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Conversaciones

Alberto Luis Ponzo - Francisco Chiroleu - Gustavo Pereyra - Osvaldo Ballina - Claudio Simiz - Rodolfo Alonso - Alfredo Palacio - Michou Pourtalé - Patricia Severín - Lisandro González - 

 

Alberto Luis Ponzo: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

                                                                                                                                                                                                                                                                                            (Alberto Luis Ponzo, fotografia)

 

 

Alberto Luis Ponzo nació el 12 de junio de 1916 en el barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires y reside en la ciudad de Castelar (desde 1951), en la zona Oeste del Gran Buenos Aires, la Argentina.

Dirigió y codirigió, entre otras revistas literarias, plaquetas y  colecciones, “Vigilia” (con Fulvio Milano, 1961-1965), “Encuentro” (1966-1977), “Por la Poesía”, “Empresa Poética” (con Luis Iadarola y Simón Kargieman, 1984-1988), “Mano de Obra” (con Carlos Vitale), “Hojas del Caminador” (con Alba Correa Escandell, 1981-2005), “El Poema Ilustrado”, “Otros Cielos” (bilingüe). Su quehacer fui incluido, por ejemplo, en “Poesía Argentina Contemporánea” (Volumen Octavo, Fundación Argentina para la Poesía, 1981), “40 años de Poesía Argentina” (Tomo tercero (1950-1960), Editorial Aldaba, 1964),“Poesía Argentina  - Hacia el 2000” (Ediciones Kir, 1997),“El ‘60” (selección de Alfredo Andrés, Editores 2, Serie Plural, 1969), “Poesía Hacia el Nuevo Milenio” (Tomo 1, La Luna Que, 1999), así como en innumerables publicaciones periódicas no sólo de su país, sino que, también, en “Hora de Poesía”, “Kurpil”, “El Indio del Jarama” de España; “Enlace”, “Románica” de Estados Unidos; “Norte” de México; “Zona Franca” de Venezuela; “Andrómeda” de Puerto Rico; “Alero” de Nicaragua, etc. Citamos algunos de sus poemarios: “Equivalencia de la tierra” (1960, el primero),“De ayeres y desmemorias”, “Ramos de invierno”, “Cuaderno Martín”, “Lugares / En otras palabras”, “Obra en construcción”, “Canto en la arena”, “Exploraciones (sobre la poesía y lo demás)”, “Anotaciones para mi nacimiento”, “La casa de Azara y otros poemas”, “A puertas abiertas”, “Uno en el mundo”, “Poemas para Antonio Porchia”, “Historias salvajes”, “Cuadro de situación”, “Diálogo de escrituras”, “Labio oscuro de nacer”, “De este mundo (instantáneas y miradas)”. Y algunos de sus volúmenes de ensayo: “Pasión de la soledad y el misterio de Juan  L. Ortiz”, “Antonio Porchia: El poeta del sobresalto”, “Poéticas / Poetas de la experiencia a la escritura“, “César Vallejo: Verbo, destino y unidad”, “Poetas del vértigo y otros ensayos”, “Osvaldo Milano Arrieta, una forma sensible de indagación”, “Juan L. Ortiz / El aura de un lenguaje esencial”. Así como las siguientes antologías de su obra: “Ocupaciones y límites” (1960-1981, Fundación Argentina para la Poesía, 1982), “Poesía recobrada”(1972-1995, Libros del Empedrado, 1996), “Ochenta vueltas al mundo de todos los días” (1960-1996, Araucaria Editora, 1997), “Poemas olvidados” (1962-2004, Hojas del Caminador, 2004), “Antología breve” (incluye “Pulsos ocultos” de Alba Correa Escandell), Araucaria Editora, 2008.

 

 

          1 – Quienes deseen saber más de vos, Alberto, tendrán posibilidades si te buscan en la Red. Encontrarán muestras de tu poesía, otros reportajes y videos. Y podrán advertirte en fotografías con tu esposa y compañera de más de seis décadas, Alba Correa Escandell (1918-2008), de nacionalidad uruguaya, que además de profesora universitaria era poeta y narradora. ¿Nos referimos a ella?

 

          ALP – Entre las actos que considero imprevisibles no puedo dejar de mencionar cómo conocí a Alba, como un hecho "milagroso" por medio de la Radio Sténtor, muy popular entonces en Buenos Aires. Ella había participado en un concurso de poesía desde su país, obteniendo una distinción, y yo traté de comunicarme a través de los datos logrados por la amistad que me unía a una locutora de la radio. Alba vivía en Nueva Palmira, pequeño pueblo frente al río Uruguay, y yo había iniciado mi carrera universitaria; además comenzaba a "imitar" a los poetas del ‘40. Mantuve con Alba una incesante correspondencia y la visitaba cuando lograba conjugar mi disponibilidad de tiempo y económica. Los dos escribíamos coplas y sonetos, y nos consubstanciábamos con los bardos de esa época: Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Almafuerte,  parte de poesía española y francesa. Eran los años de "fórmulas neorrománticas" y acontecimientos históricos  y socio-culturales que determinaron las expresiones de una "nueva poesía". Existían las tendencias modernistas y, sin mayor influencia, seguimos juntos cumpliendo "carreras" diferentes: ella era Profesora de Idioma Español e Historia y yo ejercía mi profesión de Odontología. Mientras Alba realizaba una labor de desarrollo en la vida cultural palmirense, aún derivada de la producción tradicional, yo me dedicada a atender mis pacientes, en Castelar, concurriendo en ocasiones a la Capital Federal, donde me fui relacionando con los poetas Roberto Juarroz, Raúl Gustavo Aguirre, Enrique Molina, Francisco Madariaga, Alejandra Pizarnik, Antonio Porchia y unos cuantos surrealistas. Alba en Nueva Palmira fue delineando una obra silenciosa y ligada a sus recuerdos de infancia y actualidad familiar. Sus libros fueron editados mucho después de los míos.

 

 

          2 – Sobre tu poética se opinó que huía “del retoricismo y de los excesos sentimentales y que se caracteriza por el tono reflexivo”. Y sobre vos, el poeta Carlos María Romero Sosa destacó un rasgo: “Una de las pocas personas que conservan la sana costumbre de escribir extensas cartas manuscritas.” Ha existido el “Premio de Poesía Concurso Dr. Alberto Luis Ponzo de la Universidad de Morón”. Has ido obteniendo reconocimientos institucionales por tu trayectoria (Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (en 1992), Sociedad Argentina de Escritores Central y también de la Seccional Oeste, Socio Honorario de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (en 2011), Fondo Nacional de las Artes…). Yen la ciudad de Morón podríamos acceder a la “Biblioteca Popular y Centro Cultural Alberto Luis Ponzo”. Suspendo acá, para no abrumar, esta salpimentada intervención. ¿Cómo atinás a sobrevolar sobre todo esto?

 

          ALP – Hay una línea que separa lo que se escribe de las opiniones, resoluciones, prescripciones y otros elementos externos. Esa línea representa el lugar de la creación, la obra ya realizada y presentada, como hecho elaborado por el autor, independiente de nuestras ideas o condiciones en las diferentes formas de su existencia. Al otro lado de la línea imaginaria está el reconocimiento luego de la lectura, que puede resumirse diciendo que "vale" y tiene alguna importancia. Hay también un aspecto que no deja de influir en el trabajo escrito o del material que sea: la circunstancia de la ejecución, o sea lo que da vida y mayor actualización. Es cuando se estiman las razones para premiar, otorgar una mención, celebrar, elegir un plano para destacarlo entre otros. Yo creo, Rolando, que ha surgido en los últimos lustros una política excesiva y dudosa para otorgar los premios: se ha desvirtuado lo que entendemos como Arte.

          En cuanto a mi obra de poesía, ensayo o cosa realizada, sólo puede disculparse por los años de su realización, "sobrevolando", como decís, entre características de varias generaciones. No hago comentarios o afirmo si es merecido, pero no he interrumpido mis esfuerzos.

 

 

          3 – Las diversas ocasiones en las que has participado en colaboración con el pintor y dibujante Salvador Galup, me brinda la posibilidad de preguntarte cuáles han sido, en qué han consistido, y que lo evoques como artista y como persona.

 

          ALP –  Poco después de trasladarme a Castelar (yo viví en Buenos Aires, frente al Parque Chacabuco, desde que me casé en 1946 hasta 1951) y ya instalado con mi consultorio dental en la calle Italia 830, concurrió por un problema de prótesis Salvador Galup. Al realizar su ficha, aparte de los datos acostumbrados, me enteré que era pintor y dibujaba en el diario “La Razón”. Un día me invitó a conocer su taller, a pocas cuadras de mi casa. Me mostró varios cuadros que se exhibían en el comedor y numerosas obras –dibujos, óleos, estudios- ordenadas en su tallercito, en el piso superior. Yo admiraba esa producción y las colaboraciones en el diario, caricaturas en su mayor parte con hechos políticos o simplemente las pruebas de sus trabajos. Seguimos cerca, conversando de arte, la situación social, su familia (tenía esposa y tres hijos), sin dejar de incluir a la poesía, pues le había contado que escribía. No recuerdo todo lo que me ayudó a ilustrar y diagramar desde entonces. Lo cierto es que nos hicimos muy amigos y cuando le pedía la opinión acerca de mis poemas, a los pocos días me mostraba lo que él había sentido al leerlos. Así fue concibiendo tapas con ilustraciones de mi obra. Pero lo que deseo destacar, sobre todo, es su personalidad, la humildad y el desinterés sobre lo que hacía, obsequiándolo a quienes les complacía. Lo que más tengo presente es la publicación de "Hojas del Caminador", con la imagen de cada autor en la tapa y dibujos de los poemas elegidos. Durante tres años consecutivos y un número mensual, han aparecido las ilustraciones, con un breve ensayo, de más de treinta poetas. Escribió Galup en una Hoja que le dediqué: "El arte no se puede definir. Es algo que hace cambiar al ser humano, es la comunión de todos los seres humanos. El artista no puede ser individualista: tiene que dar cosas, tiene que decir lo que sucede. Es el mundo que lo hace pintar o escribir. Otra cosa no me interesa... Uno es como la realidad y después trabaja, se comunica con otro." En un reportaje afirmó: "Tengo un gran respeto por la pintura. No me siento con capacidad de mostrar mis cuadros. Cuando pinto no pienso en otra cosa que la pintura. Si alguien mira un cuadro y le gusta, ya estoy conforme. Si llega lo que hago, ya he cumplido con mi obra."  Había nacido en el porteño barrio de Caballito el 2 de noviembre de 1907 y falleció en Castelar el 20 de marzo de 1991.

 

           4 – Integraste el Centro Cultural Almafuerte, el Grupo Roberto Arlt, dirigiste “La Voz de Castelar”, fuiste jurado en certámenes, obtuviste primeros premios tanto en ensayo como en poesía, y es debido a tu iniciativa que diversas propuestas se fueron llevando a cabo en la esfera cultural. ¿Cuáles propuestas te satisficieron más y cuáles te decepcionaron por su deficiente ejecución? ¿Quiénes integraban el Grupo que cité y cuáles fueron los objetivos cumplidos? ¿Qué te dejó tu paso como director de un periódico?

 

          ALP –  Cada caso conlleva una significación según las distintas épocas o situaciones. No se puede sentir lo mismo y responder al paso de los años. Cuando ingresé a la Sociedad Fomento de Castelar, mi trabajo consistió en integrar el equipo de odontólogos, en distintos horarios. Entonces no se cobraba, como Entidad de Bien Público. Poco después propuse la realización de actos culturales con artistas de Castelar y Morón, y así se fundó la Asociación  Permanente de Artes Plásticas, donde intervine con Salvador Galup, Helios Gagliardi, Renée Pietrantonio, Rita Kafetzis y muchos más. Recientemente falleció Gagliardi, el principal organizador. Ese período fue uno de los más hermosos por las exposiciones, los debates, los certámenes (alguno, de poesía ilustrada). Surgió un grupo de escritores y se formó el Taller Literario, denominado Roberto Arlt en sus comienzos (en San Antonio de Padua). Participaron Juan Alberto Núñez, Antonio Aliberti, Elsa Fenoglio, Beatriz Pico… y como invitados, escritores de la Capital. No puedo negar inconvenientes o desacuerdos, pero la organización nunca fue discutida o negada por la Comisión Directiva de la Entidad. Integré esta Comisión varias veces, ocupé la Presidencia y lo que más me conmueve ha sido el desarrollo, los objetivos cumplidos de ampliación y modernización de la Sala de Auxilios, y desde luego las reuniones literarias, los diálogos con Raúl González Tuñón, Alejandro Schmidt, Roberto Santoro, Rafael Alberto Vásquez, César Fernández Moreno, Miguel Ángel Viola, Luis Ricardo Furlan, Héctor Miguel Ángeli... En otra instancia se me confió la dirección del periódico "La Voz de Castelar", donde ya venía colaborando en mi "Kiosco Literario" con biografías, poemas, críticas. A veces me refería a temas políticos y actualizaciones históricas, pero nunca me he sentido "periodista". Sólo escribía para comentar los sucesos destacados, las vicisitudes sociales y los dedicados a la literatura. Hasta hoy aparecen  artículos de directa difusión cultural (desde 1962). Acoto que Alba participaba con notas que confluyen en su libro "El duende y otros cuentos".

 

           5 – Más allá de profesores, licenciados y doctores en Letras, abundan abogados, periodistas, médicos y psicólogos que, además, son poetas. Hay, pero no abundan los poetas que además son meteorólogos, ingenieros, físicos, arqueólogos, veterinarios, administradores de empresas, antropólogos, químicos. En tu caso, Alberto, en 1943 te recibiste de doctor en Odontología (el otro poeta y odontólogo que se me viene a la mente, y que casualmente también reside en el oeste del conurbano bonaerense, es Norberto Alessio). ¿Coincidís con mi observación? Y, coincidas o no, ¿qué conexiones procurarías establecer entre el ejercicio de las profesiones universitarias y las producciones poéticas?

 

          ALP - Cuando tuve que decidir, al finalizar el Colegio Nacional, qué podía hacer -sin tener ninguna idea especial- le dije a mi hermano mayor: Filosofía y Letras. Ya sea porque me atraía escribir y tenía buenas notas, o porque no atisbaba otro camino, la elección fue la expresada. El se negó y me respondió que estudiando "eso" en la universidad "me iba a morir de hambre"! Fue entonces que surgió el propósito de ingresar a la Facultad de Medicina,  donde en aquella época (1938) se estudiaba Odontología. Mi ambición de la otra carrera quedó archivada. Nada de filosofía, de lenguaje, de historia de las artes. Durante la carrera empecé a escribir, y concurría a conferencias, recitales y seminarios. No me perdía las lecturas y producciones generacionales, los movimientos existentes, las tendencias renovadoras, ni dejaba de consultar obras de autores extranjeros. Disfrutaba de Baldomero Fernández Moreno, Olga Orozco, Federico García Lorca, Macedonio Fernández, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Antonio Machado, Luis Cernuda, los autores del grupo "Martinfierrista": Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Horacio Rega Molina, Evar Méndez, Francisco Luis Bernárdez, Ricardo Molinari, Eduardo González Lanuza, Carlos Mastronardi, Conrado Nalé Roxlo, Norah Lange, Jacobo Fijman. Todos los representantes del romanticismo, sin olvidar a nadie o recordando ahora a algunos con más afinidad u oscilaciones con el verso tradicional, el tono metafísico y las ideas sociales. Esto nos lleva a una pregunta: ¿Y la Odontología? Entre 1938 y 1943 cursé mi carrera

universitaria. Ya había escrito sonetos, romances, versos rimados o libres... Éste ha sido mi caso, Rolando, pero conozco ingenieros, químicos, contadores, que escribían poesía. Hay siempre buenas explicaciones, si pensamos en una vocación o predisposición de carácter espiritual. Entramos así en la psicología, en la mente y las conexiones que escapan a mis conocimientos, modestamente.

 

           6 – Has visto desarrollar durante más de seis décadas a tu ciudad de residencia. Permitime que antes de pedirte que te refieras a ella, informe sobre las circunstancias que determinaron lo que muy pocos argentinos saben: quién era el Castelar en cuestión. Resulta que a un político y novelista local (rosarino), Estanislao Zeballos, le aceptaron su proposición de instituir  dicho apellido como homenaje al escritor y político Emilio Castelar y Ripoll (Cádiz, 1832 – San Pedro del Pinatar, Murcia, 1899), presidente del poder ejecutivo de la Primera República Española. 

 

          ALP -  En aquella "pampita", como la denominaba uno de mis vecinos, me interesaba trabajar y no me impedía abocarme a la literatura. Denominada en la segunda mitad del siglo XIX como "Kilómetro 22", sí, las autoridades de entonces decidieron cambiarle el nombre, y en homenaje al personaje que señalás, la estación ferroviaria fue llamada como hoy y la zona empezó a desarrollarse, debido -como siempre he oído decir- a su clima y naturaleza. Al llegar comprobé  la gran cantidad de casas quintas, terrenos deshabitados y características que atraían a numerosas familias. Con Alba y mi primer hijo, Ariel (1947), me trasladé. Después nacieron nuestras hijas: Ada, en 1949, y Ariana, en 1960. Y ahora, aquel “Kilómetro 22” cuenta con cerca de 120.000 habitantes.

 

           7 – Admitiendo que no debo haber conocido cada una de las revistas que has dirigido, Alberto, ¿coincidirías con mi impresión de que “Empresa Poética” debe haber sido la de mayor impronta, más abarcativa y elaborada?... ¿Nos darías un perfil de alguna de las publicaciones periódicas de poesía de las que has sido responsable?

 

          ALP –  Si denominamos "perfil" al conjunto de publicaciones, los períodos de su elaboración y autores seleccionados en cada una de las revistas que he difundido, amigo Revagliatti, sería infinita la lista de nombres de autores, ensayos, comentarios, selecciones poéticas… Ocuparía centenares de páginas. No puedo asegurarte la importancia de "Empresa Poética", con la colaboración de Simón Kargieman, que ha fallecido hace varios años, y Luis Iadarola, con quien me he comunicado hace pocos días. Esta revista-libro ofrecía un panorama de la poesía argentina y latinoamericana, y en cada número elegíamos un autor para iniciarlo con un ensayo y dábamos a conocer la obra de consagrados y de jóvenes desconocidos. Fue para nosotros un período de gran interés y valorización si pensamos en un "perfil", como me proponés, de los autores que vemos actualmente en las más completas antologías.

 

           8 – Has tratado mucho a los poetas Fulvio Milano y Simón Kargieman. ¿Nos harías una semblanza de cada uno de ellos?

 

          ALP – Has nombrado a dos de mis grandes amigos, los primeros que traté al comenzar la "vida poética", los pasos iniciales. A Simón lo conocí en uno de los actos de la época inaugural de mi experiencia, y luego de muchas charlas, frecuenté su casa y conocí también a su esposa, odontóloga, y a sus tres hijos. Hubo un día trágico, cuando por una razón que nunca comprenderé, su mujer se suicidó. Simón había publicado ya "Tiempo de lágrima cerrada", "Niño del asombro", "Antipoemas 1962". Después aparecieron "Ella y el amor" y "Acto de fe". Otras obras: "El círculo inmóvil " (1969) y "La palabra decisiva" (1977). Había nacido en marzo de 1926. Trabajó de visitador de médicos y en los últimos años había atendido una estantería de libros a la entrada de un Instituto de Psicología de Buenos Aires. Nuestra amistad ha sido conmovedora. Estuvo internado y falleció en un hospital, abandonado por su segunda mujer y lejos de sus hijos. Un auténtico creador: "El que nos habla en el idioma sensible afín a todas las estructuras humanas". Esto determinó Simón en "Encuentro", además de confesar que "los campos psíquico y social son lascircunstancias contingentes esenciales, que animadas coinciden  en provocar la irrupción creadora". Me es imposible resumir aquí su posición estética, las condiciones personales,

su orientación artística.

          A Fulvio Milano lo vi en uno de los actos tan frecuentes en las décadas del ‘50 y ’60. También residía en Castelar. Pasado un tiempo, vino a verme con su hijo a mi casa. Era maestro de escuela y tenía  conocimientos de literatura, lingüística, temas generacionales, y una visión de su existencia campesina, regional, que se extendía en el barrio de La Boca y el sur del conurbano bonaerense. Colaboró con entusiasmo en las revistas que editábamos,

con admirables ensayos y estudios sobre poetas argentinos, críticas de grupos de distintos lugares. Era callado -como suele decirse-,  muy riguroso, alejado de los "falsos mitos y encasilladores de poesía" (como definió Simón). Había nacido en Buenos Aires en marzo de1929 y publicó "Nevado de silencio" (1959), "Intemperie"(1965) y "Días  pintados en las ventanas del aula", poco después. En cierta época, pasaba largos meses en una villa

marplatense, preparando la edición de su plaqueta periódica de poesía "Mar de Monte Hermoso"; y después del fallecimiento de  su esposa fue a vivir a la ciudad que había conocido de chico: General Belgrano. Nos veíamos poco, y no tuve ninguna noticia hasta hace tres años, cuando me comunicaron desde allá, sin proporcionarme los detalles de las circunstancias, que había fallecido.

 

           9 – Un escritor que te quiere y conoce mucho, sabiendo que estamos desde hace varias semanas, charlando a través del correo electrónico, me sugirió, Alberto, que te formule la siguiente inquietud: ¿Tiene una identidad definida la poesía del oeste bonaerense?...

 

          ALP - Si este amigo escritor pregunta sobre la poesía del oeste, recordará que la Dirección de Arte y Cultura del Municipio me encargó, para la colección "pluma 'e gallo", una antología de poetas de Morón. En agosto de 2007 fue editado el volumen que reúne a veintitrés autores. Dedicar la respuesta sobre la "identidad" a cada uno, o en un concepto que los incluya a todos, excedería  tu pregunta, querido Rolando. En estos años de vivir aquí, los he tratado a todos, a unos más, a otros menos, y he leído sus poemas. En la introducción de la antología consigné: "No hay reglas absolutas, no entran rígidos moldes ni aparecen recetas ya consagradas. Si hay que identificar de algún modo, en su gestación y sus logros, a cada uno de los poetas de la Antología, nos sorprendería la validez de la creación que se despliega desde lo cotidiano y lo real al mundo más vasto del pensamiento, la actitud social, la descarnada visión del mundo actual y también el ejercicio misterioso de las mismas palabras, como instrumentos que se transforman y nunca alcanzan a mostrar todo lo que pensamos". La Dirección de Cultura del Oeste bonaerense la distribuye desde su presentación en la Biblioteca. Si hay que expresar  "una identidad definida", es oportuno repetir lo afirmado por Raúl Gustavo Aguirre: "Ver, en pocas palabras, si los poemas tienen alguna relación con nuestra existencia, en qué medida apelan a ella y demandan nuestra contestación".

 

           10 – Si inquiero por poetas que admires y en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, la ironía, el ingenio, la sorna, la causticidad, ¿qué me responderías?

 

          ALP - Dice muy bien Julio Cortázar que para definir y entender habría que estar fuera de lo definible y entendible. Lo cito porque estoy leyendo "Rayuela". En lo que me pedís tengo que recordar ensayos e innumerables historias de los poetas que más me han dado y puede ser "entendible", entre tantas experiencias y estilos de su lenguaje. Las condiciones que señalás se aplican  o no tienen nada que ver, en los autores más leídos y admirados, por pertenecer a modalidades humanas. Me atrevería a sostener  que ningún autor es ajeno a alguna de las características que has indicado. Y es así como respuesta ante la vida, de acuerdo a los hechos de mayor alcance. La poesía, como sabés muy bien, no tiene  mejor definición que... ¡hacerla!

 

           11 - ¿Has llegado a vacilar bastante o con fastidio durante lapsos más o menos extensos, a la hora de elegir títulos?

 

          ALP –  En casi todas las librerías parece más importante un atractivo título que el contenido, siendo incalificable o un mejor método de venta, de programación, un "negocio" de tapas, aparte del interés que pueda despertar. En mi caso, como en tantos de nuestros fines de mayor modestia y sana intención, los títulos han obedecido a la experiencia, las ideas o circunstancias. He publicado mis obras y nunca he vacilado para elegir su título, ni me he roto la cabeza procurando el más adecuado. Los títulos han acompañado lo que he querido expresar, se correspondían con el material "de adentro". Han formado parte de mi propuesta.

 

           12 - ¿La primera frase o párrafo o verso los trabajás mucho y después seguís, o te lanzás más bien a un borrador, y por ejemplo, al día siguiente o a la semana, pulís?

 

          ALP - Cuando escribía, hace muchos años, era muy raro que corrigiera o puliera la escritura. En los primeros libros, por ejemplo, "Equivalencia de la tierra"(1960) o "Canto en la arena" (1961), era espontáneo, directo, podría decirte "inspirado" por lo que sentía o pensaba. ¡Qué épocas, al pasar el tiempo y adquirir  recursos más rigurosos! Como si cumpliera una misión , seguí escribiendo y publicando, mientras trabajaba para "vivir" y tenía una familia, una admirable esposa y tres hijos. Había que leer a los poetas más importantes, conocer las tendencias, los elementos artísticos, las viejas y nuevas formulaciones... Cuando siguieron los años, entendía lo que el lenguaje imponía, digamos, para hacer mejor la poesía, o lo que más nos conformaba o revelaba con una corrección oportuna o la eliminación de lo superfluo. En la actualidad hago borradores, dejo escritas palabras que más tarde  borro o reemplazo. Busco y espero lo esencial, sin pretender nada perfecto, pero  sí lo más honesto. Cuando le preguntaron a Roberto Juarroz por qué escribía, respondió: "Escribo porque amo la vida". De ahí surge nuestra responsabilidad y lo que, en la medida en que me es posible, intento.

 

           13 - Releyendo –y despidiéndome del ejemplar- el nº 1, julio de 1989, de la revista “Poesía 2000”, doy con estas líneas de la poeta Raquel Jodorowsky (1927-2011): “Existe un ámbito místico, una comunión entre el lector y la poesía impresa. Entre el libro y el que lee se amarra un silencio que sólo la poesía desata en el alma. Así ella entra por los ojos. Por eso es tan difícil dar lecturas en recitales. Desde los escenarios hasta los oídos del público, la poesía no llega en su totalidad. Creo que se hace nube. Se diluye, se fuga. Sólo deja un poco de su sombra. Pero eso es algo.” ¿Qué te suscita este recorte que te facilito?

 

          ALP – Estamos ante conceptos que pueden aprobarse o no, ampliarse y analizarse en profundidad. No deseo ir más allá de lo que he realizado, calificarlo y hacer afirmativo su resultado. Pueden recordarse numerosas opiniones para apoyar todo lo que se ha sugerido en tu mensaje y  descifrar otras cosas. Pero hay algo que es indiscutible: en la poesía debe darse el sentimiento, la naturalidad, la originalidad, el sentido espiritual y el misterio de la palabra. Como bien dice Raquel, si se tiene en cuenta la lectura, "un poco de su sombra", lo que "se hace nube" en los recitales. Es muy cierto que todo "se fuga", si no se comprende lo que decía Jacobo Fijman: "Hice conducta de poesía. Pagué por todo". ¡Éste es el gran secreto! ¡La conducta de los autores que poseen un lenguaje para todo lo humano!  

             (Aprovecho para compartir con nuestros lectores algo para sonreír y sorprenderse. Hace unos días, ordenando mi biblioteca, encontré el libro de Raquel"Sin antes ni   después", con la dedicatoria firmada en México el 11 de diciembre de 1985. En la solapa dice que nació dentro de una mina de cobre, en el norte de Chile. Y agrega: “He publicado quince libros. Tengo un hijo y un loro. Y tengo el mundo entero. Es todo." En la contratapa, con un breve comentario , su foto. ¡Una hermosa mujer!)

 

           14 - ¿La idea romántica de que el conocimiento no se puede trasmitir, aplicada a cualquier disciplina, a cualquier arte, es sumamente retrógrada? ¿Podés disfrutar de la lectura de obras de escritores con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

 

          ALP - Son muy difíciles tus preguntas, Rolando, pero tienen gran interés al intentar respuestas adecuadas. En mi larga trayectoria tendría que recordar muchas lecturas, conocimientos, sucesos, aprendizajes. No es posible en escasos términos, en base a ideas poéticas aceptables, referirme a lo que he vivido y escrito a partir de mis primeras experiencias. Empezaré con una época en la que mi lenguaje, lejos de los recursos tradicionales, buscaba una forma despojada, sobre temas íntimos, emotivos, sin abandonar del todo otras disciplinas, como suele sospecharse a veces entre autores españoles y también de Francia en esos años de nuevas técnicas y fórmulas, en oposición decidida a las luchas sociales. En mis primeros libros, "Equivalencia de la tierra" (1960) y "Canto en la arena" (1961) , y después en ensayos, comentarios, biografías, estaba en esa línea romántica que me proporcionaba elementos para una escritura más profunda, más significativa, dejando atrás los movimientos propios de las palabras como "arte", sin un contenido vital. Lo que más necesitaba, sin tener todavía verdadera conciencia, era "saber" de cada autor su modalidad, su actitud, su estilo. No me importaban mucho las ideologías, como se las interpreta ahora. Por eso te aseguro que, desde luego, he disfrutado de creaciones diversas, de la belleza, de logros de índole amorosa, sentimental. "Hay aspectos -escribió Roberto Juarroz- que no comparto totalmente, pero esos casos que llamamos "vanguardia", están por encima de la esencialidad, delante en cuanto a experiencias del lenguaje". En mi caso, sigo siendo tolerante, a pesar de lo que no me convence. Continúo mi camino con las obras que he realizado. He vivido etapas que se integran con las revistas literarias, los estudios biográficos, las tendencias, las actividades que no pertenecen a "un tiempo", sino a una prolongada existencia. No puedo dejar de sentir todavía la gravitación de "escuelas" o grupos con sus características íntimas, sus diferencias, sus valores expresivos. La culminación sería el surrealismo, con Aldo Pellegrini y su historia, que conocerás. En otras épocas, por ejemplo, en mis libros "Uno en el mundo" (1965), "A puertas abiertas" (1969) y"Obra en construcción" (1974-1978), tenía  una orientación más seria de "conducta", como diría Fijman. Este ejemplo me apartó del concepto señalado.  Más tarde fui a lecturas de tipo más elocuente, pues la escritura es lo que me dio libertad en mi vida. Pude expresarme mejor en "Historias salvajes" (1976) y "Cuadro de situación" (1980). Opino que si una idea poética es aceptable y enriquecedora, si no se refiere a aspectos verbales como sería "un romanticismo dulzón y trasnochado" -como he leído en un buen artículo- no puede negarse su válida relación.

 

 

*

Alberto Luis Ponzo selecciona poemas de su autoría:

 

 

Me acostumbro a ser viento

 

Desde las manos salgo.

Mis palabras son uñas

sobre la tierra, dedos

torpes y fatigados.

 

Desde ellas

siento lo que sucede

y me sostengo para mirar,

cavar secretamente el horizonte,

empezar a creer en lo que digo.

 

Desde las manos hablo

y alimento la piel,

aprendo en su corteza,

tomo el aire y me digo;

con las palabras voy a la existencia,

describo mi esperanza, grito

o reniego del nombre que me imponen

y lentamente

desde este umbral cercano y movedizo

me acostumbro a ser viento,

ligera decisión de la memoria.

                                                                                                                                                          (De "Uno en el mundo", 1965)

 

 

Como el amor

 

Eres

el cuerpo de la noche,

el silencio del tiempo,

el color de la voz

que nunca he visto.

 

Eres racimo y arco,

parábola,

constelación,

círculo de diversos

centros.

 

Eres

un punto del espacio

donde el amor

puede seguir latiendo

sin consumir

su llama.

                                                                                                                    (De "Poemas comunes",1966)

 

 

El oficio

 

Escribo con el tiempo

con el fuego en los dedos

sobre el muro del día

 

Escribo cuando duermo y no me escuchan

escribo para despertar

escribo dando vueltas como un pájaro

escribo en el aire y en la tierra

 

Escribo porque no tengo otro lugar

porque mis hijos me preguntan

escribo para contestarles

para mirarlos diariamente

 

Escribo con los brazos que encuentro

escribo para el mundo que no encuentro

 

Escribo

para no repetirme

                                                                                    (De "A puertas abiertas", 1969)

 

                          

Entrevista realizada a través del correo electrónico: ciudades de Castelar y Buenos Aires, distantes entre sí  unos 30 kilómetros, Alberto Luis Ponzo y R. R., octubre 2014.

 

www.about.me/rrevagliatti

Alberto por las calles de Castelar, a sus 99 años. Agradecimiento especial a su hija Ariana por la imagen.

entrevista con

En el día de sus 99 años, Ponzo recibe el saludo de los poetas Marcos Silber y Carlos Carbone

Francisco Alberto Chiroleu: sus respuestas y poemas

 

Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti

 

Francisco Alberto Chiroleu (foto) nació el 27 de marzo de 1950 en Rosario (ciudad en la que reside), provincia de Santa Fe, la Argentina.

Es Maestro Normal Nacional, Maestro de Música, creativo publicitario, webmaster, fotógrafo, redactor independiente. Desde 1980 se desempeña como editor no lineal y soporte técnico en Canal 5 de la empresa Telefé. Es secretario de actas de SATSAID (Sindicato Argentino de Televisión) en la seccional de su ciudad. Entre 1971 y 1976 editó la revista “El Vidente Ciego” (nueve números).

En esos años participó en diversas actividades culturales, así como en cuatro festivales de poesía en la ciudad de Villa Dolores, provincia de Córdoba. Fue jurado en concursos y disertante en mesas redondas articuladas a partir de temas afines al universo poético. En 1981-1982 coordinó la sección literaria de la publicación “Todo Río” y en 1982-1983  de “Lo Mejor de Rosario y su Gente”. Fue incluido, entre otras, en la antología “El Verbo Descerrajado” -poemas en solidaridad con los presos políticos de Chile- (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile, 2005). Colaboró en diarios y revistas del país y del extranjero y parte de su quehacer se tradujo al italiano y al catalán. Participó en el  Dossier Roberto J. Santoro (Nº 20 de “El Colectivo”, Paraná, provincia de Entre Ríos, 2008). En 2003 su relato documental “Carrera contra el destino” fue seleccionado por el Movimiento Argentino de Documentalistas en el certamen “Rodolfo Walsh”, publicado en “Escritos Documentales” en 2004 y presentado en la ciudad de Buenos Aires y en Rosario (en ocasión del “Congreso de las Lenguas”). Además de ser sus textos divulgados en blogs y revistas electrónicas, desde 2001 es el responsable de www.lexia.com.ar.

Es miembro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina y de la Asociación de Poetas Argentinos. En reconocimiento a su trayectoria, el 22 de noviembre de 2011 le fue otorgado por COSITMECOS (Confederación Sindical de Trabajadores de los Medios de Comunicación Social de la República Argentina) el Premio “Alberto Olmedo”. En 1974 se edita el volumen antológico (1969-1974) “El reloj de humo”; dos años después su poemario “Memorias de la estación de las lluvias”; y en 2011, “Blues del Desarmadero”.

 

          1 – Acaso pudiéramos comenzar este reportaje con tu trasmisión de cómo estuvo conformada tu familia nuclear, de qué visión tenés, Francisco, de tu niñez y adolescencia, de tu formación docente, de tus derivas laborales, de tus búsquedas artísticas, de tus logros y vicisitudes en las diversas áreas, de tus compromisos a través del tiempo, de tu actualidad.

 

          FCH – Bueno, podríamos decir que tres de mis abuelos eran piamonteses y el paterno, francés. Esa sensación de extranjeridad, de no estar ni aquí ni allá fue un poco la constante de la familia. Mis padres eran gente de “trabajo” que se desvivieron para que a mis dos hermanas y a mí no nos faltaran ni educación ni las cosas elementales. Yo siempre me incliné por lo técnico y electrónico, pero el mandato familiar prevaleció y terminé de maestro normal; y de piano, teoría y solfeo (como se decía en esa época): de hecho, estuve trabajando tres años de maestro de música en una escuela de extramuros. Comencé medicina y psicología pero no las seguí, siempre la vida planteaba alguna excusa. Paralelamente empezaba a desarrollar esa relación tan extraña con la palabra y con las imágenes que se esconden tras sus infinitas combinaciones. Es decir, leer todo lo que pasaba por mis manos y tratar de expresar un montón de ideas con lo escrito. Primero había conseguido un puesto en Sanidad Municipal, sección vacunas, donde estuve siete años. El sueldo era ínfimo, pero me permitía vivir la “bohemia” de esa época. De ahí salté a la etapa  de maestro, después fui cuentapropista y terminé hace mas de treinta años ingresando al actual trabajo. En honor a la verdad, ingresé como “creativo publicitario”. Puedo decir que viví del “verso” durante mucho tiempo, hasta que migré al área informática en la que me muevo bastante bien.

 

          En medio de todo esto estuvo el proyecto del Vidente y el vendaval de un mundo que podría haber cambiado. El golpe cívico-militar de 1976 se encargó de eliminar todo atisbo de inteligencia. Cualquier persona que pensaba era peligrosa. Allí empezó una etapa de muertes, desapariciones y el exilio para otros, los mas afortunados. Otros padecimos el exilio interior… Desarticuló nuestra generación. Higa, Santoro, Haroldo Conti entre otros colegas, fueron secuestrados y desaparecidos. Las derrotas se superan, los amigos perdidos, no…; para colmo, hace unos años me enteré de la muerte de Tito Gigli, otro entrañable –un poeta enorme-. A pesar de todo, con mi pequeño aporte siento que hice numerosos amigos (entre los que te cuento) con los que compartir esta tarea.

 

          En mi actual trabajo comencé a desarrollar una actividad sindical en la que hay un fuerte compromiso. Entre todas las actividades me hago un tiempo para lo que realmente me gusta -jugar con las palabras-, trabajar en la web, y a veces sigo buceando como antes en ese interminable viaje hasta el final de la noche.

