top of page

Conversaciones4

Dolores Etchecopar - Jorge Brega - Marta Miranda - Susana Rozas - Héctor Freire - Susana Romano Sued - Jorge Ariel Madrazo - 

 

Dolores Etchecopar: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Dolores Etchecopar nació el 4 de julio de 1956 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Cursó estudios de filosofía en la Universidad de Ginebra (Suiza). Fundó y coordinó los Ciclos “El Pez Que Habla” y “Santo Cielo”. Dirige “Hilos Editora”. En 1998 se editó el volumen ensayístico “El pensamiento mágico-sagrado de Dolores Etchecopar” de Ruth Fernández (Editorial Nueva Generación). Obtuvo la Faja de Honor de la SADE Sociedad Argentina de Escritores en 1989. Fue incluida, entre otras antologías, en “Se miran, se presienten, se desean. El erotismo en la poesía argentina” (con selección y prólogo de Rodolfo Alonso, Ameghino Editora, 1997), “70 poetas argentinos” (1970-1994) con selección de Antonio Aliberti), “Poesía argentina de fin de siglo” (Tomo IV, Editorial Vinciguerra), “Unidad variable, Bolivia-Argentina. Poesía actual” (con selección de Laura Raquel Martínez, en Bolivia, 2011), “200 años de poesía argentina” (con selección de Jorge Monteleone, Editorial Alfaguara, 2010) y en el Nº 54 de “Gramma”, revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad del Salvador. Poemas suyos fueron traducidos al francés, inglés y portugués. Entre 1982 y 2010 publicó los poemarios “Su voz en la mía”, “La tañedora”, “El atavío”, “Notas salvajes”, “Canción del precipicio” (1989-1993) y “El comienzo”. La Editorial Ruinas Circulares dio a conocer en 2012 una antología de su poesía: “Oscuro alfabeto” (con selección y prólogo de Enrique Solinas).

 

1 — La condición de diplomático de tu padre produjo, por así decir, que tu infancia y adolescencia transcurrieran en países de Latinoamérica y Europa. ¿Compartirías con nosotros aquel “itinerario” y en él tu transcurrir?

 

          DE—No quisiera armar una cronología estática porque rehúyo vivir en un tiempo fechado. Pero sí puedo decir que a los dos años viajé a Estocolmo (Suecia) y los aproximadamente dos años vividos allí fueron de los más decisivos de mi vida. Guardo imágenes muy vívidas de la casa, la escalera, del crujido de sus pisos de madera, de Emma Brisa, una yugoslava que me cuidaba, de mi madre que escribía cuentos ilustrados por ella —yo corría cada mañana a preguntarle cómo seguían—, de la nieve por la que me deslizaba con un trineo y del bosque que se veía desde la ventana. Cuando escribo procuro que las cosas lleguen a mis sentidos como lo hacían en esos días en que eran presencias que maravillaban, libres aún de los significados que opacan la percepción del mundo. Después vinieron años más oscuros. Pasábamos un tiempo en Buenos Aires y volvíamos a partir. Viví el desarraigo, las despedidas, la impronta de lo extraño. Poco recuerdo de mi estadía en Lima. El impacto de México sigue obrando en mí, Bogotá en mi pre-adolescencia también dejó rastros entrañables. Fue importante para mí vivir en otros países latinoamericanos, respiré sus atmósferas, otros colores y otra cadencia del idioma compartido, que también se trasladaron a mi poesía. A los 15 años estuve de nuevo en Europa, en Berna (Suiza) y de allí volví a la Argentina donde terminé la escuela secundaria. Luego volví a Suiza, pero esta vez sin mi familia, fui a estudiar filosofía en la Universidad de Ginebra. Me faltaba un año para terminar la carrera cuando volví a Buenos Aires, donde algunos poemas míos comenzaron a salir aquí y allá, en suplementos, revistas, etc.,  y publiqué mi primer libro.

 

2 — Tu madre ilustraba sus cuentos y de vos se han reproducido en la Red dibujos a la tinta presentándote como artista visual. Sos la autora de la ilustración de tapa de tu “Canción del precipicio”, según advierto ahora en mi ejemplar. ¿Expusiste en muestras individuales o colectivas?

 

          DE —Sí, mi madre dibujaba y tejía tapices. Creo que ella me transmitió la poesía sin darse cuenta. Durante mucho tiempo pensé que la poesía me había llegado a través de la gran biblioteca de mi padre que era un lector hedonista y empedernido, pero actualmente intuyo que su transmisión vino por cauces más invisibles que tenían que ver con esa secreta concentración que mi madre dedicaba al dibujo y a los tapices. Y lo advertí al conectarme yo con el dibujo y la pintura, aunque en mi caso es una actividad marginal, puramente lúdica, no ocupa el lugar central que doy a la escritura. No sería serio de mi parte hacer muestras ni ningún gran movimiento hacia el mundo con mis dibujos y pinturas, dado que es algo a lo que no me dedico sino que lo practico esporádicamente por puro gusto, quizá una manera de continuar el secreto materno, mínimas puntadas en las tapas negras de los libros de hilos editora, como figuritas de un pequeño teatro de cartón.

 

3 — Tu padre, Máximo Etchecopar, además de haber publicado el poemario “Breve y varia lección”, entre otros volúmenes ensayísticos dio a conocer “Lugones o la veracidad”, “Esquema de la Argentina”, “Con mi generación”, “El fin del Nuevo Mundo: sobre la independencia de los pueblos americanos” e “Historia de una afición a leer” (en la edición de Editorial Universitaria de Buenos Aires, se añade en la tapa: “Ortega, nuestro amigo”). Y el amigo mentado es el filósofo español José Ortega y Gasset, fallecido un año antes de que vos nacieras. Establezco así mi invitación, Dolores, a que nos hables de tu padre escritor y de lo que a vos te halla llegado de la amistad entre él y Ortega.

 

          DE —“Breve y varia lección” es un libro de aforismos. Mi padre era un lector fervoroso de poesía pero de su autoría solo editó prosa. Su amistad con Ortega y Gasset representó para él, creo yo, el encuentro más decisivo de su vida. Ortega distinguió la mirada de mi padre en medio de una multitud de personas que habían ido a escuchar una de sus conferencias, y a partir de allí empezó una amistad entrañable. Mi padre era muy joven por entonces, estaba más cerca de los 20 que de los 30 años; alir a caminar con Ortega todos los días que duró su estadía en Buenos Aires, fue una iniciación al pensamiento, a la manera de los discípulos de Sócrates que también pensaban conversando y caminando. En reiteradas oportunidades me volvía a contar la diferencia abismal que él había experimentado entre el acceso fulgurante, instantáneo, al fluir del pensamiento de Ortega, y el de otros intelectuales que tuvo ocasión de frecuentar. Fue un deslumbramiento para él que se prolongó  a lo largo de toda su vida,  hizo que  su propio pensamiento diera un giro radical hacia un pensamiento historicista. También Ortega, que era un filósofo que escribía con la elegancia de un literato, reunió en mi padre su afición por la literatura y por la filosofía.

 

4 — Con las poetas Claudia Masin y María Mascheroni condujiste “El Pez Que Habla”, grupo de acción poética.

 

          DE —Sí, ocurrió en la bisagra de los siglos XX y XXI; fue una experiencia breve pero muy intensa en la que armábamos dispositivos de toda índole para crear atmósferas propiciatorias de las lecturas de poesía que tenían lugar allí. Un modo de realzar la voz de los poetas con un despliegue de sonidos, luces, imágenes, que aportaban una experiencia sensorial a lo impalpable que trae la poesía. Lo hacíamos en un espacio muy bello que yo tuve en esos años, diseñado con una estética Hundertwasseriana, que se llamó “BarBeckett”. También Zulma Ducca, música y compositora, formaba parte del cuarteto de “El pez que habla”. Me quedo con la imagen de la poeta venezolana Patricia Guzmán leyendo su maravilloso “El poema del esposo”, y el último día el sonido de los tambores japoneses tocando en vivo.

 

  5 — Y unos años después… “Santo Cielo”.

 

          DE —Sí, otro espacio creado para acontecimientos poéticos, teatrales y alguna que otra muestra de pintura. En los dos casos y por distintos motivos, la aventura se interrumpió antes de lo esperable. Umbrales de un sueño que se reinventa, ojalá venga un tercer episodio. Una lectura a destacar fue la de Lorenzo García Vega, el extraordinario poeta cubano que esa noche memorable del año 2005 vino a “Santo Cielo” de la mano de Reynaldo Jiménez.

 

6 — La Editorial llega más tarde.

 

          DE —“Hilos Editora” nació en el 2010 y de los tres proyectos es el que más está durando, seguimos en plena tarea, tratando de crear un catálogo de libros que por distintos motivos nos hacen mella. Se trata de una editorial independiente, hecha a pulmón, por eso vamos lento, poniendo un cuidado especial en el armado del libro, en sus tapas y en cada detalle. No recibimos originales sino que vamos nosotras (María Mascheroni, María del Carmen Colombo y yo) a los autores que programamos editar a pedirles algún material. Forman parte del catálogo poetas de distintas generaciones y nacionalidades. Los argentinos: Claudia Masin, María Mascheroni, Laura Klein, Mónica Sifrim, Diego Muzzio, Lila Zemborain, Sebastián Salinas, María del Carmen Colombo, Paulina Vinderman, María Julia De Ruschi, Graciela González Paz, Inés Aráoz, Leopoldo Castilla, Cristian Aliaga, Víctor Redondo. Patricia Guzmán, poeta venezolana; entre los poetas traducidos: Georges Schehadé, Jerome Rothenberg, Antonella Anedda, Milo de Angelis. Ahora inauguramos una línea de ensayos poéticos con las “Notas sobre poesía” de Paul Valéry, una selección y traducción de textos que hizo Hugo Gola.

 

  7 — ¿Tenés cartas que hayas recibido y atesores?

 

          DE —Sí, cartas entrañables de poetas muy admirados como René Char, Humberto Díaz Casanueva, Edgar Bayley, entre muchas otras; celebro que me hayan tocado años en los que el mundo virtual todavía no había abolido las cartas!

 

8 — Algún indicio en Internet me dio a entender que conociste personalmente a la escritora uruguaya Marosa di Giorgio (1932-2004).

 

          DE —Cuando conocí a Marosa, en una lectura que hizo en Buenos Aires, la primera vez que vino, fue un antes y un después. Escucharla fue sentir que se abrían todas juntas las puertas de la poesía, era asistir al sueño despierto de una voz intemporal que se colaba por los poros de la lengua, sin barreras, sin censuras, pura eclosión de la inagotable infancia del lenguaje traída al centro de la escucha por la delicada fiereza hipnótica de Marosa, con quien me crucé pocas veces; me hubiera gustado ir a sus tertulias en la mítica confitería de Montevideo, pero no pudo ser. Apenas la frecuenté, después de los recitales, en algún bar donde ella se mantenía hierática y tersa. Me llegaron sus palabras en una postal cuando leyó un libro que le envié; era sumamente gentil e inasible fuera del círculo encantado de su voz. 

 

9 — “La noche es el país de la poesía” afirmaste en un blog local, y “No hables tan rápido delante de la noche” sería el título de tu próximo libro, leí en otro.

 

          DE —El título “No hables tan rápido delante de la noche” ya lo descarté porque me dijeron que un escritor español tiene un título muy parecido. Por ese motivo sigo buscando un nombre para el libro inédito que ya tengo casi listo para ser editado. Quizá lo haga a comienzos del año que viene. Se trata nuevamente de un libro de poemas.

Sigo pensando que la noche es el país de la poesía aunque desde hace unos años escribo más de mañana. Pero la noche sigue siendo ese tiempo de suspensión de los dispositivos del mundo, de las ocupaciones con que el día nos distrae. La noche no nos impone horarios ni tareas, la vigilia y el sueño juntan allí sus manos.

 

10 — Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido pudiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

 

          DE —Sí, eso creo. Pasión y entusiasmo me depara la poesía, que también está en cierto cine, en cierto teatro, en algunos cuadros y esculturas, en cierta danza, en cierta música y también en dominios que no son del arte, como en los encuentros que nos dan alegría y nos rescatan de la inmovilidad de nuestras costumbres sentimentales y de pensamiento. Momentos de contemplación de ciertos instantes de un paisaje también son de la poesía. La lectura es una de mis pasiones. Me entusiasman algunos espacios habitados de  las ciudades antiguas, de algunas casas, las librerías de librero, los bares antiguos, algunas calles. Hay objetos que me entusiasman también, por lo que sugieren, marionetas, cajas, fotos, estampas, juguetes antiguos, relojes de arena, lupas, los libros, los lápices y los cuadernos, los diccionarios, los cuentos infantiles ilustrados, etc.

 

11 — En la novela “El hombre duplicado” de José Saramago, me detengo acá: “Eso que cierta literatura perezosa ha llamado durante mucho tiempo silencio elocuente no existe, los silencios elocuentes son sólo palabras que se quedan atravesadas en la garganta, palabras engastadas que no han podido escapar de la angostura de la glotis.” ¿Comentarías, vincularías…?

 

          DE —Dicho así, despectivamente, como lo hace Saramago (no leí “El hombre duplicado”), “silencios elocuentes” suena a retórico, a falso, y… sí, las palabras se prestan para todo tipo de usos. Pero hay otro silencio, el que habita la poesía, que no es “elocuente”, sino todo lo contrario, un silencio vacío de significado que permite que el poema irradie muchos sentidos, uno o varios en cada lector. Es el silencio que salva al poema del poeta, de los saberes que lo llevan a querer utilizar el poema para informar sobre algo que él ya tiene cocinado de antemano en su mente. Cuando es así el poema resulta un mal poema, uno que nace muerto, porque dice únicamente lo que dice, no abre un espacio radiante, necesario para la comunión entre un poema y su lector. El silencio es tan intrínseco y necesario al poema como las palabras. El silencio del poema nos garantiza que estamos siendo invitados al misterio del mundo, a contactar con aquello que abisma el lenguaje y nos deja sin habla pero en comunión con el misterio en el que estamos inmersos.

 

12 — ¿Con qué autores —de renombre— “no te pasa nada”? Y por extensión, ¿con qué directores cinematográficos, con qué artistas plásticos?

 

          DE —Es aventurado proclamar de una vez por todas con qué autores de renombre “no me pasa nada”. Me ha sucedido que en ciertas etapas no me decían nada ciertos autores que más tarde sí me hablaron, porque yo estaba preparada para escucharlos. Hay otros autores que ni siquiera llegué a leer porque imaginé que no me pasaría nada con ellos. Puedo decir que en términos generales no me pasa nada con los autores en los que predomina una intención didáctica, una militancia exterior a la escritura, con los moralistas, con los que hacen de la trivialidad auto-referencial una cruzada anti-lírica, con muchos narradores que no ocasionan una experiencia de la escritura misma, que solo apuestan a lo argumental. Resulta más fácil nombrar a artistas destacados de otros campos: no me pasa casi nada con pintores como Fernando Botero, Dalí, cierto Picasso, Marinetti y otros pintores futuristas; los directores de cine Greenaway y Chabrol tampoco me han interesado, para nombrar dos representantes del cine de autor que es el que prefiero.

 

13— ¿Qué opinás del pasado?

 

          DE —¡Qué enorme pregunta! ¿Cómo contestar a eso? No tengo una vivencia estática del pasado, como si fuera una lugar de escenas cristalizadas en el tiempo, sino como algo que se mueve conmigo, que cambia y se actualiza según lo que voy pudiendo destilar. No me llama volver al pasado si éste no modifica mi presente y se modifica en él. Creo que todos los tiempos confluyen en el presente que es donde operamos, vivimos, escribimos…; lo que no sigue sucediendo con nosotros son interpretaciones que inmovilizan nuestras almas.

 

14 — ¿Rol que cumple la literatura en la actualidad?

 

          DE —Yo diferencio literatura de poesía, y prefiero hablar de esta última. El rol de la poesía en el mundo actual sigue siendo despertar al lenguaje que nos atraviesa día a día, lastrado y opacado por los discursos de los poderes dominantes que capturan nuestro espíritu, nuestras emociones y nuestro pensamiento, esterilizando la soledad de cada ser humano. La poesía nos recuerda que nada nos pertenece, que somos vulnerables a lo inconmensurable, que pretender apoderarnos de los significados nos empobrece y nos aísla, que hay un hambre que es del alma, que somos creadores de mundos, que cada uno de nosotros es impar, único, por eso la voz para llegar a otro tiene que volverse singular, para no quedar presa en la jaula del ego. La poesía requiere de lectores dispuestos a una entrega activa, a salirse de las velocidades alienantes del sistema para experimentar otra duración, otra percepción del mundo.

 

15 — ¿Practicaste o practicás algún deporte? ¿Cuáles te hubiera gustado practicar?

 

          DE —No practico deportes. En la infancia y adolescencia subía de un salto a los caballos y andaba sin montura. Antes, en la primaria, era buena corriendo y saltando en ancho, por lo que mi padre —que mostraba un optimismo desmesurado cada vez que yo me destacaba en algo— pensaba que llegaría a las olimpíadas! Nunca volví a practicar ninguna de esas actividades. Hace muchos años probé esquiar y me encantó, era como volar. Pero tampoco volví a intentarlo porque me resultan demasiado ajenos los lugares preparados para esos deportes, como también los clubs, los gimnasios, etc. Me hubiera gustado mucho practicar algún arte marcial.

 

16— ¿Cómo es un día de tu vida? ¿Dista extraordinariamente tu transcurrir del que te imaginabas cuando eras una veinteañera?

 

          DE —En un sentido dista bastante de lo que imaginaba cuando era una veinteañera. Entonces no imaginaba rutinas sino aventuras, encuentros arrebatadores y toda clase de excesos que nunca viví de un modo que me deparara felicidad; excesivos solo fueron mis errores. En otro sentido hay una continuidad, sigo escribiendo, me entusiasman la mayoría de las cosas que ya me gustaban a los veinte años. Mis días no son siempre iguales, pero suelo despertarme entre las 8 y las 9 de la mañana. Hago un poco de yoga y trato de caminar media hora  todos los días para compensar el tiempo de lectura y de computadora. Después leo, contesto mails, me ocupo de temas de la editorial, escribo cuando surge (no es todos los días), a veces solo anoto palabras, frases. Después, cerca del medio día hago todas esas actividades que me resultan muy penosas, como son los trámites de todo color y especie. Vivo con mi hija Camila; Marco, mi hijo mayor, vive solo pero viene seguido a casa. Mis dos hijos ocupan un lugar central en mi vida, saber que están en el mundo me sostiene el corazón. A veces salgo a almorzar con ellos o almorzamos en casa, aunque muchas veces nuestros horarios no coinciden. Los fines de semana paso toda la mañana en un bar de mi barrio, siempre el mismo, donde leo y escribo. Espero con ansiedad ese momento. El resto del tiempo lo dedico a distintas actividades que van surgiendo con la vida. Me gusta ir al cine y al teatro. Prefiero encontrarme con los amigos, con uno o dos a la vez, antes que las reuniones de mucha gente. Pero soy impaciente y después de un rato de estar acompañada quiero volver a mi soledad.

 

17— ¿Te has obligado a leer la obra, o buena parte de ella, de autores que no te copaban? ¿Qué leés que no sea literatura?

 

          DE —No, nunca me impuse leer lo que no me gusta. Por eso no habría podido estudiar la carrera de letras, por ejemplo. Siempre leí con placer y si cuando empiezo un libro no me pasa nada, lo abandono inmediatamente. Fuera de la literatura, leo ensayos, filosofía, algunas biografías. Hay lecturas que cada tanto me propongo hacer, algo de la ciencia o de historia, pero por algún motivo lo voy postergando.

 

 

18 — Jorge Luis Borges en su prólogo a la “Antología Poética” de Leopoldo Lugones afirma: “La presencia de Hugo es evidente en ‘Las Montañas del Oro’; la de Albert Samain, poeta menor, en ‘Los crepúsculos del jardín’; la de Laforgue, en el ‘Lunario sentimental’”. Y más adelante sigue: “Dos altos poetas americanos, Ramón López Velarde y Ezequiel Martínez Estrada, heredaron y trabajaron su estilo [el de Lugones], más afín a ellos que a él.” ¿Qué presencias o herencias, Dolores, dirías que pudieran advertirse en tu poética?

 

          DE —Tuve muchas influencias a lo largo de mi vida. Rimbaud, García Lorca, Vallejo, Fijman, Héctor Viel Temperley, Paul Celan, Ungaretti, Michaux, Francisco Madariaga, Mark Strand, para nombrar solo a algunos de ellos (a los que sumaría influencias de otros lenguajes, como el cine de Andréi Tarkovski y el teatro de Tadeuz Kantor). No sé si la presencia de estos poetas puede registrarse en mis poemas en un sentido tan taxativo como lo plantea Borges para los autores que destaca, pero en ellos ciertamente encontré revelaciones fulgurantes y propiciatorias para escribir.

 

19— “Obras narrativas”, “Ejercicios estilísticos”, “Modelos de orquestación literaria”, “Literatura sincopada y ‘pura’”, son expresiones con las que a veces se definen o presentan ciertos textos de, por ejemplo, Peter Weiss y Samuel Beckett. Primero, te invito a que nos aportes tu reflexión sobre ese tipo de acercamientos a textos “inasibles” de los citados escritores, y segundo, cuánto te complace o fastidia la lectura de esos “ejercicios”.

 

          DE —No leo mucho este tipo de crítica literaria, en la que pululan términos y conceptos de la índole de los mencionados en la pregunta. De Peter Weiss solo vi la magnífica versión cinematográfica que hizo Peter Brook de su obra sobre la representación de la muerte de Marat. La lectura de Beckett, su escritura críptica, siempre me resultó profundamente atractiva y movilizadora, adherí inmediatamente a la dificultad de su escritura, me resisto a encerrar en categorías académicas la experiencia única y renovada que me deparan sus textos.

 

 

Dolores Etchecopar selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

A una ciudad que se lleva en la sombra

 

Hay muertos en la calle desierta

hay muertos en el puente y en el bar

hay muertos con una sola mano

en la lenta esquina de la noche

hay muertos en la gran hoja del cielo

y en el rocío sujetan la luna morada de los días

los niños vuelven de las plazas

con una niebla de caballos

en los ojos de los muertos

los insectos devoran el agrio vestido de la hierba

hay muertos que cantan una canción de ramas

hay muertos que andan descalzos por un jardín roto

y no les importa el suelo ni el árbol que grita

en el fondo del aire

                                                                                                (de “La tañedora”, El Imaginero, 1984)

 

 

 

travesía

 

pasábamos a esa luz del mar

sin barca y sin nombre

abrigados por una paloma

en el umbral de la nada

el borde amenazado de la luz sobre la piel

nos llevaba a reír remaba

en la piedra de otro reino

                                                                                                    (de “El atavío”, El Imaginero, 1985)

 

 

 

Notas salvajes

 

si tu lengua apoya las cacerías del silencio

sobre mi lengua

hablaré

montaña oscura

madre clavada en la nieve

madre clavada en el ángelus de la caverna

en la vidriera en la rueca de los cuentos

en la tonada de mi tonada puesta del revés

que no puedo sacarme sin muerte

palabras lentas de mi cuerpo en otra parte

palabras fuertes mis enemigas

raspan la noche el sol que me embarazó

sumergida campana que cruza

los caminos y los huesos

me pusieron por nombre una raya roja

en la ingle

alegría

antes que el otoño fusile a las mariposas

estaremos en el fondo de las pudriciones

caballo blanco

tubérculo que brilla en el regazo

y arroja el oro de los muertos

sobre el recién nacido

el sol su cadera móvil y simple

pasará frente al lenguaje

y hablaré

alguien corta los hilos del bosque

y deja los ojos de mi madre

en el suelo oscuro

puestera del silencio

yo vi una luciérnaga

y las llaves que solo cierran

el alba y los ojos

adiós dije adiós a las palabras

voy a dormir sobre el sexo de un color

el agua que yo tuve en la infancia

está dentro de tu boca

la lentitud abre sus muslos de colores

y me separo de la muerte

con algo que la luna mece en mi cadera

 

muchacha que saltas a la soga

sobre la vereda caliente

o la caída de las hojas

o el miedo

feroces mandíbulas te educan

puestera del silencio

la camisa planchada y doblada

los ojos de mi madre en el suelo oscuro

adiós dije adiós a las palabras

la basura decora mi piel

como un relámpago

                                                                             (de “Notas salvajes”, Argonauta, 1989)

 

 

 

vacilación de los árboles y de los muertos

                                                                                                                  a Amalia Rodrígues

 

no me dijeron que hacía frío

que apenas se sostienen mis oleajes de fuego

aquí donde mis días contados yo canto

en el frío brillante

mientras se están moviendo nuestros nombres

hacia el fondo

a medianoche

el mar se acuesta sobre mi rostro

mis viejas alas negras

me dijeron que aquí no he llegado

que deambulo con la cabeza decorada

por el sollozo de mi reino

desde que me sentaron en las rodillas de la luna

frente al mar

para que yo cante hasta que pueda

hasta que nadie me encuentre

en el precipicio de mi vos

hasta que apoye sus profundas alas

mi corazón

                                                            (de “Canción del precipicio”, Grupo Editor Latinoamericano, 1994)

 

 

 

XVIII

 

en mi casa algo grave le sucedía al silencio había hielo

en un ojo un jardín aterrado era el otro

en la oscuridad nevaba los pasos de mi padre

rápidos llegaban en un día a todas mis edades y entraba

esa luz en mi oído esa luz que quieren los árboles

para tocar el día más allá de sus ramas

más allá de sus frutos heridos por el hielo

yo quería tocar la mañana de esa ciudad

que se iba en los trenes

                                                                                                (de “El comienzo”, Hilos Editora, 2010)

 

 

escribir

 

de una antigua privación sale mi raíz

por eso puedo cantar y deshacerme

contra una pregunta tan larga

el descampado tiene un altar

pido que sea un sonido por vez 

rodear la mañana que no llega

ese abandono en la cruz de las palabras

una vez más blandir el hacha y los pétalos

sobre el silencio

                                                                                                   (Inédito)

 

 

 

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Dolores Etchecopar y Rolando Revagliatti, 28 de septiembre de 2015.

http://www.revagliatti.com.ar/010606_etchecopar.html

Con María Julia Magistrati y Víctor Redondo

Con Azucena Salpeter y Ana María Lahitte

Con Rodolfo Alonso Y Cristina Berbari

Jorge Brega: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

Jorge Brega nació el 16 de agosto de 1949 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Es Psicólogo Social, con posgrado en Psicología de las Organizaciones, egresado de la Primera Escuela Privada de Psicología Social “Enrique Pichon-Rivière”. Participó en 1977 en la dirección de la revista “Posta de Arte y Literatura” y entre 1978 y 1985 en la de “Nudos en la Cultura Argentina” (con breve segunda época —1990-1992—). Desde 1994 forma parte del equipo de dirección de la revista “La Marea”. Asistió invitado en 2005 al XIII Festival Internacional de Poesía de Rosario, organizado por la Secretaría de Cultura de la provincia de Santa Fe, en su país. Fue incluido ese año en las antologías “El verbo descerrajado” (Chile), “Canto a un prisionero” (Canadá), “País de vientre abierto” (Argentina). Ha sido el compilador y prologuista de la antología “Poesía social y revolucionaria del siglo XX” (Editorial Ágora, Buenos Aires, 2002; re-edición ampliada en 2012). Poemas suyos han sido traducidos al chino y al inglés. Publicó en su ciudad los poemarios “No ha lugar” (Ediciones del Hormigón, 1975), “Poemas de ausencia” (Nudos en la Cultura Argentina, 1984; reeditado en 2006 por Editorial Ágora), “Luz mala” (Ediciones Cinco, 2004), además del volumen “¿Ha muerto el comunismo? – El maoísmo en Argentina - Conversaciones con Otto Vargas” (Editorial Ágora, 1990; segunda edición actualizada, misma editorial, 1997). Integra el colectivo de intelectuales Plataforma 2012.

 

1 — Se podría decir que sos oriundo del barrio de Colegiales.

 

          JB — Así es: Maure entre Conde y Martínez, donde mis padres alquilaban parte de una casa chorizo, típica de esos años, con patio y parra, justo frente a la de mis abuelos maternos, inmigrantes asturianos. Éramos vecinos de otras familias de inmigrantes italianos, españoles, yugoslavos…; también de migrantes provincianos que venían a instalarse precariamente en unos terrenos baldíos que existían frente a la Algodonera Argentina y se extendían desde la avenida Álvarez Thomas hasta las vías del ferrocarril Mitre. Allí los pibes jugábamos a la pelota en lo que llamábamos “el campito”. Mi abuelo paterno, también inmigrante, era uruguayo, hijo de italianos. En su casa de Zabala y Giribone vivimos también durante parte de mi infancia y juventud.

Cursé la Primaria en escuelas de la zona y la Secundaria en escuelas técnicas. Suspendí el ingreso a la carrera de Ingeniería para hacer la colimba y al salir de baja me dediqué a viajar a dedo por nuestro país, Chile y Perú. El viaje me abrió los ojos a la realidad de los pueblos oprimidos de América Latina y despertó mi interés por las culturas originarias, el que continúa hasta hoy.

          De regreso (1972), desistí de una carrera universitaria y busqué empleo. Mi padre era  trabajador gráfico, fue maestro de reclusos en los talleres de impresión de la Penitenciaría Nacional y más tarde trabajó en una imprenta privada. Gracias a sus amistades, mi primer empleo fue en una empresa editorial, en la cual adquirí conocimientos periodísticos y de diseño gráfico con los que seguí desempeñándome en distintos ámbitos laborales.

