero,
entre las canciones del carpintero,
entre los fuertes zapatos claveteados,
y en las callejuelas de gastadas piedras,
donde deambulan sombras del purgatorio.
Tu aldea iba sola bajo la luz del día,
con nogales antiguos de sombra taciturna,
a orillas del cerezo, del olmo y de la higuera.
En sus muros de piedra las horas detenían
sus secretos reflejos vespertinos,
y al alma se acercaban las flautas del poniente.
Entre el sol y sus techos volaban las palomas.
Entre el ser y el otoño pasaba la tristeza.
Tu aldea estaba sola como en la luz de un cuento,
con puentes, con gitanos y hogueras en las noches
de silenciosa nieve.
Desde el azul sereno llamaban las estrellas,
y al fuego familiar, rodeado de leyendas,
venían las navidades,
con pan y miel y vino,
con fuertes montañeses, cabreros, leñadores.
Tu aldea se acercaba a los coros del cielo,
y sus campanas iban hacia las soledades,
donde gimen los pinos en el viento del hielo,
y el tren silbaba en lontananza, hacia los túneles,
hacia las llanuras con búfalos,
hacia las ciudades olorosas a frutas, hacia los puertos,
mientras el mar daba sus brillos lunares,
más allá de las mandolinas,
donde comienzan a perderse las aves migratorias.
Y el mundo palpitaba en tu corazón.
Tú venías de una colina de la Biblia,
desde las ovejas, desde las vendimias,
padre mío, padre de trigo, padre de la pobreza.
Y de mi poesía.

 

El autor se refiere al pueblo de Vibonati, Salerno, Sur de Italia, donde nació su padre.

Raúl González Tuñón

Buenos Aires, Argentina, 1905-1974

Puente Alsina

 

Puente Alsina: Eres un claroscuro con guitarras,
eres inofensivo como un filo mellado.
Tienes árboles buenos que se salen del campo
para dar más relieve a tu leyenda
con la sombra indecisa de sus ramas.
Puente Alsina: Eres un claroscuro con guitarras.

 

Por entre el centro de la urbe te das la mano
callosa a fuerza de aferrar puñales
(y martillos también)
con el Arroyo Maldonado
que todavía usa como tú
pantalón con bombilla y clavel colorado.

 

Eres el comité de la ciudad.
Al cual no entran
los que no son amigos de sus caudillos:
la furca, el tango y el cuchillo.

 

Puente Alsina:
Te corta el Riachuelo –como un barbijo.
Alimento de crónicas policiales
has salido más veces en linotipo
-por el conflicto pasional, por el asalto dernier cri-
Y por tus calles corvas aún anidan
los organillos sentimentales
que humedecen los ojos a la nieta de Mimí.

 

Puente Alsina: tú bebes caña fuerte,
lloras leyendo el Juan Moreira.
Barrio federal.
Te apiadas de los perros enfermos
y de vez en cuando te robas la luna,
para los hombres que miran siempre abajo
te vean reflejada en el Riachuelo.

 

Tus patios están sobrecogidos.
En ellos las estrellas son único domingo.
Puente Alsina:
barrio con fama de guapo,
los ladrones y los poetas no te tenemos miedo.

Puente Alsina (Buenos Aires), Vibonati (Italia), Aguada (Puerto Rico), Burgo de Osma (España), La Boca (Buenos Aires), Río de Janeiro (BRasil)

Pablo Neruda

Chile, 1904-1973

Himno y Regreso
 

Patria, mi patria, vuelvo hacia ti la sangre.
Pero te pido, como a la madre el niño
lleno de llanto.
Acoge
esta guitarra ciega
y esta frente perdida.
Salí a encontrarte hijos por la tierra,
salí a cuidar caídos con tu nombre de nieve,
salí a hacer una casa con tu madera pura,
salí a llevar tu estrella a los héroes heridos.

Ahora quiero dormir en tu substancia.
Dame tu clara noche de penetrantes cuerdas,
tu noche de navío, tu estatura estrellada.

Patria mía: quiero mudar de sombra.
Patria mía: quiero cambiar de rosa.
Quiero poner mi brazo en tu cintura exigua
y sentarme en tus piedras por el mar calcinadas,
a detener el trigo y mirarlo por dentro.

Voy a escoger la flora delgada del nitrato,
voy a hilar el estambre glacial de la campana,
y mirando tu ilustre y solitaria espuma
un ramo litoral tejeré a tu belleza.

Patria, mi patria
toda rodeada de agua combatiente
y nieve combatida,
en ti se junta el águila al azufre,
y en tu antártica mano de armiño y de zafiro
una gota de pura luz humana
brilla encendiendo el enemigo cielo.

Guarda tu luz, oh patria!, mantén
tu dura espiga de esperanza en medio
del ciego aire temible.
En tu remota tierra ha caído toda esta luz difícil,
este destino de los hombres
que te hace defender una flor misteriosa
sola, en la inmensidad de América dormida.

Mario Jaime

México lindo y querido

 

Anda, 50 años tras un mostrador

Aquel, lava sus dientes y recorre 100 km

                                 para 8 horas trabajar

Un tipo lava baños desde niño

Los ceniceros mandan

No eres nadie si no sabes conducir

Mira como chocan, encías hundidas, fracturas expuestas

Bacanal de toallas femeninas

Nace, crece, cópula y a la morgue.

Debes creer en el Dios sanguinario que un loco egipcio inventó.

Debes creer en el Dios pacifista que un griego hipócrita moldeó

O tal vez en el Dios omnipotente que un camellero plagió

Pero antes, bésale el culo al banquero

No sonrías, menos a una chica,

Te puede acusar de maniaco sexual

Vamos, enanos, adoremos un trapo de 5 siglos atrás

Lloremos porque un sin cerebro falló el penal

Qué hermoso mi país, manadas de ratas

Qué hermosa mi gente, quema a sus hijos con planchas

Si 20 horas vendes zapatos eres persona honrada

Todos respetarán tu rostro honrado ante el televisor

 

En nuestra sangre corren holocaustos aztecas, desollados prisioneros

Reza nefasta imperialista de antaño, percudidos sádicos

También la lentitud, el pasmo ridículo español y su crucecita

Mas hoy somos copias grotescas de puritanos

Una estrella más en la bandera de barras sangrientas

Paladín de la democracia y el vómito gringo

Let’s work for our owner

Hail America! In God we trust!

Bazar de prejuicios orinales. Patria de moscas

 

¡Al grito de guerra el acero empuñad!

¡Cuánto revólver y asesino!

Nenonatos acunados en basura.

Si eres moreno los blancos te odian

Si eres blanco no camines por barrios

Todos hermanos, se nota. En la gente que pide la pena de muerte.

Niño, cállate, te pegan porque te quieren.

El amor aquí respira tuercas

Es aceite en coágulo atole.

Mi generación es genial, cierra los teatros, quema libros

Lleva homicidas plasmados en camisetas, no inventa, no sueña

Pero juega en su celular

Soporta la familia y sus taras

En un cuarto apiñados, la abuela, los tíos, las mujeres, el novio, el hijo, la perra

Patria, patria, tus hijos te juran destruir tus bosques y selvas

Para hacer dependencias públicas,

Sigamos pariendo, hacen falta muchos niños

Pa poblar, pa prostituir, pa matar

Pa que haiga obreros y esclavos

 

Lindo y querido, si muero lejos de ti

Que sea en azul Mar sin tus calles

En un rincón natural y sincero

Manuel Felipe Rugeles

San Cristobal,Venezuela, 1903- 1959

La aldea

 

En mi aldea

Cuando niño,

nunca creí en otra aldea,

nunca soñé en otra tierra.

Recordaba sus crepúsculos

Y apacentaba sus nieblas.

Cristales me daba el río,

Pájaros me dio la huerta.

Con un caracol de monte

Vida tuvo una flor nueva.

Preso entre cuatro horizontes

Pase mi niñez entera.

Después descubrí un camino

Nacido al pie de mi aldea.

María Dolores Guadarrama

Ciudad. Cuauhémoc, Chihuahua. México

Santo Domingo

 

Ácido vómito que moja la tierra

       Gabriel Arcángel

que hace sangrar la noche silenciosa

aullar los perros callejeros.

Se fueron apagando la voces

extinguiendo el murmullo

en el zócalo inmenso de Oaxaca

las anchas piedras del pasado

         Gabriel Arcángel

los verdes sabinos de tu tierra

la dulcísima voz de la mixteca arde

en el vino azul que exhala la montaña.

 

Hartas del polvo

que enturbia la memoria

       Gabril Arcángel

verdad que distorsiona el tiempo.

 

Ahí está, me dijiste.

Babilonia la grande, la madre de todas

las rameras.

Mudas piedras, siempre tan circunspectas

llora, Gabriel Arcángel

por tus divinos ojos de demonio asustado.

Fransiles Gallardo

Magdalena, Provincia de Cajamarca, Perù

María Magdalena de Lachán

 

GRANDES CHOZAS GRANDES    mi pueblo 

horcones altos    techos de maguey

 

ventanas de carrizo

por donde se filtra   perezoso   el viento de las tres

 

MAGDALENA grande   mi pueblo   

vigas altas   trinchera   catache   carbunco(*)

azul cobertura    límpia    cobertura azul

verde piso verde    cañaveral de abril

Rubén Vedovaldi

Capitán Bermúdez. Santa Fe, Argentina

El paisaje es la gente

 

quisiera salir esta tarde
de sol o de lluvia
hacia el oeste de mi vieja calle
a escalar la más alta montaña
en la magia cambiante de sus colores;
entre nubes y llamas
aguiluchos y cóndores iría
pero al oeste de mi simple pueblo
que es liso y llano
no hay ninguna montaña o montañita
 

quisiera jugar con la nieve
independiente en el parque junto al lago
o esquiar entre verdes pinares
pero en mi pueblo hace años que no nieva
y nunca he visto en trineo a los niños
entre lobos y perros
o amasando muñecos con copos
radiantes
 

salir por mi calle hacia el este quisiera
hasta dar con la orilla marina
y trepar a los altos barcos anclados
al viejo puerto de ultramar de Juan Ortiz
pero mi pueblo nunca ha dado al mar
 

el paisaje más lindo -dijo mi padre-
 

es la cara de los viejos amigos
y casi todos mis viejos amigos
 

siguen viviendo aquí
sin ir más lejos

Lorenzo Varela

España

Castelao
 

Cando cheguen os tempos non chegados
cando canten as mans traballadoras
nas doídas manceiras dos arados
e nas salgadas redes pescadoras,
 

Galicia ceibe tallará o teu nome
nas outuras do Pórtico da Groria
pra que falen os anxos con un home
que leva a patria enteira na memoria.
 

