
Revista en Poesía Isla Negra

Poesía en la Isla
Jorge Boccanera
Bahía Blanca, Argentina - 1952
Comentario XII
dejo constancia aquí sobre esta mesa
de café generalas y blasfemias
que he sido útil inútil justo injusto
valiente con mis miedo y he tenido
como cualquier mortal hambre y bacterias
deseos de una mujer de buenos muslos
que quede claro que yo he sido amigo
y hombre de furia -sobre todo, eso-
y que gustaba de los días de marzo
de sus tardes de sol y viceversa
y que he bebido y festejado el canto
por la esperanza con mis compañeros.
Roberto Glorioso
Azul, Argentina
5
Hogueras a orillas
del mar.
En nombre de quién resplandecen.
Nadie responda.
La humanidad del fuego
relumbrará
desierta.
en Tierra no prometida, Ediciones Último Reino, Argentina, 2008
Waldo Leyva
Cuba - 1943
Autodiscurso
Nadie puede pedirme que me calle,
que me muerda la lengua,
mi silencio es peor que las palabras.
Dejadme hablar,
dejadme que me saque del pecho cada grito.
Que a nadie resulte inconveniente lo que digo.
Hay palabras como sueño
utopía
porvenir
que cuando caen,
se te vuelven veneno en la garganta
y te amargan la lengua,
y te rompen el pecho.
Aunque quede vacío para siempre
nadie puede pedirme que me calle.
Memoria del porvenir, 1999.
Eugenio Montale
Génova, Italia – 1896 -1981
Siria
Decían los antiguos que la poesía
es una escalera a Dios. Tal vez no es así
si me lees. Pero lo supe el día
que por ti reencontré mi voz, disuelto
en un rebaño de nubes y de inquietas
cabras que atacaban desde un cima
hojas de ciruelo y castaño y los flacos
rostros de la luna y del sol se fundían,
el motor no funcionaba y una flecha
de sangre sobre una roca señalaba
el camino de Alepo.
En: La bufera e altro
Versión del italiano, Gabriel Impaglione
Fernando Rendón
Medellín, Colombia - 1951
Nuestros poemas estarán impregnados de la primera radiación del sol
Nuestras palabras alcanzarán la juventud de la tierra
Nuestro sueño rozará la imaginación primera
La vida extraordinaria y milagrosa por la que nos peleamos cruentamente
No es demasiado veloz para nuestra apetencia del vuelo
Nuestras energías pondrán en marcha por fin y por siempre a nuestro propio cuerpo
Ya que fuimos y seremos siempre el cuerpo único de la especie, de la que nos separó el indigente "yo"
Escribimos poemas hechos de la palabra de un sueño de las energías
Que van y vienen fuera y dentro de nosotros como las olas de la existencia
Para alertarnos sobre la edad a la que pertenecemos
Pues somos todavía los mismos de todos los tiempos visionarios
La mirada sobre el mundo no nos separará para siempre
"y la muerte no tendrá señorío"
en Cantos de la rama roja
Müesser Yeníay
İzmir, Turquía - 1984
Prefacio
Sólo cuando escribo poesía danza mi alma. Solamente entonces, todos los lugares, tiempo y posibilidades me pertenecen. ¡Este es el regocijo de la existencia! La puerta del sueño espera ser abierta, ese lugar es nada más que conciencia, precisamente como Dios.
