top of page

Poesía en la Isla

 

Jorge Boccanera
Bahía Blanca, Argentina - 1952

Comentario XII

 

dejo constancia aquí sobre esta mesa
de café generalas y blasfemias
que he sido útil inútil justo injusto
valiente con mis miedo y he tenido
como cualquier mortal hambre y bacterias
deseos de una mujer de buenos muslos
que quede claro que yo he sido amigo
y hombre de furia -sobre todo, eso-
y que gustaba de los días de marzo
de sus tardes de sol y viceversa
y que he bebido y festejado el canto
por la esperanza con mis compañeros.

Roberto Glorioso

Azul, Argentina

5

 

Hogueras a orillas

del mar.

En nombre de quién resplandecen.

 

Nadie responda.

 

La humanidad del fuego

relumbrará

                        desierta.

 

 

                                                 en Tierra no prometida, Ediciones Último Reino, Argentina, 2008

Waldo Leyva

Cuba - 1943

Autodiscurso

 

Nadie puede pedirme que me calle,
que me muerda la lengua,
mi silencio es peor que las palabras.
Dejadme hablar,
dejadme que me saque del pecho cada grito.
Que a nadie resulte inconveniente lo que digo.
Hay palabras como sueño
utopía
porvenir
que cuando caen,
se te vuelven veneno en la garganta
y te amargan la lengua,
y te rompen el pecho.

Aunque quede vacío para siempre
nadie puede pedirme que me calle.

                                                                                  Memoria del porvenir, 1999.

Eugenio Montale

Génova, Italia – 1896 -1981

Siria

 

Decían los antiguos que la poesía
es una escalera a Dios. Tal vez no es así
si me lees. Pero lo supe el día
que por ti reencontré mi voz, disuelto
en un rebaño de nubes y de inquietas

cabras que atacaban desde un cima

hojas de ciruelo y castaño y los flacos

rostros de la luna y del sol se fundían,
el motor no funcionaba y una flecha
de sangre sobre una roca señalaba
el camino de Alepo.

 

 

En: La bufera e altro 

Versión del italiano, Gabriel Impaglione

Fernando Rendón

Medellín, Colombia - 1951

 

Nuestros poemas estarán impregnados de la primera radiación del sol

Nuestras palabras alcanzarán la juventud de la tierra

Nuestro sueño rozará la imaginación primera

La vida extraordinaria y milagrosa por la que nos peleamos cruentamente

No es demasiado veloz para nuestra apetencia del  vuelo

Nuestras energías pondrán en marcha por fin y por siempre a nuestro propio cuerpo

Ya que fuimos y seremos siempre el cuerpo único de la especie, de la que nos separó el indigente "yo"

Escribimos  poemas hechos de la palabra de un sueño de las energías

Que van y vienen fuera y dentro de nosotros como las olas de la existencia

Para alertarnos sobre la edad a la que pertenecemos

Pues somos todavía los mismos de todos los tiempos visionarios

La mirada sobre el mundo no nos separará para siempre

"y la muerte no tendrá señorío"                                                                                                        

                                                                                                                                                 en Cantos de la rama roja

Müesser Yeníay

İzmir, Turquía - 1984

Prefacio

 

Sólo cuando escribo poesía danza mi alma. Solamente entonces, todos los lugares, tiempo y posibilidades me pertenecen. ¡Este es el regocijo de la existencia! La puerta del sueño espera ser abierta, ese lugar es nada más que conciencia, precisamente como Dios.

 

                                                                                                                                                       

                                                                                                                                                           Traducción al español de Rafael Patiño Góez de la versión en inglés editada por Jack Hirschman

Gabriel Impaglione

Morón, Argentina - 1958

Casi final

 

He dejado para después algunas palabras

y sobre todo un largo silencio

que ahora solo me quema las manos

Deseo hablar y nada más luego estar callado

Callarme con toda la boca y con el cuerpo

Mirarme las manos calladas y perder la vista luego

en cualquier parte

donde no haya vendedores ofertando discursos

sino un espacio infinito que no tenga respuesta

Deseo hablar decir remarcar algunas palabras

porque no es verdad que no se entiende la impaciencia

que habla en otra lengua que no lleva piedras

en la mano ni escupe fuego ni se apronta

en los ángulos propicios de la hora para dar un salto

decisivo

No es verdad que la impaciencia no se entiende

La escucho enumerar las razones del grito

Evidencia con su lámpara las señales del hambre

esos tajos de frío en el temblor callado

Deseo hablar repetir hasta el cansancio

ciertas palabras palabras ciertas luminosas

como la palabra revolución Decirla saborearla

como un vino alzarla en el viento lanzarla

en todos los sentidos porque no es cierto que no se

entiende la palabra revolución

Ella nombra las cosas con la simpleza de un niño

Lleva en sus diez letras la memoria del hombre

Deseo hablar apuntar al corazón del vacío del siglo

la palabra Libertad como una bandada certera

de aves flecha de pájaros espada

Andanada de canto colectivo con antorcha

y guitarra

Una salpicadura de agua pura en el infinito

porque no es verdad que no se entiende la palabra

Libertad

La escucho en el mercado y en la fábrica

en las callecitas que no llevan a nada

en el hastío que mata el brote que se esperaba

Deseo hablar tomar la palabra ocuparla

Embanderar la palabra

decir que es necesario habitarla

Porque ella es una casa con la mesa tendida

Porque hay dos maneras de entender una rosa

y una es nombrarla

Decirla a los trashumantes y en las asambleas

Pintarla en los muros y en el viento      teñir las marchas

con su nombre las camisas los puños las miradas

los  martillos que demolerán las fortalezas de la infamia

Deseo hablar armar la palabra fusilar el eufemismo

porque ella explica el basta

nos explica con el basta en la boca

He dejado para después algunas palabras

y sobre todo un largo silencio

Un silencio de cansancios

Un silencio de campo de batalla ahogado en el humo

del olvido donde perecieron razones y lamentos

Un silencio de esperar que llueva

Sin la culpa de haber sido indiferente sin la costra

de la hipocresía y los ojos turbios

de los inventores de artificios

Un silencio por donde pasa un viento de amapolas

que llama a las ventanas

Un silencio

donde la palabra afile sus bordes para asaltar el día.

                                                                                                        

 

En “Goujón / breviario de saqueos imperiales en América Latina. (en edición)

 

Washington Benavides

Uruguay

 

Un poco más sólido que el aire.

Casi desparramado,

Bajo el quincho solidario

Pasan “músicos” que hace tanto

No venían a estos árboles,

Los músicos son unos pajaritos

De mediano tamaño, el dorso de color marrón oscuro,

 casi acanelado el pecho.

Siempre en bando. Rápidos y fugaces

Sobre la avena estéril, sobre los pastos

Recién cortados por un operario.

Cantan. Una música que huele a pasto,

A reflejo de las nubes en la acequia,

A urgencias de apareo.

A dulce clima.

Ya se fueron. Volaron hacia otros campos.

Las desafinadas langostas verdes tratan

De mejorar sus arreglos

(No sea que Nicolo –el gran violinista

Iracundo- les quiebre sus arcos).

Sigo despatarrado. Increiblemente,una

Perdiz chica pasa junto a mi, sin empacho

Ni miedo. En otros tiempos…

Al fin veo a una viudita blanca.

(Desolado ante los desmanes de los

Fundamentalismos, fustigan mi visión:

Garrote vil, torres con horcas, hachas fulmíneas,

Piras humanas de la Santa Fe, cruces romanas,

Venenos socráticos, elixires borgianos,

Inyecciones letales, sillas eléctricas,

Fusilamientos, la “refalosa” de federales

Y unitarios, los despenadores oficiales

De los ejércitos, la espada isabelina,

El puñal tribunicio, el sicario de trece

Apuntando y acertando. Los degolladores

De Barranca Yaco, la cabeza del Chacho

Peñaloza, los niños del último ejército

Guaraní ante el sádico Conde D´eu;

Los N N de cualquier territorio…)

Salto, como mordido por crucera.

El tiempo está cambiante y de la Cuchilla

De Haedo  baja en carretón siniestro una tormenta.

También asoma en la dulzura de este

Mundo, una Tercera Guerra nada fría.

¿A los señores de la guerra no enfrentarán

Los hijos de la patria grande?

 

 

(Washington Benavides, entre nubes

Y rayos. Enero del 2015. Iporá)

 

 

Alex Pausides

Manzanillo, Cuba - 1950

Brújula

 

Su mano es una brújula en el caos

El velamen se alza y la suerte es un dedal en el vacío

No hay capitán que desoiga la voz de esas sirenas

La distancia promete islas ancladas en la palma de la mano

                                                                                                                           Elogio de la utopía, La Habana, 1993

 

 

César Cantoni

La Plata, Argentina - 1951

Veterano de Malvinas

                                                                     A Gustavo Caso Rosendi

                                                                                 y Martín Raninqueo

 

No es extraño que una bomba enemiga

me despierte en medio de la noche,

llenando de esquirlas mi recuerdo.

Felizmente, la mujer que duerme a mi lado

tiene un aire sereno y protector

y su contacto me libera de la pesadilla.

Atrincherado entre las sábanas,

hundo, entonces, mi rostro en el surco de sus pechos

y me duermo de nuevo como un chico.

Hasta que otra bomba vuelve a despertarme.

 

 

Galel Cárdenas

San Pedro Sula, Honduras - 1945

Hierve en el río inmutable

 

El cuerpo en el sonido se hace enjambre

Y se hace oleaje con vuelo de cobre y de mudez.

 

Oh Antígona del sistro que hila abismos en la nieve recurvada.

Insepultas el cadáver de Polinices.

 

Apruebas el combate contra la llama de Tebas

Que fenece en los corales donde Creonte airado

Desata la maldición en el límite de la sed.

 

Entonces construyes tu propia tumba y te inmolas pronta en la rabia

Que se ahoga como un silbo con garfio de roca anudada

Al abrigo que hierve en el frío.

 

Los hermanos tiemblan en el descenso

Donde el veneno es ojo del río inmutable.  

                                                                                                   Del libro "Teje el tiempo dorado".

 

Juan Cameron

Valparaiso, Chile – 1947

Viejo Hotel de Inmigrantes

 

Toda la noche pasaron policías y ratas

La cama de cemento no ablandaba sus pasos

Donde carga y descarga els entimiento había orines

La noche del exilio fue más dura que cárcel

Toda la noche pasaron por puerta de entrada

Agiotistas de sorna     restacueros del miedo

Una canción fue muerta al final de la fila

Por un sol escondido tras el comando en jefe.

 

        En Perro de circo, Pequeño Dios Editores, Chile, 2011. /edición original: edición privada, Chile, 1979. 

 

 

 

Oliverio Girondo

Buenos Aires, Argentina – 1891 - 1967

Poema 12

 

Se miran, se presienten, se desean,

se acarician, se besan, se desnudan,

se respiran, se acuestan, se olfatean,

se penetran, se chupan, se demudan,

se adormecen, se despiertan, se iluminan,

se codician, se palpan, se fascinan,

se mastican, se gustan, se babean,

se confunden, se acoplan, se disgregan,

se aletargan, fallecen, se reintegran,

se distienden, se enarcan, se menean,

se retuercen, se estiran, se caldean,

se estrangulan, se aprietan se estremecen,

se tantean, se juntan, desfallecen,

se repelen, se enervan, se apetecen,

se acometen, se enlazan, se entrechocan,

se agazapan, se apresan, se dislocan,

se perforan, se incrustan, se acribillan,

se remachan, se injertan, se atornillan,

se desmayan, reviven, resplandecen,

se contemplan, se inflaman, se enloquecen,

se derriten, se sueldan, se calcinan,

se desgarran, se muerden, se asesinan,

resucitan, se buscan, se refriegan,

se rehuyen, se evaden, y se entregan.

 

 

Edgard Bayley

Argentina - 1919– 1990

2

 

ninguna soledad existe
ningún eco de los ojos
unidos sobre las manos
los nombres
para sostener lo mejor de cada uno

 

tu evidencia prolonga la tierra
tus labios halagan el sobresalto
tu alegría
tu tristeza
extreman la libertad de los refugios
tus puertas han desplegado sus molinos vivientes
tus palabras guardan para todos el hábito de las pupilas
esta noche te rodea como el curso de un río

                                                                                                                     De "Obras", , Buenos Aires, 1999

 

 

 

Antonio Arroyo Silva

Santa Cruz de La Palma, Islas Canarias - 1957

 

SABOREO TUS ACTOS. MI BOCA SE DILUYE

por tus cristales limpios como una lluvia azul

de pájaros y patios. Saboreo tus actos.

Me tienen sobre ascuas tus rescoldos ingenuos

que han de verter el mar por un hoyo en la arena.

 

Saboreo tus actos, a ellos me despierto.

Ya me quedo detrás hilvanando tu sombra,

me asomo a tus nacientes, me escabullo a tus labios

a nacer yo también entre tus aguas quietas.

Y respiro tus ojos bajo el fulgor del fondo.

 

No hay telón en tu piel; no una alondra fugaz

que desteja el ocaso de tu flor milenaria.

Saboreo tus actos cuando niego tus actos

y te bajas desnudo a lamer mis preguntas

sin responder a nada. Entonces lo que afirmo

del olvido me enciende y discurre en tus ríos.

 

No hay telón que separe tu calle de mi calle.

Mi pared es la tuya, es tu piel derrumbada

sobre las avenidas donde tu boca fluye 

como un pájaro ausente. Saboreo tus actos. 

 De Poética de Esther Hughes

 

 

Azuma Kondo

Japón

Barco de guerra

 

Escarnecido, alguien ríe.
Una dama vasta... Su vestido de baile elegante y lujoso.
 

Un barco de guerra gigantesco.
La proa del barco... Escudos. El costado del barco.
 

La enorme cadera de la dama.
Escarnecido, alguien ríe.

 

Luis Benítez

Buenos Aires, Argentina - 1956

Underground New York

 

Arriba sopla el cannabis

El viento de la ciudad entre los que hablan solos

Y aquí abajo los trenes brillan y van y vienen

Por el cribado laberinto. La mujer negra borracha sola

A medias incorporada sobre el banco de la estación Lexinton

Le explica interminablemente al prudente policía

-Oigo apenas entre el bosque de sombreros que sonríen

Las blancas manos que aprietan sus carteras

Los impávidos latinos que como yo

Son bárbaros en la farsa de Roma-

Los detalles de una muerte –es su esposo un niño o su trabajo-

Que la llevaron al abandono de la recta vertical de su cuerpo larguísimo

Al charco que bajo el banco de la culpable se derrama. Al abandono.

Entonces la pequeña japonesa

-Dónde dejó la vitrina minúscula de su caja de música

El tu-tu absurdo como la envoltura de un bombón

A mitad de camino entre los agujeros de las medias de baile

Y la cara de la loca-

Hizo un rotundo croisse

Burlando con su pelo de teñido amarillo

Las mandíbulas verticales

Clavada en puntas de pie sobre el piso en movimiento

Un lago de los cisnes a toda carrrera

Bajo el piso nevado de Manhattan.

 

Luego el vaso blanco de su delicado y dignísimo gesto

Entre saltos y reverencias y miradas a otra parte

Sin abandonar el otro lado desde donde no nos miraba.

Dónde estaba la pequeña japonesa

En qué salón de luces y de aplausos

Cuando en medio del vagón inclinó el tronco y la cabeza

Y extendió las manos de uñas despintadas

La boca torcida por su risa demente.

 

En el fondo del vaso sola como su alma la moneda.

 

De Manhattan song (Cinco Poemas Occidentales) - (2008)

 

 

 

René Depestre

Haití - 1926

Ceremonia de los adioses


                                                  A Sophanna y Miguel Igout

 

He aquí su vida llevada por el flujo magnético
que regula sus días y sus viajes de poeta;
un trote de burro en camino de cabras
un vuelo espiral de aeroplano sobre
el viejo cementerio marino de infancias
un tratado de erotismo chino justo antes
de irse en los gritos de amor de las mujeres,
de la campana basilical al carillón
vaciado en el metal en fusión de la mujer.
El porvenir pereció en la frente del viajero.
El horizonte se fue, quedó solo en el mundo:
¿qué tiempo de esperanza hará en el país natal?
Un radiante otoño de sabiduría responde
al espíritu protegido contra la morriña.
Muy de mañana corre a lomos de rucio
por tortas de yuca y leche del recuerdo.
Con el cuerpo cerrado a utopías de presa toma
la senda de la vida donde todo se envida.
Un gran jardín de ensueño aporta a sus trabajos
el embeleso de un perpetuo mes de junio.
Es memoria de la vida y de la muerte.
Es el acmé adulto culmen de la madurez.
En la tarde del retorno al polvo
la poesía de un eterno sol del membrillo
abre sus exequias al adiós de las mujeres.
Brillará su sol largo tiempo en sus cenizas.
Retorna al limo loco del bien y del mal:
a su vez se extingue en el lecho de tinieblas
sobre sus islotes de sombra cae sin piedad la noche.