Unha nova Galicia sen cadea,
que non esportará mais sangue humán
nin asoballará unha man allea:
 

Unha Galicia nova, a de mañán,
que xa ven alborando, xa clarea,
no peito arrolará teu soño irmán.

Patricia Veron

Argentina

Milonga Occidental

 

...del lugar

es la dueña

del orden a los niños

va de aquí para allá

 y el hombre

conociéndola

al final de la tarde

se hace un hueco

en el tronco

de su propio horizonte

para fumar...

Morenito flacucho

va acercándose

a la bailanta

y apoyando su cuerpo

en el poste del quincho

mira la pista

y suena el chamamé...

un reto por ahí

una panzona

ritma desenfadada la mujer

y hay pelea adolescente

peloteo de viejas

comilona

en una día de farra

milonga occidental

árbol tranquilo...

Claudia M López Letamendi

Argentina

Mi pueblo

(Adolfo Gonzalez Chavez- BsAs)

 

Pequeña entrada

al mundo de la dicha

mi pequeño pueblo

de trigos infinitos

que amorean horizontes

de azules

con la luna

y calan de sol mañanas infantiles

Humus del mundo ,

vaca gorda y  leche,

humilde en sus entregas

mi pueblo

es historia de gente

sin grandes trascendencias

que asoman a la vida

a ver crecer sus hijos

y entregar sus trabajos

Es un encuentro apenas,

con el ser que te toca,

mano de dios dormida

sobre pampa nacida

del suspiro

de su boca

que deja ver

sus ojos

por las noches

desde la cruz de un sur

que es luz del tiempo

desde donde

se costelan

orígenes diversos

del hombre

que habita

en el misterio.

Rolando Revagliatti

Buenos Aires, Argentina

Buenos Aires a caballo

 

vía crucis buenos aires en la ofrenda ombligal

y otros pases

a una constelación levantadita

 

buenos aires el mejor bocado me baraja

es viva buenos aires

 

a caballo zaino regalado de atípicas desdichas

hoy vine a sublimarla

aunque

buenos aires multisectorial

la atravieso

con todo mi cariño

Betina Saredo Flores

Villa Carlos Paz, Córdoba, Argentina

Villa Carlos Paz

 

Cada mañana

el sol viste al valle de oro,

valle de verdes y ladrillo,

de lago y sierras,

con calles estriadas y cielo abierto.

Noches de verano bajo las farolas,

tiembla el rocío al rozar tu costa.

Puentes y plazas advierten el avance,

acentos y costumbres recuerdan la historia.

¡Que la belleza de tu paisaje

no se vista de cemento!

Vístete con las hojas del otoño,

báñate de primavera desde los canteros,

mientras bebes de tus crecidas

y duermes bajo el manto de estrellas,

cuando la luna bese tu mejilla de espejo.

Miguel de Unamuno

España, 1864- 1936

Al salir de Bilbao, lloviendo

 

          Al salir de Bilbao, lloviendo, el 20-IX-10

 

Desde mi cielo a despedirme llegas
fino orvallo que lentamente bañas
los robledos que visten las montañas
de mi tierra, y los maíces de sus vegas.

Compadeciendo mi secura, riegas
montes y valles, los de mis entrañas,
y con tu bruma el horizonte empañas
de mi sino, y así en la fe me anegas.

Madre Vizcaya, voy desde tus brazos
verdes, jugosos, a Castilla enjuta,
donde fieles me aguardan los abrazos

de costumbre, que el hombre no disfruta
de libertad si no es preso en los lazos
de amor, compañero de la ruta.

Oscar Cerruto

La Paz, Bolivia (1912 - 1981)
Altiplano

                     Porque el Altiplano es más ancho,
                          siempre un poco más ancho
                          de lo que es posible imaginarlo.
                                                 Figuración popular

1.
El Altiplano es inmensurable como un recuerdo
piel de kirquincho, toca con sus extremos las cuatro
       puntas de cielo,
sopla su armada brisa de bestia.
El Altiplano es resplandeciente como un acero.
Su soledad de luna, tambor de las sublevaciones,
solfatara de las leyendas.
Pastoras de turbiones y pesares,
las vírgenes de la tierra alimentan la hoguera de la
       música.
Los hombres, en el metal de sus cabellos,
asilan el caliente perfume de los combates.
Altiplano rayado de caminos y tristeza
como palma de minero.

Mary Vidal

Caleta Olivia, Santa Cruz - Argentina

Caleta Olivia

 

Tengo  mar en mis ojos y gaviotas en mi pelo

en mi cuerpo estación de algas

y  autopista de estrellas

ronronea en mi espuma

 

tengo ventosas en mis manos

que maduran entre páginas y ausencias

de muertes y anocheceres de vidas y  sucederes

 

tengo viento en mis venas

sonar de lluvia en mis pestañas

marco de pingüinos en mis cejas

pétalos de calafate en mis labios

sabor a sal de mares

leños de meseta en mi esqueleto

 

tengo escamas de ecos en mi piel

Tengo... más ... tengo.

Bilbao (España), Caleta Olivia (Argentina), Carlos Paz (Argentina), 

Fransiles Gallardo

Magdalena, Cajamarca, Perù

María Magdalena de Lachán

 

Hojas desprendidas

cubren los campos

vientos del oeste

invaden los cañaverales

delante del arco iris

está magdalena

mi pueblo

como madero antiguo

tendido en el camino

Jorge Bousoño

Ciudad de La Habana, Cuba

Plaza de mi Habana ancestral

                                   a Eusebio Leal Spengler

 

A esta fiesta de natura extrapolada
llegan Obispo y Baratillo,
los Oficios y la tímida Enna,
O'Reilly y Tacón
           —no precisamente de la ardiente flamenca—.

Alfombras tejidas en piedra,
rejas y vitrales que pierden sus catedrales
                      después de danzar por siglos
                      en nostalgias, alegrías y sosiego,
estrellas colgadas de cada cielo,
paraísos saludando tu cortejo principal.

Contigo el descubridor y sus Capitanes Generales,
el Segundo Cabo y Santa Isabel,
el templete y su venerada ceiba,
la altanera Giraldilla coronando la Real Fuerza,
y si te sorprende el suspiro
de un buque en pos del descanso
allá, a lo lejos, nuestro padre redentor
vela sus mandamientos.

¡Vaya brindis con quietud, brisa,
y trinos de lenguas y trópico
abrazándome al instante
en mi nube de mármol!

Miguel Ferreira

Posadas, Misiones. Argentina

 

Miro mi ciudad de costanera

entre paredones de cemento

con cintura de rio y

pescadores en silencio,

con la luna de palida luz alla arriba

iluminando el puente

que une a otro Pais

con la peatonal de farolas blancas,

de mesitas a la calle

y mujeres en blues de misterio

con sus callejas alargadas y omnibus trepidantes

con los linyeras de cafe y melancolia

estirando horas en el bar

y asi se van en este navio

atravesando lo estelar.

Ana Ajmàtova

Rusia, 1889- 1966

La tierra natal

 

No la llevamos en oscuros amuletos,
ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
no perturba nuestro amargo sueño,
ni nos parece el paraíso prometido.
En nuestra alma no la convertimos
en objeto que se compra o se vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
ni siquiera la recordamos.
 

Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
esa tierra que con nada se mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.
 

Versión de María Fernanda Palacio

Ángela Ibáñez

Zaragoza- España

Used (Campos de Zaida)

 

El campo con su faz dormida

me mira, quieto.

El  viento le acaricia quedo

Su pelo de mies dorada.

La luz que baña su frente

difumina sus ojos en el horizonte.

Una reminiscencia de claro oscuro

terroso lo invade todo.

Es un cuadro que algún día pintaré

en el tapiz de mis recuerdos,

habrá notas oscuras, grises,

fruto del paso de los años.

Mas ahora sólo

es un niño dormido en mis ojos

y hasta que los cierre

lo seguiré viendo así,

pequeño,

hermoso…

María Elena Solórzano

México

En el Tepeyac

(Villa de Guadalupe)

 

En el grafito de la noche

derrama ritmos el espacio,

un movimiento serpentina

recobra la imagen de los dioses,

mujeres en contubernio con la luna

ofrecen jadeos moribundos.

 

La danza,

espejo  que refleja

lágrimas, guerrero, águila en derrota,

el paso de la vida en su liturgia,

la eclosión de los soles,

letanía de cánticos sagrados,

el reclamo del ánima ya ida

sólo presente en el pulso del viento.

 

Ya revienta el maíz,

ya madura el tejocote.

El ritmo pentafónico hipnotiza.

 

Ante el empuje de la danza

enciende el horizonte.

En una entrega de ocarina

enreda la penumbra.                                                                                         

grandioso rito                     

para recobrar la sangre.

 

Colmados movimientos,

hechizos fluyendo entre las piernas.

 

Tu ojo, flecha;

tu brazo, rama

en el espacio de los muertos.

 

Impregnado está tu escudo

de humores enemigos.

 

Sonar de cascabeles desvalidos.

Ofrenda perpetua en el sahumerio.

 

Mariposas atrapadas

en las plumas del copilli.

 

Murmullo de caracoles,

fuga de gemidos.

 

Una lágrima de negro

en el doblar de las esquinas.

 

                            Guadalupe- Tonantzin:

manto de constelaciones,                                                                        

ángel niño entre quetzales,

rosas en invierno.

 

Tonatiuh te alumbra.

 

De tu sangre entremezclada

nació un mestizo

con castilla entre los labios.

Con tus manos nos protejes.

 

Ante ti llegan los hombres,

sonajas de agua.

Flor convertida en oración.

El corazón con el vino de los páramos.

 

Danza la tierra peregrina.

Se recupera así la sangre

y el sol recobra su camino

seguido por la luna.

 

                            Coatlicue

en cuatro se fragmenta,

a las doncellas marca

con sus pechos caracoles.

 

Otra vez la sangre,

otra vez la danza.

 

Guadalupe-Tonantzin

contigo se acaba la desdicha.

Fabiano Calixto

Brasil- 1973

Garanhuns, PE
 

estás mais próxima do de-cor das rabecas
que dos violinos europeus. (chamam-te
rima. prefiro lágrima).
teu inverno investe em cheiros
inesquecíveis que, feito forjados
a duríssimo metal, jamais perdem
o incomum e erguem
um pórtico de nomes e cores
à entrada da memória.
talvez, na verdade, estejas mais
íntima da penumbra calculada
de um palácio mouro
cujos entalhes, caligrafias e painéis
embaraçam nossos sentidos e, agora,
estamos só joelhos.
estilhaçada estás na garoa fria,
no relógio de flores,
nas águas minerais,
na pupila da minha mãe.
estarei aqui até que a impaciência
arrebente o dique, à concha das mãos,
com o nada de chuva
deste outono predominantemente cinza.