          La lectura me apasionó desde chico y en la adolescencia el “boom” latinoamericano me introdujo a la mejor literatura y pronto a nuestros grandes poetas: Vallejo en particular despertó mi pretensión de escribirla. Hacia 1973, con compañeros que compartíamos inclinaciones culturales y políticas (Walter Canevaro, Manuel Amigo —artistas plásticos— y Mario Polanuer —poeta) publicamos carpetas con nuestros poemas y dibujos bajo el sello Ediciones del Hormigón. Dos años después apareció con ese sello el poemario “No ha lugar”, con dibujos de Amigo y Canevaro. En ciertos aspectos, seguíamos el estilo de las ediciones que el poeta Roberto Santoro realizaba con el pintor Pedro Gaeta, a quienes conocí por amigos comunes. Con Santoro congeniamos enseguida, vivíamos cerca y yo lo visitaba en su casa de la calle Fraga. Él me invitó a integrar la Agrupación Gremial de Escritores (AGE), en cuyo plenario constitutivo —reunido en la SADE Sociedad Argentina de Escritores— elegimos como Secretario a Haroldo Conti (ambos serían detenidos-desaparecidos después del golpe de Estado). Eran tiempos de gran turbulencia política. Los miembros de la AGE compartíamos ideas y militancias de izquierda. Recuerdo que una venta interna de “No ha lugar” formó parte de una colecta que realizamos en ayuda a los obreros metalúrgicos de Villa Constitución, que estaban en huelga. Era 1975, y pese a que ya se vislumbraba la proximidad cierta de un golpe de Estado, en la AGE predominaba aún la actitud de golpear centralmente al gobierno peronista. Personalmente, adherí a las posiciones del PCR de no repetir los errores de 1955 y de impulsar en el movimiento obrero y popular la lucha anti golpista. Esto me fue alejando de la agrupación.

 

2 — Por entonces te vinculás con medios gráficos.

 

          JB — Sí, por razones laborales. Paralelamente, por mi actividad literaria tomé contacto con publicaciones culturales. La primera en la que publiqué poemas, en 1973, se llamaba “SoloSol”. En 1975 comencé a colaborar en la revista “Los Libros”, dirigida por Carlos Altamirano, Osvaldo Bonano y Beatriz Sarlo. Fue clausurada por la dictadura militar en 1976. Al año siguiente participé en “Posta…” y fue en “Nudos…” donde asomaron algunos de los textos que reuní después en “Poemas de ausencia”, poemario que contó con unas palabras previas de Madres de Plaza de Mayo. “Nudos” fue una de las expresiones de la resistencia cultural a la dictadura, que fue muy amplia. En el caso de las revistas, en 1979 llegamos a conformar una Asociación de Revistas Culturales Argentinas (ARCA). Aunque breve, nos posibilitó establecer vínculos y colaboraciones, restaurar tramas de solidaridad que la dictadura había dañado e intercambiar pareceres sobre la situación social que se padecía, qué temas abordar y de qué modo zafar de la censura imperante, por la cual la crítica explícita era muy riesgosa. “Nudos” editorializaba por medio del arte de sus tapas, que aludía a la situación represiva, desapariciones, etc. (el director Manuel Amigo y Eduardo Iglesias Brickles, dos estupendos artistas plásticos, ya fallecidos, fueron autores de las mismas).

Más adelante nos sumamos con la revista al Movimiento de Reconstrucción y Desarrollo de la Cultura Nacional, que reunió a numerosas personalidades del arte y la cultura opuestas al “Proceso”: Aída Carballo, Leda Valladares, Ana Pampliega de Quiroga, Suma Paz, Rubén Szuchmacher, Adolfo Pérez Esquivel, Ricardo Monti, León Gieco, Ernesto Sábato, Adolfo de Obieta, Diana Dowek, Andrés Cascioli, Josefina Racedo, Antonio Tarragó Ros, entre tantos otros. El Movimiento cerró en 1984, ya en democracia, con toda una semana de exposiciones, recitales y mesas redondas en el Centro Cultural General San Martín, que se llamó “Semana Cultura de la Resistencia”. Muchos de los que entablamos amistad en aquél movimiento continuamos compartiendo actividades culturales en los años siguientes.

 

3 — Hasta que con Josefina Racedo y Derli Prada fundás “La Marea”, Revista de Cultura, Artes e Ideas.

 

          JB — Con ellos y con Cristina Mateu, Víctor Delgado, Elena Hanono, Gloria Rodríguez… Eso fue ya en 1994. Habíamos participado en el Movimiento por la Verdadera Historia, que en 1992 motorizó los contra festejos del 5° Centenario de la Conquista de América, y nos juntamos con algunos amigos de esa movida, entre ellos Adolfo Colombres, quien convocó a colaborar en “La Marea” a Ticio Escobar, de Paraguay y a Darcy Ribeiro, de Brasil. También sumamos el apoyo inicial de Alberto Rex González, Luisa Calcumil, Teresa Parodi, Joaquín Giannuzzi, Libertad Demitrópulos, Néstor Groppa, Ana Quiroga, Jorge Hacker, Diana Dowek, Alfredo Saavedra, Ricardo Cámara, Osvaldo Tcherkaski…

          “La Marea” es un espacio de debate y expresión de una cultura popular, nacional, científica, democrática, libre de toda dominación extranjera —como dice la declaración de la independencia cuyo bicentenario estamos próximos a conmemorar. En tal sentido es que hemos orientado en ella el tratamiento de temas vinculados a la educación, las letras, las artes visuales, la historia, las ciencias sociales.

          Mencionar a todos los que han colaborado en estas dos décadas sería muy extenso, algunos fueron: David Viñas, Jorge Lafforgue, Nora Dottori, Jorge Isaías, Teresa Leonardi, Gabriela Gresores, Luis Felipe Noé, Guillermo Volkind, Jorge Carrizo, Ana Wortman, Liliana Tamagno, María Teresa Sirvent, Claudio Spiguel, Roberto Di Giano, Diana Kordon, Beatriz Seibel, Fernando Ainsa, Isabel Requejo, Irma Antonazzi, Eduardo Azcuy Ameghino, Santiago Sylvester, Alberto Ure…

 

4 — Mentemos el espacio que “La Marea” dedica a la poesía.

 

          JB — La poesía tiene un espacio permanente. La tapa es encabezada siempre por el verso de un poema que se reproduce completo en la primera página interior, acompañado de los datos del autor. Además, en otras páginas habrá alguna nota sobre un poeta, una entrevista o reseñas de sus libros. El primer número abrió con “A galopar” de Rafael Alberti. Le siguieron Brecht, Giannuzzi, Groppa, Isaías, Jorge Teillier, María Teresa Andruetto, Mahmud Darwish, Manuel J. Castilla, Ferreira Gullar, Drummond de Andrade, Osmar Luis Bondoni, Manuel Scorza, Margaret Randall, Gonzalo Rojas, Raúl Zurita, Diego Mare, Jorge Rivelli, Ramón Plaza, Francisco Squeo Acuña, entre muchísimos otros.

 

5 — Recuerdo que participé, en 2003 o 2004, en la presentación de un número de “La Marea”. ¿Cada edición en presentada en algún ámbito público? Sé que tiene su presencia en la Feria del Libro.

 

          JB — Sí, cada número es presentado con mesas redondas, muchas veces acompañadas de manifestaciones artísticas, tanto en Capital como en aquellas provincias donde contamos con amigos que difunden la revista. En todos estos años se ha ido conformando una modesta pero fiel red de apoyo, muy necesaria para una revista que se auto sostiene. Anualmente, hay dos acontecimientos culturales de gran convocatoria en los cuales la revista procura estar presente. Uno es el Festival de Folklore de Cosquín, en torno al cual hemos organizado peñas y participado del Congreso del Hombre Argentino. El otro es, efectivamente, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. En ésta nos albergó siempre el stand de la Distribuidora Catari y, en los últimos años, también el stand oficial de Revistas Culturales. Desde los inicios de la Feria, Catari compartió su stand con la Librería Raíces y con aquellas editoriales cuyas publicaciones distribuye, entre ellas “La Marea”. Gracias al apoyo del stand de Catari-Raíces, conducido por Humberto Cipolletta, pudimos realizar en la Feria numerosas presentaciones, varias de ellas con gran concurrencia, como la que sirvió de lanzamiento al Movimiento por la Segunda y Definitiva Independencia (2007) o la de homenaje a Atahualpa Yupanqui (2008), ambas con intérpretes de música popular. Este año organizamos un panel sobre “Teatro, Sociedad y Poder” con Ricardo Bartís, Rubén Szuchmacher y Derli Prada.

 

6 — Sos también parte de un espacio para mí entrañable, en el que he coordinado intensos Ciclos de Poesía, además de un Café Literario y algunos eventos compartiendo responsabilidades con otros escritores: el Centro Cultural “Raíces”.

 

          JB — Ciertamente “Raíces” es un espacio muy importante para nosotros porque, como dije antes, es el que permite a “La Marea” estar en la Feria del Libro y también uno de los lugares para sus actividades públicas. Comenzó como librería y distribuidora allá por inicios de los años ‘80 en un pequeño local de Congreso y luego de un par de mudanzas abrió su primer centro cultural en la calle Paraná, antes de establecerse en la casa actual de Agrelo 3045, barrio de Balvanera. Allí nuestra revista ha organizado cursos de historia argentina que luego publicamos en libro. Tu ciclo de poesía fue muy bueno, de una gran amplitud. También hubo ciclos de cine-debate, muestras plásticas, así como numerosos espectáculos musicales. El cantautor Rafael Amor, por ejemplo, suele actuar allí cuando está en Argentina, ya que alterna temporadas con España. Actualmente hay ciclos de teatro que coordina Derli Prada, además de otras actividades artísticas.

 

7 — ¿Quisieras contarnos, Jorge, qué poemas de tu autoría fueron musicalizados y escenificados, por quiénes, en el marco de qué espectáculos?

 

          JB — Varios de los “Poemas de ausencia” fueron integrados a obras dramáticas en versiones musicalizadas, aun antes de que el libro se publicara. En 1981 el grupo Teatro Hoy, que dirigían en Buenos Aires Chuli Rossi y Gabriel Díaz, incluyó “Ronda” en su obra “Y aunque lágrimas nos cueste”. Al año siguiente, el Grupo Cultural “Homero Manzi” de Rosario hizo lo propio en su obra “Tiempo del hombre”, que sumó otros dos poemas: “Foto” y “Ellos”. La puesta de mayor envergadura fue la del Grupo de Teatro Vocacional Mercantil de Bahía Blanca, que en 1985 llevó a escena el libro completo con adaptación y dirección de Julio González Teves, uno de los fundadores del histórico grupo bahiense Teatro Alianza. En 1986 el músico Ricardo Cantore, que fue director de la Escuela de Música Popular de Avellaneda, puso música e interpretó “Secuestro” y “El ausente” en su disco “Por mi canto”. En 2002, Derli Prada integró el poema “Vuelo” a su unipersonal “Poesía en ropa de trabajo”, un espectáculo que incluyó además poemas de mi antología “Poesía social y revolucionaria del Siglo XX”.

 

  8 — Me voy a permitir reproducir el texto que consta en la contratapa de ese, para mí, excepcional poemario que es tu “Luz mala”: “Tanteos de una poesía objetiva. No metafórica, si tal cosa no fuese imposible. Un tratamiento directo del objeto en busca de que la emoción surja de la materia de los hechos, no de la superficie retórica. Afinidad con la fotografía como arte de la representación. Procura de su mismo silencio, una dimensión donde lo esencial resida en lo que no está dicho.” Imagino que en esta línea has proseguido tu “pretensión de escribirla”.

 

          JB — Sí, la pretensión desde luego, aunque lograr lo que uno se propone, como aquello que en mi caso condensa el texto que citás, es otro cantar. Hay muchas tendencias y tradiciones poéticas, por supuesto que todas válidas, aunque tengamos nuestras preferencias. Yo tengo afinidad con aquellas no confesionales, mayormente enfocadas al mundo objetivo, prescindentes de lenguaje críptico y atentas a lo social, o a aquello que Giannuzzi llamaba “el drama de la época”.

 

9 — Más de cien poetas —entre ellos, Domingo Zerpa, Vasilis Vasilikós, Volker Törne, Kostas Thrakiotis, Carmen Soler, Lasse Söderberg, Pedro Shimose, Manuel Scorza, Nicolás Vaptzarov, Leonel Rugama, Charles Reznikoff, Margaret Randall, Joaquín Pasos, Salvador Murillo, Yenny Mastoraki, Menelao Ludemis, Folke Isaksson, Elvira Hernández, Ho Chi Minh— has incluido en la primera edición de tu “Poesía social y revolucionaria del siglo XX”. ¿Repercusiones —a favor o en contra— a partir de ese volumen y del posterior, con otros autores incorporados?

 

          JB — Según la editorial, esa selección tuvo muy buena acogida entre los lectores, razón por la cual tuvo una segunda edición, que procuré renovar agregando autores y reemplazando poemas de algunos de los poetas de la primera edición. Recibí comentarios positivos e incluso una invitación a participar con la definición de poesía social en el Diccionario del Pensamiento Alternativo (de Hugo E. Biagini y Arturo A. Roig, Editorial Biblos, 2008). También objeciones en cuanto a algunos poetas elegidos u otros ausentes. Tales objeciones son inevitables en una compilación siempre limitada por el presupuesto y sin otro rigor que ofrecer una muestra lo más amplia posible en cuanto a países representados, en particular de América Latina, con poetas que han sido poco difundidos. Recuerdo que al comentarle a Joaquín Giannuzzi que estaba preparando esa antología me dijo: “Eso es para ganarse enemigos”. Por suerte, creo no haber llegado a tanto.

 

10 — Te invito a que compartas con nosotros tu definición de poesía social.

 

          JB — Cito la entrada del Diccionario: “Poesía social. Designación de aquella poesía que se involucra en temas y conflictos colectivos. Categoría genérica difundida en la crítica literaria desde las primeras décadas del Siglo XX. La amplitud de sus alcances ha dado lugar a múltiples debates. El ser humano es fundamentalmente social. La poesía, como medio de expresión y comunicación humana, también lo es. Tal carácter es evidente en las propias obras poéticas, desde Homero en la Antigüedad a la gauchesca en los orígenes del género en el Río de la Plata. ¿Por qué, entonces, el énfasis del calificativo social aplicado a la poesía? Se ha dado en llamar “poesía social” a aquella que, a diferencia de las corrientes estéticas inscriptas en el “arte por el arte” o en la efusión lírica de un yo ensimismado, busca su objeto poético en la realidad objetiva y toma partido en las contiendas sociales.

 

Generalmente, los autores de poesía social pertenecen al espectro de la izquierda política quienes, en particular los de formación marxista, no se limitan a la descripción naturalista de la injusticia social, sino que se proponen contribuir con su arte a la transformación revolucionaria del mundo. De ahí el célebre verso del español Gabriel Celaya: “La poesía es un arma cargada de futuro”. Justamente España ha dado una fructífera poesía de este tipo, en especial en el bando republicano durante la Guerra Civil, resurgida con especial calidad y fuerza expresiva en los años 50, aún bajo la dictadura del general Francisco Franco. Es también en España donde el mayor poeta social argentino, Raúl González Tuñón, escribe una obra fundacional del género, “La rosa blindada”. Dedicado a la insurrección de los mineros asturianos de 1934 y publicado en 1936, el libro influyó decisivamente en la producción de otros grandes poetas de la época, como Miguel Hernández y Pablo Neruda. Fue este último quien reconoció: “Raúl fue el primero en blindar la rosa”. El propio título del libro define un programa estético e impugna los esquematismos conceptuales que ven una oposición excluyente entre función política y expresión lírica, una contradicción dilemática —no dialéctica— entre el referente objetivo y la expresión subjetiva. Por encima de cualquier parcialismo, Tuñón advertirá: “la poesía es una e indivisible”. En la Argentina de los años 20, los abanderados de la literatura social fueron los escritores del llamado Grupo de Boedo, entre quienes destaca la labor poética de Álvaro Yunque, autor, además, de una historia de esa literatura en el país. Raúl González Tuñón, aunque amigo de los boedistas, integró el Grupo de Florida, “rival” vanguardista de Boedo. Nicolás Olivari, poeta fundador de Boedo, fue posteriormente uno de los animadores de Florida. Ambos casos desmienten otro prejuicio común: el supuesto antagonismo entre compromiso social y vanguardia estética. Prejuicio que, por otra parte, asocia la noción de vanguardia al irracionalismo teórico y a la mera experimentación formalista. Superando esa noción limitada, el poeta mexicano José Emilio Pacheco ha introducido el concepto de “la otra vanguardia”, en la que incluye a la poesía testimonial y realista originada en los años 20 en América Latina y expandida en la segunda mitad del Siglo XX, que practica un tono coloquial e incorpora elementos extraliterarios, términos del habla común, referencias periodísticas, cifras, marcas y nombres propios, etc. Una corriente emparentada en sus orígenes con la poesía objetiva norteamericana y entre cuyas obras fundacionales Pacheco señala a “El soldado desconocido” (1922), del nicaragüense Salomón de la Selva. En Nicaragua esta tendencia ha sido fecunda con los poetas del llamado “exteriorismo”, uno de cuyos exponentes más notorios es Ernesto Cardenal. La poesía social cobra particular desarrollo alrededor de los años 60 como parte del auge de las luchas populares y alentada por el triunfo o la consolidación de procesos revolucionarios en países como Cuba, Vietnam, China, etc. Algunos de los poetas más influyentes del período son el argentino Juan Gelman, el salvadoreño Roque Dalton, el brasileño Ferreira Gullar (José Ribamar Ferreira), dentro de una lista demasiado extensa para ser desplegada aquí. Luego de haber sido interdicta por las dictaduras militares de los años 70 —que asesinaron a varios de sus autores— y despreciada por las corrientes poéticas conformistas o “apolíticas”, que se ufanaban de haberla derrotado en el plano literario cuando sólo se la había obligado a replegar por la fuerza de las armas, la poesía social está resurgiendo en Argentina y otros países al calor del nuevo impulso de los movimientos nacionales, populares y antiimperialistas en América Latina”.

 

11 — Nunca me animé a preguntártelo cuando nos veíamos en “Raíces”: ¿cómo es ser —haber sido— el yerno de Joaquín Giannuzzi (1924-2004)?

 

          JB — Fue un privilegio haber compartido años de relación familiar con él y con su esposa, la novelista Libertad Demitrópulos, dos personas de gran cultura y conversación apasionante de quienes aprendí mucho. Mantuve con ellos un entrañable vínculo de cariño mutuo. Joaquín era un hombre afable, abierto a recibir a los poetas jóvenes, a atender sus inquietudes, afectuoso en su trato y muy galante con las mujeres. Tenía un humor chispeante y socarrón, que le permitía presentarse a sí mismo como un  “pesimista jovial”, que era una definición certera. Extraño mucho conversar con él. Recuerdo con especial añoranza los veranos compartidos en la casa que Libertad había heredado en el pueblo de Campo Quijano, provincia de Salta. Allí, sentado frente a una ventana, Joaquín escribía a mano en sus cuadernos escolares esos poemas subyugados por la opulencia vegetal de “un jardín creciendo fuera de la  historia”, un reino por completo ajeno a tanta insensatez que hallaba en el mundo humano.

 

12 — ¿Qué tipo de novelas preferís? ¿Cuáles detestás? ¿Cuáles volverías a leer? ¿Cuáles son tus hábitos de lectura?

 

          JB — Leo muchas novelas, desde siempre. Tengo un gusto más bien clásico, de buenas historias que ahonden en relaciones, conflictos y aspectos humanos de todo tipo y lugar. No elijo por géneros novelísticos sino por autores o por temas que me interesen en particular. Más que detestar, ignoro al bestsellerismo. Volvería a leer —de hecho lo hago— a William Faulkner, José María Arguedas, Cesare Pavese, Bertolt Brecht, Roberto Arlt, John Berger, entre otros. Mis hábitos de lectura son bastante eclécticos, además de novelas y poesía leo historia, textos marxistas, biografías…

 

13 — Hasta hace algunos años, en la sección “Banda Hispânica” del brasileño portal “Jornal de Poesia”, los autores, como parte de su presentación, debían responder (apenas retocaré alguna expresión) el siguiente breve cuestionario (el cual te extiendo, Jorge):

 

          A: ¿Cuáles son tus afinidades estéticas con otros poetas hispanoamericanos?

 

          JB — Tengo afinidad con Gonzalo Millán (Santiago de Chile, 1947-2006), cuya poesía admiro. Lo leí por primera vez a mediados de los años ‘80 en un ensayo del estadounidense Thorpe Running, acerca de la poesía escrita bajo las dictaduras de Chile y Argentina en el cual nos mencionaba a ambos, entre otros autores. Gonzalo vivía entonces en Holanda, uno de los países en que pasó su exilio. Pude contactarme con él y entablamos una amistad epistolar. Aún conservo un ejemplar de su magnífico “Seudónimos de la muerte”, en una edición artesanal intervenida plásticamente, realizada por él mismo, que me obsequió por correo. De ese libro me permito citar el poema “Aparecida”: “Apareció. Había desaparecido,/ pero apareció. Meses después/ la encontraron en una playa./ Apareció en una playa/ meses después con la columna/ rota y un alambre al cuello.”

          En su país, sintonizo además con la antipoesía de Nicanor Parra y con poetas como Jorge Teillier, Gonzalo Rojas, Elvira Hernández o Raúl Zurita. Me he interesado mucho también por el exteriorismo nicaragüense –esa amplia corriente poética que puede incluir desde Coronel Urtecho y Cardenal hasta Leonel Rugama–, así como por otros poetas latinoamericanos como Antonio Cisneros, Javier Heraud, Roque Dalton, Ferreira Gullar o José Emilio Pacheco.

 

          B: ¿Cuáles son las contribuciones esenciales que existen en la poesía que se hace en la Argentina, que deberían tener repercusión o reconocimiento internacional?

 

          JB — No se me ocurre una contribución especial destacable por sobre otras. Creo que existe una diversidad de voces, tanto en cuanto a propuestas estéticas como a procedencias e idiosincrasias regionales, merecedora de políticas democráticas de aliento y difusión nacional e internacional.

 

          C: ¿Qué impide una existencia de relaciones más estrechas entre los diversos países que conforman Hispanoamérica?

 

          JB — Pienso —vinculándolo con lo anterior— que es la falta de políticas y acuerdos específicos de los gobiernos de los distintos países en favor del intercambio cultural entre nuestros pueblos.

 

14 — ¿Tenés un escritor que te haya mostrado que la literatura podía llegar a ser tantísimas “cosas” más de las que habías leído o imaginado?

 

          JB — Varios. Como ya dije, los primeros fueron —por una cuestión meramente generacional— los autores del boom. En especial libros como “Rayuela” de Cortázar y “La ciudad y los perros” de Vargas Llosa, ambos del mismo año (1963). Fue el descubrimiento de las potencialidades de la literatura, una “entrada” a autores que posteriormente me deslumbraron aún más, como Faulkner y otros que mencioné antes.

 

15 — Te cito un párrafo redactado por el poeta Jorge Aulicino: “Storni vuelve a ser influyente, o es por primera vez influyente, más bien por temperamento que por una concepción particular de la poesía. Tal vez no exista poesía femenina, pero existe femineidad en la poesía. Y eso se encuentra en cantidad muy apreciable en Storni, quien fue mucho más que esa Alfonsina que flota entre sirenitas y caballitos de mar en una especie de santuario popular creado por Félix Luna. Storni ha sido femeninamente áspera y concreta, a la vez que ornamentalmente lírica.” ¿Acordás? ¿Qué añadirías?

 

          JB — No puedo sino estar de acuerdo con él. Desde ya que la relevancia de Alfonsina Storni nada le debe a la canción de Luna, más bien lo contrario. No sorprende que su poesía —según señala Aulicino— sea hoy influyente, dado el lugar central que tienen hoy las cuestiones de género y la situación social de la mujer.

 

16 — Transcurridos ya más de dos lustros de la aparición de tu último poemario, cabe preguntarte si prevés publicar uno o más que pudieras tener inéditos. Y complementariamente, ¿no reunirías en algún volumen una selección de entrevistas realizadas por vos y artículos de tu autoría que sólo se difundieron en publicaciones periódicas?

 

          JB — Sí, preveo volver a publicar poesía, aunque luego de “Luz mala” he estado un largo período sin escribirla, y de lo escrito últimamente debo aún pulir y darle unidad. En cuanto a mis entrevistas y artículos, pensé reunirlos en libro, probablemente como parte de una selección de notas literarias de “La Marea” que incluya más autores, como ya hemos hecho con otros temas, por ejemplo con los textos dedicados a “Trabajo y globalización”.

 

17 — ¿Son innecesarias las restricciones formales de los géneros literarios? ¿Deben derribarse los límites entre lo considerado poesía o narrativa, en favor de una “simbiosis”?

 

          JB — Las diferencias entre géneros son productos históricos. En la antigüedad no había esa distinción (pienso en Homero). Existen restricciones formales o técnicas que son inherentes a géneros literarios específicos, como la métrica estricta de ciertas composiciones poéticas que en el Siglo XX fueron siendo desplazadas por el verso libre, pero que aún siguen practicándose. Son procesos históricos siempre cambiantes e inacabados. Lo que es innecesario —y en vano— es  pretender imponer restricciones de cualquier tipo a la creación. La poesía y la narrativa están presentes la una en la otra más allá de las formas.

 

18 — ¿De qué lecturas has disfrutado últimamente?

 

          JB — Entre las novelas argentinas de los años recientes me gustaron mucho “La mujer en cuestión”, de María Teresa Andruetto; “Blanco nocturno”, de Ricardo Piglia; “Trasfondo”, de Patricia Ratto; “El destino”, de Carlos Pereiro; “El viento que arrasa”, de Selva Almada; “La vida de los Van Gogh”, de Camilo Sánchez. Entre las extranjeras “HHhH”, de Laurent Binet y “Zapatos italianos”, de Henning Mankell. En poesía, algunas obras completas que se han venido editando, como las de Roberto Santoro, Teresa Leonardi o Diana Bellessi.

 

 

Jorge Brega selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

De “Poemas de ausencia”:

 

Visita

(O: Un ausente en busca de otros ausentes)

 

08:55

Sólo el moscardón cruzando la sala interrumpe el silencio.

El hombre en el centro del cuarto observa sus

propias huellas el polvo flotando en rededor.

Salvo lo que el atropello quebró nada han dejado.

El hombre gira, el polvo incendiado con él, el moscardón

vuelve y sale por el extremo derecho del cuadro. 

Las cachiporras las groserías las bestias

bípedas no tienen tarea pendiente aquí,

concluyeron.

 

El sol intercepta en el pecho

al hombre que conserva un brazo en la sombra.

Las ventanas faltan la puerta quebrada yace.

El hombre mira al aire azul lejos.

 

09:10

Las voces regresan los niños saltan uno sobre otro. 

Ignora dónde los guardan con su madre viva o muerta

el hombre que se lleva una mano a la frente

ora sonriendo ora sollozando según

sople el recuerdo los sonidos crezcan disminuyan

los pasos se acerquen se alejen etcétera.

La luz ingresa a pleno y en ella arde ahora el aleteo loco

del pájaro que aterrado retrocede.

Ante el portarretrato vacío el hombre gesticula, el cuerpo

no le basta, el corazón

finalmente estalla, el dolor

se queda para siempre.

 

09:30

El hombre o el fantasma del hombre

hace abandono del predio.

 

 

 

Regreso

 

Al fin del alba la casa resplandece. 

Vista desde las tunas parece que vibrara

estremecida por la luz.

Antaño entornábamos los párpados

y los contornos se volvían precisos

(era una ilusión).

Pero ya no jugamos

e ignoramos dónde moran nuestros camaradas de entonces.

Los más pesimistas nombran el fondo del lago

en cuyas aguas corríamos regatas

(hop, hop, guiaba

a los remeros el timonel con su megáfono).

Hoy los postigos golpean en la casa vacía

como un mal remedo de la Minerva imprimiendo

participaciones de enlace y proclamas de huelga.

Aunque esto fue más tarde,

cuando alzamos la vista más allá de los cerros

donde habíamos enterrado nuestros tesoros de infancia.

Techos de tejas y muros encalados,

el pueblo permanece siempre bello,

mas en la casa nadie aguarda

para llamarnos descariñados por no haber escrito nunca.

 

Ahora, desde el sendero vemos el lago,

las tunas,

la casa por última vez.

 

 

 

De “Luz mala”:

 

Estiba

 

En el vagón

unos hombres se afanan desdibujándose en el polvo.

Un rebozo de arpillera los cubre hasta los hombros.

Apenas si sus ojos logran entreverse.

Sólo las palas con que expulsan la carga

alcanzan nitidez al emerger fugaces a la luz.

Los granos describen una parábola radiante

al caer en la cinta sinfín que los conduce al buque.

Las rápidas figuras palean en la sombra:

la compuerta corrediza ha dejado

una abertura oscura

por la que el trigo abandona el país.

 

 

 

Figuras en un paisaje

 

Una mujer en un bote.

Se aparta del tejado con un toque de remo

contra la franja visible del muro.

No más que esto se distingue.

Salvo la copa del eucalipto

que emerge hacia el oeste de la casa.

El primer mandatario navega en aeroplano.

Pasa por allí en el instante

en que la mujer mueve los labios.

Desde el cielo de Argentina

su figura es despreciable.

Una mínima masa muscular

agitándose en un páramo de agua.

Binoculares mediante

el presidente divisa el movimiento

de otras figuras menores

bajo unas mantas

en el fondo de la embarcación.

Es entonces que dispone

atusarse pensativo el bigote.

Y algo abajo sucede al unísono:

La figura que rema ve flotar

en el cielo

a la máquina resplandeciente.

 

 

 

Poética

 

Como Hopper

escrutar desde la noche un cafetín iluminado.

Un claro lunar desde el monte tupido.

No un destino ajeno

de parroquiano acodado al estaño.

Sino una hondura propia.

Un misterio íntimo que la conciencia ronda.

 

 

 

Inédito:

 

El cañazo de Don Gómez

 

El sereno convida aguardiente

y no se le puede despreciar.

Hace décadas que es baqueano

de los arqueólogos aquí

en Pachacamac, morada de sus ancestros.

Hemos encendido un fueguito entre los pinos

para que el anciano se tiente a contar.

Donde él indicó —recuerda—

hallaron el sepulcro de una princesa

con su ajuar funerario intacto.

El cañazo pega como patada de mula

y todo gira en torno al fogón: los rostros,

el bosque, las estrellas de la límpida noche.

Al regreso de aquel día soleado

ella lo aguardaba en su mínimo cuarto

con una doliente mirada de reproche.

 

 

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Jorge Brega y Rolando Revagliatti, septiembre 2015.