Traducción al español de Rafael Patiño Góez de la versión en inglés editada por Jack Hirschman
Gabriel Impaglione
Morón, Argentina - 1958
Casi final
He dejado para después algunas palabras
y sobre todo un largo silencio
que ahora solo me quema las manos
Deseo hablar y nada más luego estar callado
Callarme con toda la boca y con el cuerpo
Mirarme las manos calladas y perder la vista luego
en cualquier parte
donde no haya vendedores ofertando discursos
sino un espacio infinito que no tenga respuesta
Deseo hablar decir remarcar algunas palabras
porque no es verdad que no se entiende la impaciencia
que habla en otra lengua que no lleva piedras
en la mano ni escupe fuego ni se apronta
en los ángulos propicios de la hora para dar un salto
decisivo
No es verdad que la impaciencia no se entiende
La escucho enumerar las razones del grito
Evidencia con su lámpara las señales del hambre
esos tajos de frío en el temblor callado
Deseo hablar repetir hasta el cansancio
ciertas palabras palabras ciertas luminosas
como la palabra revolución Decirla saborearla
como un vino alzarla en el viento lanzarla
en todos los sentidos porque no es cierto que no se
entiende la palabra revolución
Ella nombra las cosas con la simpleza de un niño
Lleva en sus diez letras la memoria del hombre
Deseo hablar apuntar al corazón del vacío del siglo
la palabra Libertad como una bandada certera
de aves flecha de pájaros espada
Andanada de canto colectivo con antorcha
y guitarra
Una salpicadura de agua pura en el infinito
porque no es verdad que no se entiende la palabra
Libertad
La escucho en el mercado y en la fábrica
en las callecitas que no llevan a nada
en el hastío que mata el brote que se esperaba
Deseo hablar tomar la palabra ocuparla
Embanderar la palabra
decir que es necesario habitarla
Porque ella es una casa con la mesa tendida
Porque hay dos maneras de entender una rosa
y una es nombrarla
Decirla a los trashumantes y en las asambleas
Pintarla en los muros y en el viento teñir las marchas
con su nombre las camisas los puños las miradas
los martillos que demolerán las fortalezas de la infamia
Deseo hablar armar la palabra fusilar el eufemismo
porque ella explica el basta
nos explica con el basta en la boca
He dejado para después algunas palabras
y sobre todo un largo silencio
Un silencio de cansancios
Un silencio de campo de batalla ahogado en el humo
del olvido donde perecieron razones y lamentos
Un silencio de esperar que llueva
Sin la culpa de haber sido indiferente sin la costra
de la hipocresía y los ojos turbios
de los inventores de artificios
Un silencio por donde pasa un viento de amapolas
que llama a las ventanas
Un silencio
donde la palabra afile sus bordes para asaltar el día.
En “Goujón / breviario de saqueos imperiales en América Latina. (en edición)
Washington Benavides
Uruguay
Un poco más sólido que el aire.
Casi desparramado,
Bajo el quincho solidario
Pasan “músicos” que hace tanto
No venían a estos árboles,
Los músicos son unos pajaritos
De mediano tamaño, el dorso de color marrón oscuro,
casi acanelado el pecho.
Siempre en bando. Rápidos y fugaces
Sobre la avena estéril, sobre los pastos
Recién cortados por un operario.
Cantan. Una música que huele a pasto,
A reflejo de las nubes en la acequia,
A urgencias de apareo.
A dulce clima.
Ya se fueron. Volaron hacia otros campos.
Las desafinadas langostas verdes tratan
De mejorar sus arreglos
(No sea que Nicolo –el gran violinista
Iracundo- les quiebre sus arcos).
Sigo despatarrado. Increiblemente,una
Perdiz chica pasa junto a mi, sin empacho
Ni miedo. En otros tiempos…
Al fin veo a una viudita blanca.
(Desolado ante los desmanes de los
Fundamentalismos, fustigan mi visión:
Garrote vil, torres con horcas, hachas fulmíneas,
Piras humanas de la Santa Fe, cruces romanas,
Venenos socráticos, elixires borgianos,
Inyecciones letales, sillas eléctricas,
Fusilamientos, la “refalosa” de federales
Y unitarios, los despenadores oficiales
De los ejércitos, la espada isabelina,
El puñal tribunicio, el sicario de trece
Apuntando y acertando. Los degolladores
De Barranca Yaco, la cabeza del Chacho
Peñaloza, los niños del último ejército
Guaraní ante el sádico Conde D´eu;
Los N N de cualquier territorio…)
Salto, como mordido por crucera.
El tiempo está cambiante y de la Cuchilla
De Haedo baja en carretón siniestro una tormenta.
También asoma en la dulzura de este
Mundo, una Tercera Guerra nada fría.
¿A los señores de la guerra no enfrentarán
Los hijos de la patria grande?
(Washington Benavides, entre nubes
Y rayos. Enero del 2015. Iporá)
Alex Pausides
Manzanillo, Cuba - 1950
Brújula
Su mano es una brújula en el caos
El velamen se alza y la suerte es un dedal en el vacío
No hay capitán que desoiga la voz de esas sirenas
La distancia promete islas ancladas en la palma de la mano
Elogio de la utopía, La Habana, 1993
César Cantoni
La Plata, Argentina - 1951
Veterano de Malvinas
A Gustavo Caso Rosendi
y Martín Raninqueo
No es extraño que una bomba enemiga
me despierte en medio de la noche,
llenando de esquirlas mi recuerdo.