 

          2 – ¿Tendrás presente que en nunca supe qué número de 1975 de “El Vidente Ciego” me publicaste un poema?... En verdad, no sé cómo lo sé, pero lo tengo anotado… ¿Me habrán informado bien? Y es de este modo que te instalo en aquella propuesta. Y que te invito a que te refieras a ella. Es consultando el volumen “30 Años de Revistas Literarias Argentinas” (1960-1989), cuyo autor es el fallecido investigador  de estos temas, José M. Otero, médico de profesión y vecino mío, que me entero que, entre otros, se han difundido en “El Vidente Ciego” a María del Carmen Vitullo, Homero Manzi, Amaro Nay, Enrique D. Záttara, Fernando M. Martínez, Juan Carlos Higa y Eduardo A. Vergara.

 

          FCH – Podría asegurar que fuiste publicado en el número 8. El proyecto del Vidente motivó que un grupo de jóvenes entusiastas nos reuniéramos a discutir y analizar poesía. Todos estábamos empezando. Fue una satisfacción que Záttara, Vedovaldi y Vitullo fueran colaboradores. No puedo dejar de mencionar al periodista Zoilo García Quiroga, que aportaba no sólo sus poemas sino su experiencia en los medios gráficos. Tito Gigli trasmitía su vasta cultura. También Rubén Sevlever, Alberto Luis Ponzo, Martha Isa y muchos más pasaron por nuestro proyecto. Sin olvidar el lado audiovisual: “El Vidente Ciego Cuenta” y “Aries la espalda llena de luces”, nuestro segundo proyecto en el cual nada menos que Daniel Querol interpretó los textos y que fue pasado durante bastante tiempo en “La Sala de Bolsillo”, además de la Galería “Meridiana” en tu ciudad -toda una aventura-. Combinábamos las presentaciones con poemas ilustrados, cantautores locales y hasta proyecciones de cine español de vanguardia.

 

Estaban los viajes a los encuentros de escritores (Villa Dolores) y las participaciones en los mismos. Presentamos en Rosario el último número de la Revista “Barrilete” con sus autores y todo en “La Pequeña Muestra” del poeta Armando Santillán, que siempre colaboraba con la “causa”. El artista plástico Aldo Ciccione (Chacal) nos acompañó en nuestra última etapa. Publicamos y difundimos cuatro libros  y numerosas plaquetas y separatas. Por un tema de costos la imprenta siempre estuvo lejana. Cuando pretendimos cambiar de soporte, ya el mundo se caía a pedazos y nosotros con él.

 

          La experiencia llegó un poco tarde, pero dicen que al hecho consumado nunca hay que negarlo. He notado con sorpresa que siempre hay gente que se acuerda cálidamente del Vidente, parece que tan malo no ha sido el intento. Celebro la mención en el estudio de Otero. La gente de la Revista “Amaru” también ha hecho lo propio en otro artículo.

 

          3 – Diría que “El Verbo Descerrajado” –propuesta de la que he sabido cuando se gestaba- merecería que nos refirieras, Francisco, cuáles fueron sus características, qué repercusión obtuvo, si es hallable en la Red.

 

           FCH – En el año 2005, a través de www.poetasdelmundo.com recibí la noticia de que se estaba seleccionando material poético para apoyar la resistencia de un grupo de presos políticos chilenos, que había iniciado una huelga de hambre en la Cárcel de Alta Seguridad, pidiendo por su libertad. Eso había sucedido durante el primer gobierno democrático post Pinochet. Poetas del Mundo es otra de las experiencias que comparto; es un movimiento internacional que nuclea a numerosos “trabajadores de la palabra” alrededor de postulados universales como la paz, la libertad y el respeto entre los pueblos. El material fue publicado por  Ediciones Apostrophes en Santiago de Chile, compilado por Luis Arias Manso. Una excelente edición. Por lo que sé la distribución fue un éxito, tuve que esperar una reedición para poder conseguir otros ejemplares.  En estos momentos habría que pedirlo a la editorial o consultar a los sitios de venta on-line en internet que lo tengan.  Participaron más de ochenta poetas de la Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Nicaragua, España, Portugal, entre otros países. Desconozco si existe una versión en PDF.

 

          4 –“Carrera contra el destino”, relato documental: he aquí una obra que también estaría bueno que nos la “muestres”.

 

           FCH – Cuando en 1975 desapareció por primera vez Juan Carlos Higa, yo estaba a la sazón en tu ciudad, con Santoro, Humberto Costantini, Vicente Zito Lema, Conti, etc.: teníamos una reunión con gente de Cultura. Al pasar el tiempo y no encontrarlo, primó la solidaridad y se organizaron diversas búsquedas, hubo falsos datos, dinero dado a informantes… A mí me tocó ir con Haroldo es su auto hacia uno de esos supuestos contactos. Como él no veía bien o tenía la vista cansada, no recuerdo bien, me pedía que lo guiara. Imaginate la situación –un ciego guiando a otro ciego-, yo no conocía los lugares. Le informaba lo que veía, pero no sabía hacia donde íbamos y él me contaba de sus viajes y el río. Pero llegamos a buen puerto. Hubo después otros eventos, una mujer, golpes de la vida y un final triste. De eso se nutrió  “Carrera contra el destino”; se fue armando como antídoto contra el olvido. Y cuando el Movimiento de Documentalistas convocó en 2003 al “Primer Concurso Internacional de Escritos Documentales Rodolfo Walsh” y vi las bases, no lo dudé. Cuando empecé a darle forma salió casi de un tirón. Después vinieron las correcciones. Pero me gusta como quedó. “Escritos Documentales” fue publicado en 2004 y allí figura junto a otros quince relatos  finalistas. Nunca fue un “cuento”; es un relato documental, con sus verdades y sus ficciones, pero es mi pequeño homenaje a Haroldo Conti. De paso te cuento que siempre conservé como una reliquia un trozo de la carta escrita a máquina y firmada, en la que él me autorizaba a usar una cita de su cuento “Tristezas de la Otra Banda” para un epígrafe de uno de mis libros.

 

          5 – Desde luego, pinchando sobre www.lexia.com.ar quienquiera puede de inmediato dar con cuantiosos materiales de diversas fuentes. Tras más de una década como único responsable del Sitio, te propongo que compartas con nosotros cómo te has ido sintiendo –entusiasmos y decaimientos-, qué satisfacciones y qué decepciones te dieron alcance, cómo prevés proseguir.

 

          FCH – Sabés que siempre me interesó la difusión del trabajo de los otros. Mi sueño hubiera sido tener una editorial. El soporte virtual es excelente para nuestro trabajo en cuanto permite una comunicación rápida y aceitada con los lectores y/o autores. Empecé el sitio como algo personal y se transformó por esa interrelación con los otros . Siempre dentro de las normas legales de registro nacional e internacional, por supuesto. Todos los costos de alojamiento y mantenimiento están a mi cargo. A veces algún autor preguntaba si la colaboración se pagaba…  No: quien lo desee, ofrece sus materiales y luego de un proceso de selección, se publica. Hay autores que agradecían emocionados la publicación y otros que nunca “acusaron recibo”. Se mantiene una constante de 500 visitas mensuales, con altos picos ocasionales. Con el tiempo se ha formado un grupo de gente con los que mantengo una fluida relación vía correo electrónico. Muchas veces tuve ganas de cerrarlo, sobre todo cuando se armaban polémicas en torno a poetas publicados o ciertos hechos políticos. Polémicas inútiles porque no se sacaba nada en limpio. Pero puede más el optimismo y es así que ahora estoy en una etapa en la que lo migraré a un servidor local mas potente y con más prestaciones. Lo que me permitirá “lavarle la cara”, sacar las hojas secas y revitalizarlo. Hay alrededor de veinte poetas esperando que los suba y estoy preparando sus colaboraciones. Es un trabajo que no se puede detener. Hay que hacerlo todos los días. El diseño web lleva su tiempo, la ventaja es que siempre es perfeccionable. Todo se puede modificar o corregir.

 

          6 – En “Preliminares de un juego canibalístico”, título del prólogo que el poeta santafesino Rubén Vedovaldi concibiera para tu último poemario, afirma: “Entro a estas páginas con las resistencias de quien tiene que ir a la morgue a reconocer cadáveres queridos.”  Para quienes no han entrado a esas páginas: ¿Por qué Blues, por qué Desarmadero? ¿Por qué esas ilustraciones (técnicas mixtas) en tapa e interior creadas por Bruno Chiroleu? ¿Por qué una de las citas que constan en la página 5, tomada de “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier, expresa que “Hay épocas hechas para diezmar los rebaños, confundir las lenguas y dispersar las tribus”?

 

          FCH – Cuando le encargué a mi hijo Bruno que me ilustrara el poema “Blues del Desarmadero”, no sabía que allí se iba a terminar de armar el libro. No le sugerí nada, tenía total independencia para desarrollar su trabajo. (Te aclaro que  hace tiempo que es historietista y tiene su propio proyecto editorial, “Términus”, que ya va por el quinto número). Cuando me mostró el resultado entendí que esa sería la tapa del libro. El desarmadero puede ser la metáfora siniestra de un país que se devoró a lo mejor de su futuro. Sus hijos…. También el rebaño es eso, un grupo, una clase, una generación. Los que no pueden elegir. Los que no pueden levantar la cabeza y solo les queda aceptar una muerte o un escape a otro prado.

 

          El querido prologuista entró a las paginas del “Blues…” sabiendo que iba encontrar cadáveres. Su interpretación en perfecta: nadie quiere entrar a una morgue, pero alguien tiene que hacerlo, es de cristiano el cerrarle los ojos al compañero muerto y efectuar ese ritual –si se puede- del último saludo. El libro se fue gestando a través de los años de silencio; la selección final y los retoques obsesivos permitieron armar en menos de una semana el “muestrario de atrocidades”. Entiendo, soy conciente de que a mucha gente le molesta esa temática. Tengo la sensación de que hacen como que no saben de qué se habla, pero sí, se irritan y algo se les remueve en sus pequeños mundos de falso confort . Pero tenía que hacerlo. Por mis amigos, por el recuerdo de mis amigos, como testimonio de una época. Por el recuerdo de los ideales perdidos. Por todo eso.

 

          7 - ¿Tenés en lista de espera, Francisco, otros poemarios, o inéditos en algún otro género? ¿Y qué libros, o qué autores, tenés en lista de espera para ser leídos?

 

          FCH – Estoy embarcado en el proyecto de Libros Fractales que organiza  Rubén Eduardo Gómez en sus ediciones patagónicas de “Vela al Viento”. El mío sería el libro décimo segundo. Ya tengo casi todos los poemas y la duda es el armado temático. Estoy trabajando otros materiales con los cuales terminaría otro para este año. Y ando concluyendo una especie de novela policial, que como diría Reynaldo Sietecase, es un género que lo permite todo.

 

          Siempre he leído y leo en cualquier circunstancia. Me adapté a hacerlo desde la pantalla, lo que me da un margen extra. Aunque me fascina el sustrato “libro” y creo que moriré con él. Estoy leyendo el volumen tres de la correspondencia de Cortázar.  Releyendo “Fragmentos de un discurso amoroso” de Roland Barthes, junto al  manual del Photoshop Cloud, un clásico de la gráfica. Y ahora me reencontré con “El lugar” de Mario Levrero.

 

En lista de espera por tercera vez, José Lezama Lima y su “Paradiso” y la edición bilingüe de la poesía completa de Walt Whitman.

 

          8 - ¿Qué es un poema?... ¿En qué consiste la vivencia poética?

 

          FCH – No sé si alguien lo dijo o lo imaginé…: “hacemos poesía por lo que nos falta”; siempre pensé de esa forma, desde el momento en que el mundo puede ordenarse mágicamente. Como que todo es posible dentro del poema, siempre por obra y gracia de la palabra. Es un cable a tierra donde no siempre lo que se dice es lo que se quiere decir. Aunque un verso mejora al otro, lo complementa, lo completa. Muchas veces he leído en público, tímidamente, un poema mío y de pronto los gestos humanos de los que escuchan me revelan que una imagen llegó, que ese instante que se congeló en el poema fue entendido. Que todavía se puede compartir algo, a pesar del tiempo.  Hay algunos que salieron “redondos”, se gestaron así  y no se tocaron. Y gustan y ME gustan.

 

          9 - Es de un ensayo sobre poesía que sustraigo de un párrafo “la visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. ¿Cómo reordenarías a tu gusto, parcial o totalmente, esta serie? Y puede ser más de un reordenamiento.

 

          FCH – Las miniaturas, la visión, el bosque, el sacrificio, el sufrimiento, el desajuste, la ciudad, la danza, el azar, la autenticidad, el pensamiento, la lengua, la muerte.

 

          La ciudad, el bosque, las miniaturas, el azar, el desajuste, la visión, la danza, el sufrimiento, el pensamiento, la lengua, la autenticidad, la muerte.

 

          Estos elementos dan como para un relato breve: “En el bosque de las miniaturas, la única visión de la autenticidad era la muerte. El sacrificio en la ceremonia impedía el pensamiento. En la ciudad solo el azar y el desajuste eran los aliados de la lengua…”: salió medio borgiano.

 

          10 - ¿Qué es más importante en poesía, suscitar imágenes o conseguir cadencias musicales?

 

          FCH – Hablo por mí, me encanta el proceso de creación, si es que se puede crear algo todavía. El armado y la combinación de las palabras para que la imagen sea justa. O al revés, darle forma a esa imagen que apareció de pronto sobre la hoja en blanco, o en la pantalla. El armado de las imágenes inevitablemente lleva a una cadencia musical, si entendemos como que hay todo un hilo musical que atraviesa las palabras, sube y baja en escalas y que cierra todo ese desarrollo con un acorde perfecto (si aparece). Gaston Bachelard decía: “Se renueva el sueño de un soñador en la contemplación de una llama solitaria”; y el soñador se introduce en el mundo de los poetas. Y la poesía es y no es un sueño. Es un suicida que no se mata porque la muerte existe (Cioran dixit). Es un ser que hay que cuidar, acompañar, sentir, es algo más que el amor, es algo más que un todo perfecto.

 

          11 - ¿Cuál debe ser la postura del escritor ante la injusticia de una situación política?

 

          FCH – El escritor hace su trabajo en la soledad. El mundo exterior a veces lo golpea y entonces es que reacciona. De cualquier forma lo único que tenemos es la palabra y con ella hay que moverse. La contradicción entre obra y acción ha llenado bibliotecas. Desde que Jean Paul Sartre sentenció “De qué sirve la literatura en un mundo que tiene hambre…”

 

corrió mucha tinta y mucha sangre. Una cosa es lo que se pueda hacer como escritor y otra como ciudadano. El hombre en su tiempo es algo que hay que contemplar porque de alguna forma también condiciona la obra. Y ante la injusticia nos queda la denuncia, la difusión, la organización. Por ejemplo ahora, el crimen y la injusticia siguen asesinando al pueblo palestino.

 

          12 - ¿Qué opinás de la poesía de tu generación? ¿Te sentís identificado con una generación literaria?

 

           FCH - Tengo dos identificaciones “mortales”: el surrealismo y la  Beat Generation.

Sin olvidar los clásicos Pablo Neruda, Amado Nervo, Gustavo Adolfo Bécquer, César Vallejo… El inmenso Raúl González Tuñón. Paul Eluard, Charles Bukowski, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg… En cuanto a “mi generación”, reconozco la obra de Eduardo Dalter, Amaro Nay, Jorge Boccanera, Alejandro Schmidt, Guillermo Ibáñez, Celia Fontán, Gustavo Tissoco, María Teresa Andruetto, Rubén Vedovaldi, Lina Caffarello, la tuya, por supuesto. Todos con sus luces y sombras. Se me escapan ahora un montón de  nombres que aportaron lo suyo a esta odisea terrestre.

 

          13 - ¿Qué agrupamientos de poetas de Rosario, de las últimas seis décadas,  podrías rememorar para nosotros?

 

           FCH - ¡Ay!, es complicado… “El Lagrimal Trifurca” de los Gandolfo (padre e hijo, Francisco y Elvio), que marcó un parámetro de calidad cultural. Estaba “Runa”, dirigida por  Guillermo Ibáñez, que más tarde iba a generar “Poesía de Rosario”, publicación que sigue activa. “La Ventana” de Orlando Calgaro, que devenida en editorial destacó por su labor entre los 60 y 70. ”Juglaría”, con el recordado Reynaldo Uribe, fallecido el 12 de enero de este año. Ediciones “Ciudad Gótica”, con su más que interesante revista. Sin olvidar lo que fue el proyecto de la Biblioteca Constancio C. Vigil con su editorial.

 

 

Francisco Alberto Chiroleu selecciona para esta entrevista, en agosto de 2014, poemas de su autoría:

 

 

POEMA 10

                                                                                      (al gorrión

 

Sabés ese es el problema

cuando se toma agua

de un pozo en la noche estrellada

Se tragan algunas estrellas

y duelen

Caminan por el cuerpo

se clavan en el corazón

salen por los ojos

brillan en la boina

 

(también hay otras tiernas cuando me miras y te miro)

 

Y entonces no importa

que la mesa tenga tres patas

si querés hacer un barco de azúcar

que navegue en un mar de café

aunque la gente haga ruido

y vos  tomés una ginebra y te marees

marinera en tierra

                             y las estrellas se mareen también

Y al final sos una mezcla rara

de estrellas con ginebra

que se agitan

                   ríen

                         hablan

                                   brillan

                                              y suenan...

                                                                                                                                                                                                              26/06/73 ( De “El Reloj de Humo”)

 

 

El notario

 

Salta los charcos

bajo la lluvia de febrero

Lleva la historia de su vida

bajo el brazo izquierdo.

Febril manuscrito

de noches sin sueño

Hojas numeradas,

cientos de papeles

Pesados testigos

de una inexistente vida exterior

 

No sabe porqué

la lluvia no lo moja,

ni humedece su doloroso tesoro

Pasa entre las gotas

sin involucrarse con ellas

Como su corazón

que de tanto equivocarse

despertó una mañana

en otro pecho.

                                                                                                                                                                                                                          (De “Ceremonia’s”- inédito)

 

 

Réquiem por Polosecki

 

La diesel ligera avanza

en el mediodía

de la estación de Santos Lugares

En la noche del hombre

que había visto demasiadas cosas

A ese hombre

al que ya no le cabía ni siquiera su nombre

Había visto su pesadilla una y otra vez

en los ojos de sus entrevistados

los ignorados/marginados/usados

/deshechos del sistema

Ellos también tuvieron su instante de gloria

mientras el grababa en su cabeza esas historias

Las manchas de sangre en las ruedas motrices

de la locomotora se van secando lentamente

Se desvanece una ilusión de vida

en el otro lado del espejo

Molesto testigo del sistema

el periodista rubricó su mejor reportaje

Sus verdaderos compañeros de ruta

murieron con él ese fatídico 3 de diciembre.

                                                                                                                                                                                                                                                                   (Inédito)

 

Ciudades de Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros, Francisco Alberto Chiroleu y R. R., agosto 2014.

 

 http://www.revagliatti.com.ar/050512_chiroleu.html 

www.about.me/rrevagliatti

 

 

Gustavo Pereira

“Si no fuera por los soñadores aún estaríamos en la Edad de Piedra”

 

El poeta Gustavo Pereira –margariteño universal– pareciera que está abrazado a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Siempre que se habla de la Constitución, alguien por allí dice: “Y no te olvides, el Preámbulo lo escribió el poeta Gustavo Pereira”. Ese conocimiento ya es general. Y ahora que la Constitución arriba a sus 15 años, otra vez, periodistas, profesores y académicos, vuelven a buscar al poeta.


Y las preguntas van más por los lados de las palabras, la poesía y la imaginación, es decir por el principio, es decir por el Preámbulo.


—¿Después de escribir tanta y tan buena poesía, no le parece un contrasentido que su texto más leído y publicado sea el preámbulo de la Constitución Bolivariana de Venezuela?


—No he aspirado a otra cosa en la vida que intentar ser fiel a la poesía y a mis ideales y a ello me he dedicado desde que tengo uso de razón. Pero no resulta fácil sustentarse con versos porque la poesía es la única cosa en el mundo que el mercado no ha podido convertir en mercancía, por lo cual desde muy joven, como casi todos los poetas que conozco, he tenido que trabajar en otros oficios, además de cumplir responsabilidades devenidas de esos ideales como aceptar, por ejemplo, acompañar a mis camaradas en la Asamblea Constituyente de 1999. Haber sido el autor de unas palabras que fueran aprobadas como Preámbulo por la inmensa mayoría de la Asamblea, entre varios propuestos, formó parte de mi cúmulo de deberes. Hija de la razón sensible, indispensable servicio público –por cierto el único servicio público que se ejerce en privado– la poesía no tiene por qué manifestarse solo en versos. Como querían los surrealistas, ella vive allí donde lo verdaderamente humano palpita.


—Dice un pasaje bíblico: “Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”, ¿todavía sanan las palabras?


—Las palabras pueden sanar y matar, elevar y sepultar. Recuerdo un caso en la historia de la literatura en que unas palabras fueron capaces de matar. Las escribió el poeta griego del siglo VIII a.C., Arquíloco de Paros, para vengarse de lo que consideró una humillación, y eran unos versos que provocaron el suicidio de sus destinatarios, padre e hija. El caso fue célebre en su tiempo. Pero en esencia la palabra sirve para revelar la realidad aunque también para deformarla. Talleyrand, quien llegó a hacer del cinismo en la política un culto del que en gran medida se benefició Napoleón, decía que la palabra servía para ocultar el pensamiento. Así como la impudicia, la vileza y la truhanería degradan la palabra, la poesía la dignifica, y con la poesía los más altos y nobles sentimientos e ideales de los seres humanos.


—Dice el Preámbulo de la Constitución. “…con el fin supremo de refundar la República…”. ¿Se ha refundado la República?


—No solo lo dice el Preámbulo, se deriva de todo el texto constitucional. Lamentablemente la refundación de una República no se parece en nada a aquellos actos imperiales y unívocos en que un colonizador clavaba una estaca, trazaba un cuadrante y fundaba un pueblo. El asunto es algo más que la voluntad de llevarlo a cabo. Una República es la suma de sus partes, y las partes tienen nombres, apellidos, intereses, mentalidades. En la Constitución se habla de un Estado de derecho y de justicia en una democracia participativa y protagónica que debe empezar y se propuso sustituir lo injusto por lo justo, lo inmoral por lo ético, lo despreciable por lo encomiable, lo anárquico por lo ordenado, lo lóbrego por lo radiante, lo indigno por lo digno, lo estéril por lo fecundo, lo caprichoso por lo necesario, lo eventual por lo planificado, lo perverso por lo virtuoso, lo avieso por lo bondadoso, lo procaz por lo decoroso, lo mío por lo nuestro, lo egocéntrico por lo solidario, lo aristocrático por lo democrático. En fin, y aunque no aparezca así etiquetado porque toda etiqueta no es más que un recurso pedagógico, el capitalismo por el socialismo. Ese camino se empezó a andar y no han sido pocos los tropiezos y las frustraciones pero, ¿quién que no esté obcecado puede negar lo conquistado? Nadie ha puesto brújulas a las bolas de cristal, pero la rosa de los vientos fija con el corazón rumbos que no pocas veces la razón desconoce.


—También habla el Preámbulo de un “Estado federal y descentralizado que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común…” ¿No hay allí mucha poesía?


—Si no fuera por los soñadores aún estaríamos en la Edad de Piedra. Hay una clase de sueños que soñamos despiertos para intentar convertirlos en realidades y si no se soñaran nadie sabría que existe aquí, latente, un más allá. Y si el sueño de la razón puede engendrar monstruos, el de la imaginación crea nuevos universos. Einstein decía que la imaginación es más importante que el conocimiento.


—¿Le ha dado muchas satisfacciones el texto del Preámbulo de la Constitución?


—Me ha deparado cariños insospechados junto a las sospechadas o consabidas descalificaciones, pero sobre todo ha transformado mi vida en un constante peregrinar que ha generado mi actual fobia por los aeropuertos y sus humillaciones. En ellos las he sufrido todas. Venciendo mi timidez y mi recato, llevo 16 años en esos trajines, intentando cumplir esos otros deberes con los compañeros y compañeras, de avión en avión, y de carretera en carretera. Y ahora el camarada Cronos me ha pasado su ineludible factura y me recuerda que tengo libros por escribir y deseos de reencontrarme con lo abandonado.


—¿Se podría pensar en publicar una versión corregida del Preámbulo de la Constitución?


—Claro, aunque no de mi parte, porque nada es eterno, y menos aquí. La eternidad es una palabra que los humanos inventamos para intentar burlarnos de la muerte, pues lo único cierto es que formamos parte de un todo en constante mutación. Cada hechura humana no solo es perfectible sino pasajera, y la dialéctica de lo que llamamos vida hace que todo se transforme en su infinito camino hacia lo desconocido.


—¿No hay nada que corregir en el Preámbulo?


—Seguramente sí, y otros lo sabrán mejor que yo. Mientras tanto, como el dinosaurio de Monterroso, él sigue allí, en su pequeño papel de amable portero hasta que otro (u otra) ocupe su lugar.

 

El Preámbulo


El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad; en ejercicio de su poder originario representado por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en referendo democrático, decreta la siguiente Constitución.

 

Entrevista: Roberto Malaver

para Ciudad CCS (Venezuela)

 

Osvaldo Ballina: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

Osvaldo Ballina nació el 7 de febrero de 1942 en La Plata -donde reside-, ciudad capital de la provincia de Buenos Aires, la Argentina.

 

Fue becario de la Fundación Rotaria Internacional en Estados Unidos (1965) y de la Asociación Dante Alighieri de La Plata en Italia (1978). Ha sido traducido parcialmente al italiano, al portugués y al catalán y se ha desempeñado como Jurado de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Buenos Aires y de otros organismos culturales oficiales y de entidades privadas. Citamos dos de las distinciones obtenidas: Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, Comité Central, en 1976, y Premio Consagración de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires en 1996. Como traductor de los idiomas inglés, italiano y francés, ha dado a conocer en suplementos literarios del país, poemas y prosas de diversos autores.

 

Su poesía se ha difundido en los diarios “La Nación”, “Clarín”, “La Prensa”, en la “Revista Ñ de Cultura” y en numerosos medios gráficos y digitales. Ha sido incluido, por ejemplo, en las siguientes antologías: “Nueva poesía argentina” (Ediciones Hiperión, Madrid, España, selección de Leopoldo Castilla, 1987); “70 poetas argentinos: 1970-1994”  (selección de Antonio Aliberti, 1994); “Cantos australes – Poesía argentina 1940-1980” (Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela, selección de Manuel Ruano, 1995); “Cinque poeti argentini” (Edizioni Tracce, Pescara, Italia, selección y traducción de Enzo Bonventre, 1997). Publicó entre 1971 y 2014 los poemarios “El día mayor”, “Esta única esperanza contra todo”, “Es temprano”, “Aún tengo la vida”, “En tierra de uno”, “Caminante en Italia”, “Diario veneciano”, “Ceremonia diurna”, “La poesía no es necesaria”, “La vida, la más bella”, “Sol que ocupa el corazón”, “Sondas”, “Final del estante”,“Verano del incurable”, “Confines”, “El viaje”, “Apuntes del natural”, “El caos luminoso”, “Oráculo para dones fatuos”, “El pajar en la aguja”, “Prodigios residuales”, “Lejos de la costa”, “Profanaciones ínfimas”, “Memoria de la India”,“Refugio de altura”. Además, los volúmenes “Estamos vivos y vamos a vivir” (Poemas 1971-1992) y “Al dios que sea” (Poemas 1971-2003).

 

          1 – No hace mucho se han expuesto, formando parte de un catálogo, poemas de tu “Memoria de la India” y dibujos en colaboración, a cuatro manos, de Belén Roncoroni y Abel Robino, quienes más que ilustraciones prefieren denominar “Ilustenciones” –crear tensión entre lo verbal y lo visual-; y más que sobre tus poemas, consideran ellos que fueron concebidos “con, dentro de, anidando en”. Alentaría a nuestros lectores a que busquen en la Red lo que menciono, Osvaldo, si nos transfirieras tus impresiones, y si coincidís, como afirman, con que una de tus principales obsesiones es lo circular.

 

          OB – Fue muy gratificante. Abel Robino, excelente poeta y plástico con quien nos conocemos desde hace años y compartimos puntos de vista estéticos y tenemos en común el producir siempre algo que innove y sea un paso adelante sobre lo que ya uno hizo. A Belén Roncoroni no la conozco, lamentablemente. Todo comenzó porque a Robino le gustó mucho mi  "Memoria de la India" y en especial las experiencias que protagonicé "como un bárbaro en la India." Y lo que más me agradó de todo es que los poemas se encarnaron en ellos. Se apropiaron generosamente de lo que transmitía el libro y lo usaron como plataforma para recrear visiones, sensualidad, exuberancia. Quiero aclarar que la posibilidad de ver la India desde adentro fue porque mi hijo, diplomático de carrera, estuvo viviendo dos años en New Delhi.  

          Por eso creo que es un hallazgo lo de "Ilustenciones", que no es otra cosa, convengamos, que la magia y milagro de la palabra como eco que se mete en el otro: uno nunca sabe hasta dónde llega o en qué resulta. En este caso, para mi satisfacción y gratitud, se materializó en las "Ilustenciones". De ahí que como señalás, una de mis obsesiones es lo circular: el poema que se cierra en el otro como un círculo, el alma humana, con sus tiempos, para mí es también un círculo, lo total, la completud.

 

          2 – Y es prolongando la conexión con las artes plásticas que te pregunto cuál es tu tarea como presidente de la Asociación Amigos del Museo Provincial de Bellas Artes; y si han ido modificándose tus preferencias al paso del tiempo en cuando a pintores o tendencias pictóricas.

 

          OB – La Comisión de Amigos, que tengo el honor de presidir por primera vez, cumple una tarea de apoyo a la labor específica del Museo que lleva el nombre de uno de mis pintores favoritos y que nació aquí, en la ciudad de La Plata: Emilio Pettoruti (1892-1971). A decir verdad, me gusta toda la buena pintura y es algo que siempre fue una curiosidad para mí, recorrer museos por toda Europa, ir a las muestras en La Plata y en Buenos Aires. Lo que busco es investigar otros lenguajes, otras formas, cómo se conjugan y cómo se complementan. Por lo general, en pintura como en poesía, prefiero los lenguajes de ruptura que me proponen algo diferente, no previsible. Entendiéndose por esto, el iniciar un nuevo camino, aun perderse en los laberintos de un imprevisto hallazgo. Algo que quiero mencionar: ver cuadros de Rabindranath Tagore en la India. Yo ignoraba su faceta pictórica.  

 

          3 – En 2011, en el Auditorio Aristóteles Onasis de la Embajada de Grecia, fuiste uno de los oradores en el acto de homenaje en memoria del poeta y filo heleno Horacio Castillo (1934-2014), uno de los “Cinco poetas capitales” –junto con vos, Horacio Preler, Rafael Felipe Oteriño y Néstor Mux-, según Ana Emilia Lahitte, la responsable de aquella maravillosa antología –con su meduloso estudio-, editada tras la obtención de la Beca del Fondo Nacional de las Artes – Creación, 1995. Te invito, Osvaldo, a que nos hables de Castillo, en todas las facetas que de él conozcas, así como de lo que representó el volumen de más de 260 páginas y 2500 ejemplares, y por extensión, de la poeta Ana Emilia Lahitte (1921-2013).

 

          OB – Una vez más tengo la satisfacción de expresar gratitud: a Ana Emilia Lahitte, que al margen de su obra poética, dedicó un tiempo apreciable dentro y fuera del país, a difundir la obra de los poetas de La Plata. En este caso reunió a cinco, uno diferente del otro, pero unidos por la amistad de décadas. No éramos un grupo. Trabajábamos por nuestro lado y luego convergimos en el volumen publicado y su celebración. Mi amistad con Horacio Castillo fue un poco tardía. Cada cual tenía su trabajo de varias horas, además yo viví dos años en la ciudad de Buenos Aires, y en el medio de todo, viajes de ambos. Ahora sí, cuando nos encontrábamos finalmente, compartíamos momentos entrañables, la mayor parte de los cuales eran ajenos a la poesía: intercambiábamos experiencias de la vida, preferentemente. Horacio tenía un rasgo que pocos conocen y que su excelente poesía no permite suponerlo: un gran sentido del humor. Y era un ser humano incapaz de decir que no a proposiciones, para lo que hacía esfuerzos ponderables (contratapas de libros, palabras en una presentación, etc.). Algo de lo que carezco después de más de cuarenta años de poesía y mis propias obsesiones creativas.

 

          4 – De tu ciudad contemos que hay desde hace décadas dos clubes y sus muy representativos equipos de futbol, Gimnasia y Esgrima, del cual sos hincha y has sido jugador, imagino que en tu adolescencia, y Estudiantes. Quién mejor que vos para que des cuenta del arraigo de ambos y para que nos trasmitas cómo fuiste evolucionando, regocijándote y sufriendo, con los vaivenes de tu equipo.

 

          OB – Mi niñez y adolescencia estuvieron signadas por el fútbol. Mi tío me llevaba desde chico a la cancha (lo que hoy con la violencia existente sería una locura). En casa eran todos de Gimnasia. Yo me pasaba las tardes de La Plata, en aquella ciudad más provinciana y tranquila de entonces, jugando en plazas, campitos… A los catorce años ingresé en las inferiores de Gimnasia para hacerlo como "hombre de área". Los clásicos con Estudiantes, una entidad, como decís, también muy representativa, empezaban una semana antes: ¿me pondrán?, ¿ganaremos? Poquísimas cosas en la vida me produjeron tanta adrenalina. Siempre recuerdo que Albert Camus, que de joven jugaba de arquero, decía que sus primeras lecciones de ética las aprendió en el fútbol. Hoy el fútbol, tal como  se juega, me aburre y sólo por fidelidad veo los partidos de Gimnasia. 

 

          5 – “Navegando” supe que trataste a Ezequiel Martínez Estrada, y que a Eugenio Montale no sólo lo tradujiste, sino que también has conversado con él. ¿Recrearías para nosotros aquellos encuentros?

 

          OB - Ezequiel Martínez Estrada fue el escritor más bondadoso que conocí. Yo venía de soportar los bombardeos en Magdalena en la revolución del ‘63. Fue algo atroz. Un amigo que iba a Bahía Blanca me invitó a acompañarlo y a conocer a Martínez Estrada con quien mantenía una larga amistad. Me trató con gran comprensión y me enseñó muchas cosas, aparte de lo literario. Pero lo más impresionante eran los dos gorriones que lo acompañaban por toda la casa. Y se le posaban en los hombros. Les abría la ventana y no se iban. "¿Ve lo que se logra con amor? Así lo hacía Guillermo Enrique Hudson por ejemplo”. Acababa de escribir el libro sobre Paganini. Creo que la Argentina no fue justa con él, como tampoco con Leopoldo Marechal.

          A Eugenio Montale lo conocí en abril de l981: vivía en la via Bigli, de Milán. Era muy cortés, algo parco y como sumido en la tristeza. Me habló de su infancia en la Liguria y de que le habían complacido las traducciones al español realizadas por el poeta argentino Horacio Armani. Cuando yo le señalaba los valores de su poesía, esbozaba una sonrisa y me decía que le hubiera gustado ser tenor. Era  amante de la ópera (fue crítico para el “Corriere della Sera”). Cuando le mencioné su premio Nobel, me comentó que le trajo también muchos problemas: le llovían libros solicitándole su opinión, y no faltaba quien le pedía dinero. Después de un momento de silencio, Montale dijo:  “La gran deuda de la Academia de Suecia es con Cavafis”. 

 

          6 - ¿Puede ser que nos des un pantallazo de los viajes de estudio que realizaste?

 

          OB – Los viajes de estudio inevitablemente terminaron siendo viajes de escritura sin habérmelo propuesto. Quizá haya sido -y es- el contacto con “otras voces y otros ámbitos”. El más intenso fue el primero a Estados Unidos, precisamente a New York y New Jersey, auspiciado por el Rotary International. Formé parte de un grupo de estudio representativo de diferentes disciplinas. Fue una experiencia que marca una vida, porque los organizadores locales configuraban el programa de actividades según la especialidad de cada uno. Además estábamos alojados en hogares cuyos miembros tuvieran afinidad con la actividad de cada candidato. Como era gente muy influyente en la comunidad nos abrían las puertas de los lugares que elegíamos o los escritores que, en mi caso, quería contactar. Así fue que pude conocer y dialogar extensamente con Edward Albee. Esto es, que nos movíamos desde adentro. Sería largo detallar los nombres y cosas. Pero digamos que yo iba a las universidades, a las escuelas, a difundir mis traducciones al inglés de los poetas argentinos contemporáneos, sobre los cuales no tenían ni idea. Paralelamente participaba en mesas de lectura de poemas. Todo era multiétnico y lo curioso -¡qué interesante el fenómeno poético!- es que el auditorio quería escuchar a los poetas leyendo en su lengua nativa, aunque no entendieran nada después de la versión inglesa. Era lo que más le gustaba.

Aquello estuvo envuelto en el clima de rebelión por la guerra de Vietnam sin represión, a excepción de alguno que otro encontronazo.

 

          7 – Veintitrés años tenías cuando recibiste tu primera beca y treinta y seis cuando te otorgaron la segunda. ¿Cuáles fueron las circunstancias en las que te fueron concedidas, a qué te abocaste respecto de cada una de ellas, cómo fue capitalizar esas incursiones siendo un veinteañero en un caso, y hace media vida en el otro?