 

*

http://revagliatti.com.ar/041206.html 

http://www.revagliatti.com.ar/030915_super.html

http://www.revagliatti.com.ar/040308p.html

http://www.revagliatti.com.ar/051200_picnic.html

con Leonidas Lamborghini

con Martín Micharvegas

con Derli Prada

con Yanina Magrini y Luis Bravo

con Laura Yasan

con Osmar Luis Boldoni

con Diana Dowek y Lerni Prada

con Selva Di Pasquale

con Teresa Parodi y Elena Hanono

presentación de La Marea

barrio de Colegiales

Marta Miranda: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Marta Miranda nació el 17 de noviembre de 1962 en la ciudad de Mendoza, capital de la provincia homónima, la Argentina, y reside en la ciudad de Buenos Aires. Desde fines de los ’80 hasta 1997 integró la Cooperativa Editorial “Nusud” y entre 1993 y 1996 fue miembro del consejo de redacción de la Revista “El Desierto”. Participó como invitada en encuentros de escritores, ferias de libros y diversos eventos en su país y en el exterior. Poemas suyos fueron traducidos al inglés, catalán, francés, croata y alemán. Es coordinadora, junto al escritor Ricardo Rojas Ayrala, del Festival Internacional VaPoesía Argentina. Entre otras antologías, fue incluida en “Antología de Poesía de la Primera Bienal de Arte Joven” (selección y prólogo de Joaquín Giannuzzi, 1989), “Historia de la literatura de La Plata” (2001), “Naranjos de fascinante música” (2004),“Poetas argentinas contemporáneas 1961-1980” (2008), “Animales distintos. Muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en los sesentas” (México, 2008), “La poésie aux coeurs des arts” (Francia, 2013), “Un verano antes del verano” (Suiza, 2015). Sus poemarios son “Mea culpa” (1991), “El oleaje” (1997), “La misma piedra” (2002), “Nadadora” (2008), “El lado oscuro del mundo” (2015). Además fueron publicados dos volúmenes antológicos de su obra: “El oleaje y otros poemas” (bilingüe castellano-francés, 2013), “Antología” (México, 2013).

 

1 — Residiste en varias localidades del país y también en el exterior.

 

          MM —Sí, en varias ciudades. Mis padres son de Buenos Aires, pero por cuestiones de trabajo a mi papá lo trasladaron a Mendoza, donde nací. Y un par de años más tarde, por las mismas razones, nos fuimos a Francia. Primero residimos en Ille de France, Meudon Val Fleuri, ahí hice dos años de jardín de infantes. Luego la familia volvió a Mendoza, menos mi padre, pero seguimos viajando a pasar las vacaciones escolares con él, que ya se había instalado en Paris, en Trocadero. Eso hasta mis catorce años. Después pasé temporadas en Santiago de Chile, pues ahí residía por entonces uno de mis hermanos. Y en Capital Federal y la ciudad de Campana, en donde también tenía parientes. Ya en el ´86 me vine a Capital Federal. Estuve unos meses y después me fui a La Plata, en donde viví nueve años. Luego volví a la ciudad de Buenos Aires, al barrio de San Telmo. Y aquí me quedé.

 

2 — Ubiquémonos en la veinteañera que estudiaba pintura, piano e integraba un coro.

 

          MM — Bueno, en alguna época fui bastante “hippie”. De hecho, mis hermanos fueron los primeros “hippies” de Mendoza. Eso hizo, creo yo, que mis inquietudes fueran más artísticas. Debe haber influido bastante, lo que yo buscaba era una manera de expresarme. Aunque ya escribía, ese hecho estaba tan pegado a mí que no alcanzaba a darme cuenta que la cosa iba por ese lado. Así es que hice un curso de dibujo y pintura en el Teatro Independencia, los sábados a la mañana. Estudiaba piano acústico, que me encantaba y me encanta, pero como no tenía instrumento tuve que desistir. Y canté en un coro durante tres años, el Latinomúsica, de la Municipalidad de Godoy Cruz. Era contralto. Canté hasta que me vine a Capital Federal.

 

3 — No abundan aquellos que han residido en una vivienda de las que denominamos “comunitaria”. Y vos tuviste esa experiencia.

 

          MM —La casa en cuestión quedaba en el centro de la ciudad de Mendoza. Se llamaba “La Semilla” (algunos vecinos mal intencionados, de esos que nunca faltan, agregaban: de marihuana) y en ella había: una biblioteca pequeña, un taller de cerámica y habitaciones para los residentes. No teníamos una organización estrictamente comunitaria como se entendería ahora, era más un espíritu de autonomía de un grupo de personas jóvenes con inquietudes artísticas y políticas. Una cocina común, un parral. Nos divertíamos mucho. Ahí aprendí a hacer cerámica y en la biblioteca leí por primera vez a Alejandra Pizarnik. Pero lo importante era esa sensación de un espacio bonito de libertad en una ciudad tan conservadora como Mendoza. Un ejemplo de ese conservadurismo es el partido local llamado Demócrata, “los gansos”: gente de derecha que colaboró con un gobernador de su partido durante la última dictadura militar, el Dr. Bonifacio Cejuela.

 

4 — Te invito a que nos hables de tu inserción en Nusud, de la Revista “El Desierto”, de tus incursiones radiales.

 

          MM —Mi llegada a Nusud se produjo como consecuencia de la invitación que me hicieran los cuatro fundadores para editar una plaqueta, Silvina Zazunic, Carlos Piro, Graciela Fernández Alaimo y Paula Brudny. Nusud comenzó editando plaquetas, la mía fue la número seis. Y a medida que ibas integrando la colección pasabas a formar parte del grupo. Luego de un tiempo empezamos a editar libros y es así como mi primer y segundo poemario aparecen bajo ese sello. No recuerdo bien en qué momento se empezó a pensar en una revista, “El Desierto”. Se llamaba así porque en la biblia el desierto es el lugar de las revelaciones. Bueno, la idea era “revelar” la producción de poetas y narradores del momento, entrevistar a escritores consagrados. Era estrictamente literaria. El primer número fue del ´94. Y se editaron cuatro. El staff estaba conformado por los integrantes de Nusud, que iban rotando en su puesto. En uno de los números colaboré con un dossier sobre los nadaístas colombianos. De Nusud partí en 1998.

 

Con respecto a la radio colaboré en dos programas: el primero se llamaba “Como Cuadros” y era parte de la programación diaria de una FM platense, en el ‘95 o ‘96. Ahí los días martes tenía un segmento llamado “Literatura y Rock”. Y hablaba de la literatura en relación a esa música, compositores, poetas y un largo etcétera. El segundo programa, “Mariposas de Madera”,lo conducíamos con el poeta José María Pallaoro, en FM Parque, de Villa Elisa, partido de La Plata, en 2002: literatura, música, arte en general. Lo hicimos juntos unos cuantos meses y lo prosiguió José María. Adoro la radio, me parece el medio masivo por excelencia. Tiene intimidad, calidez. Es una maravilla.

 

5 — “Incursiones”, Marta, me lleva a las que has tenido en el campo del guión, radial, cinematográfico, televisivo. ¿Con quiénes te formaste, qué llegaste a concebir, es algo en lo que seguís estando?

 

          MM —En un centro cultural de calle 58 de la ciudad de La Plata ofrecían un curso de guión televisivo, dictado por Lalo Constantino, guionista de TV. En cuanto empecé supe que había dado con la persona indicada. Trabajamos todo un año con él, su asistente y un grupo de alumnos. Me quedé el segundo año y me invitó a ser parte de un grupo. Éramos tres: Lalo, su asistente y yo. Nos juntábamos a pensar y desarrollar proyectos concretos. Por ejemplo, estuvimos elaborando material de “Cartas de Amor Prohibidas”, el reconocido programa radial que conducía Rolando Hanglin en radio Continental. Cuando el programa ganó el Premio Martín Fierro hubo una oferta de llevarlo a la televisión y ahí entramos nosotros. También estuvimos en un proyecto cinematográfico y en el de un reallity. Ninguno logró salir al aire o filmarse. Por lo que vi siempre es un poco así. A mí me dejó una experiencia hermosa y varios guiones escritos en la instancia del curso y del trabajo en equipo. Luego dejé el grupo porque me vine a vivir a Capital Federal y no pude acomodar mis horarios. Gracias a eso durante cuatro años estuve en el Departamento de Artes del Movimiento del IUNA (ahora UNA Universidad Nacional de las Artes), los primeros dos años como adjunta de las cátedras de Escritura Dramática y Guión y Lenguaje Visual. El titular era Edgardo Pacha Brandolino, bailarín, profesor de filosofía y uno de mis amigos más queridos. Desgraciadamente Pacha falleció en 2011 y entonces quedé como titular de ambas cátedras, hasta 2013.

 

6 —Entre las antologías en las que fuiste incluida, destaca “Animales distintos. Muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en los sesentas”, edición coordinada por Juan Carlos H. Vera, con selección, presentación y notas de Ana Franco Ortuño, Antonio Portela y Benjamín Barajas. Soy uno de los que sólo ha sabido de ella por la Red.

 

          MM —Lleva el sello de Editorial Arlequín, con apoyo de la CONACULTA y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Llegué ahí por dos vías: una, por el poeta y fotógrafo Daniel Grad, quien me recomendó a Jorge Santiago Perednik (al parecer se encargaba de la selección acá) y dos, por la escritora Andi Nachon. Ya los textos en México, hubo otra selección. Quedó explicitado en la contratapa del volumen que se procuraba “dar a conocer a poetas mexicanos en Argentina y España, a poetas argentinos en México y España y a poetas españoles en México y Argentina”.

Es una muestra impresionante: 598 páginas. La edición es preciosa. Estoy muy agradecida de estar allí y andar circulando por las bibliotecas de varios países. Es otra manera de viajar.

 

7 —¿Qué particularidades tiene el Festival Internacional VaPoesía? ¿Cuándo, dónde se desarrolla? ¿Transcribimos sus fundamentos?

 

          MM —Se desarrolla en nuestra ciudad y algunas localidades de las provincias de Buenos Aires y de Mendoza. La fecha para este año fue entre el 1 y 12 de junio, la primera semana en Mendoza y la tercera (lo pospusimos una semana) por aquí.

“Este Festival Poético está  destinado a niños, jóvenes y adultos de barrios y comunas alejadas de los centros urbanos. Haciendo eje en la responsabilidad social que tiene cada ciudadano que conforma una sociedad, creemos que los escritores no pueden estar al margen de la misma y por lo tanto pensamos una actividad en la cual los mismos, desde su labor artística, asuman la responsabilidad y el compromiso con el resto de la comunidad compartiendo su tarea para que constituya un incentivo para los niños, adolescentes y adultos que asistan a las actividades. Desde esta perspectiva es que asumimos la literatura como una herramienta de inclusión social que debe ser puesta al servicio de aquellos con menores posibilidades de acceso a estas experiencias. Llevamos artistas de nuestra comunidad y del extranjero a escuelas, centros de detención y comunidades de barrios marginales y/o en situación de vulnerabilidad. Forma parte del CORREDOR CULTURAL TRANSPOESIA, que enlaza con actividades de similares características a los países de México (Festival ABBAPALABRA) y Costa Rica (ENCUENTRO ARTE COMUNIDAD).

 

Objetivo: Esta es una actividad descentralizada que revierte la ecuación del espectador que acude a escuchar un escritor que es el protagonista, y transforma a estos niños, jóvenes y adultos en protagonistas ellos mismos de cada encuentro, recuperando su voz, su individualidad, su humanidad. El objetivo de este programa es que los alumnos puedan entablar un diálogo que los acerque a considerar la escritura como herramienta de expresión de sus sentimientos, experiencias y deseos. Los participantes verán que la actividad literaria no les está vedada y podrán y es lo deseado, formular durante los encuentros preguntas que rara vez se atrevan o tengan la oportunidad de hacer. Se buscará que se cuestionen sobre su individualidad, su sentir, sus familias, su entorno, y que vean en el escritor y en la escritura un reflejo, una oportunidad de ser escuchados.

 

La palabra  es nuestro primer medio de socialización y de comunicación con los otros, por extensión suele ser la escritura el segundo modo de expresarnos. La idea de transformar la literatura en herramienta de inclusión social va de la mano de estas ideas. Todos tenemos algo para decir. Si esto mismo nos lo dice una persona que hace de su escritura su vida, este hecho tiene un significado poderoso. Hay que crear entonces el espacio para que esto suceda. Esta actividad presupone un concepto que va de la mano de una política de integración, de no marginalidad, de oportunidad de reinserción social para cada uno de nuestros ciudadanos. Llegando a los lugares más lejanos o conflictivos, conversando con la gente en su lugar, desde su cotidianeidad, es como ampliamos los horizontes para que cada ciudadano pueda reflexionar, pueda expresarse, ampliar su horizonte y elegir mejor.”

 

8 — En tanto concluyó hace poco el VaPoesía 2015, ¿qué te parece si nos relatás cómo ha transcurrido?

 

          MM —VaPoesía es siempre una hermosa experiencia y esta edición no ha sido la excepción. En la provincia de Mendoza coordinamos actividades con la Dirección de Promoción de Derechos Humanos que depende del Ministerio de Acción Social y Derechos Humanos de la provincia, pues ellos nos brindan la posibilidad de acceder a lugares a los cuales nos sería muy difícil y hasta imposible lograrlo. Hablo de barrios en situación de alta vulnerabilidad, villas, penales, comunidades de difícil acceso geográfico. Por ejemplo, allí tuvimos una labor con pueblos originarios, principalmente huarpes, etnia de la cual desciendo por parte de mi padre (mezcla rara la mía: huarpes, andaluces y franceses), y representantes de otras que confluyeron en la ciudad, por invitación del Ministerio, como parte de su política de desarrollo. En Buenos Aires articulamos principalmente con escuelas y organizaciones sociales que trabajan en barrios carenciados. En las dos semanas que dura el festival compartimos con adolescentes, mamás, pueblos originarios, jóvenes y adultos en situación de cárcel, mayores en proceso de alfabetización, alumnos de escuelas secundarias. En todos los casos fue excelente y logramos nuestro objetivo: compartir poesía, desacralizar la figura del escritor, integrar a partir de la literatura. Como co-coordinadora de este festival el trabajo es muy diferente del que realizo para el FIP Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires. Allí la tarea es de organización y logística, y formalmente inversa: recibimos escritores de todas partes del mundo y de nuestro país, e invitamos al público a que se acerque a conocerlos.

 

9 — En 2011 fuiste becaria de la Fondation Camac, Arts et Ciences, programa de residencia de artistas, en Marnay Sur Seine, Francia.

 

          MM —El Centre d´Art Camac es una residencia para artistas en general. Yo apliqué como escritora. Fue en el mes de febrero, razón por la cual no habían muchos artistas en residencia. Éramos sólo cuatro mujeres, dos artistas plásticas irlandesas y una japonesa, y yo. El hecho de estar en un lugar únicamente con el fin de escribir, ya presupone toda una experiencia en sí misma. Llegué allí con un conjunto de poemas y volví con la génesis de un libro, que es el que acabo de publicar, “El lado oscuro del mundo”. A pesar de que  febrero en Camac, más bien es época de receso, quise alojarme durante el invierno por cierto tratamiento de la luz, la luz del invierno, tan particular en Francia. Camac está en un viejo monasterio al que le han anexado una parte nueva. Afortunadamente me alojé en una habitación situada en el viejo edificio. Todo muy melancólico y frío y gris. Pero ese es el ambiente que buscaba. En un principio, antes de llegar, tenía mis dudas sobre lo que pudiese producir allí, pues lo bucólico no es lo que más me motiva. Pero finalmente funcionó, y muy bien.

 

10 — En Cavan, una villa irlandesa de la provincia de Úlster, se realizó la Muestra “Memory and Landscape”, en la que participaste.

 

          MM — La artista plástica Marylin Gaffney me invitó a formar parte, a escribir un texto introductorio para la muestra general, y además a participar con algunos poemas. En un conjunto de veintitrés artistas fui la única escritora. Envié cuatro poemas y un video en lengua original que se proyectó el día de la inauguración. Cada trabajo dio cuenta de la transformación del paisaje cuando es atravesado por la memoria. Mis poemas toman mi propio cuerpo como paisaje, y desde ahí escribí. Fue mi primera experiencia de este tipo y la verdad es que me gratificó muchísimo.

 

11 —Has participado en Encuentros y Ferias realizadas en el exterior.

 

          MM —En México he participado de dos festivales: uno de ellos organizado desde la Academia de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, “Letras sobre la Mesa”; el otro en San Luis Potosí, el ABBAPALABRA. Este último es el festival fundador del corredor cultural del que participamos con VaPoesía. En Colombia he estado en el Festival “Luna de Locos”, de Pereira, y en el Festival PemaRio, de Barranquilla. En Costa Rica participé del Festival Arte Comunidad, organizado por la Asociación Cultural Tangente, que es parte del corredor cultural que mencioné antes. En Canadá, en el Festival International de Trois-Rivières. En El Salvador vengo de participar del Festival Internacional de Poesía Joven Amilcar Colocho. Salvo en el caso del festival organizado por la UACM, los otros festivales tienen la característica de realizar lecturas en escuelas y barrios alejados de los centros urbanos y en situación de vulnerabilidad. Como escritora supone un cambio fuerte en relación a los festivales tradicionales; el público es distinto y en pocos casos con alguna preparación desde el punto de vista de la literatura, salvo la escolar. Así es un desafío leer, pues sabés que si gusta es porque en un punto “llegaste” de verdad. Es muy enriquecedor como autor salirse de un público habituado a la lectura de poemas para entrar en territorios en donde el lenguaje es otro. Cuando viene un chico y te hace algún comentario sobre lo que leíste, yo siento que el hecho de estar allí valió doblemente cualquier esfuerzo. Lo digo en el sentido de que en muchos de estos festivales sólo tenés cubiertos los viáticos y el transporte interno, pero hay que gestionarse los tickets aéreos.

 

12 — Supe que en los últimos años te has ido imbuyendo de la obra de Angèle Vannier (1917-1980).

 

MM — La conocí a través de “Rimbaud Revue”, donde me publicaron poemas en la sección dedicada a la literatura latinoamericana. En dicha revista difundieron una selección de poemas de Angèle e inmediatamente me interesé por conocer su obra. En Argentina es imposible encontrarla, así es que en 2007, en ocasión de un viaje a Francia tomé unos días para llegar hasta su pueblo, Bazouges-la-Pérouse, situado a unos kilómetros de Rennes. Allí no sólo pude acceder a datos sobre su vida y su obra, sino que también a algunas ediciones originales. Tomé el té en su casa con quien fuera su asistente hasta el día de su muerte. Estoy traduciendo poemas y parte de su biografía.

 

13 —Tras releer lo que más me atrajo del número 6 de la revista “Plebella”, le sustraigo a Romina Freschi algunas preguntas que le formula al norteamericano Charles Bernstein, y a mi vez urdo alguna propia a partir de las respuestas: ¿Qué poetas que admires considerás que se relacionan con tu escritura y tu vida? ¿Admirás a poetas que no te gusten y te gustan otros que no admires? ¿Qué personalidades no poetas admirás y cómo se relacionan con tu vida?

 

          MM —La primera poeta es Alejandra Pizarnik, que si bien no está relacionada en forma directa ni con mi vida ni con mi obra, fue la autora que me hizo pensar que “eso” también podía ser poesía. Cabe aclarar que mi formación fue clásica, y que fuera de los textos escolares yo no tenía acceso a otro tipo de autores. Con respecto a los poetas que admiro y no me gustan y viceversa, me interesa mucho Octavio Paz, aunque dicen que era una persona tremenda, pero ¿quién soy yo para abrevar en eso? Sin ser poeta, de Heidegger se ha hablado mucho sobre su relación con el nazismo y a pesar de eso me atrae su obra. Yo prefiero, si se trata de escritores, mirar lo que cada uno escribe. Es cierto que no me agradaría estar relacionada, por más bien que escriba, con un poeta o una poeta maltratadora, mal bicho, pero tampoco con ninguna persona de ese tipo, no importa el oficio. Puedo admirar a las personas por un lado y a la poesía por otro. A veces coinciden y es hermoso. Pero si no coinciden no es tan importante para mí.

 

De los no poetas, admiro a la gente que trabaja desinteresadamente en causas humanitarias, que buscan agua y comida para otros. Admiro a quienes residen en países atravesados por la violencia, que se levantan cada día y sostienen la vida cotidiana en los mercados, las escuelas, la casa, a pesar de las balas que dicen lo contrario. Ellos me ayudan a advertir qué afortunada soy. Y admiro a los hombres de ciencia, a los que piensan el universo, como Carl Sagan y Stephen Hawking, pues me inducen a enfrascarme en la profundidad de mi propio cosmos.

 

14 —¿Qué incidencia creés que tiene la poesía en el desarrollo de la cultura de un país o de una región? ¿Que poetas sugerirías que no dejen de leer quienes están comenzando a incursionar en la poesía?

 

          MM —Creo que tendría incidencia en cuanto fuera parte de una política educativa el acceder a éste género. Lo que me parece que sí tiene incidencia es el desarrollo del hábito de la lectura. En cuanto al género en sí, es una buena manera de que el lector se repregunte sobre cuestiones que tienen que ver con su intimidad, sus deseos, su esencia, sobre todo en lugares en donde la gente está masificada, invisibilizada, y en los cuales preguntas como ¿a vos que te gustaría? o ¿cuál es tu sueño? no son formuladas por nadie, porque lo urgente no deja lugar a lo importante o porque simplemente a nadie le importa. En cuanto a la sugerencia de autores, para comenzar yo me inclinaría por autores de verso libre y con temáticas, en lo posible, locales. Hace poco, en un encuentro de poetas en el barrio de La Boca, los vecinos estaban maravillados al escuchar poemas que hablaban sobre la inundación, el puerto, el puente, imágenes con las que podían emparentarse, sentirse identificados y hacerlas propias. Pero en realidad depende de cada uno. Nunca se sabe qué puede motivar al otro. Recuerdo que una de las mejores devoluciones que he tenido en toda mi vida vino de una muchacha con cero acceso al género, y te diría casi a la literatura en general, una muchacha de campo, madre de cuatro hijos con la que coincidí en un hospital. Yo le había dejado mi primer poemario a una amiga que estaba internada y que compartía habitación con la chica en cuestión. Cuando volví al otro día me dijo que había leído mi libro y que el poema “Fotografía” (el más complicado, por diversas cuestiones) le había gustado mucho, y agregó: “No entendí nada de lo que usted quiso decir, pero sentí una cosa acá” y se pasó suavemente la mano por el pecho. ¿Qué puedo decir? El más neófito de los lectores puede sorprendernos más de lo que imaginamos.

 

15 —¿Sabrías enunciar tus propósitos poéticos?

 

          MM —No sé si llamarlo propósito porque nunca me propuse ni me propongo, salvo contadas excepciones, escribir. Puedo hablar de una pulsión que se materializa en un texto poético donde digo lo que no puedo decir de otra manera. Luego sí viene el propósito de hacer que eso que dije sea dicho de la mejor manera, de la manera más fiel lo que quise decir. Parece un trabalenguas, pero así es.

 

16 —Ricardo H. Herrera en su libro “De un día a otro”: “Empezamos corrigiendo para enmendar los descuidos de la inspiración y terminamos corrigiendo para borrar los rastros de las correcciones.” ¿Te sucede esto?

 

          MM —En el caso de los excesos de la inspiración coincido con Herrera, pero mi idea desde un primer momento es como pulir una piedra, es encontrar el poema escondido en esa maraña de palabras, unas veces más grande que otras, y sacarlo a la luz. Como el escultor que va en busca de la pieza que se oculta en el interior de la piedra. Algunas veces, muy felices,  encuentro lo que busco. También sé que corrigiendo mucho, llevando las palabras hasta el borde corro el riesgo de que no quede nada, pues bueno, será que ahí no había nada y hay que asumirlo.

 

17 — ¿En qué tipo de situaciones es más factible que des tu brazo a torcer? ¿Te cuesta, en ocasiones, explicar —o explicarte— por qué te atrae determinada cosa o asunto?

 

          MM — En ninguna situación. Me cuesta, mucho y por eso si doy el brazo a torcer me resulta más fácil hacerlo de la mano de un amigo, de una amiga, de alguien que me quiere y me cuenta por qué estoy equivocada.

          A veces me cuesta dilucidar mi atracción hacia ciertas cosas porque tienen que ver con el inconsciente o con la intuición. Esa atracción es difícil de explicar, pero sé que es genuina porque la siento. Y creo que las cosas insisten, los temas insisten porque necesitan ser tratados, porque necesitamos atravesarlos.

 

18 — ¿Dirías que te resulta descarnada, impresionante, demasiado vulgar, la expresión “Hablar sin pelos en la lengua”? ¿Sos de hablar sin pelos en la lengua?

 

          MM —No me parece una fea expresión, me parece bastante clara. Busqué el origen pero no lo encontré; en todo caso, aquel que haya tenido un pelo en la boca sabrá que es bastante incómodo hablar así. Y sí, trato de hablar sin pelos en la lengua, tratando de no lastimar a nadie, claro. Hay como una moda, una estética un poco a lo Simpson en dónde le podés decir al otro o a la otra las peores barbaridades en aras de ser franco. Yo creo que se puede ser franco o franca igual, sin necesidad de herir a nadie.

 

19 — ¿Podrías ubicar cuál fue el primer libro que elegiste para leer (no el que estaba en tu biblioteca sino el que de manera conciente elegiste leer)?

 

          MM —Fue “Príncipe y mendigo”, de Mark Twain, una versión que tenía muchos pie de página con descripciones de joyas, vestidos, salones. A mis ocho años fue agotador, pero lo leí entero. Creo que la culpa no me permitió saltearme ni una sola nota al pie…

 

20 — ¿Qué palabras te atraen sobremanera? ¿Qué palabras has evitado en tus escritos públicos?

 

          MM —No evito palabras pero sí las elijo cuidadosamente. Según la época he tenido diferente relación con ellas. De chica y hasta la adolescencia me enamoraba de una palabra y la repetía por días, hasta que quedaba vaciada de sentido y ya era otra cosa, algo de un misterio indescriptible, recién nacido. Un poco más grande, cuando me enamoraba de una palabra le armaba todo un andamiaje de otras palabras para ubicarla espacialmente. El resultado era un poema. No muy bueno, por lo general, pero me encantaba encontrarles una casa, un lugar que las retuviera, que protegiera su fragilidad. Las palabras que más me atraen cambian cada vez que escribo: son aquellas que se prestan y me asisten para decir mejor aquello que nunca podré decir de otra manera.

 

 

Marta Miranda selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

El oleaje

 

El mundo

 

la película

que te separa de él

 

El mundo:

aquello que se toca

en la orilla

                                                                 (De “El oleaje”, Nusud, 1997)

 

 

 

Fauna

 

                                                                     “No hay amor verdadero sin un pocode inocencia.”

                                                                                                       Albert Camus

 

Asomada al balcón de casa

disfruto los últimos

coletazos del verano

 

El puesto de flores

ya cerró

y en la esquina el movimiento

es agitado

travestis

taxi boys

chicos preciosos

aportan colorido

al paredón de la universidad

 

Al pasar de las horas

se han ido

han vuelto han subido a los coches

y bajado de inmediato

infinidad de veces

 

Junto con las horas

pasó la noche

y la pequeña fauna

ralea

 

En todo este tiempo

no sé si por el puesto

cerrado de flores

o qué

ninguno de nosotros

deshojó una margarita

                                                            (De “La misma piedra”, Ediciones del Dock, 2002)

 

 

 

Camina por el borde

contempla

el impecable espejo

 

Dice la nadadora:

no hay

como sumergir el cuerpo

en la superficie azul

 

En un punto preciso

se detiene y calcula la distancia

 

respira profundo

 

alza los brazos

 

Es corto el movimiento

las  piernas de la que nada

se flexionan y empujan el cemento

 

el resto cae al agua

por su propio peso

                                                                                     (De “Nadadora”, Bajo la Luna, 2008)

 

 

 

 

La que nada quiebra la superficie

en un solo segundo

se apagan todos los ruidos

 

Todo es distinto

bajo la superficie:

 

el movimiento lento

y la luz que reverbera en el fondo

mezclada con el agua

 

Imágenes de un mundo

todavía sin formarse

                                                               (De “Nadadora”, Bajo la Luna, 2008)

 

 

El río poderoso

 

En medio de la isla

sola

en una cama que no es mía

escucho la tormenta

Para amainar el miedo

trato de identificar los ruidos

prevalecen

ante todo

el chasquido potente

de la rama de los sauces

y a lo lejos

el enorme caudal

del río poderoso

 

Después de muchas horas, seca y viva

recostada en el muelle 

veo el rostro de la amiga

que se acerca en canoa

Imposible me digo

pero allí están

su sonrisa

sus bellos ojos claros

 

Luego de la alegría me cuenta

que su casa queda

frente a la mía, a pocos metros cruzando el río

 

Hubiese sido bueno saberla allí

anoche

en el momento en que un rayo sacudió la isla

cuando temía

a todo lo que no se ve

 

Miro el Paraná y calculo

son

a lo sumo unos cuarenta metros hasta la otra orilla

 

en el medio

corre calmo el río

trayendo

lo que trae

 

El río

es variable en su anchura

y así

entre las hojas

lleva y deja 

la gente que se quiere

las partes

de una misma

 

aquellos

que no veremos más

                                                              (De “El lado oscuro del mundo”, Bajo la Luna, 2015)

 

 

No recuerdo la sonrisa de mi padre

 

Aunque la enfermedad lo devoraba

siempre ponderé

la belleza de mi padre:

sus grandes ojos

sus manos alargadas

el aire irónico con que miraba el mundo

 

Desde su silla

si alguien cometía una torpeza,

cosa frecuente dado el lugar

las circunstancias,

si me miraba en esas circunstancias

sonreía calladamente

yo tomaba ese gesto como una señal de bienvenida, 

de ser parte de su mundo

 

Sin embargo

no recuerdo su sonrisa, digo,

lo material

de su sonrisa

 

¿Sus  dientes eran amarillos

o parejos?