 

Versión del equipo de traducción dirigido por Joëlle Guatelli-Tedeschi y Adoración Elvira Rodríguez

 

Eduardo Espósito

Buenos Aires, Argentina - 1956

Puzzle

 

Un poeta pretende reconstruir

el rompecabezas del mundo

desgarrado por sus abuelos

 

No recuerda las coordenadas

(su propio lugar

dentro del juego)

 

Prueba una vez

Otra vez

Desiste

 

El rompecabezas

se insinúa incompleto.

 

                                                                                                 A Samuel R. Delany

     En: Las puertas de Tannhäuser, edic. El mondo armado, Argentina, 2011

 

Elvio Romero

Yegros, Paraguay – 1926 - 2004

Dureza
 

Hoy voy a endurecer mi corazón
Para quererte como debo quererte,
que salga abriendo puertas y ventanas
y tenga un soplo de violencia y suene,
 

Logrando así que las hojas cansadas
no nos cubran por siempre con sus redes.
Te llenaré de lágrimas y dudas
para quererte como debo quererte,
prenderé un fuego torvo junto al lecho
por donde al amor reposa y donde duermes,
Y allí entraré con pasos de guerrero
Envuelto siempre por su propia fiebre.
Llevaré en la cintura ese cuchillo
que pueda herir en el minuto hiriente;
confundiré la rosa y sus espinas
de modo que de pronto no me encuentres,
y me encuentres de pronto con un rostro
que ya no sea el mismo que te bese.
 

Hoy voy a endurecer mi corazón
como si nunca fuera a conocerte,
y así ajustar las huellas a un camino
de rectos bordes, frutos y deberes,
como si fuese a enderezar el hierro
en una fragua de calor ardiente.
 

Haré que todo se te vuelva oscuro
y confundas los pasos siete veces,
y buscando la luz toques la puerta
cerrada cuyas llaves me reserve,
y sólo yo, como un guardián severo,
sepa darte las claves para siempre.
 

Apuraré también el hondo cáliz,
para quererte como debo quererte.

 

 

 

César Vallejo
Perú – 1892 - 1938

Epístola a los transeúntes

 

Reanudo mi día de conejo
mi noche de elefante en descanso.
 

Y, entre mí, digo:
ésta es mi inmensidad en bruto, a cántaros
éste es mi grato peso, que me buscará abajo para pájaro
éste es mi brazo
que por su cuenta rehusó ser ala,
éstas son mis sagradas escrituras,
éstos mis alarmados campeñones.
 

Lúgubre isla me alumbrará continental,
mientras el capitolio se apoye en mi íntimo derrumbe
y la asamblea en lanzas clausure mi desfile.
 

Pero cuando yo muera
de vida y no de tiempo,
cuando lleguen a dos mis dos maletas,
éste ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara en pedazos,
ésta aquella cabeza que expió los tormentos del círculo en mis pasos,
éstos esos gusanos que el corazón contó por unidades,
éste ha de ser mi cuerpo solidario
por el que vela el alma individual; éste ha de ser
mi hombligo en que maté mis piojos natos,
ésta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda.
 

En tanto, convulsiva, ásperamente convalece mi freno,
sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;
y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo,
convalesco yo mismo, sonriendo de mis labios.

 

 

Blas de Otero

Bilbao, España - 1916 –1979

 

Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.

 

Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos
Y también
por ti.
(Aquí
no se salva ni dios. Lo asesinaron.)

 

Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquel que dice:
abel, abel, abel ... o yo, tú, él ...

 

Pero tú, Sancho Pueblo,
pronuncias anchas sílabas,
permanentes palabras que no lleva el viento...

 

Luis Ricardo Furlan

Buenos Aires, Argentina - 1928

Testimonio del credo

 

Creo en la espina azul si me desgarra
el corazón  trasmundo del vocablo-
como un agudo y trágico venablo
y ennoblece mi canto de cigarra.

 

Creo en la copla viva cuando narra
leyendas de la sangre en mi retablo,
en la vigilia donde sueño y hablo
y en el leño si el fuego lo socarra.

 

Creo en la rosa angélica y fragante,
en el amor, buhonero y trashumante,
y en la inicial minúscula del nombre.

 

En la humildad pacífica del huerto,
en la revelación del tiempo cierto;
y todavía más: creo en el hombre.

 

Otto René Castillo

Quetzaltenango, Guatemala – 1936 - 1967

Los fusilados

 

Los llevaron lejos de la ciudad

y no volvieron a llorar sus ojos
sobre las grises calles de mi país;
ni volvió más las brisa a disolver
su frente contra los carceleros
ni el luto dobló mas su cintura
en las pupilas claras del sol;
ni el andamio biológico del puño
se trepó de sombra.

 

Las calles, las casas, los sueños
los vieron pasar hacia la muerte
con la ternura flotando alegre
sobre sus sienes de floresta,
pero de cada rostro nacían pájaros
que buscaban el regazo de la aurora
llenándola de un no sé qué de amor
caído desde lo alto de un lágrima…

 

De pie marchaban, silvestres y humanos.
Amarrados, como el cabello de las mujeres
Populares, salían al encuentro de la muerte
con una canción universal en la garganta
poblada de milpales soberbios.  ¡Otra vez
la muerte amenazando, subiendo otra vez
las gotas del martirio hasta el aliento…!
Custodiándolos, los verdugos reían.  Y bebían
la silenciosa integridad de sus jilgueros
con el mismo rostro de raíces castigadas,
con la misma estatura corta de la brisa,
con el mismo color de río sin afluentes
pero con diferente emoción y pensamiento
sobre el puño oloroso de los jardines…

 

Salieron de la ciudad a las doce
de la noche.  Atrás, las luces decían
adiós con sus pupilas espigadas.
Atrás, la ciudad, sin alas, se quedaba
con los enamorados, su lecho y su sonrisa…
no volvieron más hacia las cárceles
porque hundieron sus raíces biológicas
en el mismísimo corazón del pueblo.

 

“¡Han matado!  ¡Han matado
muchos obreros esta mañana!
--lo dice el pueblo llorando
por boca de sus paredes--.
“Fuera de la ciudad capital
esbirros del gobierno han matado
prisioneros políticos y apolíticos:
albañiles de una primavera que comienza.”
“!Han matado! ¡Han matado hombres
que solían amar la salida del sol,
besar la semilla de la brisa,
acunar la caída del crepúsculo,
besar la frente de los hijos,
morir por la vida de una rosa,
pelear con la hoz por el pueblo,
levantar el martillo por la vida,
amar al pobre sobre todas las cosas
y pelear por su futuro con los dientes.”

 

Los llevaron lejos de la ciudad
y dejaron sus sienes floreciendo
orgullosos maizales, eternizados
estarán ahora debajo de la tierra
soportando con sus hombros inmensos
todo el futuro del mundo…

 

 

 

 

Marcos Ana

San Vicente, Alconada, España - 1920

Decidme cómo es un árbol

 

Decidme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros.

 

Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves,
como la choza de un pobre.

 

Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor, no lo recuerdo.

 

¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?

 

¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?

 

Veintidós años… Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma… Escribo

 

a tientas: “el mar”, “el campo”…
Digo “bosque” y he perdido
la geometría del árbol.

 

Hablo, por hablar, de asuntos
que los años me borraron

 

(no puedo seguir, escucho
los pasos del funcionario).

 

Roberto Sosa

Yoro, Honduras – 1930 - 2011

La ciudad de los niños mendigos

 

¿De dónde vienen estos niños mendigos
y qué fuerzas multiplican sus harapos?

 

¿Qué humano no ha sentido
en el sitio del corazón
esos dedos
picoteados
por degradantes pájaros de cobre?

 

¿Quién no se ha detenido
a mirarles los huesos
y no escuchó sus voces de humilladas campanas?

 

Que no haya niños mendigos disminuidos en las puertas,
golpeados
por la bruma de los cementerios,
muro blanco de las ciudades.

 

Que haya niños que posean juguetes,
pan
y luceros debajo de sus zapatos.
Que en el patio de la escuela
capturen alegremente
los insectos en el césped.

 

Que habiten en sus mundos
entre sus propios seres y sus cosas.

tom:.0001pt'>es cosa común que las margaritas sostengan la

 

nieve que quedó de los cuerpos en la

primavera.

                                                                  De Inri - 2004

 

Juan Calzadilla

Alta Gracia de Orituco, Venezuela - 1931

Memorial de poetas muertos que alabaron el estado de gracia de la derrota

 

Oh Brecht

 

Ya quisiéramos que ese magnífico

retazo azul del cielo en verano

no fuera tan irresponsablemente bello

y que por ser bello

justamente no pidiera de nosotros

que para cantarle nos cruzáramos de brazos

ante tantas barbaridades.

 

El acto poético más puro

 

André Breton sale a la avenida y, mirando hacia las cámaras,

descarga su revólver sobre la multitud. O mejor, simula hacerlo

y prefiere describir esta acción en el papel para testimoniarla

como acto potencial digno de ser celebrado por la escritura.

Llama a eso acto poético puro para diferenciarlo de genocidio.

 

David Escobar Galindo

Santa Ana, El Salvador - 1943

Como los dioses en su audaz vigilia

 

Como los dioses en su audaz vigilia,
me asombro de estar vivo y de estar muerto.
La palabra revienta en el silencio
y el silencio se nutre de palabras.
¿Cuál es la diferencia entre estar vivo
y estar muerto? Los dioses son balanzas.

 

Carlos Tallarico

Buenos Aires, Argentina

Arenga imaginaria

 

“De lo vuestro a lo propio y viceversa,

tengamos la piedad del aire por el aire.

 

El tiempo adora esa atmósfera que flota

sobre tanto difunto.”

 

De: Creés  mirar lejos y otros poemas, La luna que, Argentina, 2011

 

Martín Poni Micharvegas

Argentina. Reside en Madrid

Canto la poesìa de mis compañeros

 

Llenos de falsas palabras como andamos,
entre ofertas y eslógans y ritmos traicioneros,
por amor a mi fe y a la vida que viene,
canto la poesía de mis compañeros.
 

La verdad es màs fuerte que cualquier cadena.
Nada grita màs alto que un verso prisionero:
Mientras la canción se cansa y el arte se desploma,
canto la poesía de mis compañeros.
 

La tallaron en sierras, en selvas, en montañas,
en fábricas y campos en jornadas de acero,
en quebradas oscuras donde brilló la muerte
y en ciudades perdidas bajo los tiroteos.
 

La salvaron del riesgo de morir asfixiada
en la cámara cínica del mensaje con miedo.
Por que ella ha sido escrita para alentar coraje,
canto la poesía de mis compañeros.

 

Viviré para verla vivir sobre la muerte
y arrasar las paredes del terror que erigieron.
Ya que hoy aún libra lucha contra esas maldiciones,
canto la poesía de mis compañeros.

 

 

Roberto Juarroz

Coronel Dorrego, Argentina – 1925- 1995
9

 

Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que solo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.

 

Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.

 

Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.

 

Gunter Grass

Danzig -ahora Gdansk- Polonia - 1927

La escuela de los tenores

 

Coge el trapo, borra la luna,
escribe el sol, la otra moneda
del cielo, pizarra escolar.
Siéntate luego.
Tus notas serán buenas,
pasarás al curso siguiente,
llevarás una gorra nueva y más flamante.
Porque la tiza tiene razón
y la tiene el tenor que la canta.
Deshojará el terciopelo,
ahuyentará la hiedra, medida de la noche,
el musgo, su murmullo,
todos los mirlos.

Al que toca el bajo, emparédalo
en su bóveda.
¿Quién cree aún en barricas
en que el nivel del vino disminuye?
Sea pájaro o metralla
o sólo un zumbido hasta que cruje,
porque el éter está repleto
de fines de semana y veraneos.
Tijeras que, en la sastrería,
gorjean la canción de la primavera y la costura...,
no sigas su ejemplo.

Sacando el pecho, hasta que el viento dé un rodeo.
Una y otra vez trompetas,
cucuruchos de papel llenos de cebollas de plata.
Luego paciencia.
Espera hasta que los ojos de la señora se aparten,
dos criadas descontentas.
Sólo entonces esa nota que las copas temen
y el polvo
que persigue a las molduras hasta que cojean.

Raspas de pescado, ¿quién cantará esos intersticios
al mediodía ensartado en un junco?
¡Qué bien cantaba Else Fenske cuando,
en sus vacaciones de verano,
tropezó a gran altura
cayendo por una silenciosa grieta del glaciar
y dejándonos únicamente su sombrilla
y su do de pecho!

El do de pecho, los muchos afluentes del Mississippi,
su espléndido aliento
que inventó las cúpulas y el aplauso.
Telón, telón, telón.
Deprisa, antes de que el candelabro se niegue a seguir tintineando,
antes de que las galerías se inclinen
y la seda se abarate.
Telón, antes de que entiendas ese aplauso.

fragio de sangre.

 

 

Luis Ricardo Furlan

Buenos Aires, Argentina - 1928

El pobrecito de aquí

 

Niño a solas llorando su pobreza

en el cuenco vacío de la mano

(grillo silente, cuerda del verano;

hacecillo de invierno, la tristeza).

 

Desnuda el ansia – grano sin maleza-,

a la intemperie en el umbral urbano,

de Blancanieves el octavo enano,

rito de caridad que nadie reza.

 

Calleja del dolor y del olvido,

universo minúsculo, perdido,

rueda frágil que clama su recalzo.

 

Celaje gris, el pibe de voz queda

sólo busca la última moneda:

el tercer mundo tiene el pie descalzo.

                             

                                            En plaqueta: La cicatriz ajena.           

 

Elsa Tió

Puerto Rico

29

 

Tengo furia de mí

de mi desgaste inútil

inútil como un ciego ante un espejo

como el reloj pulsera en la mano de un muerto.

Ya solo veo ante mí cosas perdidas

tierra sin campesinos ni canciones

una gran losa de cemento y piedra

sirviendo de sepulcro a las semillas

una hoja secuestrada por un viento sonámbulo

y un árbol que es la tumba de unas alas vencidas.

He tratado de ver las huellas en el viento

de todo lo que pasa de todo lo que vive

de todo lo que sangra y llora y muere

y solo veo la cicatriz del tiempo.

                                 

                            en Detrás de los espejos empañados, Puerto Rico, 1979

        

 

Maruja Vieira

Manizales, Colombia - 1922

Rayuela

                                       En memoria de Ignacio Ramírez, el Cronopio Mayor

 

Hoy  necesito dibujar una rayuela

en alguna parte.

No puedo hacerlo en la Rue Martel

de París,

que estará llena de cronopios,

famas y conejitos

con flores amarillas

en las orejas.

 

Tengo que dibujarla aquí,

con los bigotes de mi gata

reflejados en un espejo.

 

Al otro lado del espejo

me encontraré contigo, Ignacio.

Y jugaremos a la rayuela

con la seguridad de llegar al cielo.

 

 

Isa Guerra

Islas Canarias

Las 11

 

Los astros crepitan,

La noche

Estrellada

De inquietud

   Ausencia

La angustia

   Del amante.

A lo lejos

Esa tristeza tuya

Que parpadea,

A lo lejos

Alguien

Muere

Sin ti.

 

Roger Santiváñez

Piura, Perú - 1956

4.

 

Los arbustos son perfectos danzan

Solitarios ante mi susurrada canción

No me dicen sino dulzura enhiesta

 

En la finestra destinada a su infinito

Vaivén inescapable a esta hora mori

Sólo el sonido de las ramas cruzadas

 

Por el viento se percibe en el adviento

De una noche más en el verano del

Confín tan olvidado presto a la sola

 

Despedida que es mi canto fúnebre &

Sin embargo feliz hasta la sonrisa de

Una rimense monalisa tiempo intocada

 

            Roberts Pool Crepúsculos, Monte Ávila Editores, Venezuela 2012

 

Ledo Ivo

Maceio, Alagoas, Brasil – 1924 - 2012

Ser y saber

 

Veía el viento soplando
y la noche descendiendo.
Oía el grillo saltando
en la hierba estremecida.