 

          OB – Lawrence Durrell escribió que los viajes nacen, no se hacen. En mi caso fue así. El primer viaje fue a la edad justa, como un paso al futuro. La segunda beca la gané por concurso en la Dante Alighieri de La Plata. Y también me llegó a la edad justa -a mitad del camino de nuestra vida-, cuando uno empieza a vivir la madurez vital y, otra vez, en mi caso, de palabra. Italia no me negó nada. Tuvo muchas características parecidas a la de la primera beca (lectura, encuentro con artistas, etc.). No quiero ser redundante en este sentido. Como se verá en mi bibliografía hay dos libros “italianos” que fueron escritos “in situ”. Pero a partir de entonces el clima, las imágenes de dicho país se fueron infiltrando en todos mis libros sin excepción. “Confines”, esbozado en Sicilia, “El viaje”, en Venecia, y habría más ejemplos todavía. Desde entonces, regresé y regreso cuando puedo.

          En Roma visité a Alberto Moravia, justo el día en que ponía punto final a su novela “Ilguardone”. Era un hombre de una inteligencia fría, con mirada escrutadora, muy fino y elegante, características de su ascendencia véneta. Emocionaba escucharlo hablar de  su amistad con Pasolini. Le gustaba mucho la poesía francesa. Sobre él -como sobre Montale- escribí artículos para el suplemento literario de “El Día” de La Plata.

 

          8 – Al concluir el detalle curricular que antecede nuestro diálogo, Osvaldo, constan los títulos de los dos volúmenes antológicos de tu obra. ¿En ambos has sido el antologador? ¿Con qué criterios se efectuaron las selecciones?

 

          OB – Nada en especial en cuanto a criterio de selección. Simplemente se buscó unidad, concisión, y representatividad de un criterio de escritura. La primera antología

fue realizada por el poeta Néstor Mux. La segunda antología la confeccioné yo incorporando parte de la primera. Pienso que no tengo nada de qué arrepentirme, aunque aparezca jactancioso, porque es exactamente lo que quería poner y ahí va todo el riesgo. Creo que un escritor tiene que arriesgar en cada libro, procurar nuevas zonas de conocimiento. De otro modo, sería como plagiarse a sí mismo.

 

          9 – Mencionaste a “Confines”: ¿poesía en prosa o prosa poética? ¿Qué opinás que cuadra mejor para denominar los textos que conforman ese poemario? ¿Y por qué?...

 

          OB – Los límites entre géneros se han extendido (o desaparecido). Para mí es poesía. Y el poema en sí determina su forma. Eso es todo. Los ejemplos serían innumerables en este sentido entre los más grandes poetas. “Prosa poética” me resulta gracioso. Yendo a instancias diferentes, ¿tendríamos que calificar de “poesía en cine” a tantos films maravillosos? En mi particular visión toda obra de arte tiene el ADN de la poesía, que es como el agua: adopta la forma de aquello que la contiene.

 

          10 - ¿A qué otros autores, además de Ernest Hemingway, Giovanni Arpino, Graham Greene, Anthony Burguess, Italo Calvino, Wystan Hugh Auden, Marcel Proust y Montale, has traducido?

 

          OB - Durante 1963 realicé para la vieja Radio Municipal una serie de audiciones tituladas “Detrás del Mar del Norte”, donde difundía autores ingleses del siglo XX

mediante la traducción de sus poemas: Wilfred Owen, Robert Graves, Stephen Spender,

D. H. Lawrence, entre otros. Con autores franceses e italianos siempre me tocó trabajar en prosa.

 

          11 -  ¿No prevés algún volumen que reúna exclusivamente tus versiones al castellano de escritores de habla inglesa, francesa e italiano?

 

          OB - A esta altura de mi vida, he dejado de lado la traducción y no me atrae mucho esa tarea. Estoy abocado (cuando tengo suerte) a mi costado creativo. Por otra parte la traducción poética me ha resultado siempre muy complicada por todos los resquicios, ritmos, sonidos. Nunca me sentí del todo satisfecho con el producto final. La traducción de un poema es absorbente al punto tal de volver un obseso por una palabra al traductor. Así es por lo menos en mi caso.

 

Osvaldo Ballina selecciona para acompañar esta entrevista, en noviembre de 2014, poemas de su autoría:

 

 

tierra sana donde pisa el sol natal

 

tierra sana donde pisa el sol natal

de la desnudez precipitada

huele placentario el mar negado

oculta en el baniano se baña

la miseria obligada

de sí excluida 

por la salvajería de la pétrea razón

una vez humana

                                                                                                                                                                         (de "Memoria de la India", 2012)

 

 

se separa del cuerpo la soledad consumida

 

se separa del cuerpo la soledad consumida

una brisa ceñida en túnica amarilla

cambia de color la hora

nadie desampara a ningún dios

extrañas comidas llegan de extrañas ciudades

palabras que son territorios celebran

nupcias ciegas a oficios de contrición  

                                                                                                                                                                                 (de "Memoria de la India", 2012)

 

 

El santuario

 

desde el ojo celeste del fuego

el alma pájaro sucumbe al aire gozante

purifica en vuelo la corrupta devoción

del humano santuario

 

                                                                                                                                                                               (de "Profanaciones ínfimas", 2011)

 

 

Lo eterno

 

a tiempo deriva, el silencio

polen que cae sobre una  flor fuera de control

                                                                                                                                                                               (de "Profanaciones ínfimas", 2011)

 

 

 

Entrevista realizada a través del correo electrónico: Ciudades de La Plata y Buenos Aires, distantes entre sí unos sesenta kilómetros, noviembre 2014.

 

 

 

                            Claudio Simiz: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Claudio Simiz nació el 1 de junio de 1960 en la ciudad de Buenos Aires y reside en la ciudad de Moreno, provincia de Buenos Aires,República Argentina. Es Profesor en Letras (desde 1983) y Licenciado en Letras (desde 2003) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1985 se desempeña en Educación Superior y ha estado al frente de diversas cátedras. Ha sido docente en la U. B. A. y en otras universidades, ponencista o invitado especial en Jornadas, Encuentros y Congresos en varias localidades del país y formó parte de equipos de investigación. Ensayos de su autoría fueron incluidos en volúmenes compartidos editados entre 1996 y 2013. Ha obtenido varios primeros premios en concursos de poesía y narrativa. Formó parte del consejo de redacción de la revista-libro “La Pecera” de Mar del Plata, coordinó una revista electrónica y en la actualidad dirige otra, co-coordinó ciclos de poesía y ha sido jurado en certámenes de poesía y dramaturgia. Recibió el premio a la trayectoria artística “Violeta Castro Cambón” en 2008 y ha sido declarado Huésped Académico por la Universidad Nacional de Jujuy en 2005. Su libro de cuentos “De solitarios” se editó en 2011 y acaba de aparecer otro de cuentos y relatos:“Los años pasan según”(Primer Premio del Concurso Internacional “Antonio Di Benedetto”, provincia de Mendoza, 2014). Sus poemarios, entre 1980 y 2014, son “Celda”, “Evangelio de bolsillo”, “Los míos”, “La mala palabra”, “De pura chapa y otros versos”, “No es nada” (Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores período 2005-2009), “El franco”, “Tríadas”, “Tríadas II”, “Actas de naufragio”. Integra “Antes que venga ella”, antología poética del grupo homónimo. Ha sido incluido en otras antologías y fue traducido parcialmente al inglés, guaraní, portugués e italiano. 

 

1 – A los veintitrés años te recibiste de Profesor en Letras y justo cuatro lustros después de Licenciado en Letras. Me pregunto qué circunstancias te habrán inclinado hacia la obtención del segundo título universitario. Y en tanto, habiendo ya aprobado los seminarios correspondientes, estás elaborando tu tesis a los efectos de recibirte de Doctor en Letras, me pregunto qué circunstancias te habrán inclinado hacia la obtención de un tercer título universitario.

 

          CS – Provengo de una familia humilde, gente del interior. Si bien mi madre era lectora y mi padre partícipe entusiasta de movidas sociales, la vida académica era algo muy distanteen mi hogar (ellos sólo habían hecho la escuelaprimaria), aunque me apoyaron en la “idea rara” de estudiar Letras. Lo menciono porque la facultad (“Filo en UBA”) fue un mundo muy extraño para mí (por ejemplo, no sabía que existían “los prácticos”, casi pierdo unas cursadas por eso). Hice la carrera en cinco años, porque había pedido prórroga para el Servicio Militar, tenía que recibirme “sí o sí” y cumplir con la beca que conseguí en el último tramo de mis estudios. Cursé entre 1978 y 1982, o sea con los militares en el poder; la universidad (y encima Filo) había sufrido una poda espantosa, y era apenas (lo comprendí con los años) un profesorado de cierto nivel, además con muchas “zonas oscuras” (el énfasis estaba puesto en lo clásico, lo estetizante;recuerdo que me sugirieron, ante mi propuesta de dar a García Márquez en mis prácticas, que “evitara autores que están en ciertas listas”). En síntesis: luego de cinco arduos y bastante amargos años (nunca del todo integrado a ese cosmos), por un lado me sentía orgulloso de haber llegado “ahí”, o sea, mi título universitario, el primero en toda mi familia paterna y materna, y a la vez percibía cada vez con más intensidadqueme faltaban muchas cosas. Las busqué en la militancia política, en el desarrollo de tareas periodísticas y culturales… Por otro lado, y como rubricando mi “extrañamiento”,había formado parte de un grupo de investigación en la facultad, que se disolvió por renuncia del profesor (no se sintió bien tratado por las nuevas autoridades, era una persona muy prestigiosa y bastante mayor) antes de intentar el ingreso al CONICET, así que desde 1983 mi nexo con lo académico prácticamente se restringió a mi noviazgo con una chica de la facultad. Mi escritura poética se fue tornando, por entonces, notablemente esporádica.

 

Mi vida laboral se orientó entonces a la docencia y a las actividades que mencioné, así que sólo catorce años después decidí retomar la senda universitaria, cuando se me impuso la necesidad de realimento intelectual, de planificar una nueva etapa, luego de pasar por otra de “cuerpo a cuerpo” con el mundo, que incluyó la formación de una familiay mi especialización (más fáctica que teórica) en Educación Terciaria. En simultáneo, reapareció la veta de la escritura artística, semiabandonada durante una década. Promediando la licenciatura (que cursé bastante rápidamente), una beca de investigación del Fondo Nacional de las Artes me permitió viajar por el interior, indagando sobre los grupos literarios del ‘40 al ‘80. En ese transcurso cobré conciencia de la conveniencia de desarrollar miradas más amplias en el  ámbito de nuestra cultura, y también de que mi experiencia como periodista, docente, escritor y animador cultural me brindaba un instrumental eficiente y un “puesto de observación” original para desarrollar los estudios que me proponía, más allá de mi precaria formación como investigador universitario.

Así, un par de años después, desemboqué en el doctorado, centrado en uno de los grupos que había investigado. Esa fue otra etapa, que me abrió un amplísimo horizonte de contactos, fundamentalmente con investigadores de las provincias, en jornadas, congresos y simposios.

 

2 - ¿Cuál es el tema de tu tesis, Claudio? ¿Qué y cómo lo planteás?

 

          CS – Mi tesis (aún no tiene título definitivo) se plantea, en principio, como el análisis del proyecto “Tarja”, emprendimiento artístico-cultural generado en Tilcara (1955-1960), que significó, entre otras cosas, la fundación del campo intelectual jujeño y la proyección al ámbito nacional de algunos de sus integrantes. Un grupo de poetas (Néstor Groppa, Jorge Calvetti, Mario Busignani y Andrés Fidalgo) junto al  plástico Medardo Pantoja,desarrollaron una serie de actividades (fundación de la primera librería literaria jujeña, teatro de títeres, conferencias, conciertos, debates...)y, fundamentalmente una publicación periódica de excelente nivel, que alcanzó los dieciséis números y cierto reconocimiento nacional y hasta continental. En ese marco confluyen problemáticas vinculadas a las identidades, historicidad, articulaciones regionales, etc. Digamos, un grupo de escritores de una provincia “marginal” dice, promediando el pasado siglo, “aquí estamos” y plantea su diálogo con su propia comunidad, el país, el continente y el mundo desde ese lugar simbólico, entre reconquistado y construido.

 

Había planeado “hacer todo en un día” en San Salvador de Jujuy (cuatro entrevistas, nada menos), y si bien lo conseguí (igual me perdí el último micro a la ciudad de Salta), aconteció un hecho decisivo: la charla con Groppa (paradójicamente, no me dejó grabarlo), que vino acompañada del regalo de la colección completa de la revista“Tarja” y otros materiales. Con Héctor Tizón (que hizo sus primeros pininos en el grupo), tuve dos charlas telefónicas, nunca estaba en Yala cuando yo andaba por la Quebrada. A Calvetti le realicé un reportaje en las últimas semanas de su vida.

 

Nunca ha dejado de asombrarme el entusiasmo que genera en escritores e investigadores jujeños (del interior en general) que un porteño de la UBA se preocupe por sus cosas… Este hecho me hizo reflexionar sobre lo que acaso sea el aporte más relevante de mi tesis: la verificación de notables constantes en el origen de los grupos culturales del “interior profundo” (mayoritariamente nucleados en torno de la poesía), su desarrollo y articulación con el campo intelectual porteño y nacional y entre sí. De allí derivaciones a la temática del canon/es, la relación de la cultura-la historia-la política y un largo sueño, compartido con otros artistas e investigadores, como Osvaldo Picardo, de rearmar el mapa de la cultura argentina en un marco continental e intercultural (aclaro: lejos de ciertas connotaciones demagógicas que han proliferado en los últimos tiempos alrededor de estos conceptos).

 

Finalmente, el poner en el centro de la escena a estos grupos (desde lo temático) y la aplicación renovada del comparatismo (en lo teórico) en diálogo con distintos paradigmas (el geocultural, la sociocrítica, entre otros) y el uso de variedad de fuentes (en lo metodológico) constituyen, creo, un incentivo a otros investigadores para recorrer los senderos de nuestro acervo y sus potenciales desarrollos.

 

3 – Uno de los trabajos que conforman “Actas del Vº Congreso de Narrativa Folklórica” (Universidad Nacional de La Pampa, 2001) es tu “Héctor Gagliardi: Identidad porteña en los ’40 y polémica sobre la cultura popular”. ¿Qué te parece si te referís, direccionando hacia los argentinos que ignoran que existió —no obstante haber sido uno de los autores que mayor número de ejemplares de sus libros ha vendido en nuestro país— y hacia los extranjeros, a ese poeta y letrista de tangos (1909-1984) que yo escuché recitando sus versos sencillos durante varios lustros a través de programas radiofónicos?

 

 CS –Héctor Gagliardi fue una figura insoslayable(por llegada al público, originalidad e influencia) en la cultura porteña (y de algún modo, nacional), durante por lo menos tres décadas. Era un tipo talentoso, que logró una irrepetible síntesis entre la cultura tradicional del porteño “del ‘40 en adelante”(tango, radioteatro, tertulia), la tradición payadoril campera y los nacientes escenarios artísticos que fueron surgiendo en la época (fundamentalmente, el radiofónico, aunque sus poemarios se vendieran en los kioscos de diarios y revistas y no cesaran de re-editarse, habiendo participado, además, en programas televisivos y en espectáculos teatrales). Su poesía, emotiva, tradicional en su estilo, sensiblera, por momentos, sabía reencontrar a su público con las vivencias y personajes“típicos” (la maestra, la primera novia, la “barra” del barrio…); difícil era escucharlo y no sentir que asomaba algún recuerdo desde lo más íntimo. El gran secreto de Gagliardi, en mi opinión, era su modo de recitar, cambiante en el tono, sabiamente dramático,  insuperable en el manejode los silencios,una gesticulación estudiada y llegadora. Me recuerdo de niño,lagrimeando al escuchar “El Rusito” o “El Sapito”; he visto extasiarse a hombres y mujeres, hoy desaparecidos en su mayoría, ante la caravana evocativa de sus poemas. Por otra parte, él despertó, además del innegable apoyo popular, más de una tensión en ese gran caldero ideológico - cultural que fue el peronismo en su origen y despliegue. Es notable que los prologuistas de sus libros (Homero Manzi, Alberto Vacarezza, Horacio Becco, Cátulo Castillo, Jorge A. Bossio, entre otros), embanderados en lo que llamaríamos “cultura popular” (con las polémicas connotaciones de la época), duden en cómo clasificarlo y hasta en reconocer plenamente sus dotes.Manzi esboza en su prólogo (en polémica con Borges, al que admiraba pese a la polarización política) un intento de explicación sobre “lo popular” (así titula, y con signos de admiración) en Latinoamérica, a partir de la aceptación de lo bueno mezclado con lo malo, pero asumido como propio por el pueblo, como identidad, defensa y proyecto. Éstas y otras tensiones ha despertado Gagliardi…

 

A tantos años de mis primeras emociones ante sus versos(confieso que salvé de “irse a diciembre” a un alumno porque recitó magníficamente tres poemas suyos), no puedo evitar reflexionar sobre los momentos de felicidad que sólo el arte popular (en el más digno sentido de la expresión) puede depararnos, trascendiendo los velos del solipsismo, del “refugio interior”, rumbo a los espacios solidarios de las vivencias y sueños compartidos.

 

4 – Desplazándonos hasta 2013, advierto que un ensayo que titulaste “Diez apuntes sobre la poesía de Amelia Biagioni” se incluye en el volumen dedicado a la obra de dicha autora (1916-2000), compilado por Santiago Sylvester y socializado por Ediciones del Dock. ¿Querrías referirte a ella y trasladarnos tus apuntes?

 

          CS –La poesía de Biagioni fue uno de los azoramientos estéticos de mi adolescencia. La atmósfera mística de “El Humo” y después, en rápida sucesión,sus otros poemarios editados, me impresionaron vivamente: en “un ratito” memoricé “Oh tenebrosa fulgurante”…;  sentí que había tropezado con “otra cosa” acaso más profunda, sin dudas más misteriosa que mis admiradísimosAtahualpa Yupanqui, Jorge Luis Borges y Alejandra Pizarnik de la época.

Pasaron las décadas y los poetas, y en una presentación literaria, Sylvester (codirector de “Época”, una más que interesante colección de libros de ensayos sobre poesía argentina de Ediciones del Dock)me comenta respecto de la preparación de un volumen sobre Amelia; yo le manifiesto mi admiración por la santafesina y mi reciente relectura de sus textos, en una biblioteca de pueblo que ella había visitado alguna vez. “¿Cómo no pensé en usted?”, irrumpeSantiago y ahí empezó a nacer mi ensayo.

 

En el libro aparecen, entre otros, textos de especialistas y amigos de la poeta, como Cristina Piña y Valeria Melchiore (escribió su tesis doctoral sobre Biagioni casi conviviendo con ella). Opté por mostrar un panorama propositivo de los caminos que habilita al lector y al crítico el acercamiento a su poesía. Por eso lo titulé “Diez apuntes…”, sin tratar de llegar a definiciones concluyentes, ni cierres definitivos; el marco de estudio que intento trazar se despliega entre la constitución de un “yo poético”, el desarrollo de un lenguaje original, en permanente mutación, y la búsqueda inclaudicable de lo inefable.A partir de este escenario, postulo, en distintos parágrafos, algunos “puntos de observación” sobre su obra, a saber:su lugar en nuestra poesía femenina;los puntos comunes y diferenciales de su itinerario desde su Gálvez natal hasta su consagración;el misticismo (se llamaba a sí misma “la cósmica”, diferenciándose de sus amigas Pizarnik y Olga Orozco) de su poética; la articulación de los lenguajes-miradas artísticas en sus poemas yla consideración de su obra como un todo con “estaciones” (cada uno de sus seis libros) armónicas y secuenciadas. Sobre el final, propongo una distinción entre mística, filosofía y arte, y ubico a Amelia dentro de ese triángulo, pero mucho más cercana al vértice artístico: un intentode aprehender y expresar la realidad, en última instancia, a través de la búsqueda denodada de la belleza.

 

5 - ¿Cómo y cuándo fuiste accediendo a la dramaturgia? Descubrí que una pieza de tu autoría, “Circo Éxodos”, trata sobre el éxodo jujeño, e integró el VII Festival Iberoamericano de Teatro: Cumbre de las Américas. ¿Una sinopsis de la pieza? ¿Dónde y por quiénes fue representada? ¿Qué otras obras tuyas se estrenaron? ¿Qué otros textos teatrales has escrito? ¿Son piezas de extensión diversa? ¿Prevés reunirlos en algún volumen? ¿Qué asuntos abordan?

 

CS –Siempre me interesó el teatro (hasta me casé con una profesora de teatro, pero eso es otro tema). A fines de los ‘80 escribí mi primera obra,“Historias de chicos”, una trilogía de dramas breves centrados en la denuncia de la marginalidad, sobre todo la infantil. Una de las piezas,“Historia de una puerta”, fue estrenada como teatro leído en la Escuela de Teatro de la ciudad de Moreno y cuenta las peripecias de unos niños vendedores del Ferrocarril Sarmiento que, en sus juegos, molestan a los pasajeros, hasta que uno de los pibes termina cayendo a las vías “accidentalmente”. El único ejemplar existente (creo recordar) está en el Grupo de Estudios de Teatro Iberoamericano y Argentino (GETEA), un instituto de la UBA, en edición fotocopiada.

 

Siguió un largo interregno en mi creación dramática, hasta que me presenté (y fui seleccionado) a un concurso de dramaturgos, convocado por la Comedia de la Provincia de Buenos Aires y las autoridades educativas. Se trata del programa “El Teatro y la Historia”, una propuesta de llevar en lenguaje teatral determinadas situaciones y personajes de nuestro devenir, desde una perspectiva no tradicional, a escuelas, centros culturales, cárceles, etc.Un historiador nos propuso temas/situaciones yuna profesora de dramaturgia nos proveyó de algunos lineamientos (obras de no más de tres actores y con un máximo de una hora de duración, fácilmente montables). Yo elegí una situación de personajes “anónimos” en el Éxodo Jujeño (claro, yo estoy bastante empapado de lo que concierne al Noroeste Argentino, por lo ya referido), y así nació “Éxodos”(más tarde rebautizada “Circo Éxodos”), que fue representada por el grupo “Terrafirme”, dirigida por el brillante y hoy desaparecido Claudio Bellomo. El asunto se centra en dos historias paralelas: dos patriotas y sus dudas de abandonar su tierra, por orden del General Belgrano, y un par de cirqueros, en crisis por su imposibilidad de echar raíces, en medio de su itinerancia. El tema es el desarraigo. En este sentido, la obra es un homenaje tanto a los esforzados patriotas del interior y su sacrificio (hubo una decena de éxodosen la Quebrada de Humahuaca,en las luchas de la independencia), como a los artistas del circo criollo, cuna de nuestro teatro popular. Los actores fueron alternando sus papeles (patriotas-cirqueros) en escenas sucesivas, hasta donde confluyeron las historias, el momento de la “decisión final”. Un payador (en la versión de Bellomo, el dueño del circo)efectuaba, en verso y con guiños hacia el público, el “hilván” entre las escenas. Esta obra, escrita en 2010, se representó en institutos con menores privados de su libertad, en un festival internacional, en el festival en homenaje al actor Carlos “Negro” Carella, se la representó, además, en versión infantil, y fue elegida por Lito Cruz para relanzar el programa “El Teatro y la Historia”, el año pasado…; el elenco original la repone, de tanto en tanto.

 

Otra obra que conoció las tablas fue “Don Pedro de la Cueva”, con elenco amateur dirigido por el multifacético Alfredo Costas Herrero, en Merlo. Esuna pieza que quiero mucho, se ambienta en una librería “de viejo” que está por “mudarse” (en realidad, es un cierre encubierto). Dos empleados jóvenes encaran la coyuntura con mezcla de bronca y resignación, y uno muy anciano, que está desde su fundación, yace, en una especie de locura mística en el sótano, ordenando amorosamente los libros en cajas. La presencia de una clienta que viene buscando al Quijote (al que cree un personaje existente) precipita los acontecimientos y al final el viejo emerge de su encierro y se va del brazo con la clienta. Él era, en realidad, Don Quijote. La obra (que se juega, en buena parte, en verso) es un homenaje a la literatura y el teatro, y a los viejos, irremplazables, libreros de Buenos Aires.

 

Tengo varias obras no representadas (y con pocas esperanzas de pasar de libreto); destaco dos: “Clamona”(drama en tres cuadros) y “Mingo” (tragicomedia en cinco actos). La primera es un juego entre dos mujeres “típicas” (señorona y su criada), que en su ir y venir y bajo el sonido casi ininterrumpido de la radio, en 1982, van develando su drama: la criada (Ramona) intuye que su hijo ha muerto en Malvinas; la patrona (Clara), termina confesando que su hijo fue secuestrado por los militares yprobablemente esté muerto, aunque intente mantener, con su esposo, la farsa del “viaje de estudios”. Ambas mujeres se unen en la lucha, Clara y Ramona se vuelven “Clamona”, clamor de madres.

 

          “Mingo” cuenta, en versión libre, la historia de Menocchio, un molinero del Friuli, que, a partir de ser (extrañamente, para la época) alfabetizado, de su cultura de origen campesino y de una aguda inteligencia crítica, esboza una serie de teorías sobre el origen del mundo y la sociedad, que son cuidadosamente seguidas por la Inquisición (la investigación que realiza el italiano Carlo Ginzburg se basa en los archivos de ésta), preocupada por los incontenibles efectos ideológicos de la imprenta, en plena Contrarreforma. Luego de una detención de dos años, y ante las nuevas arremetidas de Menocchio (esta vez cuestionando el orden social), y llegado el caso a Roma, se produce la inevitable incineración del molinero. La obra se juega en dos planos: el pueblo en sus cotidianos haceres, con un Mingo “afiladísimo”, una especie de protoanarquista, y el poder, que habla en off y en verso, estudiando el “peligroso caso” del molinero que pensaba con su propia cabeza y lo expresaba. Al final, en clave brechtiana, se produce el juicio a Mingo, con invitación al público: y entonces los personajes del pueblo hablan en verso y los poderosos en arrastrada prosa. Final abierto.

También escribí varias obras de teatro breve (monólogos, soliloquios, teatro sin palabras), algunas de las cuales fueron publicadas y premiadas, principalmente a través de la Cátedra Internacional Garzón Céspedes y su publicación “Cuadernos de Gaviotas” (por lo tanto, googleables). Acoto que estar desempeñándome como profesor de Dramaturgia I y II y Teorías del Arte II en un conservatorio de teatro, me ha reconectado con esta disciplina, peligrosamente apasionante.

 

En los últimos años publiqué varios libros e interactué bastante en la web (principalmenteen los géneros poesía y cuento), sin embargo se me hace cada vez más manifiesta la necesidad del teatro, en sus variadas expresiones, como espacio de comunicación intensa, auténtica, comprometida, en medio de un mundo que nos afila las garras y nos tapona los oídos cada día un poco más. El teatro es imprescindible para la nueva humanización que pide a gritos la sociedad contemporáneao, al menos, los que soñamos una sociedad distinta, “humana” en el más pleno sentido. Por el momento, no tengo entre mis prioridades publicar mis dramas, preferiría verlos “en vivo”, razón de ser de lo teatral.

 

6 – De tu dramaturgia deslicémonos a tu narrativa breve. ¿Qué temáticas o asuntos preponderan en ella?

 

CS – Ante todo, una aclaración: aunque han aparecido un par de microrrelatos míos en algunas publicaciones latinoamericanas, no me dedico a lo “micro”, tan a la moda en narrativa. Lo mío es, hasta ahora, el cuento breve y el relato. Llegué a escribir tres novelas, dos de la cualesdestruí y otra que reconvertí a distintas textualidades. Cuando hablo de cuento breve me refiero a un tipo de narración ficcional de no más de tres cuartillas, generalmente centrada en un personaje. En“De solitarios” los llamo “discuentos”, porque los juzgocarentes de ciertos atributos, de esa admirable completitud que caracteriza a Horacio Quiroga, Borges o Juan Rulfo, mis maestros en castellano (menos piadosamente, podría hablar de mi distalento).Ese libro lo publiqué por un premio internacional (había competido con dos cuentos), lo cual me obligó a crear tres o cuatro textos más para armar algoasí como un volumen respetable. Seleccionando entre lo ya escrito y planificando los textos complementarios, fue apareciendo el eje convocante de la soledad, la incomunicación de personajes que ensayan infructuosamente la comprensión del mundo y la comunicación con “el otro”. De allí el título; de algún modo se lo puede considerar un volumen temático y bastante autobiográfico, que, entre otros, debe bastante a Kafka, Dino Buzzatti y Nabokov.

 

          En el caso de “Los años pasan según”, también publicado por premio, el concurso era de relato (género que si bien despuntaba en un par de cuentos del libro anterior, sólo abordé más decididamente en el último lustro), pero el texto ganador es parte de un volumen donde alternan cuento breve y relato, con un tema definido: las huellas del paso del tiempo y la forma de asumirlas por los personajes. Al igual que en “De Solitarios”, la mayoría de los textos son realistas, aunque algunos podrían leerse como fantásticos, acaso metafísicos. En lo técnico, retomo en varios de ellos la multiplicidad de puntos de vista y registros lingüísticos, con los que había experimentado en mi juventud, estoasomaba en tres de los cuentos del libro anterior.Lo autobiográfico es fuerte, tanto desde la vivencia personal como desde el contacto intenso con personajes reales y su experiencia vital. En algunos casos, debí realizar pequeñas investigaciones para no desmadrarme del marco histórico.Todos los textos fueron desarrollados siguiendo la brecha temática señalada, aunque el relato premiado, “La espera”, nace de dos anécdotas mías centradas en las dolorosas experiencias que atraviesa un escritor ignoto.Para finalizar con mi aspecto de narrador, estoy terminando el plan de una novela coral,“La cofradía del tacho”, que estimo terminaré el año próximo.

 

Y una pregunta que tal vez no tenga respuesta:¿puedo “correrme” del poeta cuando narro, y eso sería positivo?... Un amigo, destacado novelista y ocasional cuentista, terminó confesándome que más allá de uno u otro detalle a mejorar, no podía criticar a fondo mis cuentos porque “son otra cosa, son muy poéticos”.

 

7 –En varias localidades de nuestro país ofreciste con los Grupos “Con-Versando” y “Antes que venga ella”, recitales poético-musicales; “Cruce de Palabras” se llamó uno de los ciclos que coordinaste; fuiste fundador de la primera FM que funcionó en una “villa de emergencia” —en “Ciudad Oculta”, a mediados de los ‘80—; a fines de esa década fuiste “pionero” en los intentos de TV comunitaria en zonas pobres del Gran Buenos Aires, como conductor y productor, etc. Por un lado, me interesaría que sobrevolaras sobre éstas y otras incursiones, y por otra: ¿en qué te ha gratificado y en qué te ha decepcionado tu experiencia como animador cultural?

 

CS – Temo que ese sobrevuelo sería insoportablemente largo, por la diversidad y extensión en el tiempo de las experiencias y por lo mucho que incidieron en mi vida (hasta cierto punto, “fueron mi vida”), sobre todo en mi juventud. Intentaré reseñar los puntos salientes…

Soy un tipo más bien solitario que, paradójicamente o no, vive “condenado” a la comunicación, fundamentalmente la verbal.Esas experiencias de animación cultural surgen, en primera instancia, de la necesidad de contactarme con la vida social, luego de la acotada experienciauniversitaria que ya describí. Iba descubriendo el mundo con actitud militante, esperanzadaen las posibilidades de cambio. Sin embargo, ya en mis veinticinco años, me iba dando cuenta de que la “política de los políticos”no era para mí, y sí lo era un territoriode experimentación, de comunicación y construcción grupal y horizontal, que ora con vértice en lo comunicacional, ora en lo educativo o artístico, me deparaba el sentimiento de estar desarrollando una tarea imprescindible para el crecimiento grupal e individual, autogestiva y contestataria del poder, de lo culturalmente impuesto.

 

Lo primero, en el tiempo, fue la experiencia con los medios, principalmente el radial. Me tocó la época de las radios comunitarias, en el resurgimiento democrático y su posterior desarrollo, y tuve oportunidad de trabajar en las mismas con intensidad (llegué a hacer más de cuatro horas de conducción, más las tareas de producción en FM San Antonio de Padua, emisora en la que aprendí mucho). Tal vez la experiencia más original y aleccionadora haya sido la que desarrollé con un grupo independiente en “Ciudad Oculta”, donde instalamos una radio, enacuerdo con la comisión interna del barrio, para reconectar al mismo con los vecinos “no villeros”(pesaba una leyenda negra sobre la “Oculta”) y dar lugar a las voces soterradas; también nos interesaba ayudar a la comunidad a organizarse, en la medida de sus necesidades. Aclaro: si bien “pasaban cosas”, el mundo villero de ese momento era “pre paco y pre narco”… ¡Cuántas cosas aprendimos juntos! Los programas se planificaban, pero siempre la realidad y el aporte de la gente nos desbordaba… Yo hacía, con Adrián Wittemberg,“Historias de nuestra tierra”, y convocaba, los sábados a la mañana, a la gente de cada provincia o país limítrofe, con su música, sus comidas,sus historias, su presente…

 

En determinado momento, ante el descontento de algún sector del barrio y para no generar divisiones, nos trasladamos a una casilla de la iglesia, y ante una ola de allanamientos a las radios, logramos armar una secuencia de escape para “entregar” sólo el coaxil y la antena. Los sacerdotes y monjas del barrio respondían al padre Puigjané, que estuvo varias veces en la radio (alguno de los integrantes quedaron vinculados al grupo “Todos por la patria”, con sus trágicas derivaciones en el copamiento de La Tablada, años más tarde). Yo acompañé a un tipo muy especial, Pampa Ubertalli, fundador de “Radio Rebelde”, en un ciclo de cine (video en el televisor del herrero del barrio), actividad anexa a la radio, igual que las tareas de apoyo escolar en que algunos colaborábamos. Unos meses después comenzaron a surgir diferencias: una parte del grupo postulaba que debían retener más directamente el poder de decisión de la radio,y otro (en el cual me incluía), opinaba que iba llegando el momento de entregarel medio a la comunidad. La radio había cobrado peso, y eso generaba tensiones. Quedamos en minoría, echaron a algunos y yo renuncié, aunque me mantuve en la tarea de apoyo educativo, como coordinador (armamos grupos de alfabetización paralelos al plan oficial, bastante deficiente). La radio tuvo un final insólito y aleccionador, a mi entender: habiendo perdido el entusiasmo inicial el grupo que quedó, se apropió de ella el sector más movilizado de la villa y la acción más importante fue preparar el retorno de los paraguayos a su país(muy fuertes en el barrio)ante lainminente caída de Stroessner; como el equipo era portátil, se instalaron antenas en varias villas, y así se trabajaba. Ergo: las cosas son del que las necesita y las trabaja.

 

En el ‘89 apareció lo de la TV comunitaria. Yo integraba la cooperativa de comunicación “Participar”, que tenía un periódico homónimode bastante circulación en el Oeste del Gran Buenos Aires, entre los sectores “progres”. Fuimos sumando programas de radio en la zona (sobre todo desde FM Moreno, pionera y aún hoy vigente): hacíamos un periodismo tendiente a la difusión de iniciativas solidarias y cooperativas, en particular en el ámbito de la cultura; éramos un modesto agente movilizador. Un canal de San Vicente, que ya venía promoviendo TV comunitaria, decidió renovar su equipamiento y puso a disposición de grupos como el nuestro el viejo transmisor y la experiencia. Los tres colectivos que nos interesamos, nos organizamos para transmitir dos veces por semana desde cada localidad (en Moreno transmitíamos desde el Cruce Castelar, la zona más poblada); el compromiso era llevar en la mochila el transmisor al grupo siguiente;a mí me tocaba entregárselo a una agrupación de Fuerte Apache. Habíamosconseguido que Prensa Latina nos brindase cada semana una selección de noticias del continente; con eso y otros aportes hacíamos “Noticiero Latinoamericano” desde la cocina de la casa del camarógrafo (que había creado una pequeña mutual solidaria para los videófilos). La iniciativa duró poco, no llegó al medio año. Sin embargo, mucha gente se conectó. Llegamos a hacer un programa con las sociedades de fomento de la zona. También hubo espacios musicales y de salud.El trabajo del canal implicótal esfuerzo que terminó superándonos, y fue el principalfactor en ladisolución de la cooperativa. Cabe aclarar que salíamos por canal 4, en TV abierta, era la época “pre-cable”. Recuerdo una anécdota : realizándole una entrevista a Heberto Castillo(candidato a vicepresidente de México con Cuauhtémoc Cárdenas y presidente del Partido Socialista Mexicano), éste, nos convirtió a los periodistas casi en entrevistados, preguntándonos con todo entusiasmo cómo “era eso”; imaginaba una red de televisoras comunitarias cubriendo Ciudad de México…Al poco tiempo volví a incursioné en un canal de Castelar y en otro de Paso del Rey, este último ligado a la Iglesia, a los que estuve vinculado brevemente.

 

Considero que estas intentonas fueron muy ricas en cuanto a pensar y desarrollar formas de trabajo periodístico y cultural alternativas y profundamente solidarias; además valoro la generación de un espacio donde pudimos conocernos grupos y personas provenientesde diversos contextos sociales. También queda el sabor amargo y aleccionador de los límites de estos esfuerzos cooperativos (a veces poco realistas, sobre todo al no ser pensadosen su sustento material) ante lo arrollador del “sistema”, en su versión neoliberal, en este caso.