Felizmente, la mujer que duerme a mi lado
tiene un aire sereno y protector
y su contacto me libera de la pesadilla.
Atrincherado entre las sábanas,
hundo, entonces, mi rostro en el surco de sus pechos
y me duermo de nuevo como un chico.
Hasta que otra bomba vuelve a despertarme.
Galel Cárdenas
San Pedro Sula, Honduras - 1945
Hierve en el río inmutable
El cuerpo en el sonido se hace enjambre
Y se hace oleaje con vuelo de cobre y de mudez.
Oh Antígona del sistro que hila abismos en la nieve recurvada.
Insepultas el cadáver de Polinices.
Apruebas el combate contra la llama de Tebas
Que fenece en los corales donde Creonte airado
Desata la maldición en el límite de la sed.
Entonces construyes tu propia tumba y te inmolas pronta en la rabia
Que se ahoga como un silbo con garfio de roca anudada
Al abrigo que hierve en el frío.
Los hermanos tiemblan en el descenso
Donde el veneno es ojo del río inmutable.
Del libro "Teje el tiempo dorado".
Juan Cameron
Valparaiso, Chile – 1947
Viejo Hotel de Inmigrantes
Toda la noche pasaron policías y ratas
La cama de cemento no ablandaba sus pasos
Donde carga y descarga els entimiento había orines
La noche del exilio fue más dura que cárcel
Toda la noche pasaron por puerta de entrada
Agiotistas de sorna restacueros del miedo
Una canción fue muerta al final de la fila
Por un sol escondido tras el comando en jefe.
En Perro de circo, Pequeño Dios Editores, Chile, 2011. /edición original: edición privada, Chile, 1979.
Oliverio Girondo
Buenos Aires, Argentina – 1891 - 1967
Poema 12
Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden, y se entregan.
Edgard Bayley
Argentina - 1919– 1990
2
ninguna soledad existe
ningún eco de los ojos
unidos sobre las manos
los nombres
para sostener lo mejor de cada uno
tu evidencia prolonga la tierra
tus labios halagan el sobresalto
tu alegría
tu tristeza
extreman la libertad de los refugios
tus puertas han desplegado sus molinos vivientes
tus palabras guardan para todos el hábito de las pupilas
esta noche te rodea como el curso de un río
De "Obras", , Buenos Aires, 1999
Antonio Arroyo Silva
Santa Cruz de La Palma, Islas Canarias - 1957
SABOREO TUS ACTOS. MI BOCA SE DILUYE
por tus cristales limpios como una lluvia azul
de pájaros y patios. Saboreo tus actos.
Me tienen sobre ascuas tus rescoldos ingenuos
que han de verter el mar por un hoyo en la arena.
Saboreo tus actos, a ellos me despierto.
Ya me quedo detrás hilvanando tu sombra,
me asomo a tus nacientes, me escabullo a tus labios
a nacer yo también entre tus aguas quietas.
Y respiro tus ojos bajo el fulgor del fondo.
No hay telón en tu piel; no una alondra fugaz
que desteja el ocaso de tu flor milenaria.
Saboreo tus actos cuando niego tus actos
y te bajas desnudo a lamer mis preguntas
sin responder a nada. Entonces lo que afirmo
del olvido me enciende y discurre en tus ríos.
No hay telón que separe tu calle de mi calle.
Mi pared es la tuya, es tu piel derrumbada
sobre las avenidas donde tu boca fluye
como un pájaro ausente. Saboreo tus actos.
De Poética de Esther Hughes
Azuma Kondo
Japón
Barco de guerra
Escarnecido, alguien ríe.
Una dama vasta... Su vestido de baile elegante y lujoso.
Un barco de guerra gigantesco.
La proa del barco... Escudos. El costado del barco.
La enorme cadera de la dama.
Escarnecido, alguien ríe.