En el recuerdo

la sensación es de felicidad

pero la imagen congelada

al mirarme

tiene  sonrisa que ofrecemos al perro abandonado

que al cruzarnos en la calle nos sigue

mueve la cola, no nos muerde

 

Creo que es suficiente

con saber que mi padre sonreía

más allá del recuerdo

para poder creer en la regla de bondad

de todas las sonrisas

de todos los perros

de todos los padres de este mundo

                                                                                                    (De “El lado oscuro del mundo”, Bajo la Luna, 2015)

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Marta Miranda y Rolando Revagliatti, 2015.

http://www.revagliatti.com.ar/050427.html

http://www.revagliatti.com.ar/031215.html

http://www.revagliatti.com.ar/991209.html

Con la poeta Liliana Ponce

Con el poeta Horacio Preler

Susana Rozas: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Susana Rozas nació el 30 de octubre de 1954 en Rosario, ciudad en la que reside, provincia de Santa Fe, la Argentina. Habiendo cursado el Profesorado en Castellano, Literatura y Latín, es Profesora Postitulada en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Rosario. Entre 1989 y 2015 ejerció la docencia en escuelas secundarias y profesorados. Impartió seminarios y presentó ponencias en instituciones y ferias del libro, coordinó talleres literarios y fue jurado en certámenes de su provincia. Ha sido traducida al catalán e incluida en antologías de la Argentina y México. Publicó las plaquetas “Astillas de poesía” y “Un resplandor de voz” así como “Caballo bifronte” (nouvelle en prosa poética, en co-autoría con Marcelo Juan Valenti, en 2003), “Polifonía” (nouvelle, en 2008), “Alternativas” (novela, en 2013); “El comienzo de la llamarada” (ensayos sobre Puig, Rulfo y Juarroz, 2009), “Laberinto de ficciones” (ensayo sobre la obra de Manuel Puig, en co-autoría con Ana María Serra, 2010); y los poemarios “Sin prólogo” (en co-autoría con Victoria Lovell, 1979), “El lado débil de la eternidad” (1993), “Las palabras no pronunciadas” (2000), “Hacer el olvido” (2015).

 

1 — En 1953, a pedido de José Portogalo, quien estaba escribiendo para el diario “Noticias Gráficas” una serie de notas, José Pedroni le describe una estampa familiar de su niñez y adolescencia. ¿Puedo requerirte a vos, Susana, que nos describas una estampa familiar de tu niñez y otra de tu adolescencia?

 

          SR —Cuando cumplí cuatro años, mis padres se mudaron a la casa propia, mi casa natal. Él tenía un bar y mi mamá se dedicaba a nosotros y a mirar cuadros. Ella  cantaba. Su madre había fallecido debido al parto. Convivíamos con mi bisabuela. El barrio fue el primer continente, el que gesta hasta la marcha de la respiración. Desde los cinco años hasta los dieciocho, estudié en una escuela religiosa. Cofradía que me transmitió el germen de lo que después sería el puente a la adultez. Fui una niña introvertida cuya alegría era compartir las siestas y los secretos con mi hermano menor. Lamentablemente falleció a sus veintinueve años, herida que no sé si cerrará. Yo no fui de hablar mucho pero sí inquieta, entiéndase que me costaba un esfuerzo sentarme a ver televisión, esa novedad. Un sábado a la tarde escuché la voz de un muchacho que decía “que por doler me duele hasta el aliento”. Era Joan Manuel Serrat entonando a Miguel Hernández. Ahí supe que me iba a dedicar a leer y escribir.

          Al lado de mi casa hubo una librería en mi adolescencia (antes era un delicioso espacio con árboles frutales); pero la librería fue la fuente de mis primeras lecturas importantes. En casa había enciclopedias, biografías y lo que la escuela pudiera sugerir. ¡Pero yo estudiaba para Perito Mercantil! Así que comencé con los españoles, el ya citado Hernández, Antonio Machado, Federico García Lorca, también Pablo Neruda y todo lo que pudiera averiguar que existía. Nacía mi espíritu de investigación. Con el tiempo supe también que, al haber concluido la secundaria, ese mundo me expulsaba a la realidad. Nunca se sabe cuál es la realidad. Sin embargo, haber elegido la enseñanza con adolescentes, me pareció uno de los logros más valiosos, educar y aprender continuamente. Así que mi universo de lecturas nocturnas nunca se fue, transmutó, se flexibilizó, se expandió. Allí sigo, está en mí. La vida también me sorprendió ya que aunque no tengo un temperamento gregario, me sugirió un destino nómade. Me he mudado veintidós veces; y desde 2002 estoy asentada. Con respecto a mi casa natal, mis padres la vendieron en 1978. No puedo regresar y un espejismo me muestra que entonces era feliz, tema espléndidamente tratado por Marcel Proust en “El tiempo recobrado”.

 

2 — ¿Cuáles fueron las marcas dominantes, positivas y negativas, del período de tu formación?

 

          SR —El  profesorado me dio lo que estaba necesitando, que era “método”. Un método desde donde arribar la literatura. Antes había estudiado Relaciones Públicas, es decir, siempre las lecturas, los libros entraban en el territorio del placer. Y eso continúa. Ejercer la docencia me instruyó en esa patología que trae la denominada vocación; en mí se reveló después de estar ejerciendo. Los estudios posteriores me permitieron categorizar, priorizar, poder ver los universos que convergen en la palabra. Las ramificaciones, los rizomas bibliográficos se expandieron, fue un enriquecimiento. Alcanzar desde otros lados las  palabras. Así fue como, en algún momento, trabajé en la Escuela de Orientación Lacaniana, motivando a los pacientes desde el área escritural. En 2009 me llamaron de la Facultad de Psicología para formar parte de un grupo cuya investigación se centraba En el nombre del padre; por supuesto, mis aportes siempre estuvieron enmarcados dentro del espacio de lo literario. Exploré la paternidad en “Pedro Páramo” de Juan Rulfo; la novela ofrece frondoso material, debido a la categorización de los hijos, especialmente la orfandad. Luego, busqué modelos más actuales y con respecto a la ausencia del padre, llegué a Manuel Puig [1932-1990] y “La traición de Rita Hayworth”. Escribí algunas ponencias relacionadas con el entorno político de la Argentina. Y me relacioné con una profesora que me propuso asociarnos para el análisis de las ocho novelas de Puig. No se puede obviar que “Pubis angelical” es la primera novela feminista. Concluida la elaboración, publicamos el volumen “Laberinto de ficciones”. Un mundo mágico y glamoroso.

No sé si hay marcas negativas, sé que nunca tomé examen si no era a carpeta abierta; me interesa que los alumnos (especialmente en el terciario, donde se preparan para ser profesores) sean capaces de razonar y de crear.

 

3 — Ni lo que solemos denominar “performances”, ni la actuación teatral, ni la locución, te son ajenas.

 

SR —Bueno, estos terrenos que encubren la exposición del cuerpo más que la letra escrita donde nos escondemos, me han ofrecido experiencias diversas, situaciones dispares. Cuando hice una prueba para actuar en “Saverio, el cruel”, de Roberto Arlt, me fue fabuloso. Aclaro que no soy buena actriz, sólo puedo hacer de mujer cruel. Lo que me resultó extraño a cualquier vivencia, fue la adrenalina con que se vive en el ambiente teatral. Hacíamos dos funciones los sábados. Fue maravilloso. Cuando comenzaron a superponerse las fechas, los horarios de ensayos con los exámenes, dejé el teatro y seguí estudiando.

En cuanto a la radio, trabajé como locutora publicitaria, pasando las tandas. Así era antes del auge de las FM. Había que hablar muy bien, saber coordinar el tono correcto. Nada de improvisar. Tiempo después tuve un programa en FM sobre temas de la cultura, y ya en 2004 acompañé al poeta Armando Raúl Santillán con un  bloque que iba los jueves, efectuando algún reportaje. Me reencontré con Juan José Hernández [1931-2007], con quien había estado unos años antes en su departamento. Siento una profunda admiración por su obra; por trabajar con la parodia y la ironía de forma refinada, elegante. Cuando le comenté que enseñábamos literatura en 2º año con cuentos suyos, se horrorizó entre risas: “¿Cómo pueden hacerle leer mis cuentos a un adolescente?”. De esa etapa guardo recuerdos fuertes; y una foto de J. J. Hernández y Alejandra Pizarnik cuando reciben el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires: ella en poesía y él por sus relatos. La radio es un medio magnífico y la relación que se va estrechando con el micrófono permite un modo de expresión: soltar la voz con vida propia.

 

Con respecto a las performances, fue el principio de todo este recorrido, aún antes de publicar un poemario. Habíamos formado un grupo que llamamos Ixión. Éramos cuatro poetas (jovencísimos): tres compañeras del profesorado (de ahí el nombre hallado en el diccionario de latín) y un estudiante de psicología (todos nos recibimos); había una acompañante en flauta y Carlos Luchesse, que se convertiría en el mejor percusionista de mi ciudad. Recitábamos poemas con melodías adecuadas al texto. Lo más importante, sin embargo, fueron otros detalles: el montaje y habernos presentado el día en que Jorge Rafael Videla visitó Rosario, a causa del Mundial ’78. Habíamos provisto la sala (en un teatro) con candelabros de latón y velas, no usamos electricidad; detrás del escenario hervía una olla con eucaliptos —no se comercializaba el sahumerio—, y recibíamos al público con copas de vino. Un ambiente donde se despertaban los sentidos y se homenajeaba la poesía. Presentamos ese espectáculo, “Permeón, el camino de la poesía”, unos meses después en la Sala de la Pequeña Muestra, que pertenecía a Armando R. Santillán. Años después, con la artista plástica Marta Greiner realizamos una performance, “Poesía de lo efímero”, donde también nos acompañó Carlos Luchesse, coincidencias que nos regala la vida. Con una caja de luz donde depositábamos poemas, todo en un papel de transparencias dando ilusión por lo sutil. El sonido era suave, hecho con metales. También estuvo Marcelo Juan Valenti y el dibujante Max Cachimba. Al año siguiente, Marcelo y yo presentamos de ese modo nuestra novela a cuatro manos: “Caballo bifronte”. En cuanto a una performance titulada “Donde crece el silencio”, participamos dos poetas. Aquí el eje estaba puesto en lo visual, la ropa, los objetos. Guitarra de Carlos Casaza y un homenaje central en rojo y algo de negro hacia García Lorca, de parte de mi compañera, y por mi lado, a Miguel Hernández. Eso sucedió en 1983.

Las performances me dan mucho placer; es más: intento eso cuando presento los libros. La más parecida a una producción de esa índole fue la realizada por “Laberinto de ficciones”. Respetando la época en donde se plasma especialmente la literatura de Puig y los años dorados de Hollywood, la poeta Clara Rebotaro, quien me acompañó, lució un traje varonil blanco y corbata, tipo Marlene Dietrich y, por mi parte, intenté una Hedy Lamarr. La sala tenía arreglo para cine y Leandro Arteaga proyectó fragmentos de “Gilda” (Rita Hayworth), “El beso de la mujer araña”, un reportaje a Manuel Puig y una escena de la obra del chileno José Donoso [1925-1996], “El lugar sin límites”. Al público que llegaba se le regalaba un lápiz labial (por “Boquitas pintadas”) y una copa de licor (rojos y verdes). La música fue la recopilación de tangos y boleros que Puig intercala en los capítulos de sus obras, y también de la canción “La distancia” interpretada por el brasileño Roberto Carlos, ya que es el fondo donde se sitúa su novela “Sangre de amor correspondido”. Clara Rebotaro fue invitada para hablar acerca de las locuciones y giros cotidianos propios de esa época, ya que es contemporánea a Puig. La presentación se produjo entre las diez y las trece horas de un sábado; el impacto entre el ambiente y el mediodía rosarino fue portentoso. Una nota que reproduje en el blog de “La anémona vidente”, realizada por la periodista Eleonora Marín, da constancia de este hecho. Te cuento que tanto Clara como yo nunca nos informamos sobre el atuendo. Una vez más Roberto Juarroz se me presentó por su frase: “El azar es siempre una mano más segura.”

 

4 — Fuiste seleccionada en un concurso de Afiches por los Derechos de la Mujer. Pintás, creo. Y has expuesto Arte Correo.

 

          SR —Sí, en 1997 hasta el ‘99 inclusive, tomé clases de dibujo y pintura con pastel. Una gran sorpresa, porque no se usan pinceles, los dedos hacen todo. Trabajé mucho y me gustaba, un día el profesor trajo la invitación a participar en el concurso de Afiches. También fue él quien envío los trabajos. Sólo éramos dos alumnos. Los docentes hacemos esas cosas, como alumna no lo hubiera presentado nunca. No gané, pero haber sido seleccionada me conmovió.

Ahora, este año estoy pintando con óleos y siempre acrílico; soy mejor dibujando. Todo esto que hago es como mail art. Empecé cuando Marcelo Juan Valenti me trajo una propuesta, a partir de cómo a cada uno le resonara el título “La condesa sangrienta”. Me entusiasmó, recuerdo haber hecho lágrimas de sangre con pétalos de malvón. Se envía por correo…, así que el original se fue pero eso no importa, lo que sinceramente vale es estar produciendo sin palabras, un recreo. En 2010 me llegó el catálogo de la Tercera Edición Bienal de Poesía Experimental de Euskadi. Y luego, varios de exposiciones. Lo mágico es que, por lo menos en mi caso, ni bien llevo el sobre al correo ya está, lo disfruté. Me encanta el collage y creo que aprendí en este tiempo.

Otra de las bifurcaciones fue trabajar con objetos intervenidos; hice varios, pero el que más me estimuló y cuyo resultado me satisfizo fue una convocatoria titulada “Corpiños”. Me valí de uno de una amiga; más bien grande, lo decoré con hojas, flores y bastante pintura, desde las más ingenuas, pasando por el dorado y arribar al otoño. Lo titulé “La edades de Clara-Eva”.

También adopto las mixturas con la literatura, y de esa manera, en 2006 he hecho plaquetas, un tríptico que se llamó “Biografía”, en sobres artesanales estampados entre hojas y flores del herbario y tinta, difundiendo una prosa poética. Lo hice en adhesión al Segundo Congreso de Poesía Latinoamericana, organizado por René Villar, en Mar del Plata.

 

5 — Participaste, cuatro años después, en el XIV Encuentro Internacional de Poetas en la ciudad de Zamora, Michoacán, México.

 

          SR —Una experiencia brillante e inesperada. Viajé junto al poeta Gustavo Tisocco. Nunca había participado fuera del país y me sorprendió la camaradería que se produce entre los poetas en esa convivencia, no sólo literaria sino que surgieron espontáneas coincidencias, expectativas. El nivel de los poetas latinoamericanos, en esa oportunidad, fue muy elevada. Conocer parte de México, maravilloso. El color y la historia penetran en el ánimo, pude escribir. Se impusieron otros parámetros y modalidades, el humor y las canciones. En un marco distendido, la disposición de Roberto Reséndiz Carmona, el organizador del evento, fue ideal. En los días en que me alojé en el Distrito Federal, vino a visitarme la poeta Carmen Amato, con quien nos conocimos en Mar del Plata con motivo del Primer Encuentro Latinoamericano de Poesía. Ella me llevó a conocer Cuernavaca, y fue así que paseamos por el Jardín Borda. Le dije:“Acá voy a presentar el libro sobre Manuel Puig”, y en efecto, allí en 2011 presenté “Laberinto de ficciones”. Por cierto, lo más significativo es que aún se conservan algunas admiraciones y amistades. Eso es impagable.

 

6 — En co-autoría con Maira Máscolo, en 2010, se difunde “Interiores”, narrativa en CD. ¿Prevén editarlo en soporte papel? ¿A qué interiores aluden?

 

          SR —El CD está conformado por dos partes. La primera se llama “Interiores” y consta de cuatro cuentos y un tango de Maira Máscolo, con prólogo mío. Y esos interiores aluden a lo más turbio de la personalidad. Mi sección, titulada “El pentágono de Bajtín”, son cinco cuentos unidos por la teoría crítica del lenguaje, el planteamiento de Mijaíl Bajtín [1895-1975]:"Hablamos con nuestra ideología (nuestra colección de lenguajes, de palabras cargadas con valores)”. Son ficciones concebidas con delectación, desde ese dicho: somos lo que leemos. No hay proyecto para llevarlo al papel, quedó todo ahí, surgió espontáneamente y el trabajo dual fue más que satisfactorio, pero ya está.

 

7 — Eduardo D’Anna es el autor —estudio y prólogo— de “Capital de nada. Una historia literaria de Rosario (1801-2000)” (Editorial Identydad, 316 páginas, 2007), en el que has sido incluida.

 

SR —Para mí fue una sorpresa recibir la invitación para la presentación de este volumen que trasunta una investigación concienzuda, comprometida, respecto a publicaciones de mi ciudad. Transcribo de la contratapa: “Más de 500 nombres y referencias a más de 2000 obras literarias constituyen el contenido de este libro, de consulta indispensable para cualquier interesado en la cultura de Rosario”.

 

8 — Otra propuesta se materializó en otro volumen, en 2008, y de ella sos la compiladora y prologuista: “Hybris”, poesía póstuma de René Villar (1964-2008).

 

          SR —En 2004, cuando viajé a Mar del Plata para participar en la Marathónica, cuyo lema era “Cuando cese la noche”, línea de César Vallejo, conocí a René Villar e inmediatamente nos unimos como pareja. Me interesó de una manera recóndita su concepción poética: su elaboración para ser dicho el poema, su plasmación para la lectura individual. Su muerte fue rápida, enigmática y radical en mi vida. Generador de tantos espacios artísticos, y que tenía editado un sólo poemario: “El canto de la mujerosa”, que prologué con un texto denominado “Funámbulo de la palabra”. Teníamos como proyecto armar una editorial —“Del pasaje”—, y estaba en edición mi nouvelle “Polifonía”. El impacto de su ausencia me hizo olvidar todo, llegó el libro y dejé que quede así, sin presentación.

 

Entonces una fortaleza mágica, quizás, me llevó a empeñarme en buscar sus plaquetas. En Rosario él había ofrecido un recital llamado “Hybris”, con exposición de poemas objetos escritos, y trabajos con pinturas y collages realizados por él en tan sólo un mes. Armé un volumen y lo titulé como a su presentación, lo prologué. Ahora, han pasado siete años y puedo hablar de esto. El tiempo cercano a su muerte fue impregnado por la dolencia (que siempre resulta impotente y creemos infinita) y no tuve la fuerza de espíritu para asumirlo de inmediato. “Hybris” está agotado; ya ronda la idea de la segunda edición ampliada. Hay algunos amigos que tienen otras plaquetas de las que él colocaba en cada mesa de los ámbitos públicos de lectura y estoy efectuando una nueva recopilación. Este año pude publicar “Hacer el olvido”, un largo lamento a su ausencia. La Fundación de Poetas continúa con sede en la bonaerense ciudad de Mar de Ajó, y todos los noviembres se realiza una Marathónica. También mantuve la revista virtual de Villar, “La Anémona Vidente”, durante dos años, desde el 2008. Y esta labor me pareció determinar un territorio entre Villar y yo.

          Como una cierta vuelta al inicio de lo que voy trasmitiendo, me agradaría compartir un breve texto de Marguerite Yourcenar, que incorporé en la contratapa de “Las palabras no pronunciadas”: “He soñado mis sueños; no pretendo que sean más que sueños. Me guardé muy bien de hacer de la verdad un ídolo, prefiriendo dejarle su nombre más humilde de exactitud. Mis triunfos y mis riesgos no son los que se cree; existen glorias distintas de la gloria y hogueras distintas de la hoguera. He llegado casi a desconfiar de las palabras. Moriré un poco menos necio de lo que nací”.

 

9 — ¿Hay por allí algún libro que preveas editar?

 

          SR —No lo hay. En realidad, nunca preparo un libro y espero. Viene la oportunidad y extraigo de la computadora lo que ya está corregido. Tengo pendiente un volumen de cuentos desde 1993, con varios intentos fallidos. Estoy elaborando una ponencia sobre “La carta como recurso de estilo”. Y se está extendiendo porque en mis lecturas va apareciendo cada vez más bibliografía para aportar. Lo aplico en el Taller con mis alumnos —cuyas edades van desde los quince a los sesenta años— y escucho sus opiniones y observaciones.

 

10 — Has ido mencionando a un poeta —y también galerista— santafesino al que has tratado, imagino, bastante: Armando Raúl Santillán (1929-2013). ¿Quisieras ofrecernos una semblanza de él y de su poética?

 

          SR —Sí, ha sido una amistad de cuatro décadas, alimentada lentamente. Armando fue una persona muy importante en la cultura de la ciudad, por sus conocimientos, sus contactos, su gusto. Estaba en todo evento, no sólo de literatura y pintura. Hemos compartidos lecturas, películas, música y también domingos en casa de Clara Rebotaro. A su galería se acercaban toda índole de artistas: Marco Denevi y Ernesto Sábato, entre los narradores más reconocidos; Pedro Giacaglia y los plásticos y escritores de Rosario. Esencialmente era un difusor y un compañero para la conversación y el intercambio de opiniones.

De su poética puedo acercarme con sus propias palabras, los últimos versos de “Poema con perfil nunca elaborado”: “Ahora marcho a decir por esta aurora, / no me arranquen el temor/ de lo vivido, no me duelan la injusticia/ de lo amado. / Que llovizne/ sembrando con mis manos/ los secos brotes de malvones,/ sobre la casa triste,/ que nunca pudo superar/ mi infancia.” Así lo evoco. Y lo extraño.

 

11 — ¿Qué alternativas muestra u ofrece tu “Alternativas”?...

 

          SR — Es una novela breve cuyo tema fundamental es la crisis de los cincuenta años en dos hombres. El título juega con la polisemia que depara el vocablo, ya que se refiere a las posibilidades de seguir o quebrar caminos. Uno de los personajes pasa de ser un psicólogo ortodoxo a implementar medicinas “alternativas”. Y entre otras ramificaciones, la nostalgia de los años juveniles.

 

12 — ¿Artistas plásticos, cineastas, narradores?

 

          SR — Siempre estoy cercana a las artes plásticas, recorro museos, estudio un poco; pero fundamentalmente es como una herramienta en mis clases de escritura. Hay cuadros que cuentan historias, otros que derraman pinceladas de sentidos. La imagen es un motivador desmesurado. Para nombrar alguno, más allá de los clásicos, ahora estoy trabajando con cuadros de Edward Hopper. Fijate, Rolando, que “casualmente” una de sus pinturas inspiró la casa de “Psicosis”. ¿Ves?, esa película de Alfred Hitchcock la he visto innumerables veces. (De chica me había enamorado de los cuadros de Utrillo y creo que de él también. Fue la primera biografía que leí.) He tomado pequeños cursos de cine, nada más que para aprender, y tengo un listado variopinto de films que me atraen: cito uno:“Los sueños” de Akira Kurosawa. También elijo las películas por las actuaciones: Daniel Day-Lewis me parece el más maleable de los actores. Me entusiasma lo que hace Rebecca Miller (esposa de Day-Lewis e hija de Arthur Miller y la fotógrafa Inge Morath), guionista y directora de cine, actriz, pintora y novelista.

Fui formada en literatura latinoamericana y mis trabajos finales en cada carrera han sido sobre Juan Rulfo y luego Juan Carlos Onetti (quien me enseñó el uso de la adjetivación comprometida con el texto). Pero más allá de Faulkner, Henry James, Milán Kundera, Yourcenar, Roberto Bolaño, Yasunari Kawabata, que están dentro de mi categoría de relecturas, los últimos descubrimientos fueron, apenas por nombrar a algunos, Irène Nemirovsky, J.M. Coetzee, Alessandro Baricco, Sándor Márai, Doris Lessing.

 

          13 — En 2005 dictaste un seminario, “Imposturas de las tramas”, sobre la obra de la gran Silvina Ocampo (1903-1993) en el Centro Cultural “Villa Victoria Ocampo” de la ciudad de Mar del Plata. ¿Cuál fue tu enfoque, los ejes principales?

 

SR —El grupo estaba integrado por escritoras. Participaban la poeta de México que ya nombré, Carmen Amato, y Leticia Ruíz, de Puerto Rico. Para ellas, Silvina —de quien sólo me aboqué a su obra narrativa— era una novedad reveladora, y terminado el curso fueron a las librerías a buscarla. La idea de elaborar un trayecto con respecto a la extensa y heterogénea producción de Silvina Ocampo, surgió de la necesidad de articular los conocimientos que se podían transmitir, ya que la autora innovó desde el ámbito semántico tanto como desde la estructura formalista. Si algo justifica su vigencia es la perdurable gravitación que poseen para la imaginación infantil las voces que cuentan los cuentos. Esto acerca al relato con sus raíces populares para encontrar una sintaxis más próxima a la del sueño y del recuerdo que a la linealidad del discurso comunicativo.

          Me basé en el artículo “Tesis sobre el cuento” de Ricardo Piglia: Primera Tesis: Un cuento siempre cuenta dos historias. “El cuento clásico narra en primer plano la historia 1 y  construye en secreto la 2.” Segunda Tesis: “La historia secreta es la clave de la forma del cuento y de sus variantes. ”El eje fue desprendiendo otras ramificaciones, como la inclusión de lo kitsch, la evolución y desdoblamiento de los narradores en el mismo texto, el corte social, la perversión en la infancia. Nos valimos, además, del ensayo “Sobre los recuerdos encubridores” de Sigmund Freud. Los textos analizados de la Ocampo fueron: “Cielo de claraboyas”, “El impostor” y “Las fotografías”. Y concluyo esta respuesta con una frase de Silvina que me impacta: “No queremos a las personas por lo que son, sino por lo que nos obligan a ser.”

 

14 — Fritz Perls, entiendo, es el autor de la oración de la Gestalt: “Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo./ No estoy en este mundo para llenar tus expectativas./ Y tú no estás en este mundo para llenar las mías./ Tú eres tú y yo soy yo./ Y si por casualidad nos encontramos es hermoso./ Si no, no puede remediarse.” ¿Comentarios... o, acaso, una “oración” de tu autoría?

 

          SR — Como expresé en renglones anteriores, mi acercamiento al pensamiento de Mijaíl Bajtín me hace comprender que somos una cadena de voces, nada es tan personal. No puedo adjudicarme ningún pensamiento propio, lo que es propio es el modo en que la experiencia nos lleva a producir.

 

15 — ¿Cómo afecta tu obra el mundo de los sueños? ¿Tomás prestado o trasponés el contenido de tus sueños o ensoñaciones a la literatura?

 

          SR —El mundo de los sueños es el germen de la mayoría de los cuentos y prosas poéticas, es algo tan inconsciente que el mecanismo se me escapa, pero no lo sabría traspasar sin filtrarlo por la literaturidad que da la escritura. Lo más atrayente es la función estética que indulgentemente aporta. El estallido inimaginable de sinestésicas emociones.

 

16 — ¿Te sentís vinculada a la estética de una generación o grupo literario?

 

          SR —Realmente no; quizás otros al leerme encuentren afinidades porque los autores tenemos la posibilidad de cambiar permanentemente; los grandes que han marcado camino nos han legado un estilo, una ruta necesaria para la formación en nuestra condición de lectores. En un comienzo atino a entrever una adhesión a la poética setentista con el verso libre y una protesta camuflada en mi caso, pero luego vinieron otros descubrimientos y en la actualidad me apoyo en mis textos para partir de allí y alumbrar otras voces.

 

17 — ¿Cómo juzgar la autenticidad de un poema? ¿Cómo juzgar la validez de un poema?

 

          SR — Entiendo que el arte poético tiene alguna normativa, especialmente en el ritmo y la estructura. Hay poemas que son buenos y a veces no logran conmoverme, porque les falta la pulsión, el desprendimiento del autor. El dejar todo allí. Al trabajo, al oficio hay que sumarle el misterio. Y a la manifestación volcada desmesuradamente hay que atraparla con la estructura que corresponde a cada argumento.

 

 

Susana Rozas selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

 

De la serie inédita “Enramadas”

 

I

 

Vuelvo en un despojado espejismo

         con tu linaje de silencio

       con la confesión del paraíso y el ciprés

         —los árboles pregoneros de infancias—.

Así

 sentada en la umbría viudez de las esperas

 sé que estás     viva

      en el rostro somnoliento

      de mis devotos insomnios.

…………………………..

Como un campanario del cementerio

evocado en otros campos.

 

 

*

II

 

Trajo el vientre en el poema

sin voz ni sangre desperdiciada,

indiferente a Dios,

advirtiendo en un crepúsculo

una obra

una oración

            una perenne orfandad

 

              sin arrojo

               para develar secretos

                quirománticos futuros;

 después                                       

                           nosotras los  concebimos.

 

 

*

III

 

Una entelequia         era quedarte

por eso elegiste la muerte

sólo una metáfora abierta

en el vientre,

en la herencia zodiacal

de nuestras mujeres.

 

Te busqué,

sin elevar la voz

sabiendo que tu olor

de misteriosa desolación

y tiempo esclavizado

me encontraría

descubriéndote en la música

que volabas cada mañana.

e ingenuamente

te sobrevivió.

 

*

IV

 

Juntábamos hojas

para guardar en los libros

en ese otoño indestructible

de sus manos

—venas del color de

mi ropa de estudiante—;

voz apagada de ramas

de tierra y lenguaje parco.

………….

Ella tenía su propia Pascua

como una vestal de fuego

consagrada a la continuidad

de estas sacerdotisas

que multiplicamos ramas.

………………………..

Juntábamos hojas

diametrales en el piso

para indicar el otoño perdurable,

en que nos cubríamos

de adolescencia     y senectud.

 

*

V

 

La abuela

dormía cubierta entre las gasas negras

de sus faldas;

las mías, de colores

prorrogaban entre las almohadas y los pañuelos que

cabalísticamente o por costumbre,

permanecían allí.

 

Pañuelos cerca de las manos

debajo de las almohadas

para que las urgencias del sueño

nos encontraran provistas de armas

de tela batista, bordadas, empuntilladas.

 

Y nuestras espaldas

beligerantemente impasibles

se miraban

desde el territorio

propio y finito

de  cada cama, cada suspiro       y un sino

bailoteando en los mosaicos encerados.

 

*

VI

 

Una suerte de chubasco

atormentado y quieto

como un arco iris del siglo pasado.

 

La clave que rememora

Tu llegada

Igual a una estación derrumbada

de cronología.

 

Sólo lo revive

la impasible zona de silencios con música

esparcida

en  la alfombra

al amparo

detrás de la puerta /  siempre allí

inmaterial y constante.

 

 

*

VII

 

Ella está en el cuarto aséptico

desmemoriado de blancura

destejiendo el crochet

que improvisa

con la mirada en la hospitalaria hiedra

construyendo una variedad turbia

desde donde nos abandona

en una cronología apócrifa.

…..