 

Pisé el agua
más bella que la tierra.
Veía la flor abrirse
como se abre la ostra.

 

El día y la noche se unieron
para ungirme.
La unión de luz y sombra
abrazó mis sueños.

 

Veía la hormiga esconderse
en la ranura de la piedra.
Así se esconden los hombres
entre las palabras.

 

La belleza del mundo me sustenta.
Es el hermoso pan matinal
que la mano más humilde coloca
en la mesa que divide.

 

Jamás seré un extranjero.
No temo ningún exilio.
Cada palabra mía
es una patria secreta.

 

Soy todo lo que es partición
el trueno la claridad
los labios del mundo
todas las estrellas que desaparecen.

 

Sólo conozco el origen:
el agua negra que lame la tierra
y los cangrejos que me acechan
entre las raíces del mangle.

 

Sólo sé lo que no aprendí:
el viento que sopla
la lluvia que cae
y el amor.


Traducción José Javier Villarreal.- Tomado de “Ledo Ivo, Una antología de una antología personal / Colección El oro de los tigres III, dirigida por Minerva Margarita Villarreal, Universidad Autónoma de Nuevo León, 1era edición, 2011. México.

 

 

Ki no Surayuki

Japón

 

Las flores del ciruelo

aún no han caido

pero en el fondo del agua que corre

 

se ve su imagen

reflejada.

 

 

Samir Delgado

Islas Canarias

/1/

 

Hay una mirada tuya

Que llega como el aguanieve

En los puertos altos de la montaña

Y el revuelo alegre de golondrinas

Sobre la pérgola celeste del verano.

Una mirada tuya que llega siempre

En los preámbulos de cada beso.

 

 

Masao Nakaguiri

Japón

Guerra

 

Una cabeza de hombre, salpicada de arena.
Un hilo de sangre que se alarga infinitamente.
Metales que se diluyen, ojos que quedan entreabiertos.
Mujeres semidesnudas.
En el extremo del mundo
creí haberlos visto.
 

Hojas de caucho despedazadas y empapadas.
Corrimos desesperados.
Nos volvíamos locos.
El índice de mi mano se crispó contra mi voluntad
y tu figura desapareció;
quiero decir: te maté.
 

Un pedazo de plomo que ató mi dedo a tu corazón.
Los dientes menudos, los pies pardos, y todas las cosas
    pequeñas.
En el extremo del mundo
creí haberlos visto.
Pero, ¡Peter!
¿Por qué sonríes a quien te mató?
De lejos
llegas fluyendo dulcemente.
Te acercas titubeando, amigo,
No sé si te llamabas Henry
O Robert.
Sin embargo, ¿por qué no me culpas a mí, tu sacrificador?
 

Por fin, regresamos a la patria
en cuya belleza habíamos creído.
Mis zapatos militares cubiertos de lodo
pisan ahora las calles carcomidas de Tokio.
Pero tú, ¿en dónde estás tosiendo?
¿En dónde estás lamiendo ese queso de sangre?
 

Amigo, podrás mirar, lo sé,
a este pobre hombre que mató a su amigo
trepando como topo en el rincón del mundo.
Y comprenderás
que es mucho más penoso haber sobrevivido
que estar muerto.

Gustavo Pereira

Margarita, Venezuela - 1940

Fábula del gran poder

 

El constructor de imperios cruza los desiertos para burlarse de la vida

No padece de dudas ni interroga los cielos

Toda alucinación le es ajena y despreciable

“Cenizas en el viento vanas suposiciones

                  de idiotas son los sueños” – se dice entre las sombras

mientras su ojo escudriña la furia de sus perros

 

Va de un lado a otro enloquecido detrás de aquello que brilló y fue sólo

  puñado de polvo en la distancia

 

Por toda artimaña respetable esgrime en la punta de su cuchillo

                    su categórico argumento.

Juan Brambiya, Luján, Argentina

Bellessi Diana

Zavalla, Santa Fe, Argentina - 1946

 

Navegábamos por un mar de arena.

El sol, espectralmente rojo teñía la aureola

de polvo que seguía a la nave. Un cielo de oro

sin una nube, sin un pájaro dándole vida.

Ella permanece erguida sobre el puente, su

sola voluntad nos impulsa en el desierto.

Hace crecer un árbol desnudo en verde

para mí. Sé que es un regalo,

una sombra clara que me recuerde

la mitad de mi origen. Después cruzamos

el umbral. El signo de su silencio

se hizo silencio: me devoró suavemente

el resplandor de lo oscuro.

                                                                                                                              Tributo del Mudo, Ediciones Sirirí, Buenos Aires, 1982

 

Rosina Valcárcel

Lima, Perú

6 DE ABRIL y otros poemas, 

a Víctor

                                                                    El héroe aguarda al filo de un pozo

                                                                                                                      r.v.

 

                                                                a Víctor Polay Campos

 

La prisión se extiende

La humedad las hojas de la urbe

Como quien torea el patíbulo

La tarde del 6 de abril

Con sus ojos abiertos

El héroe aguarda al filo de un pozo

Me cede un libro de cuentos

Sereno se mueve en la escena y dice:

—Nadie podrá atarnos el espíritu

He soltado una cometa.

 

(C/f: Contradanza, Lima, 2013, Fondo Editorial Cultura Peruana)

 

Cristina Villanueva

Argentina

A Juan Gelman

 

Por las lágrimas navegan ojos

 

ojos que vuelan la tristeza como si fuera un río o una lluvia

 

ojos para buscar agujeritos de cielo en el dolor

 

para encontrar

huesitos de luz 

en el bordado oscuro de tu muerte

 

 

 

Nazim Hikmet

Turquía - 1902 – 1963

 

Soy poeta,
silbando voy por las calles
y dibujando en las paredes
mis poemas en forma de rayos…

“Eres una aldea en las montañas
de Anatolia,
eres mi ciudad,
la más bella y la más desdichada.
Eres un grito de auxilio, quiero decir, eres mi país;
las pisadas que corren hacia ti son las mías.”

 

Luis Bolaños

Grecia, Costa Rica – 1944

Poema del agua

 

Dormida en el humo de la muerte

tú sueñas un sueño de pájaros sin voz.

 

Soledad de  noche bajo las hojas:

el viento agita las ramas

y la tarde gira lenta en el agua.

 

Las arañas comienzan a tejer entre mis dedos

y mis manos vacías se llenan de sombra.

                                                                                               En Para encender la noche, Editorial Costa Rica, 2004

 

Antonio Preciado

Esmeraldas, Ecuador – 1941

Hallazgo

 

Hoy saqué de la arena
un hueso que me ha pertenecido,
porque tiene una señal de sangre
idéntica a mí mismo,
y el horrible dolor que me he palpado
en este mismo sitio.
Además,
es del mismo metal
que en una uña de mamá he sorprendido.

 

Pues bien,
me haré una flauta,
compondré una canción a mi asesino,
y la saldré a tocar todas las lunas
a lo largo de todos los caminos.

 

 

Miguel Sotomayor

La Habana, Cuba - 1948

Camilo

 

En memoria del Comandante Camilo cienfuegos                 

fallecido en accidente de aviación en 1959.

 

Desapareció.

En el mar.

Estás.

Nadando en tu sombrero.

En las olas que mojan las estrellas.

En cien delfines y gaviotas.

En el fuego que calienta el Caribe.

 

 

Jorge Debravo

Guayabo de Turrialba, Costa Rica – 1938 - 1967

Nosotros los hombres

 

Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.

 

Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.

 

Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
árboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.

 

Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.

Philip Larkin

Coventry, Inglaterra – 1922 - 1985

Los árboles

 

Los árboles comienzan a dar sus hojas
como algo que apenas ha sido dicho;
los últimos brotes descansan y se abren,
su verdor es una especie de tormento.

 

¿Acaso vuelven a nacer mientras nosotros
nos hacemos viejos? No, ellos mueren también.
Su truco de verse nuevos con los años
queda escrito en los anillos del fruto.

 

Aún sigue la trilla de los castillos derruidos
cada mayo en su maduro espesor.
El año anterior ha muerto, parecieran decir,
empieza otra vez, empieza otra vez.

Carlo Bordini

Roma, Italia - 1938

Estatua

 

No es una cosa natural ver como se llevan

las estatuas de lenin

horizontalmente

mientras lenin todavía tiene el brazo

tenso por la acción,

impresiona que la estatua sea aun tan

rígida y que la espalda se vea tan derecha,

y lamento que la estatua no sea

hecha con la espalda que se

pueda plegar para adaptarse a las

circunstancias e inclinarse.

Si es ridícula

no es culpa de lenin es culpa de la estatua.

                                                                                                                       I costruttori di vulcani. 2010

                     Versión del italiano, Gabriel Impaglione

 

Rolando Revagliatti

Buenos Aires, Argentina - 1945

Pequeño descubridor

 

Tempranamente he descubierto

que se puede uno parecer

a un tarado

 

No siempre a un tarado:

en ocasiones, a un salame

un bólido, un mequetrefe

un muerto de frío

un impresentable o ni fu ni fa

 

y no pocas veces

otros pareceres

de índole contigua

delatora de insuficiencias

ha podido uno

personificar

y  personificar

 

Y lo más interesante, claro:

                                            sin serlo.

Amparo Osorio

Bogotá, Colombia

Página de nieve
 

En el envés: auroras retardadas
viento de infancia             
alba y fisura de otras horas   
grito contenido               
tropezando en la nieve.       
Espejo exhausto               
múltiple silueta               
página blanca                 
precediendo los rostros.       
¡Sé el peso de mi sombra!     
 

 

José María Pallaoro

City Bell, Argentina - 1959

Por el motivo que sea

 

Clara

es tan clara

que no

necesita soles

para embellecer

los días.

Eso sí:

cuando cierra

sus ojos

todo hace agua

y lo que vale

la pena

se ahoga.

 

 

Luis Alberto Crespo

Carora, Venezuela – 1941

 

De tanto vivir

Adelgazo como una orilla

Quedo ligero

De tanto irme de mí

Nunca fui mío

Cuando me encontraba

Andaba a caballo

Temiéndome

Me hago daño despierto

Con tanta luz

Tanto ser.

                                                En: Entreabierto.

 

 

Humberto Vinueza

Ecuador – 1942

 

LAS ESTELAS CONTIENEN la insignia familiar

           cocida con el limo del cielo

y la fantasía se hace carne

y la carne imagina y gime a través de un himno

 

en el firmamento el desentorno recupera

           la acción incitadora de la cibernética

y las pulsiones del absurdo en estratos múltiples

 

las estelas secretamente contienen

           el modo de respirar automático de persona

y las estrategias anteriores a la conspiración del acierto.

 

                                                                                                                       En Árbol de los vínculos, Ecuador, 2011.

                              

Gary Klang

Haití - 1941

Se abre una puerta

 

Se abre una puerta

Y es la infancia que renace

Este olor tan tenaz

A cuartos de vacaciones

Con el lienzo de la muchacha inglesa

Los ojos vueltos hacia otro lugar

O el árbol cansado que miraba por la ventana

 

Los lagartos poblaban el jardín

 

Teníamos la colina para nosotros solos

 

A pesar del miedo de la araña

Escondida bajo la piedra sobre la que nos sentamos

Que siempre venía en pareja

Sin apresurarse

Y un buen día

El padre encontró una sobre su pecho

 

Las palabras son todo lo que nos queda

Como si esa gente

Esos árboles

Esos juegos de niño

Nunca hubieran existido

 

David Cortéz Cabán

Puerto Rico - 1952

No soy un tigre de bengala

 

No soy un campeón,

no soy un héroe,

no soy ese galán

por quien tu madre

suspira y se desvela.

Apenas tengo garras de tigre de bengala.

Pero esta noche,

cuando todos se hayan marchado

baja despacio,

no cimbreen las paredes,

que nadie sepa nunca quien te hizo

esos dos puntos rojos en la noche.

                                                                                       En Ritual de pájaros, Ediciones El otro el mismo, Venezuela, 2004

 

Osvaldo Ballina

La Plata, Argentina - l942
Anónima, como si quisiera

 

anónima, como si quisiera,
la cara que despide en la oscuridad
 

restituye lo expulsado
acuesta en tu más acá
el espasmo luminoso
 

y lo que va por afuera
 

es ropa vieja, agua servida
corrosión de un deseo ajeno que no está
                                                                       

De Lejos de la costa
 

Jorge Ariel Madrazo

Buenos Aires, Argentina - 1931

Presencias

 

                                                   Croan las ranas en un pantano inexistente…

                                                                                                   Miriam Cairo

 

ÉSTA es la noche, danzando sobre los álamos.

En el nocturno azufre vuelvo, pues, a ser

aquel que ni los íntimos amigos adivinan.

Ellos sólo acogen estas pálidas facciones 

que los ángeles del ayer no soñaron.

Por eso

al aquí dejarte mi palabra:

las ranas del campo

(donde una vez me supe vivo)

vuelven a croar, son mis fieles escuderos

de la resurrección.

 

Cantan las ranas al tren remoto

acribillado por el oro solar, a

las nubes del encantamiento.

Cantan a mi perplejo corazón

Croan las ranas, y mi vida

obtiene en ello lo justo y necesario.

 

Adviene vuelto enigma

el canto de las ranas

y todo está muy bien, está todito

bien,

muy bien.

¿Lo he dicho?:

Cantan las ranas

en su pantano inexistente, y

está todo en su sitio,

y muy muy bien

muy bien.

                                                           del libro «Ayer decías mañana»

Oscar Acosta

Tegucigalpa - Honduras - 1933

Los Pinos de Honduras

 

En Honduras los pinos forman un imperio definitivo

del que no puede huir la naturaleza y el hombre.

En zonas terrestres anteriormente devastadas

se agruparon los árboles con sus bellotas de oro

que al caer de lo alto y recibir la caricia solar,

la lluvia o la niebla que al amanecer inunda los parajes,

viajan hacia los ríos integrando un universo dorado.

Los pinos crecen llegando hasta secretas cámaras

que el aire oculta y que ignoramos los humanos,

sólo los pájaros pequeños  o los intrusos arácnidos

logran ingresar furtivamente en sus aéreos paraísos.

En la verde extensión vegetal que dilatan sus cuerpos

se hospedan prófugos animales y luceros caídos.

Es tan inmensa y fraterna la bondad del pinar hondureño

que ni el fuego invasor puede hacer que pronuncie

éste, con razón o sin ella, una palabra de odio.

Sorprende a veces que entre los cataclismos naturales

o entre aquellos que el hombre, ausente del amor, provoca

exista aún, sobre el herido rostro del mundo,

una isla paradisíaca formada por estas altísimas columnas----

que nos llaman con blanca voz a la ternura y al sueño

y a evadirnos definitivamente del exterminio y de la pólvora.

 

Pablo Neruda

Chile – 1904 - 1973

XIX –América insurrecta- (1800)

 

Nuestra tierra, ancha tierra, soledades,
se pobló de rumores, brazos, bocas.
Una callada sílaba iba ardiendo,
congregando la rosa clandestina,
hasta que las praderas trepidaron
cubiertas de metales y galopes.

 

Fue dura la verdad como un arado.

 

Rompió la tierra, estableció el deseo,
hundió sus propagandas germinales
y nació en la secreta primavera.
Fue callada su flor, fue rechazada
su reunión de luz, fue combatida
la levadura colectiva, el beso
de las banderas escondidas,
pero surgió rompiendo las paredes,
apartando las cárceles del suelo.

 

El pueblo oscuro fue su copa,
recibió la substancia rechazada,
la propagó en los límites marítimos,
la machacó en morteros indomables.
Y salió con las páginas golpeadas
y con la primavera en el camino.
Hora de ayer, hora de mediodía,
hora de hoy otra vez, hora esperada
entre el minuto muerto y el que nace,
en la erizada edad de la mentira.

 

Patria, naciste de los leñadores,
de hijos sin bautizar, de carpinteros,
de los que dieron como un ave extraña
una gota de sangre voladora,
y hoy nacerás de nuevo duramente
desde donde el traidor y el carcelero
te creen para siempre sumergida.

 

Hoy nacerás del pueblo como entonces.