Luis Benítez
Buenos Aires, Argentina - 1956
Underground New York
Arriba sopla el cannabis
El viento de la ciudad entre los que hablan solos
Y aquí abajo los trenes brillan y van y vienen
Por el cribado laberinto. La mujer negra borracha sola
A medias incorporada sobre el banco de la estación Lexinton
Le explica interminablemente al prudente policía
-Oigo apenas entre el bosque de sombreros que sonríen
Las blancas manos que aprietan sus carteras
Los impávidos latinos que como yo
Son bárbaros en la farsa de Roma-
Los detalles de una muerte –es su esposo un niño o su trabajo-
Que la llevaron al abandono de la recta vertical de su cuerpo larguísimo
Al charco que bajo el banco de la culpable se derrama. Al abandono.
Entonces la pequeña japonesa
-Dónde dejó la vitrina minúscula de su caja de música
El tu-tu absurdo como la envoltura de un bombón
A mitad de camino entre los agujeros de las medias de baile
Y la cara de la loca-
Hizo un rotundo croisse
Burlando con su pelo de teñido amarillo
Las mandíbulas verticales
Clavada en puntas de pie sobre el piso en movimiento
Un lago de los cisnes a toda carrrera
Bajo el piso nevado de Manhattan.
Luego el vaso blanco de su delicado y dignísimo gesto
Entre saltos y reverencias y miradas a otra parte
Sin abandonar el otro lado desde donde no nos miraba.
Dónde estaba la pequeña japonesa
En qué salón de luces y de aplausos
Cuando en medio del vagón inclinó el tronco y la cabeza
Y extendió las manos de uñas despintadas
La boca torcida por su risa demente.
En el fondo del vaso sola como su alma la moneda.
De Manhattan song (Cinco Poemas Occidentales) - (2008)
René Depestre
Haití - 1926
Ceremonia de los adioses
A Sophanna y Miguel Igout
He aquí su vida llevada por el flujo magnético
que regula sus días y sus viajes de poeta;
un trote de burro en camino de cabras
un vuelo espiral de aeroplano sobre
el viejo cementerio marino de infancias
un tratado de erotismo chino justo antes
de irse en los gritos de amor de las mujeres,
de la campana basilical al carillón
vaciado en el metal en fusión de la mujer.
El porvenir pereció en la frente del viajero.
El horizonte se fue, quedó solo en el mundo:
¿qué tiempo de esperanza hará en el país natal?
Un radiante otoño de sabiduría responde
al espíritu protegido contra la morriña.
Muy de mañana corre a lomos de rucio
por tortas de yuca y leche del recuerdo.
Con el cuerpo cerrado a utopías de presa toma
la senda de la vida donde todo se envida.
Un gran jardín de ensueño aporta a sus trabajos
el embeleso de un perpetuo mes de junio.
Es memoria de la vida y de la muerte.
Es el acmé adulto culmen de la madurez.
En la tarde del retorno al polvo
la poesía de un eterno sol del membrillo
abre sus exequias al adiós de las mujeres.
Brillará su sol largo tiempo en sus cenizas.
Retorna al limo loco del bien y del mal:
a su vez se extingue en el lecho de tinieblas
sobre sus islotes de sombra cae sin piedad la noche.
Versión del equipo de traducción dirigido por Joëlle Guatelli-Tedeschi y Adoración Elvira Rodríguez
Eduardo Espósito
Buenos Aires, Argentina - 1956
Puzzle
Un poeta pretende reconstruir
el rompecabezas del mundo
desgarrado por sus abuelos
No recuerda las coordenadas
(su propio lugar
dentro del juego)
Prueba una vez
Otra vez
Desiste
El rompecabezas
se insinúa incompleto.
A Samuel R. Delany
En: Las puertas de Tannhäuser, edic. El mondo armado, Argentina, 2011
Elvio Romero
Yegros, Paraguay – 1926 - 2004
Dureza
Hoy voy a endurecer mi corazón
Para quererte como debo quererte,
que salga abriendo puertas y ventanas
y tenga un soplo de violencia y suene,
Logrando así que las hojas cansadas
no nos cubran por siempre con sus redes.
Te llenaré de lágrimas y dudas
para quererte como debo quererte,
prenderé un fuego torvo junto al lecho
por donde al amor reposa y donde duermes,
Y allí entraré con pasos de guerrero
Envuelto siempre por su propia fiebre.