 

Saliendo de los medios, tuve oportunidad de participar, crear y coordinar numerosas experiencia vinculadas a la literatura. Empecé con una revistita poética: “Pandemónium”, con otrosjóvenes entusiastas de las letras, que duró los habituales dos números. Casi en simultáneo, Norberto Fuchs y yo lanzamos “Orfeo”, una revista oral que se autoconvocaba cada mes en uno de los saloncitos laterales del porteñísimo Café Tortoni: escritores invitados, charla y música.Corría 1980: descubrimientos, temores, sorpresas, tiempos bravos para ser joven... Trasladado a Moreno a principios de los ‘90, recalé en el “Feca 67 bis”, espacio de la bohemia local, donde una mezcla de plásticos, poetas, músicos, actores y bailarines nos trenzábamos de vez en cuando. Con la artista plástica Nellie de Curia, infatigable activista cultural, generamos un espacio similar, pero más organizado, que terminó llamándose “Coco Danza” (desaparecido cantante de la zona): allí la poesía ocupaba un lugar central. Cuando la crisis de 2001 empezaba a despuntar, y ante la necesidad de “hacer algo desde la cultura”, convoqué a tres poetas amigos (Clelia Volonteri, Eduardo Espósito y Walter Lannutti) yasí nació “Antes que venga ella”, ciclo que se sostuvo durante tres años. Realizábamos un encuentro mensual con un poeta invitado de reconocida trayectoria, se leía y dialogaba con el público. También había música (y con mucho respeto hacia el ejecutante, no era un mero “intermedio”). El grupo siempre preparaba alguna intervención artística, medio recitada, medio actuada, con un eje temático. Recuerdo la grata sorpresa de Santiago Sylvester, uno de los invitados,al verse rodeado pormás de cincuenta personas, una noche de lluvia feroz, esperando por su poesía.Había mucha participación, tanto en las preguntas/comentarios a los invitados como en el micrófono abierto. Cuando llegó la hora de cerrar el ciclo publicamos una antología del grupo, que todavía sigue dando vueltas por Moreno. Fue una experiencia importante, por el nivel artístico, el poder de convocatoria y la continuidad. Y los cuatro coordinadores quedamos amigos, y lo celebramos con unas empanadas bien regadas cada año…

 

La historia y propuesta de “Cruce de palabras” (2007-2008), son distintas. En 2007 fui invitado a un encuentro latinoamericano de escritores en la capital de la provincia de San Juan. Si bien los recitales, visitas a escuelas, etc.,eran interesantes, lo más “jugoso” eran las “tenidas” poéticas, en la habitación de alguno, leyéndonos y comentándonos hasta la madrugada. Eso me dejó de manifiesto la necesidad que tenemos los poetas de un ámbito  propio, de sincero e íntimo intercambio de textos, dudas y proyectos. Entonces, empecé a invitar mensualmente a cinco bardos, dos locales y los otros “forasteros”, en un par de mesitas de café colocadas ad hoc en el fondo de la Librería García, de Moreno. Rodeados de libros, y café de por medio, nos dejábamos ir (a veces en fuerte polémica) por esos derroteros que sólo la poesía sabe generar. La cosa terminaba cuando la gente de la librería hacía ostensibles gestos de “hay que cerrar”…Casi nadie faltó a la cita, la mayoría reconoció que nunca habían participado de algo similar. Después de un año abandoné la convocatoria —que acaso retome algún día—, a causa deuna serie de desgracias personales que menguaron mi ánimo.

 

Tal vez la experiencia más innovadora y compleja, tomando en cuenta la diversidad de variables en juego, haya sido “Con-versando”. Esta vez tenía deseos de armar una propuesta para “salirle al paso” a la gente no habitué de la poesía; mucho me ayudóHéctor Celano, poeta y actor de gran experiencia en recitales; se sumaron con entusiasmo Eduardo Espósito y el cantautor Luis Del Mar. Y nació un espectáculo de algo más de una hora de duración, centrado en nuestros textos poéticos, presentados con un dejo de teatralidad, más el aporte musical y vocal de Luis. El público quedaba sorprendido, el temor de que fuera “demasiado largo” pronto se disipaba. A poco de andar, Héctor partió para otros rumbos, y entonces Luis propuso a su amigo Hugo Mercado para la vacante. Hugo es un poeta de impronta gagliardiana, de entonación social y fuerte presencia escénica: fue una apuesta contrastante con la poesía de Eduardo y la mía, y un aporte decisivo para el espectáculo. Así, la mayoría de las veces con el apoyo del municipio de Moreno, recorrimos varias localidades de las provincias de Santa Fe, Córdoba, San Luis y del Gran Buenos Aires con nuestro espectáculo, que, en su momento de auge, llegó a tener tres versiones (hora y cuarto, cuarenta, y quince minutos) según el tenor de la invitación. También participó la charanguista María Inés Ferreira. Para mí, lo principal era la reacción del público. Recuerdo que al final de una representación en Librería Hernández, una ex compañera de la facultad se acercó para felicitarnos y se puso a llorar: “Perdonen, nos pusimos tácitamente de acuerdo para no interrumpirlos en el recitado, pero es mucha emoción acumulada”. Calculo que retomaremos ese tipo de propuesta: en ella se resume buena parte de mi mirada sobre lo poético en su dimensión social.En la actualidad, luego de una experiencia bloguera con “8 PM”(Ocho poetas de Moreno), colaboro en la coordinación (no organizo) de los ciclos “Café Patricios”, en la ciudad de Buenos Aires, y “Poesía del Oeste”(ciclo creado por Andrés Aguirre), en la ciudad de Moreno.

 

¿Cómo evalúo este aspecto de mi actividad, que podríamos denominar “animación cultural”?: no me arrepiento de nada, por más que muchas cosas podría haberlas hecho mejor.Eso sí, si uno se pone a sumar la cantidad de esfuerzo y tiempo empleados, no puede evitar la idea de que si hubiese balanceado mejor los mismos con la también necesaria tarea de difundir la obra individual, uno se sentiría más satisfecho. Tal vez no sea políticamente correcto decirlo, pero siento que tanta tarea desplegada (por ejemplo:armé el sello editorial “Runa”, sin fines de lucro,para que poetas locales lograran acceder a la socialización de sus primeros libros) no halló reciprocidad (y acaso comprensión) en la mayoría de los colegas. Ampliando la reflexión, a esta altura de mi carrera, constato que las invitaciones a los encuentros/publicaciones más prestigiosos en el paísno llegan, y probablemente no acontecerán. Me han hecho algunos reportajes en los últimos años, pero nadie ha escrito un ensayo, ni siquiera un artículo crítico serio sobre mi obra; y eso es poco alentador para un artista que lleva décadas de producción.Retornando al concepto de animación (me tienta decir “agitación”) cultural, no deja de ser, en mi caso, una productiva contextualización de lo que refieroen otro tramo del reportaje sobre la “Educación Poética” y sus derivaciones.

 

8 –De tu actualidad podemos comunicar que desde 2012 dictás el Taller de Lectoescritura en el Curso de Orientación y Preparación Universitaria (COPRUN), en la Universidad Nacional de Moreno (UNM); y que la revista electrónica que dirigís, especializada en poesía y educación, se titula “Conurbana.cult”; y que coordinás el Grupo “Escritura Creativa”. ¿Nos introducirías con algún pormenor en estas propuestas?

 

CS – En efecto, estoy dictando el curso de ingreso la UNM; este tipo de actividad se alinea con una serie de experiencias que desarrollé en la UBA (en el Ciclo Básico Común, Semiología)hace una década, y con la actividad desplegada a lo largo de ocho años en el Instituto Rojas(ISFDNº 21) de Moreno (formación de docentes), en este último caso con talleres de lectura y escritura académica, que comenzaron en los profesorados en Lengua y Educación Primaria, y finalizaron extendidos a toda la comunidad del instituto (unos 4000 alumnos). Los puntos de coincidencia pasan por la toma de conciencia, por parte de docentes y alumnos, de las importantes limitaciones que imponen al estudiante superior/universitario la falta de práctica y base teórica mínima para abordar la lectura y escritura de cierta complejidad. Me satisface que lo que empezó como un taller (en el Rojas), secundado por un par de ayudantes de cátedra (categoría que impusimos varios docentes “pioneros”, y hoy es oficial en la provincia de Buenos Aires)para “ayudar a escribir” a los futuros maestros, culminara en un taller de escritura académica, como proyecto institucional, ligado a cátedras universitarias y con reconocimiento del Ministerio de Educación de la Nación. De todos modos, para ser sinceros, los resultados fueron limitados.

En la Universidad Nacional de Moreno la experienciacon los ingresantes es valorable, aunque el período es cada vez más breve (once clases); para la mayoría, el curso introductorio es el primer escalón en la vida académica en toda su familia. El taller de lectoescritura es particularmente propicio para poner en palabras estas situaciones: los miedos, las expectativas, las dificultades materiales… El equipo de la cátedra, encabezado por el doctor Armando Minguzzi, es variado y eficiente, aunque en el último año hubo bastantes cambios. Paralelamente al dictado del ingreso (los interesados) desarrollamos una tarea de investigación basada en las producciones de los alumnos; en mi caso elaboré, junto a la licenciada Stella Maris Cao (psicóloga), un estudio enfocado en las representaciones del mundo universitario y su propio lugar en él de los alumnos, con una propuesta centrada en el rol del docente “inicial” para acompañarlos en ese paso; pronto aparecerá publicado, junto a las investigaciones de otros compañeros. Como contrapartida, un discurso excesivamente asentado en la “inclusión” por parte de las autoridades académicas, relativiza la importancia del esfuerzo y la valoración de la exigencia…; es cuando la política (en mi opinión) se entromete dañinamente en la educación. Por otro lado, me reconforta que los tres alumnos que tuve en el tercer año del bachillerato popular de mi barrio (los B. P. son una última instancia para personas que ni siquiera pueden “enganchar” en los FINES I y II,que son planes oficiales para completar/cursar la secundaria), hayan hecho pie en la UNM y estén ya en el segundo año de la carrera. Los Bachilleratos Populares son una experiencia cooperativa y sin sueldo; hace un par de años obtuvimos reconocimiento oficial para los títulos.

En esta misma universidad, y a propuesta de las autoridades, dicté un curso de escritura creativa y poesía para docentes de secundaria. Resultó bastante exitoso (creo que “la pegada”fue invitar a dos poetas por encuentro para leer y dialogar con los asistentes); finalizado el curso (octubre 2013), nos seguimos encontrando informalmente y esa fue la base de un grupo (Escritura Creativa de Moreno, así se lo ubica en Facebook) que, con sus altibajos, se mantiene. Mi idea inicial era centrarnos en el diseño de secuencias y proyectos para trabajar la poesía y escritura literaria en la escuela. Las necesidades de los integrantes (algunos de los cuales no son docentes) nos llevaron a armar algo así como un anarcotaller, con una especie de convocante / coordinador que vengo a ser yo… Siempre se aprende de la realidad; en rigor, yo quería enfatizar la llegada a la escuela con otra mirada, otras estrategias, pero los miembros del grupo preferían hacer taller literario, escribir y leer poesía, cuento y crónicas, como paso previo a lo didáctico. Bueno, le ganaron la pulseada al coordinador, y creo que para bien, hay itinerarios que no pueden obviarse.

Hace algo más de un año, en paralelo, convoqué aun grupo de artistas y periodistas para armar un revista electrónica: “Conurbana.cult” (así se googlea). El propósito es difundir la actividad artística y cultural del tercer cordón del conurbano (sobre todo el Oeste, al que pertenece Moreno), con especial atención a la literatura y a las experiencias grupales y educativas. Maricarmen Almada (periodista y escritora), Alejandro Arébalos (docente y plástico) y Mónica Angelino (poeta y coordinadora de talleres),conforman el consejo de redacción, tenemos colaboradores permanentes (estamos por sacar un atrasadísimo tercer número). La revista es independiente, autogestiva y sin fines de lucro, y más allá del mencionado foco puesto en lo local, también presenta notas sobre el devenir cultural (en especial, vinculado a la poesía) nacional y continental. Deberemos mejorar su difusión y enriquecer el diseño. “Conurbana.cult” es un niñito que se ha largado a marchar…

Respecto de qué rol juego yo en todo esto, señalo dos cosas. En primer lugar, en estos últimos años, vengo desarrollando un corpus de ideas, aún algo difuso, que llamo “Educación Poética”. Se trata de un intento de recuperación/reformulación de la función de la poesía en la existencia del hombre y en la sociedad actual. Se trata de repensarnos desde ese espacio tenso, revelador y liberador que plantea la palabra poética, tanto desde la recepción como desde la producción. Más pragmáticamente, los medios, la escuela y la familia cada vez brindan al chico y al hombre en general, menos oportunidad de conectarse con la poesía (más allá de las canciones, tema de interesante debate), y eso tiene sus amargas consecuencias: algo así como una pérdida gradual y embrutecedora de la sensibilidad y la espiritualidad…; digamos, una vida más pobre, un desperdicio de oportunidades. La escuela debería iniciar un proceso de revisión y reversión de esta situación. Hace unos días leí que en las escuelas de ciudad de Buenos Aires se van a impartir talleres de meditación; eso me alegró, va en el sentido de mi búsqueda; ahora, ¿por qué dejamos que se “cayera” ese espacio de placer tan constructivo que es la poesía?...

En segundo lugar, debo mencionar una difícil lucha (con los demás y también interior) para sacar del medio ideas tan arraigadas como el liderazgo, los “seres especiales” y otros hegemonismos, que a la postre empobrecen la experiencia creativa (y social, en general). Aveces se vuelve difícil no desbarrancar, “escucharnos en singular y en plural”, como suelo decir, encontrar el equilibrio en estas proposiciones “fuera de sistema”. Bueno, es parte del desafío.

 

 

9 - ¿Participaste en el Primer Encuentro de Poetas del Mundo en Cuba “La Isla en Verso” en 2012?

 

          CS–Fue una participación a distancia. No tenía dinero para viajar (una constante en mi “carrera” como escritor, nunca pude asistir a premiaciones o invitaciones en el exterior). Filmamos, con mi amigo, poeta y vecino Oscar Perdigón, dos videos de algo menos de diez minutos; uno dedicado a mi poética y el otro presentando la poesía de Moreno, con un recitado “mano a mano” con Oscary una recorrida por los libros de poetas morenenses, que por cierto son muchos. Ambos videos están en YouTube. Lo anecdótico es que no los pudieron recibir vía internet allá (en esa época en Cuba no tenían banda ancha), así que tuvimos que mandar un CD por correo, que llegó y se presentó en varias ciudades cubanas, principalmente en escuelas.

 

 

10 – Hace unos años compartimos espacios sociales, festivos, y tuve oportunidad de oírte cantar y acompañarte con la guitarra. Y en algún lugar advierto hoy que has sido director e intérprete de la llamada “Cantata por la Paz”, auspiciada por la Escuela Municipal de Música de San Miguel, otra localidad bonaerense, en diciembre de 2014. Gratamente sorprendido, te pido que nos cuentes de qué se ha tratado.

 

CS – La música es en mi vida una novia desatendida, que no pierde ocasión de reprocharme y seducirme. En junio del año pasado tomé la cátedra de Literatura en la Escuela Municipal de San Miguel; me tocó un grupo de cinco instrumentistas en el último año de su carrera (todos muy jóvenes), y quedó planteado el desafío: había un expreso pedido de la dirección de la escuela de trabajar contenidos que relacionaran música y literatura. En la primera parte del año habían explorado el mito y la ópera; yo encaré mi trabajo desde la indagación en las raíces folklóricas y su proyección en el “Arte Clásico” (esa es la orientación de la escuela); finalizaron con una monografía sobre aspectos de esa relación. Pero quedó “picando” la posibilidad de crear a partir de sus propios saberes y elecciones musicales, así que les propuse indagar el género “cantata”, desde su origen renacentista hasta esaoriginalapropiación del género que fue la cantata latinoamericana de las décadas del ‘60-‘70, tan relacionada con lo folklórico y, fundamentalmente, con lo político. Después de escuchar “Santa María de Iquique” y “Cantata Latinoamericana”, la cosa llegó a su clímax: fue notable el efecto del descubrimiento de esas textualidades poético-musicales, que les resultaban a estos muchachos apenas un eco lejano y extraño.

Y comenzó el desafío…, porque escribir textos poéticos, letras de canciones, inclusive, era para ellos una prueba novedosa e intimidante. ¿Por dónde empezar para tratar de componer una cantata? Decidí atacar por otro flanco: les traje fotografías artísticas, de las más diversastemáticas. Charlamos sobre esas imágenes, improvisaron melodías para acompañarlas. Finalmente quedó definido el tema: las estremecedoras imágenes de la guerra y su destrucción serían el punto de arranque. Eligieron fotos del Berlín de 1945, de la Torres Gemelas, de un miliciano recibiendo un balazo…, pero la más motivadora fue la de un soldado norteamericano sosteniendo entre sus brazos el cuerpito de un bebé japonés (no sabemos si vivo o muerto) en medio de los escombros. “No a la guerra” fue la consigna (curiosamente, uno de los alumnos es militar, de la banda del Ejército); leímos a poetas de fuerte sesgo social: el paraguayo Elvio Romero, el chileno Pablo Neruda, el español León Felipe… Siguieron intensas semanas de escritura talleril, tratando de que cada uno pudiera producir un texto que “arrimara” a lo poético y en relación personal y comprometida con el área temática elegida. Fuimos definiendo una estructura, los fui orientando también para armonizar lo mejor posible los textos, que serían el “recitativo” de las cantatas clásicas.Fuimos probando ritmos, tonalidades para cada segmento (en eso, fueron una luz, y yo los observaba algo azorado). Y llegó lo más difícil: hallar el “leit motiv” y componer la canción, que sería el centro de la cantata. Dimos con la frase “Por qué no puedo entenderte, Guerra”. Siguió una elaboración colectiva: en ese texto estaban todas las voces, que yo terminé de pulir y poner en transpirados endecasílabos. Querían hablar de Hiroshima, del sentimiento del soldado, de Palestina, de Malvinas, del imperialismo, de las madres que pierden a sus hijos… Al final, parimos cuatro estrofas, en ritmo de rock bluseado (también eso después de arduas discusiones).

En fin,que había despertado expectativas en la escuela, en la cual todos los docentes presentan la labor del año en una muestra. A nosotros nos faltaba bastante todavía, por eso lo titulamos “ensayo general” y salimos “al toro” (además, faltó el trompetista, que era el único que se animaba a cantar, así que el profesor debió cumplir, con la mayor dignidad posible, el papel de solista vocal). Piano, contrabajo, guitarra y flauta traversa se desempeñaron con intensidad, aunque no sin nerviosismo, ante una treintena de asistentes. Al final hubo un aplauso sincero, más cálido que estruendoso, y una sensación de sorpresa…;¿qué es esto?... Como cierre expliqué la propuesta y su proceso de composición e invité a los asistentes a dar su opinión y proponer un título para la “Cantatita” (su duración es de unos veinte minutos). Esa charla fue estimulante, y estimo quesirvió para que los jóvenes músicos (profesionales, casi todos) cobraran conciencia de lo que habían logrado elaborar, con punto de partida en sus emociones, ideas y saberes, en laboriosa y esperanzada cooperación.

 

 

11 - Al releer tus primeros poemarios, ¿reconocés tu voz en ellos? ¿Ha variado tu poesía a lo largo de cinco lustros?

 

          CS – Sin dudas ha variado mi poesía, junto a toda mi persona, a la creciente alforja de lecturas, al mundo que en esos cinco lustros, ha cambiado aceleradamente. Pero es mi voz… Digamos que hay poemas añosos que me hacen sonreír, otros ante los cuales me pregunto “¿cómo pude …?” Pero estoy ahí, no hay vueltas. Claro, en el proceso ha habido hitos, momentos determinantes. Recuerdo, en especial, tres: el primero, allá por mis trece, catorce años,fue como la confirmación de que era poeta, y la intuición de que “eso” me acompañaría siempre. Fue una tarde veraniega de caminata por micapitalino barrio de Villa Luro, siempreentrañable… Sentí un estremecimiento, empecé a dar vueltas en mi cabeza a unas imágenes que surgían… Cuando llegué a casa el poema estaba terminado, y mi vocación, confirmada. Si bien yo “escribía” poemas desde antes de ir a la escuela, esa tarde fue algo así como un ritual iniciático, solitario y parece que definitivo.

 

 El segundo momento que juzgo decisivo fue diferente. Durante la Carpa Blanca, allá por mis treinta años largos,los docentes en ayuno juntábamos firmas de adhesión a la defensa de la escuela pública en las plazas locales. Una mañana se acerca un muchacho a firmar, tenía mucho entusiasmo, pero escribía su firma muy lentamente (era analfabeto). Me embargó una tremenda emoción, que apenas pude disimular. “Esto tengo que escribirlo”,pensé. Pero eso ocurrió un año después, volviendo de discutir en la ciudad de La Plata en otras instancias, pero también educativas, amontonado en el ferrocarril Sarmiento a las siete de la tarde… Y el poema apareció, lo escribí de memoria (generalmente componía así en esa época). Al llegar a Moreno ya estaba listo. La reflexión que se inició esa misma noche sobre los tendenciosos misterios de la inspiración y su conexión con el duro combate de cada día, me instalaron en otro escenario respecto de la poesía y mi propia creación.

 

Finalmente, hace una década, comencé a trabajar como capacitador de docentes, y debí trasladarme con frecuencia a la localidad de Laferrére, casi dos horas sólo de ida…; en el colectivo comencé a componer un  texto que me extrañó, era sinuoso, con mucha asociación libre, con mucho vértigo inconsciente…; extrañamente, me sentí cómodo, pleno, escribiéndolo (lo terminé después) y en ese momento me di cuenta de que había dado con el rumbo que estaba buscando para mi poesía de ese período, a la que venía sintiendo cada día menos satisfactoria, algo limitada, tal vez reiterativa…; desde esa mañana mi poesía tuvo más oxígeno, o, directamente,otro aire.

En lo que hace a lo temático, hay una región a la que vuelvo, desde mi adolescencia, periódica, casi cotidianamente: la reflexión sobre lo poético y la palabra. Lo social fue responsable de mi “reencuentro” con la poesía, después devarios años de casi abandono, y generó tres libros; es algo que permanece, y vuelve, en situaciones puntuales, a aflorar. En la última década, sin embargo, me ha ganado la poesía que podríamos llamar “existencial”, una constatación, entre brumosa y encandilante,de las heridas, de los abismos del transcurrir y el ser, de la permanencia y la disolución.Y también están los textos que voy escribiendo sobre mis hijos, celebrando ese descubrimiento inagotable que es ser padre;componiendoy leyendo estos poemas he experimentado (junto a algunas situaciones de logros en las aulas) los momentos más felices de mi vida.

En cuanto al estilo puedo señalar que todo es un insospechado reciclaje… Junto  a los neologismosempleo con cierta frecuencia palabras casi relegadas al olvido (por ejemplo: relente, hogaño, zurear) que no deberían perderse, aunque más no sea por su musicalidad. Estoy volviendo a escribir algunos poemas con métrica y rima (abundaban en mi juventud). Hacia 2008 comencé con la composición de tríadas, poemas breves, con separación de barras, no de versos, en un intento de retener la fluidez semántica, sintáctica y fónica.Cada poema forma parte de una unidad mayor (tríada), a la manera de los movimientos de un concierto barroco. Así nacieron  “Tríadas”(2009) y “Tríadas II” (2012). Otro “género” que experimento es la “marina”, composición más bien metafísica, surgida de la contemplación del mar,y también exploro desde hace un lustro el haiku (acabo de finalizar un pequeño volumen con ellos)e intento con el shijo… Dios y Basho dirán…

 

          12 - Transcribo unas frases de un trabajo que se presentó en 1988 en Fundación del Campo Freudiano, en Buenos Aires, y del que ignoro el nombre de su autor: “La poesía manifiesta una violencia infligida al uso del idioma. Se funda en la ambigüedad de un doble sentido. Alusiva al igual que el oráculo, se constituye más allá del sentido. Lo que despierta es su polisemia, su imprevisibilidad. Para escucharla no se puede permanecer pegado al sentido. ¿Acaso el poeta no logra a veces la proeza de que un sentido esté ausente?” ¿Qué agregarías, Claudio?

 

          CS – Hay una afirmación de Roman Jakobson que demoré en comprender (creo que recién lo estoy haciendo ahora), que, de algún modo, dialoga con la paradoja señalada. Aunque parezca todo lo contrario, es en el territorio de la poesía donde las reglas de la lengua se cumplen con más inflexibilidad. Hay una cierta “ferocidad” inherente a la palabra que trasciende al que la emplea, aunque sea el poeta… “Las palabras tienen vida propia/por eso saben herir tanlimpiamente” nos dice Guillermo Boido en un dístico apabullante. El poeta no debe “hacerse cargo” de la ambigüedad, desvelarse por ella, pues ésta es inherente a lo que somos y no somos, al lenguaje, que nos dice y nos desdice…

 

Esto consolida (al menos para mí) la imagen del poeta como oreja y lengua del gran latido cósmico, médium más que maestro, albañil, más que arquitecto, que intenta manejar el fuego de Zeus (que no es suyo) con la “herramienta” díscola del lenguaje (que precariamente cree dominar) para comunicar algo a otros seres (que son y no son como él). Por eso cuando creo un neologismo (se da con frecuencia en mis textos), hay algo de derrota (no di con la palabra, el lenguaje no me abrió del todo su cofre) y de triunfo (“descubrí”,“fundé” algo); en este sentido, ya en el terreno de las imágenes y del poema mismo, experimento esa misma sensación de “develar la simpatía universal”, digamos un segmento del ADN cósmico, a la par de brotarme la estremecedora duda de haber realizado, apenas, un jueguito verbal, una pirueta que se sueña salto mortal. A veces envidio a los pintores y a los músicos, los siento ante un campo abierto; nosotros, los poetas, estamos en la jungla del lenguaje, acechantes y acechados.

 

          13 - ¿Qué escritores te influyeron? ¿Piglia? ¿Beckett? ¿Lispector? ¿Montale?... ¿El peruano Augusto Salazar Bondy (1925-1974), el portugués José Saramago (1922-2010), la inglesa Virginia Woolf (1882-191), el salvadoreño Roque Dalton (1933-1975)? ¿Griselda Gambaro? ¿Yukio Mishima? ¿Eugène Ionesco?...

 

CS – Mis primeros formativos “leídos seriamente” fueron los clásicos españoles e internacionales de la Colección Contemporánea de Editorial Losada, que una tía había ido reuniendo (sospecho que casi sin leer). Allí me deslumbraron Tagore, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, en poesía; la prosa deMiró y Azorín se me presentabacomo insuperable. Pero el gran poeta de mi pubertad, y sigue siéndolo, es Antonio Machado, ya en sus libros, ya musicalizado por Serrat. Y en narrativa, un Quijote leído a los once años (en versión adaptada por Germán Berdiales) me fascinó, vuelvo infinitamente a ese libro, es el modelo insuperable.Shakespeare y Sófocles me enamoraron del teatro leído; con Brecht y Fernando Arrabal empecé a entender la especificidad del hecho teatral (y Molière, por supuesto, el verdadero clásico inoxidable de las tablas). Volviendoa la línea clásica lírica, Garcilaso, Góngora y Quevedo siempre “están ahí”, y la Generación del ‘27, con sus aledaños León Felipe y Miguel Hernández laten quedamente en mi poesía, junto a Blas de Otero y Nicolás Guillén. De los argentinos, Manuel J. Castilla, Juan L. Ortiz y Raúl González Tuñón son presencias poderosas. Y claro, Borges, tanto en poesía como encuento, compartiendo el podio de influencias con Rulfo y Quiroga, que ya mencioné. Aclaro que siento sus presencias en mi creación, sin que mi literatura se les parezca o pretenda hacerlo; es eso, una presencia sin la cual mi producción sería distinta. Leo sin demasiada fluidez algunas lenguas europeas, lo cual me ata a las sospechosas traducciones (¿habrán dicho eso Omar Jayam, Tu-Fu, Rilke?), de ahí la preeminencia de los castellanosen mis recorridos líricos.

Sobre los autores de la lista, Montale y, en general los existencialistas-herméticos italianos, en especial Ungaretti, me deparanun siempre renovadoespacio para la reflexión, más aun que los surrealistas, diría. De los narradores, nadie podría negar a Saramago, Mishima o a Virginia, pero no siento que me hayan influido, tal vez por haber llegado tardíamente a mi biblioteca (salvo aproximaciones aisladas). Sí admiro -me identifico en el latido- a Ionesco, Beckett y Gambaro (aunque mi escritura teatral poco tenga que ver con la de ellos); en verdad, el Absurdo se prefigura en el Expresionismo, estética (casi diría cosmovisión) con la que me hallo en honda sintonía. Y en diálogo con ellos, la literatura “existencialista”, en el más amplio sentido:de Camus a Orwell, de Buzzatti a Char, arrancando del genio solitario de Kafka, y esa versión tan nuestra y original que es la narrativa de Antonio Di Benedetto, acaso el más perfecto y a la vez estremecedor de nuestros novelistas.Reconozco en mi escritura teatral fuerte influencia de nuestro grotesco, más al modo de Francisco Defilippis Novoa que al de Armando Discépolo, y esa impronta insoslayable, lúcidamente desesperada, genial, de Arlt. Finalmente, un lugar muy especial para la literatura popular, desde el cancionero tradicional folklórico al tango, de Atahualpa Yupanqui a Gagliardi, pasando por los narradores orales… Cuánto debe nuestra cultura y nuestro universo emocional a estas cotidianas gemas.

 

          14 - Ricardo H. Herrera declara: “Me gustan los poetas que se aproximan a su tema como Cézanne lo hacía a los suyos: con esfuerzo, obstinadamente. Nada de abstracciones de escritorio sobre el papel, tan sólo lo que se conoce por experiencia de los sentidos. (…) Me gusta que el color de la palabra transmita el sentimiento nombrándolo apenas…” ¿Qué te despiertan estos enunciados?

 

CS– Perseverancia, obstinación,por un lado, y sugerencia, sensorialidad, por el otro, parecerían términos de una formulación contrastiva. A mí me orientó bastante al respecto una charla sobre la poética de Dylan Thomas (desafortunadamente, no recuerdo al expositor, tal vez fue Esteban Moore); en ella se puntualizaba el enojo del galés cuando la crítica lo ubicaba demasiado cerca del Surrealismo. Y se entiende, según él, algunos poemas le llevaban meses de paciente y a veces desalentadora “lima”… Nada más lejos de la escritura automática y las asociaciones azarosas. Y sin embargo, la poesía de Thomas sabe internarnos en los pasadizos de la pesadilla, el deseo y la desesperaciónde manera máshonda, y sin dudas más conmocionante que la mayoría de las zambullidas de la tropa bretoniana.Cuando la poesía realmente lo es, será sugestiva, más allá de la técnica de “maleado verbal” empleada, más allá  de ideología pregnante; siempre, volviendo a una pregunta anterior, se nos escapará de la manos, siempre nos de/re/sangrará los labios y los oídos, o sea, los portales del alma.

 

Claudio Simiz selecciona para acompañar esta entrevista, en marzo de 2015, poemas de su autoría:

 

 

Lugares

I  Desde mi ventana

 

                Lo han venido anunciando los zorzales/ el día ya es inevitable/ y crecerá la luz aunque cierre mis párpados/igual que el olor acre de la muerte/ indiferente y ferozmente ecuánime/

            Me pregunto/ si quedará alguna línea aún no escrita/ un hiato un lapsus/ entre tantos millones centillones de instantes/ que absorbemos el aire y lo expulsamos/ hasta quedarnos con el solo silencio/

            Ojalá llegue el viento / sabio niño/ a azarearme las páginas del día/ a azorarse en las velas desvaídas de mi desarbolado corazón/ en los páramos/ de a ratos/ la poesía perfuma de otro modo.

 

II  Desde mi biblioteca

 

                Ojos expertos núbiles/ manos trémulas de ensueño o de codicia/ creerán desbrozar saquear mi biblioteca/ que se dispersará/ como un lento y pequeño Bing Bang de silencios/

            Ella ha ido creciendo/ ha cambiado de tallas y de nombres/ ha discurrido ocasos y cenites/ y acaso pueda/ contar mejor que nadie mis costillas rotas/ hacer constar en actas las capitulaciones de mis sueños/

            Al final/ las miríadas de páginas y polvo/ que fatigué mil veces/ o esquivé tercamente/ resultarán mi cosecha y mi siembra/ la manera de entrarme mansamente/ en el descubrimiento prodigioso del olvido.

 

III  Desde mi espejo

 

                Aquí están mis palabras/ dolientes o dolidas/ aquí está mi silencio/ yo no estoy aquí/

            Aquí está mi pellejo/ trasegado de esquirlas y caricias/ aquí mi subrepticia/ mi rotunda osamenta/ yo me he ido hace tiempo/

            Aquí yace un obstinado corazón/ un náufrago solitario y espléndido/ después del desamor y el desolvido/ no le tengas piedad/ los sueños saben ser generosos con su presa.

 

                                                (de “Tríadas”, 2009)

 

Jornada

I

 

Nadie mira adelante/ antes de la partida/ los ojos van y vienen/ del puño a la maleta/ del cielo al suelo/ mientras susurran “vamos” las agujas unísonas/

Nadie sueña el mañana/ mientras cierra la puerta/ y sus pasos opacos despiden la vereda/ y guarda en su bolsillo las llaves que darán a la nada/ e inaugura el exilio tempranamente exhausto/

Nadie deja su casa vacía/ nadie se marcha solo.

 

II

                Caminar es la cosa/ aceptar que partir es partirse/ hasta romper con la propia sombra/

            Caminar es la cosa/ pactando atajos con la senda crispada/ con la luz temerosa/ con los propios ajenos dubitativos fémures/

            Caminar es la cosa/ comprender que la diáspora es una flor secreta que se abre y se cierra cada día/ caminar/ sin que se nos apague el corazón/ intentar que no caiga condenado inocente/ como un huevo de su nido.

 

III

                Todo hombre tiene su instante de ceniza/ y las cenizas saben obstinarse quedamente/ hasta volvernos ciega la mañana/

            Todo hombre ha bebido su último trago hasta las heces/ mientras ausculta la memoria de lo que no ha sido/ y acomete a alaridos a la noche impecablemente sorda/

            Todo hombre regresará una tarde/ sólo para saber si aún está solo.

 

(de “Tríadas II”, 2012)

 

 

Hasta siempre

A Javier  Adúriz, in memoriam

El poeta lo sabe:

entre la íntegra locura

y la obscena cordura

sólo media un paso,

y él está

(todos estamos)

sosteniendo la vida

con un pie en cada abismo.

 

(de “Café con lluvia”, inédito)

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: ciudades de Moreno y de Buenos Aires,

distantes entre sí unos cuarenta kilómetros, Claudio Simiz y Rolando Revagliatti, marzo 2015.

 

http://www.revagliatti.com.ar/030816b.html

http://www.revagliatti.com.ar/031124.html

Rafael Vasquez dialoga con Claudio Simiz en la presentación de su libro Actas del Naufragio en el Café Literario Antonio Aliberti, ciclo conducido por Luis Raúl Calvo, Julio Bepré, Amadeo Gravino

antigua fotografía de la estación de trenes de Paso del Rey

                Rodolfo Alonso: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

Rodolfo Alonso nació el 4 de octubre de 1934 enla ciudad de Buenos Aires, la Argentina, y reside en Olivos, provincia de Buenos Aires. Entre 1954 y el corriente año publicó más de veinte poemarios: “Salud o nada”, “El músico en la máquina”, “El jardín de aclimatación”, “Gran Bebé”, “Entre dientes”, “Hablar claro” (Premio Fondo Nacional de las Artes), “Hago el amor” (con prólogo de Carlos Drummond de Andrade), “Guitarrón”, “Música concreta” (Segundo Premio Nacional de Poesía), “El arte de callar” (Premio Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia), “Poemas pendientes” (con prólogo de Lêdo Ivo, Alción Editora, Córdoba, Argentina, en 2012, y Universidad Veracruzana, Xalapa, México, en 2013),“En el aura de Saer”, “A flor de labios”… Éstos son los títulos de algunas de las antologías de su obra poética: “Poemas escogidos” (con prólogos de Milton de Lima Sousa y Daniel Samoilovich, en España, 1992, Segundo Premio Regional de Literatura), “Antología poética” (Fondo Nacional de las Artes, 1996), “Poesía junta” (con prólogo de Juan Gelman, en Cuba, 2009). Y han sido (o están siendo) editados en otros idiomas los volúmenes “Elle, soudain” (con prólogo y traducción de Fernand Verhesen, en colaboración con Roger Munier y Jean A. Mozoyer, en Francia, 1999), “Antologia pessoal” (bilingüe, con traducciones de José Augusto Seabra, Anderson Braga Horta y José Jeronymo Rivera, en Brasil, 2003), “Il rumore del mondo” (bilingüe, con selección y traducción de Sara Pagnini y prólogo de Juan Gelman, en Italia, 2009), “Cheiro de choiva” (en idioma gallego, en España, en prensa), “L’art de se taire” (con traducción de Bernardo Schiavetta, en Francia, en prensa), “The art of keeping quiet” (con selección y traducción de Katherine Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez, en Inglaterra, en prensa),“Entre les dents” (contraducción de Jacques Ancet, prólogo de Juan Gelman, Francia, en preparación), etc. En el género ensayo destacamos “Poesía: lengua viva” (1982, Mención Especial en el Premio Nacional de Ensayo), “No hay escritor inocente” (1985, Segundo Premio Municipal de Ensayo, y otras distinciones), “La voz sin amo” (con prólogo de Héctor Tizón, 2006, Premio Único de Ensayo Inédito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Dos son sus libros de narrativa: “El fondo del asunto” (1989) y “Tango del gallego hijo” (España, 1995).