 

Hoy saldrás del carbón y del rocío.
Hoy llegarás a sacudir las puertas
con manos maltratadas, con pedazos
de alma sobreviviente, con racimos
de miradas que no extinguió la muerte,
con herramientas hurañas
armadas bajo los harapos.

              

                                                                              Canto general

Fayad Jamis

México (1930) Cuba (1988)

Por esta libertad

                                                              A Manuel Navarro Luna

 

Por esta libertad de canción bajo la lluvia
Habrá que darlo todo.

 

Por esta libertad de estar estrechamente atados
A la firme y dulce entraña del pueblo
Habrá que darlo todo
Por esta libertad de girasol abierto en el alba de fábricas
Encendidas y escuelas iluminadas
Y de tierra que cruje y niño que despierta
Habrá que darlo todo.

 

No hay alternativa sino la libertad
No hay más camino que la libertad
No hay otra patria que la libertad
No habrá más poema sin la violenta música de la libertad.

 

Por esta libertad que es el terror
De los que siempre la violaron
En nombre de fastuosas miserias.

 

Por esta libertad que es la noche de los opresores
Y el alba definitiva de todo el pueblo ya invencible
Por esta libertad que alumbra las pupilas hundidas
Los pies descalzos
Los techos agujereados
Y los ojos de los niños que deambulaban
En el polvo

 

Por esta libertad que es el imperio de la juventud
Por esta libertad
Bella como la vida
Habrá que darlo todo
Si fuese necesario
Hasta la sombra
Y nunca será suficiente.

                       

 Nota: A la Revolución cubana triunfante el 1 de enero de 1959

 

Mariana Bernárdez

México

 

Bórrame de tus ojos

que no sepas mi rostro

de la multitud

ni el camino de mi mano

sobre tu piel

 

Rastro en la duna

         los días nuestros:

la palabra-luz

el bien herido beso

el café quemado

el cine de lluvia

 

Espacios y distancias

 

Y aún las horas

 

retienen tu nombre.

 

                         Trazos de esgrima. México: Ediciones Sin Nombre y UAM, 2011

Nancy Morejón

Cuba
El tambor

 

Mi cuerpo convoca la llama
 

Mi cuerpo convoca los humos
 

Mi cuerpo en el desastre
Como un pájaro blando

 

Mi cuerpo como islas.
 

Mi cuerpo junto a las catedrales.
 

Mi cuerpo en el coral
 

Aires los de mi bruma
 

Fuego sobre mis aguas.
 

Aguas irreversibles
En los azules de la tierra

 

Mi cuerpo en plenilunio
 

Mi cuerpo como las codornices
 

Mi cuerpo en una pluma
 

Mi cuerpo al sacrificio
 

Mi cuerpo en la penumbra
 

Mi cuerpo en claridad
 

Mi cuerpo ingrávido en la luz
Vuestra, libre, en el arco.

Jorge Ricciardulli, Luján, Argentina.

 

Osvaldo Sauma

Costa Rica - 1949
Mirándola dormir

 

todo hombre es su propio sol
en la media noche del hastío
cuando los grillos chillan
como fuego endemoniado
y las estrellas
están más distantes que nunca
 

bajo la luz del aguardiente
todo hombre
apaga
la lumbre interior de la nada
mientras mira dormir a la mujer
que le cedió el destino
no la que le inventó la ilusión
 

todo hombre
que como yo se emborracha
junto a la mujer
que nos huye en sueños
evade
la necesidad del otro
hace de su fracaso
un tintineo abstracto
y se bebe en silencio su perdición
 

Eugenio Montejo

Caracas, Venezuela – 1938 - 2008

Adiós al siglo XX
                                                                 a Alvaro Mutis
Cruzo la calle Marx, la calle Freud;
ando por una orilla de este siglo,
despacio, insomne, caviloso,
espía ad honorem de algún reino gótico,
recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros
tatuados de rumor infinito.
La línea de Mondrian frente a mis ojos
va cortando la noche en sombras rectas
ahora que ya no cabe más soledad
en las paredes de vidrio.
Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;
miro el instante donde muere un milenio
y otro despunta su terrestre dominio.
Mi siglo vertical y lleno de teorías...
Mi siglo con sus guerras, sus posguerras
y su tambor de Hitler allá lejos,
entre sangre y abismo.
Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios
por un trago, por un poco de jazz,
contemplando los dioses que duermen disueltos
en el serrín de los bares,
mientras descifro sus nombres al paso
y sigo mi camino.

Ana Istarú

San José, Costa Rica - 1960

Yo, la hembra fiera
 

Yo, la marsupial,
la roedora,
la que no tiene tregua,
la que ha juntado ramas,
la que escoge las hierbas con las zarpas heridas,
la que gasta los cobres de su lengua
para fraguar el nido
y está midiendo el viento,
y acapara el lado oculto
de todas las colmenas,
la que atina a mirar los trajes de la luna
y quiere desovar,
 

la que fue fecundada
con un polen antiguo
y está que la revienta
la gloria de la estirpe,
en la que tan sólo espero un signo de los astros
para tirarme
con un rugido ronco a dar a luz,
 

yo, la hembra fiera,
la traidora,
la taimada,
la que a la muerte ha echado
a perder
su cacería.
                                                     De "Verbo madre" 1995

Mario Rubén Álvarez

Paraguay

Solicitud de permiso

 

Estoy gravemente enfermo de poesía:

solicito a la empresa media resma de papel

y ocho días con sus noches para curarme.

 

César Bisso

Argentina

Comunión

 

Quien descubra

el poema

y se conmueva

habrá partido

el pan

en dos mitades.

Ishida Hakyo

Ehime, Japón – 1913 -1969

 

El águila en la jaula

cuando está solitaria

bate las alas.

 

Kim Gu

Corea - 1488-1543

 

De tanto

querer

que aquí sea allí

y allí aquí

 

Aquí

y allí

se hicieron

lejanos

 

Quisiera ser una mariposa

en permanente

vaivén

 

Elvio Romero

Yegros, Paraguay –1926 - 2004

Flechas en un arco tendido

 

Eso somos: las flechas

en un arco tendido, la despreciable indiada;

las leñas que han de arder en los fogones

del blanco en La Misión, los hijos de la intemperie,

del vasto infierno de los desiertos,

definitivamente condenados.

 

Eso somos:

la sombra de lo que fuimos,

un ala destrozada en pleno vuelo

cubierta por la sombra del murciélago,

el habitante forestal, ahora

cazado en plena selva, los guerreros vencidos

definitivamente.

 

Eso somos: la estela

del salto del jaguar al infinito,

los más desamparados de la tierra;

calabazas vacías sin ecos ni semillas,

sustraídas de una fuerza brillante,

los golpeados, los tristes, los caídos

definitivamente.

 

Eso somos.

Definitivamente.

 

 

Federico García Lorca

España – 1898 -1936

La aurora
 

La aurora de Nueva York tiene              
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean en las aguas podridas.

 

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas               
nardos de angustia dibujada.

 

La aurora llega y nadie la recibe en su boca               
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos               
taladran y devoran abandonados niños.

 

Los primeros que salen comprenden con sus huesos               
que no habrá paraísos ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,               
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

 

La luz es sepultada por cadenas y ruidos               
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.

 

Elsa Fenoglio

Haedo, Argentina

 

Puse vida en los espacios.

En la médula del tiempo

los movimientos

de los cuerpos.

Concebí los términos

y expliqué la carne.

                                                                 En La decepción, 1986

 

Víctor Casaus

Cuba

Ciencia (muy) natural

 

Somos materialistas confesos

Nos guiamos por concepciones científicas

del mundo y de sus cosas

Analizamos    estudiamos     pensamos

que todo pasa por el arco del triunfo

de las ciencias

                   Por todo ello

es que ahora declaro

que el mundo se oscurece y se alumbra delante de mis ojos

cuando tú

parpadeas

 

en: Perfume (y secuencia) de mujer, Col. Nuestra voz para vos, CC Pablo de laTorriente Brau, Cuba- 2009

 

Mario Jaime

Desde la tempestad

 

Días de huracán

Días milagro

Los sapos despertaron

Las hierbas que los poetas no han nombrado y los botánicos, afeado

Han resucitado en carpos de júbilo verdoso

 

Y por el camino

Escoltadas por esfinges de corteza

 

Las mariposas brillan y se mojan

 

Todo el cielo es un aliento de alas

 

 

Tomás Borge

Nicaragua – 1930 - 2012

Pido una explicación

                                                                      A Fidel

¿Por qué la cabalgadura de esa voz

su presagio de himno?

¿Por qué la línea tan recta

la lágrima tan fácil

en ese corazón

del tamaño de su historia?

¿Será porque quererlo

es cierto y favorable

como una luz en el rostro?

El hombre no se cansa de galopar

llegó hasta levantar

el viento para barrer oscuros

¿Saben? No tiene miedo

Sólo a la mentira

a la soledad

a lo trivial

¿Por qué hombre de tantos soles?

¿Por qué decime por qué?

¿Por qué muchacho grano de maíz?

¿Por qué no te gusta el mármol?

 

                     En: A la sombra de un grano de sal, Perú, 2007

 

Vilma Vargas Robles

Costa Rica - 1961

Costumbre

 

Yo digo nos estamos muriendo

más rápido que de costumbre.

 

Mal pasa el tiempo por mi casa,

por tu casa, el mundo.

 

No somos un libro de autoayuda.

 

No cumplimos con los requisitos,

ni siquiera sabemos gritar

                                         Una flor azul.

 

Enrique Hernández-D'Jesús

Mérida, Venezuela – 1947

La caída de la historia

 

La historia es sencilla

lo es para su familia entera

 

En la selva

cree ser el Tigre Invisible:

 

es él

 

he aquí el dilema

 

Niels Hav

Dinamarca

Encontrar una lagartija en la oscuridad

 

Ajenos a la matanza,

dimos un paseo por los lagos.

Hablabas de Villalobos.

Yo observaba a un cuervo

picotear la mierda de un perro.

Cada uno en lo suyo envuelto

en una coraza de ignorancia 

que protege nuestros prejuicios.

 

Los holistas creen que el aleteo de una mariposa

en el Himalaya, afecta el clima

en la Antártida, quizás sea cierto.

Pero allí por donde pasan los tanques,

y gotea carne y sangre de los árboles,

no hay consuelo.

 

Buscar la verdad es como encontrar una lagartija

en la oscuridad. Las uvas son de Sudáfrica,

el arroz de Pakistán, los dátiles de Irán.

Apoyamos la idea de las fronteras abiertas

para frutas y hortalizas,

pero a dondequiera que nos volvemos,

el culo sigue en la espalda.

 

Los muertos son enterrados en el periódico,

para que nos sentemos impasibles

en un banco al borde del paraíso

y soñemos con mariposas.

                                                                                         -                                                                        Traducción: Gloria Galindo

 

José Miguel Casado

Caracas, Venezuela - 1985

Para no entrar en polémica

 

Nosotros defendimos el puente de los franceses

tomamos el palacio del Reichstag

tumbamos a Pérez Jiménez

desembarcamos en el Granma

y sacamos a los gringos de Vietnam

 

Nosotros pusimos el primer hombre en el espacio

dimos la vida en cada patria

no alcanzarían todos los periódicos

y revistas del mundo para nuestros obituarios

 

Nosotros escribimos Canto General

y pintamos Guernica

Te recuerdo Amanda

y Techos de Cartón

son de nuestra autoría

 

¿usted sinceramente puede creer

mi doña

que entre tantas obligaciones

nosotros tengamos tiempo de mantener

el exótico hobby culinario

de comer niños?

 

En Panorama actual de la joven poesía venezolana, El perro y la rana, Caracas, 2007

 

Mervin Morris

Jamaica - 1937

Velada poética en Jamaica

 

En un viejo, polvoriento, destartalado caserón, propicio para

las ratas

y demasiado grande para los círculos de poesía selecta, 

los fanáticos de la cultura se dispersan en las primeras filas

atentos para una lectura de poesía inglesa.

 

Geoff realiza estupendas interpretaciones de Larkin, 

al igual que

de Enright, y Michel Saunders  dijo entre un poema y otro

"No digo que sean amables", dice.

"No diría que cualquier persona dijera que

sean portentosos. Los ofrezco

como dos buenos poetas ingleses de nuestra época.

Son antiademanes, antiflatulencia.

Hablan modestamente sus calladas honradeces".

 

La mayor parte del programa

fue dedicada a los poetas locales, estudiantes universitarios.

Algunos toscos, otros turbulentos y muchos violentos,

pero todos desgarrados por los raptos y los alumbramientos

maldiciendo encarnizadamente la esclavitud.

"¡Abajo los ingleses, hijos de perra! ¡Arriba los negros!

¡Oh, Cristo! ¡Arranquemos el papel pintado

de todas las condenadas grietas!

 

Mientras más atención presto, más seguro estoy

de que es absurdo que nos lean a Larkin,

al monótono, temeroso, regresivo Phil,

diciendo no a todo, o más adelante, o aún no puede ser.

Tantos hinchados poetas probablemente se abochornaron

y se preguntarían a dónde carajo llegarían

con sus estrofas estridentes, impetuosos, presumidos,

pintorescos,

y pensarían que surgieron a la vida excesivamente rudos.

Quizás fuera así, pero fue muy ofensivo,

pareciendo exigir cosas que no pertenecen a esta tierra

donde arde el sol y abunda el amor.

 

Porque para nosotros que estamos aquí, una nación desnuda,

preparándonos para recibir golpes, ¿qué sentido

tiene el miedo y la pasiva negación?

En toda esta confusión universal,

¿no sería más honesto que optáramos por decir

que somos aún demasiado jóvenes para caer en la desilusión?

 

Trad. Luis Suardiaz y Keith Ellis

Del libro: Poetas del Caribe Inglés: Antología. Selección, introducción, traducción y notas de Keith Ellis. Colección Poesía del Mundo.  Serie Antologías. Fundación El Perro y la Rana. Venezuela. 2008.- Envío Ingrid Chicote

Jorge Enrique Adoum

Ambato, Ecuador - 1926

Supersubdesarrollo

 

¿Dónde?

En un muelle del Sena.

¿Cuándo?

El último día del otoño.

¿Quién?

Un empleado del aseo de calles.

¿Con qué?

Una gran escalera de tijera y unas grandes tijeras.

¿Por qué?

Para cortar una hoja que aún no había caído.

¿Conclusión?

También he visto en otras partes

matar niños con ametralladoras.

-size:10.0pt;mso-bidi-font-size: 9.0pt;font-family:"Times New Roman","serif";mso-ansi-language:ES-AR'>Amigo, podrás mirar, lo sé,a este pobre hombre que mató a su amigotrepando como topo en el rincón del mundo.Y comprenderásque es mucho más penoso haber sobrevividoque estar muerto.

 

Juana Garcia Abas

La Habana, Cuba - 1950

Mis campanas doblan por todos

 

Soy la Isla, una barca con fatigas de Sísifo:

arca en lastre que cuelga de estos montes

donde restallaron las crestas de las olas.

Ya no hay cielo firme ni mar serena;

fueron borradas todas mis orillas.

Aun deshambrida y acérrima,

mis bronces tocan a muerto

y varo la piedra orzando

ajena a todo

eje.

 

Blanca Varela

Perú – 1926 – 2009

Así debe ser

 

Así debe ser el rostro de dios
el cielo rabiosamente cruzado
por nubes grises, violetas
y naranjas
y su voz
el mar de abajo
diciendo siempre lo mismo
tan monótono
tan monótono
como el primer
y el último día 

 

Circe Maia

Montevideo, Uruguay - 1932

A esta mujer

 

A esta mujer la despierta un llanto:

se levanta medio dormida.

Prepara una leche en silencio

cortado por pequeños ruidos de cocina.

 

Mira cómo envuelve su tiempo

y en él está vida.

Sus horas

fuertemente tramadas

están hechas de fibras resistentes

como cosas reales: pan, avena,

ropa lavada, lana tejida.

 

Cada hora germina otras horas

y todos son peldaños

que ella sube y resuenan.

Sale y entra y se mueve

y su hacer la ilumina.

                                                                                             El puente, 1970

 

Laura Yasán

Buenos Aires, Argentina - 1960

si un día escribiese un poema de amor

 

al hombre que me debe la conquista de éste páramo hostil

le escribiría

que todo es casi nada

que con gusto le cedería espacio si fuera otra mujer

pero soy ésta

la que pronuncia versos

de un desigual tirano raro amor

la que aprendió a llorar sobre su boca

                                                               

Satoko Tamura

Japón

Viaje en otoño

 

Dentro del azul de los adobes están escondidas las pequeñas muertes.