Llevaré en la cintura ese cuchillo
que pueda herir en el minuto hiriente;
confundiré la rosa y sus espinas
de modo que de pronto no me encuentres,
y me encuentres de pronto con un rostro
que ya no sea el mismo que te bese.
Hoy voy a endurecer mi corazón
como si nunca fuera a conocerte,
y así ajustar las huellas a un camino
de rectos bordes, frutos y deberes,
como si fuese a enderezar el hierro
en una fragua de calor ardiente.
Haré que todo se te vuelva oscuro
y confundas los pasos siete veces,
y buscando la luz toques la puerta
cerrada cuyas llaves me reserve,
y sólo yo, como un guardián severo,
sepa darte las claves para siempre.
Apuraré también el hondo cáliz,
para quererte como debo quererte.
César Vallejo
Perú – 1892 - 1938
Epístola a los transeúntes
Reanudo mi día de conejo
mi noche de elefante en descanso.
Y, entre mí, digo:
ésta es mi inmensidad en bruto, a cántaros
éste es mi grato peso, que me buscará abajo para pájaro
éste es mi brazo
que por su cuenta rehusó ser ala,
éstas son mis sagradas escrituras,
éstos mis alarmados campeñones.
Lúgubre isla me alumbrará continental,
mientras el capitolio se apoye en mi íntimo derrumbe
y la asamblea en lanzas clausure mi desfile.
Pero cuando yo muera
de vida y no de tiempo,
cuando lleguen a dos mis dos maletas,
éste ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara en pedazos,
ésta aquella cabeza que expió los tormentos del círculo en mis pasos,
éstos esos gusanos que el corazón contó por unidades,
éste ha de ser mi cuerpo solidario
por el que vela el alma individual; éste ha de ser
mi hombligo en que maté mis piojos natos,
ésta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda.
En tanto, convulsiva, ásperamente convalece mi freno,
sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;
y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo,
convalesco yo mismo, sonriendo de mis labios.
Blas de Otero
Bilbao, España - 1916 –1979
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos
Y también
por ti.
(Aquí
no se salva ni dios. Lo asesinaron.)
Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquel que dice:
abel, abel, abel ... o yo, tú, él ...
Pero tú, Sancho Pueblo,
pronuncias anchas sílabas,
permanentes palabras que no lleva el viento...
Luis Ricardo Furlan
Buenos Aires, Argentina - 1928
Testimonio del credo
Creo en la espina azul si me desgarra
el corazón trasmundo del vocablo-
como un agudo y trágico venablo
y ennoblece mi canto de cigarra.
Creo en la copla viva cuando narra
leyendas de la sangre en mi retablo,
en la vigilia donde sueño y hablo
y en el leño si el fuego lo socarra.
Creo en la rosa angélica y fragante,
en el amor, buhonero y trashumante,
y en la inicial minúscula del nombre.
En la humildad pacífica del huerto,
en la revelación del tiempo cierto;
y todavía más: creo en el hombre.
Otto René Castillo
Quetzaltenango, Guatemala – 1936 - 1967
Los fusilados
Los llevaron lejos de la ciudad
y no volvieron a llorar sus ojos
sobre las grises calles de mi país;
ni volvió más las brisa a disolver
su frente contra los carceleros
ni el luto dobló mas su cintura
en las pupilas claras del sol;
ni el andamio biológico del puño
se trepó de sombra.
Las calles, las casas, los sueños
los vieron pasar hacia la muerte
con la ternura flotando alegre
sobre sus sienes de floresta,
pero de cada rostro nacían pájaros
que buscaban el regazo de la aurora
llenándola de un no sé qué de amor
caído desde lo alto de un lágrima…
De pie marchaban, silvestres y humanos.
Amarrados, como el cabello de las mujeres
Populares, salían al encuentro de la muerte
con una canción universal en la garganta
poblada de milpales soberbios. ¡Otra vez
la muerte amenazando, subiendo otra vez
las gotas del martirio hasta el aliento…!
Custodiándolos, los verdugos reían. Y bebían
la silenciosa integridad de sus jilgueros
con el mismo rostro de raíces castigadas,
con la misma estatura corta de la brisa,
con el mismo color de río sin afluentes
pero con diferente emoción y pensamiento
sobre el puño oloroso de los jardines…
Salieron de la ciudad a las doce
de la noche. Atrás, las luces decían
adiós con sus pupilas espigadas.