Gabriela Piccini

Argentina

Tres fronteras (Misiones)

 

Aquí no hay cosas personales

pero después de la lluvia

cuando un témpano

mete los dedos en la selva

el frío

es un viejo vecino aunque el trópico

 

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Entre palos de pindó

hay una casa

Hay un bar furtivo

en la noche del fondo

 

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Por fin la luna rompe

y pronuncia su último pétalo en guaraní

(quizás me abrigue

con un saco de estrellas)

Sergio Mouat

Chile

Canberra Lugar de Encuentro

 

En tu exuberante geografía

y vasto territorio expandido,

desde las alturas maravillado contemplo

valles y en su centro montañas

como angeles guardianes apostados.

 

Que cuidan de la ciudad sus parajes,

barrios por la naturaleza escondidos

y surge el oro cobrizo de sus calles,

con nombres de su historia bautizados

donde la gente muy poco ha caminado.

 

Y en esa quietud instigada

de tanto silencio se hace el ruido

los arbustos pinos y eucaliptos

de verde, todo lo han rodeado,

en este terruño mi vida asentado.

 

Alegre y orgulloso perpetuo será

que en Canberra y sus alrededores,

un rincón nuevo siempre habrá,

las Brindabellas a lo lejos percibir

cada tarde mucho antes de dormir.

Horacio Pettinichi

Del Viso, Pilar, Argentina

En mi pueblo

 

en mi pueblo,

los pecados capitales van a misa,

y algunas veces hasta ofician,

organizan homenajes  a la patria,

y no hay desfile que no estén en primera fila..

en mi pueblo,

donde todo se perdona, se disimula u olvida,

donde la cultura es un edificio,

o la elegante comisión de damas pías.

en mi pueblo,

donde en el azahar de algún boliche,

se blinda la rosa,

para proteger lo que aún vale

en esta perra vida.

Gumasat

Tuxtla Gutiérrez- Chiapas-  México

 

                Del espejo del Río Grande nace el sol,

ilumina los caminos verdes de lluvia,

rebosantes de vida nueva y buena.

La ciudad se mece al amparo de los cerros,

dos enormes vigías que arrullan sus sueños:

el Cerro de Las Ánimas y el Mactumactzá

se cubren de nubes para llover a torrentes

en la sedienta ciudad,

sobre este pueblo que nunca sacia su sed.

 

                El mestizaje continúa

en la tierra hambrienta de justicia;

soques, tseltales, tsotsiles y ladinos

en el crisol de raíces y sangre

para crear sincretismos,

estratos sociales que coexisten uno sobre otro,

en completa e injusta armonía

se mantiene el equilibrio precario.

 

La conciencia mágica habita en la mente;

el paganismo es la religión de hecho,

se cumplen leyendas, relatos, profecías

que heredamos de los indígenas primigenios

que poblaron los antiguos valles.

 

                Los colores iluminan la ciudad

en los mercados, en la ropa,

en el cielo, en la verde explosión de lluvia,

en las llamaradas intensas

de rojo amarillo que pintan las nubes

que cubren las tardes repletas de ansiedad.

                El Río Grande escurre a un lado,

cruza el cañón del Sumidero en su carrera al norte

para perderse en el golfo distante.

 

Las voces se alzan en la ciudad,

se confunden en una sola gran voz

que clama justicia, paz, trabajo, alimento;

                Igualdad.

                Estamos tan lejos de todo y cerca de nada;

estamos en Tuchtlán, el valle del conejo,

tierra perdida en la inmensidad de un mapa

y olvidada por todos los gobiernos;

la ciudad tiene un rostro que nadie conoce,

el pueblo tiene sueños que nunca se cumplen.

 

                Vivo en la amada y verde ciudad

olvidada por siempre

excepto en momentos como éste,

de elecciones, promesas sin parar,

repleta de baches, de faros fundidos,

de hambre y miseria,

de riquezas explicables,

de diferencias sociales,

de enormes distancias económicas,

de discriminación aceptada,

de intolerancia promovida,

de futbol, de política, de mentiras.

 

                El valle de Tuxtla se duerme

en sueños de justicia que nunca duermen,

que nunca llegan, que no acaban.

                El sol aparece entre el espejo del Río Grande

y con él, la promesa del nuevo día,

de ese día en el que no haya

tuxtlecos distintos.

Antonio Machado

España, 1875-1939

Campos de Soria

VI

 

¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!

¡Muerta ciudad de señores
soldados o cazadores;
de portales con escudos
de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la medianoche ululan,
cuando graznan las cornejas!

¡Soria fría!  La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna.

Norma Segades - Manias

Santa Fe, Argentina

La comarca

 

La comarca es un feudo presentido más allá de los muros. Más allá de los huertos donde aguardan los duendes el tiempo del retorno.

Desdeña memoriales, evangelios, bitácoras de viaje. Se rige solamente por la edad de la sombra, las fases del silencio o la repetición de los fantasmas. No acontece salvo en la irradiación de los jazmines. No sucede sino en el desamparo.

Pero construye calles como párpados ante una parsimonia de zaguanes custodios de fragancias, de misterios, de ocultas floraciones.

Pero extiende sus calles al abrigo de fresnos o plátanos o robles o acacias desvergonzadamente celebrantes.

Pero extiende sus calles al borde de los templos consagrados, desde la voluntad de las espadas, a los señores de los desconsuelos, de las pulcras desdichas, de los martirizados corazones. Los templos ofrecidos a los santos señores que derramaron toda su agonía en la arena del circo y ahora están ubicados encima de los cirios, alrededor de los altares, sosteniendo en sus manos una vara de nardo o azucena o inocencia o paloma.

Pero teje la trama de casonas dormidas, de retratos en sepia, desde los bastidores del olvido.

Pero entrecruza agudas lanzaderas por la azul espesura de los mitos, las sagas, y la cosmogonía de las lluvias donde sacian su sed los equinoccios, las aves, las cosechas.

Pero despliega calles ordenadas hacia la desmesura de los ríos que siempre merodean en torno a su cintura de suburbio, de sueño clandestino, de salvaje naufragio. Allí donde las tapias van cediendo perfiles a los cercos, a las enredaderas de rosas en racimo, cálices de campanas, demencia de encendidas madreselvas, instrumentos de muerte, clavos, espinas, sangre, en las corolas de las pasionarias. Mientras gime en los charcos la honda melancolía del crepúsculo. A la hora del ángel.

Porque ella no acontece salvo en la convicción de los delirios. Porque ella es sólo un feudo presentido más allá de los muros. Más allá de los huertos donde aguardan los duendes el tiempo del retorno.

La comarca no existe.

La Boca (Buenos Aires), Lanusei (Italia) González Chávez (Argentina

Luciano Somma

Nápoles, Italia

Vico Napulitano
(en dialecto napolitano)

 

E' sarracena 'sta strada 'nfosa,
'na fila 'e vascie, nu vico chiuso,
so' gocce 'e chianto sti panne spase,
na stanza pare ch'è nu pertuso.
 

Fenesta vascia cu' na Maria,
ca me faceva sunna' l'ammore,
t'hanno 'nzerrata cu' na buscia
d''o terramoto ch'è senza core.
 

Chesta canzone, canzone amara,
porta 'int''e nnote cchiu' 'e nu dulore
quanno se perde na cosa cara
se po' asci' pazzo, ce sta' chi more.
 

Na mana sfila 'int''a sacca onesta
na vocca strilla 'nfaccia 'e prumesse
e' sulo 'arraggia chella che resta
quanno nu popolo e' cuoppo allesse.
 

'O vico ajere nun era santo
si l'attuccava te deve 'a mano
ce steve 'a risa, ce steve 'o chianto,
era nu vico napulitano.

Carlos Pellicer

México, 1899-1977

Cuatro cantos en mi tierra

                                        A Noé de la Flor Casanova

I

Tabasco en sangre madura
y en mi su poder sangró.
Agua y tierra el sol se jura;
y en nubarrón de espesura
la joven tierra surgió.

 

Tus hidrógenos caminos
a toda voz transité
y en tu oxígeno silbé
mis pulmones campesinos.

 

A puños sembré mi vida
de tu fuerza vendaval
que azúcar cañaveral
espolvorea en la huida.

 

El tiempo total verdea
y el espacio quema y brilla.
El agua mete la quilla
y de monte a mar sondea.

 

Pedacería de espejo.
La selva, encerrada, ulula.
Casi por cada reflejo
pájaro que se modula.

 

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

 

Cuando la selva repasa
su abecedario animal
relámpago vertebral
de caoba a cedro pasa.

 

Flota de isletas fluviales
varó en flor la soledad.
Son de todo eternidad
y de nada temporales.

 

El mediodía tajado
de algún fruto tropical
tiene un sabor de cristal
sonoramente mojado.

 

Hay en la noche un instante
de vida, que si durara,
húmeda la muerte alzara
cual un terrible diamante.

 

Y a veces en la ribera
es tan fina la mañana
que la sonrisa primera
todo el día nos hermana.

 

Tiempo de Tabasco; en hondo
suspiro te gozo así.
Contigo, cerca de mí
tiempo de morir escondo.

 

Arde en Tabasco la vida
de tal suerte, que la muerte
vive por morir hendida,
de un gran hachazo de vida
que da, sin querer, la suerte.

Marta de Arévalo

Villa Colón, Uruguay

Villa Colón (fragmento)

 

Pacífica y recatada

vive su vida de aldea,

esquiva de ruido y prisa,

la verde villa que sueña.

 

Viejas quintas de labor,

viejas casas solariegas.

Oro de retama en flor

por sus calles polvorientas.

 

Todos los días de dios

al filo de cada tarde,

el tacto lila del sol

la viste de claridades.

 

Y una plaza con historia

filtra sol entre eucaliptos

y se abisma de nostalgia

con la memoria de un siglo.

Jacques Prevert

Francia, 1900-1977

Paris at night

 

Trois allumettes une à une allumées dans la nuit

La premiére pour voir ton visage tout entier

La seconde pour voir tes yeux

La dernière pour voir ta bouche

Et l'obscuritè tout entière pour me rappeler tout cela

En te serrant dans mes bras.