Tradujo del francés, italiano, portugués y gallego a muchos destacados autores: Mário de Sá Carneiro, Dante Milano, Cecilia Meireles, Salvatore Quasimodo, Guy de Bosschère, Alphonsus Schmidt, João Cabral, Mario de Andrade, Aníbal M. Machado, Günter Grass, Vinicius de Moraes, Paul Celan, Clarice Lispector, João Guimarães Rosa, Paul Eluard, Gillo Dorfles, António Ramos Rosa, Marguerite Duras, Eugenio Montale, Machado de Assis, Georges Schehadé, Lêdo Ivo, André Breton, Pier Paolo Pasolini, Olavo Bilac, Rosalía de Castro, Umberto Saba, Manuel Bandeira, Antonin Artaud, Murilo Mendes, Sophia de Mello Breyner Andresen… Le concedieron, entre otros, el Premio Nacional de Poesía, la Orden “Alejo Zuloaga” de la Universidad de Carabobo (Venezuela), el Premio Konex de Poesía, las Palmas Académicas de la Academia Brasileña de Letras, el Premio “Rosa de Cobre” de la Biblioteca Nacional. Mantiene la plataforma http://rodolfoalonso02.blogspot.com

 

1 – Sos el primer hijo de inmigrantes gallegos nacido en nuestro país. Y en una oportunidad declaraste: “Ni mi infancia ni mi adolescencia fueron agradables, sino más bien lo contrario.” En varias ocasiones hiciste referencia a tu timidez. ¿Te retrotraerías para nosotros y nos describirías el clima familiar y su composición y cómo te defendiste de los factores agobiantes y el clima social de aquella época?

 

          RA –Toda memoria es precisa e injusta, a la vez. ¿Recordamos o somos recordados, acaso, por ese mismo recordar? Como hijo mayor de inmigrantes gallegos, ambos de linaje campesino, a mí me tocó enfrentar solo, por mi cuenta, sin apoyo de nadie, a la inmensa Babel que era entonces Buenos Aires. La fui descubriendo a tropezones, y la recuerdo por fragmentos. El asombro de la primera lluvia, del primer granizo, el asombro de los primeros libros (descubiertos en librerías de lance), el primer Arlt, el primer Vallejo, ¡el primer Macedonio! Y el tango, el tranvía, la radio, el cine. Y el lenguaje popular, coloquial. Y los matices extranjeros. ¡La canción! Sólo mucho después percibí que mi infancia fue bilingüe, lo que trae consecuencias. Y a la vez como dos infancias simultáneas: la metrópoli que me tocaba descubrir, y la memoria de la aldea de montaña y la pequeña ciudad junto al mar de que aún hablaban entonces mis padres.

 

2 - ¿Cómo fue cursar tu bachillerato más o menos entre 1947 y 1951 en el prestigioso y exigente Colegio Nacional de Buenos Aires?

 

          RA –No por su culpa, claro, mi padre llegó aquí sólo con segundo grado de la primaria. Y aquí la terminó, por voluntad propia, en horario nocturno. Pero venía con sus libros. Y a algunos, como “Don Quijote de la Mancha” o nuestro “Juan Moreira”, los había interiorizado de tal manera, los había hecho carne de tal modo, que sus relatos de ello eran tan vívidos como para contagiarle a uno su sensación de haberlos visto, actuantes, palpables. Fue mi padre el que eligió el Colegio Nacional de Buenos Aires. Por mi parte, siempre tuve (y tengo) terror a los exámenes, a la idea misma de examen. Y no sé cómo logré atravesar, no sólo la primaria sino todo el bachillerato (que incluía seis años de latín), sin habérmelo propuesto y sin que pudiera aún hoy explicar cómo lo hice, sin rendir ningún examen por mis buenas notas y alcanzando incluso galardones. ¿Puede el miedo empujarnos a tanto? ¿Quién era yo, quién era ese que hacía (si es que se puede decir hacía) todo eso? Todavía me lo pregunto. Como era previsible, frente a la primera mesa de examen para la carrera de Arquitectura, en la UBA, me di vuelta y me fui, para ya no volver. En Filosofía y Letras fue peor: sólo logré asistir a una clase de Raúl Castagnino sobre “El discípulo”, de Ralph Waldo Emerson.

 

3 – Durante seis años dirigiste en tu juventud un par de revistas de gran tirada. ¿Cómo te recordás por entonces, asumiendo esas responsabilidades?

 

          RA –A mitad de ese bachillerato, no sé bien cómo me animé, la noche antes de cumplir mis 17 años, me advierto convertido en el más joven de una revista de vanguardia: “poesía buenos aires”. Y ya un poco desde antes, pero sobre todo desde allí, comienzan a sucederse acciones tan espontáneas e inesperadas como simultáneas, en muy poco tiempo y a la vez. Me descubro escribiendo y publicando poemas, traduciendo de varios idiomas, amigo de pintores, músicos, escultores, arquitectos, cineastas, y otros artistas e intelectuales decididamente modernos, participando en el recién creado Departamento de Cultura de la Universidad de Buenos Aires (donde todo eso se multiplica y se potencia), haciendo cine, radio, ediciones, y un paso fugaz —y definitivo— por la redacción publicitaria, con la que nunca me involucré. Y de la que me salvó para siempre contestar un aviso de trabajo, así, sin antecedente alguno en periodismo, sólo por mi curriculum literario y principalmente por mis varios idiomas: me transformo en el subdirector (a cargo de la dirección, acéfala) de la exitosa revista “Claudia” de la editorial Abril. A la que casi convertí en una revista de arte y de literatura, lo que también acontecería con la segunda dirección, encomendada por la editorial Atlántida, de su flamante revista “Karina”.

 

4 – Tendrías treinta y tres años cuando lanzaste el sello Rodolfo Alonso Editor, hasta el año —1976— en el que se produjo el último golpe cívico-militar en estas orillas. Y de inmediato o casi de inmediato proseguís con el sello Editorial Rodolfo Alonso, hasta 1988.

 

          RA –Al mismo tiempo que iba ocurriendo lo anterior, a los veintitrés o veinticuatro años, creí haber formado una familia. Habiendo concluido por decisión de la empresa la etapa de “Karina”, me encontré ante una doble situación: la necesidad de mantener a los míos, y mi experiencia más bien ligada con el arte y la poesía. Siempre estuve entre libros, ya desde niño, y como persistía el extra de seis meses por el despido como periodista, pensé en hacerme editor. Para lo cual sólo se me ocurrió ir visitando, y a veces consultando, a todos los integrantes de la cadena: imprentas, linotipias, papeleras, encuadernación, distribuidoras, librerías. Lo mío nunca fue una empresa propiamente dicha, sino más bien una actividad de artesano, individual y múltiple, casi sin empleados. El resultado fueron más de 250 títulos diferentes, muchos de ellos varias veces reeditados, y que se ha ido convirtiendo en una referencia “de culto”, con ejemplares buscados y rebuscados por coleccionistas y bibliófilos, en todo el ámbito de la lengua.¿Algunos autores?: Marqués de Sade, Jacobo Fijman, Carlos Marx y Federico Engels, Alfred Jarry, Leopold von Sacher-Masoch, Herman Melville, Leda Valladares, Sigmund Freud, Giacomo Casanova, Bram Stoker, Adriana Civita, Aristófanes, Vladimir Propp, Albert Einstein, Alina Diaconu, Marcel Schwob, Lucio V. Mansilla, Mary Shelley, Enrique Blanchard, Jean Cocteau, Francisco (Pancho) Muñoz, Georges Brassens, Errico Malatesta, Jacques Prévert, Perla Chirom, León Trotsky, Alonso Barros Peña, Ambrose Bierce, Rodolfo Modern, Charles Fourier…

 

5 –Además de ese texto casi poético para el multipremiado documental de Humberto Ríos que se tituló “Faena”, ¿cuáles otros guiones para cine escribiste?

 

          RA –Vamos a ver si me acuerdo de todos. Son cortos o medio metrajes, como “Crónica en Maciel”, de Víctor Iturralde; “Fiesta en Sumamao” y “La ciudad universitaria”, de Aldo Luis Persano; “De vuelta a casa”, de Ricardo Becher. Se trataba del promisorio “nuevo cine argentino”, otro de los muchos emprendimientos culturales ahogados por la dictadura de Onganía. Justo cuando estábamos por filmar el primer largometraje, “Tierra roja”, basado en cuentos de Horacio Quiroga y con tres equipos de trabajo, cada uno con su director y guionista. Pero no pudo ser. Siempre amé el cine, nací en el cine, ese “instrumento de poesía”, como tan bien lo definió Luis Buñuel.

 

6 – Me agradaría que expandiéramos lo concerniente a tu quehacer a partir de las artes visuales y a volúmenes ilustrados.

 

          RA –Como ya dije, me encontré conviviendo con artistas plásticos. Para cuyas exposiciones me fueron pidiendo prólogos, textos, presentaciones. Mi tercer libro, “El músico en la máquina”, es fruto de una invitación del escultor Libero Badii, que quería editar sus dibujos con mis poemas. De allí nació una profunda y duradera amistad, que testimonian cerca de ocho o nueve ediciones de arte para bibliófilos, en las cuales seguimos unidos. Otro de mis primeros libros, “El jardín de aclimatación”, editado por Julio Llinás, lleva tres dibujos de Clorindo Testa. Y el sexto, “Entre dientes”, cuenta con diseño gráfico y un dibujo de Alfredo Hlito. Y me convocan para colaborar en el prestigioso y ejemplar suplemento literario del diario tucumano “La Gaceta”, donde se publicaron durante décadas mis poemas, en ocasiones acompañados con ilustraciones de Josefina Robirosa, Isaías Nougués, Juan Batlle Planas, Juan Lanosa, Raúl Alonso, Juan Grela, Miguel Ocampo, y otros. El Instituto Torcuato Di Tella me invitó a prologar su Primer Premio Internacional de Pintura. Mi libro “Hablar claro” lleva portada de Rogelio Polesello y cinco dibujos de Rómulo Macció. Y “Señora Vida”, un trabajo de Guillermo Roux. En fin, no fue sino mantener viva una fecunda y bella tradición que venía de los grandes poetas y artistas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, es decir modernos y de vanguardia.

 

7 – No conozco “en directo” la colección La Gran Poesía, que con el auspicio de la Editorial Universitaria de Villa María, en nuestra provincia de Córdoba, vos dirigís. ¿A qué apunta, qué autores la van constituyendo?

 

          RA –Es un emprendimiento que me propuso, estando en Xalapa (México), el sello Eduvim, o “la Eudeba del interior”, como suelen llamarla. Me ofrecieron dirigir una colección y, de inmediato, les dije que se iba a llamar La Gran Poesía, que íbamos a recuperar y volver a poner en circulación, en ediciones cuidadas y bilingües, los maestros de la modernidad y de la auténtica vanguardia original. A los pocos meses ya estábamos lanzando los primeros títulos. Hasta el momento han aparecido antologías bilingües de Charles Baudelaire (“Mi bella tenebrosa”), Dino Campana (“Cantos órficos”) y Guillaume Apollinaire (“La razón ardiente”). Está por aparecer otra de Emily Dickinson (“La asesina rubia”), con la cual comenzamos a reeditar las traducciones de Raúl Gustavo Aguirre. Y esperan turno Miguel Hernández, “Lluvia oblicua”, dos tomos de poesía portuguesa de los siglos XIX y XX, César Vallejo, un volumen de poesía francesa moderna, “Airiños, airiños aires” de Rosalía de Castro, Ricardo Molinari, todo lo que queda de Safo de Lesbos, en versiones de Oscar Andrieu…

 

8 –La Universidad de Princeton se hizo cargo de tu archivo personal y está en proceso de catalogación.

 

          RA –El interés vino por un colega amigo, ex profesor allí. Y las cláusulas me parecieron aceptables. También contribuyó un poco a decidirme el hecho de que ya estuvieran viejos y queridos amigos, como Juan José Saer, por ejemplo. No sólo lo conservarán en las mejores condiciones, sino que cuando concluyan la catalogación de ambos archivos, epistolar y fotográfico, la misma estará a disposición de todo el mundo. La información, porque para consultar algo hay que hacerlo personalmente allí. A mí sí me enviarán reproducción de lo que quiera, y ya he tenido buenos ejemplos de ello. De hecho, el listado me resultará útil incluso a mí: llegaría a ser tarea ímproba ubicar nada aquí, por mi cuenta.

 

9 – He leído un par de veces tu primer libro de narrativa (y supongo que tu otro libro, editado en España, debe ser inhallable). ¿Tenés textos inéditos suficientes en este género con los que preveas conformar un tercer volumen?

 

          RA –No, me temo que esa fuente (que siempre me costó) se ha secado. Lo que no quita que, como desde un comienzo, la mayoría de mis libros incluyan poemas en prosa. Que no son directamente narraciones, por supuesto. Sobre todo en “El fondo del asunto”, fue la única vez que me PROPUSE sentarme a escribir. Y le fijé incluso un horario: las mañanas. Me costó, insisto, sentí como si me estuviera forzando. Y el resultado fue magro, un libro breve. El segundo,“Tango del gallego hijo”, fluyó con menor dificultad. Quizás porque es en gran medida autobiográfico, como un volumen de casi memorias. No creo que me surja, o lo intente, por tercera vez. Ya pagué mi precio.¿Pero quién puede estar seguro?

 

10 - En “Una temporada con Lacan” de Pierre Rey, leo: “La cultura es la memoria de la inteligencia de los otros.” Y unos párrafos después cita a Levi-Strauss: “El día en que comprendí que tesis, antítesis y síntesis eran el fundamento de la Universidad, me fui de la Universidad.” Vos también, precozmente, huiste de la Universidad.¿Consideraciones, Rodolfo?

 

          RA –Sería insensato que me atreviera a evaluar la vida universitaria tan sólo en base a mis fobias. Al menos soy consciente de eso. Y también que me perdí algunos beneficios invalorables: aprender griego clásico, leer con un poco más de orden, conocer gente valiosa. Muy valiosa, me animaría a decir. Porque me correspondía haber conocido la UBA en su mejor etapa reformista, desde 1955 hasta el siniestramente eficaz golpe militar de Onganía. Cuya ominosa dictadura constituyó un cercenamiento feroz y profundo para nuestra vida cultural, que nunca volvió a ser la misma.

 

11 – Después de la página 336 del volumen “El movimiento Poesía Buenos Aires (1950-1960)” (Editorial Fraterna, 1979), en la siguiente, sin numeración, se reproducen seis fotografías, y en una se te advierte conversando (no posando) con Giuseppe Ungaretti en 1967. ¿Cómo hago para no incitarte a que nos trasmitas las circunstancias de aquel encuentro?

 

          RA -Siendo muy pero muy joven, Aldo Pellegrini me encargó (para su legendaria colección Los Poetas, de Fabril Editora) seleccionar, prologar y traducir, primero a Pessoa, absolutamente desconocido hasta ese momento, incluso en Portugal. Y luego a otro grandísimo poeta, Giuseppe Ungaretti. En ambos libros, cosa hoy inimaginable, y sin la más mínima publicidad, la repercusión fue tan enorme, en todo el ámbito de nuestra lengua, que hubo que hacer reediciones sucesivas. Y hasta se dio el caso de ediciones piratas. Todavía hoy, aquí y allá, en los más diversos países, me sorprenden recordando y mostrándome aquellos volúmenes. (Que no hace mucho fueron reeditados bellamente aquí, en la excelente editorial Argonauta, justamente del hijo de Aldo, Mario Pellegrini.)

En 1967, mientras dirigía “Claudia”, me entero que Ungaretti estaba en Buenos Aires. Felizmente superé mi habitual timidez, y fui a buscarlo en un cóctel. Estuvo muy afectuoso, me invitó a sentarme a su lado y, mientras charlábamos, sin que yo lo advirtiera, un fotógrafo amigo nos enfocó espontáneamente, por su cuenta. De allí esa foto inolvidable. E imprevista. Estuvo en casa, con pocos invitados, conversamos y me dedicó (con tinta verde) un libro que conservo. Era tan discreto como intenso, y su carácter era más bien un poco cascarrabias. Pero conmigo fue muy dulce. Sigue siendo uno de los grandes recuerdos de mi vida. Como el de haber estado con Saint-John Perse, Juan L. Ortiz, Oliverio Girondo.

 

12 – Fue el año pasado cuando en París, a través de Éditions Gallimard, se publicó con prefacio a tu cargo “Correspondance (1952-1983)”, la correspondencia entre René Char (1907-1988) y Raúl Gustavo Aguirre (1927-1983). ¿Qué factores posibilitaron que sucediera? ¿Ya hay una estimación de cuándo se editará en castellano?

 

          RA – La generosidad abierta y la amistad franca que me dispensó Raúl Gustavo Aguirre, fueron fundamentales para mí. Tanto como el grupo mismo que entonces lo rodeaba, y el aire de fraternidad y de exigencia que se vivía en “poesía buenos aires”. Movimiento que si bien renovó de fondo lo estético, tuvo un eje principal en la ética, en la dignidad de la poesía. En octubre de 2013 conocí a la viuda de René Char, mi querida amiga Marie-Claude. Ella traía consigo las cartas que Raúl intercambiara con Char durante treinta años, en absoluta discreción, casi secreta, incluso para nosotros, sus íntimos. Y me pidió que buscara las cartas de su marido. Fue una cadena de prodigios, y finalmente las encontré. A los pocos meses, en abril de 2014, Gallimard presentaba el volumen en París, incluyendo el prólogo que me habían solicitado especialmente. Creo que Edhasa lo va a publicar en castellano este año, porque además ellos también me pidieron un epílogo.

 

          13 – E igualmente el año pasado, en Francia y la Argentina, con tu prólogo y versión castellana, sendas editoriales publicaron “La lumière et les cendres / Milonga pour Juan Gelman” y “Las cenizas y la luz / Milonga para Juan Gelman” de Jacques Ancet. ¿Qué nos podrías trasmitir sobre esa obra y, lo que acaso sea lo mismo, qué sesgo sostuvo tu prólogo?

 

          RA – Fue algo conmovedor, muy hondo. Jacques Ancet no sólo es un gran poeta y el traductor de Juan Gelman, quien nos puso en contacto, sino el autor de las mejores versiones en francés de las voces más altas de nuestra lengua: San Juan de la Cruz o Quevedo, por ejemplo.  En los primeros días de 2014 me hizo llegar ese texto largo de treinta y cinco breves cantos, que comenzó a escribir el día antes de la muerte de Juan, de quien, como yo, era muy amigo. Desolados los dos por la irreparable pérdida, y tocado por la belleza y la transida humanidad de esos versos, así como su recuperación de estructuras tradiciones y de riquezas inventivas de la vanguardia, pronto aceptó mi inmediata sensación de traducirlos. Y así comenzó un intercambio vertiginoso, que superó las doce versiones, prácticamente al mismo tiempo, que Jacques iba escribiendo. Nos descubrimos de pronto inmersos en una tarea a cuatro manos que, al encontrarnos con las citas y alusiones de la poesía de Juan, que incluía, nos hizo percibir que de algún modo estábamos haciéndolo con él, como a seis manos. Mi prólogo: “Con Juan, sin Juan / (In)certidumbres de un traductor”, está transido, atravesado también por todo eso.

 

14 - “…hay poetas que no puedo traducir. ¡Están tan encarnados en la lengua!”, confesaste alguna vez. ¿A que poetas preferiste abstenerte de traducir?

 

          RA –No acepté traducir a Bertolt Brecht del italiano. Considero que la traducción de  cada poeta debe ser intentada de su propia lengua. (Además no sé alemán, y la única vez que me encontré encarando eso fue porque, cuando todos éramos tan jóvenes, Klaus Dieter Vervuert vino especialmente a proponérmelo, aceitó todos mis reparos y se avino a compartir una larga, larguísima labor.) Tampoco acepté traducir a Leopardi. Ni a Mallarmé, de quien me propusieron su poesía completa. Aduje que hubiera necesitado varias vidas. La gran poesía, la poesía lograda, encarnada como un ser vivo en su lengua, es intraducible. Ya lo manifestaron Dante, Cervantes, Auden, Vallejo, Unamuno, Mastronardi y otros mil. Pero, al mismo tiempo, es irresistible la tentación de intentarlo. Por eso pido siempre que las ediciones sean bilingües. Para que se tenga al lado, y bien a la vista, el original.

 

15- ¿Te ha sucedido en tu transcurrir de traductor, que pasado algún tiempo de la difusión de uno o más poemas de un determinado autor, hayas decidido modificar aquellas versiones, abolirlas, y publicar, o procurar que vuelvan a publicarse, las nuevas?

 

          RA –No sólo con la traducción, también con lo de uno mismo. Un poema se abandona, como bien dijo Valéry,  no se concluye. Me pasó desde siempre, pero cada vez más a menudo. Cuando veo el libro publicado no puedo dejar de percibir y anotar posibles variantes. Un nítido ejemplo es Cesare Pavese. Me encargaron sus dos libros en mi juventud, y pasaron varias décadas sin que dejara de sentir e intentar, de “oír” nuevas versiones. Y a pesar de que se reeditó hace poco, no puedo abstenerme de seguir haciéndolo. Perdoná que deba volver a Valéry, pero nadie lo dijo tan claro como él: el poema es “una prolongada oscilación entre el sonido y el sentido”. Y esa oscilación está en el habla coloquial, de cada día, en el lenguaje que todos usamos, no sólo al escribir.

 

16 - ¿Un apunte respecto de leer poesía en voz alta?

 

          RA - Sentí que alguien había escrito lo que yo intuía cuando leí estas palabras de Sándor Márai: “La voz es el alma.” Leer poesía en voz alta es una prueba de fuego, para el poeta y para quien la lee. Y peor si son el mismo.

 

17 - ¿Por qué proyectos te “estás dejando llevar”?

 

          RA -La Universidad de Valparaíso me pidió una nueva antología poética de Pessoa, con sus heterónimos. Ya está lista y aparece a comienzos de este año. Son más de 80 poemas, con mi traducción y prólogo, y se titula: “Porque YO es otros”.Después de “A flor de labios”, donde aparecen mis poemas de los últimos años, los más recientes, hay algunos atisbos de poemas que he ido anotando, casi a escondidas de mí mismo. Veremos si conducen a algo, si cuajan, si se sostienen. Uno por uno, claro. Ya tenía elementos preparados, pero acabo de terminar algo que creí me iba a resultar más arduo: “El uso de la palabra”, poesía reunida de 1956 a 1983, que reedita seis libros. Tengo que juntar coraje y volver a encarar una antología, por supuesto bilingüe, de René Char, que debería pulir, pulir, pulir…Y como siempre, hay demasiadas ideas, demasiados atisbos, demasiados proyectos abandonados que se resisten a morir, como la viejísima pero cada vez más empeñosa, casi irrealizable tentación de preparar un volumen sólo con las citas que me he visto obligado a marcar, a señalar, que me han tocado, casi siempre a fondo, desde mi adolescencia hasta hoy. Y pueden ser miles, me temo. Aunque quizá exagere. Es demasiado trabajo, realmente. Pero nunca me disgustó el trabajo.

 

 

Rodolfo Alonso selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

DAR DE BEBER

 

sometidos a tan vasto encubrimiento

a tal golpe de suerte

un hombre muere una frontera se propaga

sosteniendo hasta el fin un día de olas

                                                                                                                                                                        (“Salud o nada”, 1952-1954)

 

 

LA VOZ TOMADA

 

Cuando se quiebre la lengua del amor, nos quedará todavía esta palabra ronca.

 

Cuando no pueda decir, volverá todavía a mi garganta el eco de tu cuerpo.

 

                                                                                                                                                                          (“El músico en la máquina”, hacia 1956)

 

 

ELLA DE PRONTO

 

Vuelvo a caer en tus redes.

 

En el viento bajo del orgullo, en la marea del odio, vuelvo a desconocerte.

 

A rodar sin perdón hacia tu belleza fácilmente aceptable.

 

Vuelvo a caer en la dura nostalgia.

 

En tus pantanos ágiles.

 

En el olor inmortal que te oscurece y te entrega al hombre que canta en medio del peligro.

 

 

                                                                                                                                                                         (“El jardín de aclimatación”, 1954-1956)

 

HIROSHIMA MON AMOUR

 

una mujer desciende envuelta en desesperado orgullo del aire de su casa

como hija de la lástima feroz de la furia pequeña provincial

el mundo contento arde quieto a su alrededor

canta en el interior de esa mujer el mundo como una boca de fuego

 

un hombre lejano la contempla con ojos de desesperado amor

ese hombre es otros hombres es el mismo amor cantando para sobrevivir

el mundo contento arde veloz a su alrededor

canta en el interior de ese hombre el mundo como una boca de fuego

 

cuando la palabra amor no tenga necesidad de ser pronunciada

amor en todos los cuerpos desesperados ardiendo tranquilos

el mundo contento como una boca de fuego

una mujer y un hombre lentamente a su alrededor

                                                                                                                                                                              (“Hablar claro”, 1959-1963)

 

 

DÉJÀ VU

 

Una mujer se desnuda en mi memoria

mientras afuera resplandece la ciudad

o llueve y hace frío

 

Una mujer lava su pelo negro con el agua de mi infancia

una distancia va formándose

 

Su piel es lenta y fresca como la mañana que acaricia

su voz se hace lejana

 

Una mujer me alcanza

el primer seno descubierto

el primer seno acariciado

 

Mientras adentro resplandece la memoria

                                                                                                                                                                                  (“Hago el amor”, 1963-1967)

 

 

BAJO LA MÚSICA

 

Música sobre las circunstancias,

música sobre el callado dolor o el gran dolor,

música sobre las cicatrices, sobre el vientre exangüe,

sobre lo que ha de ser y lo imposible.

 

Música sobre las frentes, sobre los inviernos,

sobre los remolinos del futuro o el abismo de ayer,

música sobre la memoria y sobre el viento,

música sobre la sed.

 

Música sobre el desierto y sobre el mal,

música sobre el resentimiento y el aullido,

música sobre el silencio,

música sobre la aridez, el hambre y la sospecha.

 

Música sobre las fauces,

música sobre las pezuñas y las zarpas,

música sobre el pico ávido y curvado,

música sobre el desgarramiento.

 

Música sobre los pormenores,

música sobre el superviviente y el verdugo,

música sobre el frío, sobre el filo,

música sobre la sombra.

                                                                                                                                                                                  (“Jazmín del país”, 1980-1987)

 

 

CIRCE, NO VENUS

 

(Por ellas, Ella habla:)

“Derrochaste mis muslos.

Pero no sólo eso.

¿O acaso no me oías

aullar en la alta noche?

No te buscaba a ti:

buscaba tu sustancia

(el fuego que te habita

o soñé te habitaba).

Desmedida, voraz

como todo lo humano,

me irritó tu ternura

delicada y feroz.

Si la vida te pasa

sin que la tomes viva,

la muerte ordena todo

o todo desordena.

Y sólo encontrarás

(compréndeme insaciable)

al buscar lo que buscas.”

                                                                                                                                                                                        (“El arte de callar”, 1993-2002)

 

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Olivos y Buenos Aires, distantes entre sí 15 kilómetros,2015.

 

http://www.revagliatti.com.ar/010905.html

http://www.revagliatti.com.ar/010905_alonso_bondoni.html

 

 

 

 

 

 

Rodolgo Alonso, un encuentro con Juan Gelman

Rodolfo Alonso. Fragmento de la entrevista realizada para el archivo de la Audiovideoteca de Escritores, en el año 2006.

Rodolfo Alonso dialoga con Giuseppe Ungaretti en Buenos Aires.

Alfredo Palacio: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

Alfredo Palacio nació el 23 de diciembre de 1949 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Fue incluido en antologías poéticas de su país y del exterior y textos suyos han sido traducidos y publicados en portugués, catalán y francés. Además de haber colaborado en revistas de soporte papel, lo ha hecho en Sitios, blogs y revistas electrónicas de América y Europa. En 2007 co-dirigió con Alicia Grinbank, Alberto Boco y Rolando Revagliatti el Café Literario “Mirá Lo Que Quedó” en el Centro Cultural “Raíces”. En ese mismo año se editó su poemario “Filamentos” (Ediciones del Dock; Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, filial Tafí Viejo, provincia de Tucumán, 2009; Primer Premio a mejor libro editado entre 2005-2010, otorgado en Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa, 2010). Permanecen inéditos “Segundos afuera” (2009) y “BluesEros” (2011; Primer Premio en el 1º Concurso Internacional de Poesía Marosa Di Giorgio, en Salto, Uruguay, 2013). Ha obtenido varios primeros premios y numerosas menciones en certámenes nacionales y de Uruguay, México y España.

 

1 – Ya tengo cargada mi cámara de 16 milímetros con película sensible. Y la primera toma, Alfredo, la intentamos desde tu nacimiento.

 

          AP – Nací en el barrio de Flores y allí residí hasta los veintitrés años. Desde entonces, en diversos barrios (en la actualidad, en el de Colegiales), y sin salirme de los límites de nuestra ciudad. Cursé estudios primarios y secundarios en la escuela pública, universitarios de abogacía, abandonados, en la universidad pública y en la privada, y estudios terciarios sobre temas de banca, economía y administración de empresas en universidades privadas. Soy consultor empresario, hace unos veinte años que trabajo por mi cuenta, tras larga trayectoria en el sistema financiero y empresario.

 

          Esperaba ansioso los extensos veranos de mi niñez para dar cuenta serialmente de la recordada Colección Robin Hood: “Ivanhoe”, “El príncipe valiente”, “Bomba”, “Los caballeros del Rey Arturo”, “El último mohicano”, las novelas del italiano Emilio Salgari (1862-1911), las que tenían a D’Artagnan como protagonista… Y es a los seis años que empiezo mis estudios de inglés, los que continuaría hasta los dieciocho: pura gramática inglesa e increíbles lecturas en ese idioma: Oscar Wilde completo, John Steinbeck, William Shakespeare, Somerset Maughan, Pearl S. Buck, J. D. Salinger, etc. Hasta que comenzó a decaer mi entusiasmo por la lengua británica. Tuvimos la explosión de The Beatles y la movida de los ’60, y allí me enfrasqué en interminables traducciones de las letras de los grupos de rock. Tanto o más que la literatura en mi vida predomina la música (ejercí de disc jockey). Gran parte de mi creación literaria se maridó a la par de Pink Floyd, Joan Manuel Serrat, Bill Evans, Keith Jarrett, Silvio Rodríguez, John Coltrane, Astor Piazzola, Dexter Gordon, Egberto Gismonti. Mis instrumentos predilectos son el saxo tenor y el contrabajo. Respecto de mi máximo deseo, Rolando, me reconozco como un músico frustrado.

 

          Mis rudimentarios intentos de expresión poética se avizoran allá por mis diecinueve años, con las clásicas versificaciones promovidas por mi primer amor arrasador. Me doy a transitar la Generación Poética Española del ’27 (con preferencia hacia Vicente Aleixandre, Luis Cernuda y Federico García Lorca), Paul Eluard, Dylan Thomas, René Char, Jacques Prévert, Henri Michaux, Arthur Rimbaud… Pero el impacto que me instó a vincularme intensa y definitivamente con la poesía fue cuando descubro en una Feria del Libro, un pequeño volumen de Monte Ávila, soberbia editorial de Venezuela, que contenía “Poesía vertical” (de la primera a la quinta colección de esa dilatada propuesta) de Roberto Juarroz (1925-1995). Aquello fue un descubrimiento sin retorno: perdura como mi poeta favorito y por su obra me percibo influenciado. Potenciándose con Eluard y Rimbaud más ciertos libros de Antonin Artaud, y tres locales y esenciales: Joaquín Giannuzzi, Raúl Gustavo Aguirre, Edgar Bayley.

 

2 – Ya afiatado lector, ¿qué siguió sucediendo?

 

          AP – En compañía de mi amigo y hermano de vida, el poeta Alberto Boco, llego al taller que coordinaba Mario Morales, maestro, disparador y ordenador a la vez, de todo ese material que caóticamente venía abordando. Me lanzó a las poéticas de la Beat Generation: Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg, así como a las de Ezra Pound, T. S. Elliot, William Blake, Allen Tate, Hart Crane. Consubstanciado con el ritmo y la musicalidad que hallé en la lengua inglesa, procuro acceder a mi voz propia. En el taller conozco a quien fue convirtiéndose también en una hermana de vida, la escritora Alicia Grinbank. Tras dos años con Morales, Alicia, Alberto y yo hicimos taller durante un año con quien representa su antítesis: el poeta y ensayista Santiago Kovadloff. Enriquecedoras ambas incursiones. Y aunque después estuve casi doce meses sin trazar un verso en el papel, asumí que había hallado lo que sin saber, intuitivamente, fui a buscar: la síntesis, el peso del sustantivo, la moderación y cautela con la adjetivación. De ahí en más, en solitario y permanente trabajo, generé una estimable autoexigencia en la resolución de mis textos, desembocando en el verso en general breve y preciso. En la última década advierto en mí además el hálito de las poéticas de Juan García Gayo y Marcos Silber, y la de otros dos que me impactaron por su poesía potente y descarnada: Miguel Ángel Bustos y Jorge Boccanera.

 

3 – En muchas ocasiones, a lo largo de treinta años, participaste en mesas de lectura, ciclos de poesía, presentaciones de libros. Escasas y muchas veces insípidas son las declaraciones de quienes trasmiten en reportajes lo que les sucede —como lectores y como público— en los ámbitos de lectura, según estén bien, regular o pésimamente organizados los eventos o cafés literarios, y según las condiciones de audición y confort de los espacios físicos. ¿Te animarías a hurgar en tus recuerdos, y aunque sea sin citar nombres de organizadores ni títulos de las propuestas, explayarte sobre lo que te ha sucedido en algunas oportunidades?

 

          AP – En ese más que extenso período de participar en la movida poética porteña (con algunas incursiones leyendo en las ciudades de Rosario, Tucumán y Campana), leí en ciclos por demás diversos, buenos, regulares y pésimos. Resaltando siempre el empeño y buena voluntad de los organizadores, los hubo (y los hay aún) por demás “multitudinarios” (en uno éramos once los invitados para leer…), donde a los concurrentes se les debe producir no poco enjambre de voces, además de que siendo tantos cada invitado alcanza a leer un par de textos, o algunos más si son muy breves, que para nada llegan a representar ni su voz ni su estilo. Es como cuando en nuestra época de estudiantes secundarios abordábamos la historia medieval con los resúmenes Lerú. En cuanto a lo ambiental, muchos reductos son incómodos, sin un equipo de sonido que permita escuchar con claridad. Además irrumpen los que, desempolvando su crecido ego, se toman por su cuenta el doble o triple de minutos que sus colegas, así como están los coordinadores que incurren en severos desniveles en cuanto a la calidad poética de los especialmente invitados.

 

          Un condimento que nunca apoyé es el “micrófono abierto” (sabés que fue todo un tema cuando estábamos armando “Mirá Lo Que Quedó”). Si bien admito que hay que dar oportunidades de leer a todos, sucede que de repente en esa lectura hay un poeta, digamos, consagrado, y algunos que “ejercen” el micrófono abierto casi aún no saben lo que es un poema. Es una falta de respeto para el poeta en cuestión, y también para el principiante, pues es inevitable compararlos, y hasta suele generar un trauma en el principiante, al percatarse que él todavía ni arrancó en el oficio. Soy partidario de mesas de lectura que no excedan de los tres poetas, e idealmente dos. Eso permite que cada uno desarrolle el devenir de su obra y que quienes los escuchan terminen conociéndolos medianamente.

 

4 - ¿A qué poetas destacarías por su forma de leer en público? ¿Coincidirías conmigo en que muchos boicotean sus presentaciones leyendo demasiado bajo o resistiéndose a “apuntar” hacia el micrófono o poniéndose a buscar entre papeles o entre libros de forma improvisada o dando explicaciones insustanciales o…?

 

          AP – Concuerdo absolutamente con vos en eso de boicotear la propia lectura; abundan los que así proceden. Y me inquietan aquellos/as que explican cada poema antes de leerlo (en ese escenario, cualquier explicación es banal e insustancial). También me exasperan los que empiezan a hurgar papeles (que nunca encuentran) y esa lectura se transforma en una penosa y nerviosa espera por parte de quien escucha. Cuando soy invitado a alguna lectura llevo preparado el material, y otro alternativo (hoy está de moda decir “el plan B”), por si me otorgan unos minutos más, o porque descubro, cuando estoy leyendo, que no prefiero lo que seleccioné.

 

          Por suerte hay muchos poetas a los que es un placer escuchar; citaré al voleo —incluyendo a tres ya fallecidos—, apenas un puñado: Leopoldo “Teuco” Castilla, Gerardo Lewin, Beatriz Schaeffer Peña, Leonardo Martínez, Martín Andrade, Concepción Bertone, Luis Benítez, Marion Berguenfeld, Héctor Miguel Ángeli. Tuve ocasión de disfrutar lecturas de Antonio Gamoneda, Ángel González y Luis García Montero, soberbios poetas españoles, como asimismo del chileno Gonzalo Rojas.

 

5 – Me informé, pero de un modo que no llegó a darme idea de qué se trataba exactamente, que con Alicia Grinbank y Alberto Boco has realizado u organizado lecturas y mesas de debate. ¿De qué se ha tratado y en qué contextos?

 

          AP – No exactamente organizamos mesas de lectura, sí lecturas puntuales. Una de esas fue en el Café “Bollini” cuando cumplimos sesenta años (somos los tres del ‘49), y que llamamos “60 poemas y ninguna flor”. Boco y yo presentamos, en una librería de Campana, nuestros libros “Riachuelo” (él) y “Filamentos” (yo) con la participación de periodistas literarios de la zona, que derivó luego más que a un debate, a una charla con los asistentes.

 

6 - ¿A qué traductores de habla inglesa valorás más?

 

          AP – El mejor de todos, por su dominio de varios idiomas además del inglés, ha sido Borges. Es notable el trabajo que ha hecho Rodolfo Alonso, y destacable la tarea de Elizabeth Azcona Cranwell y Alberto Girri. En cuanto a la traducción de la Generación Beat, sin lugar a dudas, Marcelo Covián. También es buena la traducción del narrador César Aira de la poesía de Allen Tate.