Atrás, la ciudad, sin alas, se quedaba
con los enamorados, su lecho y su sonrisa…
no volvieron más hacia las cárceles
porque hundieron sus raíces biológicas
en el mismísimo corazón del pueblo.
“¡Han matado! ¡Han matado
muchos obreros esta mañana!
--lo dice el pueblo llorando
por boca de sus paredes--.
“Fuera de la ciudad capital
esbirros del gobierno han matado
prisioneros políticos y apolíticos:
albañiles de una primavera que comienza.”
“!Han matado! ¡Han matado hombres
que solían amar la salida del sol,
besar la semilla de la brisa,
acunar la caída del crepúsculo,
besar la frente de los hijos,
morir por la vida de una rosa,
pelear con la hoz por el pueblo,
levantar el martillo por la vida,
amar al pobre sobre todas las cosas
y pelear por su futuro con los dientes.”
Los llevaron lejos de la ciudad
y dejaron sus sienes floreciendo
orgullosos maizales, eternizados
estarán ahora debajo de la tierra
soportando con sus hombros inmensos
todo el futuro del mundo…
Marcos Ana
San Vicente, Alconada, España - 1920
Decidme cómo es un árbol
Decidme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves,
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor, no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?
Veintidós años… Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma… Escribo
a tientas: “el mar”, “el campo”…
Digo “bosque” y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo, por hablar, de asuntos
que los años me borraron
(no puedo seguir, escucho
los pasos del funcionario).
Roberto Sosa
Yoro, Honduras – 1930 - 2011
La ciudad de los niños mendigos
¿De dónde vienen estos niños mendigos
y qué fuerzas multiplican sus harapos?
¿Qué humano no ha sentido
en el sitio del corazón
esos dedos
picoteados
por degradantes pájaros de cobre?
¿Quién no se ha detenido
a mirarles los huesos
y no escuchó sus voces de humilladas campanas?
Que no haya niños mendigos disminuidos en las puertas,
golpeados
por la bruma de los cementerios,
muro blanco de las ciudades.
Que haya niños que posean juguetes,
pan
y luceros debajo de sus zapatos.
Que en el patio de la escuela
capturen alegremente
los insectos en el césped.
Que habiten en sus mundos
entre sus propios seres y sus cosas.
tom:.0001pt'>es cosa común que las margaritas sostengan la
nieve que quedó de los cuerpos en la
primavera.
De Inri - 2004
Juan Calzadilla
Alta Gracia de Orituco, Venezuela - 1931
Memorial de poetas muertos que alabaron el estado de gracia de la derrota
Oh Brecht
Ya quisiéramos que ese magnífico
retazo azul del cielo en verano
no fuera tan irresponsablemente bello
y que por ser bello
justamente no pidiera de nosotros
que para cantarle nos cruzáramos de brazos
ante tantas barbaridades.
El acto poético más puro
André Breton sale a la avenida y, mirando hacia las cámaras,
descarga su revólver sobre la multitud. O mejor, simula hacerlo
y prefiere describir esta acción en el papel para testimoniarla
como acto potencial digno de ser celebrado por la escritura.
Llama a eso acto poético puro para diferenciarlo de genocidio.
David Escobar Galindo
Santa Ana, El Salvador - 1943
Como los dioses en su audaz vigilia
Como los dioses en su audaz vigilia,
me asombro de estar vivo y de estar muerto.
La palabra revienta en el silencio
y el silencio se nutre de palabras.
¿Cuál es la diferencia entre estar vivo
y estar muerto? Los dioses son balanzas.
Carlos Tallarico
Buenos Aires, Argentina
Arenga imaginaria
“De lo vuestro a lo propio y viceversa,
tengamos la piedad del aire por el aire.
El tiempo adora esa atmósfera que flota
sobre tanto difunto.”
De: Creés mirar lejos y otros poemas, La luna que, Argentina, 2011
Martín Poni Micharvegas
Argentina. Reside en Madrid
Canto la poesìa de mis compañeros
Llenos de falsas palabras como andamos,
entre ofertas y eslógans y ritmos traicioneros,
por amor a mi fe y a la vida que viene,
canto la poesía de mis compañeros.
La verdad es màs fuerte que cualquier cadena.