Ella está entramando

la historia oscilante

donde nos transforma en abalorios

en hilos y olvidos.

….

Ella teje otra forma

para apartarnos doloridos o inocentes.

Nos excluimos

acariciando sus manos

que pierden músicas, letanías,

dejándonos el aroma como una maldita

y certera brújula que nos indica

dónde quedará,

                              habitante de la misma piel.

 

Acariciamos sus manos

que van deshilando

nuestros años; viaje inmemorial donde nos perdemos:

esa piel que nos quema al tacto

la misma que nos dio la bienvenida;

esa piel que forma  parte de la nuestra…

despedida queda, mansa con la imposibilidad de rescatarla, ya de arena,

de humo, de agua.

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las Ciudades de Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros, octubre de 2015.

http://www.revagliatti.com.ar/010919_pub.html

http://www.revagliatti.com.ar/011114.html

con René Villar

con Clara Rebottaro

Héctor Freire: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Héctor Freire nació el 10 de diciembre de 1953 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Es Profesor en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Recibió el Premio y la Beca a la Investigación Literaria Ciclo 2003, otorgada por el Fondo Nacional de las Artes, por su proyecto “Poesía Buenos Aires (1980 / 1990)”. Ha sido fundador de la Primera Escuela Literaria del Teatro IFT (“Idisher Folks Teater”), jurado del Fondo Nacional de las Artes (género ensayo), jefe de redacción de la Revista de Poesía “Barataria”, así como de la Revista Cultural “La Pecera” (Mar del Plata) y director de la Revista de Cultura “Rizoma”. Forma parte del consejo de redacción de la Revista “Topía” (Psicoanálisis, Sociedad y Cultura), además de ser el responsable de la sección Arte y Cine. Lo es también de las secciones Arte y Erotismo de la revista virtualwww.elpsicoanalitico.com.ar. Es integrante fundador del Grupo de Investigación (filosofía, arte y psicoanálisis) Magma y secretario de la ONG del mismo nombre, y fue el compilador junto a Yago Franco y Miguel Loreti del volumen “Insignificancia y autonomía (debates a partir de Cornelius Castoriadis)”. Seleccionó y prologó la antología “El cine y la poesía argentina” (Ediciones en Danza, 2011). En el género ensayo publicó “Literatura y cine, uso del video en el aula” (en co-autoría con Maximiliano González Jewkes, 1997), “Sostiene Tabucchi (todo es una película)” (en co-autoría con Roberto Ferro, Maximiliano González Jewkes y Ana Paruolo, 2000), “De cine somos (críticas y miradas desde el arte)” (2007), “El cine en su laberinto: literatura, pintura y sociedad” (2009), “Cine en tiempos de insignificancia” (2013). Entre 1994-2014 formó parte del grupo de docentes-capacitadores del CEPA (Escuela de Capacitación Docente. Pedagogías de Anticipación), dependiente de la Secretaría de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Poemas de su autoría han sido incluidos en las antologías “De la utopía al compromiso” (1988), “La poesía del siglo XX en Argentina” (Colección Visor de Poesía, Madrid, España, 2010), “Muestra 18 poetas argentinos” (2014), “Muerte” (2015), “Poesía de pensamiento. Una antología de poesía argentina” (Editorial Endymion, Madrid, España, agosto 2015). Publicó los poemarios “Quipus” (en co-autoría con Patricio Sabsay y Daniel Calmels, 1981), “Des-Nudos” (en co-autoría con Daniel Calmels, 1984), “Voces en el sueño de la piedra” (1991), “Poética del tiempo” (Grafiti, Montevideo, Uruguay,1997), “Motivos en color de perecer” (2003; Premio Fondo Nacional de las Artes), “Satori” (2010; con segunda edición, castellano-francés, en 2013).

 

1 — Uno de los tres narradores de la magnífica novela “La pista de hielo” de Roberto Bolaño, dice: “Las calles estaban luminosas, como las calles que uno identifica, a veces, con la infancia, y pese a que aquel fue un verano caluroso…” ¿Qué calles —o plazas o salas cinematográficas o…— identificás con tu infancia?

 

          HF —Creo que la infancia junto al lenguaje son “la patria” del poeta. Y teniendo en cuenta que la infancia es hiperbólica y exagerada, ya que está atravesada por la memoria, me hace acordar a la metáfora que utilizaba Federico Fellini al respecto, y que para él es fundamental en el proceso creador de un artista: la figura de un inmenso transatlántico sumergido en la oscuridad del fondo del mar. Que de vez en cuando manda alguna lucecita a la superficie. No es casual que ese inmenso transatlántico aparezca muchísimos años después en su famoso film “Amarcord” (que en dialecto quiere decir “yo me acuerdo”). Muchos de mis poemas surgen de esas “epifanías” provenientes de la lejana y a la vez próxima infancia. El barrio, las calles que rodean al Parque Lezama, el patio de la casa grande con sus helechos y jazmines, y en especial la presencia de mi abuela materna, aparecen muy a menudo en mis textos. Además, fue mi abuela la que me regaló mi primera máquina de escribir. En este sentido, creo que la poesía como la infancia, tienen una cualidad estática y estética propia. Su presente es la extensión del pasado, de la memoria. Sin tiempo, me sigo preguntando ¿qué fue de las caricias de mi madre?, de la dulce música de las siestas en verano? Es como si solamente hubiésemos aprendido a olvidar. Sin embargo, es extraño que esas imágenes sigan habitando el recuerdo: lo imposible es cierto. Así es el recuerdo: “olvido habitado”. Un espectáculo que aparta lo físico de lo real. El resultado, simulacro y representación: poesía. ¿El lugar donde se guarda lo que fuimos? ¿Lo que alguna vez fue nuestro?

Y entonces ese barco del que hablaba Fellini, hoy navega a través de los poemas, por los rincones de la vieja casa, perdido y sin tripulantes, alterando el equilibrio interior de nuestros sueños. Ajeno a la velocidad de la vida actual, se siente protegido en su viaje doméstico hacia ninguna parte, porque lo esencial es navegar, seguir escribiendo. Las mismas habitaciones, los mismos seres, las mismas puertas que dan a distintos puertos. La prisa en el retraso que persiste: nunca ha llegado, porque nunca ha partido. ¿O es que sólo se viaja para regresar? Éxodo, destierro, exilio. Infancia-Poesía: movilidad en la fijeza. Entonces ese barco, vuelve exótico lo que nos es más familiar. Hay un poema de mi libro “Poética del tiempo”, llamado “Nocturno”, que en los versos finales sintetiza esta idea:

 

Ahora los sentimientos y los sueños/ de los días nuestros llegan al antiguo patio/

como húmedos pasos para recordarnos/ que no sabíamos, ni sabemos aún qué decir/

acerca de la muerte.

“—¿Dónde estábamos?—” Preguntó mi hermano/ que todavía no había nacido./

“—En ninguna parte—”,contestó la abuela/ que ya había muerto,/ pasando una ramita de albahaca fresca/ sobre los ojos secos de los helechos.

 

El recuerdo torna circular al tiempo, la infancia no es el pasado, sino su interpretación. La captura de esos instantes luminosos plasmados en la escritura poética, es lo que dura. Y ésta, creo, es la “lógica” de la poesía y su relación con mi infancia: en la superficie de su profundidad, el tiempo se hace humano. Un raro instante de emoción que huye. En ese sentido, la poesía entre lo que huye, permanece. Y donde lo insólito, lo extraño nace de lo común. La infancia, la poesía, concentra así lo eterno en lo fugaz. Madura la mirada: da peso a la levedad y gravedad a lo pequeño. Confronta y a la vez desliza una intuición: no juzga, trata de comprender. Trata de “cazar fantasmas” con palabras. La poesía quizás, no sea más que la mirada de ese niño solo, sobrepasado por lo que le rodea.

En cuanto a mi primera experiencia cinematográfica: recuerdo dos, la “local”, cuando íbamos con los amigos del barrio a ver los sábados o los domingos a la tarde, dos o tres films seguidos. Varios géneros por el mismo precio: westerns, aventuras, de terror (los cuentos de Edgar Allan Poe llevados al cine). Y la otra experiencia inolvidable e irrepetible, cuando mi padre me llevó por primera vez al centro, la sala Gran Rex, el Metro, el cine Ópera, y las salas de la calle Lavalle. ¡¡¡Qué maravilla!!!, haber visto en pantalla gigante “Lawrence de Arabia” del director David Lean, “Espartaco”, del genial Stanley Kubrick, y más adelante en la escuela secundaria, guiados por la profesora de inglés, “2001, Odisea del espacio”, del mismo director. Film que transformó el marco de referencia de un género —la ciencia ficción— que se convertiría en uno de los pilares de la industria durante las siguientes décadas. Pero toda esa cuestión la entendí muchos años después, cuando me dediqué a estudiar e investigar historia y crítica de cine. Sin embargo, todavía hoy, en los distintos cursos de cine que dicto, nos sigue sorprendiendo: el célebre y enigmático símbolo del monolito, el prólogo del film con el mono arrojando el hueso que se transformará en segundos en una nave espacial. Quizá una de las escenas más logradas y sintéticas de la historia del cine. Lamentablemente, hoy hay en el cine una masiva industrialización de la visión, en detrimento de la construcción de una mirada. En el cine actual (el de los efectos especiales) no hay tiempo para el suspenso, en él solo puede haber sorpresa. Se privilegia el accidente en lugar de la substancia duradera del mensaje.

Esas experiencias, fueron como trazar un círculo poético que produce tranquilidad ante la inmensidad de lo desconocido. Esa sensación que todavía sigo sintiendo, como un estado de ánimo luminoso, cada vez que vuelvo a ver los films de Fellini o Kurosawa. También al releer un poema de Pessoa, de César Vallejo, o de algún cuento de Borges.

 

2 — ¿Cómo fueron tus inicios literarios? ¿Quiénes fueron tus referentes poéticos del país y del extranjero?

 

          HF —Fueron muy dispersos. Creo que todo empezó cuando me recibí en la secundaria. Y gracias a una profesora de Literatura, que daba unas charlas sobre arte, poesía, cine, teatro, los días sábados a la tarde en una institución. Esos cruces de disciplinas, con sus consecuentes relaciones, dejaron huellas. Luego vinieron los talleres literarios, en especial el de una poeta y traductora argentina, lamentablemente olvidada o no reconocida como se merece. Me refiero a Elizabeth Azcona Cranwell, traductora, por ejemplo, de la obra de Dylan Thomas.Con ella, además de trabajar nuestros textos, fuimos conociendo a poetas como Antonin Artaud, y a sus amigas, Alejandra Pizarnik y Olga Orozco. Solía visitarnos de vez en cuando Alberto Girri. Un libro de Elizabeth, “De los opuestos”, publicado por Editorial Sudamericana, con comentario de Jorge Luis Borges, me había impresionado mucho. Recuerdo dos poemas del libro: “La mudez del poeta” (dedicado a Rimbaud) y “Las voces que destruyen”. Y que según Borges parecen dictados por dos pasiones: “la de sentir y la de comprender lo sentido”. Esas marcas las reconozco hoy en mi poesía.

Luego vinieron las reuniones informales con poetas amigos, Patricio Sabsay, Daniel Calmels, con quienes fundé la Primera Escuela Literaria del Teatro IFT. Mucha lectura autodidacta a la par de los estudios universitarios en la Facultad de Letras de la UBA. Otro poeta importante para mí fue el contacto y la lectura de la obra de Joaquín Giannuzzi. Y a través del traductor y poeta Lysandro Galtier (también injustamente olvidado, sobre todo por el grupo de traductores locales), conocí a los poetas griegos contemporáneos: Odysséas Elytis, Constantino Cavafis, Yorgos Seferis. Traducidos del francés por Galtier, como así también la obra de Michaux, de Saint-John Perse. Y muy especialmente los poemas del lituano Oscar Vladislas de Lubicz Milosz: cómo no recordar su monumental “El cántico del conocimiento”. Y esos versos que dicen: “sóplame la palabra envuelta de sol, / la palabra grávida de cólera de este peligroso tiempo.”

Después, y gracias a mis precarios estudios de italiano en la Dante, disfruté de los poetas italianos Eugenio Montale, Salvatore Quasimodo, Giuseppe Ungaretti, Dino Campana, Umberto Saba, Cesare Pavese, y de toda la obra de Pier Paolo Pasolini, quizás el último artista renacentista que dio Italia. Admiro mucho su obra que abarca casi todas las artes: poesía-cine-teatro-pintura-ensayo-novela, además de su compromiso y militancia política. Incluso le he dedicado varios poemas. Otro italiano notable es Italo Calvino. Su obra también es monumental, y si bien no se lo ubica como poeta, su bellísimo libro “Las ciudades invisibles”, es poesía de gran nivel.

Todos ellos, junto a Eliot, Fernando Pessoa y Vallejo (la lista sería muy larga), fueron un eficaz estímulo a la imaginación. Aprendí que la poesía es una espinosa rosa que crece en el centro del jardín de las vanidades. Escribir poesía es descubrir. La poesía como “duración inmóvil”: gradual acumulación de pequeñeces visuales. Un detalle tras otro, ya que en los detalles se detiene el tiempo. Un intento por agotar todo lo que se expresa por la inmovilidad y el silencio. Poemas como sitios en el tiempo. Pensamientos que son instante y memoria. Su sola existencia es un acto íntimo y sencillo. La evidencia de las preguntas antes que la pertinencia de las respuestas.

 

3 — ¿Qué filmes ubicarías en lo más alto del podio?

 

HF — Pregunta difícil de contestar, ya que son muchísimos. Voy a tratar de ser lo más objetivo posible, en cuanto a la importancia y permanencia en el tiempo. Su pertinencia técnica y sus innovaciones en el discurso cinematográfico. Y por supuesto, mi gusto personal.

Podríamos utilizar el criterio que despliega Italo Calvino, en cuanto a los clásicos en literatura, en su “Por qué leer los clásicos”, o sea aquellas obras que soportan el paso del tiempo. Dispositivo que tomaré de prestado, aplicable también a las obras cinematográficas y sus respectivos directores. Films de los cuales se dice:

*“Estoy volviendo a ver, y nunca estoy viendo”: “El ciudadano”, de Orson Welles.

*“Toda relectura de un film clásico es en realidad una lectura de descubrimiento como la primera”: “Vértigo”,de Alfred Hitchcock.

*“Un film clásico es un film que nunca termina de decir lo que tiene que decir”:

“Ocho ½”, de Federico Fellini.

*“Un film clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima”: “El acorazado Potemkin”, de Serguéi Eisenstein; “El gabinete del doctor Caligari”, de Robert Wiene; “Metrópolis”, de Fritz Lang.

*“Un film clásico es el que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone”: “Ran”, de Akira Kurosawa; “El padrino”, de Francis Ford Coppola; “Blade Runner”, de Ridley Scott; “Taxi driver”, de Martin Scorsese.

*“Clásico es un film que se configure como equivalente del universo, a semejanza de

los antiguos talismanes”: “El sacrificio”, de Andréi Tarkovski; “El séptimo sello”, de Ingmar Bergman.

Dentro de la historia del cine argentino: “Invasión”, de Hugo Santiago; “Últimos días de la víctima”, de Adolfo Aristarain; “Apenas un delincuente”, de Hugo Fregonese; “Las aguas bajan turbias”, de Hugo del Carril; “El dependiente”, de Leonardo Favio; “Un oso rojo”, de Adrián Gaetano; “La casa del ángel”, de Leopoldo Torre Nilsson.

 

4 — Fuiste guionista televisivo, columnista en programas radiales, y conducís tu propia propuesta radial.

 

          HF —Sí, en ATC: para el programa televisivo “DNI”, fui autor del ciclo “Escritores Argentinos del Siglo XIX”. Se proyectó también en varios países de Latinoamérica. Los guiones fueron sobre las figuras y las obras de Esteban Echeverría (1805-1851), Juana Manuela Gorriti (1818-1892), Roberto Payró (1867-1928), Ricardo Rojas (1882-1957) y Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888).

          Mi actividad radial empezó en Radio Palermo como columnista de cine. Después lo fui en Radio América, junto a Daniel Chiron y Vicente Battista. Y desde hace ya varios años soy el conductor del programa Ciudad Cultural, junto a Mario Hernández y Ana Laura Xiques. Se emite todos los jueves de 19 a 20 horas por FM La Boca. Recibimos y hacemos entrevistas a cineastas, dramaturgos, poetas y políticos. Comentamos la agenda cultural de la semana. Además realizamos programas culturales especiales, por los que fuimos varias veces premiados. Por ejemplo, los dedicados a Julio Cortázar, Leonardo Favio, Gabriel García Márquez y José María Arguedas.

 

5 — ¿Kafka, Arlt, Borges y Cortázar van al cine?...

 

          HF —Estos nombres responden a ciclos realizados en distintas instituciones. Y en especial, a los cursos dictados en Capacitación Docente, en la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y en el Centro Cultural del Teatro General San Martín. Además de pequeños ensayos que fueron publicados en revistas argentinas y del exterior. Básicamente responden al interés por investigar los cruces entre literatura y cine. Y cómo escritores tan emblemáticos e importantes, se interesaron por el cine. Y cómo el cine llevó a la pantalla en numerosas adaptaciones, homenajes, parodias, transposiciones, sus cuentos o novelas. En el caso de Borges o Roberto Arlt, es aún más complejo: ya que ambos escribieron textos, guiones, sobre el fenómeno cinematográfico. Borges concibió, por ejemplo, el guion de“Invasión” de Hugo Santiago, además de participar en el film de René Mugica, “Hombre de la esquina rosada”, sobre el cuento del mismo Borges. Y “Los orilleros”y “El paraíso de los creyentes”, en colaboración con Adolfo Bioy Casares. Arlt publicó varios artículos sobre el cine en el diario “El Mundo”, recopilados en el volumen“Notas sobre el cinematógrafo”. En ellos abordó de modo sintético el tema de los nuevos medios y géneros comunicacionales: la radio, el periodismo, el cine.

El caso de Kafka y el cine, como no podía ser de otro modo, es bastante paradojal: apasionado espectador de los primeros films mudos, manifestaba en sus cartas y diarios, su desconfianza y crítica sobre este nuevo arte. Que es la suma de todas las artes, y en su origen, a diferencia de las otras, nació siendo vanguardia. No un punto de llegada, sino de partida. De ahí la frase sostenida por Jean-Luc Godart y Pasolini: “El futuro del cine está en su pasado”. En la recuperación de su aspecto pictórico y poético, más que narrativo o prosaico. Mis artículos sobre estos asuntos se pueden consultar en www.topia.com.ar, revista que este año cumple 25 años.

 

6 — ¿Qué cursos y seminarios de capacitación para docentes dictaste en CEPA?

 

          HF —Muchos cursos y ciclos durante más de diez años ininterrumpidos. Dos cursos por cuatrimestre destinado a maestros, profesores de literatura, historia, historia del arte. El objetivo al principio, y a partir de la publicación del libro “Literatura y cine (uso del video en el aula)”, era generar la alternativa de intentar la introducción del lenguaje cinematográfico a través de la proyección de films en el ámbito educativo. Sin embargo, el cine en el aula no pretende ser ninguna opción definitiva, sino un complemento auxiliar didáctico, una herramienta necesaria y actual. Por medio de algunos elementos para una didáctica más integral, dinámica y expandida. Otra idea central es la de la recuperación de la capacidad de asombro, y del placer de la lectura, así como señalar los vasos comunicantes entre los distintos lenguajes. En resumidas cuentas, los cursos y seminarios trataban de una actividad didáctica que estimulaba, junto con la adquisición de un complejo aparato técnico-conceptual, la puesta en práctica de una facultad de relación crítica. También señalar la presencia de una verdadera “alfabetización audiovisual”, basada en el análisis del lenguaje del cine y su relación con las otras disciplinas y artes. Algunos de los cursos que dicté, y que más satisfacciones me dieron y me siguen dando son, entre otros: “Estéticas en el cine”, “Las vanguardias y el cine”, “Literatura y cine”, “Historia del cine argentino”, “Cine y poesía”, “Pintura y cine”, “La cuestión de los géneros”, “Cuentos de Borges y Cortázar llevados al cine”, “Nuevo cine argentino”,“Roberto Arlt y Manuel Puig van al cine”,“Grandes directores”.

          El cine, es evidente, no constituye únicamente un medio de entretenimiento. En una época en la que el desarrollo de las comunicaciones nos satura de información, llegando, en ocasiones, a generar desconcierto, el cine se nos ofrece para el desarrollo social e individual.

 

7 — ¿Cómo fue aquella experiencia tuya en 2008, como docente invitado por dos universidades de México, dictando el seminario “Vida actual, el avance de la insignificancia y la violencia institucional. Insignificancia, tedio y violencia desde el cine”?

 

          HF — Enriquecedora y estimulante. México es un país maravilloso, a pesar de los problemas de violencia y narcotráfico. En realidad fuimos invitados por la UNAM a participar de un congreso internacional, por profesores que un año antes habían participado del Primer Congreso Internacional sobre Cornelius Castoriadis, organizado por la ONG Magma. Quedaron muy interesados por la obra de Castoriadis, que abarca filosofía, arte, psicoanálisis, economía, política. Y en especial por la cuestión del “Avance de la insignificancia”. Fueron varios días en el Distrito Federal, donde presentamos varios trabajos y ponencias. Mis aportes fueron desde el cine. Mejor dicho, cómo utilizar el cine como herramienta de estudio e investigación sobre distintas temáticas, como la violencia, la problemática del tedio en relación al trabajo, y el avance de la insignificancia en la actual sociedad del espectáculo. A propósito, la Editorial Biblos nos publicó “Insignificancia y autonomía (debates a partir de Cornelius Castoriadis)”. El volumen recopila varios textos que fueron presentados y debatidos en distintos congresos. Sobre la imposibilidad de la pertenencia a un colectivo. El fenómeno del avance de la insignificancia, y que se encuentra habitado por una subjetividad leve, superficial. Mi texto giró en torno a la “creación artística en tiempos de insignificancia”.

 

8 —“Satori” (poemas sobre pintores y películas) fue presentado en la Feria del Libro de París (2013-2014).

 

          HF —Sí, la segunda edición: incluye poemas sobre pinturas de Van Gogh, M. C. Escher, Roberto Aizenberg, Fernando Fader, Claude Monet, Caravaggio, Johannes Vermeer, J. M. W. Turner. Y sobre films de Kurosawa, Theo Angelopoulos, Antonioni, entre otros. Fue traducido al francés por Cristina Madero y Pablo Urquiza, publicado en edición bilingüe por Reflet de Lettres y Abra Pampa Éditions. “Satori” resultó el disparador para escribir el ensayo preliminar y la antología “El cine y la poesía argentina”.Poesía y cine, cine y poesía, dialogan a lo largo de un siglo, dentro del amplio y rico mapa de la poesía nacional. En una relación casi no investigada en nuestro país. Cuarenta y dos poetas y más de sesenta poemas, algunos de ellos conocidos y otros no difundidos como se merecen. De hecho, creo, ésta es la primera antología de poesía argentina relacionada con el cine.También incluyo al final del volumen, una pequeña muestra llamada “Voces en off”: voces (poemas) de grandes directores de cine que además fueron y son poetas: Luis Buñuel, Jean Cocteau, Manoel de Oliveira, Federico Fellini, Jean Luc Godard, Peter Greenaway, Yasujiro Ozu, Pier Paolo Pasolini, Andréi Tarkovski y Leopoldo Torre Nilsson

 

9 — Hace muy poco fuiste incluido en “Poesía de pensamiento. Una antología de poesía argentina”.

 

          HF — Con selección y estudio preliminar a cargo del poeta Osvaldo Picardo. Una excepción dentro del mapa de la poesía argentina actual, donde lo que prima es la poesía-espectáculo. La iniciativa “propone reflexionar acerca de una constante transversal que hasta entonces parecía velada debajo de etiquetas generacionales, con que neobarrocos y objetivistas hegemonizaron la visibilidad del reducido sistema poético argentino."Es una antología federal conformada por poetas que nacidos entre 1948 y 1979, han ido elaborando una obra poética en la que es posible verificar esa relación con las proteicas formas que la poesía puede ofrecer cuando se acerca a un máximo de conciencia.

 

10 — Pronto aparecerá tu poemario inédito “La amenaza de lo breve”. Demás está decir que el título es un hallazgo.

 

           HF—Sí, seguramente se publicará en abril-mayo de 2016. El título responde a la temática del paso del tiempo, y muy especialmente a la problemática de la vejez. Y es el título de uno de los poemas que componen el libro. La estructura total está dividida en cuatro partes, donde los paisajes, las ciudades con sus lugares que los hacen únicos, los museos, las gentes, en definitiva, las distintas culturas que me impresionaron, y que fui recogiendo a partir de mis últimos viajes por Italia (Roma-Sicilia-Ravena), Turquía y África. La luz y el tiempo, “ese agobio de la lucidez”, son los ejes centrales. Y que se cierra con un largo poema en prosa, a modo de apéndice reflexivo:“Notas sobre un poema de Paul Celan”.

 

A propósito de la problemática de la vejez, acabo de publicar en la Revista Topía, un “ensayito”: “La vejez en el cine”, cuyo disparador o “botón de arranque” fueron tres frases poético-reflexivas que tienen mucho que ver con la “atmosfera” de “La amenaza de lo breve”. La primera es del poeta italiano Giacomo Leopardi: “Murió el supremo engaño/ de creerme yo eterno.” La segunda es del pensador, también italiano, Norberto Bobbio, que pertenece a su ya clásico libro “De Senectute”:“Respeta la vida quien respeta la muerte. Toma en serio la muerte quien toma en serio la vida, esa vida, mi vida, la única vida que me ha sido concedida, aunque no sepa por quién e ignore por qué. Tomar en serio la vida significa aceptar firme y rigurosamente, lo más serenamente posible, su finitud.”Y la tercera es de Oscar Wilde: “La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que una vez fue joven.”

 

11 — ¿Tenés ya completamente reunido el material para ese otro volumen que prevés: “Cine gay y otros ensayos”? ¿Nos podrías aportar precisiones?

 

          HF —Relacionar la homosexualidad y el cine, o sea las historias que éste ha representado en torno a las relaciones amorosas entre personas del mismo sexo, ha pasado a ser después de más de un siglo de historia, un clásico del “séptimo arte”. Un buen número de directores así lo demuestra: Luchino Visconti, Bertolucci, Pasolini, Reiner Werner Fassbinder, Derek Jarman, Almodóvar, nombres entre muchos otros, que no ofrecen ninguna duda en cuanto a la calidad de sus discursos visuales, y que no sólo han creado ficciones emblemáticas, sino que han profundizado en la temática de la homosexualidad desde múltiples y variadas perspectivas. Ante tal propuesta, surge una pregunta obligada: ¿Existe un género cinematográfico (como lo son el policial, el western, la ciencia ficción), que se pueda denominar “gay”? Si entendemos el concepto de género, no sólo como un emergente pretensioso-estandarizado de la industria del cine para dirigir y facilitar las elecciones del público, por un tipo de cine clasificado de antemano. Y recuperamos la noción de “género” desde su etimología: (genus-generis) el término contiene dos elementos esenciales: lo específico de una serie, rasgos comunes dentro de un conjunto más amplio. Y la diferencia con otros conjuntos que no lo comparten. Categorías organizadas de acuerdo a ciertas temáticas, formas narrativas, estrategias de composición y producción, estilos determinados. Sin olvidar, la relación con las tradiciones culturales, los cambios sociales. Y fundamentalmente la relación con lo ideológico, en un momento determinado del proceso histórico.

En este sentido, muchos críticos no contestarían tan rápidamente con un rotundo no. Ya que lo evidente después de más de un siglo de cine, es que sí existe un gran número de films que han elegido como núcleo central de la trama el tema de la homosexualidad, y que además dan cuenta, para un mayor conocimiento, de las estrechas relaciones que siempre han unido y unen el cine con dicha temática. Y acercarse a la homosexualidad, a través del cine es, cuanto menos, una interesante perspectiva de lectura. Si hacemos un “paneo general” de la historia, nos encontraremos con la primera sorpresa: es una de las más variadas, sugerentes y ricas filmografías que existen.

 

El cine de temática gay abarca como un abanico, un “menú de opciones” más que amplio: del drama a la comedia, de la tragedia al policial, de la obra de arte y la biografía a la historia del poder y la denuncia social. De autores no tan conocidos a “grandes” directores, de vanguardistas a clásicos. Un recorrido laberíntico por historias apasionantes, formas de narrar y maneras diferentes de contemplar el ejercicio de una mirada tolerante y de respeto hacia otras elecciones sexuales y culturales. Siguiendo este itinerario, el cine gay, comprendería todos aquellos films cuyo argumento principal, cuya trama central, se basa en una historia —en el entorno y de la clase que sea— vivida por homosexuales, y en la que la homosexualidad sea la razón fundamental de las vivencias, actitudes y reacciones de los personajes del film.

 

Muchos otros films, no considerados dentro de este “género gay”, serían todos aquellos en los que aparece alguna consideración a la cuestión homosexual, pero en forma aleatoria o como subtrama. En estos films, la homosexualidad funcionaría como complemento del desarrollo del guion, a veces muy importante, pero nunca determinante. Como ocurre en tantos films cuyo argumento se desarrolla, por ejemplo, en ámbitos carcelarios. O los que se refieren a formas de vida colectivas o comunidades como cuarteles, conventos o campos de concentración, frecuentemente relacionados con sistemas totalitarios. Además el volumen incluye, entre otros capítulos: “El cine y el mal”, “Las madres en el cine”, “El cine y la primera guerra mundial”, “El cine y la vejez”, “Los nuevos muros en el cine”, “A propósito de Shakespeare, hablemos de Kurosawa”.

 

12 — Acaso el primer diario íntimo de escritor haya sido el de Stendal, en 1801, a sus dieciocho años. Otros: Gustave Flaubert, Henry James, Paul Valéry, Witold Gombrowicz. Entre nosotros: Abelardo Castillo, Alejandra Pizarnik, Bioy Casares, César Aira, Ricardo Piglia. ¿Qué te provocan, cuáles te atrajeron más y cuáles menos?