Alvaro Mutis

España, 1923

Cádiz

 

                                              Para María Paz y Manolo

 

Después de tanto tiempo, vastas edades,
siglos, migraciones allí sorprendidas
frente al vocerío de las aguas sin límite
y asentadas en su espera
hasta confundirse con el polvo calcáreo,
hasta no dejar otra huella que sus muertos
vestidos con abigarrados ornamentos
de origen incierto, escarabajos egipcios,
pomos con ungüentos fenicios,
armas de la Hélade, coronas etruscas,
después de tales cosas, la piedra
ha venido a ser una presencia
de albas porosidades, laberintos minúsculos,
ruinas de minuciosa pequeñez,
de brevedad sin término,
y así las paredes, los patios, las murallas,
los más secretos rincones, el aire mismo
en su labrada transparencia también
horadado por el tiempo, la luz y sus criaturas.
Y llego a este lugar y sé que desde siempre
ha sido el centro intocado del que manan
mis sueños, la absorta savia
de mis más secretos territorios,
reinos que recorro, solitario destejedor
de sus misterios, señor de la luz que los devora,
herencia sobre la cual los hombres
no tienen ni la más leve noticia,
ni la menor parcela de dominio.
Y en el patio donde jugaron mis abuelos,
con su pozo modesto y sus altos muros
labrados como madréporas sin edad,
en la casa de la calle de Capuchinos
me ha sido revelada de nuevo y para siempre
la oculta cifra de mi nombre,
el secreto de mi sangre, la voz de los míos.
Yo nombro ahora este puerto que el sol
y la sal edificaron para ganarle al tiempo
una extensa porción de sus comarcas
y digo Cádiz para poner en regla mi vigilia
para que nada ni nadie intente en vano
desheredarme  una vez más de lo que sido
“el reino que estaba para mí”.

Alonso Mejías Sánchez

Nicaragua

En San Carlos

 

"La lancha pesadamente,
pesadamente avanzaba.
Río arriba, río arriba,
jadeando cada pulgada"
"Romance de Juan García"
Sangre santa, Adolfo Calero Orozco, nicaragüense.

 

En San Carlos, puertecito que en 1849 George Ephraim Squier vió con su fresco ojo viajero (no más de veinte casas en aquel entonces) y deglutó opípara comida en casa del comandante (Nicaragua, sus gentes y paisajes. traducción de Luciano Cuadra,páginas 68/69);


pues ahí,
llegué a altas horas de la noche.

 

La brisa lacustre
la guitarra del bardo
y los enmielados ojos
de la joven española
fumadora, bailarina y liberal
invitaban a la parranda.

 

Mi corazón de poeta
se llenó de cielos constelados.
Y se vaciaron los pocos dólares de mis bolsillos.

 

Ahora voy en estrecha lancha
rumbo a Papaturro.
A mi goma atroz
y ánimo angustiante
se aúna el monótono ruido del motor.

 

Fugaz la corriente.
Fugaz la vida.

 

Vuelvo a pensar en la muchacha del lago:
en la dimensión de su dolorida frase.

 

Cierro los ojos.
Graznan garzas blancas.
Y no sé a qué horas
rocé riberas de Solentiname.

Lía Miersch

Buenos Aires, Argentina, 1950

Cuatro Haiku para Mataderos

 

Salen los carros

Perros de niebla acechan

el corralón

 

Tellier al fondo.

En la cruz de un novillo

luna de muerte

 

Olor a sebo

Peina el viento sus crenchas

en Mataderos

 

La Cruz del Sur

clava sus nazarenas

en mis exilios

Vilma Vargas

Costa Rica

Turrubares

 

Yo quiero descansar,

Hundirme con los míos

allí entre las colinas

donde el mismo dolor logra su sueño

y el tiempo se consume sin desbordarse

como el pájaro tenso en el cielo;

todo siempre más novedoso que yo:

la presencia irreal de la infancia,

las familias que duermen en el lecho del río.

 

Allí quiero dormir.

Vuelva mi mano intacta a su lugar.

Antonio Leal

Mexico

Desde el alcazar Ulises mira las sirenas

 

¿A qué loco no lo atan? Bien hacéis. Escila hermosa, suave Caribdis, sagradas sirenas del negro golfo, altos montes de  Trinacria: decid a voces que Ulises, dándole el viento sus alas,
entre Caribdis y Escila, atado y vendado escapa de vuestros riesgos, porque le quede al mundo enseñanza, que así se huyen los extremos, de la hermosura y la gracia.

                                   Pedro Calderón de la Barca
                                                                 

 A la familia del tío Pepe Beutelspacher, dueños hace más de un siglo del alcázar de estilo inglés, frente al puerto de Salina Cruz, Oaxaca, en el Océano Pacìfico.
 

Mexico

 

Desde el alcázar hecho en el remate
de la estribación de uno de los cerros,
a unos tres mil metros del mar distante,
y a varios de ellos sobre el terraplén
de la calle en esta hora desierta,
un zureo de palomas despierta

el trajín de la ciudad. Clap, clap, clap,
clap, lanzan su vuelo en picada como
una bandada de pañuelos muertos.

A babor, casi a un tiro de piedra
de nuestra almadía mecida apenas
por una tenue racha de aire fresco,

como pedazos de un carbón lustroso
beben los zanates la luz del día.

 

Leva anclas la mirada entre tanto

revuelo de alas. Mogotes de plumas

llenan el pentagrama de los techo
de láminas de zinc. Currucutú,
clap, clap, clap, clap: ahora, desde las tejas
ocre-malvas de los techos contiguos
de la casa que data más de un siglo.

 

En la suave  piragua, a sotavento,
que es la hamaca en que hemos dormido,
cautiva todavía ver la luna
colgada como una medalla antigua,
como un fruto del árbol prohibido
de los sueños, pálida en el cielo
de esta mañana ambigua que comienza.

 

En la prosodia de este poema
escrito entre las hojas de un cuaderno
que sólo puede hojearse cara al viento,
desde el alcázar donde Ulises mide
el lontanar esta mañana insomne,
vahída y rasante, también se atreve
la mirada lanzarse al vuelo sobre
el caserío que avanza hacia el mar.

 

Aquí, desde el escarpe arrebatado
a una de las laderas del cerro,
desde este lápiz semejante a un mástil
que cabecea en intrincadas olas,
canoras sirenas laudan: ¡Thalassa!

José de Jesús Domínguez

Puerto Rico- 1843-1889

Ecos de una época (XXI)

 

Yo siento que la patria verdadera,
la que nunca los hombres han vendido,
con los recuerdos de la edad primera.

 

Es tanto realidad, como quimera;
es risa con esencia de gemido;
un eco, un eco lánguido y perdido
que en el fondo del alma persevera.

 

Podrá la veleidad o la arrogancia
decir que es un concepto equivocado
por irse tras la gloria o la ganancia;

pero, cuando ya viejo y ya cansado
vuelve el hombre los ojos al pasado,
la patria se confunde con la infancia.

Pablo Neruda

Parral, Chile, 1904-1973

La Frontera

 

Lo primero que vi fueron

árboles, barrancas

decoradas con flores de salvaje hermosura,

húmedo territorio, bosques que se incendiaban,

y el invierno detrás del mundo, desbordado.

Mi infancia son zapatos mojados, troncos rotos

caidos en la selva, devorados por lianas

y escarabajos, dulces días sobre la avena,

y la barba dorada de mi padre saliendo

hacia la majestad de los ferrocarriles.

 

Frente a mi casa el agua austral cavaba

hondas derrotas, ciénagas de arcillas enlutadas,

que en el verano eran atmósfera amarilla

por donde las carretas crujían y lloraban

embarazadas con nueve meses de trigo.

Rápido sol del Sur:

                          Rastrojos, humaredas

en caminos de tierras escarlatas,

riberas de ríos de redondo linaje corrales y potreros

en que reverberaba la miel del mediodía.

 

El mundo polvoriento entraba grado a grado

en los galpones, entre barricas y cordeles,

a bodegas cargadas con el resumen rojo

del avellano, todos los párpados del bosque.

 

Me pareció ascender en el torrido traje

del verano con las máquinas trilladoras,

por las cuestas, en la tierra barnizada de boldos,

erguida entre los robles, indeleble,

pegándose en las ruedas como carne aplastada.

 

Mi infancia recorrió las estaciones: entre

los rieles, los castillos de madera recientes,

la casa sin ciudad, apenas protegida

por reses y manzanos de perfume indecible,

fui yo, delgado ninio cuya pálida forma

se impregnaba de bosques vacíos y bodegas.

Eugenia Toledo-Keyser

Seattle, EEUU.

Seattle

 

Ya no me molestan

tus ruidos en las calles

los buses o las ambulancias

el humo de los cigarillos

el vagabundo con un letrero

el veterano de guerra derrotado

el punk con argollas y cadenas.

 

Ya no me molesta

ni la pobreza o la vagancia

ni las gaviotas sobre los edificios

ni Macy’s ni Norstrom

ni tus turistas japoneses

 

ni el policía o el guardia

ni el alto y flaco con turbante

el loco aquel hablando solo

la prostituta de la esquina

el café dorado y la silla vacía a mi lado.

 

Tampoco me molestan

                tus supercarreteras

                tus riquezas computacionales

                tu mar tus lagos tus montes

                tus islas y tu verde exuberante

 

Lo que de verdad me molesta

son estos años envejeciendo

entre tus dos caras:

el rostro angelical

y tu agazapada monstruosidad.

Pier Paolo Pasolini

Bologna, Italia, 1922-1975

Roma

 

...”Ya se encienden las luces, bordeando

Via Zabaglia, Via Franklin, el entero

Testaccio, despojado de su grande

sucio monte. Los Lungotevere, el negro

cauce, después del río, que Monteverde

amontona o esfuma invisible bajo el cielo...”

Gaby Arce Muñoz

Arequipa, Perú

Arequipa

 

Amo tu rostro de pómulos andinos

el cántaro de barro sonoro de la madrugada

la chomba con el concho a punto de merienda

el río apacible, dulce remanso saltarín

tu piedra blanca, tu texao nocturno en travesía.

 

Amo los sauces desgreñados arropando yaravíes

los pájaros que ponen su música en los árboles

la hierva que se ufana del viento sereno del valle

los puquiales derramando borbotones de alegría.

 

Me acuesto en la pirca de tu encanto

a contemplar la lluvia que madura la tierra

la retama que danza enamorada del sol

el viejo cáctus que tiempla su vigüela

para dar serenata a los maizales. 

Jorge Tellier

Chile

Para un pueblo fantasma

(fragmento)
Valparaíso, Chile, 1978

A Stefan Baciu en Hawaii,
 y a Vasile Igna, mi primo desconocido,
 en Cluj, Transilvania

 

En el pueblo
donde algunos me conocen
como el poeta cuyo nombre suele aparecer en los diarios,
paseo por la Calle Comercio
que ahora se llama Avenida Bernardo 0'Higgins
(Como en Santiago).
He comulgado con la tierra.
Voy a la Sidrería
Allí están los parroquianos de siempre
y me saludan mis viejos compañeros de curso
que sueñan con ser alcaldes o regidores o comprarse una citroneta.
Ha cerrado el cine.
Aún quedan affiches que anuncian películas de sepia.
A lo largo de los cercos
las ortigas siguen hablando con su indestructible lenguaje.
En el techo de mi casa se reúne el congreso de los gorriones.
Pienso por primera vez
que no pertenezco a ninguna parte,
que ninguna parte me pertenece.