 

7 – Precede en la novena página de tu único poemario publicado: “FILAMENTOS – ‘hilo en espiral que genera la temperatura en las lámparas incandescentes’ – ‘obra formada por hilos’ - ”  ¿Proceso de escritura de “Filamentos”?

 

          AP – No hubo proceso de escritura de ese poemario. Llegado el momento de decidir su edición (y la necesidad de publicar mi primer libro), seleccioné textos escritos entre 1984 y 2004. Tal vez, por la fecha de publicación y la data de los textos, no sean un cabal reflejo de mi escritura al momento de publicarse, pero sí de mi propuesta y voz propia.

 

8 – Dos poemarios están a la espera de socialización. El título del que concluiste en 2009 remite al boxeo; el del que concluiste en 2011, a la música. ¿Proceso de escritura de ambos…? Y, complementariamente, ¿en qué obra, formada acaso por otros hilos, estás en los últimos años?

 

          AP – Si bien el título “Segundos afuera” remite al boxeo (orden del árbitro de un combate a los entrenadores y asistentes que deberán bajar del ring antes de iniciarse la pelea), no responde en mi caso a ese deporte: establecí su título por lo que supone el contenido. “BluesEros” (así se escribe), está en la línea de la sensualidad, no del erotismo, vinculado a relaciones con mujeres, y partió de un poema incluido, “Baby Face”, el que hace referencia al blues, género musical que disfruto por su tensión, dramatismo, oscuridad y pasión.

 

          En los últimos años, y hoy día, ando enredado en los mismos hilos. Adhiero a lo que una vez adujo Roberto Juarroz: “Un poema nunca se termina, sólo se abandona”. Mantengo los mismos paisajes, vivencias, tramas, involucramientos y decepciones que voy expresando desde diferentes miradas y momentos. Morales alguna vez sostuvo que la única verdad es repetirse.

 

9 - El año pasado una escritora me dijo que jamás se le ocurriría escribir una determinada palabra; y con anterioridad, en charlas informales oí a otros escritores afirmando que detestaban tales y cuales vocablos y que no los usarían. ¿Tenés los tuyos, que rechazás al punto de inferir que jamás los escribirías?

 

          AP – No registro aversión por ninguna palabra; las hay que, aunque eventualmente desagradables, pueden encontrar su lugar y hasta justificación de acuerdo al contexto del poema. Respeto toda expresión poética, como también la absoluta libertad para desplegar su lenguaje. Desde hace bastante tiempo el idioma se viene degradando, y eso no deja de reflejarse en la poesía, más entre los más jóvenes.

 

10 - Párrafo de la nouvelle “Prisión perpetua” de Ricardo Piglia: “No hay nada tan abyecto, dijo Lucía, como la convivencia de un hombre y una mujer. En teoría podemos comprender a una persona, pero en la práctica no la soportamos. El matrimonio es una institución criminal. Con los lazos matrimoniales siempre termina ahorcado alguno de los cónyuges. En eso reside el sentido de la fórmula “hasta que la muerte nos separe”. El matrimonio: esa institución: ¿cómo la ves?

 

          AP –Incurrí en dos matrimonios, el primero por siete años; el segundo, tras un paréntesis de cinco, se extendió por diecinueve. Las experiencias dentro de esa “institución” son muy personales como para ser tomadas en cuenta por otros. A una década ya del último final, no incurriría en la experiencia, aunque no la objeto. La fórmula “hasta que la muerte nos separe” quedó en desuso a partir del vértigo de la vida actual. Por otra parte, no garantiza absolutamente nada, y mucho menos que se sea feliz hasta que la parca los convoque juntos, a menos que sea para abaratar costos…

 

11 - ¿Matizamos con un juego? Imaginemos la estructura posible de un eventual poema o texto literario sobre desastres propiciados por surtidos imperios: “No sabemos sisobrepasan los 500.000 esclavos…”, “No nos consta que hayan perecido 1.000.000 de…”, “Nos resultan antojadizas las estimaciones que determinan que…”: ¿rellenarías, completarías, proseguirías lo sugerido?

 

          AP – En verdad, ni rellenaría ni completaría ni proseguiría lo sugerido; no puedo allanarme a la proposición, pues jamás sería tema de un poema mío. Por otra parte, no soy afecto a los juegos.

 

12 - De “antepasados de la poesía visual” nos habla Raúl Gustavo Aguirre en “Laspoéticas del siglo XX”: “Se atribuye a Teócrito de Siracusa (308-240 a. C.), el creador de la poesía bucólica, una composición titulada “La siringa”, que presenta la forma de este instrumento. Simias de Rodas (hacia 300 a. C) escribió poemas que reproducen las figuras de un huevo, de un hacha de dos filos y de un par de alas, con doce versos o ‘plumas’. Dosiadas (hacia 300 a. C.) es autor a su vez de un “Altar” dedicado por Jasón a Palas Atenea, que es sin duda el más célebre de los poemas visuales de la Antigüedad. (…) Publio Optanciano Porfirio (hacia 324 d. C) escribió numerosos poemas ‘figurativos’. Más tarde, Venancio Honorio Clementiano (530-609) también contribuirá a este tipo de composiciones con sus emblemas y laberintos. De Rabano Mauro, discípulo del célebre Alcuino, conocemos veintinueve poemas con figuras y textos escritos en negro y rojo superpuestos. Otro antecedente es el libro “Los fenómenos”, del poeta griego Arantus, que ilustró Julius Hyginus en el siglo X.” También cita Aguirre al inglés Stephen Hawes, que en 1509 en un libro incorporó un poema figurativo que se hizo célebre y fue muy imitado. Francisco Rabelais (¿1494?-1553) en su “Gargantúa y Pantagruel” introdujo un himno báquico con forma de botella. Y ya más cercano, Stéphane Mallarmé. Los futuristas practicaron combinaciones tipográficas. Y tenemos a Guillaume Apollinaire con su “Calligrammes” (1918), a Tristan Tzara, a Vicente Huidobro, a Vladimir Maiakovsky. Y el listado podría seguir con Ilia Zdánavich, Carlo Belloni, innovaciones visuales en algunos poemas de César Vallejo, Paul Eluard, E. E. Cummings, Dylan Thomas, Ezra Pound, Décio Pignatari, Augusto de Campos, Haroldo de Campos. ¿Qué te sucede como lector, como “visualizador”, cómo repercute o ha repercutido en alguna etapa?

 

          AP – He abordado, con optimismo, un diez por ciento de lo que informás a partir del libro de Aguirre. No discrimino, como lector, los efectos que me produce la poesía. Si tiene ritmo, música, su tiempo y me permite elaborar mis visiones, la adopto de inmediato y seguramente producirá efectos en mí. Un gran amigo y poeta, José Emilio Tallarico, de los mejores lectores de poesía que conozco, una vez, escuchando textos míos, dijo que mi poesía eran “paisajes mentales”: acaso medianamente emparentada entonces con cierta visualización.

 

13 - En una de las últimas páginas de su “Salvo el crepúsculo”, establece Julio Cortázar: “…agazaparse en la ironía, mirarse desde ahí sin lástima, con un mínimo de piedad…”  ¿Qué poetas o poemas donde impere la sátira, la insolencia, la socarronería, la broma, la agudeza, la acrimonia, atinarías a destacar?

 

          AP – No recuerdo poemas de esas características. Aunque los hay notables, de los que podríamos llamar “serios”, que contienen elevadas dosis de sátira o socarronería. En ese campo incluyo a Gonzalo Rojas, en cuya obra se advierten algunas de esas premisas. Y está dentro de una gran poesía.

 

14 - ¿Qué leés “por arriba”? ¿Qué leés “picoteando”? ¿Qué leés trastabillando?

 

          AP – En general, por arriba, picoteando, leo libros de poesía en las librerías, para ver si tal autor o su poesía pueden interesarme. Trastabillando no leo nada, es por demás incómodo, y peligroso para mis averiadas rodillas.

 

          15 - ¿Qué películas basadas en novelas, o eventualmente en biografías u otros géneros literarios, recomendarías?

 

          AP – En general las inglesas me parecen impecables en su conjunto de adaptación, actuación y sobre todo en la puesta de época. Me resultó muy potente la interpretación de Stephen Fry como protagonista del film “Oscar Wilde”, increíble, como también la participación de Vanessa Redgrave. Son excelentes las que he visto sobre novelas de las hermanas Brönte. Como cinéfilo, siempre disfruté enormemente de los grandes directores y, en especial, de actores y actrices británicos; por momentos siento que inventaron la actuación, sea teatral o cinematográfica.

 

16 - ¿Personajes que te hubiera agradado encarnar por un día o unas horas? ¿De qué escritores (de todos los tiempos) te gustaría ser amigo o al menos tener una charla larga y tendida?

 

          AP – No me hubiese gustado encarnar a nadie ni por un día o unas horas, bastante trabajo he tenido, tengo y tendré por el tiempo que me reste en ser yo mismo, y de encarnarme, claro. Con respecto a escritores con los que me hubiera agradado charlar un buen rato en algún bar porteño o de París: Cortázar, sin dudas. Me alucinan su mente brillante y creatividad. Tuve la fortuna de compartir un par de encuentros intensos con Roberto Juarroz y en menor medida con Ernesto Sábato, Antonio Gamoneda, Mario Trejo, Francisco Madariaga, Edgar Bayley y Jorge Boccanera. Acaso una cuenta pendiente para esa propuesta sería con Odysseas Elytis, el mexicano Efraín Huerta, Joaquín Giannuzzi, Enrique Molina, Dylan Thomas. Y el listado podría seguir.

 

17 - ¿Qué tipo de situaciones te confunden y desconciertan? Y cuando te sucede, ¿te recomponés rápida y satisfactoriamente?

 

          AP – Acontecieron más de las que quisiera, y la posibilidad de recomponerme en forma rápida y satisfactoria depende de la intensidad de la confusión y desconcierto que me produzcan. Lo que más me afecta y me cuesta remontar es la traición.

 

18 - De una encuesta de www.mardulceeditora.com.ar adopto “la dulce pregunta…levemente abyecta” (Daniel Guebel), que ahora te formulo: ¿contra qué escribís?

 

          AP – No escribo absolutamente contra nada, jamás lo hice. No es el camino de la poesía, de la mía, al menos.

 

19 – El 20 de junio de 2007 en nuestro café literario, teniendo como invitada especial a la poeta María del Carmen Suárez, leíste el texto —inédito en la Red— que habiendo sido articulado con Alicia y Alberto, vos redactaste, y que titularas “Evocación de Mario Morales”. ¿Lo damos a conocer?

 

          AP – Sí, desde luego, con pequeños retoques:

 

          “Mario Morales nació en Pehuajó, provincia de Buenos Aires, en 1936 y falleció en Buenos Aires el 29 de enero de 1987, a los 51 años. Fue discípulo de Roberto Juarroz y Antonio Porchia, a quienes siempre reconoció como sus maestros. Con Juarroz posteriormente desarrolló una amistad personal y una estrecha conjunción poética que desembocó en la fundación de una relevante revista, “Poesía=Poesía”, que produjo veinte números entre 1958 (un Morales de apenas 22 años) hasta 1967. Escribieron un poema conjunto, “El otro pensamiento”, el que lamentablemente no pudimos encontrar entre la documentación revisada para esta ocasión.

 

          Poeta de profusa formación literaria, filosófica y hasta religiosa (Profesor de Filosofía y Pedagogía, dictó Literatura, Metafísica e Historia del Arte), fue en los ‘80 un factor aglutinante de importantes voces poéticas con quienes formó el que se conoce como grupo “Último Reino”: entre otros, Víctor Redondo, Jorge Zunino, Daniel Chirom, Pablo Narral, Enrique Ivaldi, Roberto Scrugli, Horacio Zabaljáuregui, María Julia de Ruschi Crespo.

 

          Con anterioridad había integrado otros grupos, siendo el más relevante “Nosferatu”, el que llegó a editar doce números de la revista del mismo nombre entre 1972 y 1978. Mantuvo estrecha amistad con Edgar Bayley y Francisco Madariaga, con quienes solían embarcarse en interminables veladas de letras, vida y vino. Ha publicado entre 1958 y 1986, seis volúmenes de poesía: “Cartas a mi sangre”, “Variaciones concretas”, “Plegarias o El eco de un silencio”, “La canción de Occidente”, “La tierra, el hombre, el cielo” (conformado por los poemarios “El polvo y el delirio”, “El juglar de los ojos ciegos” y “La distancia infinita”), “En la edad de la palabra”. Mantenía inéditos al menos otros siete libros escritos entre 1962 y 1973 y un volumen de poemas comprensivo de su obra entre 1981 y 1985.

 

          Para Mario, “La poesía es la casa del relámpago”. Como afirma Daniel Chirom en una justa, extensa y relevante nota en la Revista “El Jabalí” (Nº 7, 1997), su poesía cumple lo que decía Morales en su último libro: “Persigamos excesos”. Poesía inconformista, vital, áspera y refulgente a la vez, jugando al filo del abismo con fragmentos de sangre y silencio, con ese gesto anónimo que las hojas escriben al caer en la soledad o en la tierra. A mediados de los ‘70 emerge una de las cofradías poéticas más amalgamadas de la literatura argentina: la del neoromanticismo. Declaraba, desde el inicio, su filiación con el romanticismo alemán (Von Kleist, por ejemplo) y el surrealismo, tanto el francés como el de su versión loca: el de los argentinos Enrique Molina —fundamentalmente con su exquisito “Hotel Pájaro”— y Olga Orozco.

 

          Nuestro paisaje político, como el del romanticismo o el de la mística, era la noche; pero una noche sin alba ni trascendencia, como la de una cárcel. Quizá la mayor noche de nuestra historia: la del Proceso de Reorganización Nacional, eufemismo de la más cruel dictadura que haya asolado a este país. Noche y desaparición de la democracia, de los derechos, de la verdad; desaparición de vidas y junto a ellas, miles de sueños. La poesía, su lenguaje, buscó la otra noche, otro reino, no como evasión, sino como salvación lírica, como habitar poético, diría Hölderlin, aunque el habitar haya sido un destierro abrazado. Eran años tan negros que buscar la belleza era una rebelión, era encender la noche.

 

          “Último Reino” aparece en octubre de 1979 y fue el encuentro, amalgama, fusión, síntesis entre dos grupos: “Nosferatu”, congregado en torno a Morales, y “El Sonido y La Furia”, que incluía a Víctor Redondo y Susana Villalba, entre otros poetas afines al planteo neoromántico que antes los había reunido en el intento de resistir el avance de la razón utilitaria, la razón instrumental, la desacralización. Más que una estética, una crisis. Esa misma noche le dará a su poética un cierto tono umbrío, un cierto hermetismo, no complaciente de sí sino necesario.

 

Allí no reinan los límites de la razón (que es la razón de los límites), sino los claroscuros de la profundidad, la penumbra de lo hondo, los bordes temblorosos de lo naciente. El mundo neoromántico fue un recorte de sentido en la prosa de la realidad para “Último Reino”. En ella no entraba lo que ya es sino lo que aspira a ser, lo que debe ser, no en el sentido moral sino en el sentido imaginario: se trataba de crear y, sobre todo, y como a priori, de imaginar: imaginar para elevar. La imaginación es en esta estética la fuerza motriz, el poder para transfigurar la realidad. Encasillado por muchos como fiel exponente del neoromanticismo (al igual que los integrantes de “Último Reino”), coincidimos con  Daniel Chirom en que por Morales corren además el surrealismo y lo beatnik (era admirador de Ferlinghetti, Corso, Kerouac, Ginsberg). El tono de su poesía es exaltado y vertiginoso, oculta la atroz visión del mundo para apoderarse mejor de ella. Y sus poemas se vuelven plegarias por la luz, porque la vida es la gran nostalgia de Morales. Y como mago y poeta, se sabe ni aquí ni allá, sino más acá y más allá. Y esa especie de ambigüedad la sintetiza en fragmentos, como cuando puntualiza que“el terror y la belleza nos salvarán”. Tiene la particularidad de no anular las oposiciones, sino de agudizarlas. Su poesía contiene una gran ironía crítica en medio de estallidos, excesos y manotazos desesperados.

Esa enjundiosa búsqueda, acaso inútil, se refleja en su decir:

 

“entonces la soledad única,

la salvaje lujuria: ‘la plegaria del hueso’

en la niebla final de los orígenes”

 

o

 

“y hay un porvenir de flor brotando de su propio color arrepentido.

Y hay un estallido

Ciego,

Y algo, y todo para nada.

Y desnudos.

Y despertar como una canción en el polvo.

Amén.”

 

o

 

“a veces,

cuando el silencio se da vuelta

y canta hasta despertar,

hasta cubrir de alas ese presagio de catástrofe

que tiembla como una penumbra en el fondo de las últimas raíces.

A veces, solamente a veces,

el fondo de la vida hecho de piedra y soledad

y cicatrices de lluvia buscando su forma de caer o permanecer

semejantes a un pensamiento abrazado

a su día y a su noche y a su edad

de relámpago, de flor unánime”.

 

o

 

“Pero, sobre todo, hay la noche:

esa caída en bloque, esa furia de témpanos, ese paso hacia atrás

donde la memoria vacila y se hunde

vulnerada por un poema que sabe a olvidos y resaca,

y a despertar en la niebla como el ala de un pájaro en la soledad”.

 

          Mario Morales es un poeta a quien aún se le debe una lectura en profundidad y un reconocimiento a su trayectoria y valores poéticos, debido a una muy marcada voz propia y a haber impreso con su sello una dirección diferente a la poesía de los años ‘80. Probablemente su escasa pretensión de notoriedad y figuración hayan contribuido al silencio con que se ha retribuido su enorme aporte a la poesía de las ultimas décadas. Esta evocación pretende, al menos, rescatarlo de ese podio invertido y generar la curiosidad de involucrarse en lo que generó y en su producción poética, inexistente hoy aún en los anaqueles de las amadas y casi extinguidas “librerías de viejo”. Quienes fuimos sus discípulos y amigos nos arrogamos la fortuna de contar con su obra editada completa.”

 

 

Alfredo Palacio selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

NO SE SI ES PRUDENTE

 

dar a luz este poema.

Es que no habla de la noche

del amor ni de los barcos.

No habita ventanas

ni hunde sus pasos en el mar.

Carece de magia y silencio

sus labios nada besan

                   y ha perdido el tacto

                                                    en cualquier otra cintura.

Faltan el riesgo y la nostalgia

 los bordes de sal

                                                           la desmesura.

No tiene fuego

Furia

                 ni aún

                           el más común de los lugares.

Olvidó el tabaco

           los licores

                           cada color que baja la escalera.

No hay pájaros ni asombro

azufre, sándalo o trinchera.

Si hasta el papel y los latidos

                               decidieron ausentarse.

No acuden el sexo y la memoria.

Frutas, música y corceles

                         no son su fundamento.

Nada late

no hay esencia.

Y yo también

       estoy en otra parte.

No sé si es prudente     

                 dar a luz este poema.

                                                                                                                       (de “Filamentos”)

 

 

 

 

TAL VEZ YA NO QUEDE CLARIDAD SOBRE LA TIERRA

 

y el único porvenir sea

                       pasear nuestros difuntos.                     

Es posible que la noche confunda al poema

y apenas le deje una ventana

                                para sus ojos vacíos.

También

que esto ya se haya dicho

                           y yo deba

                                           marcharme incompleto.

                                                                                                                         (de “Filamentos”)

 

 

A VECES LA VECINA

 

busca en mí otra mirada.

De aceite

 vacío

          o entrepierna.

                                Se arriesga al tigre.

A veces la vecina

es otro territorio.

Luna menguante

sábana en espera

             perfume para la ocasión.

 

A veces la vecina

es

tan extranjera como yo.

Y caemos sin saberlo

                    del uno al diez

                                            por la lengua filosa del consorcio.

                                                                                                                                       (de “Segundos afuera”, inédito)

 

 

 

ABRES UNA CAJA

 

                   y otra

                            y otra más.

Como muñecas rusas

o un laberinto chino.

Parece sólo un juego.

                    Habrá que ver.

Entras y sales

pero no te quedas en ninguna.

Ninguna te retiene

ninguna toca tu esencia

no llega al fondo ni a tu lluvia

a tu penumbra más fiel.

Apenas un roce

un perfume que alienta

una seda amarilla

con su labio a los costados.

Abres una caja

          y no está

             llena de sorpresas.

                                                                         (de “Segundos afuera”, inédito)

 

 

BABY FACE

 

machaca el blues

             en la penumbra y sus alcoholes.

Baby Face es un recuerdo

una estación perdida

                   en la urgencia de los sueños.

Ella canta sin importar las consecuencias

este hueco en el alma

                    esta bruma que arrasa.

Baby Face ya no te veré nunca

tu piel de menta no resbalará entre mis dedos

quedará entre todo lo que no fue.

                                      Tu vino y el mío

                                                                 no contarán su historia.

Baby Face

sólo fuiste un intenso blues

que mezclo con tu rouge corrido y mi caída

con tus piernas y cada amarillo

con la noche que se estrelló sin aviso

                                             sin piedad

                                                             sin nosotros.

                                                                                                                                       (de “BluesEros”, inédito)

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Alfredo Palacio y

Rolando Revagliatti, 2015.

 

http://www.revagliatti.com.ar/070620a.html

http://www.revagliatti.com.ar/070620_miraloq.html

http://www.revagliatti.com.ar/act1211/Los-4-de-MLQQ-el-21.11.2007.jpg

 

Victor Redondo, Zunino y Mario Morales (1982)

Plaza del barrio de Flores, Buenos Aires

Michou Pourtalé: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Michou Pourtalé nació el 14 de mayo de 1934 en la ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires, la Argentina, y reside en la ciudad de Buenos Aires. A partir de 1996 fue incluida en las antologías “Veinte Voces de Buenos Aires”, “Antología del Grupo Zahir”, “Poesía Argentina de Fin de Siglo”, “Antología de Poetas 1”, “Libro Sin Dueño”, “Mar Azul, Cielo Azul, Vela Blanca”, “Antología de Poetas, Narradores y Ensayistas”, “Summa Poética 2004”, “Doce Poetas Argentinos del Siglo XXI”,con selección y prólogo de NinaThürler, “Poetas en Botella al Mar (Antología 1946-2006, Sesenta Años)”, “Poesía Argentina Contemporánea” Tomo 1, “Antología Argentina Brasil ‘Poesía en Tránsito’”, traductoras: Silvia Long-Ohni y Valeria Duque, etc. Textos suyos han sido difundidos en catalán. Es asociada de CADRA Centro de Administración de Derechos Reprográficos, así como vocal titular de la Subcomisión de Cultura y Sociales de la AFAB Asociación Franco Argentina de Bearneses.Publicó seis poemarios: “Milenaria caminante” (1997), “Hombres en sepia” (2000), “Signos tardíos” (2003), “Damero para un cuerpo” (2006), “La misma que soy” (2010; Primera Mención de Honor en Género Poesía de la Faja de Honor 2011 otorgada por la Sociedad Argentina de Escritores), “La mujer sin espalda” (2014). Como articulista ha incursionado con “Lo Simple en la Poesía”, sobre el poeta francés Francis Ponge (1899-1988); “El Satori de Néstor Perlongher”, sobre el citado poeta argentino (1949-1992); y ha leído como ponencia en el Cuarto Encuentro del 2012 del Grupo A. L. E. G. R. I. A. el titulado “Sophia de Mello Breyner Andresen [1919-2004] : Poeta en la Fina Penumbra de Lisboa”.

 

1 – Nombre —o apodo, no sé— y apellido francés, en un país al que los franceses no acudieron para radicarse en el alto número en que lo hicieron los italianos y los españoles. ¿Nos introducimos en las circunstancias de tus antecesores y, de paso, en tu familia actual?

 

MP –Contesto a tu pregunta desde la casa —en la que estoy pasando unos días de descanso— donde en parte transcurrió mi infancia, en un campo lindero al partido de Tapalqué o Tapalquén, antiguo fortín situado en la línea de fortines en las épocas de la Campaña del Desierto; nunca fue una casa solariega sino un rancho “de lujo” que tuvo techo de paja, y aún conserva paredes de adobe con su molino y rueda de aspas señalando el viento sur o el del oeste, o vaya a saber cuál porque en el campo estamos sometidos a los cambios climáticos que la naturaleza impone; el lugar estuvo y está resguardado por cúpulas de eucaliptus, árboles que más se adaptan al suelo de barro blanco; otros ejemplares vinieron más tarde para afincarse en el agreste suelo pampa, con pajonales que cubrían al jinete con su montado por entero: este paisaje de horizonte limpio, claro en su inmensidad, albergó mis primeros sueños. Fue el escenario donde crecí mientras aprendía a leer; tanto es así que comencé la escuela en segundo grado, cuando la familia se trasladó a Buenos Aires, en 1943. Matizábamos con repentinos viajes a Azul y allí nos instalábamos en la antigua casa paterna de la calle 9 de Julio 371. Mi infancia no tuvo tropiezos, continué y terminé mis estudios secundarios en un colegio de monjas y egresé de la Alianza Francesa. Recibida, comencé con traducciones y dando clases: tenía mis alumnos en preparación. Intenté cursar en la Facultad de Farmacia y Bioquímica. Ante la decepción de mi padre proseguí enfermería en la Cruz Roja Internacional,de donde obtuve el título de Enfermera con especialidad como instrumentadora. Trabajé unos años hasta que me casé. Luego prioricé el mantener nuestra casa y criar a los hijos, un varón y dos mujeres.

En cuanto a la primera parte de tu inquietud te cuento que provengo de padre argentino y madre francesa. Es ella quien me dio el apodo de Michou, algo como Bijou o Chou: mi nombre es Jorgelina. En mi familia se hablaba francés, aunque no por obligación. Aprendí ese idioma a la par que un español acriollado, por decir así. Mi padre admiraba todo lo que se refería a nuestra historia, a las costumbres del criollo, del hombre de a caballo y pial. Tanto él como mi madre eran consecuentes lectores de libros, y ambos redactaban cartas dirigidas a parientes y amigos con una meticulosidad asombrosa. El apellido Pourtalé viene del Béarn, región apuntalada por los Pirineos franceses, prima hermana del país vasco-francés; por lo que presumo que debo tener raíces celtas. Los bearneses eran labriegos, pastores de ovejas, de allí que aún festejan todos los años con las Pastorales que se realizan en distintas ciudades y laderas de los montes. Su lengua es ahora la “langue de l´Occitaine” del Languedoc original; antes se la llamaba “patois”; en las escuelas Calandrelles se les enseña a los niños y jóvenes exclusivamente un hablar propio de toda esa región. El significado de mi apellido es “puerta estrecha”. Los primeros Pourtalé bearneses en llegar a nuestra patria lo hicieron en la época de Juan Manuel de Rosas, según lo atestiguan viejísimos papeles que conservo. En mi educación tuvo gran influencia el aporte de una cultura que vino consustanciada en un viaje por mar, que primero recalaba en el puerto de Montevideo, para luego cruzar un ancho río llamado de la Plata, hasta el Hotel de Inmigrantes, predio que ahora forma parte del Museo Nacional de la Inmigración. Los lazos familiares no son los de antes, el tiempo diversifica, e incluso borra, sin anular raíces de las que estoy orgullosa. He perdido contacto con parientes bearneses. Sin embargo pude visitar Oleron, Orthez, Sallies de Béarn, le Fort de Pourtalet a pleno Pirineo lindando con España y disfrutar la belleza de Pau, capital del Béarn.

 

2 – Aparecés en una primera antología poco después de tus cincuenta años. Casi se impone que nos cuentes sobre tu quehacer en la vida cotidiana tanto como en la escritura hasta 1996. ¿Habías concurrido a talleres literarios? ¿Sólo la poesía te convocaba?

 

          MP - En mi adolescencia escribir era una confabulación secreta conmigo misma; no lo decía, escondía mis papeles. Alrededor de mis cincuenta y pico asomé la nariz con timidez a través de diarios y revistas barriales, con textos que tenían la pretensión de ser poéticos; me sentía ufana, alegre, era mi propia creación, no me importaba qué público los leyera. Hasta que me abstuve de esas colaboraciones. Te aclaro que no soy el tipo de persona que escribe desde los siete u ocho años, tal vez estimulados por una madre o una tía docente. En mi caso, el acto real de escritura comenzó tarde y mi elección por la poesía surgió con naturalidad. Necesitaba expresarme a través de la palabra escrita. Nunca tuve inclinación por el dibujo o la pintura o la escultura.En la vida se zigzaguea por la infinitud de los caminos posibles, siempre a riesgo de una u otra elección; hay senderos recónditos con sombras, claroscuros engañosos, escarpados o lineales. Después de un lapso prolongado de psicoanálisis (no en diván), llegué a descubrir en mí esta vocación que se fue transformando mediante oficio y más  oficio, en un verdadero derrotero; así la hoja en blanco (y hasta alguna servilleta de papel) nunca perdió su encanto. Mi analista me guió y alentó y, por supuesto, le estoy agradecida. Concurrí a talleres que me estimularon, pero de todos casi huía. Hubo en mi entorno amigos que influyeron. Mi amiga Nannina Rivarola, Licenciada en Letras y Filosofía,certera y firme, meimpulsó. Ella ya no está, pero su carisma me cubre por completo. Sólo la poesía me atraía: Pedro Salinas, Neruda, saltaba a Garcilaso y de ahí a Giuseppe Ungaretti, Umberto Saba, Salvatore Quasimodo, me detenía en los francesesPaul Verlaine, François Villon y en la, para mí tierna, estadounidense Emily Dickinson, y me adentraba enel checo Rainer Maria Rilke o Pessoa o Juan de la Cruz y Teresa de Ávila. No paraba de visitar cafés literarios y puntos de reunión donde escuchaba poesía argentina contemporánea. Conocí a Olga Orozco y más de una vez Amelia Biagioni fue mi consejera, lo mismo que Joaquín Gianuzzi. Fui logrando cuidar la forma, la estética del poema, con la divisa “sete fiel a ti misma”. Será por eso que hasta aquí llegué con seis poemarios y un puñado florido de antologías.

 

3 – Pertenencias. Formaste parte del Grupo Zahir; fuiste vicepresidenta del Grupo Gente de Letras; integrás el Grupo Travesías Poéticas. ¿Otros?... Te propongo que te refieras a cada uno de ellos, a sus configuraciones.

 

MP – Comencé a frecuentar el café donde se reunía el Grupo Zahir y me incluí al Grupo en 1994; gracias a su alma mater, la escritora Liliana Díaz Mindurry, quien me apoyó, quedé entusiasmada; lo integré hasta su disolución, años más tarde; antes de esto, en 1996, había sido invitada a formar parte de una antología del grupo, junto a los poetas José Martínez Bargiela, Marta Russo, Gloria Ghisalberti, Ernestina Fernández Simón, Adalberto Polti, entre otros. No puedo dejar de destacar a una poeta querida por todos: Florencia Durán, quien efectuó la selección y el prólogo de otra antología editada por el Grupo Zahir, titulada “Veinte Voces de Buenos Aires”, volumen II(también de 1996), con textos de María Naim, Silvia Ovejero, Tomás José Riva, Norma Pérez Martín, Ángela Peyceré, María Lydia Torti, Eduardo Rubén Colman...

 

          Por aquellos tiempos me integré al Grupo Presencias (Carolina Rodríguez, Ernesto Vázquez Rivera, Ilda Delgado, Tomás Sir), responsables del café literario que presentaron en diversos espacios públicos del barrio de Belgrano.

 

En 1998Jorge Sichero fue quien me invitó a asociarme a Gente de Letras, primero como simple socia, más tarde como vocal durante dos períodos; tuve el cargo de secretaria de actas y terminé como vicepresidenta, siendo Zoraida González Arrili la presidenta de la entidad. Concluido ese mandato fui invitada, por la actual presidenta de Gente de Letras, Carmen Escalada, a proseguir, pero consideré que era preferible dar paso a otros y así renovar la institución; en la actualidad, como socia visito Gente de Letras con el permanente cariño que le tengo.

 

Formé parte, con Zoraida González Arrili, el recientemente fallecido Enrique Roberto Bossero, Sara Dassat y Jorge Sichero, del Grupo Follaje para el Duende: nos reuníamos en mi casa una vez por mes, al principio, y más tarde cada dos meses, hasta que la frecuencia llegó a ser azarosa. Invitábamos cada vez a no más de cinco poetas y con ellos departíamos sobre estéticas y otros asuntos. Concurrieron Nina Thürler, Antonio Requeni, Ruth Fernández, Máximo Simpson, Graciela Maturo, Alberto Luis Ponzo, Emilce Cárrega, Héctor Miguel Ángeli, Susana Botto, Juan García Gayo, María Adela Renard, Emma de Cartosio, Susana Fernández Sachaos, Ernesto Goldar, Susana Carnevale...No faltaban el vino y las empanadas, y algo dulce para el final: nos esmerábamos y cada encuentro tenía su sello.

 

Hoy sólo integro el Grupo Travesías Poéticas, junto a José Muchnik, Marion Berguenfeld, José Emilio Tallarico, Luis Raúl Calvo y Ramón Fanelli. Hace unos ocho años me citó este último en la confitería “La Opera” para tratar el tema de la traducción poética; muy sencillo: necesitaban una traductora y acepté; el grupo fue premiado por la Fundación Ferlabó, presidida por Olga Fernández Latour de Botas, en 2013, en reconocimiento a su labor estrechando lazos poéticos —océano de por medio (de allí “travesía”)— entre Francia y Argentina.

Cada grupo con su impronta, inolvidables los que no subsisten y todos enriquecedores.

 

4 - ¿A qué apuntan los tres artículos con que hasta la fecha te has animado?¿Ya fueron publicados los tres en algún medio? ¿Estás encarando la redacción de algún otro?

 

          MP –Los tres artículos nacieron en mí de forma espontánea; no los elegí, fueron ellos quienes me eligieron, y digo esto con una sonrisa aunque no me lo crea; conmovida por las respectivas poéticas, me atreví a ofrecer mi óptica, un otro ángulo de análisis.

 

Ponge me atrapó con su “Méthodes”,Editorial Gallimard, 1971 (“Métodos”, traducción de Silvio Mattoni, Adriana Hidalgo Editora), en el que desarrolla “la práctica de la literatura”, además de un maravilloso ensayo poético sobre “El vaso de agua”, y ni qué hablar sobre sus consideraciones sobre “El jabón”—escrito con una notable sencillez, que produce envidia—, donde el poeta entrega palabras, comparaciones, juicios, etc.; hay que leerlo despacio, disfrutando el paso a paso en cada hoja del volumen.

Perlongher, ese sociólogo combativo y homosexual comprometido con una poética singular, llamó mi atención. Muchacho de barrio nacido en la ciudad de Avellaneda, que luego de una azarosa vida muere de sida. A través de “AguasAéreas” se perfila un cambio, su escritura toma vuelo, ya no es tanto el barroco-barroso empedernido hasta la obsesión, el que probó el ayahuasca en la selva durante su casi auto destierro en Brasil; asoman neologismos, extravagancias que lo hacían comparativamente distinto a otros poetas de su generación. Consciente de su enfermedad, recurre al carismático curador Padre Mario; el poeta pone una fe insospechada y la manifiesta en el poema titulado “Alabanza y exaltación al Padre Mario”, cuyos versos, de notable lirismo, incluyo al final del artículo.

 

Sophia de Mello Breyner Andresen me sedujo por su poesía tan femenina, y a la vez militante a favor de los desposeídos y en contra de una política que no compartía. Dúctil y clara, su poética pone en evidencia la personalidad de una mujer excepcional para su tiempo, perteneciente a una clase alta, culta.

A mi parecer, más allá de diferentes estéticas, formas y estilo, la poesía del otro está recibida en lo profundo de mi corazón sin diferencias y sin discriminación alguna.Por lógica, un soneto de Borges es Borges; un poema deTeuco Castilla, Leonardo Martínez, Julio Salgado o  Celia Fischer, los valoro por el conocimiento indiscutible que brinda nuestra tierra del noroeste argentino. 

 

          Sólo el artículo sobre Ponge se difundió: en una antología de Gente de Letras.“El Satori de Néstor Perlongher” debió haberse socializado en una revista —“Aquí Allá”, que dirigiera Julio Bepré— que dejó de aparecer.

          Ideas como para incursionar en otros temas, Rolando, no me faltan.

 

5 –Hallo citas, versos de Oliverio Girondo y Carlos Mastronardi en “Signostardíos”, de Horacio Núñez West y Georg Trakl en “Hombre en sepia”, de Octavio Paz, André Maurois, Santiago Kovadloff y Liliana Lukin en “Milenaria caminante”, de Roland Barthes y Marcelo Pichon Rivière en “Damero para un cuerpo”, de Henri Michaux en “La mujer sin espalda”. ¿Querrías referirte a ellos?

 

MP –Sí, algunos poemas van con epígrafesdebido a una suerte de sugerencia interna; no te lo sabría explicar, será tal vez cuando suena esa campanita delicada que, escondida vayamos a saber dónde, llevamos al escribir algún texto; a veces no es imprescindible, lo cierto es que en mi caso ocurrió y ocurre con naturalidad. Las palabras de André Maurois surgieron al recordarlo cuando lo leí siendo yo muy joven;aún conservo ese ejemplar de uno de sus libros, amarillento, sujeto con una cinta liviana, suave, para impedir que sus hojas se derramen entre mis manos como un buen vino. Si nombro a Santiago Kovadloff se presenta ante mí un maestro del pensamiento; al escucharlo hablar o al leerlo acopio parte de su sabiduría, de su prudencia. En cuanto a Marcelo Pichon Rivière, me atrevo a aseverar que se hizo presente como anillo al dedo al tratar sobre nuestro niño interior, ese niño que todos acunamos en nuestro inconsciente y al que tantas veces dejamos en olvido. Georg Trakl es el poeta que induce a ser revelado en su capacidad como filósofo a través de una alta poesía. Ni qué hablar de Oliverio Girondo; parecería que su apellido apela al “giro” necesario que la poesía argentina dio para las nuevas generaciones. La lectura de Roland Barthes me alimentó por su introspección creativa: es para disfrutarlo con la seriedad de un especial silencio. Don Carlos Mastronardi, al igual que Horacio Núñez West, son ejemplos vivos que supieron poner y dar al campo de nuestro país una auténtica notoriedad a través de sus respectivas poéticas. Y la América entera se trasluce y subyace en los textos y poesías de Octavio Paz. Escasas ideas las mías para justificar la pregunta que siempre me he formulado: ¿es necesario instalarle un epígrafe a nuestro poema?: mi repuesta es que no lo es. Lo mismo ocurre con las dedicatorias, pero eso es harina de otro costal. Fui y soy curiosa empedernida, rodeada de poemarios de cuatro o más autores al mismo tiempo; me fascina lo que llamo “picotear” de aquí, de allá. Cuando algún verso se imponía ante mi asombro, anotaba el número de la página donde figuraba dicho verso en la última del ejemplar. Y así se me impuso la cita de Liliana Lukin, que tomé para un poema de“Milenaria caminante”. Esa constelación de citas, rica, extraña, movediza, fue aterrizando en mi imaginación y en mi sensibilidad y allí está.