 

          HF —En realidad, y sinceramente, no leo ni me interesan demasiado los diarios íntimos. Y que al ser publicados —por lo general después de muertos los autores; y muchas veces sin su consentimiento— y leídos posteriormente, dejan de ser íntimos, privados, para transformarse en públicos. Si bien conforman la obra total del autor, en gran parte de los casos es poco lo que aportan. En numerosas ocasiones son un negocio post mortem de las editoriales. Por supuesto hay excepciones, que son de estimable ayuda para los críticos e investigadores. Además considero que habría que leerlos después de acceder a la obra del autor, y nunca antes, para no condicionar ni dirigir la lectura. Desde ya que estos comentarios son una opinión muy personal. Sin embargo reconozco que estos “diarios de escritores”, para un amplio público es estimulante. Algunos de los que leí y me despertaron cierta “curiosidad morbosa” fueron los de Katherine Mansfield, los de Franz Kafka, traducidos por Juan Rodolfo Wilcock, los de Virginia Woolf, Pavese y Goethe. Me aburrí con los “Fragmentos de un diario” de Ricardo Piglia y con los “Diarios”de Alejandra Pizarnik, publicados por Lumen en 2010.

 

13 — ¿Habrás escuchado poemas fónicos o presenciado espectáculos teatrales con textos poéticos? ¿Qué opinás de esas experiencias?

 

          HF —Por lo general no me convencen. Salvo raras excepciones, como por ejemplo un unipersonal sobre los poemas de García Lorca (“Un poeta en Nueva York”), muy buen actuado, y donde los poemas adquirían una “carnadura”, una voz y una intensificación dramática notables. Otros “espectáculos teatrales con textos poéticos” me resultaron simplemente descriptivos y tediosos. Hay un exceso de espectáculo sin para qué. Una especie de pérdida del aura del texto poético que resulta proporcional a la vacuidad de la mirada y de la escucha. Para decirlo con palabras sencillas y claras: “mucho humo y poco fuego”.

 

14 — ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Están todos tus libros en un mismo ambiente? ¿Te desprendés de los que no te interesan, vendiéndolos o canjeándolos?

 

          HF —Vivo en una casa bastante grande, junto a mi esposa, y hasta hace un año con nuestro gato Horus. Por lo tanto tengo mucho lugar para la biblioteca principal, que se fue armando a lo largo de las décadas. No suelo desprenderme, ni vender, ni canjear los libros. Los amo demasiado, y creo que ellos nos eligen a nosotros, y no nosotros a ellos. Mi biblioteca es un verdadero “caos ordenado”, o un “cosmos caótico”, que posee un cierto orden que sólo yo entiendo. Ya que poseo—según mis amigos— una memoria visual notable,los ubico y encuentro según tamaño, forma o color. Dentro de este “laberinto manierista”, conviven libros leídos más de una vez, los de consulta esporádica, los de consulta permanente, los obligatorios que sirvieron para terminar la carrera de letras, junto a los que aún no fueron leídos, y que no sé si leeré alguna vez (y que a menudo me sorprenden, ya que no sé cómo llegaron ahí, por y para qué los adquirí). Además creo que independientemente de mí, por una cuestión del azar, muchos terminan juntos y dialogan entre sí. Entablan afinidades electivas y selectivas, que suelen dejarnos al margen, y que no dependen de nuestra voluntad. En este sentido, mi biblioteca es como el arte:inefable, paradojal y contradictorio.

 

15 — Por muy sincero que uno pretenda ser, ¿hay cosas que uno debe guardarse para sí?

 

          HF —Por supuesto. A propósito, recordemos los geniales versos del genial Fernando Pessoa:

 

El poeta es un fingidor.

Finge tan completamente

Que hasta finge que es dolor

El dolor que en verdad siente.

Y, en el dolor que han leído,

A leer sus lectores vienen,

No los dos que él ha tenido,

Sino sólo el que no tienen……. 

 

16 — ¿Qué es para vos la contemporaneidad?

 

          HF —Esta es una pregunta muy interesante y pertinente para los tiempos que corren. En mi libro “De cine somos (críticas y miradas desde el arte)”, hay un capítulo, “El cine dromocrático. Ante la globalización estética”,donde trato de problematizar esta cuestión, al proponer la recuperación del cine de autor, contraponiendo actualidad versus contemporaneidad. Para no caer en una visión meramente apocalíptica o nostalgiosa, convendría recordar aquella frase de Antonio Gramsci, repetida hasta el cansancio por Pasolini ante situaciones como la que nos ocupa:“Seguir luchando con el pesimismo del pensamiento y con el optimismo de la voluntad”.

 

Larecuperación del cine de autor amerita una aclaración: una cuestión es la actualidad y otra la contemporaneidad. La actualidad es el cine “del día”, lo efímero, un cine hijo de la moda, y que podríamos llamar, utilizando una metáfora “gastronómica”: cine hamburguesa, tan instantáneo como fugaz, films que como las hamburguesas están producidos industrialmente no para ser “saboreados”, sino para ser “tragados”. En estos “menús cinematográficos”, como los que ofrece la cadena McDonald´s, no hay muchas opciones, y sus productos son iguales en todo el mundo. Es más, no ofrecen ninguna resistencia, incluso como si se tratara de una regresión infantil, son tragados con la sola ayuda de las manos, sin la necesidad de cubiertos. Y en el menor tiempo posible. Estos films se consumen en el presente, con la misma rapidez que una hamburguesa. En oposición, el cine de autor, tiene que ver con la contemporaneidad, entendida como lo que resiste y dura. Films que se “anclan” en el pasado, no reniegan de la historia ni del sujeto, y se proyectan hacia el  futuro. En este sentido Welles, Fellini, Visconti, Eisenstein, Coppola, etc., no son actuales, sí contemporáneos. Para Francois Truffaut, el cine de autor se asemejaría a la persona que lo hiciese, no tanto a través del contenido autobiográfico como merced a su estilo, que impregna el film con la personalidad de su director. Estos directores intrínsecamente  “fuertes”, exhiben con el paso del tiempo una “personalidad” estilística y temática reconocible que los hace contemporáneos, únicos e irrepetibles, incluso algunos de ellos, como Hitchcock, mostraron autonomía dentro del marco de los estudios de Hollywood. Dicho en términos sartrianos, el cine de autor se esfuerza por alcanzar la “autenticidad” bajo la “mirada” castradora del sistema de los grandes estudios. En última instancia, más que una teoría que recupere al autor, es sobretodo una perspectiva metodológica, y una verdadera “política de los autores”, que une el “que” y el “cómo” en una proclama personal. En la que el director se arriesga y lucha contra la homogeneidad estética, contra la estandarización de un sistema establecido, sometido a rígidas jerarquías de producción. Resistiendo y gozando del control artístico sobre sus propias producciones. En síntesis, y rescatando la opinión de Andrew Sarris: “La forma en que un film se presenta y progresa debe estar relacionada con la forma en que el director piensa y siente”. Asimismo, Sarris proponía tres criterios cuestionados por muchos críticos, para reconocer a un autor, que creo, merecen ser repensados: 1) la competencia técnica; 2) una personalidad, un estilo reconocible; y 3) un significado interno surgido de la tensión entre su personalidad y el material. En cierta forma la recuperación del cine de autor, frente a la globalización estética imperante, se relaciona muy directamente con la idea de Italo Calvino, expuesta anteriormente, a propósito de una obra clásica, contemporánea:“Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.”

 

17— ¿Sabías que Stephen King —no sé dónde— sentenció “Escribir es humano y corregir es divino”? A ver…, ¿improvisarías algo alrededor de dicha sentencia?

 

          HF —Yo invertiría los términos de la frase de Stephen King, que escribió una novela admirable,“El resplandor”, llevada al cine por Stanley Kubrick: Escribir es divino y corregir es humano.

 

 

Héctor Freire selecciona poemas de su autoría (el primero, de “Motivos en color de perecer” y los demás de “Satori”) para acompañar esta entrevista:

 

 

OBSTINACIÓN POR EL REPOSO

                                                                 “Pero la Belleza se muestra y no se dice.”

Roland Barthes

 

 

La cortina de árboles que el invierno desnuda

crea en el encuadre una identidad

más “rigurosa” que “natural”:

sutil camafeo óptico que no está presente

en lo que la mirada construye,

sino en lo que ésta rechaza.

 

Sin embargo, esa masa vegetal

desea lo que representa:

cierta austeridad neutral

que hace de la simple y fina imagen

el signo de un paisaje más complejo.

 

Sin duda, el prado, los árboles y los animales

no suman más que una pequeña parte de mi deseo,

dicen ese tiempo difícil: el presente

como una memoria confusa.

 

Sin obligación de exactitud esa fotografía

en su obstinación por el reposo

me ensancha, me exagera.

 

 

 

 

DIÁFANO E INSONDABLE *

 

El íntimo silencio precipita en dilatada

eternidad sobre la tarde, un estanque que

se muestra apacible e impenetrable

como roca de agua. La vieja esfinge

“que no se ve sino a sí misma”.

 

Ante el roce del viento entre las ramas secas,

los simulados árboles “muestran”

las paradojas de la luz y se traicionan a sí mismos:

pronto caerá el día tras las sombras de las hojas.

Y un claro resplandor se esparcirá más allá

de la opaca mansedumbre de las copas.

En luminosa tensión, las nubes tejen

una red para cazar pájaros.

 

—¡Qué despacio se apaga el sol a la distancia!—

 

En alguno de sus posibles sueños

yace un verano perdido,

uno de esos que los frutos atesoran

para saborear en el futuro.

Sin embargo, en ese “paisaje demorado”

todo llega demasiado tarde.

Mientras tanto, los días se suceden vacíos,

y el viento desprende un perfume a nada.

Y nada se mueve.

                                                                                                                      * El estanque viejo (1917), Fernando Fader.

 

 

 

LA APARIENCIA DEL DEVENIR *

 

La belleza de ese árbol, aislado por el efecto de la luz

tiene algo de ruina de piedra, de fósil florecido:

dicho paisaje estimula una relación con el tiempo,

crea una mirada y resta ambigüedad a la vista.

 

En la humildad de ese “acto”, la emergencia de lo visible

es condensación de lo que huye,

un instante en devenir interno.

 

“La política” de la luz radica en la sensualidad de los detalles,

actúa lo inaparente silenciado. Y presenta su paradojal evidencia:

nadie recuerda que es ella la que nos hace ver.

 

                                              * Melocotonero en flor (1888), Vincent Van Gogh

 

POR AMOR ALA SIMETRÍA *

 

El amarillo de los follajes

como suspendidos, sin espesor,

no estorba la transparencia del aire.

En cambio, amarillas, con el amarillo

más luminoso, las hojas llueven

desde las ramas más altas.

En forma de abanico, su prepotencia cromática

cubre la insípida superficie del lago.

En este paisaje todo parece espontáneo,

pero todo está calculado;

la construcción de una naturaleza

que la mente pueda dominar, y donde

lo pequeño crea la ilusión de lo grande:

un haiku hecho de colores, luces y hojas

que marca el cruce de dos dimensiones:

la perpetuidad de lo vegetal

y el tiempo sucesivo de las palabras

que germinan, se secan o se pudren.

 

                                                                    * Sobre una escena del film “Primavera, verano, otoño, invierno…y primavera”,de Kim Ki-duk.

 

 

SATORI

                      a Osvaldo Picardo

 

“Quien pinta la luz, retrata el tiempo.”

AndréiTarkovski

En Plaza Mitre, al mediodía,

la luz ofrenda un vacío santo

que reposa en el rosal fatigado

de tanta lluvia soñada.

Sin embargo, un bordado de invisible tensión

vuelve frágil ese gesto emocional del verano.

 

En Plaza Mitre, al mediodía,

todo es sombra constelada de luz

y todo brilla.

El tiempo avanza y retrocede en el rosal:

—y siempre intriga la regularidad

de sus pequeños movimientos—.

Su sueño dejó de ser una sucesión,

ahora es una situación,

como la de una ola arrebata al mar.

 

En Plaza Mitre, al mediodía,

la realidad de la luz

es una hipótesis de la imaginación:

el tiempo muerto de un instante impersonal.

                                                                                                      Mar del Plata, enero de 2007

 

 

EL PRIMER SOL DEL DÍA *

 

Una ráfaga de luz abre un agujero

en la red del tiempo:

esa sucesión inevitable habituada a la carencia,

a los cuerpos ligados de la noche

que no cede a los reclamos del día.

 

Aletargada en una lenta ceremonia para nadie,

la oscura memoria recurrente de la lluvia

ha envuelto al frío en una fina brasa.

 

Ahora, los ritos del agua sobre la madera

depositan el otro tiempo de los astros.

Una hermosa superficie en la piel del ojo

agazapa una falsa definición:

otras identidades de lo abierto

ondulan sobre sí mismas en el anillo

del cielo que es puente y caricia.

Obstinada partícula de luz que sostiene

un sistema de sombras trazando su propio

ideograma de nube más sutil que el aire.

 

Solamente siendo fuego

la realidad de este paisaje dejará de tener sed,

para convertirse en jubilosa danza de agua.

                                                                                                                                          * Amanecer con monstruos marinos, J.M.W.Turner

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Héctor Freire y Rolando Revagliatti, noviembre 2015.

 

http://www.revagliatti.com.ar/991209.html

http://www.revagliatti.com.ar/olivari.html

http://www.revagliatti.com.ar/fotos_olivari.html

Con Liliana Lukin

Con Fabían Iriarte y Osvaldo Picardo

Buenos Aires

Susana Romano Sued: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

 

Susana Romano Sued nació el 27 demayo de 1947 en Córdoba, capital de la provincia homónima, donde reside, la Argentina. Es Licenciada en Letras Modernas (1971) y Licenciada en Psicología (1988) por la Universidad Nacional de Córdoba, así como Doktor der Philosophie (1986) por la Universidad de Mannheim, República Federal de Alemania. Desde 1990 es profesora titular de Estética y Crítica Literaria Moderna en la Facultad de Artes de la UNC. Pertenece desde 1997 a la carrera de investigador de CONICET Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, en la que ha obtenido la categoría de Investigadora Superior. Ha participado en congresos nacionales e internacionales y ha dictado conferencias, cursos y seminarios en universidades de Sudamérica, Estados Unidos, Canadá, países europeos y Japón, además de formar parte de cuerpos académicos y científicos de numerosas universidades de su país. Fundó y dirigió entre 1989 y 1999 la revista “E. T. C.”, de ensayo, teoría, crítica, de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, recibiendo en 1992 y 1994 la Distinción Máxima de Docencia e Investigación de dicha universidad. En el género ensayo publicó tres libros que recibieran el Premio Fondo Estímulo Editorial de la Municipalidad de Córdoba: “La diáspora de la escritura. Una poética de la traducción poética” (1995), “La escritura en la diáspora. Poéticas de traducción” (1998) y “La traducción poética” (2000); además, “Travesías, estética, poética, traducción” (2003), “Consuelo de lenguaje” (dos ediciones: 2005 y 2007). “Dilemas de la traducción”, obra de ensayo que fuera distinguida con Mención Especial del Ministerio de Cultura de Buenos Aires, se encuentra en proceso de edición en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fueron editados sus poemarios “Verdades como criptas” (1981; Primer Premio en el Certamen Nacional de Poesía “Luis José de Tejeda”, de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Córdoba), “El corazón constante” (1989), “Decantar” (1990; Premio Publicación Antología Ediciones del Dock), “Escriturienta” (1994; Premio Fondo Estímulo Editorial Municipal), “Nomenclaturas / Muros” (1997), “Algesia” (2000), “El meridiano” (2004), “Journal” (2009), “Parque temático” (2011), “Algo inaudito pasa. Antología personal” (2014, Colección Itinerarios de la Universidad Nacional del Litoral). Poemas suyos, algunos traducidos a varias lenguas, fueron incluidos en volúmenes colectivos: entre otros, “Lyrik aus lateinamerika”, 1988, Frankfurt; “Ireland poetry”, 2003; “En el país de los sueños posibles”, México DF, 2008. En 2007 se publicó su novela “Procedimiento. Memoria de la Perla y la Ribera” en la Editorial El Emporio, que la reeditó en 2010; en 2012 la Editorial Milena Caserola/El Asunto, publicó una edición crítica provista de prólogo y posfacio, la cual obtuvo la subvención Prosur para su publicación en alemán, editada por Abrazos Ediciones, de Stuttgart. Prosur seleccionó también “Algo inaudito pasa” para su publicación bilingüe en francés y castellano, en 2015, a través de la editorial Reflet de Lettres, dirigida por Bernardo Schiavetta, quien supervisó la traducción llevada a cabo por Didier Coste. Fue la cordobesa Editorial Babel la que en 2012 publicó su libro de relatos “Rouge”, y en 2013 “Amazonia Central”, antología con estudio crítico de cuentos de escritoras de Córdoba, distinguida con el auspicio del Premio Universidad de Córdoba 400 Años, de la que ha sido compiladora. Se encuentran activos www.susanaromanosued.com y http://susanaromano.wix.com/srs1.

 

1 —“Las hablas babélicas de los familiares: padres, abuelos, tíos, primos.” Así comenzás a responder en 2011 un cuestionario de tu coterráneo, el poeta Alejandro Schmidt.

 

          SRS —Dada la condición multilingüe de mi familia, en la que el árabe, el ladino, el hebreo, el idish, el inglés y el francés concurrían en charlas y lecturas, en canciones y bailes, en recitados y cuentos provistos por los mayores, a nosotros, descendientes de distintas generaciones, desde temprana edad me interesé por la lectura, la escritura y la traducción, actividades que practiqué en forma continuada en múltiples géneros. Mi inserción en la comunidad social a partir de la escuela y la universidad, en calidad de estudiante y docente han sido y son el marco de desarrollo de mi escritura y del fortalecimiento de los vínculos de dichas instituciones con la sociedad, estableciendo y profundizando sus intercambios y lazos de múltiples y variadas maneras. Practiqué la escritura de la poesía ya desde la escuela primaria, alentada por maestros y por mis padres, quienes poblaron de libros y enciclopedias los anaqueles de nuestra biblioteca familiar. Estudié y aprendí francés, inglés e italiano, en institutos y academias, concluí la escuela secundaria en New Jersey, y traduje desde muy joven a poetas de esas lenguas, escribiendo yo misma poemas en inglés, que se publicaron en el periódico de mi escuela de Woodbridge. Siempre palpitaron en mí el ritmo, la melodía, las rimas de la poesía.

 

2 — Quedó mencionado en tu presentación que tu primer libro obtuvo un primer premio.

 

          SRS —Sí, reúne textos escritos desde 1971 hasta 1980; en realidad son tres libros en uno. Constituyó un aliciente y un impulso fructífero para mi desarrollo artístico y profesional, contribuyendo al logro de una beca de Doctorado en Alemania, en tiempos de la dictadura cívico-militar de nuestro país. Miguel Delorenzi, artista diseñador, fue quien me acompañó en esa aventura, que tuvo tanto de desventura como de fortuna, pues tuvimos que “declarar” sobre el contenido y la portada del libro ante los agentes de inteligencia de la dictadura, pues deducían del título, “Verdades como criptas”, de los nombres de algunos poemas, y del diseño de la tapa, una fotografía de un muro con unas marcas de tiza hechas por Delorenzi para la diagramación, que podría tratarse de un libro subversivo, con códigos cifrados y mensajes para la guerrilla. Nos interrogaron en los sótanos de la imprenta municipal, nos obligaron a modificar la imagen de tapa, y el libro se imprimió un año más tarde, con una tirada que fue menos de la mitad de lo que correspondía por el premio. Fue muy amargo. Con el libro marché hacia Heidelberg, donde tuvo su primera presentación honrosa, y de donde surgieron traducciones que luego integraron antologías alemanas. En 2011 se realizó el evento conmemorativo “A 30 años de Verdades como Criptas” en un panel de ética y estética en el marco de la Feria del Libro de Córdoba. Se puede leer la nota en el link http://www.lmcordoba.com.ar/nota/69988_se-cumplen-30-anos-de-verdades-como-criptas- , en la cual la poeta Griselda Gómez relata la peripecia del libro, un ejemplo del trayecto tortuoso de las escrituras en pleno horror dictatorial.

Como estuve un par de años bajo vigilancia, y sin acceso a instituciones públicas de pensamiento (universidad, academias, escuelas, etc.) me vi obligada a trabajar en el comercio, vendiendo bijouterie y accesorios. Hasta que pude emigrar con mi familia (esposo e hijo de 5 años) a Alemania, donde viví seis años. Durante ese exilio pude perfeccionarme en todos los aspectos, estudiando, comparando y difundiendo literatura de mi provincia, de la Argentina y de América Latina en el contexto de las producciones alemanas y europeas, alentando con ello mi propia escritura. En ese contexto di a conocer la situación de nuestro país durante el terrorismo de estado, las purgas de las bibliotecas, cuyos títulos eran leídos en el exterior. De esa estancia surgió mi obra “Males del sur”, ciclo de poemas que capturan el escenario del horror; uno de sus poemas, “País de las sombras largas”, obtuvo una distinción de la Secretaría de Derechos Humanos en 1985. Y más tarde, en 1994, fue un capítulo del poemario“ Escriturienta”.

 

Retomando la experiencia en  la dimensión académica, mi desarrollo y  perfeccionamiento en el exterior, en calidad de  docente e investigadora, me permitieron obtener los títulos de Doctora en Filosofía, Letras, Psicología y Pedagogía, así como de Traductora Diplomada de varias lenguas, lo cual alimentó a su vez mi desarrollo escriturario, en los géneros de poesía, narrativa, ensayo, drama y canción. La investigación comparada entre poesía alemana y argentina, las cuestiones del vertido de una lengua a la otra, problemática que fue el tema de mi tesis de doctorado, ha sido una cantera importante para mi entera producción en todos los géneros, que entiendo que pueden ser separados relativamente.

 

3 — ¿Cuándo te reintegraste a la UNC?

 

          SRS —En 1987, como profesora de Teoría Literaria, y luego de Estética y Crítica Literaria Moderna. Me ocupé de vincular la institución universitaria con la comunidad, organizando ciclos y talleres de lectura, escritura y discusión, en centros culturales, en Ferias del Libro, en cursos de extensión, en charlas y conferencias en colegios profesionales, con distintos actores de la sociedad, como artistas plásticos, músicos, psicoanalistas, docentes, estudiantes, comunidades y centros vecinales barriales. A la vez que introduje en las cátedras un espacio para las producciones de literatura de Córdoba, de nuestro país y de América Latina, así como di lugar a producciones del hemisferio norte y Europa, de las cuales en muchos casos hice las traducciones, para ponerlas a disposición de colegas y estudiantes con la intención de enriquecer nuestro medio educativo con el intercambio. Destaco, a manera de ejemplo: la creación y dirección de la Revista “E.T.C.”, promoviendo la publicación de trabajos académicos nacionales e internacionales, y el ciclo “Poeticón”, que diseñé y organicé en la década de 1990 en el marco de la programación de la Feria del Libro de Córdoba; los talleres de la Fundación FoCo Cultural en Villa Azalais con el programa PRIMER (Programa de Recuperación de la Identidad y la Memoria en Redes), en conjunto con Radio La Ranchada y con auspicio de Desarrollo Humano de la Municipalidad de Córdoba. Asimismo, el ciclo 2005 y 2006 Itinerarios Literarios, “La Cocina de la Escritura” y “Programas de Escritura”, auspiciado por la Fundación Osde. Fundé y dirigí y aún dirijo el sello editorial “epoKé”, que alberga volúmenes importantes de producción intelectual y cultural de autores argentinos y del exterior.

 

4 — Hay un par de títulos que me resultan por demás atractivos: “Topologías de los inclasificables en ‘Sobre héroes y tumbas’ de Ernesto Sábato” y “Amazonia Central”.

 

          SRS —Por el primero tuve la satisfacción de obtener con ese estudio de la obra de Sábato el Premio Internacional de Ensayo “Lucian Freud”2007; posteriormente, en 2008, integró en versión ampliada el volumen crítico de la obra “Sobre héroes y tumbas”, coordinado por María Rosa Lojo y editado por la Colección Archivos Poitiers /Alción-Córdoba. Un trabajo arduo y riguroso que llevó adelante María Rosa, superando innumerables dificultades hasta cernir ese volumen imprescindible para la historiografía de la literatura argentina. “Amazonia Central” está provista de un estudio crítico de mi autoría sobre el género “antología”, así como de comentarios sobre cada uno de los textos. Es el resultado de una larga investigación y numerosos intercambios con las autoras, que me llevó tres años de trabajo. Ofrece, además de los cuentos y el estudio crítico, una viñeta autopoética de las autoras, en las que cada una responde a la pregunta: ¿cómo concibe un texto?

 

5 — Es desde 2012 que participás activamente en el proyecto del Archivo Provincial de la Memoria “Los Tiempos del Exilio”.

 

          SRS —Allí he aportado mi trabajo en defensa y consolidación de los derechos humanos, contribuyendo con ciclos, escritos, charlas y debates abiertos a la comunidad, y con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la UNC. El programa incluye la conformación de un Álbum del Exilio, en el cual ex-exiliados brindan sus testimonios acerca de esa experiencia, en muchos casos enriqueciendo con fotografías, dibujos, objetos, recuerdos, afiches de sus propios acervos. En ese mismo marco hemos realizado “Los hijos del exilio”, justamente con la presencia de hijos de exiliados que nacieron en el extranjero, la muestra de “Libros prohibidos” y la publicación del “Diario de la memoria”. Éstas son algunas de las actividades que se desarrollan en el Archivo Provincial de la Memoria.

 

6 — Contemos que fuiste secuestrada el 24 de junio de 1977 y llevada al Campo de la Ribera, donde permaneciste hasta mediados de agosto de ese año. Y que debiste declarar en octubre de 2014 ante el Tribunal Federal Nº 1 por “El caso Mackentor”, una empresa apropiada de manera extorsiva por los militares. Y esto lo enlazo con que nuestros lectores podrían hallar numerosos comentarios en tu Sitio sobre la novela —¿por qué experimental?—“Procedimiento. Memoria de la Perla y la Ribera”.

 

          SRS —En realidad deberíamos llamarla “experiencial”, citando la expresión que Silvia Hopenhayn utilizó cuando presentamos en la ciudad de Buenos Aires la edición 2012 de la novela, junto a Luisa Valenzuela (autora de una de las contratapas) y Susana Cella, en el Centro Cultural de la Cooperación a fines de 2013. El experimento consiste en una dislocación de lenguaje en varios niveles, como por ejemplo en la gramática, la supresión de todos los artículos determinados e indeterminados, que se semantizan en tanto figuran la supresión de lo humano; el abundante uso de gerundios que fónicamente resuenan como endecha o elegía, un continuum coral que se corta abruptamente mediante diálogos cuasi dramáticos. Hay también una lista de nombres propios que son anagramas de nombres verdaderos de los represores. Así como el recurso de la dislocación temporal, pues comienza con el día tres, sigue con el día ocho, hora setentaiseis, de modo que se puede iniciar la lectura en cualquier parte del libro, pues su estructura es espiralada. Se trata entonces de un verdadero experimento fono y morfosintáctico, semántico, retórico y de estructura discursiva, que hace de la experiencia real un texto ficcional-poético. La obra ha sido estudiada y comentada abundantemente desde su primera edición, fue objeto de seminarios en universidades nacionales e internacionales, temas de tesis de grado y posgrado, está traducida al inglés, parcialmente al francés y al italiano, y en este momento está siendo traducida al alemán.

 

7 — Has dirigido programas multilaterales nacionales e internacionales de investigación sobre las estéticas y la teoría de la traducción literaria, sobre las relaciones de la ciencia y la cultura con el pasado histórico, etc. ¿Es en la actualidad que estás dirigiendo un proyecto interuniversitario internacional o ya está concluido?

 

          SRS —Efectivamente llevo desde hace décadas la investigación acerca de la importación de discursos bajo la rúbrica “Aduanas”, pensando la traducción, el traducir y lo traducido como el núcleo fundamental de los saberes en nuestra cultura. En abril de este año tuvo lugar el II Simposio Internacional “Aduanas del Conocimiento”, con participación de estudiosos de la Argentina y de otros países que han investigado la importancia de la traducción en la constitución de las disciplinas, sus categorías y sus metodologías, así como en la creación de lo que conocemos como literaturas nacionales. 

 

Es muy interesante constatar que al mismo tiempo en que vivimos en un mundo de traducciones (y hoy con la web más que nunca) desde los más remotos tiempos —acaso desde el desastre de Babel…—, y sin embargo no reparamos específicamente en ello. En el terreno de las prácticas teóricas, esto es muy notable puesto que los aparatos bibliográficos en su mayoría provienen de otras lenguas, son traducciones (cuando no se usan directamente en idioma original, como suele ocurrir con varias de las ciencias llamadas exactas, físicas y naturales). En el campo literario hemos leído y leemos las obras clásicas de variado origen siempre en traducciones. Una práctica naturalizada. Es realmente milagroso que a lo largo de los milenios las obras atraviesen toda clase de fronteras empezando por las lingüísticas. Cruzan geografías, épocas, miradas y contribuyen tanto a la fundación de géneros, discursos, movimientos, perspectivas en los ámbitos de llegada.

Estoy dirigiendo también un proyecto sobre Metapoéticas de literatura de la Antigüedad Grecolatina y de las letras y las artes de la literatura argentina y latinoamericana, auspiciado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Córdoba y por Conicet. Estos proyectos están radicados en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad, CIECS-CONICET-UNCOR, en el marco del Programa Multilateral Interdisciplinario EST/ÉTICAS, que dirijo desde hace varios años y que articula proyectos asociados internacionales como el de la UNAM-MÉRIDA, sobre Poéticas y Pensamiento, el de ÉTICA Y ESTÉTICA en la literatura y las artes que dirijo en conjunto con la Universidad de Artes Visuales de Hamburgo, entre otros. Por otra parte, soy responsable junto a tres investigadoras de CONICET del proyecto “El cine que nos empodera” y que investiga las producciones audiovisuales del conurbano bonaerense y las del cine independiente de Córdoba.

 

8 — Es a quien ha traducido obras teóricas o de literatura de lengua inglesa, alemana, francesa, italiana y portuguesa —como Georg Trakl, Gottfried Benn, Höderlin, Ingeborg Bachmann, Brecht, Celan, Else Lasker-Schüler, Gertrud Kolmar, Sachs, Rilke,Max Bense, Jean Bollack, Turk, Bernhard Wandelfels, Oliver, Blake, Yeats, Robert Frost, Pound, Elliot, Theodore Roethke, Ginsberg, Dickinson, Greenberg, Haroldo de Campos, Lispector, Pessoa, Joao Cabral de Melo Neto, Cesare Pavese, Eugenio Montale, entre muchos otros— a quien le pregunto: ¿prevés un volumen testimonial que reúna una muestra de todos los autores de los que has dado tus versiones al castellano?