Jorge Luis Borges

Buenos Aires, Argentina, 1899-1986

Buenos Aires

 

Antes yo te buscaba en tus confines
que lindan con la tarde y la llanura
y en la verja que guarda una frescura
antigua de cedrones y jazmines.

 

En la memoria de Palermo estabas,
en su mitología de un pasado
de baraja y puñal y en el dorado
bronce de las inútiles aldabas,

 

con su mano y sortija. Te sentía
en los patios del Sur y en la creciente
sombra que desdibuja lentamente

 

su larga recta, al declinar el día.
Ahora estás en mí. Eres mi vaga
suerte, esas cosas que la muerte apaga.

Bartomeu Rosselló- Pòrcel

Palma de Mallorca, 1913 - 1938
A Mallorca durant la guerra civil,

de Imitació del foc

 

Verdegen encara aquells camps
i duren aquelles arbredes
i damunt del mateix atzur
es retalles les meves muntanyes.
Allí les pedres invoquen sempre
la pluja difícil, la pluja blava
que ve de tu, cadena clara,
serra, plaer, claror meva!
Sóc avar de la llum que em resta dins els ulls
i que em fa tremolar quan et recordo!
Ara els jardins hi són com músiques
i em torben, em fatiguen com en un tedi lent.
El cor de la tardor ja s'hi marceix,
concertat amb fumeres delicades.
I les herbes es cremen a turons
de cacera, entre somnis de setembre
i boires entintades de capvespre.

 

Tota la meva vida es lliga a tu,
com en la nit les flames a la fosca.

Francisco Miguel López Jiménez

Alhaurin de la Torre, España

Motril desde la distancia

XVII

 

En este laberinto de soledades

entre árboles que me son distantes

no me conozco.

Aquí no existen

calle de Las Monjas,

Camino de las cañas, Calle fina,

Barrio Nuevo,

su historia no es mi historia.

 

Soy tan huérfano de ti,

indefenso a los colmillos del viento

que encierro mi mundo sólo

entre óleos y palabras.

 

Jilguero de vuelo desbravado

con alma entre dos luces.

Y un calendario inexistente

consumiendo a destajo

me ablanda la vida,

doy libertad al pensamiento

y desbocada la imaginación

pone en el sueño un intervalo

entre lo distante y lo ausente.

Jaime Dávalos

Salta, Argentina, 1921- 1981

Canto a Rosario

 

Yo te saludo capital de los cereales,

que te levantas junto al río Paraná.

Sos el baluarte de las razas industriales,

que aquí vinieron a construir la libertad.

 

Miras el alba metalúrgica del río,

color de espiga que en tu cuerpo aluvional,

traen diluidos en la nieve y el rocío,

horizontes sumergidos de tu puente mineral.

 

Rosa crispada, siderúrgica y obrera,

en que amanece la conciencia del país,

llevan los barcos en su entraña la pradera,

en la sonrisa proletaria del maíz.

 

Toma esta espiga que te ofrece el canto mío,

guarda en tu pueblo laborioso mi canción,

que si me duele tu costero pobrerío,

tanto cantarle a tu río, siento verde el corazón.

 

Que si me duele tu costero pobrerío,

tanto cantarle a tu río, siento verde el corazón.

Benilson Pereira

Brasil

Vitoria, 465 anos

 

Em teu seio

Vitória mulher

me abrigo.

Vem comigo

sentir o balanço gostoso

de viver à beira mar.

 

Vem, mulher

curtir comigo

o dia seguinte

do nosso caminho

sempre com olhos no futuro.

 

Em teu seio

Vitória mulher

me orgulho

de criar os filhos

do meu próprio seio.

 

Amar vivendo esta madorra

gostode chocolate, mel

e me delicio, delícia

quando me chama

para o amor no vento

ao relento

quando o mar

tão nosso cúmplice

banha o teu e o meu corpo

levando com as ondas

toda tristeza e desesperança

trazendo todo dia novo

este gosto gostoso

de futuro na boca.

 

Vitória mulher

sei que não tens um corpo duro

tens, sim

teus poetas

que injetam claros

em teu meio escuro.

Carlos J. Aldazabal

Salta, Argentina

Profesión de fe

 

En Salta creemos

que no hay nada mejor

que

escribir un poema,

destapar un buen vino

o fornicar con morenas

de esas que te muerden

cuando se suelta el orgasmo.

Creemos que en la tierra

se esconde un terremoto

y que la esterilidad es un problema ajeno,

                       propio de los peces.

Creemos en el sol,

en el folklore,

en la virginidad porfiada de las niñas del centro,

                            de las que van a misa.

 

Hay algo, sin embargo,

en lo que no creemos.

 

Sabemos que la angustia es un suspiro

de los gorriones que se sientan a contemplar los muros

encima de la cruz del San Bernardo.

Altiplano (Bolivia), Mallorca (España), Roma (Italia), Rosario, y Salta (Argentina), Valparaiso (Chile) Vitoria (Brasil)

Paula Winkler

Argentina

Mujeres chaqueñas

 

Las mujeres que viven en Resistencia

son las que calzan los zapatos del viento

y se llenan de pobreza

por ser las más sabias y cuerdas.

Las mujeres de Resistencia

escapan al olor rancio y barato

de esos perfumes ofrecidos hasta el hartazgo

en tiendas impúberes y clandestinas.

Las mujeres que viven en Resistencia

espantan los piojos con jabón blanco

bailan un chamamé, que riegan con vino

y llevan una enorme giba en el alma.

Esas son las mujeres de mis pagos,

aunque mi cuerpo escriba en Buenos Aires.

Joan Manuel Serrat

España

Pueblo Blanco

 

Colgado de un barranco
duerme mi pueblo blanco,
bajo un cielo que a fuerza
de no ver nunca el mar,
se olvidó de llorar.

Por sus callejas de polvo y piedra
por no pasar, ni pasó la guerra,
sólo el olvido camina lento
bordeando la cañada,
donde no crece una flor
ni trashuma un pastor.

El sacristán ha visto
hacerse viejo al cura,
el cura ha visto al cabo
y el cabo al sacristán,
y mi pueblo después
vio morir a los tres,
y me pregunto: porqué nacerá gente
si nacer o morir es indiferente.

De la siega a la siembra
se vive en la taberna,
las comadres murmuran
su historia en el umbral,
de sus casas de cal.

Y las muchachas hacen bolillos
buscando, ocultas tras los visillos,
a ese hombre joven
que noche a noche forjaron en su mente,
fuerte para ser su señor
y tierno para el amor.

Ellas sueñan con él
y él con irse muy lejos,
de su pueblo y los viejos
sueñan morirse en paz,
y morir por morir
quieren morirse al sol,
la boca abierta al calor, como lagartos
medio ocultos tras un sombrero de esparto.

Escapad gente tierna
que esta tierra está enferma,
y no esperéis mañana
lo que no te dio ayer,
que no hay nada que hacer.

Toma tu mula, tu hembra y tu arreo,
sigue el camino del pueblo hebreo
y busca otra luna,
tal vez mañana sonría la fortuna
Y si te toca llorar,
es mejor frente al mar.

Si yo pudiera unirme
a un vuelo de palomas,
y atravesando lomas
dejar mi pueblo atrás,
juro por lo que fui
que me iría de aquí,
pero los muertos están en cautiverio
y no nos dejan salir del cementerio.

Lur Sotuela Elorriaga

España

Madrid

 

Esta ciudad nerviosa.

No tiene sueño. No duerme entre las nubes.

Palpita su corazón entre las calles, entre sus bares.

Es una ciudad de movimiento.

Vomita, suda y escribe con bilis

La historia de ciudadanos sin nombre,

Casas sin nombre, hipotecas sin nombre.

 

Me gustaría revolverle el pelo,

Que descansara, pero Madrid es una ciudad nerviosa,

No tiene sueño. No duerme.

Alfredo Ariel Carriò de la Vandera

Provincia de Entre Ríos, Argentina

Aldea Brasilera

 

Si hubiese sido el habitante que inagurara la tierra

fecundarìa  tus tormentas de sol en madrugadas.

 

Incarìa ombligos de hijas  sin ausencias

en los pregones donde se agradece la luz.

 

Alambrado de  girasoles nos rozaron  la esperanza

un dìa irremediable donde encontrè

la Marìa  bicicleta y el Juan  tractor.

 

Por no tocar la remembranza del camino

me quedè entre tus cabellos conmoviendo

revelaciones por venir

y espampitas  que incautan los dolores

y los contrabandos de habitantes sin humillación.

 

No serà necesario cantarte   vieja Aldea

porque la orquesta ya comenzò.

Víctor Manuel Ramos

Riobamba - Ecuador

Riobamba

 

¡Ay ciudad de mis recuerdos!

Una yema constante se revienta en millón astillas.

Tentáculos cegadores vibran sobre el Chimborazo.

Brazos, ojos, pies, autos, edificios, quejas,

borran viejas piezas de ajedrez.

Cuerpos sedientos, desesperados, resignados,

consumen calendarios, aguardiente.

¡Revoluciones inconclusas!

 

¡...... la vida continua!

Manos inocentes buscan en basureros

sobras olvidadas por los perros.

Jesucristos politiqueros construyen

esperanzas que nunca llegan.

¡...... el polvo se acumula!

 

¡Ay ciudad de mis dolores!

Si mis ojos no estuviesen vivos.

Si mi corazón no hubiese caminado

tus universos de angustias.

¡Secaría la fuente de mis ideas!

 

¡Ay ciudad de otro siglo, de este siglo!

Si no hubiese recorrido tus entrañas.

Si mi sangre fuese Metal. Dios. Piedra.

Gritaría.

¡No me importan tus problemas!

 

¡Ay ciudad de mis recuerdos!

Porque busco verdades en tu vientre.

 mi pluma  llora cuando te veo.

¡Ay ciudad de mis delirios!

Si mis niños. Mis raíces.

Mis amigos. Mis vecinos

no comiesen Sol. Promesas. Polvo. Viento.

Quemaría.

¡Quemaría mi alma de poeta!

 

Chimborazo: nevado de 6.310 metros sobre el nivel del mar.

Calle de la aldea en Auvers:  vincent van goh

Oliverio Girondo

Buenos Aires, Argentina, 1891-1967

Paisaje Bretón

 

Douarnenez,
en un golpe de cubilete,
empantana
entre sus casas corrió dados,
un pedazo de mar,
con un olor a sexo que desmaya.

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas!
¡Tabernas que cantan con una voz de orangután!

Sobre los muelles,
mercurizados por la pesca,

marineros que se agarran de los brazos
para aprender a caminar,
y van a estrellarse
con un envión de ola
en las paredes;
mujeres salobres,
enyodadas,
de ojos acuáticos, de cabelleras de alga,
que repasan las redes colgadas de los techos
como velos nupciales.

El campanario de la iglesia,
es un escamoteo de prestidigitación,
saca de su campana
una bandada de palomas.