 

6 – En “El Satori de Néstor Perlongher” contás que dicho poeta reconoció en una entrevista las influencias de Góngora, José Lezama Lima, Rubén Darío y Severo Sarduy. ¿Qué influencias reconocés en tu poética?

 

          MP –Francis Ponge figura en primer plano, Amelia Biagioni con su “niña de mil años”, muy cerca de Olga Orozco quien, una tarde en la S. A. D. E., me regaló una piedrecita para la buena suerte en la dedicatoria escrita por ella en uno de sus libros; influencias ganadas con mucha lectura y anotaciones al margen de las páginas fueron las que sutilmente me nutrieron. ¿Cómo no nombrar a las uruguayas Delmira Agustini, la trágica, y a Marosa Di Giorgio, extravagante imaginativa? Me arriesgué con Cavafis y Pessoa sin llegar a profundizar las distintas posturas e ideas como poetas. En cambio Juan L. Ortiz y Francisco Madariaga me transportaron por sus ríos. He leído a Quevedo y a Góngora con cierta obligación; no así me pasó con José Lezama Lima y Pedro Salinas. De François Villon tomé versos como epígrafe.

 

          Considero que el resultado de mi poesía es ante todo genuino y simple con un grado “normal” de originalidad, lo cual permite al lector acercarse a textos comprensibles, sin afectación; supongo que se debe alhecho de estar mostrando lo vivido: un intento de compartir lo que llanamente escribo. No exagero en la búsqueda de palabras, ellas vienen solitas sin que las llame, furtivas amigas ellas modelan, dan luz al poema y me desmadro en verso. Es lo vigente, el mundo actual lo que me interesa: un resto de fresco aroma en el aire, la risa de una niña o la pena de un amigo, una noche en el campo junto al grillo y la luciérnaga. Quizá sean estos gestos propios de la maravilla y el asombro los que más influyen en mi creación.

 

7 – En una presentación de un poemario tuyo agradeciste a Norma Ferreyra por haberte “iniciado en el sendero de la Cábala hacia un camino sobre el Árbol de la Vida y la lectura del Tarot Cabalístico”. ¿Qué nos transferirías sobre esto, Michou, a quienes no nos aproximamos a ese sendero?

 

          MP –Mi interés por la Cábala o Kábala se produjo tras haber conocido y escuchado, en una de sus conferencias sobre el tema, a Mario Satz, nacido en Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia hebrea; es filólogo, poeta, ensayista, traductor y novelista; estudió Cábala y Biblia en Jerusalén entre 1970 y 1973 y reside en Barcelona. La Cábala, se afirma, lleva casi al infinito, y los cabalistas la perfeccionan con renovados conocimientos. A Norma Ferreyra la conocí por una amiga que concurría al taller de Félix Della Paolera, cuando también yo concurría. Esta profesional del Tarot, experta en numerología, astrología y en el Árbol de la Vida y Kabala, me recibió primero como consultante, luego como alumna a lo largo de casi seis años. Durante la consulta me atrajo su intuición, seriedad y la delicadeza con la que al abrir la lectura del Cuadrado Mágico, me fue suministrando información, con total exactitud. En el taller grupal trabajamos con las cartas del esotérico masón AleisterCrowley. Las setenta y ocho cartas se clasifican en veintidós Arcanos mayores (del 0 al XXI), cuarenta Arcanos menores y dieciséis Personajes de la Corte o figuras. La simbología del Tarot está muy bien detallada en el libro “Jung y el Tarot”de Sallie Nichols (Editorial Kairos). Por otro lado, Z´Ben Shimon Halevi en su libro “Kábala y psicología” (Editorial Kairos), con prólogo de Mario Satz, ofreceun excelente estudio. Un buen número de cabalistas, en otros libros, aportan lo suyo. Lo que más internalicé fueron los apuntes redactados por Norma Ferreyra, que aún conservo. Fue la etapa de mi vida en la que me asomé al esoterismo: un camino inesperado por el que transito haciauna espiritualidad elevada y ferviente. Dice Gerd B. Ziegler en “El Tarot, espejo del alma”(Editorial Arkano Books): “De la misma manera que utilizamos un espejo para observar nuestro aspecto externo, podemos utilizar las imágenes del Tarot para reflejar nuestro estado interior. El Tarot es un viaje de aventura y descubrimiento.Sus imágenes son las imágenes del alma. Un espejo refleja la realidad visible sin evaluarla. Nos enseña lo bello y lo feo, las cosas agradables y las desagradables. No tiene otra alternativa. El espejo puede guardarse o romperse en pedazos, pero la realidad no cambia. Muchas personas tienen miedo a la realidad interior.Nunca podremos aceptarnos a nosotros mismos si huimos de nuestra realidad interior. El verdadero amor por uno mismo implica el deseo de conocerse más a fondo”. A través del Tarot he logrado vencer mucho de mi propia negatividad para acceder a otra plenitud. El Árbol de la Vida dibuja mediante senderos que corren entre los dos pilares de la Misericordia y la Severidad y el Pilar del Medio, la manera de dejar Malkut, la tierra,o sea el mundo que habitamos para llegar a Ketter que es lo Divino, lo Supremo, y en definitiva, Dios.

 

8 - Entre las “Notas” para su poemario “Comer y comer” (Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1974), Noe Jitrik asienta: “…después de todo llegar a un poema, hacerlo, es menos importante que haberlo sentido crecer, suponerle un sentido, no al poema (eso es pretensión) sino al gesto de dibujarlo.” ¿Con qué reflexión acompañarías la de Jitrik?

 

          MP –Me animaría a opinar que más que dibujar al poema con un gesto, se trataría de la implementación de un sutil delineado en dirección a esa metamorfosis indispensable al poema, igual a ese cambio al que está sometida una mariposa cuya belleza se oculta entre palabras, de algún modo inaudibles para el poeta en el goce de su creación.

 

9 - Adapto una pregunta que suelen formular en reportajes para el blog de la librería porteña “Clásica y Moderna”: ¿cuál es tu libro “más” pendiente de lectura?

 

          MP –Sin vacilar confieso: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”.

 

10 - ¿Escritores (o escrituras) que no te interesen y escritores (o escrituras) que te desagraden?

 

          MP – Cuando la lectura de un determinado escritor deja de interesarme, cierro el libro, lo dejo de costado; quizás en otro momento lo retome, nunca se sabe. En poesía reconozco que Vicente Huidobro no me conmueve, nunca pude llegar al meollo de alguno de sus textos; lo mismo me ocurre con Gérard de Nerval—seudónimo de Gérard Labrunie—, y lo cito: “Mi estrella ha muerto y mi laúd lleva el sol negro de la melancolía”;“estrella muerta, sol negro, melancolía”: me apabullan, desaniman, siento en mí una firme sensación de angustia.Con Neruda es diferente: sus “Veinte poemas de amor y una cancióndesesperada” o sus “Odas” me atrapan, y no así otros de sus libros, aunque los juzgue valiosos (no me resultan plausibles ciertas actitudes de él, aunque razono que debería separar la persona dela obra). Resisto a los autores que trasuntan un afán omnipotente y mesiánico. Prefiero a aquellos cuyo lenguaje sea comprensible, discreto y elocuente con mesura, como Octavio Paz, Silvio Mattoni, Yvonne Bordelois. De alguien de la trascendencia de Rimbaud, atino apenas a dejarme cautivar por “Mauvais sang” —“Mala sangre”— de su “Una temporada en el infierno”. A William Carlos Williams (1883-1963), por tedio dejé de leerlo por un buen tiempo, casi lo olvidé, y una tarde, poniendo algo de orden en mi biblioteca, retorné al volumen“Cien Poemas” y me descubrí disfrutando de variadas “perlitas”.Actualmente me intereso en dos poetas argentinos ya fallecidos: Ricardo Zelarayán (1922-2010, nacido en Paraná, provincia de Entre Ríos, con el volumen que reúne la mayor parte de su obra poética:“Ahora o nunca” (Editorial Argonauta, 2009)) yel santafesino Juan Manuel Inchauspe (1940-1991). Sus poemas están editados junto a su prosa y traducciones en el libro que lleva por título “Trabajo Nocturno” (Universidad Nacional del Litoral, 2010).

 

11 - ¿Cómo ha sido tu relación con la novelística, con la narrativa breve? ¿Cómo es ahora?

 

          MP –Prefiero el cuento, y cuanto más breves, mejor. No tengo la paciencia necesaria para las novelas que se me hacen eternas, tipo sagas de familia y se prolongan en tres volúmenes de seiscientas páginas cada uno. Me distraigo, no me concentro: grave error. Te nombro, sin embargo, a novelistas que me complacen: Sylvia Iparraguirre (1947, sus novelas “La tierra del fuego” (1998) y la más reciente“Encuentro con Munch” (Editorial Alfaguara), Guillermo Martínez, Héctor Tizón, Andrés Rivera, Juan José Saer, Sylvia Molloy y su “Varia imaginación” (Beatriz Viterbo Editora, 2004).Y también André Maurois con su “Un art de vivre”, “Las memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar, el Philippe Claudel de “Les ames grises”, Alexandre Postel con “Un homme effacé”, Hélène Lenoir con “Piéce rapportée”, “Nagasaki” de Éric Faye,“Ouragan” de Laurant Gaudé, “La robe bleue” de Michele Desbordes (sobre la vida de Camille Claudel). Y me veo en la infancia, en tardes de calor, leyendo los libros de la colección española Araluce para niños, que habían sido de mi hermana mayor: “LaOdisea”, “La Eneida”, “La Canción de Rolando”, “El Cid Campeador”. Mi favorito era y sigue siendo“Ivanhoe” de Sir Walter Scott. No todos los libros me eran permitidos leer —restricción propia de la época—. A mi alcance, los inmensos y pesados tomos de la colección “El Tesoro de la Juventud”. Me divertían mucho, a mis nueve años y en francés, “Les malheurs de Sophie”, cuya autora es la rusa Sofía Fiódorovna Rostopchina (1799-1874), la Condesa de Ségur—suena arcaico, ¿verdad?—: Sofía era una traviesa divina por sus ocurrencias. Me parece simpático aportar estos recuerdos.

 

12 - ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

 

          MP –Consistió en un disparate: escribirle a mi sobrina un cuento. Yo tenía alrededor de once años. No se me ocurrió nada mejor que pensar en hormigas dueñas de un gigantesco hormiguero mágico: nada podía tumbarlo, ni pala ni puntapié; ante cualquier amenaza jamás se desmoronaba; la conclusión o moraleja era que a ejemplo del hormiguero, debíamos,mediante un fabuloso ejercicio entre voluntad y coraje, actuar con actitudes firmes y positivas ante cualquier hecho que pudiera llegar a tumbarnos. Nunca supe si mi sobrina llegó a entender el mensaje, lo cual no impidió que siguieran otros cuentitos, tales como La Bruja Tomate, Juancito el Incendiario, La Señorita Lucrecia, Las Botas de Mil Colores, Un Día en la Playa, Tomasito el Tímido; por supuesto eran todos personajes ejemplares, según  mi criterio. Yo no era ordenada, dejaba los cuadernos o papeles rondando como quisieran, producía a rajatabla y pasado un tiempo no volvía a ellos. Lamento haberlos perdido. A veces leo relatos en directo para chicos de escuelas rurales.

 

13 - ¿Qué diferencias notás entre tu último libro y los anteriores? ¿Cómo considerás tu propia evolución poética?

 

          MP – El más reciente marca el fin de una etapa y el principio de otra. Me inclino hacia la prosa, a un discurso más llano con algo o mucho de poesía; percibo un cimbronazo y me dejo llevar hacia una realidad más refinada. Ligo esto con que a veces me cuesta escuchar la poesía de los jóvenes. Sopeso sus poemas con un montón de comprensión y cierta admiración de mi parte; lo planetario, el mundo intelectual movedizo inquietante al que valoro, influye, desgasta o enriquece, por eso estoy convencida que vivo en acelere hacia una evolución, concretada y concebida entre acción y pensamiento y hacia una poética distinta. No tengo preferencia por alguno de mis libros, hechos con tinta y pliegue, lo declaro con absoluta convicción. Lo enuncio en el último texto de “Damero para un cuerpo”, del cual a modo de despedida capturo algunos versos que aplico a todos, a mi escritura: “No importa, he de brincar desde el blanco / sobre el papel el punto del final que cruje. / Soy la amanuense de tu hechura, materia / maciza codo a codo dos veces en doblete / en un ir y venir crucial adecuamos la línea / del perfil austero, el justo relieve para ese verso / que tendinoso recala en la noche / y la lanzadera del diálogo nos abrió brecha. / No siento desolación, me despido con un beso y al besarte / hay un apuro de lágrima, mi muchacho”.

 

 

Michou Pourtalé selecciona poemas de su autoría para esta entrevista:

 

 

                                            “verás         

                                             cómo se hace la tierra

                                             con una imagen de infancia

                                                                 

                                             y un deseo

                                             a muerte de pisar

                                             el lenguaje terso

                                                              de las rondas”

                                                                                                 Liliana Lukin

 

Verás cómo se hace la tierra

entre cánticos y plegarias.

Verás recoger manzanas y vides,

tejer ilusiones con nardos.

Verás las manos del mundo unirse

en las rondas del estío.

Tersura entre limoneros, perfume de verbenas.

A la ronda, ronda

giran los niños, giran

descalzos los pies de la infancia,

nos acarician,

nos protegen los niños, nos salvan                  

los niños,

nuestros niños.

                                                                                                             (de “Milenaria caminante”)

 

 

LA  GALGA

 

Galgueando, vieja perra cimarrona,

atravieso los campos del misterio

bajo un conjuro bermellón de sol y luna

y el mordisco a la Cruz del Sur

brillando entre los dientes.

Pampa, paja brava

el cuerpo lacio cortajea,

grito hosco de chajá en su laguna.

No existen alambrados ni tranqueras

ni ranchos que me atajen.

Sí, la llamarada humeante del indio

y de su chusma.

Yanquetruces, Catrieles me acorralan

maloneando destreza en mi combate.

Fortinera plantada

sobre estas leguas de campos tendidos,

herencia de una sangre sin murallas,

en soledad sin agua,

inmenso el techo azul de lo bravío.

                                                                                                    (de “Milenaria Caminante”)

 

 

 

*

Creo que empiezo a darme cuenta del

placer propio de los bosques de pinos.

Francis Ponge

Llueve muy manso ha llovido.

Bajo el pinar van creciendo hongos

blancos se muestran felices

anacoretas fatuos

con redondos penachos

sólo un pie los sostiene.

Algo velado los irá cubriendo

de mortífera herrumbre.

No saben que la constante humedad

es motivo de su existencia

tan frágil ante el más mínimo roce.

Entre las agujas secas del pino

la rutina de la naturaleza

inexorable rotación de rueda

expande naranja una fronda

natural tapiz para ese hongo

espontáneo curioso.

Entre el bálsamo y la pausa

con perfume discreto

todo lleva a la contemplación

y posiblemente a la luz

don de un dios presencia inefable

que a gusto deambula entre los pinos.

                                                                                                       (de “Signos Tardíos”)

 

 

*

 

La mujer sin espalda se sostiene

con un solo pelo de la nuca

vive en vilo constante el transmutar

remueve sin pala la tierra de un vacío

que detrás la vuela de su angustia.

A partir de un ojo iluminado

ella apunta adelante hacia la meta

no le importan el pasado o la víspera

del mañana, nada la tumba ni aflige.

Nada con estilo pecho suelta su universo

agudiza el agua de la emoción

trance que la impulsa desde la orilla

cementada del estanque.

Espora de un raro helecho esta mujer

va rasgando las aguas de un infierno

con el arrastre del viento de su boca.

                                                                                                       (de “La mujer sin espalda”)

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Michou Pourtalé y Rolando Revagliatti, 2015.

 

http://www.revagliatti.com.ar/030324_publico.html

 

www.about.me/rrevagliatti

 

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Michou Pourtalé lee el poema "Palpitaciones por el pueblo afgano" de Nicole Barrière durante la presentación de la antología de poetas argentinos "Travesías poéticas" edición bilingüe (español-francés) coordinada por Nicole Barrièree (Francia) y José Muchnik (Argentina). 2011

Patricia Severín: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

Patricia Severín nació el 10 de agosto de 1955, en la ciudad de Rafaela, provincia de Santa Fe, Argentina, y reside en Santa Fe, capital de la provincia. Es Profesora de Castellano, Literatura y Latín, egresada del Instituto Ángel Cárcano de la localidad de Reconquista, y ha obtenido un postgrado en Sicología Gestáltica en la Asociación Gestáltica de Buenos Aires. Participó en simposios nacionales y de Paraguay, Chile y Perú con trabajos de ensayo y crítica literaria. Poemas y narrativa breve de su autoría han sido incorporados a numerosas antologías de su país y del extranjero. Publicó los volúmenes de cuentos “Las líneas de la mano” (Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores 1998) y “Sólo un amor”(Premio Único Publicación ASDE 1999); la novela “:salir de cacería” (2013); los poemarios “La loca de ausencia” (Faja de Honor de la SADE 1992), “Amor en mano y cien hombres volando” (en colaboración con Adriana Díaz Crosta y Graciela Geller), “Poemas con bichos”(Premio Fondo Nacional de las Artes 2001 y Premio Municipalidad de Buenos Aires por obra édita, bienio 2002-2003; dos ediciones), “Libro de las certezas” (Mención Especial del Jurado Premio Macedonio Fernández 2008), “El universo de la mentira” y “Abuela y la niña”. Entre otros, recibió el Primer Premio en cuento en el Concurso Nacional Alicia Moreau de Justo, el Primer Premio en cuento “Las Tierras Planas”, Premio Publicación Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe. Más sobre nuestra autora en www.severinlopezseverin.com.ar y www.severinlopezseverin.com.ar/blog .

 

1 – Sabemos que naciste en agosto. ¿Qué más podemos ir sabiendo?...

 

          PS – Nací en el mes que comienza con la caña con ruda y termina con la tormenta de Santa Rosa; mes frío y ventoso, aquí en Santa Fe, y sobre todo en el campo. El año fue el de la revolución que se dijo “libertadora”. Quizá estos sucesos marcaron mi vida; tanto alboroto dio como resultado que mis días siempre fueran dispersos: campo ciudad, ciudad campo, de aquí para allá enlazando escritura, trabajo, casas, viajes, amigas de las buenas, tres hijas mujeres, un varón, y una constancia a toda prueba haciendo de éste, mi pedacito de mundo, el paraíso que siempre anhelé.

          Escribo todo y a pesar de todo, desde mis lugares ocultos, desde la furia y el abismo, la garra y el desamparo. Me gusta conjurar palabras y usar las del amor (las que mejor me suenan), pero también invoco a las perversas, las gastadas, las superfluas, las bastardas. A lo largo del camino aprendí a callar y evito que me roce el miedo. Vivo y viví siempre en la llanura, con calor, río y distancia. Girando en mi provincia entre campo monte mosquitos y ciudades. Y por mucho tiempo, mi trabajo, fue el de productora agropecuaria: cría de ganado en el noroeste de la provincia.

 

2 – Rafaela. Pormenoricemos sobre las dispersiones de aquella y de esta Patricia, siempre residiendo en su provincia.

 

          PS – Nací en Rafaela, ciudad gringa, colonia de piamonteses. Me fui de ella a los dieciocho a estudiar a la capital de la provincia, pero en vez de estudiar me casé y tuve cuatro hijos. Mi padre murió no bien yo me fui a estudiar, y creo que una rebeldía me tomó por dentro e hizo que cambiara el rumbo casándome tan joven. A los pocos años murió mi hermana y otra vez se modificó mi camino: me fui a vivir a Reconquista, cerca de mi madre. Después vino la separación, a los veintiocho, quedarme con mis cuatro hijos, todos chiquitos, trabajar en el campo (Huanqueros) y paralelamente estudiar Letras. Es por ello que el ir y venir siempre fue una constante. Comencé a escribir desde niña pero recién en ese momento —después de la separación y con la carrera de Letras— me sistematicé. Por ese entonces (1983), María Angélica Scotti y su marido Walter Operto, vivían en Reconquista, en ese exilio interior en el cual migraron algunas familias en el tiempo de la dictadura. Con ella me inicié en los talleres literarios y, junto a la carrera de Letras, me ordené en las lecturas. Nunca más deje de escribir. Y algunos premios importantes, como el de Alicia Moreau de Justo, me confirmaron definitivamente el rumbo de mi destino.

          Desde hace casi diez años vivo en Santa Fe capital. Como soy reincidente, volví a casarme y rearmé mi vida en este lugar. Amo deambular y por ello, con mi marido, compramos una casita en las sierras para seguir yendo y viniendo.

 

 3 – Editorial Palabrava, por un lado, y Lectobus Alas de Papel, por otro, te tienen desde hace unos años “al frente”.

 

          PS – Editorial PALABRAVA  — www.editorialpalabrava.blogspot.com.ar — surge ante la necesidad de modificar los términos autor-editor-distribución-libreros. Junto a Alicia Barberis y Graciela Prieto Rey, una calurosa siesta del enero santafesino, nos juntamos a delinear un proyecto diferente. Nos dimos cuenta de que lo que queríamos para nosotras (derechos de autor justos, por ejemplo, y visibilizar nuestros libros) lo podíamos extender hacia los demás escritores y escritoras de la provincia. Hablamos con diario “El Litoral”, empresas, organismos e instituciones, y así nació el primer proyecto de narrativa que distribuimos con el diario: “Las cuatro estaciones de la palabra”, a muy bajo costo para que todos pudiesen adquirirlos. Allí publicamos nuestros libros y también los de Enrique Butti, Carlos Morán, Sara Zapata, Alfredo Di Bernardo y Ángel Balzarino. Paralelamente editamos una colección de poesía, “Anamnesis”, dos libros infantiles en una colección que se llama PALABRUJULA, y coeditamos otros con la Universidad Nacional del Litoral. Este año comenzamos un nuevo proyecto: DOS RÍOS, en una salida anual de dos libros juntos; una autora de amplia y reconocida trayectoria, Angélica Gorodischer, de la ciudad de Rosario, y un autor novel, Jerónimo Rubino, de la ciudad de Rafaela. Además, en “Anamnesis”, publicaremos —ampliando nuestro proyecto— a Olga Zamboni, de la provincia de Misiones y a Lucía Carmona de la provincia de La Rioja. Estos libros, trabajados con fotografías, que se entrelazan con los poemas, son la vedette de la editorial.

          El Proyecto del “Lectobus” — www.lectobus.com.ar — viene de la mano de Alicia Barberis y consiste en llevar la lectura a barrios vulnerables y pequeños pueblos de la provincia. La idea es ofrecer a los niños, a través de la lectura, un mundo más amplio y —a su vez— dejar personas capacitadas que faciliten, desde su lugar, la pasión por leer. Si queremos una sociedad lectora tenemos que comenzar despertando el amor por los libros en los chicos.

 

4 - ¿Cómo fue “escribir junto a” otras dos poetas ese volumen con firme resonancia refranera? ¿Se trata de poemas compuestos por las tres?

 

          PS – ¿”Amor en mano y cien hombres volando”? Fue un proyecto extraordinario que escribimos con Graciela Geller y Adriana Díaz Crosta en épocas de cartas enviadas por correo. No había e-mail en ese entonces. Yo viajaba de tanto en tanto desde Reconquista a Santa Fe, donde me juntaba con ellas y hacíamos una especie de taller: un poema contestaba al otro o continuaba la temática o la disparaba hacia otro lugar. Fue un libro revolucionario del cual aún tengo grandes satisfacciones. Mis dos amigas fallecieron en distintos años en dos 25 que no se pueden olvidar: 25 de mayo y 25 de diciembre. Eran dos poetas que marcaron rumbo. Con Graciela publicamos luego las obras completas de Adriana, y el año que viene sacaremos en “Anamnesis” el libro inédito que quedó de Graciela.

          Te cuento una anécdota: hace un tiempo, por face, me conectó un dramaturgo de la provincia de Entre Ríos —al que no conozco— pidiéndome un ejemplar. Le contesto que ese libro está agotado, pero ante su insistencia le fotocopio el mío, se lo envío por correo y le pido que me cuente para qué lo necesita con tanta urgencia. Me narra lo siguiente: tiene un sueño en el cual aparece en las marquesinas de la muy porteña calle Corrientes, una obra suya titulada “Amor en mano y cien hombres volando”, escritas claramente sobre un gran cartel. Como él no tiene ninguna obra así llamada ni jamás escuchó ese título, cuando se despierta googlea para ver qué encuentra en Internet y le sale mi nombre y el del libro. ¡Qué maravilla!, ¿no es cierto? 

 

5 – Si bien carezco de certeza, no puedo menos que suponer que María Victoria López Severín, artista plástica, con quien compartís un Sitio, es hija tuya. ¿Puedo pedirte unas líneas sobre ella?... ¿Tenés otros hijos u otros familiares vinculados a un quehacer artístico?

 

          PS – Mi hija María Victoria, que aún vive en Reconquista, es una artista plástica con un talento único y exquisito. En este momento esta abocada a lo social a través de la creación de cooperativas textiles. Pero el arte no la abandona, por suerte. Mi padre fue pintor y ella heredó esta capacidad, que parece se transmite de abuelos a nietos. Mi hija menor, María Virginia, es bailarina y ejerce su profesión en el Ballet Nacional de Danza Contemporánea en Buenos Aires. Mi otra hija, Soledad, es Doctora en Biología, vive en Santa Fe, a unas cuadras de mi casa. De ella tengo dos nietos: Alfonsina y Nicanor, que por supuesto, son mi debilidad. Leandro está en la construcción. Todo muy variado pero haciendo cada uno lo que le gusta. Siempre los impulsé a que trabajaran por sus sueños. Creo que es el único modo de realizarse en la vida y de ser feliz. De la misma manera que yo soy feliz escribiendo. El bienestar interior va por delante de lo económico. Es decir, cuando una persona hace lo que quiere en la vida y desenvuelve sus sueños, lo otro viene solo.

                 El arte llega por el lado de mi padre, de mi madre viene el trabajo en el campo, al que nunca quise que quedaran “pegados” mis hijos por obligación o mandato. Trabajar en el campo es hermoso (sobre todo porque es independiente y al aire libre, contrarrestando el encierro de la escritura) pero sólo si se elige como tal. Es tremendo quedar prisionero de una herencia o de un mandato.

 

6 - ¿Qué hacía tu padre?

 

          PS - Estudió arquitectura pero su pasión fue la astronomía. Él me guió en las primeras lecturas de filósofos y de arte en general. Tuvo que encargarse del campo que le dejó su padre, para sostener a nuestra familia, a su madre viuda y a su hermana. Tanta obligación acabó con su vida a los 47 años. Terminé una novela, que me llevó años de escritura, “La Tigra” (el título es el nombre de una estancia), que es también un pequeño homenaje a este hombre innovador, fuera del tiempo que le tocó vivir, que se pasaba las noches observando las estrellas desde el observatorio astronómico que construyó en la terraza de su casa paterna. Se iba en los inviernos a Campo del Cielo —provincia del Chaco— a investigar junto al Dr. William Cassidy —astrónomo de la NASA que viajaba cada año desde los EEUU—, a buscar el Mesón de Fierro. De hecho fueron ellos los que encontraron las mayores piezas del meteorito. El más grande se denominó “El Chaco” y pesa  37 toneladas; es la segunda de mayor masa que se conoce en el mundo

 

7 - ¿Y tu madre?

 

          PS - Mi madre aún vive en Reconquista. Tiene 87 años, y creo que va a vivir muchos más, gracias a Dios, pues viene de una familia sana y longeva. Fue docente y la geografía era lo que amaba enseñar. Este fue un gran punto de encuentro con mi padre. Cuando él no estuvo y ella se jubiló, comenzó a ocuparse del campo. Papá armaba avioncitos de madera balsa con mis hermanos varones, y en el largo patio de nuestra casa de Rafaela, probaba diferentes fórmulas, para el despegue de réplicas de cohetes que lanzaban desde allí. Mamá aprobaba sus investigaciones, y todos los años se iban con mi padre a distintos encuentros de geografía en diversas ciudades del país.

 

8 – En una entrevista que te realizara María del Pilar Lencina (1937-2011) declaraste: “Hablar de la mujer, ‘desde la mujer’, es muy distinto —creo— que lo que vinieron haciendo los hombres en el correr de la historia de la literatura.” ¿Qué autores (varones) lograron hablar mejor, según tu sentir, “más desde la mujer”?

 

          PS – Prefiero nombrarte autoras mujeres: Flannery O’Connor, Carson MacCullers, Alice Munro, Dorothy Parker, Herta Muller, Virginia Wolf, por supuesto, Mercé Reboreda, Doris Lessing, y la gran Irène Némirovsky, que me hace venir a la mente a Sandor Marai, que tiene personajes femeninos increíbles en “La mujer justa” o en “La herencia de Eszter”; también “Ana Karenina”, del magistral Tolstoi. Luego está lo contrario: Marguerite Yourcenar delineando el personaje masculino en su “Memorias de Adriano”, por ejemplo.

          Los escritores y escritoras tenemos la suerte de vivir muchas vidas y distintos sexos. Pero eso no quita que podamos sentirnos más cómodos en unos que en otros. Yo me siento muy bien en la piel de las mujeres, indagando en su corazón, en sus emociones y en sus cabezas, y también relatando sus historias entremezcladas con las mías.

 

9 – María del Pilar Lencina ha sido una poeta con la que durante años he mantenido correspondencia postal, cuando dirigía sus Hojas de Poesía “Hermano Luminoso”. No nos hemos conocido personalmente. ¿Cómo la recordás vos, Patricia?

 

          PS – Con muchísimo cariño. María —como le decíamos en el norte— era un personaje de la ciudad. Escribía en un bar tradicional de Reconquista, “Cheroga”, que era una prolongación de su casa; allí te hacía las entrevistas, te citaba, conversaba de poesía y sufría por Boca Juniors. Fue una poeta exquisita; trabajó con ahínco por la pasión de su vida, la poesía, en esas hojas, “Hermano Luminoso”, que hicieron historia en el país y en el extranjero.

 

10 – Porque para una entrevista de una revista literaria de Perú —“Remolinos”— habías afirmado que provenías de la línea de autores más viscerales y/o intimistas que intelectuales, es que me interesa saber qué autores más intelectuales que viscerales son los que especialmente valorás.

 

          PS – Yo elijo autores/as que me conmuevan. Puedo admirar lo intelectual pero lo que no me conmueve no deja huella en mí. Entre el grandioso Borges, por ejemplo, y Cortázar, me quedo con Cortázar o con Jamaica Kinkard o con Selva Almada o Julián López.

 

11 – En su momento, aseveraste que después de tu deslumbramiento ante “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera, había cambiado tu concepción de la literatura. ¿Cómo cambió entonces? ¿Volvió a cambiar después?...

 

          PS – Absolutamente. Ese libro abrió mi mundo literario. El impacto de estar leyendo una ficción, que además te dice que es tal, y al mismo tiempo logra hacerte vibrar de la mano de pasiones y mentiras, aventuras y desventuras de personajes que sentís reales, fue una conmoción. Esta concepción de la escritura se fue mezclando luego con otra vertiente que viene de la narrativa de Carson MacCullers. Ella dice que todo lo que escribió es algo “que le pasó, le pasa o le pasará”. Yo creo lo mismo. Convertir tu vida y la de los que te rodean en tu materia prima, en tu mezcla preferida para levar lo literario, ya sea poesía o narrativa, es mi modo de encarar la escritura.

 

12 – Tenés un libro que no darás a conocer: “La voz bajo la falda” (consta en la Red). Capciosamente pregunto: ¿qué tenés —o retenés— teniendo un libro que no darás a conocer?

 

          PS – Se me fue la obsesión, como dice mi amiga la escritora Marta Nos. Y sin obsesión no hay libro. Aunque esta escrito se desactualizó para mí. Y si se desactualizó ya no tengo la necesidad de editarlo. Del mismo modo, aunque un libro mío se haya publicado, si siento que debo modificar algo para una edición posterior, lo hago. Por ejemplo reescribir un cuento. La obra es del autor (autora), quien tiene todos los derechos sobre la misma. Esto me lo enseñó hace muchos años Mempo Giardinelli, y me pareció una postura válida, correcta.

 

13 – El también rafaelino narrador y poeta Hugo Borgna en un análisis de tu obra literaria encomilla de “:salir de cacería” lo que ahora reproduzco: “todo lo que se pudre se convierte en familia”. Tremendo. ¿Qué obras artísticas —dirías que cabalmente— te han estremecido?

 

          PS – Esta frase que comentás me estremeció en lo más profundo y me mostró otro costado del concepto de familia; es del poeta Fabián Casas. Y ahora que la traés a colación me doy cuenta de que casi toda la idea de la novela “:salir de cacería” gira alrededor de ese tremendo enunciado… que en realidad no es mi creencia, pero sí es el comportamiento y la creencia de muchos de los personajes de la novela.

           Me estremecieron —en literatura— por ejemplo: “Tres luces” de Claire Keegan; muchos de los cuentos de Alice Munro, sobre todo de su libro “Demasiada felicidad”; “Middlesex” de Jeffrey Eugenides; “Todo cuanto amé” de Siri Hustvedt; “La historia del amor” de Nicole Krauss; los libros de Némirovsky; los de Laura Alcoba; “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” de Murakami; algunos de la brasileña Clarice Lispector; los de Irma Verolín tanto en narrativa como en poesía…; es larga la lista, podría seguir dos páginas más. En poesía te nombro a Joaquín Giannuzzi, a Laura Yasan, a Fabián Casas, algunos libros de Santiago Sylvester, Gelman y Boccanera, los de Marossa Di Giorgio y Fernando Pessoa… y también los de Orlando Van Bredam. De hecho, todos estos libros y los que —por cuestión de espacio no te nombré— están en el lugar de privilegio de mi biblioteca.

           Me estremecen también las pinturas de mi hija María Victoria; las esculturas de Camille Claudel y de Lola Mora, los cuadros de Frida Khalo.

             

14 – “Helada negra” se titula un libro tuyo de cuentos que pronto aparecerá a través de Ediciones UNL.

 

          PS – Tendrá diez cuentos. Justamente el título del mismo, que como verás es ambiguo, pues puede interpretarse como “helada negra” o “el hada negra” —depende de la manera en que lo nombres—, lleva en sí mismo la carga emocional que porta cada uno de los cuentos. Hay dolor por la muerte. La muerte de una prima, de una hija, un padre, una hermana, una mano, de la amistad, del amor, de la confianza, la pérdida y el reencuentro de la identidad, de los bienes, y también la herida que años atrás se le hizo a nuestra Patria con tantas otras muertes. Es un libro de pérdidas aunque también creo que puede vislumbrarse en alguno de ellos un nuevo nacimiento, una esperanza, después de tanto dolor.

 

15 – Además de la novela “La Tigra”, ¿tenés otros libros inéditos?

 

          PS – Tengo un libro de poemas que se denomina “Muda” —otro título ambiguo si se quiere, pues se refiere a la falta del habla o quedarte sin habla, y a su vez al cambio, a la mudanza de las cosas y de las personas—. El libro es muy duro al inicio y luego se va convirtiendo en algo más luminoso, en su travesía hacia el final.

          Estoy terminando una novela breve, “Dos abuelas” y otro poemario que como título provisorio lleva “Difícil decir que no”. Ah… y también estoy escribiendo un libro de Qhabala, cuyos conceptos los vierte mi profesora Beatriz Ulrich, y cuyo fin es que este Conocimiento pueda ser comprendido y aprehendido por todo el que lo desee; que ya no sea hermético ni para un grupúsculo de escogidos.

 

16 - Roberto Fernández Retamar se pregunta en una carta-poema: “¿Qué le ocurre al novelista cuyos personajes, de pronto reales, se ponen a vivir por su cuenta?” ¿Qué te ocurre, Patricia, cuando algún personaje se pone a vivir por su cuenta?

 

          PS –Te sorprende. Te sorprende muchísimo… y se los deja crecer. No queda otra. Y luego estás maravillada por el rumbo que han tomado. Esas criaturas se inventaron sus vidas ellas mismas. Y más tarde viene lo contrario, los personajes que sobran en la historia, que no encajan en ningún lado, que no van a ninguna parte y tenés que sacrificar. Es muy triste, te lo aseguro. Es penoso. Me resisto… pero al final lo hago: elijo la historia. Esos mueren y es difícil enterrarlos. Hago lo que sea para que sobrevivan. En “La Tigra” por ejemplo, muchos personajes tuvieron que quedar de lado… pero irán a cuentos. Es más, ya están en cuentos que aún no he juntado para un volumen. Pero, y va otro ejemplo, tengo una novela que transcurre en Uruguay —escrita a medias— y no sé que haré con ella y su gente… y me resisto a perderlos de vista.