 

          SRS — Tu pregunta es muy pertinente. Estoy trabajando en una serie de volúmenes bilingües, una futura colección, que tiene perspectivas de concretarse en un futuro bastante próximo. Se trata de antologías críticas, por eso el trabajo es arduo y lleva bastante tiempo. Hay cuestiones de derechos de autor vigentes, entre otros aspectos que complejizan las ediciones. La tarea del traductor, como se llama el ensayo bien conocido de Walter Benjamin, a la vez que exigente y empeñosa, es un interesante desafío que impulsa el deseo de escritura, lo que llamo “agitación de lenguaje”, frase que acompaña los dos nombres que he dado al universo de la traducción : “la diáspora de la escritura” y “consuelo de lenguaje”.

 

9 — ¿A qué autores de habla castellana has traducido a qué lenguas?

 

          SRS —Entre varios otros, he traducido poemas de Gabriela Mistral, de Rafael Alberti, de Sor Juana al inglés, al francés y al alemán. De Carlos Pellicer al alemán. De Borges y de Pizarnik al italiano, en todos los casos para ilustrar problemas de poéticas comparadas en ensayos específicos y en mis clases.

 

10 — “Duelo y melancolía en la traducción” es el título de un artículo que te publicaron en el Nº 0 de “Docta”, Revista de la Asociación Psicoanalítica de Córdoba, en 2003. ¿Podrá ser que nos expliques tu enfoque?

 

          SRS —En primer lugar quiero señalar que ese ensayo ha sido reescrito varias veces, la última versión se incluye en el libro “Dilemas de la traducción”, que está en proceso de edición en la editorial de la UNAM. La cuestión del duelo y la melancolía se relaciona con la búsqueda de un objeto, el objeto perdido por excelencia, que nunca cesamos de buscar alentados por el deseo. Que en el caso de la traducción es el significado equivalente que falta, cuando se trata de sistemas de lengua muy alejados uno de otro, como lo relata el cuento de Borges “La Busca de Averroes”, que es el que abordo en el trabajo. Por cierto que es una referencia psicoanalítica, específicamente freudiana, tomada de su ensayo “Duelo y Melancolía”. El trabajo del duelo, animado por el deseo, en este caso el deseo de lengua, y el entusiasmo de la búsqueda, son las condiciones de consuelo, de restañación por la búsqueda de una equivalencia, o mejor dicho la invención de una equivalencia, que a lo sumo será o sería “casi lo mismo” —“Decir casi lo mismo. Experiencias de traducción”de Umberto Eco—. La melancolía es el estado de desconsuelo absoluto que suele terminar en el abandono de sí, cuando se deja de buscar. El relato de Borges es justamente, a mi juicio, el camino de la búsqueda de Averroes, que oscila entre el entusiasmo y la determinación por traducir de Aristóteles, en el incipiente español de su época, los términos Tragedia y Comedia (que estarían en el tomo de la poética que se perdió en el incendio de la biblioteca de Alejandría), cuando en su cultura mahometana la representación teatral no existe, la cultura y la lengua de llegada. La oscilación, el vaivén entre entusiasmo, esperanza y desolación es precisamente la travesía que culmina, como se lee en el cuento con un punto de llegada, en una equivalencia imperfecta, mutilada, pero una aproximación probable, como sucede con cada caso de traducción. Averroes sucumbe, o como enuncia Borges “fracasa”, y él mismo, el autor, se coloca en la posición, irónica y hasta pícara, pues también aparece sucumbiendo. Es decir, ha triunfado la melancolía, con la supresión del sujeto y su deseo. A mi entender se trata de establecer una perspectiva y una invitación a discutir sobre la traducción entre culturas, arrancándola del dilema entre posible e imposible, y colocándola más bien en el horizonte de lo probable… 

 

11 — Retomando la adscripción de “experimental”, Susana: has producido con el músico Federico Flores la obra “Leer3: Los Silencios del Sonido”. ¿Quisieras referirte a ella?

 

          SRS —El Centro España Córdoba organizaba todos los años, entre otros, un ciclo llamado "Música con todas las letras": un escritor y un músico o banda de música, enlazados por sorteo, realizan un trabajo conjunto que se presenta en el Centro en una especie de "living" y ejecutan en vivo la pieza resultante. La mayoría de los escritores entregaba a los músicos sus textos y luego los músicos trabajaban desde su disciplina con esa escritura, bien musicalizándola, o incorporándola a una música propia ya compuesta. En nuestro caso, Fede Flores y yo, lo que resolvimos hacer fue trabajar en conjunto sobre la base de un principio estético: "la pérdida del intervalo", entendida como la ausencia de silencio, pausa, detención, en todos los tipos de estímulos que acosan permanentemente al sujeto contemporáneo, minando la capacidad de establecer diferencias: todo el tiempo suena música de fondo, “ambiente”, de radio, de tv, de cintas enganchadas, en bares, autobuses, restaurantes, negocios, cenas, autos, a veces combinadas y superpuestas unas con otras. Esto provoca lo que yo llamo "horror pleni" por oposición al antiguo horror vacui que atravesaba cierta melancolía de la subjetividad. Al no haber pausa, detención, espacio en blanco que haga descansar la mirada, el oído, el ritmo de la sensibilidad, se impiden o mutilan juicios distintivos, todo se homogeneiza, y por supuesto, ello maltrata al sujeto. El volumen juega un gran papel, cuyos efectos nocivos recién ahora se advierten, como la hipoacusia, entre otras patologías adquiridas por efecto de la cultura global que acosa sin interrupción. Las advertencias caen en el vacío-lleno, pues la vorágine arrasa con las buenas intenciones. Y si bien Fede y yo pertenecemos a culturas que se hallan en las antípodas una y otra,  decidimos sin embargo construir texto y música que hicieran signo con esas marcas.

Trabajamos durante más de un mes. Fede es un DJ que usa samplers, y toda clase de músicas hechas (ready mades musicales, demos), así como se la pasa registrando sonidos que le hablan a su sensibilidad estética. Grabamos mi voz leyendo poemas míos que ya existían: “muro de vacío”, “muro de silencio”, “muro de ausencia”, “muro de palabras”, por ejemplo, del libro “Nomenclaturas / Muros” (Libros de Tierra Firme, 1997); también un texto como arte poética, "escriturienta/cuerperos" (de “Escriturienta” (Argos, 1994), y fragmentos de “El meridiano” (Alción, 2004 y 2007).

A la vez, construí los textos específicos para LEERE, que quiere decir VACÍO en alemán y es homofónico de enseñanza, y por supuesto acto de leer conjugado en tiempo futuro en castellano. Federico se ocupó de mezclar las voces y hacerlas salir con otros módulos grabados (grabaciones de la voz de Cortázar, rascados de discos de vinilo, composiciones propias hechas por él para la obra en sintetizador, etc.). Con el material grabado, "actuamos" en vivo el once de marzo de 2005, con un mínimo guión, él haciendo funcionar todos sus aparatos, mis poemas grabados saliendo en sucesivo y simultáneo por cinco bocas de altoparlantes, y yo leyendo los textos ad hoc, que son descomposiciones de palabras que se refieren todo el tiempo a la reducción del lenguaje a sus partículas, incluyendo frases en alemán, entre otros sonidos y expresiones.Como la performance en vivo no se grabó, hicimos después un trabajo de edición que nos insumió dos meses y de ello resultó el cd LEERE.

 

          Fede Flores es un brillante músico de inscripción hip-hop; dirigió una banda llamada Locotes, con temas propios conocidos en Argentina y en Europa, tiene 36 años y un talento excepcional. Ha estado y está intensamente ocupado con actuaciones en distintos y destacados  centros culturales y en auditorios, clubes y teatros de nuestra provincia, del país y del exterior. Me interesa insistir en que la creación de LEERE ha sido conjunta, sobre este  principio estético que desarrollé por escrito y que fue acordado por ambos: "Un intervalo es la pausa, la espera entre dos momentos de una sucesión, o la distancia entre dos puntos del espacio, la oscuridad entre dos cadenas de luz. La detención, ausencia del sonido o del movimiento. Cuando la sucesión se detiene, emerge sólido, compacto, real, el vacío. El intervalo implica distancia, intersticio, hendidura, que adquiere la materialidad y el espesor por delinearse con límites precisos. Equivale al instante al que nos lanza el artista para la experiencia del disfrute estético. El intervalo abarca la dimensión temporal y la dimensión espacial. La pausa deja que se abra el fluir del pensamiento; es necesaria. La ausencia de la pausa, esa distancia hueca, en el arte, y la ausencia de conciencia de ese intervalo, obturan y embotan la sensibilidad y la inteligencia. Se ha perdido el intervalo, lumínico, sonoro, volumétrico. Los objetos, en una masa viscosa y envolvente, tienden a ocuparlo todo, forman muros, espesos. Pero el arte da a ver, muestra, hace oír. Se hace presentación ostensible, ostentosa, desafía las letosas, que no dan respiro."

Entonces lo experimental, que también abarca otras obras mías, como poesías visuales, o lenguajes construidos para la poesía, es un principio que orienta las búsquedas en las que me embarco. Una aventura, ya lo dije, experiencial.

 

12 — Transcribo de una entrevista que le realizaran a Alicia Genovese: “…para articular su voz, cada mujer necesita desarticular los significados impuestos en una cultura. Es un discurso contracultural aunque no aparezca enunciado así en los textos poéticos. El solo hecho de que una mujer proyecte su propio deseo ya es contracultural.” ¿Comentarías, añadirías…?

 

          SRS —El lenguaje de mujer, no necesariamente inscripto en la condición anatómica, es sin duda revulsivo con los efectos de desarticulación que menciona Alicia Genovese. La sociedad patriarcal está hoy jugándose su posición de predominio, de hegemonía, que entre nosotros ha alcanzado un grado de violencia sin precedentes. Esto coincide con el empoderamiento de las mujeres, lo cual suscita, como lamentablemente constatamos cada día, actos mortíferos de venganza. La escritura es un campo a desbrozar, para abrirse paso en medio de esa hegemonía, y el costo es alto. La construcción del canon literario es una muestra cabal de la posición que consolida un predominio universal e histórico de varones, y eso tiene como efecto la generación de un contracanon que termina siendo una discriminación positiva. Es una lucha muy larga, entre otras, que llevamos adelante las mujeres. En la selección de poemas al final de esta entrevista, transcribiré mi “Soneto de mujeres” del poemario inédito “Kalendas”. Allí se pueden encontrar conceptos que sostengo al respecto.

 

13 — ¿Sobre qué asuntos de la literatura considerás que se investiga poco y nada?

 

          SRS — Creo que es escaso lo que se estudia sobre literatura traducida como género que convive con todos los géneros de un sistema literario. Incluyo en ello la importación de todo tipo de saberes y discursos, no solamente literarios. Merced a la traducción construimos mundos, lenguas, textos, y conservamos el acervo de las culturas más allá de las fronteras lingüísticas, geográficas e históricas. Por eso las traducciones son utópicas y ucrónicas. Actualmente se están expandiendo las investigaciones del fenómeno traducción como proceso de transferencia interlingüística, intersemiótica e intercultural. Investigaciones se desarrollan puntualmente en algunas instituciones científicas y académicas del mundo. A las traducciones les debemos los sucesivos enriquecimientos de las lenguas de llegada. Aunque ahora con los traductores automáticos digitales, que están creando nuevos lenguajes y hasta nuevas lenguas, entiendo que dichas investigaciones deben incorporar necesariamente la algorítmica como campo lingüístico que ha transformado radicalmente la tradición de la lectoescritura, si es que no la está empezando a sustituir, lisa y llanamente. Con la convergencia digital, que ha creado nuevas subjetividades, el acceso a los acervos culturales se está orientando a lo puramente audiovisual, y sospecho que las futuras generaciones olvidarán la letra.

 

14 — Prologando Jorge Luis Borges su propia “Antología poética 1923-1977” (Alianza / Emecé, 1981), este breve párrafo: “Se de poetas admirables —Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Toulet—, que han sido relegados al olvido, porque no fueron otra cosa que admirables poetas, que no modificaron el curso de la literatura.” ¿Tu apreciación…?

 

          SRS — Creo que es un juicio de gusto personal, de pertenencia grupal e institucional y de época. Siempre se trata de una convención, por lo tanto es arbitrario.  Ya conocemos sobradamente los “descubrimientos” y redescubrimientos de valores que en su momento no entraron en el canon por diversas razones. Y a veces entran por cuestiones de mercado (o mercanon,como le llamo yo). Existen innumerables casos en que la literatura, su curso, se modifican por retroacción, reparando en lo excluido, lo olvidado, lo desechado, revalorizando sus aportes, que en su momento no fueron tales. Se trata de políticas de consagración y por lo tanto del ejercicio del poder en lo que concierne a juzgar. Un ejemplo ya remanido es el Canon Occidental de Harold Bloom. Últimamente se empezó a rescatar a Carlos Mastronardi, entre algunos otros, convirtiendo sus obras en obras de culto. También se re-re-re-rescata a Leopoldo Marechal. Este año, en junio, hubo un Coloquio muy importante en el cual se lo colocó en el ápice de la literatura no solo argentina. Me atengo por el momento a una cuestión de gusto: leo mucho a Gabriela Mistral. Claro, obtuvo el Nobel…Y los poemas de Ezequiel Martínez Estrada…

 

15 — ¿Estimaciones respecto de tu modo prevaleciente de ser alcanzada por el abatimiento, la desazón, la frustración y de tu modo prevaleciente de restaurarte, equilibrarte, gratificarte?

 

          SRS —El abatimiento no me ha sido ajeno. Y seguramente no lo será. Pero es la condición del ser humano: atravesado por el lenguaje, sexuado y mortal. Cada uno elige o queda elegido por una forma de consuelo, de cura. Por el amor, por la creación artística, por la invención, adquisición y transmisión de saberes, por la fe. Me gusta la invocación CURATE IPSUM. La escritura y la lectura son balsámicos. Ser analizante también.

 

16 — ¿Tinto, blanco o rosado?

 

SRS —Tinto, roble, y en lo posible Pinot Noir o Cabernet Sauvignon.

 

17 — Aldo Pellegrini afirmó: “El humor es el elemento que provee a la poesía de su mayor virulencia. Acerado como la luz, el humor se constituye en la vanguardia combativa en pro de la autenticidad del ser. Con su filo luminoso corta la oscuridad, y aporta el fuego que consume lo muerto y reanima lo vivo.”  ¿Qué poetas o poemas humorísticos —o donde se asome o despliegue el cinismo, la burla, la acidez, la chocarrería, lo sardónico, lo punzante, la parodia, lo corrosivo, lo incisivo, lo zumbón—  recomendarías?

 

          SRS —Los del “Oulipo”: Taller de Literatura Potencial (Francois Le Lionnais, Raymond Quenau), y sin dudas Leónidas Lamborghini. Me encanta el libro “Fecunda” de Livia Hidalgo, de un género incalificable, que es especialmente poético y humorístico. Así como me capturan las microficciones de Luisa Valenzuela.

 

18 — ¿Qué pensás del nacionalismo? ¿Qué es la patria?

 

          SRS — ¿Debo entender que asimilás nación y patria? En primer lugar sostengo que es necesario un concepto muy explicado de nacionalismo, que de lo contrario puede confundirse con ideologías y corrientes políticas deplorables. La “nación” es un concepto joven, proviene de la modernidad europea; es una construcción que surge alrededor de la segunda mitad del siglo XVIII. Se trata de una entera creación humana que se realiza en tres dimensiones: la identificación de los ancestros, el folklore y la cultura de masas. Estos tres elementos clave de la construcción de las identidades nacionales tienen lugar en diferentes épocas y bajo formas diversas, y permiten la difusión de la idea nacional. Se puede observar entonces que la invención de las naciones coincide con una intensa creación de géneros literarios o artísticos y está estrechamente ligada a la modernidad económica y social. De acuerdo con Anne Marie Thiesse, dicha construcción se efectúa en detrimento de otras identidades minoritarias o débiles, ya que cierta parte de la cultura, y también culturas enteras, pueden resultar ignoradas, sometidas a olvido, censuradas, discriminadas, en beneficio de otras que se privilegian de acuerdo con las fuerzas hegemónicas que instituyen la nación. La invención de la nación al tiempo que se realiza en el campo de las luchas históricas, políticas, bélicas, de instauración del poder, se despliega en una narrativa: por medio de actos performativos, fundantes, discursos que fijan campos simbólicos e imaginarios a partir de los cuales se gestan políticas y programas, imperativos de la constitución de comunidades homogéneas, gobernables según la impronta ideológica y de sistema político económico que informa a las programáticas de Nación. Es decir que no existe una “esencia” de nación, sino que se trata de convenciones. Acuerdo con el sentido éste, y cuando por ejemplo decimos que algo es de raigambre nacional, identificamos (y nos identificamos) con esos rasgos distintivos e instituyentes. Sobre todo cuando estamos, estoy, en el extranjero; ser argentina, manifestarme como tal, me implica en esa institucionalidad, en esa afiliación, en esa pertenencia. El riesgo son los

fundamentalismos…. Otra cosa, otro concepto es Patria, que merece también un cuidadoso cernimiento. Una patria puede albergar muchas naciones, como sucede en Bolivia actualmente. Patria viene de Pater, el que pone la simiente para generar comunidad, familia, autoridad. A veces se confunde con el Estado. Depende de la época. Yo me identifico con la patria argentina, más allá de las efemérides fundacionales y de las epopeyas que les dan sentido. 

 

19 — ¿Cuáles son tus poemas preferidos de esos poetas sobre los que tanto has investigado y producido: Gottfried Benn (1886-1956) y Paul Celan (1920-1970)?

 

SRS — De Benn, el entero ciclo “Morgue”. De Celan, “Tenebrae”, “Psalm” (Salmo), “Es war Erde in Ihnen” (“Había tierra en ellos”).

 

20 — Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿a qué personas admirás?

 

          SRS —Las listas siempre llaman la atención por lo que falta. Pero aún a costa de ese riesgo, admiro justamente a Paul Celan. También a Sigmund Freud, a Marguerite Duras, a Ingmar Bergman y a Carlo Ginzburg.

 

21 — ¿Cómo son los jóvenes hoy en sus vínculos con el saber respecto a cómo eran cuando vos cursabas tus carreras y cuando te iniciaste en la docencia?

 

SRS — La respuesta, como casi todas, es provisoria, en cuanto a definir características distintivas. Pues cada año enseño a una nueva cohorte. Si bien la transformación cultural es enorme desde lo que se llamó pensamiento único y posmodernidad tras la caída del muro de Berlín, y aun cuando el estallido tecnodigital global ulterior y dominante en el presente implica un abrupto corte en la condición humana, al menos como la conocemos en occidente, puedo decir que quienes estudian literatura como carrera y acaso como profesión a ejercer, tienen algunas cosas en común con mi generación de condiscípulos: interés por la lectura, actitud crítica sobre la sociedad, o sea posturas políticas fuertes que no significan necesariamente la pertenencia a un partido o a un movimiento político específico. Sobre todo encuentro entusiasmo, curiosidad y demandas exigentes y filosas. Rondan los 22-23 años cuando cursan mi materia. Con ellos amplío mi inteligencia, y afino la escucha. Aprecio enormemente esa posibilidad de vínculo en la transmisión.

 

22 — Del nº 4/5 de la revista “Literal” (Buenos Aires, noviembre de 1977), Noé Jitrik cita en su ensayo “Las marcas del deseo y el modelo psicoanalítico”, lo siguiente: “quien lee determina a quien escribe” y “quien lee determina la forma de un escrito”. ¿Quién lee, quién te lee, cómo te leen, cómo inferís que sos leída, etc.?

 

          SRS — Estoy muy de acuerdo con Noé Jitrik, un maestro del que nunca se deja de aprender. Y su enunciado tiene una actualidad asombrosa. Sé quién me lee cuando recibo comentarios directos de los que recorren mis libros. No puedo hacer una generalización. De cada lectura, ensayo crítico, comentario personal sobre mi obra, me sobreviene el asombro, encuentro sentidos inesperados, enriquecedores, que a su vez (re) alimentan mi escritura y mi juicio sobre lo que he escrito. Durante mucho tiempo se me ha tratado de “poeta hermética”, y así ha quedado fijado en la idea que muchas personas tienen de lo que escribo, sobre todo de la época de mis primeros libros. Por eso, y no sin ironía, escribí mi último poemario “Parque temático”. El libro contiene poemas “herméticos”, los cuales se repiten, pero “explicados”. Al pie pondré un ejemplo.

 

 

Susana Romano Sued selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

SONETO de Mujeres

 

Del bullicio del mundo llegan voces

al femenino y singular oído:

los fastos de homenajes, y el olvido

de siglos y milenios se conoce

 

Una mujer, mujeres, otra y mismas

asoman como madres, como crías

despuntan en la escena de su día

del anónimo turbar de las marismas

 

Sujetas de dolores y alegrías

donan de sí los dones y las furias

y despejan genéricas espurias:

 

el común saber se aclara y se desvía

del prejuicio: no objeto de lujuria

sino creatura que combate injurias.

                                                                                                        (De“Kalendas”, 2014, inédito)

 

 

 

Casa de brujas

                                                 (in dubia contra reum)

 

Breve el peldaño

y el respiro breve

hora que horada

y al sombrío mueve

y no hay siglo ni hay año ni nobleza

ni rastro de entereza

tras la venda caída tiembla un ojo

y tras el ojo tiembla la mirada

y acucia la corriente sin marea

la ola de dolor que se aparea

fluye hacia la orilla mancillada

de la encía y la ingle las membranas

y no alcanza la tierra prometida

ni se cierra

como se quiere el cielo sobre el pecho

tarda la ida del pozo al otro pozo

lenta la vida para huir del seso

siega la mano la mano del artero

y hay un infierno detrás de los infiernos.

Por el amigo

y el amigo del amigo

y por ti mismo

se acaban los ausentes

y te extravía la memoria

y el ombligo

y te confiesas de pecados y delitos

y de actos malos nunca cometidos

y de otros dolos nunca ejecutados:

maleficio de la duda concedido.

                                                                                                                 (Del capítulo “ Males del Sur/Shoah”, “Escriturienta”)

 

 

 

 

*[La marea gotea en la llaga sustraída al veneno]

I

La interrupción

         

          Dos yacijas:

          su cama de manta rayada,

          su caja funeraria,

          las coronas de flores,

          prohibidas por la religión,

          el espejo del corredor tapado con una tela floreada.

 

          Y la caja.

 

          La caja y la cama,

          antes del rito de preparación

          hecho por la mujer de la comunidad, 

          componía una unidad con el cuerpo,

          una forma sólida y quieta.

 

          El cuarto

ahora

era el cuarto en que se contaba de nuevo

para un nuevo calendario.

 

          Una escultura blanda,

          desalentada,

          vuelta cosa sin alojo,

          sin huésped.

         

          A quién le habla uno, al cuerpo, al huésped,quién hablar.

          Al doble desbocado que susurra la persecución

Al mayordomo

Al vecino de más allá

Al primo segundo que vino desde el extranjero para la condolencia

A los administradores de la piedad

A la amiga íntima que se prueba el collar

A la mujer del rito que viene lavar el cuerpo a solas

 

Al oficiante que desgarra un borde de las ropas

 

En el desierto que crece a expensas del conjunto.

                                                                                                                                                    (De“Algesia”, Tauro, Madrid, 2000)

 

 

 

Vivir en una lengua

 

Estoy en silencio. Oigo cómo vienen de afuera los ecos de las voces mezcladas con la palpitación del cuerpo mío. Tengo este cuerpo, y este cuerpo soporta los ecos de afuera, ajenos, y los coros de dentro, ajenos también por estar atrapados en los muros de la constancia de la lejanía.

 

Palabras dormidas, auscultadas por una memoria, de visitas furtivas. Soy una palabra rota, habito en un recinto de infancia, in fans: el que no habla; el que no habla, todavía.

 

Enhebro los abalorios del habla en una cuerda y escucho las voces que son ecos; no hablan conmigo;  prometo la gravedad de la atención a los silabeos de las voces ajenas; acopio estos víveres para la travesía de la lengua.

Sé que acechan las sirenas: si las escucho el habla de adentro va a ceder; si no las escucho el paño de sordina que envuelve al habla de adentro ahogará los ecos que ahora son extraños para el espejo que le pone la otra ajenidad.

 

Pero no; la infancia no es el lugar de donde vengo.

El callar es un callar adulto, luego de haber practicado el habla, las hablas, la escritura en el regazo áspero del suelo natal, provisto aquí y allá por la escarpa de la memoria. Desde allí es que me arranco; y voy rodeada de mi piel, ropa de dolor.

Es el mismo grito que no se oye, igual que en la fonación improbable en las pesadillas.

 

En el sueño, tonos y sonidos reverberan en el número preciso del viaje: en el lugar de los nombres, de las cosas, de los rostros desfilando a un lado y otro de la despedida.

Son las consecuencias de la luz despilfarrada en la violencia, el mucho ver y oír, los cantos rodados que se apilan al costado de la pequeña tradición.

 

Veo que soy un peregrino, y no tengo de dónde venir.

 

Pronto la lengua ajena desgarra la delgadez del alojo. Las diéresis, las siseantes fonéticas se adueñan del breve lugar en mí, de la reserva en la que han empezado a florecer el soneto, la corona, las cadencias graves de los once tonos.

 

Hay sílabas, palabras alejandrinas que brillan como diamante. Paladas de frases de arena.

 

Están sucias de pronunciación, de significado, de superficie.

 

En el umbral de la lengua se alzan las grafías de escritos antiguos; es el hebreo, es el ladino, el árabe de mis mayores, admonición sobre la palabra y sobre los treinta y seis justos que sostienen el mundo.

El hebreo emparentado, mezclado a los dialectos de la aldea,

lejos de la lengua de los asesinos. Residuos, ruinas, vestigios; el corte da en la garganta para la prosodia desconocida.

 

No me muerde aún el idioma. Apenas ha hundido sus colmillos en el corazón de lo gregario; la comunidad, deshecha y esparcida por las diásporas, me confina en lo callado.

 

Gutural, materna, la lengua de oriente rumia en la duna y en la alta barda costea los restos de coral, y sangra.

Carga los hijos en la espalda; no habla.

 

Las rimas gorjean en la melodía del destierro mientras las hablas desentonan aquí y allá; son las afonías de la despedida, son las endechas mudas, espigando la orilla del corazón biendicho.

 

De noche, los tártaros abandonan el desierto; merodean al borde del sueño, sacan provecho del cansancio y dejan prefijos encajados entre las palabras graves, en las arcadas.

 

Hoy he cedido a la entonación, a la rima pobre, a la desinencia.

A la cancelación sonora de la procedencia.

 

Me nace una frase monstruosa en un giro de aliento que alberga una pausa entre tono y tono.

 

Aguamarina es una piedra dura, es un peso en el cabo de la cuerda que me mete al mar.

Tengo una lengua, una sola, que no es la mía.

‘lbi, ‘lbi, shelí, shelí, mir, mancura.

 

El castellano viene a ser vasija, tribu, punta de flecha de obsidiana, manta funeraria, tango; Andenken; sirve para adornar el anaquel de la civilización.

 

Sigfrido muere sobre el dorso de una carta entremares.

Es primo de Izmir, y Halebi y Sham y Galizia.

 

Debo conservar puro el castellano, bien que haya sido y esté siendo el idioma de la confesión forzosa; el idioma del mal del sur.

 

Tenemos los gestos, me dicen los compatriotas del idioma que han enmudecido junto conmigo.

 

La nave de Islandia está quebrada en el mástil, mientras aprendo a hablar la lengua de los asesinos.

En la cubierta de la frase está la piedra de corazón, están los carbones, está la brasa meridiana, la adormidera apaleada en la lucha del idioma. Pantanos tragándose los pies.

 

El escrito flamea hacia el abra tendida entre los muros de palabras y mi silencio.

 

Abajo, una melena de algas. Sobre esos líquenes no crece tallo, no florece flor, sólo tradición sepultada de raíz. Los nombres pierden sostén, ambulan por el recuerdo, simulan ser los mismos. Es la palabra ajena que labra una anomalía en el corazón, en el alma forastera.

 

Trebejos que se deslizan sin orden, marañas de voces que atestan el umbral de la razón.

 

Las pausas trazan los atajos del relampagueo de las palabras maternas entre el follaje de la Sprache, Ptehk, shalom, kainenore. A dónde ir con los cuadernos mestizos, con este injerto.

 

Una oración de tenacidad a largo plazo tañe por los crepúsculos y mora a la fuerza en el rumor de las palabras vecinas: callar, fue nuestra virtud.

Esa noticia se pierde en el murmullo. Se pierde

mientras busca el meridiano. La caracola enmudece; se le pega un luto de tarde; badajo negro, puente de plata.

 

El escrito flamea en el abra tendida entre los muros de palabras y mi silencio.

 

Parpadea de acento en acento.

 

Habito en una lengua, que no es la mía.

                                                                                                                                    (De “Journal.Diario de las cosas”, El Emporio, Córdoba, 2009)

 

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Córdoba y Buenos Aires, distantes entre sí unos 700 kilómetros, Susana Romano Sued y Rolando Revagliatti, noviembre 2015.