Por las noches invitan sacudiendo las muñecas

y cada vez llega una nueva sombra y canta a solas sigilosamente.

 

El horror con el sombrero negro

viene a quebrar las músicas de mi memoria.

 

Voy buscando los perdidos

y llego al fin hasta aquella persona

cuyos labios delgados sorben mis esperanzas.

 

Oh, el viajero todavía no ha nacido

¿cómo atraviesa el río de la muerte

acompañado con espanto de la bestia infantil

en la primera noche de cautiverio?

Ahmad Shamlú

Irán

Lugar de encuentro

 

Más allá de las fronteras de tu cuerpo te quiero.
 

Dame los espejos y los apasionados voladores nocturnos
la luz y el vino
el cielo alto y el arco abierto del puente;
dame los pájaros y el arco iris.
Y repite el último fragmento
de la melodía que tocas.

Más allá de las fronteras de mi cuerpo
te quiero.

 

En aquella remota lejanía
donde acaba la misión de los cuerpos
y se extinguen
totalmente
la llama y la pasión de latidos y deseos
y cada sentido abandona el molde de la palabra
como lo hace el alma
con el cadáver cuando el viaje concluye,
hasta dejarlo a merced del asalto de los buitres?
en los más allá del amor
te quiero,
en los más allá de la cortina y el color.

 

Para verte,
concédeme una cita
más allá de nuestros cuerpos.

 

Luis Bolaños

Grecia, Costa Rica – 1944

Niño en la lluvia

 

Por la calle pasa un niño.

tiene los zapatos rotos,

abiertos a la noche,

y por ahí

se le derrama la luz que es

y la lluvia se ilumina.

                                                     

 En Para encender la noche, Editorial Costa Rica, 2004

Máximo Simpson

Argentina - 1929

Visión 29

 

Las águilas volaron hacia el lecho del mar,

y los últimos perros ladraron extenuados.

 

Las gaviotas huyeron, y cesaron los vientos.

Enmudeció el rocío, enloqueció la piedra.

 

Los jaguares perdidos cayeron hacia el fondo,

y las últimas vacas mugieron largamente.

 

Alejandro Schmidt

Villa María, Córdoba, Argentina- 1955

oyendo el corazón de las vacas

 

no

yo no me fui

soy de los que se quedaron acá

oyendo el corazón de las vacas

rompiendo los vidrios del espacio

para que pase la noche

y se desangre.

 

Gustavo Lespada

Argentina

Haiku

 

El vidrio se oculta en su transparencia.

La sombra es manifiesta; su opacidad se nutre

de la noche.

 

La escritura es sombría; ante ella

el mundo se detiene.

 

No es un hombre que escribe; escritor es la sombra

que lleva a un hombre a cuestas.

Seamus Heaney

Irlanda – 1939 - 2013

Tormenta en la isla

 

Estamos preparados: construimos nuestras casas achatadas,

hundimos nuestras muros en la roca y los techamos con buena

    pizarra.

Esta agotada tierra nunca nos ha dado problemas

con el heno, así que, como veis, no hay hacinas

ni almiares que puedan perderse. Tampoco hay árboles

que pudieran servir de compañía cuando arrecia

el vendaval: ya sabéis lo que quiero decir–hojas y ramas

levantan un coro trágico en la galerna

de modo que prestas oídos a lo que temes

olvidando que zarandea también tu casa.

Pero no hay árboles ni refugio natural.

Podrías pensar que el mar hace compañía,

explotando cómodamente en los acantilados,

pero no: cuando comienza, el oleaje alcanza

a las mismísimas ventanas, escupe como un gato manso

que se hubiera vuelto salvaje. Simplemente nos sentamos juntos

    mientras el viento ruge

y machaca invisiblemente. El espacio es un bombardeo,

somos atacados por el aire vacío.

Extraño; es una enorme nada lo que tememos.

Ledo Ivo

Maceio, Alagoas, Brasil – 1924 - 2012

El trapiche

 

Quieres que guarde para ti el rocío.

Mas cómo puedo guardar lo que se disuelve

al sol, como el viento, el amor y la muerte?

Cómo guardar los sueños que soñamos

al paso que caminamos despiertos

en lo oscuro y sin nadie a nuestro lado?

Y los susurros de labios encantados

en el otro lado del muro? Y la hierba que se

esparce

en la pista del aeropuerto? Y la mancha que

aparece

en la cáscara del mango maduro?

Cómo guardar la brisa sibilante

en el combés del navío? Y el vuelo del pájaro?

Y la barca abandonada que atraviesa el río

y para bajo la cubierta?

Cómo y por qué guardar un arreo herrumbroso

y la ceniza "de la hoguera"

y la lluvia que llovía y el viento que venteaba?

La nada guardaremos, nosotros que somos

el depósito de todo, el baúl y el trapiche.

El rocío; que es eterno, se evapora

llegada su hora Y nuestros sueños

nos guardan fielmente en sus sepulcros.

Mariangela Gualtieri

Cesena, Italia – 1951

Miro seguido el cielo

 

Miro seguido el cielo. Lo miro temprano en las

horas de luz y todo el cielo se pega a los ojos y viene a

beber, y yo a èl me adhiero, como un vegetal

que se come la luz.

 

                                                                            da "Fuoco centrale"

                                             versiòn del italiano, Gabriel Impaglione

Roberto Roversi

Bologna, Italia - 1923 –2012

Suena el tambor

 

Suena el tambor y lleva tu voz

a las hojas de los árboles más altos

para recordar:

realmente el hombre ahora puede cambiar

y puede correr con pies descalzos

como sobre los carbones del infierno

en la ciudad, sobre calles y a lo largo del mar

donde un tiempo anidaban los mercados

del prejuicio

y hacían de la vida un eterno

despedazamiento de banderas.

Pero ahora si el invierno viene

la primavera ya no es lejana.

                                                                                              Versión del italiano, Gabriel Impaglione

 

Víctor Casaus

La Habana, Cuba - 1944

Los poemas
 

Por suerte sólo nacen
de esta rabia y este desconcierto
de este sudor imperceptible entre los dedos / sólo
nacen de la furia y la nostalgia
de una mirada / que no está /
de un temblor / que se recuerda /
de unas ganas de cantar y de contar
cada segundo en la fiesta de la vida

 

por suerte sólo nacen
donde / como / cuando
deben nacer.

Marianhe Jalil

Veracruz, México

Las horas

 

No es cierto que el día tenga 24 horas, y que haya día y noche en cada uno de ellos, hay veces en que la noche es eterna, desde aquel último momento de una llamada en la cual se congelan las sonrisas, y los minutos, desde un momento que tergiversa la realidad a un plano desconocido, como un mundo alterno en el que refugias tus recuerdos en una caja en el buró de los deseos, como si pudieran rescatarse algunos besos tras el telón de sus adioses esos con sabor a desamor y golondrina perdida, esos besos que ya se fueron, esos que se anidaron entre un ala de mariposa azul y el polvo de la nostalgia, es mentira que los días puedan medirse, que sean tan cortos, si toman forma de infinito, y de lágrima congelada en el aire. Esas horas que se conocen vuelven a existir hasta que puedes darle una manera de olvido al adiós. Las horas vuelven hasta que tomas con una copa de vino toda la tristeza derramada, y es entonces que puedes decir que las manecillas que se mueven tienen sentido no porque haya olvido, simplemente perdón. Comienza un año y es entonces que todo tu mundo suspendido, quieto e inmóvil comienza a moverse de nuevo. Y todas las horas tienen de nuevo sentido como las manecillas del reloj, entonces tras cuatro meses de una larga e interminable noche el brillo del sol aparece y avanzan las horas. Vuelven a ser mías. 

 

(Escrito un fin de año, escuchando Philip Glass "The hours"). 

Raúl Zurita

Chile

Inri

 

Están la cordillera de los Andes y el Pacífico

abrazados debajo de las piedras. Las margaritas

crecen en la primavera. Tal vez la primavera

crezca. Tal vez las montañas y el océano

abrazados se levanten desde abajo de las piedras

y sean margaritas de la nueva primavera.

Bruno, Susana, tal vez sus cuerpos se levanten

desde debajo de las piedras. En una tierra enemiga

es cosa común que las margaritas sostengan la

nieve que quedó de los cuerpos en la

primavera.

                                                                               De Inri - 2004

fotografía cedida por Marianhe Jalil

Nicolás del Hierro

España -1934

 

Como si todo fuera concebido

para que desbordáramos los sueños,

así se abrió la luz: nadie oponía

su alegato ni freno, porque nada

podía interponerse.

                              Nos cogió

la alborada con rosas en la mano

y en los labios palabras conviventes.

Era hermoso y alegre el caminar.

 

Andábamos.

                     Anduvimos por la senda

del sueño y la esperanza como quien

para con el amor extiende avales

sin otra recompensa que la entrega:

 

niños fuimos, capaces de elevar

el juego hasta la altura de lo humano.

 

Miguel Barnet

Cuba

Nazim

 

Pensándolo bien

su rebeldía fue apenas

un momento de tomar la palabra

(fechas, cartas del exilio,

amores deshechos en la yerba)

 

Ahora

mientras él se cubre el pecho de la lluvia

yo me pregunto

qué nueva dirección tomarán sus versos

tan mezclados ya de tierra.

 

en Carta de noche, 1982

Ataol Behramoglu

Turquía

Si muero será un día al acercarse la tarde

 

Si muero, será un día al acercarse la tarde

Caerá una nieve intensamente negra

Los caminos serán cubiertos por mi corazón

Yo veré llegar la noche

A través de mis dedos.

 

Si muero, será un día al acercarse la tarde

Los niños irán al cine

Hundiré mi cara en una flor

Como para llorar.

Un tren pasará imperceptiblemente

 

Si muero, será un día al acercarse la tarde

A él le gustará que yo me vaya

Y entraré en una ciudad tardíamente

Y miraré el mar

A través de los damascos

Iré a ver un espectáculo

 

Si muero, será un día al acercarse la tarde

Una nube pasará a lo lejos

Una nube de infancia negra

Un pintor surrealista

Comenzará a cambiar el mundo

El canto de los pájaros, los gritos

El color de la mar

Y los campos se entrelazan

 

Te traeré un poema

Las palabras brotarán de mi sueño

El mundo se separará en porciones

En una la mañana del domingo

En la otra el cielo

En otra las hojas amarillas

En otra finalmente un hombre

Todo comenzará de nuevo.

                                                         Versión de Rei Berroa

José Cedrón

Argentina

 

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida
por diez lugares suyos, cierta gente...
José Emilio Pacheco; (En el poema "Alta traición")

 

Bajo tiempos difíciles y noches cerradas
te he soñado. Fui un impostor de luz para esa claridad que no toleras.
Tu anuncio es invisible como el amor que llevas
y que traes de mi piel. Y no te reconozco
más que en viejas traiciones.
Lo digo sin pedirte perdón, sin pedir nada.
Y sin embargo duele.
No podría desear la salvación sin vida. Ese poder.
Y también, sin embargo, no oculto lo invisible
del cómplice que traigo. Fantasmas que nos diste
para estrechar tu vieja geografía
de mártires y sombras.
El gesto recorrido con la misma mirada acorralada
vacila hoy como un ciego, en el cordón de un país desconocido.


(De Actas; 1986)

Concepción Bertone

Santa Fe, Argentina

Caballos


                                          a mi padre Francisco Antonio Aversa,
                                                                                   en memoria


Yo sólo veía del caballo oscuro
el lucero de blanco pelo
que le dividía la frente, la crin
tusada por la parcial visión, por el hecho
de no tener más ojos
que para ver esa estrella. Él
veía la majestuosa genealogía del pedigree,
el pelaje enjoyado por el “masaje”, el
cuidado amoroso, antes y después
de la carrera, el paso airoso,
la apuesta de la corazonada, la gesta, y
lo que yo puedo ver ahora
en el remedo, la copia
-ex profeso inexacta-
que queda en la memoria: el juego
por el juego, por la lúdica
vida, la vana gloria, la herida
siempre enconada del recuerdo. Mi padre.

Un pura sangre, un quemante resuello
de hazañas y rodadas,
un destello de hielo
en los claros ojos. Siempre será
ese modo lejano de amar. La luna,
en un eclipse total, esta noche
que la tierra no la deja mirarse
en los ojos del sol, es fija

de ese amor que me entenebra.


Del libro Aria da capo, Ediciones Del Dock y La Guacha, 2006 

Juan Manuel Roca

Medellín, Colombia - 1946

Diario de la noche


A la hora en que el sueño se desliza
Como un ladrón por senderos de fieltro
Los poetas beben aguas rumorosas
Mientras hablan de la oscuridad,
De la oscura edad que nos circunda.
A la hora en que el tren tizna la luna
Y el ángel del burdel se abandona a su suerte,
La orquesta toca un aire lastimero.
Una yegua del color de los espejos
Se hunde en la noche agitando su cola de cometa.
¿Qué invisible jinete la galopa?

Roque Dalton

El Salvador

Hora de la ceniza 

Finaliza Septiembre. Es hora de decirte 
lo difícil que ha sido no morir. 

Por ejemplo, esta tarde 
tengo en las manos grises 
libros hermosos que no entiendo, 
no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia 
y me cae sin motivo el recuerdo 
del primer perro a quien amé cuando niño. 

Desde ayer que te fuiste 
hay humedad y frío hasta en la música. 

Cuando yo muera, 
sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable, 
mi bandera sin derecho a cansarse, 
la concreta verdad que repartí desde el fuego, 
el puño que hice unánime 
con el clamor de piedra que eligió la esperanza. 

Hace frío sin ti. Cuando yo muera, 
cuando yo muera 
dirán con buenas intenciones 
que no supe llorar. 

Ahora llueve de nuevo. 
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto 
como hoy. 

Siento unas ganas locas de reír 
o de matarme. 


De La ventana en el rostro 

Max Rojas

Ciudad de México, México – 1940 – 2015

Algo cruje

 

Algo cruje; ciertamente algo cruje.

Madera o mundo o muerte ya cansada

cruje;

ciertamente algo cruje, roe campanas,

masca niebla; algo mastica huesos

de angustiadas palomas.

Algo cruje; ciertamente algo cruje:

caen sonidos o golpes de azadón

o alguien escombra piedras

o quién va hacia mi hueco,

pero no, y sigue de largo.

Ciertamente algo cruje, algo en alguna parte

se está muriendo a escombros,

algo se está viniendo abajo.

Tristeza o soledad o rabia oscura:

qué desolado mundo sin ti se desmorona.

Jorge Etcheverry

Chile – 1945- Reside en Canadá

Últimos versos

 

Hasta luego, amigos camaradas

Desde una celda en 1942

Con una aurícula surrealista

Un ventrículo comunista

Media materia gris demócrata

Miguel Hernández da sus últimos poemas

a sus carceleros

Pliega sus alas y se apresta a emprender

El Gran Vuelo

Sobre los tejados del mundo

Mientras otros nidos empollan

A Javier Heraud

Roque Dalton

Víctor Jara

Y los que vendrán

 

Julio Carabelli

Buenos Aires, Argentina - 1940 –- 2014-

De Jurisdicciones

Jurisdicción de la palabra

 

Hay una alta eternidad en las palabras

que no son ni feas ni lindas

sino tan precisas como las personas

verdaderas o falsas

y no deben distraernos

los adjetivos

que a veces

son como espurios brillos

salmodiando la frivolidad.

Juano Villafañe

Argentina - 1952

Segunda estadía

 

Era como un país en el infierno

Con familiares que te retiraban a una estadía de campo.

En los jardines y en las miradas de luz sobre los ojos.

 

En los felinos de caza y la casa de felinos.

Una actuación, una marca de mundo y su registro

en espadas cruzadas por el honor perdido, en la puerta entreabierta

en la huida, el vidrio roto por donde penetraba el frío, lo elemental, el nocturno y el aviso: ingresa la visita, los reflejos, la familia.

Será así sobre la vuelta, en la segunda, en la que no ha sido buena y se repite siempre,

por otra vez, en su destino que está sobre la vuelta,

con los felinos paseando por el parque.

 

Es un destino con un país de infierno

donde se huye sobre un espejo roto, y rota el alma, el frío extendido.

Nadie te despide ahora

ni viajan antes para llegar mañana.