Mientras las viejecitas,
con sus gorritos de dormir,
entran a la nave
para emborracharse de oraciones,
y para que el silencio
deje de roer por un instante
las narices de piedra de los santos.

 

Douarnenez, julio, 1920.

Angélica García Santa Olaya

México, D. F. 

Insomnio

 

Antes de irme

fui al parque

y me llené los ojos de ti,

 

colgué de mis orejas

los aretes de una jacaranda,

 

con piel de gardenia

y rubor de geranios

cociné un elixir

que apuré de la mano de Ulises

sobre las alas de un arca a propulsión.

 

Surtió efecto,

el terciopelo encarnado

de una nochebuena

cobija mi nostalgia,

 

el bastón de un ahuehuete con reumas

atenaza mis párpados abiertos,

 

algunas orquídeas me crecen bajo las pestañas

y deslíen su carne al calor del recuerdo,

 

morados jacintos de cascos ligeros

nadan en el mar de la memoria

bebiendo mi recuerdo,

 

aromáticas corolas de cempasúchil

aluzan las pupilas del insomnio

para indicar el camino a casa,

 

asciendo la pirámide del sol y retorno

con las cicatrices desnudas

a la plaza Cagancha,

 

la mano de Mextli

acaricia la herida

que dejó en mi sueño

la espina biselada de un nopal.

 

Uruguay, abril 2005.

Elisa Huezo Paredes

El Salvador

Canto a la resurreccion y a la vida

 

Y Salvador te llamas, tierra ungida

con el óleo bendito de la alianza:

Salvador de ti mismo y la esperanza

que nuevamente te ha vuelto a la vida.

 

¿Cómo no ser así, si siempre erguida

tu llama te salvó de la acechanza?

tu pueblo fiel espera la bonanza

pues siendo Salvador, salvas la vida.

 

!Tierra del Salvador, revienten huertos,

frutos y verde campo florecido;

dejemos reposar a nuestros muertos:

 

Su sangre con la nuestra se ha fundido.

Ahora, Salvador, estamos ciertos:

Tu Nombre es el de Cristo y cristo has sido!..

Oscar Oriolo

Argentina

Mi aldea

 

Mi aldea

tiene el paisaje de tu silueta

en el bostezo del amanecer.

El tenue aleteo de tu voz

arrullando la siesta de la tarde.

La brisa de tu aliento

componiendo música en la copa de los álamos.

Y una calle siempre llena de sol

en tu noche estrellada

propicia para la siembra.

 

Mi aldea

es el pendular movimiento de un pincel

pintando las palabras que describen

trazos de acuarelas,

colores,

destellos de luces y sombras

y aromas

para representarte.

 

Mi aldea

es el diseño de tu cuerpo

en la penumbra de mi nostalgia.

Es el destello de tus ojos            

mirando el camino

que se esfuma en el silencio del atardecer.

 

En mi aldea

los trenes llegan puntuales

a la hora

en la que se detienen todos lo relojes.

Y se paraliza el aire

para verte descender,

sublime,

del vagón de la memoria.

 

Mi aldea

está habitada por ángeles nocturnos,

por efímeras mariposas.

Por ingenuas preguntas

que hallan como respuesta

a osados duendes

que interpretan secretos

y sensaciones.

Y danzan alrededor

del encanto

de encontrarme en cada esquina

con tu belleza.

 

Pero cuando no llega el tren

a mi aldea

y no existen

relojes,

ni hora exacta,

ni vagón,

ni memoria,

no se paraliza el aire,

no hay ángeles en las noches,

no vuelan las mariposas,

los duendes ya no interpretan sueños,

ni secretos,

ni sensaciones

y sólo juegan

(entre relámpagos

y horas sin tiempo)

a ese absurdo juego

que es tu ausencia.

Herberto Helder

ilha da Madeira, Portugal. 1930
Em silencio descobri essa cidade no mapa

 

Em silêncio descobri essa cidade no mapa
a toda a velocidade: gota
sombria. Descobri as poeiras que batiam
como peixes no sangue.
A toda a velocidade, em silêncio, no mapa —
como se descobre uma letra
de outra cor no meio das folhas,
estremecendo nos ulmos, em silêncio. Gota
sombria num girassol —
essa letra, essa cidade em silêncio,
batendo como sangue.
 

Era a minha cidade ao norte do mapa,
numa velocidade chamada
mundo sombrio. Seus peixes estremeciam
como letras no alto das folhas,
poeiras de outra cor: girassol que se descobre
como uma gota no mundo.
Descobri essa cidade, aplainando tábuas
lentas como rosas vigiadas
pelas letras dos espinhos. Era em silêncio
como uma gota
de seiva lenta numa tábua aplainada.
 

Descobri que tinha asas como uma pêra
que desce. E a essa velocidade
voava para mim aquela cidade do mapa.
Eu batia como os peixes batendo
dentro do sangue — peixes
em silêncio, cheios de folhas. Eu escrevia,
aplainando na tábua
todo o meu silêncio. E a seiva
sombria vinha escorrendo do mapa
desse girassol, no mapa
do mundo. Na sombra do sangue, estremecendo
como as letras nas folhas
de outra cor.
 

Cidade que aperto, batendo as asas — ela —
no ar do mapa. E que aperto
contra quanto, estremecendo em mim com
                                        [ folhas,
escrevo no mundo.
Que aperto com o amor sombrio contra
mim: peixes de grande velocidade,
letra monumental descoberta entre poeiras.
E que eu amo lentamente até ao fim
da tábua por onde escorre
em silêncio aplainado noutra cor:
como uma pêra voando,
um girassol do mundo.

La Boca, Benito Quinquela Martín

Graciela Zolezzi

Carlos Casares, BsAs, Argentina

Estuve por mi pueblo

 

Estos días estuve por mi pueblo

calles limpias, veredas anchas, recuerdos.

En cada esquina

sueños que aun están

                    sueños que fueron

llaves de aromas

milagros de un reencuentro

raras cuentas de aire

que hace el jazmín de mamá

                                     o el limonero.

Dentro y fuera

                     negros caballos turbulentos

payana

           rayuela

                   bicicleta y patín

en cada sitio un juego

siesta

         frutales

                    huerto

nostalgias parecidas están en vuestros 

                                                             pechos.

Casares del ayer

                           fundido en el desierto.

LLevé las cenizas de mis padres

estaban mis tíos

                           mis abuelos

tantos amigos

                y esa tierra querida

                                       campo nuestro

infinitud

            libertad

                       brazos abiertos.

Viajé a Casares

                       estuve por mi pueblo

y desde ese lecho

                  entrañables polvos

                                    circularon mi sangre

y son raíz

               fuerza

                        misterio.   

Mariángeles Arnaiz

Jáuregui (Luján), Bs. As. Argentina

Jáuregui

 

Mi pueblo tiene una avenida verde

y un tren que pasea sueños muertos o dormidos

una banda que toca lo que no somos

en color rojo para que no lo olvidemos.

De las bolsas de hacer los mandados

las señoras intercambian susurros

de lo que por suerte no les pasó.

Y los niños juran que la verdad es un hecho.

Jáuregui esconde casi al ras del suelo

las mandarinas que mi papá robaba

y debe haber escondidas cositas que le faltaron a él...

Cuando patean la hojarasca, en el club,

los jóvenes ya empiezan a jurarse que ellos si podrán

y el olor fuerte de los pinos se les pega para siempre.

Se va erizando cada piel, de casa en casa,

cuando alguien ríe, o cuando alguien muere.

Mi pueblo, también debo decirlo, mi pueblo soy yo.

Teresita Saint Esteben de Faramiñán

Buenos Aires, Argentina

Dolores

 

Plaza central,

iglesia,

museo,

parque,

estación...

Ciudad encauzada

por canales,

relegada por la geografía

a la categoría de pozo...

Signada por dolores: el celestial y el terrenal

que comulgan y se prodigan consuelo:

La Virgen que por los siglos de los siglos

testimonia:La maternidad es un hecho sufriente;

Pedro Castelli que desde el fondo de la historia

nos grita:La libertad es un bien a disputar.

Carlos Casares, Argentina

Dolores, Argentina

Jáuregui, Argentina

Marilina Rébora

Buenos Aires, Argentina

Buenos Aires

 

No tendrá Buenos Aires un río de cobalto
ni en sus cofres tesoros de vivas esmeraldas,
pero el cielo celeste es bandera en lo alto
y extensa pampa verde se brinda a sus espaldas.

Falto de Budas de oro o faroles de piedra,
alminares curiosos o jardines alados,
mas es rica en paredes apretadas de hiedra
y jazmines, aromos y ceibos colorados.

Posee todavía trepadoras glicinas,
trémulas madreselvas, vocingleros gorriones,
cuando no el aleo perspicaz de golondrinas
percutiendo cristales, revolando balcones.
Y el sol, siempre con sol en patios y terrazas,
tejiendo entre los árboles de las umbrías plazas.

Fernando Pessoa

Lisboa, Portugal, 1888- 1935

Lisboa

 

Lisboa com suas casas
De várias cores,
Lisboa com suas casas
De várias cores,
Lisboa com suas casas
De várias cores...
À força de diferente, isto é monótono.
Como à força de sentir, fico só a pensar.

 

Se, de noite, deitado mas desperto,
Na lucidez inútil de não poder dormir,
Quero imaginar qualquer coisa
E surge sempre outra (porque há sono,
E, porque há sono, um bocado de sonho),
Quero alongar a vista com que imagino
Por grandes palmares fantásticos,
Mas não vejo mais,
Contra uma espécie de lado de dentro de pálpebras,
Que Lisboa com suas casas
De várias cores.

 

Sorrio, porque, aqui, deitado, é outra coisa.
A força de monótono, é diferente.
E, à força de ser eu, durmo e esqueço que existo.

 

Fica só, sem mim, que esqueci porque durmo,
Lisboa com suas casas
De várias cores.

 

Esta poesia la firmo con Alvaro de Campos.

San Salvador, El Salvador

Lisboa, Portugal

Maria Cristina Fervier

Salto Grande, Santa Fe. Argentina

Rio Carcarañá

 

Río Carcarañá cuyas aguas bajando van

desde su nacimiento, allende en el Tercero,

hasta que se funden en abrazo con el Paraná,

soñando con el Delta y el Plata su correntada.

Camino de las “carcaras” o, del Alto Perú, “charcas”

ruta que siguieron los indígenas de altura

buscando en su descendida los grandes ríos de llanura.

Sebastián Gaboto lo navegó y en su confluencia

el fuerte Sancti Spíritu fundó.

En idioma guaraní significa:

“carancho diablo”, como se los llamaran

a los indios que la región poblaran,

o como vocablo quechua

“camino que da muchas vueltas”

aludiendo a lo sinuoso de su recorrido.