 

17 - ¿Qué relación existe entre obra y experiencia poética? ¿Son inseparables?

 

          PS – Para mi son inseparables. Absolutamente. Porque emocionalmente no tengo manera de separar las dos.

 

18 - ¿Influyó en algo tu trabajo de productora agropecuaria?

 

          PS - Influyó muchísimo. Los climas de mis obras —en general— están traspasados por la naturaleza, por los animales, los árboles, el silencio, la lluvia, el campo. Y a veces me pasa algo que no es del todo grato. Leyendo novelas de autoras —en este caso argentinas—, veo que colocan cosas incorrectas —sobre lo que se hace o pasa en el campo—, y esto me saca de la historia y me cuesta volver a ella. En la que termino de leer, la autora nombra en simultáneo al trigo, el girasol y la soja, como sembrados que pueden ir a la par. Esto no es así. El trigo se siembra en invierno y cuando se lo recoge se siembra la soja y puede sembrarse también girasol. Dice también que con la brisa la soja oscilaba…; el trigo, quizá… y cuando larga la espiga y oscila, es muy bello de ver. Pero nunca vi oscilar la soja.

          En otra novela, un auto viejo se descompone y es tirado con una soga, mientras sus ocupantes se trasladan a la camioneta que los auxilia. ¿Cómo va a ser guiado el auto descompuesto sin nadie al volante y arrastrado por una soga?  Hay cosas que para el que trabajó en el campo son obvias. Abelardo Castillo, por ejemplo, tiene cuentos magistrales que suceden en el campo, y escribe con una precisión y un rigor tal, que parece que ha vivido allí.

         Sé que no es fácil para alguien de la ciudad entender cómo funcionan algunas cosas en el campo. Pero ahora con Internet la información está al alcance de todos.

 

19 - ¿Cómo te resuenan las palabras “tributo”, “endeblez”, “hipocondría”, “retahila”, “atrabiliario”, “bolonqui”, “disperso”?

 

          PS – Tributo: homenaje ganado, bien merecido; endeblez: falta de voluntad para vivir; hipocondría: lo que no tengo; retahila: madre pesada que no termina nunca de quejarse ante sus hijos; atrabiliario: si es sinónimo de mal carácter, esa no soy yo; bolonqui: lo que hay en mi escritorio aunque siempre me diga lo contrario; disperso: muchos de mis días.

 

20- Según he leído, Haruki Murakami habría opinado que escribir una novela es un reto y escribir cuentos, un placer; que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. ¿Coincidís? ¿De qué otro modo expresarías que escribir una novela es…, y escribir cuentos es…?

 

          PS – Escribir una novela —para mí— es meterse en un universo que no sabés cómo se va a construir, ni qué resultado tendrás con él. No definiría a un cuento como una escritura de placer pues a veces se hace muy doloroso escribirlos, y otras veces dan muchísimo trabajo para que queden como una quiere dejarlos. En cambio en una novela si hay algo no tan exacto no se nota en el conjunto: es como un río con afluentes, no siempre baja limpio. El cuento es una isla o un lago, si queremos seguir con la comparación del agua, y no debe tener meandros ni costas desprolijas: delinearlo pensando en lo perfecto y acabado, aunque a veces no nos salga tan así.

 

21 - ¿Qué –que puedas y quieras contar- te enorgullece? Y, ¿qué –que puedas y quieras contar- no te enorgullece?

 

          PS – Me enorgullecen mis hijas, haberlas criado con los valores que las crié. Lo que hice con y de mi vida, corrigiendo los errores a medida que avanzo en el camino. Me enorgullece el esfuerzo que puse —y pongo— en la pasión y la responsabilidad de la literatura, y en que cada obra no se repita y pueda tener su propia voz. Las amigas que tengo y el empeño en construir la amistad. Mi nuevo matrimonio y el viraje que di en la concepción de la pareja. Me enorgullece la persona que he llegado a ser a partir del desafío de mi búsqueda interior.

          No me enorgullece la disputa entre hermanos, las pequeñeces o miserias que a veces me descubro pensando, cómo malgasto el tiempo de tanto en tanto. Tampoco me enorgullece criticar o pensar mal de la gente (cosa que trato de enmendar) o algún brote de ira o malhumor, resabios que limpio de inmediato no bien los diviso.

 

22 - ¿A qué escritores fallecidos —de todos los tiempos— te hubiera gustado conocer en persona?

 

          PS – A Manuel Mujica Laínez, exquisito diseñador de tramas e historias. Poder quedarme mirando junto a  él, desde “El Paraíso”, su casa de Cruz Chica en la provincia de Córdoba, el paisaje maravilloso de las sierras. Ahora que yo también tengo mi propio paraíso, voy caminando por esas callecitas cerca de donde Manucho pasó gran parte de su vida, y me pregunto por sus escritos —no valorizados aún como corresponde—,  su extravagante existencia, sus pasiones, su amor por la belleza. A Clarice Lispector…: conversar de su mundo literario intangible, esotérico y magnífico; a  Cortázar, por supuesto, para charlar sobre Cronopios y  Famas, y sobre su visión del mundo que deja entrever misterios, vidas paralelas, yuxtaposición de tiempos y personajes; a Irène Némirovsky para decirle cuánta admiración tengo por su obra y por su valentía, y protegerla de los asesinos, que primero la entregaron y luego la mataron  a los 39 años, en un campo de concentración. Es increíble que haya escrito semejante obra con tan poca edad.

 

 

Patricia Severín selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

De “Poemas con bichos”:

 

 

/Hoy me fui de todos y de todo

 de mí

 de Dios

 tan jodida me fui

 resbalando por mi cuerpo

 haciendo equilibrio       con la sombra de las uñas

 

 Hoy me fui sin cantar    —yo nunca supe—

 guiñando un ojo a la vergüenza

 

 

 desnuda sobre la helada       me fui/

 

 /quisiera ser un bicho más/ no este animal doméstico/

 

 

 

III. con víboras

 

Tengo encerrada una serpiente en un frasco verde

En realidad el frasco es transparente

la serpiente es verde

 

No es una serpiente

                                  dice mi hija

es una culebra enorme y larga

destrozada por un perro

 

Soledad   colecciona     culebras,    serpientes,    víboras

Reptiles

 

En fin

:mira la belleza donde pocos la ven

 

Se ha vuelto sabia

 

Puede raspar escamas

para separar

lo que parece

                                              de lo que es

 

 

 

De “El universo de la mentira”:

 

ANTICIPO

                     

Todos estaban allí

hurgando dentro de mi boca
respuestas

que no podía darles
 

Se empeñaban en clavar astillas

Ni vestigios de la que fui

ni presencia de la que soy

un sopor de uva

en el cuenco de la frente

 

Todos estaban allí

hurgaban

yo quería decirles que lo único mío

eran las esses

las esses de mi nombre que colgaban de mí

 

Pero no iba a conformarlos

 

                            Entonces discurrí la manera de partir

dejar la multitud

ya no lloraba

sólo miraba el mundo

como una crema

                                 espesa                    

                           negra                  
 
 
 

SALDO

 

                la malparida          la hermosa
                                se ha sacado los ojos

             para        quedar allí       definitivamente
 

en la casa vacía                     la pequeñita
que separa el estante    los libros      la cocina
la pelusa     el polvo      su llavero     el celular
la tierna desolación que ocultaba tras la nuca
         

            la ocupada                       la desolada
la maltrecha                     la despenada
                      la desvirgada                      la majestuosa
 la deshojada                        la tenebrosa
                      la malhablada
 la conchuda                          la soñada
                       la ceñuda

 

 

                  hunde las venas       en el vacío       de la gillette        de la casa
 

 

 

De “Muda” (inéditos):         

 

Perspectivas

 

No tengo un lugar elevado

por donde mirar

a ras del suelo

es difícil ver el mundo

hay hollín por todas partes

la virtud se escurre en la boca de tormenta

Pido sangre para el que está sepultado

:trepo al tapial /gano altura

máscaras móviles no entran en esta cavidad

pasan lentas

como un tren de otoño

como una tos que se expulsa en otro lado

Me juego el todo por el todo

y me elevo un poco más

Hago pulpa de esquirlas con las manos

un líquido negro me emborracha

Tiro anzuelos para cazar pirañas

para no pensar

 

No hay nada que mirar

desde aquí arriba

que no vea desde abajo

 

 

*

 

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires, distantes entre sí unos 467 kilómetros, Patricia Severín y Rolando Revagliatti, julio 2015.

http://www.revagliatti.com.ar/ultinf_severin_full.htm   

de izquierda a derecha: Sergio Stull,  Jorge Boccanera, Jeannette Ujueta, Patricia Severín, Laura Yasan y Mirian Bercovsky

Con el pintor Miguel Ocampo

Patricia Severín con Jorge Boccanera (en lo alto) y amigos.

Rafaela, Argentina

Lisandro González: sus respuestas y poemas

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Lisandro González nació el 14 de marzo de 1973 en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, la Argentina. Reside desde los cinco meses de vida en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Es abogado. Ha colaborado, por ejemplo, en los diarios “La Capital” de Rosario, “El Litoral” de la ciudad de Santa Fe, en las revistas “Letracosmos”, “La Costurerita”, “El Vendedor de Tierra”, “Facundo”, “La Guacha”, “Poesía de Rosario”, así como en publicaciones periódicas de Uruguay y México. Poemas suyos fueron traducidos al portugués. En 1996 obtuvo el segundo premio en la Bienal de Arte Joven organizado por la Federación Universitaria de Buenos Aires. En 1999 fue miembro del jurado del concurso de poesía organizado por la revista “Los Lanzallamas” y en 2003 del concurso juvenil de cuentos a partir de la obra de Leónidas Gambartes, organizado por la Municipalidad de Rosario. Entre las antologías en las que fue incluido, citamos: “11 jóvenes poetas – Homenaje a Edgar Bayley”, “Los que siguen – Veintiún poetas rosarinos” (2002), “Perras”, “Fin zona urbana”, “Café con letras – Poetas de Rosario” (1997), “Retratos de poetas” (2000), “Dodecaedro de poetas”, “Álbum de poesía mundial 2014” (Porto Alegre, Brasil, julio 2014). Integra el CD “Voces de Poetas” (1999). Poemarios publicados: “Esta música abanica cualquier corazón” (Homo Sapiens, 1994), “Leña del árbol erguido” (Ediciones Poesía de Rosario, 2000), “Hobbies de hotel” (Ediciones en Danza, 2004), “Intervalo lúcido” (ASDE Asociación Santafesina de Escritores, 2007; Primer Premio “José Rafael López Rosas” 2007), “Los cauces vacíos” (Ediciones Poesía de Rosario, 2011), “Política del otoño” (2013; Premio Nacional “Luis Di Filippo” 2013), “Poemas lumbares” (2014; Premio Provincial “José Pedroni” 2013).

 

1 – Integraste un llamado proyecto de escritura colectiva: “El Aro en la Lengua”, junto a Ricardo Guiamet, Federico Tinella, Germán Roffler, Patricio Valverde, Fernando Marquinez, Roberto Lobos y el fallecido poeta Fabricio Simeoni. ¿Quiénes generaron la propuesta y en qué consistió exactamente? ¿Cómo procedían y durante qué lapso? ¿A qué resultados arribaron? ¿Socializaron ese quehacer? Y ya en otro orden: ¿Por qué ocho varones… y ninguna flor?

 

LG - La realidad es que el proyecto, según creo recordar, no fue algo programado, sino que resultó consecuencia de una serie de cenas que en esa época se hacían en casa de Fabricio. No te puedo decir si nos reuníamos con regularidad, pero durante el 2004 nos juntamos bastantes veces. Laburábamos “en vivo”,  pero puede haber habido alguna experiencia vía mail. Seguramente el que impulsó la idea fue Fernando Marquinez —él es un poeta que recién este año editó su primer libro en solitario y que participó en varios de manera colectiva—. Usamos distintos métodos, partiendo en general del clásico cadáver exquisito. Unos poemas también se generaron, a sugerencia de Ricardo Guiamet, tomando como base la serie del matemático Fibonacci. Se escribieron un buen número de textos —la mayoría de tono onírico—con la idea de poder publicarlos, pero llegamos a  imprimir plaquetas que repartimos en la edición de ese año del Festival de Poesía de Rosario (y que acompañamos con remeras alusivas). Precisamente hace poco Fernando nos ha movilizado para ver si sacamos un libro ahora. La ausencia de damas se debió simplemente a que se trabajó en reuniones de amigos varones.

 

2 – Hemos nombrado a Fabricio Simeoni (1974-2013). Mi único contacto con él ha sido un par de intercambios de libros a través del correo postal. En cambio vos lo has tratado mucho. Otros, que como vos lo han tratado a Fabricio, seguramente agradecerán, Lisandro, que lo evoques como persona y nos des tu opinión sobre su poética.

 

LG –Se acaba de cumplir un año de su fallecimiento y realizamos un acto en una cortada de Rosario, la cual —merced a un proyecto donde tuvo mucho que ver el escritor local Marcelo Scalona—ahora lleva su nombre. Es paradigmático, porque en la esquina hay un bar donde Fabricio coordinaba un ciclo, una parrilla donde se lo solía ver y un boliche donde también él era habitué. Como poeta laburaba sobre paisajes surreales urbanos;  jugaba mucho con las palabras, tanto con los sentidos como con el sonido, en clave de distorsión. Era un tipo lúcido y de gran ironía. Yo veía que todos los años editaba más de un libro y consideraba si no debía dejar decantar más los textos. Pero creo que él percibía que, dada su condición física —padecía una atrofia muscular que lo confinaba a una silla de ruedas y no le permitía moverse—, no iba a tener demasiados años por delante y aprovechaba todas las posibilidades editoriales. Sostuvimos nuestra amistad durantealrededor de quince años. Te llamaba la atención su estado, pero enseguida, cuando entrabas en confianza, hasta se generaban chistes que él mismo propiciaba. Cuando sus actividades lo dejaban en el centro por la noche, te llamaba y te ibas a cenar con él y en esos encuentros conocías gente que él aglutinaba. La verdad es que la pasé muy bien, me divertí un montón y se lo extraña mucho —como poeta, pero yo, egoístamente, como amigo y compañero—.

 

3 – Vayamos al título de tu cuarto libro: es a modo de introducción que instalás una frase de “De la sucesión testamentaria” de nuestro Código Civil, donde aparece “intervalos lúcidos”, así, en plural, y enigmáticamente firmado con dos iniciales: V. S. Ilustremos a nuestros lectores: las secciones son “Cromático sombrío”, “Intervalo lúcido”, “Papeles personales”, “Mantel al viento” y “Bestiario”. ¿Cómo “se te fue armando”, por qué estas secuencias, por qué el “intervalo” prevalece y nombra al corpus?

 

LG – Sí, podría haber sido menos enigmático: “V.S.” no es nada menos que Dalmasio Vélez Sarsfield, redactor del por ahora vigente Código Civil. Dado que mi profesión es la de abogado y siempre trato de mantener separadas las actividades y sus campos respectivos, esto me lleva a exagerar, como en este caso. Las secciones en que se divide el libro responden a que intento agrupar los poemas con algún sentido —fue el poeta rosarino Hugo Diz, quien me ayudó con gran generosidad cuando di mis primeros pasos en la poesía y me enseñó muchas cosas, el que me señalaba que los libros no debían ser meros agrupamientos de poemas y convenía procurar dotarlos de alguna entidad de obra—.“Cromático sombrío” son poemas de amor; “Intervalo lúcido”, textos vinculados al acto creativo (asunto que a mi pesar suele ser recurrente en mi poesía); “Papeles personales”, un par de poemas para mis padres; “Mantel al viento” corresponde a textos publicados en la antología temática “Pulpa”—que reunía precisamente poesía vinculada al alimento—; y en “Bestiario”, como el nombre lo indica aparecen animales —de manera bastante simbólica, ya que si bien los respeto y no apruebo el maltrato, no soy un amante declarado de ellos, y de chico sólo tuve una tortuga, y ahora, por mis hijas, unos peces—. Sobre la recurrencia del título “Intervalo lúcido” en varios poemas —además de darle nombre al volumen—, responde a una iniciativa que tomé de Eduardo D´Anna en su libro “La montañita”, donde titula varios textos precisamente así : “La montañita”. Me parece interesante pensar el lapso de la creación como un intervalo lúcido en el remolino de tantas otras actividades. Eso no quiere decir que la lucidez de los poetas se pueda dar únicamente en esos momentos. En mi caso, en el remolino, son sí intervalos —aunque uno procure tener las antenas atentas el mayor tiempo posible—. Es un libro al que le tengo particular cariño, y además la edición, un aliciente. Fue merced a la obtención de un premio; y la noticia la recibí en un año donde me encontraba en una muy mala etapa laboral —no por lo económico, sino por el agobio que sentía donde trabajaba en esa época—. 

 

4 – De “Pulpa” no sabía hasta ahora. Y tampoco tenía presente, hasta que lo leí en tu currículum, otras dos antologías cuyos títulos me despiertan curiosidad —porque viste que la curiosidad parece que está dormida y necesita ser despertada, ¿no?—: “Perras” y “Fin zona urbana”. Entre quienes nos estén leyendo, Lisandro, tenelo por seguro, están los que con la curiosidad despierta quisieran que les cuentes —algo ya apuntaste sobre “Pulpa”— con detallismo sobre esas tres antologías. ¿Quiénes han sido los seleccionadores, qué autores las integran, qué características gráficas tienen, qué te parecen a vos…?

 

LG– Primero me voy a referir a “Perras”, porque las otras dos tienen una vinculación. Fue una antología temática de poetas argentinos que seleccionó Javier Cófreces a raíz del fallecimiento de su perra Mireya, publicada por el sello “Ediciones en Danza”. Como él explica en el prólogo, hay poemas sobre perros de autores de su biblioteca y otros que les fue pidiendo a poetas amigos, entre los cuales tuve el honor de ser incluido. En mi caso compuse un texto para la ocasión —que podría haber estado entre los del Bestiario de “Intervalo lúcido”—. Compartir un libro con Joaquín Giannuzzi, Juan L. Ortiz., Miguel Ángel Bustos, Héctor Viel Temperley, fue una alegría y orgullo enormes. La integran cuarenta y cinco autores, en su mayoría con un único poema.

Respecto a “Pulpa” y “Fin zona urbana” tienen un antecedente que fue “Los que siguen”, una selección de autores rosarinos de 2002. En este volumen, inspirados por “Poesía viva de Rosario” de 1976,  junto a Abelardo Núñez intentamos reunir a poetas locales que nos fueran afines generacionalmente —con un criterio bastante laxo— y así llegamos a los veintiuno. Hubo gente que no quiso, por diversos motivos, participar y otros no incluidos que deberíamos haber convocado pero, así y todo, creo que dio un buen panorama de autores que en aquel entonces rondaban los treinta años. Dos años más tarde apareció “Dodecaedro de poetas”,que reunió a once poetas que ya habían sido incluidos en “Los que siguen” más la prologuista de aquel libro, Beatriz Vignoli. La edición la hizo el Concejo Municipal merced a la gestión de María Paula Alzugaray y tuvo como eje temático la ciudad. A partir de ese libro, y siempre a través de la convocatoria, gestión e impulso de María Paula, se editaron otras tres antologías temáticas:“Pulpa” en 2006, “19de fondo” en 2008 y “Fin zona urbana” en 2010. Los temas fueron respectivamente el alimento, la construcción y el campo. Y está próximo a salir “Abat-jour”, sobre la noche. El elenco de cada uno de los libros ha permanecido, en algunos casos, y en otros ha ido mutando, pero siempre con las características de ser autores locales y con alguna proximidad generacional. Si observamos los integrantes de “Los que siguen”, nos mantenemos once poetas de los diecisiete que van a aparecer en “Abat-jour”. Siempre se han incluido varios poemas por autor. La gráfica de los cinco libros ha sido muy cuidada y además, salvo “19 de fondo”, que se abre con un breve texto de Clorindo Testa redactado para la ocasión, cada libro incluye un prólogo escrito por críticos locales (Claudia Caisso, Vignoli, D´Anna y Diego Colomba).

 

5 – Démosle un lugar al CD. ¿Las voces de qué otros poetas integran “Voces de Poetas”? ¿Quién lo produjo, dónde, quién seleccionó, cómo se distribuyó…?

 

LG – Fue un proyecto que llevó a cabo Guillermo Ibáñez —de entre muchos otros donde generosamente me ha dado cabida, como en la revista “Poesía de Rosario” que edita desde el año 1993 y cuyos últimos números han sido digitales—. EL CD incluyó la voz de veintiún poetas rosarinos (Omar Aguiar, Alzugaray, Marcela Armengod, Adrián Oscar Bussolini, Ana María Cué, D´Anna, Diz, Ibáñez, Victoria Lovell, Abelardo Núñez, Jorgelina Paladini, Héctor Roberto Paruzzo, Héctor AldoPíccoli, Alejandro Pidello, Ana Russo, Armando Raúl Santillán, Hugo Sciambarelli, Uribe, Eduardo Valderde, Alberto C. Vila Ortiz y yo) y la edición se hizo en el estudio de una radio local (“FM Tango”). De los detalles técnicos no te puedo decir demasiado y en cuanto a la distribución se encargó el propio Guillermo. A propósito de tu pregunta, ahora hay un sitio web llamado “Sonidos de Rosario”, sostenido por Adolfo Corts y Diego Colomba, que funciona como un archivo digital de sonidos y posee una sección específica que es “Salón de Lectura”, en la cual llevan registrados más de cien escritores, entre poetas y narradores. Al principio fuimos convocados los locales pero se ha ido expandiendo. Ambos proyectos (el CD y el sitio) tienen, en mi opinión, un enorme valor documental.

 

6 – ¿Cuánto hace que colaborás en algunos medios con comentarios bibliográficos? ¿Son sólo bibliográficos o has incursionado en otro tipo de reseñas? Y desde acá, lo principal: ¿Qué debe preponderar en un digno comentario? Debés de tener periodistas o escritores que valores por la perspicacia y la buena pluma a la hora de analizar: ¿Quiénes son? ¿Qué destacás de cada uno de ellos?

 

LG – Los primeros comentarios de libros que publiqué fueron incluidos en el antiguo suplemento literario de “La Capital” de Rosario, en la década del ‘90. Siempre me he limitado a reseñas bibliográficas de libros de poesía. Aclaro que lo mío son impresiones de lector y que al carecer de formación académica no tengo el bagaje para incursionar en la crítica. También recientemente me ha tocado presentar una serie de libros, de Fernando Marquinez, Martín Carlomagno, Diego Colomba, Orlando Valdez y Carlos O. Antognazzi. Me parece que una reseña no debe abrumar, sino hacer de puente a la obra, señalando tanto lo bueno como lo malo. La crítica contemporánea ha caído en excesos que han provocado que el crítico degluta al escritor en algunos casos. De todos modos hay mucha gente que trabaja y muy bien pero, para nombrar a un par, en este momento se me vienen a la cabeza los poetas Colomba y D´Anna. Diego, con una mirada muy atenta sobre la producción actual, publicó recientemente un libro de reseñas y críticas,“Mesa denovedades”, y Eduardo ha estudiado concienzudamente la literatura de Rosario, de una manera exhaustiva y orgánica.

 

7 – Entre 2000 y 2003 coordinaste un Ciclo de Lecturas: “La Poesía en los Bares”. ¿Fue tu única experiencia como organizador? ¿Qué criterios aplicabas en la programación? Supongo que era con invitados. ¿Cuántos cada vez? ¿Con qué frecuencia? El plural “bares” me dirige hacia una propuesta itinerante: ¿era en diversos bares? ¿Lecturas de poesía y también de prosas breves? ¿Habilitabas un espacio para lecturas no programadas? ¿Qué sabor te dejó —y no me digas que todo fue maravilloso—?

 

LG – Sí, diría que fue mi única experiencia, al menos orgánica, en coordinación de lecturas. Era un ciclo que sostenía la Municipalidad de Rosario. En general, y como la frecuencia era semanal y durante la mayor parte del año, se trataba de dar cabida a todos los poetas locales. Lógicamente que teníamos algún mínimo criterio de selección, pero la idea era que fuera un espacio abierto. (Recuerdo que por no incluirlo me gané la antipatía de un colega abogado, cuyos textos eran impresentables.) Las lecturas no pasaban de tres o cuatro poetas y algunas veces con la compañía de algún músico. Seguramente se ha leído alguna prosa breve también. Los bares iban mutando. No había micrófono libre —nunca se me ocurrió tampoco—. La verdad es que fue una linda experiencia que me permitió conocer y escuchar diversas voces. Lo pude hacer, en realidad, porque era soltero y no tenía hijos en esa época, y contaba con mayor disponibilidad horaria nocturna. A veces era un poco cansador y no siempre la convocatoria resultaba la esperada —incluso un par de veces los propios poetas faltaron—, pero el balance es positivo y me quedan muy buenos recuerdos. Tengo en mi casa todavía un cuaderno —de esos contables de tapas duras—, donde dejábamos que el público escribiera sus sensaciones. Valió la pena. Unos años después hubo un ciclo que disfrutamos mucho, “Poetas del Tercer Mundo”, que se hacía los días lunes y que condujo con mucha energía y buena onda la poeta Alejandra Méndez junto a Leandro Llul. Culminó incluso con la publicación de una antología de las lecturas que se hicieron.

 

8 – “Hobbies de hotel” está hilvanado a través de los sectores “Un amor de película”, “Repaso por la vida de unas lunas”, “Tres baladas para chico migraña”, “Hobbies de hotel”, “Poemas de un día”, “Personajes”, “Deliciosas criaturas perfumadas”, “Política”, “Sólo tierra mojada” y “Con la última sombra”. Sin esmerarse, cualquiera advierte una rareza: el sector “Política” está constituido por un único verso en la página 67 (y no resaltando en el centro de la página, sino en el ángulo superior izquierdo): “los tuertos abdican” (las comillas son mías). Y esta contundencia la instala un poeta que es abogado (y abogados con fuerte inclinación por el ejercicio de la política, siempre hubo). ¿Está todo dicho, Lisandro, en ese verso solitario, o podrías desarrollarlo, o acotar?

 

LG– Si bien mi poesía no es política —sin perjuicio de la posibilidad, en definitiva, de que “todo” sea político de algún modo, por acción u omisión— me pareció que no podía dejar pasar por alto el descalabro del año 2001 y en ese verso traté de volcar mi escepticismo e ironía. Mi actividad profesional, a propósito de la pregunta, no ha estado nunca vinculada con la militancia ni con la actividad política. Y en cuanto a mi poesía en general, creo que dos o tres textos que incluí en “Fin zona urbana” estarían vinculados a lo “político” concreto, en tanto la temática del campo me permitió volcar alguna crítica al sector rural.

 

9 – Y hay otra política, la del otoño: en efecto, por “La política del otoño”, con un jurado integrado por Marcelo Leites, Liana Friedrich y Carlos O. Antognazzi, la Asociación Santafesina de Escritores te otorga el Premio Edición en el Certamen de Haikus “Luis Di Filippo” para poetas argentinos. Consta en el volumen: el poeta entrerriano Marcelo Leites “fundamenta su decisión en que el trabajo presenta no sólo una métrica ajustada al haiku tradicional, sino que además contiene imágenes transcendentes”. Me atrajo en particular que resalte el respeto a “una métrica ajustada al haiku tradicional”. ¿Cómo se fue generando esta colección y durante qué lapso? ¿Quiénes son para vos los insoslayables cultores de esta estructura poética en Japón, y quiénes en otros países?

 

LG –La realidad es que tenía algunos haikus escritos de manera un poco dispersa, pero cuando vi la convocatoria al concurso me pareció una buena oportunidad para sistematizarlos y generar otros, a veces sobre la base de poemas ya escritos. El trabajo con métrica, si bien no es mi ámbito natural ni donde me siento más cómodo, me interesa e incluso en “Los cauces vacíos” publiqué una serie de sonetos. El otoño del título hace referencia a esa estación del año 2012, cuando se fue gestando el libro. Debo confesar que la poesía oriental siempre me ha interesado pero no soy un erudito en materia de haikus. No puedo dejar de mencionar a Basho entre los clásicos y más cerca en el tiempo al mejicano José Juan Tablada (1871-1945).

 

10 –Es posible acceder en http://lisandrogonzalez.blogspot.com.ar a una muestra de tu quehacer hasta 2009. ¿Por qué no lo proseguiste? ¿Lo retomarás? Y, ¿cuáles son tus revistas y sitios de literatura favoritas? ¿Qué pensás de la utilización del espacio virtual como soporte para la publicación de revistas literarias, páginas personales y libros electrónicos? ¿Advertís mayores ventajas que desventajas comparativas en el uso del espacio digital, en lugar del soporte tradicional (papel)?

 

LG –Respecto al blog, en aquel momento era el formato virtual más en boga. Ahora creo que por la difusión de otras redes —fundamentalmente facebook—, ha perdido alguna relevancia. Lo armé ese año y lo debo haber actualizado sólo dos o tres veces, más que  nada por pereza. Incluso los comentarios se han llenado de spams. La verdad es que no tengo pensado cargar nuevos contenidos. Utilizo bastante la web e incluso leo bastante a través de la tablet o también del teléfono, pero no hay páginas que siga demasiado. Me valgo de los buscadores para dar con determinados contenidos. Igualmente quiero destacar un sitio que sostenía la poeta rosarina Ketty Alejandrina Lis (“Poéticas”, el cual me parece que ya no está en el éter), que tenía muchos libros completos, de difícil acceso en papel, y que aproveché mucho durante el episodio de mi hernia de disco (recuerdo concretamente la lectura de los acmeístas rusos). Y en la actualidad la “Biblioteca Parlante Haroldo Conti”, que posee una cantidad muy importante de archivos de libros para bajar y además grabaciones. En cuanto a la comparación, entiendo que cada soporte tiene sus ventajas y sus posibilidades pero, al menos al día de hoy, supongo que el libro en papel conserva una mayor jerarquía, además del valor sensorial en sí. Personalmente, si tengo verdadero interés en que alguien lea algún material mío, salvo que sea algún amigo de confianza, creo que lo comprometo más al enviarle un libro (o al menos un ejemplar fotocopiado si no me quedan más) antes que un archivo digital.

 

11 – Participaste en el Festival Internacional de Rosario en 1997 y en 2004: ¿cómo recordás aquellas ediciones —V y XII— y cuál es tu visión de cómo ha seguido desarrollándose? ¿Qué propondrías, qué le estaría faltando?

 

LG –El formato general de esas dos ediciones fue bastante similar, ya que los organizadores eran los mismos y la mayoría de las actividades se hacían en el Centro Cultural “Roberto Fontanarrosa” (en ese entonces “Bernardino Rivadavia”). La lectura del ‘97 tuvo como particularidad que fue en el marco de una mesa de poetas jóvenes, muchos de los cuales son, al día de hoy, compañeros generacionales. Incluso recuerdo que con la poeta y amiga Alicia Salinas nos conocimos en esa ocasión precisamente. Me tocó también participar en la edición del año pasado, a raíz de haber obtenido el premio provincial José Pedroni. Fue trascendente leer con Mirta Rosenberg, quien obtuvo el premio por obra édita. Desde hace unos años cambió la conducción e incluso se dejó de centralizar las actividades en el Fontanarrosa (aunque en 2014 retornaron a esa sede). Quizá tenga que ver con los recursos, pero antes se veían más voces extranjeras y una mayor heterogeneidad en los registros. Ahora predomina un discurso más postnoventista. Creo que un buen ejemplo es “30.30”, una antología nacional de poetas de hasta treinta años, editado y presentado en el marco del Festival en 2013.

 

12 - Dice Raúl Gustavo Aguirre en “Las poéticas del siglo XX”: “El poeta nos da otra cosa: una palabra que —fácil o difícil, accesible u oscura, escrita para unos pocos o para unos muchos— es, todavía, la palabra de un ser humano.” ¿Poetas que admires de palabra fácil o difícil, de palabra accesible u oscura, de palabra escrita para unos pocos o para unos muchos…?

 

          LG –Precisamente Raúl Gustavo Aguirre junto a Edgar Bayley son poetas que admiro —y, por extensión, a la “generación del ‘50”—. (No entiendo por qué razón al día de hoy no se han podido editar las obras completas de R. G. Aguirre.) Sin utilizar palabras difíciles y evitando el hermetismo han escrito una poesía radiante y profunda, de grandes imágenes. Y en la dicotomía “fácil-difícil”, con todas las comillas que puedan caber, podría pensar en Nicanor Parra y César Vallejo. En nuestro país dos poetas que me parece resultan fundacionales, en cierto sentido, son Juan L. Ortiz y Oliverio Girondo, con registros y paisajes tan diferentes cada uno. Digamos que, de modo general, me interesa cuando la oscuridad surge de las imágenes más que de una sintaxis quebrada o de un léxico culterano. Y no puedo dejar de mencionar, no sólo por la ayuda personal que me brindó, sino por la admiración para con su obra, a Hugo Diz.

 

13 - Julio Cortázar revela por ahí que un amigo suyo por el que se sentía querido, José Miguel Oviedo, en la época cuando sólo conocía de él unos pocos poemas que le habían sido publicados, afirmaba que ellos eran “conmovedoramente malos”. ¿Ubicarías poemas “conmovedoramente malos” entre tus propios textos?

 

          LG –Ya que mencionás a Cortázar, me quedo con el narrador. Y algunos textos de “Salvo el crepúsculo”, por ejemplo, me parece que se quedan en meros juegos de palabras inocentes. Pero en cuanto a mi escritura, desde ya que encuentro innumerables textos malos y “conmovedoramente malos”. El adjetivo “conmovedoramente” me da a pensar en algo escrito demasiado desde el sentimiento y el corazón y que, por esta razón, desbarranca. Concretamente, hace unos días mis padres encontraron unos haikus de hace muchos años que le escribí a mi padre, los cuales son muy flojos. Y para textos malos sin la excusa de la emoción, pienso en un poema que incluí en “Los que siguen”, que pretendió ser “experimental”, basado en recortes de un texto en prosa.

 

14 - ¿Con qué poéticas dialoga tu obra? Y a dos décadas de tu primer libro: ¿Cómo describirías el desarrollo de tu poesía desde “Esta música abanica cualquier corazón” hasta el último?

 

LG –Resulta un tanto complejo establecer los posibles parentescos con otras poéticas, no porque no los haya, sino porque me falta la objetividad para hacerlo. He tratado de prestar atención a lo que han escrito los poetas rosarinos que me preceden y también a mis compañeros de generación. Hay gente de mi edad fuera de Rosario con la cual mantengo vínculos, como Emiliano Bustos, Martín Carlomagno, Lautaro Ortiz y Carlos Juárez Aldazábal. Me referí además a la generación del ‘50. La posibilidad de la imagen del surrealismo, de manera atemperada, ha estado presente también. Sí creo que mi poesía es claramente urbana y me siento muy influido por la música —el rock fundamentalmente y algo de jazz—. En lo que hace al desarrollo, supongo que los primeros poemas eran un poco más inocentes y etéreos, pero no sé si he podido despegarme de determinadas imágenes y temas que de algún modo están siempre presentes. Y la ironía podría ser otro de los recursos de los que intento valerme.

 

15 - ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción que te produce cuando una persona te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?

 

          LG –Es amplia la pregunta, porque me ha pasado no sólo en la poesía, sino en mi vida afectiva y laboral. En general, estas situaciones me generan ansiedad, luego paso por un período de semi-incredulidad y finalmente termino en la etapa de resignación. Acotándolo a la poesía, me ha pasado que se me ha convocado a proyectos que luego se han frustrado por diversas razones o incluso donde luego se me ha excluido. Lógicamente que estas cosas molestan y decepcionan, pero he tenido enormes —y siempre más—satisfacciones, además de las que brinda la escritura en sí de la poesía.

 

 

Lisandro González selecciona poemas de su autoría para acompañar esta entrevista:

 

 

DE REFILÓN

 

En el velorio de la tarde

cae una rodaja, se corta un péndulo.

Alguien

en el último espejo

escribe. Tersos baldíos.

Todo sucede

en el pequeño tamaño de las horas.

Hasta brotan cigarrillos

en rosas de cobre.

Umbrales alambran

otras memorias.

Y un tango. Cuelga

de una pieza con aliento a polvo.

Y el cielo, que deja de lado

algunas nubes.

                                                                             (De “Esta música abanica cualquier corazón”)

 

 

DEGRADACIÓN

 

La luna se arqueaba

cuando le tocábamos la punta.

 

Su movimiento

era éxtasis, locura.

 

Pero un día

no dejó que la volviéramos a tocar.

 

Ahora la luna,

estrellas

son simples elementos decorativos.

                                                                                      (De “Leña del árbol erguido”)

 

 

OCHO (PARADO EN EL MUELLE)

 

un pez fuera del agua

se pregunta por la altura de los edificios

por ese extraño color azul celeste

de la muerte posible

—las aves recortan

ese gelatinoso panorama

hasta que la mano del pescador

lo vuelve al agua—

¿será “otro” ese pez

que palpó otra muerte

diferente

a la que le espera

una o dos horas más tarde

en la boca de un pez mayor?

¿será entonces pez muerto,

comido

pero no “pescado”? 

 

¿o será

ese par de horas

otra forma de salvación?

                                                                  (De “Intervalo lúcido”)     

 

 

 

ROCK SINFÓNICO

 

tardes adolescentes

la música será un ancla

 

que se arroja

a tu interior

 

flotan un caballero

y un bufón

 

en esas aguas pesadas

de peces de plomo

 

y sirenas

tremendamente esquivas

                                                            (De “Los cauces vacíos”)

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: Ciudades de Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros, Lisandro González y Rolando Revagliatti, diciembre 2014.

http://www.revagliatti.com.ar/060712_gonzalisa.html

www.about.me/rrevagliatti

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