Es la segunda, donde todo se ha roto, donde ya nada es bueno, ni hay partes para luego.

Pero qué pena, si el parque es tan inmenso, la casa hermosa y la familia ha muerto.

 

Cuando volví a verte, aún los animales paseaban.

John Collier

Allan Mills

Guatemala - 1979

El indio no es el que mira usted

 

El indio no es el que mira usted

en el catálogo de turismo,

cargando bultos

o llevándole comida a la mesa.

Tampoco el que ve desde la ventanilla

y pide monedas haciendo malabares,

ni el que habla una lengua muy otra

y resiste fríos nocturnos.

No, el indio está adentro,

y a veces se le sale, acéptelo,

aunque lo entierre en apellidos,

aunque lo socave bien

y niegue su manchita de infancia,

ahí está, acéptelo.

Y si aparece esa agua rancia,

voraz, el aguardiente que inflama,

ya verá que se le sale,

el indio empuja con su fuerza de siglos,

emerge ardoroso y se le sale,

con lo guardado,

con lo que dura doliendo.

No, no es otro,

el indio soy yo,

a ver, repita conmigo.

                                       

 Poemas sensibles, Praxis, 2005

Carmen Yáñez

Santiago, Chile - 1952

Pan

 

Un pan

no se iguala a otro pan.

Yo he comido ese pan.

 

Pan negro de siete granos,

pan blanco de hogaza, de miel, de ajo y de leña

 

Pan de Norrland

Pan de la tierras heladas

Pan de fuego

Pan chilote

Pan extremo de noble masa.

Amor de manos que le cuidan la textura suave

Pan de trigos

Pan de guerra

Sagrado pedazo de mendrugo

En la boca del hambre.

Pan de centeno humeante

envuelto en paños de blanco algodón

Pan del día caliente, en la alborada.

Pan tributo de la tierra.

Último manjar.

 

Oscar Cerruto

Bolivia -  1912 -1981

Cuya boca ardía

 

Me niego.

Me niego a entrar en el coro

a corear

 

al perpetrador con sombrero

de probidad

el abogado de la carcoma

el que dicta las normas

y sacude

en la plaza

el árbol del usufructo.

 

José Watanabe

Trujillo, Perú-  1946 - 2007

El anónimo

 

Desde la cornisa de la montaña

dejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,

una acción ociosa

de cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.

                      Mientras la piedra cae libre y limpia en el aire

siento confusamente que la piedra no cae

sino que baja convocada por la tierra, llamada

por un poder invisible e inevitable.

 

Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbucea

                      y no pronuncia nada.

La revelación, el principio,

fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismos

y todavía es innombrable.

 

Yo me contento con haberlo entrevisto.

No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.

Algún día otro hombre, subido en esta montaña

                                                   o en otra,

dirá más, y con precisión.

Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.

Roberto Armijo

El Salvador – 1937 – 1997

 

Yo escribo para respirar

yo escribo para encontrar un nido en los ramajes de la tempestad

yo escribo para morir lúcido

cabalgando mi caballo de madera

Yo escribo para ulular como el lobo que bajo la nieve

abandona el bosque

Yo escribo con mi corazón que alzo como un fanal

en este tiempo de tinieblas.

 

Julio Carabelli

Buenos Aires, Argentina - 1940 – 2014

Lógica

 

Un hombre busca su pan

hurga en los tachos de basura

juega

su condición de niño

busca pertenencias en inventarios cósmicos

para él

para millones como él la vida está escondida

no la encuentra

antes solía sorprender a sus vecinos

-¿usted sabe quién soy cómo me llamo?-

está fuera de juego

duerme

sus dientes su paladar su hígado

dormitan en el intestino flaco

a la intemperie

no aprecia la lluvia ni el rocío

no tiene adonde ir y no camina

no piensa no mira no murmura

sólo oye voces afirmando

que está vivo.

Pedro Rivera

Panamá

El río dialéctico

Heráclito

Éfeso-576-480 a.d.n.E.

En el siglo XIX.

el filósofo Hegel dijo: “No hay tesis de Heráclito

que yo no haya incorporado a mi lógica” y con él “se

toca tierra” por la primera vez.

 

Nada permanece idéntico a sí mismo, somos y no somos

lo real es la simultaneidad de los contrarios

el Universo es la armonía de los opuestos, y eso basta

o mejor dicho: el movimiento es la manera de existir de la materia

o tal vez: lo que es

                           es

y deja de ser en tanto transcurre

y no transcurre simultáneamente.

 

El ser es la sucesión de los conflictos

y cada contrario engendra a su oponente

que a la vez engendra a su contrario

que a la vez engendra a su oponente.

 

La materia, pues, fluye como un río.

Luisa Futoransky

Buenos Aires – 1939

Cama camera

 

La copa astillada (por azar, acaso)

al pie del lecho

tenía por testigos

tus muertos y mis muertos

brevísima, la noche de capricornio se nos crecía en lienzos

(perpetuados por la escuela flamenca)

donde los pliegues del goce

retienen los puntos de sutura

de la Parca,

enfrente

Nezahualcóyotl

Texcoco 1402 -1472

Yo lo Pregunto
 

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Bellessi Diana

Zavalla, Santa Fe, Argentina – 1946

Destino

 

Tablas acosadas por la humedad y el bicho 

guardan mi corazón como un lucero

y no me importa la gente ni la plata

sino el crac crac del grillo en la mañana

del silencio, el gallo allá a lo lejos

y ese girar de Talita que busca el sitio

para echarse al sol en el alero

mientras la sombra de papá en su silla

me dice sí y alcanza un mate con

cáscaras de naranja, sí, m´hijita,

cerrá tu vida en este círculo que acaricia

los pasos del principio con las huellas

nítidas del final…

Claudia Lars

El Salvador – 1899 -1974

Poeta soy

                                                                         Para María y Mariano Coronado

 

Dolor del mundo entero que en mi dolor estalla,

hambre y sed de justicia que se vuelven locura;

ansia de un bien mayor que el esfuerzo apresura,

voluntad que me obliga a ganar la batalla.

 

Sueño de toda mente que mi mente avasalla,

miel de amor que en el pecho es río de dulzura;

verso de toda lengua que mi verso murmura,

miseria de la vida que mi vergüenza calla.

 

Poeta soy? y vengo, por Dios mismo escogida,

a soltar en el viento mi canto de belleza,

a vivir con más alto sentido de nobleza,

 

a buscar en la sombra la verdad escondida.

¡Y las fuerzas eternas que rigen el destino

han de volverme polvo si equivoco el camino!

Carlos López Dzur

Puerto Rico

Obediencia militar
 

Vamos a simular
que somos los salvadores de la Tierra,
los redentores,
héroes con las manos limpias.
 

Sonríamos con la obediencia pulcra
de quien no quiere saber
el misterio supremo de la bala,
las bombas y las conspiraciones.
 

Olvidemos con qué colmillos
hemos herido al enemigo
y sus guaridas.
 

Vamos a redefinir el heroísmo
y a posar para la paz
de los nuevos esquemas
que declaran:
¡con los pobres y oprimidos estamos!
¡a los más horrendos, vencimos!

 

Queremos que se nos reciba
con bienvenida inolvidable,
consoladora, emocionante...
 

Cualquier acotación inquietante
no debe importarnos
desde las luces 
de nuestra obediencia...

 

Alfredo Lavergne

Valparaiso, Chile – 1952

Sin poesía la humanidad agoniza

 

Al cabo de un tiempo el celo galopa en el sol

El pasado sumiso gira sin morder la cola

El espino se corona de cuarzo de sien

Los relámpagos de tejidos mudos

Las hojas son aire que se estremece

El espanto quiebra el báculo de la huella

Las patas de conejos raspan espejos

El trópico pierde en sus mandíbulas

Los frutos arrastran el tronco al monte

Cenan las piedras en el pozo de los niños

Las uñas de las plumas hacen cortocircuito

El arco del verbo pasa por el filo del clavel

Las bocas piden un bien a los traspiés

Las guaridas entregan los ríos perdidos

Los colores gimen en los polos

El bostezo cava la sed en la iguana.

 

y se cumple la profecía de las 9.01 horas.

 

Sin poesía la humanidad agoniza.

Primero mueren los poetas.

Tardíos y solitarios

los dioses echan al hombro sus máscaras.

 

Sin poesía

la humanidad agoniza

y la mujer que amamos da a luz otro amor.

Marcos Ana

España

Mano en paz

 

La hoguera del pueblo tiene
aún esparcidas sus aguas.
Ay, como el fuego se junte,
¿quién apagará sus llamas?
¿quién sujetará los bosques
del pueblo ardiendo en sus armas?

Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz, tomadla.
No esperéis que se maduren
en el dolor las espadas.

Los diques también se rompen
bajo el martillo del agua;
el viento descuaja el árbol
por hondas que estén sus plantas;
y hay volcanes que deshacen
el pecho de las montañas.

Escuchad la voz de un pueblo
que busca la luz del alba,
con la paz en sus banderas
y el amor en sus gargantas.
No dejéis que se maduren
en el dolor las espadas.

Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz. TOMADLA.

Enrique Hernández D' Jesús

Venezuela

Venus aparece con su plato de frutas

 

Y así comienza la gran fiesta con Baco
La invitación es siempre la misma
debajo del puente
La belleza deja el lugar de la noche
y el sol complica el día
parezco siempre ausente
sin energía en la morada
Y si mi Baco no le ha dado uso práctico a la vida
es porque se ha equivocado. Pero muy útil serán
estos consejos, este juego de amor, estas modificaciones
del tiempo, estos rompimientos, este ejercicio mudo
Por el pudor no he podido derraparme aún más
He dado lugar a las palabras y las cosas
He asistido al recuerdo y al pensamiento
Me he rodeado de interrogaciones
Prendida de lo humano
Precipitada
Juguetona
Levantando ruido con mis zapatos
abriendo puertas cerradas y prohibidas
Así quedo con mi tela de juicio
Cuando salgo rescato los objetos abandonados
y sigo contestándome la eterna pregunta
de abandonar
y dejar solo a mi Baco en el patio
Me reúno con mis amigas
y lo llamo de nuevo
Le hago señas con mis ojos
Yo necesito la rienda suelta
y siento el plato de ensalada de frutas
como se confunde en nuestras pieles
La patilla comienza acariciándome los senos
el melón la espalda
el cambur se introduce en mi sexo
la mandarina me baña el cabello
Y yo le doy la manzana negada a Baco
para que se quede tranquilo

 

Julio Huasi

Argentina

Increible del poeta

 

en el vientre del humo fue parido 
doña luna canyengue le hizo el nudo 
lo bautizaron con vino y con tangazos 
y largó su agarrada sangrienta con los panes 
ilícitos benditos malhabidos no es problema 
tiene que haber uno para cada uno 
fue a decir todo eso y al abrir la boca 
lengua con alas alumbró un zorzal 
con las indómitas cuerdas bien puestas 
fue un milagro una milonga de oro el pueblo 
formó alrededor del dulce pájaro 
sublevaba tu corazón el payador espléndido 
luego hubo de todo y más que nada sombras 
traición sobre traición vinieron los censores 
con una serpiente ciega en cada mano pero 
ni víboras izquierdas ni víboras derechas 
pudieron desatar al pueblo de su música 
el ombligo inmortal cantaba fusilaba 
qué le van a hacer mis verdugos es la vida 
con el pueblo ha llegado y con el pueblo volverá.

Raúl González Tuñón

Argentina

La luna con gatillo

 

Es preciso que nos entendamos.
Yo hablo de algo seguro y de algo posible.
Seguro es que todos coman
y vivan dignamente
y es posible saber algún día
muchas cosas que hoy ignoramos.
Entonces, es necesario que esto cambie.

El carpintero ha hecho esta mesa
verdaderamente perfecta
donde se inclina la niña dorada
y el celeste padre rezonga.
Un ebanista, un albañil,
un herrero, un zapatero,
también saben lo suyo.

El minero baja a la mina,
al fondo de la estrella muerta.
El campesino siembra y siega
la estrella ya resucitada.
Todo sería maravilloso
si cada cual viviera dignamente.

Un poema no es una mesa,
ni un pan,
ni un muro,
ni una silla,
ni una bota.

Con una mesa,
con un pan,
con un muro,
con una silla,
con una bota,
no se puede cambiar el mundo.

Con una carabina,
con un libro,
eso es posible.

¿Comprendéis por qué
el poeta y el soldado
pueden ser una misma cosa?

He marchado detrás de los obreros lúcidos
y no me arrepiento.
Ellos saben lo que quieren
y yo quiero lo que ellos quieren:
la libertad, bien entendida.

El poeta es siempre poeta
pero es bueno que al fin comprenda
de una manera alegre y terrible
cuánto mejor sería para todos
que esto cambiara.

Yo los seguí
y ellos me siguieron.
¡Ahí está la cosa!

Cuando haya que lanzar la pólvora
el hombre lanzará la pólvora.
Cuando haya que lanzar el libro
el hombre lanzará el libro.
De la unión de la pólvora y el libro
puede brotar la rosa más pura.

Digo al pequeño cura
y al ateo de rebotica
y al ensayista,
al neutral,
al solemne
y al frívolo,
al notario y a la corista,
al buen enterrador,
al silencioso vecino del tercero,
a mi amiga que toca el acordeón:
-Mirad la mosca aplastada
bajo la campana de vidrio.

No quiero ser la mosca aplastada.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
No quiero ser abeja.
No quiero ser únicamente cigarra.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
Yo soy un hombre o quiero ser un verdadero hombre
y no quiero ser, jamás,
una mosca aplastada bajo la campana de vidrio.

Ni colmena, ni hormiguero,
no comparéis a los hombres
nada más que con los hombres.

Dadle al hombre todo lo que necesite.
Las pesas para pesar,
las medidas para medir,
el pan ganado altivamente,
la flor del aire,
el dolor auténtico,
la alegría sin una mancha.

Tengo derecho al vino,
al aceite, al Museo,
a la Enciclopedia Británica,
a un lugar en el ómnibus,
a un parque abandonado,
a un muelle,
a una azucena,
a salir,
a quedarme,
a bailar sobre la piel
del Último Hombre Antiguo,
con mi esqueleto nuevo,
cubierto con piel nueva
de hombre flamante.

No puedo cruzarme de brazos
e interrogar ahora al vacío.
Me rodean la indignidad
y el desprecio;
me amenazan la cárcel y el hambre.
¡No me dejaré sobornar!

No. No se puede ser libre enteramente
ni estrictamente digno ahora
cuando el chacal está a la puerta
esperando
que nuestra carne caiga, podrida.

Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez.

Juan L. Ortíz

Argentina

Preguntas a la melancolía

 

Qué tiempo del alma
es éste que en la tarde, infinitamente, transparece
unas islas?

O es setiembre, sólo,
el que sueña sus espejos, abismándolos, aún,
al nivel del confín
que no termina, a su vez, de ser absorbido por el mismo
vacío?

Pero por qué se hunden
el verde y el celeste en la niñez… así:
por qué?

Por qué no vuelan, ellos, di, melancolía
si tienen, ya,
plumas…:
por qué?
Y de dónde miras tú, melancolía, si
misteriosamente,
al fin,
no parecen de aquí
ni los montes que recuerdan o que ansían o que olvidan
y que se sumen
al trasluz
de un espíritu, no?, de agua
y de aire?

De qué hierbas, entonces, tus ojos de doncella, di,
melancolía,
se azulan...
y se deslíen...
de cuáles?
Por qué ahora te curvas y subes hasta casi abovedar la
despedida,
aquélla,
que eterniza, ya, un río
y unas orillas...:
por qué?
si tu pensamiento, niña, al fin de savia, sólo habrá
de anochecer,
y anochecer,
una palidez de yermas,
más allá de lo que, apenas, si amarillamente,
urdiese
tu penumbra
y tu brisa
para la misma trama, acaso, a que por la mañana, te avendrías,
al disolver tus hojillas
en esa pecera que abrirá pero hacia arriba
o de arriba,
la sublimación del rocío...?

Por qué, en tal caso, te vas como una Ofelia por la línea
de lo alto
o en la línea sólo de tu frente, o del desvío,
justamente, del halo
que ha de apurarte, luego,
el sueño de la clorofila o la diadema hasta después,
todavía,
de instilarte la primicia
de una malaquita...:
por qué?
O es por ventura, la unidad contigo misma
o con el flujo que te empina
y te alisa,
lo que te hace combar, así,
destacadamente,
el minuto...?