De  origen castellano “desmochado”

refiriéndose al aspecto árido y despoblado

de sus campos aledaños, allá por antaño.

De color oscuro por el fondo barroso,

peligroso, traicionero, lleno de remolinos

que acechan bajo los remansos escondidos.

Surgen pintorescos saltos de agua

por raíces de piedra acumulada

originando diminutas cascadas

do brotan espuma y burbuja abrazadas.

Angosto y canoeo, cuna de los moncholos

y de tanto en tanto saltando algún dorado.

Cuando lo cruzo por el puente carretero

contemplo las palomas de su misterio.

Damian Herrera

España

Avilés (una ciudad cualquiera)

 

¡Oh, ciudad!

Ciudad a tientas

Del rojo rubí al lirio hediondo

De las orquídeas de hierro racionadas para los cuerpos hambrientos bajo las

bombas,

a la reciedumbre del plástico

¡Oh, ciudad!. Tanto Art nouveau

para luego ser el cristal roto

de una acera descosida por el hielo

¡Oh, ciudad!. Gris columpio.

Si te vieras con los ojos del bosque

Si te vieras tintineante

en tu nube de hidrofluocarburos

y hexaclorobencenos.

Si te vieras envuelta

en tus sedas de plomo

¡Oh, ciudad!

Arremangarías tus perneras

de hormigones y hierros,

y, a hurtadillas,

cruzarías el mercurio

de la charca

Fernando Pedernera

San Luis, Argentina

Cómo cantarte amor

 

Cómo cantarte amor, tierra querida,

cuando otros grandes te mimaron antes

y confinaron con rango de amante

a quien hoy te abre su pasión prohibida.

 

Cómo decirte que me muero si no siento

al Chorrillero despertándome del sueño

que me corona como al merecido dueño

de tus poemas, tus paisajes y tu viento.

 

Cómo explicarte el pudor que me sonroja

cuando penetro tu oriental costado,

o el placer que me embarga cuando invado

tu occidente erosionado, tierra roja.

 

Cómo pagarte cuando fresca me dominas

en caricias del Trapiche o la Florida

o cuando áspera me vuelves a la vida

con un beso de tus pródigas salinas.

 

Cómo culparte si insinúas tu belleza

y el trashumante en tu ámbito se encanta,

cuando se bebe todo el Valle de Pancanta

y, aunque descrea, en gratitud te reza.

 

Cómo evocarte, corazón de mi Argentina,

sin mencionar tu entraña mineral,

con el ónix, verde aparcero ancestral,

o con el oro de la Carolina.

 

Quien te habita se convierte en fiel testigo

del sortilegio que rodea tus farras

Villa Mercedes, tierra madre de guitarras,

emblema de un pago de buenos amigos.

 

Y al cantarte, de tu historia no me olvido,

San Francisco, cuna criolla de maestros.

O de Merlo o Santa Rosa, edenes nuestros,

en magnánimo valle, escondidos.

 

Canto al Sur, de Esperanza siempre Buena,

con la Fortuna, entre los polvaredales,

o a San Jerónimo y Balde, aguas termales,

que con su magia de calor sanan las penas.

 

Cómo olvidarlas, Concarán y Quines,

cómo dejar de nombrar a Candelaria,

Tilisarao, San Martín, Fortín el Patria,

aldeas que brotan desde los confines.

 Y aunque la falta del tren haga olvidar

a poblaciones que crecieron a su vera,

la vía, moza, ilusionada espera

al ferroviario que la vuelva a cortejar.

 

Digo Daract, digo Granville, digo Fraga,

a la vanguardia de mi tierra por el este,

digo Las Chacras, donde la criolla hueste

soñó animosa con la patria liberada.

 

Cómo contarte la hospitalidad

de Nogolí, de Charlone, Alto Pelado,

de Talita, Chipiscú, caros poblados,

donde se siembra y se cultiva la amistad.

 

Decir belleza, también  es dejar en el tintero

tantos lugares con su historia y su presente,

reconocidos por su calidad de gente,

que se tributa con amor sincero.

 

Cómo abreviar tu seducción en canciones

sin concluir que te tocó una vara

que sucumbió extasiada en el Conlara

y te bendijo con graciosos dones.

 

Cómo cantarte amor, matriz de criollos

como Rosales, Godoy Rojo o como Agüero,

si al decirle estos versos al Potrero

colijo que no soy más que un cogollo:

 

San Luis de la Punta, que siempre vivas,

que no falten poetas que te festejen

y al despedirse, cuanto menos, dejen

en su obra, plasmadas, tus maravillas.

Gabriel Impaglione

Argentina

 

Del Trícoli se estira hasta el mar

una profunda avenida de gorriones.

En esta cicatriz de la Sardinia

brota la savia como un día verde,

se multiplican los ecos de la altura.

 

Lanusei, coro de geranios,

ciudad de las campanas,

rodeada de rocas victoriosas

que sueltan su hojarasca al borde de las rutas.

 

Cascada de acuarelas que desafía el viento.

En su vientre invicta pincelada

hunde en el mar la raíz laboriosa.

 

Voy a su corazón beso por beso,

de su corazón regreso enamorado.

Aprendo el canto del hombre que tocó la luna

trepado a los oficios del andamio.

 

Aquí respiro el rumbo de los barcos

que el Maestrale iza en los balcones.

Aquí el amor es flor inexorable.

 

En este río que a veces la niebla surca,

la ciudad de las manos como pájaros

parece una bandada detenida en la altura.

Nisa Forti Glori

Argentina

Mi aldea encantada

dedicada

a Monticello di Olgiate Molgora, Italia.

 

Había colinas,  y arroyos

que bajaban del   monte..

En el campo de trigo

detrás de los  galpones

brotaba un manantial

destilado por la altura.

 

Y siempre,  las alturas eran centelleos de sol.

Y sus vertientes

pobladas de castaños y abetos.

 

Había apariciones de cuentos en sus frondas.

Había ecos de cantos en sus ramas.

Había  espectros lunares en las piedras

de los arroyos  blancos.

 

Y velas

en la espuma vital de los torrentes.

 

¿Yo no sé si existió...

O la inventé.

Santiago Bao

Argentina

Suburbio

(San Fernando (1946/1958)

 

Te acercas en la ausencia,

merodeas entre tu soledad y la mía,

códigos que entre el tiempo

y nuestra lejana amistad

establecen algunos recodos fieros

y en casi todo

signos primarios para reconocernos.

Se suman y restan al azar,

sitios, momentos distantes,

se aproximan calles que se nutren

en los musgos, basuras del pasado

en lugares adormecidos,

cruces de días luminosos

y tormentas de barrios con deslindes,

seguras cunetas, tumultuosas riñas

del temor, angustias en baldíos,

terraplenes detallados de piedras brillantes,

cercos de campanillas azules,

indicios destinados a arrojar al futuro

una magia imposible.

Se suman y restan y siguen flotando

en las islas jubilosas, los aserraderos,

las tablas acumuladas en torres olorosas,

el aserrín caliente del verano,

el matadero plagado de perros,

tierra blanquecina, zanjas de esmeralda

en las nacientes de la llanura;

el resto suburbio.

 

Las voces del río fabricaban juncos,

barros tenues, huellas de la noche,

 

 

telares verdes, filosos cuchillos

tras las cortinas de los frescos galpones.

Recrudecen las baldosas húmedas,

puertas de vidrios desteñidos,

goteras en las tardes de lluvias repentinas,

caminatas cuidadosas

en la cancha de bochas del domingo

y en los patios con tapitas de cerveza.

 

Tanto tiempo sin estar y sumas,

suburbio, tu nombre y restos del pasado;

luces que recupero

en las sombras de otro sitio

o en las aguas de un río cristalino

o en un sendero de tierra entre espinillos,

mientras siguen cayendo las hojas,

las flores de las glicinas del patio escolar

sobre las cartillas lejanas,

las escaleras polvorientas

que incluían silencios contenidos,

misteriosos pactos entre las horas libres,

palabras de tiza en las paredes amarillas.

Flanqueados de plátanos,

arrodillados en los sitios que mean los perros;

son de ceniza los límites del pasado,         

una vuelta-al-mundo

en un parque oscurecido

y con un solo asiento,

que suma y resta en lo alto

los retazos de un tiempo

que regresa solitario en los sueños;

empedrados,

figuritas que llueven desde un metro,

signos extraños reforzados con saliva,

qué lejos ahora;

sobre escaleras de vidrio

en bibliotecas mágicas,

replegado en viejos libros, siestas de altos

techos en estaciones de veranos

y esperas de silenciosos trenes marrones,

casas de hojas provisorias

y árboles habitables;

qué lejanos grises cordones de piedra,

qué sed y puntadas al costado

en la noche luego de carreras ansiosas

y sin destinos ciertos.

 

Llueve y llueve sobre el zinc

y las altas ventanas.

Te desmoronas y te reconstruyes, suburbio,

con una persistencia

que el tiempo no conoce:

tú me regalaste pasajes secretos

en donde pude alimentar sueños

que todavía me mantienen vivo.

 

Gotea el tiempo en el frente de los jardines;

la impasibilidad del sueño

en que vuelves jugando por primera vez

en las tardes con el latín de la rosa

y su declinación, las íntimas vísceras

de los anfibios, el piano libre

de las horas muertas;

la angustia de crecer sin darse cuenta.

 

Las lluvias torrenciales en las cunetas,

el colectivo cauteloso en las rectas empedradas,

el horizonte que se perdía en las naranjas

inútiles, caídas en las veredas;

caminatas constantes por donde

ya no estaban las glicinas

ni los patios de tierra,

sino pasillos de baldosas polvorientas,

grandes salones, los lugares gozosos

en que fondeó como en un templo

nuestra juventud que gotea

como una llovizna en los cordones,

en los peldaños silenciosos del sueño imparcial,

neutro, que nos empuja con tibios símbolos

a las mismas calles,

a las puertas desgastadas,

a los antiguos llamadores de bronce.

 

Ignorábamos a la noche entre colinas

de yerba húmeda y puchos apagados,

palabras filtradas entre las viejas puertas,

los resquicios de los pisos de madera,

inseguros tirantes inciertos de telarañas

y singulares disciplinas ajenas a nuestra sangre

rebelada, zona de dilemas,

territorio de los sinuosos confesionarios:

la barroca carpintería de la humillación.

Caminar tus calles húmedas

donde la primavera permanece en las noches

y el otoño en los atardeceres;

recreos de la memoria, ojos fatigados

en santuarios de yeso

aguardando respuestas inconclusas

o palabras que nunca llegaron

de aquél por el que nos arrastrábamos

en las fechas destinadas

por rigurosos calendarios.

Estábamos juntos por la sangre.

Nos dispersó el mito

por senderos mínimos a liturgias paralelas.