*

www.revagliatti.com.ar

Nueva Jersey

Ciudad de Córdoba

Jorge Ariel Madrazo: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

  

 

Jorge Ariel Madrazo nació el 26 de agosto de 1931 en la capital de la Argentina, Buenos Aires, ciudad en la que reside. Ejerció el periodismo desde 1967, sin interrupciones, y hasta hace pocos meses, en su país y en Venezuela, ocupando cargos directivos. Su quehacer literario ha sido traducido al francés, portugués, italiano, inglés, catalán y macedonio. En 2005, por sus versiones de poemas de autores de habla portuguesa, obtuvo el Premio “Paulo Ronai” en Pernambuco, Brasil, y por su traducción de dos libros de Jack London, el Primer Premio IBBY Internacional. Es Miembro Correspondiente de la Academia de Letras del Nordeste del Brasil y de la Unión Brasileña de Escritores. Integra el Consejo Editorial de la revista “Trilce” (Concepción, Chile) y el Consejo Asesor de la revista-web “Analecta Literaria”. Ha sido incluido en numerosas publicaciones periódicas y antologías nacionales y extranjeras. La Biblioteca Nacional de la República Argentina lo distinguió en 2014 con el Premio “Rosa de Cobre” a la Trayectoria en Poesía. Publicó en 2011 a través de Ediciones Desde la Gente, Centro Cultural de la Cooperación, de su ciudad, el volumen conformado por su novela “Gardel se fue a la guerra” (Primer Premio “Eduardo Mallea”, período 2003-2005) y por diversos textos de su libro anterior, “Quarks-Microficciones”, de 2006. Sus dos libros de cuentos editados son “Ventana con Ornella” (1992) y “La mujer equivocada” (2006). Desde 1966 fueron apareciendo sus poemarios “Orden del día”, “La tierrita”, “Espejos y destierros”, “Blues de muertevida” (1984, Premio Nacional Regional), “Cuerpo textual” (1987, editado por el sello LAR de Chile, Segundo Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires), “Cantiga del otro” (1992, Primer Premio Ediciones del Dock), “Piedra de amolar”, “Mientras él duerme” (1997, en co-autoría con el pintor Juan López Taetzel), “Para amar a una deidad” (1998, Premio Fondo Nacional de las Artes y Premio Fundación Inca), “De mujer nacido”, “Teoría de ella”, “De vos”, “Ayer decías mañana”, y en 2015 “Lo invisible”. En 2014 se concretó en París, Francia, a través del Programa Sur de la Cancillería Argentina de apoyo a la traducción, y por el sello Abra Pampa, una edición bilingüe bajo el título “De vos / De toi”. Este año, Ediciones Summa, de Lima, Perú, dio a conocer su antología personal “Alma que has de vivir” y Ediciones Caletita, de México, le publicó el libro “Poemas de ángel caído”. Fue invitado a encuentros internacionales de poesía en su país, así como en Perú, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, Cuba, México, Nicaragua, Ecuador, Estados Unidos, España, ex Yugoslavia, Irlanda y Francia.

 

1 — Imaginando la satisfacción que le habrá producido al niño que eras en 1940, cuando se publicaron dos poemas tuyos, nos preguntamos por la repercusión en tu familia, por la irradiación en ellos y en vos, por tu continuidad en la escritura de creación en aquella década y en la siguiente.

 

          JAM — De hecho, esos dos poemitas vieron la luz en una revista, “Ceres”, editada por la mutual del Ministerio de Agricultura y Ganadería, en el que mi padre trabajaba. Como verás, la intervención de mi familia en tales “inicios” literarios fue directa, pero no porque sí: aquel chico tenía condiciones. Los poemas estaban consagrados, como era de prever, a mi madre y a mi padre, y exhibían cierta habilidad constructiva y bastante “oído”. Aún recuerdo la estrofa final de uno de ellos: «El niño ya se ha dormido / la madre cesó su canto. / Ya no se oye de la lluvia el ruido. / Las horas siguen pasando…». A esa edad, por cierto, ya tenía muchas lecturas —obvio: desperdigadas, sin ningún orden— gracias a la biblioteca de una tía, hermana de mi madre y profesora de Arte Escénico y Declamación: esa biblioteca rebosaba de Rubén Darío, José Asunción Silva, Santos Chocano, Amado Nervo, Edgar Allan Poe, Fernández Moreno (Baldomero y César), José Pedroni, Antonio Machado, García Lorca, León Felipe y un riquísimo etcétera. Los Nocturnos de Silva y “El Cuervo”, de Poe, me abrieron el alma, el sentimiento y el oído como nada nunca antes. León Felipe y Vladímir Maiakovski —este último, no sólo por su euforia revolucionaria sino también por su forma de escandir el verso— fueron con César Fernández Moreno, García Lorca y Rafael Alberti y el Neruda de “Residencia en la tierra”, las  influencias más notables, en la prehistoria adolescente de mi formación poética.

            Toda la escritura que siguió, en los ’40 y ’50, se convirtió en humeante pira cierta noche de rara autopunición: ocurre que sentí miedo, o rechazo, por lo que era una entrega psíquica casi absoluta a la experiencia (mágica, obsesiva) del lado poético del universo. Una precoz militancia política y un precoz casamiento contribuyeron a que mi primer libro de poesía se publicara muy tarde, a los 34 años, en 1966 y gracias a la generosidad de José Luis Mangieri con su primer sello: La Rosa Blindada. Ese opus poético inicial se llamó “Orden del día”. Pese a tal título, no era para nada panfletario, ni siquiera de carácter preminentemente político, y aún hoy lo reivindico.

 

2 — ¿Qué medios periodísticos en los que te hayas desempeñado destacarías? ¿Qué secciones cubriste y de cuáles llegaste a ser el principal responsable, con qué otros escritores compartiste redacciones?

 

          JAM — Los principales hitos de mi trabajo periodístico fueron, en el país y en gráfica, la revista “Siete Días Ilustrados” (fui Secretario de Redacción de su edición nacional y luego de la Latinoamericana) y el recordado matutino “La Opinión”, fundado por Jacobo Timerman. En los años ’60 estuve muy cerca de “La Rosa Blindada”, publicación que dirigía Mangieri, donde reencontré al joven Juan Gelman que ya había admirado en sus lecturas públicas y a través de los discos del Tata Cedrón. Ya en Venezuela transité por varios medios gráficos hasta desempeñarme como Director del semanario “Elite” y, luego, Secretario de Redacción de la filial venezolana de la agencia de noticias italiana ANSA.

Una vez de regreso en la Argentina, pasé por otros medios como la revista “El Observador”, el matutino “Clarín” —en su sección Internacional—, y algunas colaboraciones esporádicas para la última etapa de la importante revista “Crisis”, que dirigió el poeta y periodista Jorge Boccanera. Por fin, fui colaborador permanente de la publicación virtual y gráfica “El Arca”, órgano de la Caja Nacional de Ahorro y Seguros, hasta su desaparición, poco tiempo atrás.

Raúl González Tuñón (con quien apenas tuve trato, por mi timidez en aquellos años), Gelman, Francisco Urondo, el gran dibujante Hermenegildo Sabat, Tabaré Di Paula, Sergio Morero, Alberto Szpunberg, Ramón Plaza, son algunos de los nombres, imborrables hasta hoy, surgidos en aquella larga etapa periodística y poética a la vez. Hubo más, es claro, pero no quiero convertir este diálogo en una guía telefónica.

 

3 — Tras exiliarte en Caracas, entre 1976 y 1983, apenas regresado a nuestro país se difunde tu poemario “Espejos y destierros”. Seis, siete años en otra gran ciudad. ¿Cómo fue “volver”?...

 

          JAM — El que vuelve es ya otro, ¿verdad? Y el país también es muy otro. Ante todo procuré re-descubrir, conocer el nuevo movimiento poético, en especial a los autores y autoras jóvenes: era la época de “Poesía Abierta”, de los cafés y caves donde la poesía sentaba sus reales. Traté intensamente a magníficos compañeros de mettier, muchos de ellos hoy fallecidos. Mención especial, entre estas figuras memorables ya idas, para Enrique Puccia, Antonio Aliberti, Rubén Chihade, Francisco Madariaga,  Edgar Bayley, Enrique Molina, Joaquín Giannuzzi, Juan García Gayo, Hugo Caamaño, Jorge Smerling, Carlos Débole, Jorge García  Sabal, Celia Gourinski, Élida Manselli, Susana Thénon, Olga Orozco y un riquísimo etcétera.

            De igual modo, debo confesar que tropecé en algunos casos con sectarismos y afanes por ocupar un paradójico “poder poético” —que ayer y hoy me pareció un afán tan pobre como risible—, cuya mayor expresión quizás haya sido la revista “Diario de Poesía”.

 

4 — ¿Te habrás referido ya en alguna entrevista a ese volumen titulado “Orgasmo” (Centro Editor de América Latina, 1989), conformado por poemas de Mario Trejo (1926-2012), con tu selección y estudio introductorio? Haya sucedido o no, Jorge, te demandamos que nos hables de Trejo, de tu selección y estudio.

 

          JAM — Trejo —o Trexus, como él se auto-rebautizó— fue uno de los personajes más singulares que he tratado, mejor dicho: que tuve el privilegio de tratar. Fue, en mi opinión, una de las voces mayores de la poesía en lengua española, desde la irreverencia y la ironía que no excluían una hondura conmovedora de quien había vivido “todo”, y en todas partes. Cualquier convencionalismo, cualquier gesto mediocre o mezquino se disolvían en el aire, avergonzados, ante su presencia cáustica e intransigente. Podía suscitar admiraciones incondicionales y rechazos no menos absolutos. Era un ser de las noches, del jazz, de la bohemia y los márgenes, y daba la impresión de que nada de lo humano le era ajeno, a excepción de los rótulos políticos. Tampoco le fue ajeno ningún género textual: fue maestro como dramaturgo, guionista de cine y televisión, autor de poemas que llegaron a ser canciones exitosísimas, como “Los Pájaros Perdidos”. Y hasta fue actor, haciendo de sí mismo, en la película de Bernardo Bertolucci “La vía del petróleo”. De mi trabajo para el CEDAL sólo diré que estuvo movido por la admiración y el amor.

 

5 — Envidiable bagaje el tuyo tras las participaciones en encuentros de escritores en más de una docena de países.

 

          JAM — Hay encuentros poéticos de muy distinta índole, carácter y magnitud. Pero ya sea en Rosario o Córdoba de Argentina, o bien en Struga —Macedonia, en la ex Yugoslavia—, en Irlanda, en Oregón (EEUU), en Granada (Nicaragua), en Concepción y Valdivia (Chile),  en La Habana, en Quito, Lima o Medellín (por citar a algunos a los que fui invitado), la emoción poética suele ser similar. Tal experiencia, que es tanto de vida como poética, permite además enriquecerse con múltiples aportes, seres humanos, culturas y voces. Y suelen forjarse amistades duraderas y entrañables.

 

6 — Resulta que sos el prologuista de un libro que juzgo extraordinario: “Lo cierto”, del argentino Diego Viniarsky, fallecido trágicamente en 2006 a los cuarenta años.  

 

          JAM — Amor y admiración: ésas son las palabras que ya usé para definir mi relación con Mario Trejo, y muy adecuadas para referirme al vínculo con Diego e incluso con Noemí, su gran compañera.

          Diego era un ser de excepción, un talento y una voluntad descomunales encarcelados en un cuerpecito que sufría un creciente deterioro por una enfermedad paralizante. Lo conocí cuando me puse en contacto con él tras leer un número de la excelente revista “El Perseguidor”, que él fundó y dirigía con la ayuda —no siempre constante— de un pequeño grupo de amigos y colaboradores. Como bien señalás, “Lo cierto” es un libro fuori serie. Y quedó inédita una novela suya que evocaba su niñez y la pasión por el fútbol. Sus dos hijos, una mujercita y un varón, son también brillantes, y Noemí sigue siendo una de mis amigas más cercanas.

            Por cierto, al hablar de Diego no puedo dejar de recordar y homenajear a otro gran poeta y crítico, una de las personalidades más agudas que he conocido, Juan Antonio Vasco, que sufrió su misma y más que injusta enfermedad.

 

7 — ¿Está ya concluido, aunque sin editar, tu ensayo “Grandes poetas olvidados”? ¿Quiénes son ellos?

 

          JAM — Nunca llegué a concluirlo, ni creo que me dé el tiempo para hacerlo.

Algunos de esos nombres (largados así, sin ningún orden): César Tiempo, Delmira Agustini, Carlos Sabat Ercasty, Martín Adán, César Calvo, Martín Oquendo de Amat, Porfirio Barba Jacob, Eunice Odio, Humberto Díaz Casanueva, Rosamel del Valle… En realidad, ¿no están olvidados la mayor parte de los poetas que merecerían ser frecuentados a diario?

 

8 — ¿Cómo se gestó, se produjo tu “Conversaciones con Elizabeth Azcona Cranwell” (1933-2004), ese volumen que en 1998 fue editado a través del sello Vinciguerra?

 

          JAM — Ese trabajo, que me permitió transitar la intimidad (a menudo dolorosa) y la obra de una gran poeta y amiga, ninguneada hasta por una trajinada antología que pretendió dar cuenta en 2010 de los “200 años de poesía argentina” (sic), surgió a pedido de la propia editorial. Y se gestó a lo largo de muchas horas de entrevistas y de charlas más distendidas, en su departamento porteño del barrio Norte. Elizabeth irradiaba un talento y encanto especiales, y era un tesoro de anécdotas y de sentimientos muy profundos en cuanto al tan particular reino, o taller, de la creación poética.

 

9 — En el género ensayo destacan dos títulos de tu autoría: “Breve historia del bolero” (1980), y cinco lustros después “El anticristo” (2006).  

 

          JAM — El ensayo sobre el bolero, género que amo, nació por la impronta del clima musical y sentimental del Caribe, que me llegó con ímpetu durante mi residencia en Venezuela, donde conocí entre otros al gran cantante puertorriqueño Daniel Santos y descubrí a su eximio compatriota Héctor Lavoe (llamado “El cantante” por antonomasia), al cubano Beni Moré, al panameño Rubén Blades, a la española-venezolana Soledad Bravo, a los venezolanos Willie Colón y Oscar D’León. Incluso entrevisté allí al famoso cantante argentino Leo Marini, quien vivió también en Venezuela. Y al director de la orquesta “La Sonora Matancera”, el que me abrió los ojos a una nueva visión de estos ritmos al revelarme: “Chico, tú sólo comprenderás de verdad toda esta cosa cuando vivas a fondo el sentimiento Caribe.” Y tenía mucha razón.

          “El anticristo” lo escribí, en difícil parto, por pedido de una editorial española para públicos masivos: tenía que ser muy bien documentado y al mismo tiempo ameno. Creo, modestamente, que lo logré.

 

10 — ¿Por qué o a instancias de qué motivaciones escribís poesía? ¿Cuál es tu visión del quehacer poético?

 

            JAM — En mas de una ocasión, con éstas palabras u otras semejantes, he dicho lo que es mi férrea convicción: el poema, si merece tal nombre, es un cuerpo vivo, un jadeo, una respiración, un dolor y un actuar tanto físicos como subjetivos, que han de nacer desde el adentro hacia el afuera: rara vez la gracia poética tutele a un texto surgido prioritariamente desde lo que Edgar Bayley llamó el “estado de alerta”, o desde el mero tributo a la herencia literaria, por rica que ésta fuera. Por lo demás, el poema es lo que es, quiere decir lo que dice, alude pero no expresa nada preexistente a sí mismo: es nuevo mundo que se agrega al mundo.

          En mi caso (pero dista de ser un patrimonio personal) pesan fuertemente la obsesión por el Tiempo y sus mutaciones. Uno vive instantes fugaces, y proyectos más duraderos, deseos y sueños intensos y poderosos. En igual medida me afectan la injusticia, la hipocresía de una sociedad que, con un refinamiento mayor o menor, y tantas otras veces sin ningún ocultamiento, se asienta en la humillación, la marginación y la muerte —civil o física— de grandes mayorías condenadas a un destino oscuro.

          Y también me motiva el ser-con-otros, el sentir que se es otros, aun con las gigantescas dificultades de comprensión y la cuasi imposibilidad de conocerse. La sensación de extrañeza ante uno mismo y lo otro, de estar en este cuerpo y en este mundo, de lo raro y aun mágico de que exista lo otro, es uno de los detonantes de mi escritura. Pueden impulsarla en lo inmediato, es claro, una visión, un momento que se siente único y por ello epifánico, una irrupción de algo que se unirá convulsivamente con los yacimientos del recuerdo, hasta un dato científico que me sorprende y desubica y suscita nuevas relaciones dentro de mí; cada cosa y cada maravilla del afuera, uniéndose al sustrato interior y al subconsciente. De otro modo: el misterio. Y el deseo de ampliar y conocer mejor el mundo, al renombrarlo. Lo que es otra forma de decir: expandir la comprensión de uno mismo y del resto, el conocimiento por otras vías, en especial la emotiva (lo intelectual también ha de estar encarnado en imágenes sensibles: tiene que haber “carne en el asador”). Mención especial para el lenguaje: a veces se olvida que todo poema es lenguaje; otras veces se exagera este rasgo, cayendo en una verdadera logorrea. En suma, permítaseme una obviedad: no hay poema, si no está  atravesado desde sus entrañas por la poesía. Pero ¿será una obviedad?

 

11 — Críticos literarios destacaron tu modo de valerte de neologismos, arcaísmos y enclíticos, un uso de los diminutivos, a veces hasta en los verbos, sustantivación de adjetivos, verbalización de sustantivos, toques barroquistas en tu poética.

 

          JAM — Así lo ha hecho notar incluso en fecha reciente, en su prólogo para una antología personal mía, la destacada poeta argentina Marta Braier. Y tal vez sea así, al menos en cuanto a gran parte de mi trabajo poético. Quizás esos rasgos —naturales, como una forma de respirar, nunca rebuscados— se hayan diluido algo con el tiempo y con los poemas. Quizás predominen más en unos libros que en otros. Es que el llamado “estilo” no es sino el resultado de lo que cada uno, al labrar el poema con la máxima honestidad y necesidad, logre hacer con sus limitaciones y anhelos personales, en cada etapa de su vida física-subjetiva y de acuerdo con sus deseos, potencialidades y déficits. Cierta vez, en Caracas, pregunté al enorme poeta chileno Humberto Díaz Casanueva, ya fallecido, sobre su presunto “cambio de estilo” en sus últimos libros: “Usted antes escribía poemas en forma de versículos casi elegíacos, muy abarcadores y dilatados; en sus nuevos poemas se lo ve más austero y tendiendo al verso corto. ¿A qué se debe eso?”. “Muy sencillo —me respondió—: ahora estoy mucho más viejo, y me falta el aliento…”. Una aparente obviedad, pero toda una “lección de estilo”.

 

12 — Como periodista realizaste un reportaje, por ejemplo, a la cantautora peruana Chabuca Granda (1920-1983). ¿Qué entrevistas por vos efectuadas te resultaron más redondas, más logradas? ¿Y qué te pasaba a vos, en tu fuero íntimo, con los remisos?

 

          JAM — Sería muy difícil para mí escoger una de esas entrevistas. Las hubo a grandes artistas, a mandatarios y Jefes de Estado, a dirigentes sindicales, a científicos. Tal vez una en la que hubo mayor empatía con la persona entrevistada, haya sido el largo y emotivo diálogo con Alfredo Zitarrosa, en Buenos Aires, para la revista “Siete Días”. O el que tuve en un hotel venezolano con Jorge Luis Borges, para la sección cultural de la agencia de noticias ANSA.

No, no me tocaron remisos. También es cierto —valga la aparente inmodestia— que hay que saber entrevistar, hallar el timing y la forma para que el remiso vaya aflojándose. Lástima grande: nunca se me dio tener que entrevistar a Juan Rulfo, o a Augusto Monterroso, cuya parquedad en el diálogo era proverbial.

 

13 — Hace más de tres lustros se dio a conocer el volumen que concibieras con el artista plástico Juan López Taetzel. ¿Cómo se generó esa asociación, cómo la desarrollaron, qué resulto?

 

          JAM —  La estrecha amistad con ese pintor, que siempre admiré, y su interés y honda comprensión del quehacer poético, me llevaron a pedirle ilustraciones originales —en verdad, tintas muy libres— para los poemas que irían al libro “Mientras él duerme”. Aclaro: no fueron, ni quisimos que fueran, “ilustraciones de poemas”. Son tintas bellísimas, fuertes y libérrimas, que conforman a su modo otros discursos creativos independientes. Por lo demás, esos poemas son, creo, los que más espontánea y libremente brotaron de mí. Fueron una catarsis en una época personal difícil.

         Ese libro no tuvo buena difusión pero es uno de los que prefiero.

 

14 — A donde te lleven…: ¿Qué es la gloria literaria? ¿Cuál es el miedo químicamente puro? ¿Te gusta escribir adentro de lo ya escrito?

 

          JAM — ¿La gloria? ¡Pero, ésa es una aspiración propia de poetas imperiales en países imperiales! Entre nosotros, es sustituida por la pequeña aspiración al “poder” poético individual. Algo muy diferente del sano y válido prestigio y/o reconocimiento.

          El miedo químicamente puro puede ser: estar echado en la cama mientras los que van a secuestrarte derriban la puerta, o encontrarte aferrado a una boya en pleno océano y en plena noche. O abrir una ventana y ver el rostro de uno mismo, muerto.

          Escribir adentro de lo ya escrito: creo que esto es, meramente: escribir: un palimpsesto acaso infinito, aunque por suerte el texto alguna vez te abandona…

 

15 — ¿Qué proceso medió desde que concebiste la idea para la novela “Gardel se fue a la guerra” y el momento en que decidiste escribirla?

 

          JAM — La novela —paródica, ucrónica—, se fue desarrollando en diversos momentos. Recordemos: la trama presenta a un Gardel fracasado en sus pretensiones de Gran Cantor Barrial y a un teniente coronel Perón no menos frustrado, ambos urdiendo una disparatada odisea redentorista desde el geriátrico que los dos comparten, y recibiendo instrucciones nada menos que de un representante de los últimos Cátaros o Perfectos aún sobrevivientes en la francesa Toulouse, ciudad natal del auténtico Gardel. Paradójicamente, o no, escribí esta parodia tragicómica mientras mi esposa luchaba (luchábamos) contra su durísima enfermedad terminal. Realmente, todo un caso de esforzado desdoblamiento, como vía para sobrellevar momentos atroces.

No hubo tanta preparación previa, aunque sí debí leer mucho sobre los Cátaros, su filosofía, las represiones por ellos sufridas, etcétera. Creo recordar que la novela tuvo tres o cuatro versiones, hasta su forma final. Un día me atreví a llevársela al muy apreciado y generoso Mario Grabivker, quien dirigía el Departamento Editorial de las Ediciones “Desde la Gente”. Pasado el tiempo, y ya jubilado Grabivker, un día me hace llamar Jorge Testero, en la actualidad al frente de esas ediciones, quien con idéntica generosidad y espléndida disposición me propone editar el libro. Así es que vio la luz.

 

16 — ¿Has llegado a pagar “cualquier precio” con tal de tener la primerísima edición de —pongamos— un libro nunca re-editado en los últimos cien años?

 

          JAM — ¡No! Disto mucho de ser un bibliófilo o un coleccionista. Es claro que amo los libros, y me cuesta desprenderme de alguno (si bien he regalado, con placer, ciertos libros para mí muy valiosos): pero no llego a esos extremos. Tampoco podría pagar “cualquier precio”…

 

17 — Ricardo H. Herrera dice que “cuando el que traduce es un poeta, difícilmente sus elecciones puedan estar desvinculadas de la imagen ideal de la poesía que persigue”. ¿Acordás? ¿Qué entra en juego en vos al elegir un poema para su traducción?

 

          JAM — De preferencia, un autor admirado por mi. Por otra parte, mis traducciones fueron siempre una actividad aleatoria, surgieron al calor de diversas circunstancias. No soy lo que puede llamarse un traductor.

 

18 — El varón, ¿es un arma de destrucción masiva?  

 

          JAM — Caramba, prima facie suscribiría eso. Pero habría que ceder la palabra a los biólogos, genetistas, sociólogos y filósofos. Suponiendo que ellos pudieran dar una respuesta. Ciertamente, y al margen de algunas damas de la historia bastante terribles —Catalina de Rusia, la Thatcher, por ejemplo—, estoy tentado de pensar que un regreso al Matriarcado daría frutos muy interesantes.

 

19 — ¿Poéticas que te entusiasmaron alguna vez y para las que ya “no estás disponible”? ¿Poéticas que te entusiasman y para las que con anterioridad “no estabas disponible”?

 

          JAM — Para el primer caso, podría decir: la poesía española (generalizando demasiado, es claro: Gamoneda me atrae mucho). Para el segundo, ciertos nombres rectores de la poesía anglo-sajona. Y la oferta poética que brota en América, con la obvia inclusión del Brasil. 

 

20 — Transcribo de la novela “El año de la muerte de Ricardo Reis” de José Saramago: “Ricardo Reis hace un ademán, tantea el aire ceniciento, después, distinguiendo apenas las palabras que va trazando en el papel, escribe, A los dioses pido sólo que me concedan el no pedirles nada, y habiendo escrito esto ya no supo qué más decir, a veces es así, creemos en la importancia de lo que dijimos o escribimos hasta cierto punto, sólo porque no fue posible acallar los sonidos o apagar los rasgos, pero nos entra por el cuerpo la tentación de la mudez, la fascinación de la inmovilidad, estar como están los dioses, callados y quietos, sólo asistiendo.” ¿Tu reflexión?...

 

          JAM — Amén.

 

 

 

Jorge Ariel Madrazo selecciona poemas de su “Alma que has de vivir” para acompañar esta entrevista:

 

 

 

 

TRAJEADOS, LOS AMIGOS

 

Anoche visité amigos muertos:

descansan (quién diría)

todo su no-tiempo

en jardines cuyos ramos cobijan poemas y

citrus de ignota acidez.

 

Estaban trajeados y alegres, tanto que me hallé

confesando: —No hubiera jamás creído

Edgar, Francisco, Antonio,

jamás pensé

Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto,

Horacio, Celia,

hallarlos tan contentos

como si fuese un suspirito vuestro

          transcurrir.

 

Conversamos sobre bares y dragones, y

amores frutecidos en remotos hoteles y

parques con nudillos de niebla. Mateando,

sonreídos, me despidieron con un fulgor

que no olvidaré.

 

Se escondía en sus miradas el color de una

verdad. Y había en sus labios

una revelación.

 

                                                                                               (A Edgar Bayley, Francisco Madariaga, Antonio Aliberti,

                                                                                                                Gianni Siccardi, Joaquín Giannuzzi, Enrique Puccia,

                                                                                       Enrique Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia Gourinski)

 

 

 

ESPÍA DE SÍ

 

Aquella lumbre por lienzos opacada,

de un evanescente resplandor rubí

—por favor, compréndanlo, les hablo

no de alegre ventana, y sí de otra

enfrentada a mi espionaje vergonzante,

donde ya mismo tal vez algún enfermo

sin un átomo de fuerzas, ejecute

la agonía que ni alcanzó a ensayar—

 

en esa roja luminaria o dormitorio

tan irreal como el apenumbrado

declinar de alguna turbia frente

 

¿no seré yo acaso el desolado huésped

que allí muere y la agüita se escapa de sus

ojos en tanto aquí, no lejos, con lógico estupor,

desde mi balcón yo lo espío y me espío

y me aferro a mi silla con pálidos nudillos

y me siento tan sano en esta blanca noche?

 

 

 

CÓMO HAVELOCK ELLIS CONOCIÓ EL AMOR     

                                                 Al gran sexólogo que, según propia confesión,

                                                 aprendió a amar en su alta edad.

 

 

Sólo un niño de Surrey, acunado en el oscuro pánico

de la reina Victoria, robando huracanes

en la proa del velero Empress.

Ése era el Havelock de celestes lagunas, 

es decir: ojos iguanas que alumbraban sus

bífidas lenguas, sus ominosas

poluciones nocturnas, 

tan nocturnas como el sol del puerto

delirado por el velero de su padre y por

raros fantasmas

sudamericanos.

 

Pero cuando Havelock adolesció y se adultó

sin jamás jamás 

adulterar la lluvia de sus ojos,

danzó platónicos amoríos llamados

agnes

olive

may

Mirábanse bellos y desnudos, como aves

incapaces de volar.

 

Y así Havelock se casó sin casi saber del sexo

más que el niñito del velero Empress

y conoció a Hilda Doolittle quien era

un gran pájaro blanco al borde

de un acantilado.

 

Y cuando Havelock fue ya un viejo y

lo amaban todas las mujeres del mundo 

Françoise Delisle le reveló un mundo jadeante

entre sus piernas.

Y Havelock Ellis escribió los más bellos tratados sobre el amor

con el estremecido júbilo sombrío del 

hombre que, a punto de morir,

desde su ventana descubre, llorando,

la última estrella del universo.

 

 

L’AUTRE

 

Quien lo observara galantear, y quien

el merengue danzar (bien recto el torso,

a su fémina ornando dulce alcurnia),

quien por forniques lo juzgara un sátiro

—algo venido a menos, reconócelo—

o lo acompañe en tragos verdiazules

donde amistad escarcha sus blasones

no diría —ese quien— que él está pronto

a declararse sátiro en derrota,

mal abrigado en fingidor pellejo,

 

deshaciéndose en gajos a ojos vista

alistado a morir por vez primera.

 

 

ASÍ TU PERRO CORAZÓN

 

Igual que trote sin
potro, que huerto sin tierra, así tu
perro corazón desbocado acorazona
su endemientras (palabra ésta

brava, 
palabra gaucha, lenta)                                     

 

así tu alma nunca al
servicio de causa propia, siempre

causa ajena, así tu ser

anhelando ser 
 

y nadiecito, ¿ves?

se dará cuenta. 

 

 

 

LO INVISIBLE

 

El espacio entre vos y 
yo está
preñado de diminutos 
seres bulliciosos
parecidos al aire o a algo
que quizás

quiera 
existir

seres que
intentan desunirme

de vos

se burlan y
seguirán burlándose

nos hacen cuernitos


en vano pretenden

calumniarte detallarme

crímenes seriales

triángulos varios y

otras minucias

perpetradas

 

(mi inexistente y única

mi amorada sin mácula)

 

por vos.

 

 

 

AMORES

 

Como de acero o turbadora seda

o imaginario jardín oriental,

así es nuestro amor. Son testigos

el Sur, la noche cóncava, aquel bar

de vino y de miradas que desvisten, 

tu alma abierta a la interrogación.

¿Qué hizo posible, inquieres, este amor

al que Tiempo no mella? Te respondo:

vos y yo amamos, en ambos, además,  

a los diversos que abrazan nuestro abrazo.

Ellas y ellos, los amados muy antes,

son los garantes de esta caricia eterna,

 

de este amor que créase a sí mismo,

nutrido, noche a noche, de sus varios.

 

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Jorge Ariel Madrazo y Rolando Revagliatti, diciembre 2015.

http://www.revagliatti.com.ar/051200_picnic.html

http://www.revagliatti.com.ar/990909.html

http://www.revagliatti.com.ar/cicloliv12.html

bottom of page