Sería, pues, esto, di,
melancolía…?
di…?
O no tendrías nombre, ni necesariamente edad, ni esencia,
pues serías
y no serías
en la continuidad de ese “aire”
que oscurece y se ilumina de lo íntimo
de la vida
a la vuelta de nada...
o cuanto más, lo creíble y simultáneamente, lo increíble
que no deja de vivir
y de morir
en la fe de una caña que carecería
de articulaciones, para asumir, por ahí
la respuesta, sin tiempo, a las respiraciones, a la
vez,
del cielo
y de los abismos...?
O no podrías ser, después de todo, el viso
que en la oscuridad,
nuestra prisa
al borde del miedo,
nomina…:
ése de la mariposa de la descomposición y del horror que debe
de latir,
por lo demás, la fuga
de todo el iris,
a costa, es cierto, de ellos y quizás de una ausencia
sin secarse aun,
aunque en un devenir
que los negaría, extrañamente, o si quieres,
que los niega
así
con tu desdén mismo
de criatura toda frente, y del otro lado, o por encima,
así,
de los junquillos?

Pablo Picasso, El Quijote

Yván Silen

Puerto Rico

La República-II

                                                                         (A Rafi Trelles)

 

La cara de Dios es la metagramatización:

¡los días breves y las noches cortas!

(¡Eúcrates! ¡Eúcrates, escribo contra la muerte!

¡Dios escribe de amor contra mis cruces!)

 

¡Estamos cruzando la metacromatización

entre el cielo y la tierra (entre Goethe

y Mefistófeles: el agua es amarga como Mirra)!

¡Las palabras están incendiando el Érebo, y

 

los colores están incendiando el Orco!

¡Dios es hermoso hermafroditamente! ¡Dios es

radical contra el bombardeo de GuErnica! ¡Dios

 

es metacromático contra los ojos, contra

la lengua y contra los falos rojos de Nagasaki!

¡Dios arde metagramaticalmente contra Mí mismo!

 

5 de febrero de 2016

 

Rosina Valcarcel

Lima, Perú

Rubén Darío y yo

 

Del Callo el barco Urubamba nos lleva al exilio en febrero de 1951

Y nos deja en Nicaragua / Ahí quedamos de tránsito sólo

Padre habla un poco de poesía modernista con Rubén Darío

El eco y la música quedan en mi corazón

Hoy Marcela desea que le cuente

Fugaces imágenes de la vida

Evocación, pasaportes, desazón

No es el juego de la vida, le digo

En la escuelita Mariano Azuela del D.F. / Que no goza de lujo

Escribo el poema «Azul» / Color que tiñe mi niñez

Pero entre tantas mudanzas se evapora

En México pasamos años sin patria, sin barrio, sin familia

Tras luchar por la Amnistía

Manuel Prado aprueba que los exilados retornen de a pocos

La familia Valcárcel es la última

Violeta, mis tres hermanos y yo volvemos en diciembre

Y paramos en Managua y visitamos la Plaza de Darío

Le ponemos flores y pica pica 

El vate sugiere quedemos tres días , pero sin pronunciar la palabra 

“camarada” 

Hacía un calor de Padre y Señor mío

Mi hermano Piocho tiene hambre 

En el mercado a un vendedor le dice:

“Camarada quiero una manzana” /

 Mamá, nerviosa, le jala la oreja

El trabajador sonríe algo cómplice y le alcanza frutas

Llegamos a Lima la noche del 9 de diciembre de 1956

Desde entonces aún no he podido visitar a Darío

Y debo llevarle un cesto de flores y serpentinas

Y decirle: Te quiero

Él dirá: Bienvenida Margarita

Tus labios escarlatas de púrpura maldita

—«Sí... no... sí... no...»

—Camarada, ven a Managua

Y me resbalo

Marcela inventará un viaje 

Tan sólo uno.

 

 

6 febrero 2016

Jorge Ariel Madrazo

Argentina - 1931 – 2016

 

Anoche visité amigos muertos:
descansan (quién diría)
todo su no-tiempo
en jardines cuyos ramos cobijan poemas
y citrus de ignota acidez.

 

Estaban trajeados y alegres, tanto que me hallé
confesando: ‒No hubiera jamás creído
Edgar, Francisco, Antonio,
jamás pensé
Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto,
Horacio, Celia,
hallarlos tan contentos
como si fuese un suspirito vuestro
transcurrir.

 

Conversamos sobre bares y dragones, y
amores frutecidos en remotos hoteles y
parques con nudillos de niebla. Mateando,
sonreídos, me despidieron con un fulgor
que no olvidaré.

 

Se escondía en sus miradas el color de una
verdad. Y había en sus labios
una revelación.

 

(A Edgar Bayley, Francisco Madariaga, Antonio Aliberti, Gianni Siccardi, Joaquín Giannuzzi, Enrique Puccia, Enrique Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia Gourinski)

Martín Micharvegas

San Fernando, Argentina – 1935. reside en Madrid

El Circo

 

Todos hablan del circo

todos hablan del circo

todos saben cosas íntimas del circo

todos conocen al enano que es

amigo del domador

que es a su vez

amigo del trapecista

que a su vez es

amigo del patrón

 

Todos se alegran cuando el circo estalla

se muerden las uñas gritan o se callan

Todos adoran del circo el suspenso

y aplauden o chillan o esperan consenso

 

Desfilan las fieras viejas y arrogantes

que sólo las luces convierte en gigantes

Pasan los payasos los magos la artista

y cierran la noche los equilibristas.

                                                                 (Buenos Aires, l969)

Vicente Zito Lema

Argentina -1939

Épocas

 

Hay épocas en que la poesía se espanta de las almas

benditas y de los espíritus sin mácula que cuentan

estrellas ante las sombras del río…

 

Hay épocas en que la poesía pierde la buena medida,

el buen tono, la buena contemplación, el buen amor,

el buen humor, la buena razón y el buen apetito

con que los cuerpos abren las puertas del destino…

 

Hay épocas en que la poesía llora en la noche

con lágrimas de niño y dice adiós a la belleza

sin estrépito, y corre hacia el infierno

con botas de gigante para sus pies deshechos…

 

Hay épocas en que la poesía no duerme

entre las sábanas almidonadas de la cultura,

debe buscársela sonámbula y a los tumbos, casi ciega,

entre tiros y gritos y pájaros de mal agüero,

en noticias policiales…

 

Hay épocas en que la poesía sólo conoce las prácticas

subversivas y los métodos piqueteros

(la cosa es: tomar por asalto el palacio de verano y

el de invierno,

o cortar las rutas o cubrir de humo negro el cielo,

o morir de pobre,

en la soledad del silencio,

como los elefantes mueren en los bordes de la selva.)

Entonces la poesía anda sin brújula, a saltos de mata,

de un lado a otro, del mar a la meseta, mientras el otoño

nos envuelve con su luz dorada

y sólo cambia que uno está más viejo…

 

Hay épocas en que la poesía se plantea una última cuestión:

¿Cuando lleguen los poetas del mañana,

los que anuncian la alegría,

tendremos algo más para recibirlos

que tumbas de inocentes sin justicia

y la moneda de la vida jugada a cara o cruz?

 

Y otra vez las músicas - 2007.

Osvaldo Ballina

La Plata, Argentina -1942

Adriano

 

hice un mundo de mundos
la belleza me llevó de la mano
escuche idiomas entendibles por curiosidad
mis arterias no apresuraron odio ni sueño
los hombres son tan sin razón
-no solo los bárbaros-
que me tomaron por un dios
cosas y seres nunca se entendieron
dudo de que en un futuro sea así
la más efímera felicidad me parece un milagro
los ojos blancos que ignoran frutos que dejo
me son más que prescindibles
y los dioses me otorgaron el privilegio
de escaparle a la vejez

 

Liliana Lukin

Argentina – 1951

Visitante

 

La señora, la bella señora

                                      de la ventana

está como encendida.

La señora aletea

                      esta mañana

contra el vidrio de la oscuridad:

                          una mariposa en celo.

Los ojos que la ven se extrañan

de sus cabellos al viento

porque todo está calmo

como su cuerpo desnudo,

sólo se mueven los ojos

que la ven

                  y lloran

porque la señora

está tan transparente

                            en la mañana

y hace daño.

David Herbert Richards Lawrence 

Estados Unidos - 1885-1930

Réplica a Whitman

 

Y todo aquel que recorre una milla lleno de falsa simpatía,

va al funeral de la especie humana entera.

Jorge Aulicino

Buenos Aires, Argentina - 1949

Kyrie eléison

 

Era del sur, donde los abismos sonaban a platería,
que venía aquella serpiente encendida sobre el monte.
Pero más al sur, el de las cuestas ásperas y amarillas;
lejos, más lejos -campos de lava o de yodo,
plumas desprendidas de un sueño inhabitable
de tan vasto y pleno de ozono-,
la vida se parecía a lo que habías dicho, a la promesa
de un infinito en el que las formas no tenían intimidad con nosotros.
¿Qué sustancia era esa, qué sustancia, que te negabas a nombrarla
y que en verdad no hubieses podido nombrar, porque tu reino era aquél,
el de la absoluta falta de nombre?
Fuimos contra Midgardsormr, la serpiente,
y sabíamos que la prueba mayor de nuestras armas
sería hollar el lugar donde, previste, fallaría tu cálculo.
Pondríamos el pie donde se alzaba la voz sin alfabeto;
en la lava reseca de tu pensamiento difuso,
en el lagar de las vendimias estériles de la locura,
en el vértice de los caminos de tu orgullo,
en el sitio increado.

 

Fuimos, entre quebradas sulfurosas,
y a través del húmedo país de los muertos,
a revelar, para tu espíritu, tu propio designio.
Porque era nuestra obra para la gloria de Dios.

                                                                                                      

Hostias, Ediciones del Dock, 2004

Hugo Toscaraday

Buenos Aires, Argentina - 1957

Nota de humo del gran jefe Lobo de Niebla

 

Dices que una maldita constelación pronostica mi hecatombe.

mi caída irremediable. si te amara.

 

Que los planetas me serán desfavorables, si intentara

un rozamiento de nuestros cuerpos celestes.

 

Y agregas, además, que únicamente, tú habrás de enamorarte

de altos hombres, blancos y honorables.

 

Al demonio los sucios cara pálidas.

 

Un muchacho sioux es lo que soy

y no hago caso de ningunas predicciones.

 

Apostaré a que tu escorpión se duerma

y entraré a tu corazón, con mi tribu de espuma.

 

De: Amantes zodiacales (1998)

Agneta Falk

Estocolmo, Suecia – 1946. Reside en Estados Unidos

Susurros

 

el cielo nunca fue más oscuro

que desde aquí abajo

justo bajo los páramos

 

las nubes se mueven

trastocando la luz,

rasgan las colinas en jirones

por tanto nunca sabes totalmente

cuándo o dónde estás

 

allá arriba, cubiertos de liquen

hay grandes secretos enterrados

dicen que es algo del pasado

pero el viento los grita

hacia el futuro

susurros de pies llagados de niños

de largos días de trabajo

en silencio ensordecedor

detrás de la gruesa piedra de Yorkshire

 

                                                    Traducción -Ricardo Gómez

Luis Camilo Guevara

Tucupita, Delta Amacuro, 1938 – 2014

Mago, devuelve

 

Oye tú, Mago, las felicidades y las desdichas

son como un alboroto dentro del corazón

y cuando se hacen muy largas y muy cortas

 

ya no parecen sino pencas embrujadas

que se atraviesan a uno en los trovares del alma.

 

¿No ves

que estamos fallando y ya uno de nosotros

(el más nosotros)

anda extraviado

entre las malezas picoteadas de abril?

 

Resucítalo tú, en los celajes con tronos de lechuzas,

en los bejucales encendidos por donde pasa el río

de los amores de siempre.

 

Resucítalo, ahora,

cuando oficias en medio del asombro:

entre mujeres aladas, hechizos, pájaros realengos,

cuando estamos tocándote y esa gracia nos abre el cielo

de par en par.

Leonardo Martínez

Catamarca, Argentina - 1937

Otoño en Nueva York

 

El álamo emblema y la brisa acariciante

son el límite

Ahí están el otoño sentado en un caballo muerto

y la casa vieja donde la vida brilla y duele

Ayer y hoy son lo mismo en mi provincia

y mañana

el insobornable tanto

en un derrame de posibles

El río se agota con la velocidad de un domingo

Borrado el cauce

las arenas como oleadas de estrellas nos prohíjan

En una ciudad que ignoro

Billie Holiday

canta la seda del otoño

II

Lugares para aprender a vivir

también para aprender la muerte

Cusco Venecia y ahora Nueva York

Todas arrastran un otoño luminoso

Todas atardecidas en susurros

como en ese viaje hacia el anunciado invierno

hace dos siglos

en la ciudad desconocida

donde Billie Holiday

con la seda arrugada y crujiente de su canto

llora desconsolada desde un fonógrafo

sin haber llegado nunca a los funerales de Franz Schubert

los dos últimos días del otoño de 1828

 

Pero al fin los soles se ayuntan

y las ciudades giran y se confunden

Méséglise no es sólo Proust

sino París y Tucumán

Y Viena y el Cusco

son Venecia

boca mía besada por el canto

 

Como almas en pena podemos ver y escuchar

el silencio de ciudades abandonadas

al tiempo amontonado en zoológicos sin memoria

y en la profundidad de los ríos

la canción de los niños difuntos

 

 El barro que sofoca, (Argentina- 2013)

Carmelo Aliberti

Bafia di Castroreale, Messina, Italia - 1943

Las últimas gemas

 

Las últimas gemas

brillan sobre las ramas

en la masacre del día

en el eclipse del mundo

son tus ojos de estrella de mar

que brillan en los abismos de la noche

tus ojos de maga o espejismo

que me ciegan sobre el muelle de Messina

en la lívida estación de la dioxina

 

versión al castellano: Gabriel Impaglione

Rino Mele

Salerno, Italia

Poesía de agua

 

Las olas se alzan claras,

mueven la sombra, la maravilla

turgente de la espuma

cuando oscura

se pierde y cuando avanza. Blanca

se rompe la fuente, se deslizan

las piedras, el río las pierde

entre los dedos, con labios de agua

retiene las patas de las aves

apretadas en el hielo. La calle

curva la lluvia,

cae oblícua, obliga

a pequeños suplicios, el aguacero

sobre las puertas, los ásperos

ejes, los velos de niebla,

los muros que empalidecen la orilla.

 

versión al castellano: Gabriel Impaglione

Jorge Castro Vega

Montevideo, Uruguay - 1963

Lo que contó más tarde la serpiente

 

Desde luego, grita,

golpea, destruye. Incluso

ha llegado a dormirse de puro enojado.

Dormirse durante siglos, sin soñar  nada

nada en absoluto

y de repente despertar

entre aullidos, empapado en vinagre

con un par de clavos en las manos.

 

En cuatro  palabras:

vive furioso consigo mismo.

Y ya no queda nadie en el Edén

(salvo la música de Bach)

a quien pueda  achacársele la culpa,

 

Desde que los echó, no juega

no canta, no baila.

Y ha dejado de rezar.

Cristina Peri Rossi

Montevideo, Uruguay -1949

Navegación

 

En las mansas corrientes de tus manos

y en tus manos que son tormenta

en la nave divagante de tus ojos

que tienen rumbo seguro

en la redondez de tu vientre

como una esfera perpetuamente inacabada

en la morosidad de tus palabras

veloces como fieras fugitivas

en la suavidad de tu piel

ardiendo en ciudades incendiadas

en el lunar único de tu brazo

anclé la nave.

                                        Navegaríamos,

si el tiempo hubiera sido favorable.

Armando Rojas Guardia

Venezuela -1949

Falta de mérito

 

Si yo fuera capaz de entrar por fin
en esa pulcritud del aire inmóvil
que he llamado silencio en el poema;
si yo fuera capaz de nombrar árbol
como esta tarde el árbol se mostraba
a sí mismo en la quietud del parque;
si yo fuera capaz de parecerme
al objeto real de mi escritura
(al agua misma cuando escribo agua,
al vaso limpio cuando escribo vaso);
y si fuera posible merecerte,
cosa que ultrajo en tu mudez precisa
al hacerte sonar en mi palabra,

yo entraría en la luz de lo que digo

Elvira Hernández

Chile

Formación de poetas

 

Los poetas nacen solos.
Con un poco de humedad y hacinamiento
ya están arriba como las callampas.
No hay que intentar formarlos o reformarlos
es perder tiempo y plata.
Como nunca encontrarán las borradas bibliotecas
leen en las cerraduras los malnacidos
andan mirando por el ojo de la aguja. 
Escuchan más allá de los audífonos
aplastan las palabras dichas
con una especie de matamoscas
y lo que es peor no hacen ruido.
No sabemos por dónde vienen
si lo supiéramos les instaláramos un retén
algunas vallas papales. 
¿Estímulos?
¿Hay que ponerles el pie encima y
tirarles tierra.