 

Crece en tus orillas

un aroma a maderas antiguas,

permanentes anaqueles de la mente

en que lentos relojes de arena

desgranan tus contornos

y el intangible moho de la enajenación

y la distancia.

 

Después de las calles, la casa,

regresos del sueño reiterado:

recorrer siempre los rincones ominosos,

descubrir las grietas que jamás se repararon,

las paredes descascaradas, los lugares

donde los desniveles del tiempo

son más notables,

donde siguen flotando murciélagos invisibles,

un descontento, una desazón que el tiempo custodia

 

un sector en especial,

una pared cada vez más rugosa,

más arruinado el revoque que con malicia

se cae y cae, inexorablemente;

la escoria que sedimenta con una lentitud

que reconozco, a veces, con sorpresa,

los pequeños y sucesivos derrumbes,

la flojedad antigua de los materiales

que en la noche trabajan

para la memoria del sueño,

casi imperceptiblemente.

Gloria Gaud

Buenos Aires, Argentina

En el bosque de Villa Arcadia

 

A la orilla del Sauce Grande

me senté a observar

la  arquitectura natural del silencio

el agua y las piedras

disolvieron las angustias.

 

Ventania me revelaba sus cerros

ermitaños y profundos.

Los árboles

fueron testigos de un pasado

de arqueología espectral e

imponente.

 

Volver

y no tener miedo del misterio

cuando la tierra nos abraza

para siempre

 

Porteña homenajeando las sierras de la Prov.de Bs. As.

Liliana Campazzo

Viedma , Río Negro. Argentina

Una tarde en este barrio I

 

La siesta es el centro de mí día sábado.

Aquí en las 1016 el sábado es el centro de la vida.

La murga ensaya el sábado.

Los partidos se juegan el sábado.

Las vecinas sacan a los chicos afuera a gritar.

La radio comunitaria cuelga cumbias en el aire.

Y los muchachos del barrio se ponen desde las dos a preparar

la birra y el faso del sábado.

La tarde del sábado avanza así

               no me tiene en cuenta

               no entiende que la siesta

               es el centro de mi día

                no entiende

                no entiende que soy yo la que trabaja

                de lunes a viernes

                que el sábado es mi día de hacer el amor

                de poner el lavarropas

                de regar las plantas

                de dormir la siesta.

La siesta del sábado es el centro

de mi vida.

Ahora me levanto

escribo

que la siesta

que hoy no hice el amor

que el lavarropas funciona bien

y un tipo dice: Aguante las mil eh!!

Terminó el partido

la murga saluda con su redoblante

un chico lleva apretada de la cintura a una chica

todo en ellos dice que se van al centro de su vida

la cumbia final habla de coger toda la noche

y yo estoy despierta

sentada en esta máquina gris que no fabrica poemas

buscando el centro de qué.

Nelly Fida

San Miguel del Monte- – Argentina

Paisaje de San Miguel del Monte

 

 "Y  vuelve los ojos al paisaje metido

 dentro de la carne y del fuego"

Francisco Madariaga

 

 Ahogado por el sesgado viento del este

       un antiguo eco de voces aborígenes se desliza

                   entre las cortaderas y juncos del estero.

El color de las aguas anuncia a las garzas

                                      la majestad del oro de la última hora.

Entonces vuelvo los ojos al renovado paisaje:

isletas doradas viajando por la celeste laguna

que madura en los talas.

Riberas antaño holladas por indios y gauchos.

Legadores de sangre y huesos que abonaron

la vasta llanura pudriéndose en el olvido.

Otro tiempo brilla hoy en la singular desmesura.

El mismo sol tiñe con fuego el horizonte

y en el topacio de la noche navega la luna,

rutilante sobre leves y rumorosas olas.

 

Heme aquí, para dejar de mis ojos

las lejanías verdes

 y todos los colores que me cautivan.

Memorias de mi tierra lacustre y montaraz,

de los ajusticiados y de los que no hallan justicia.

Historia hecha de malones y montoneras,

escrita con la sangre derramada en los campos.

Tierra de epopeyas, de sufridos inmigrantes

y delirantes aventureros.

 

Amor a la tierra que me vio nacer,

y que arde en el corazón, enturbiando

la mirada que se  detiene en el pasado.

Isabel Corrao Santos

Quilmes, Buenos Aires, Argentina

A Betanzos (España)

 

Betanzos, siempre  verde,

con tus cuestas  y  calles,

con todas tus  Iglesias,

tu  cielo siempre azul.

Con tus casas  de  piedra,

recordando otros tiempos,

tus rías y tus  valles

y tu “parlar” dulzón.

 

Caminé por las mismas

callecitas de  piedra,

que en el mil novecientos 

el abuelo dejó.

Visité  tus Iglesias,

aspiré tus aromas

y dándome su mano

conmigo caminó.

 

Reviví en mi memoria

los recuerdos antiguos

de cuentos y relatos

de mi abuelo Manuel,

que en mis años de niña

recordaba su tierra

y el sueño del  regreso

que yo pude  cumplir.

 

(viajando de Coruña a Madrid )

Ramón López Velarde

Jerez, Zacatecas- Mexico (1888-1921)

Domingos de provincia

 

En los claros domingos de mi pueblo es costumbre
Que en la plaza descubran las gentiles cabezas
Las mozas, y sus ojos reflejan dulcemente
Y la banda del kiosco toca lánguidas piezas.

Y al caer sobre el pueblo la noche ensoñadora,
Los amantes se miran con la mejor mirada
Y la orquesta en sus flautas y violín atesora
Mil sonidos románticos en la noche enfiestada.

Los días de guardar en los pueblos provincianos
Regalan al viandante gratos amaneceres
En que frescos rostros, el Lavalle en las manos,

Camino de la iglesia van las mozas aprisa;
Que en los días festivos, entre aquellas mujeres
No hay una cara hermosa que se quede sin misa

Aldo Novelli

Neuquén

Memoria

 

La memoria de un tiempo anterior

en las tierras del salvaje y la masacre

no se renueva en tramposas páginas de historia.

Mi arcillosa memoria, me habla de un niño

jugando a las escondidas con las sombras

de una infancia que huía a carcajadas,

o en medio de una desolada calle

entre cardos rusos gigantes

matar a Butch Cassidy (1) en duelo memorable.

Otra tarde, pelear con dragones mitológicos

con la espada de un álamo moribundo,

o ser el gran bailarín Rojitas (2)

y hacerle cien goles imposibles

a un arco de tamarisco y matacebo.

 

La memoria de ese salvaje que fui

no sabía de increíbles dinosaurios carnívoros

ni de los vengadores de una patagonia trágica,

tan solo dejó algunos corazones con nombres olvidados

en la corteza de un viejo coihue,

y unas cuantas piedritas de tardías payanas

sobre la tierra calcinada de Challacó (3).

 

 (1) Butch Cassidy: pistolero 'norteamericano' , que escapando de sus perseguidores y en sus raid de asaltos a los bancos, en el año 1900 llegó hasta las tierras de Chubut, provincia sureña de la Patagonia Argentina.

 (2) Rojitas: habilidoso jugador del club Boca Juniors de Argentina, que fuera un crack en la década del '70.

 (3) Challacó (olla de agua): antiguo campamento petrolero, con una veintena de casas, una escuelita rural de dos aulas y una plaza de tierra. Hoy, uno de los tantos caseríos fantasmas de la patagonia.

Alberto E. Gonzales Alcántara

Lima, Peru

Lima (Limando II)

 

Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres y mujeres

 carcomidos por la neurosis,

Hombres y mujeres de cemento pegados al cemento aletargados

confundidos y riéndose de todo.

 Yo vi sufrir a esta gente con el ruido de los claxons

 sapos girasoles sarna asma avisos de neón

                                                                            Enrique Verástegui

 

A Richard Manrique

 

Lima es un lunar gris en la frente de una vieja solitaria

Anda camina y pasea por sus caderas como lo hicieron los boyantes

Cuando su piel sólo se vestía de fulgor y de miserias multicolores

Gran fragor de las voces irritadas penden ahora de una sola cuerda

Permítanme ensuciarme con el aire que respiro de ella

Inhalarla para llevarla en mi tanque de vida

Como se lleva un suspiro en el alma

Como se lanza el grito sucio de injusticia

Así yo grito por estas calles por estas puertas que ya han recibido

Millares de manos que no son las mismas que tocaron a una vieja puta

Que pasea ahora sin vergüenza y sin pena

Ahora ella  es dueña  de sí misma

Como lo es esta ciudad comprada por los las voces que

Han pagado por todo este silencio y por sus heridas

Sangro y exhalo pero mi sangre lleva un color gris llamado soledad

Soledad de las palabras dicen los que ya no sienten

La única sangre que puedo derramar cuando escribo silencios

Un paso dos pasos es igual a la embriaguez de vaso en vaso

De boca en boca de estrechadas de manos estrechísimas

Como la i de tu nombre

Y no diré que es aquí donde el la palabra tiene su mejor lugar

Porque las gargantas más húmedas supieron halagarte

Porque la única orgía fue la de lamerte y lamerte

Para entender cómo sabe la vida después de todo

Cómo la emoción que llevo en mi pecho

Es mucho más que tu aire contaminado

Vieja mágica y sucia

Borbotón de soledades.

Copla popular

La Poma. Salta- Argentina

 

Piedra blanca de La Poma
que me acompañe la suerte
cuando en el Puente del Diablo
venga la luna a perderme.

San Luis (Argentina), San Fernando (Buenos Aires), Betanzos (España), Viedma (Argentina), Lima (Perú), Neuquén (Argentina),  Monte (Argentina), Buenos Aires,  Avilés (España), Jeréz (México), Douarnenez (Francia), La Poma (Argentina), 

Masaoka Shiki

Matsuyama-Japón, 1867 –1902

 

Una aldea de pescadores;
Bailando bajo la luna
Al olor del pescado crudo.

Tran Quang Khai

Vietnam -  1241-1294

El ferry de Luu Gia

 

En el Ferry de Luu Gia, los árboles raspan el cielo.

Hace algunos años me detuve aquí.

La antigua torre, la glorieta, cuelgan sobre las olas otoñales,

Como antaño,

El uniconio de piedra custodia el desierto templo, la antigua  tumba.

En esta pequeña provincia

La dinastía Li gobernó por doscientos años.

Y este poeta, su pelo encanecido, regresa

Para encontrar las flores del durazno,

Como antes,

Como nieve brillando en un río-espejo.

Ban’ya Natsuishi

Japón – 1955

 

Tokio en su corazón

Alberga un bosque virgen

Y un espejo sagrado

Kobayashi Issa
Japón - 1763-1827

 

Aldea perdida

Acostumbrados a su miseria

Ellos toman el fresco por la noche

poesías publicadas en las ediciones 80 y 83 de la revista Isla negra

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