Jorge Montealegre 
Chile - 1954

Banquete

 

Nunca estuve en la lista 
de invitados al banquete de los dioses

 

Pero la puerta de servicio estaba entreabierta
y entré
mirando hacia atrás, como retrocediendo

 

Estuve en el banquete con los dioses

 

Comí las sobras 
que dejaron los perros debajo de la mesa.

Mario Luzi

Italia - 1914-2005

 

¿Dónde me llevas, arte mío,
a qué remoto
desierto territorio
me empujas sin preaviso?

 

¿A qué paraiso de salud,
de luz y libertad,
arte, con encantamientos me conduces?

 

¿Mío? no es mío este arte,
lo practico, lo afino,
le abro las reservas
humanas del dolor,
divino me nutre
de ardor
y contemplación
en cielos en los que me fundo…

¡Ay indescifrable esencia,
insostenible encarnación!

 

Versión al castellano, Gabriel Impaglione

Eugenio Mandrini

Buenos Aires, Argentina - 1936

En el ojo de los crédulos

 

Soy el mago.

Soy lo imposible.

 

El trébol que detiene el salto del suicida.

Un fósforo del que brota un jardín por cada sombra rota.

Un ahogado que emerge del mar y danza triunfal sobre

         el oleaje.

Una ventana por la que pasa una visión del paraíso cuyo

         fulgor no cabe en el sueño.

Un espejo donde la sorpresa admira sus dilatados ojos.

Una luz, en fin, en el ceniciento hastío.

 

Soy el mago.

 

Puedo llegar a engañar el tacto de los ciegos

esconder la botella de pavor que sorbe la muerte

hacer parpadear un ojo de Dios o conmover su lejanía

         inmutable.

 

Soy lo imposible, ya lo dije.

 

Como el viento que viene de las hendijas de la

         antigüedad y cruza sin opacar el aire

o los deseos alcanzados y en una ráfaga perdidos

o el estallido de un hombre y una mujer entre

         las herrumbres de la noche:

soy también el instante.

 

Soy el mago.

 

Fugaz como la felicidad de pronto desaparezco.

De pronto, también, si el ojo de los crédulos me llama

regreso

            con resplandores de tigres de papel

            y otras brevedades de la luz

donde empiezo a no saber quien soy.

Anna Belozorovitch

Moscú, Rusia -1973

Palabras

 

Creía sólidos ladrillos, una vez,

fríos tornillos, fuertes, para ajustar

con calma y determinación alrededor de los hechos,

con decidido vigor entorno a los sueños.

 

Y detrás de muros que pudieron resistir,

hasta las nubes y con vastas raices,

no habría tenido nada de temer:

habrían  protegido hechos y sueños.

 

Qué error: allá atrás no había reparo

y el muro alto se balancea hasta la cima.

Cuánto cansancio para levantarlo, tenerlo quieto.

Solo el silencio, descubro, dura y contiene.

 

Versión al castellano, Gabriel Impaglione

Müesser Yeníay

İzmir, Turquía - 1984

Caravasar de la Noche

 

Esta noche

aquí debería ser

danza de palabras

 

-en el caravasar de tu gloria-

 

esta noche estoy tan regocijada como los prados

que vieron el sol

 

y llena con la existencia de mi sueño.

 

Traducción al español de Rafael Patiño Góez de la versión en inglés editada por Jack Hirschman

Euler Granda

Riobamba, Ecuador -1935

La advertencia

 

Un día

le regalan a uno

una palabra

y uno la pone al sol,

la alimenta,

la cría,

la enseña a ser bastón,

peldaño,

droga anticonceptiva,

garra,

analgésico,

brecha para el escape

o parapeto.

Uno le saca música,

la pinta,

la vuelve más pariente

que un hermano,

más que la axila de uno.

Uno la vuelve gente

y en los instantes débiles

hasta le cuenta

las cosas subterráneas de uno;

pero cría palabras

y un día te sacarán los ojos.

Luis Bolaños

Grecia, Costa Rica -1944

Raza

 

Quiero hablar de mi raza,

mi barrio,

mi dolor moreno,

capilla de los que lloran

y con llanto silencioso

tejen nidos en las manos.

Juan Cameron

Valparaíso, Chile -1947

Buenaventuranzas

 

Dichoso el tuerto en la tierra del sordo

será como gusano donde gallina ciega

será como el saciado donde el huevo de oro

Dichoso el tuerto en la tierra del mudo

que en su ojo muerto no pintará el sarcasmo

Pero menos dichoso en el país del ciego

a palos con un bote de colores

y la torpe ansiedad del arcoiris.

Miguel Páez

San Luis, Argentina – 1937 – Bélgica, 2012.

Divieto sosta

 

Con una rosa de lo verdadero

y otra sin porqué, comenzamos

con un doble A

con el  duende de su son

Fuímos

Y seguiremos siendo/siempre con las mayores

dificultades a resolver

“aire en el aire”, sin dejar

una ranura

como en Machu-Picchu

En el aire transpirado ebrio de sus olores,

de la noche al día, creamos

a Dios y a todos los otros, en identidad

pero sin distinción de especie

con las manos, los ojos, los pies, la cabeza.

Leda García Pérez

Paracito, Provincia de Heredia, Costa Rica

 

Cuando me vuelvo olvido,

en las ojeras se desmoronan nombres

picoteados de ayer.

La memoria es un pájaro sin alas,

yo su juguete predilecto.

Alonso Mejía Sánchez

Costa Rica

Gorky

 

Caminó harapiento las estepas heladas.

El hambre y la tuberculosis no impidieron

que el hombre moviera el alma del pueblo ruso

al vislumbro de una aurora soñada.

 

Con suavidades de pan fraternal

me redime la espiga de su palabra.

 

Abril 12 de 2006.

(Precario Los Pinos de Alajuelita, Costa Rica).

Matsuo Bashô

Japón - 1760 – 1849

 

Asciendo el monte

deslumbran en el camino

altas violetas

Mateo Morrison

República Dominicana -1945

Madre – la esperanza-

 

Si sobre los escombros y los muertos

colocaran banderas de esperanza,

no tendría que dolerte este domingo 26 de mayo.

Si en las vertientes de los ríos sembráramos

pensando en la victoria,

no tendrías que agigantar la noche con tus ojos.

Si camináramos seguros, crecidos de optimismo,

no tendrías que temer a los que matan

la sonrisa rudamente.

Si pudiéramos celebrar este día

reuniendo todas las madres....

no tendrías que derretir tus lagrimas en el piso.

Entonces no tendrías que hincarte

ante “santos” rígidamente colocados,

a pedirles un tiempo mejor para nosotros.

Y aunque sonrías y escondas tu dolor en las entrañas

no puedes engañarme, pues en tus ojos ya,

Se agigante la noche.

Leticia Herrera Álvarez

Michoacán/Ciudad de México - 1954

Conmiseración

 

Tenían miedo de aprender a reír

Sólo sabían cantar

                               la maloliente y dulzona

                                                                 derrota

Armando Orozco Tovar

Bogotá, Colombia – 1943 -2017

Presentimientos

 

Tengo miedo de los amigos

perdidos

entre el humo y el sueño.

Tengo miedo de los labios

que dejan en el aire

silbando el filo de un cuchillo.

Tengo miedo del paisaje

donde ya nadie habita

el desnudo río del recuerdo.

Tengo miedo del minuto

que nos hunde

en la oscura memoria de los sueños.

                                                                              A María Mercedes Carranza

Liu Chang Ching

China - 709-780

Hospedado en la montaña de los nenúfares en pleno invierno

 

El sol se pone y las montañas parecieran alejarse.

Con el frío que viene del cielo la cabaña parece más miserable.

Vuelve a nevar.

Afuera escucho ladrar a los perros.

Ya de noche, en medio de la nevada, alguien vuelve a casa.

                                              derrota

Nicolau Saião

Monforte do Alentejo, Portalegre, Portugal -1946

Palabra

 

Solo son tres manchas blancas sobre las plantas del jardín

y otra azul más pequeña puesta al lado de un banco de madera

Y nosotros pensamos: una para las nostalgias, la segunda

para los remordimientos

la tercera para los que intentan contener la tos que los sofoca.

Pero la quinta es cenicienta. Y a pesar de ser fría como un

sobresalto

nos pesa en el pecho, nos pesa en la memoria y se revuelve

en el vientre cuando intentamos cambiar angustiados

Una luna y un sol están sobre la silueta de un animal muerto

tieso, con extraños círculos en el lomo, los ojos centelleando

como alguien escondido en un callejón lleno de basura

Vuestra vigilia durará hasta que las ramas se aparten

que el casual transeúnte de pronto caiga de rodillas

ante la noche que llega, guardando un grito en la garganta

y hable mansamente viendo a los árboles que desaparecen en la

luz

Jorge Castro Vega

Montevideo, Uruguay -1963

Miserere

                                      (para Gustavo Castro Vega)

Era tal y tan precoz

mi conciencia sobre el punto

que podría decirse que aprendí a leer

a los solos efectos de escribir

mi biografía.

 

Lo supe desde siempre, desde

antes incluso de saberlo. Una vida llena

de palabras perennes y redondas, una vida entera

me esperaba con sus 33 velitas, para ser

contada con crueldad barroca.

Y poner un punto

o dos

o esos suspensivos.

 

Iba a ser

extraordinariamente interesante.

Como la de todos.

 

Pues bien

ahora que todo ha sido consumado

permíteme olvidar, Señor. Déjame ser

ese amputado

que siente el dolor del pie que ya no tiene.

 

Quiero morir con las sandalias puestas.

Mina Gligorić

Belgrado, Serbia -1989

 

Los semáforos alarman  mis sueños

sólo a mitad compartidos

con ella

 

¡Me crispó!

Si te merezcas este poema, querida

la voy a cantar al viento

 

II

 

Los años pasan volando

lentamente

Me parece que todo este tiempo

estaba tumbado

en las mismas sábanas

mientras tu pelo me cubría

aunque no te moviste

de tu torre

 

ni en el cielo ni en la tierra

 

Miraste a muchos ojos

como si fueran míos

pero todos palidecieron

 

No me tienes

No me tienes

pero no me sueltas

Langston Hughes

Missouri, Estados Unidos -1902-1967

yo también

 

Yo también canto a América.

Soy el hermano oscuro.

Me mandan a comer en la cocina

cuando vienen visitas.

Pero yo me río,

y como bien,

y crezco fuerte.

Mañana,

me sentaré a la mesa

cuando vengan visitas.

Entonces,

nadie osará decirme

«Come en la cocina».

Además,

verán lo hermoso que soy

y sentirán vergüenza.

Yo, también, soy América.

John Agard

Guyana - 1949

Lengua

 

Pequeña llama

bajo

el paladar.

Devoras

Limpias

Diferencias entre la miel

y el vinagre.

Dices la verdad.

Calumnias.

Calmas

con un beso.

Haces daño

con una palabra.

Para los poseídos

eres el don

de la iluminación.

Para los desahuciados

eres la balanza

del juicio.

Pequeña llama

bajo el paladar.

La tiranía sabe

dónde está tu escondite.

Lila Calderón

La Serena, Chile -1956

Cruces y crucigramas

 

Es absurdo

dar el último soplo de pintura

Desapareces

Ese es el destino

reservado a los fantasmas

Nunca sabemos cuándo

volveremos a vernos

Bea Lunazzi

Buenos Aires, Argentina

 

Van y van

fluidos, néctar, hormigas

montan gruesas nervaduras

se deslizan

 

una a una van

 

áspero     sedoso tilo

negras     negras hormigas.

 

El verano enrojece.

A las siete de la tarde

la vida resiste.      

 

                   hormigas / Buenos Aires, 2017

Elvio Romero

Yegros, Paraguay -1926 -2004

Brindis al descampado

 

Y hemos de beber todavía

en esta guampa lisa de toro al descampado,

gustando una agua clara, mezcla de sangre y trino,

caña blanca y aroma de salvaje rocío,

bajo un cielo ocupado por todas las estrellas,

con el pie en el estribo, el poncho a la bandolera,

para seguir andando,

ebrios de un aire ardiente, de sol, de madrugadas

que cobijan el cofre de los sueños,

porque aún, y por un largo tiempo,

estaremos atados y enlazados a este solar purpúreo

de madera y tormenta, grito y llama,

y seguiremos brindando

-una vuelta en redondo para todos-

por la salud del Hombre,

del Hermano Radiante,

el compañero

-con un canto de guerra o de guitarra-,

por ustedes, amigos,

en esta guampa hermosa de toro, al descampado.

Alfredo Fressia

Montevideo, Uruguay – 1948

Santo Domingo mulato

 

La Iglesia y la Cárcel Real bajo la luna,

souvenirs de la Conquista, espectros íntimos

del siglo XVI en la Hispaniola.

El me esperó tras el Alcázar de Colón

con el viejo walkman al oído

y una flor de caoba para la suerte.

Apresé su carne

y su alma

en mi boca,

mi hostia

sucia y sagrada.

Después me fui por la calle del Conde,

limpias las comisuras de los labios.

Un tambor escapaba del centro de la isla.

Laura Antillano

Venezuela

Hacha siniestra

 

Cuando viene el dolor

 

“El aire es cogido

Como un hacha

Para la carne de nuestras maderas

Y el colibrí las traspasa”

José Lezama Lima

 

Garra de tigra

Recoge estiércol

La esconde en bolsillo de encaje

Juego de seducción,

La zarpa senil se torna

En colibrí

Él, manso

en quebradura

no distingue

tilo de mudanza,

aspira caricia

 regalo,

Entrega armas y pertrechos,

se arrodilla.

Teme ser antiguo,

sabe de los clamores del tiempo.

Ella entonces

Se entrona,

usa el gesto

Impune

permuta

concede y quita,

Lozania de cuerpo

Para martirio de aquel,

El hombre salta

Es mar sin olas

Huespéd en su casa

Se conforma

Se hace pequeño

Se torna sombra,

Ella entreteje con guantes

De malabarista,

Aprieta  nudo,

No respeta relincho,

El río es turbio,

Babel mata fraternidad,

La nada ocupa la fronda.

 

Él, lleva la soga

sin elegancia,

Ella escoge el árbol,

clava los puñales,

Él nada distingue,

se cose la boca

extiende la mano por limosna.

 

Hombre desnudo

al final de su edad,

pasado a simple,

sordo de entendimiento.

 

Mientras,

 ella danza

con música aprendida

Y olvida

Advertencias.

Arturo Corcuera

Trujillo, Perú – 1935 -2017

El poeta y las máscaras

 

Con la mirada fija, sin alma y sin cuerpo, cuelgan de la pared:

caras con los párpados cerrados resistiéndose a mirar la vida.

Pintarrajeadas, de ojos como fosas, de pómulos desorbitados:

 máscaras de la ira, de noches de carnaval, de infortunio y misterio.

 

A semejanza del hombre parecen haber sufrido mucho,

expresan odio o serenidad, cocinadas en niebla o fuego.

Rostros decapitados. Emergen de inhóspitos pozos,

abismos y sarcófagos. Han cruzado

mares, escenarios, comparsas, danzas rituales;

¿Quién fue ese hombre da antifaz negro? ¿Nunca lo sabremos?

¿Ese que ríe sin compasión, llora cuando damos la vuelta?

¿El del turbante de ébano? ¿El de las calaveras clavadas en la frente?

¿El de la cara como tambor de guerra? El de enigmático gesto de dolor?

 

Alguien oscuro y triste se oculta detrás de cada máscara.

Seres tasajeados que vienen inmóviles de mundos desconocidos:

 se filtran por las paredes, los desoixida el olvido,

 irrumpen de los espejos.

Fuimos jóvenes y bellos, izábamos de cometas nuestros sueños,

 pero el tiempo implacable nos fue transformando en máscaras.

bottom of page