Nada grita màs alto que un verso prisionero:
Mientras la canción se cansa y el arte se desploma,
canto la poesía de mis compañeros.
La tallaron en sierras, en selvas, en montañas,
en fábricas y campos en jornadas de acero,
en quebradas oscuras donde brilló la muerte
y en ciudades perdidas bajo los tiroteos.
La salvaron del riesgo de morir asfixiada
en la cámara cínica del mensaje con miedo.
Por que ella ha sido escrita para alentar coraje,
canto la poesía de mis compañeros.
Viviré para verla vivir sobre la muerte
y arrasar las paredes del terror que erigieron.
Ya que hoy aún libra lucha contra esas maldiciones,
canto la poesía de mis compañeros.
Roberto Juarroz
Coronel Dorrego, Argentina – 1925- 1995
9
Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que solo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.
Gunter Grass
Danzig -ahora Gdansk- Polonia - 1927
La escuela de los tenores
Coge el trapo, borra la luna,
escribe el sol, la otra moneda
del cielo, pizarra escolar.
Siéntate luego.
Tus notas serán buenas,
pasarás al curso siguiente,
llevarás una gorra nueva y más flamante.
Porque la tiza tiene razón
y la tiene el tenor que la canta.
Deshojará el terciopelo,
ahuyentará la hiedra, medida de la noche,
el musgo, su murmullo,
todos los mirlos.
Al que toca el bajo, emparédalo
en su bóveda.
¿Quién cree aún en barricas
en que el nivel del vino disminuye?
Sea pájaro o metralla
o sólo un zumbido hasta que cruje,
porque el éter está repleto
de fines de semana y veraneos.
Tijeras que, en la sastrería,
gorjean la canción de la primavera y la costura...,
no sigas su ejemplo.
Sacando el pecho, hasta que el viento dé un rodeo.
Una y otra vez trompetas,
cucuruchos de papel llenos de cebollas de plata.
Luego paciencia.
Espera hasta que los ojos de la señora se aparten,
dos criadas descontentas.
Sólo entonces esa nota que las copas temen
y el polvo
que persigue a las molduras hasta que cojean.
Raspas de pescado, ¿quién cantará esos intersticios
al mediodía ensartado en un junco?
¡Qué bien cantaba Else Fenske cuando,
en sus vacaciones de verano,
tropezó a gran altura
cayendo por una silenciosa grieta del glaciar
y dejándonos únicamente su sombrilla
y su do de pecho!
El do de pecho, los muchos afluentes del Mississippi,
su espléndido aliento
que inventó las cúpulas y el aplauso.
Telón, telón, telón.
Deprisa, antes de que el candelabro se niegue a seguir tintineando,
antes de que las galerías se inclinen
y la seda se abarate.
Telón, antes de que entiendas ese aplauso.
fragio de sangre.
Luis Ricardo Furlan
Buenos Aires, Argentina - 1928
El pobrecito de aquí
Niño a solas llorando su pobreza
en el cuenco vacío de la mano
(grillo silente, cuerda del verano;
hacecillo de invierno, la tristeza).
Desnuda el ansia – grano sin maleza-,
a la intemperie en el umbral urbano,
de Blancanieves el octavo enano,
rito de caridad que nadie reza.
Calleja del dolor y del olvido,
universo minúsculo, perdido,
rueda frágil que clama su recalzo.
Celaje gris, el pibe de voz queda
sólo busca la última moneda:
el tercer mundo tiene el pie descalzo.
En plaqueta: La cicatriz ajena.
Elsa Tió
Puerto Rico
29
Tengo furia de mí
de mi desgaste inútil
inútil como un ciego ante un espejo
como el reloj pulsera en la mano de un muerto.
Ya solo veo ante mí cosas perdidas
tierra sin campesinos ni canciones
una gran losa de cemento y piedra
sirviendo de sepulcro a las semillas
una hoja secuestrada por un viento sonámbulo
y un árbol que es la tumba de unas alas vencidas.
He tratado de ver las huellas en el viento
de todo lo que pasa de todo lo que vive
de todo lo que sangra y llora y muere
y solo veo la cicatriz del tiempo.
en Detrás de los espejos empañados, Puerto Rico, 1979
Maruja Vieira
Manizales, Colombia - 1922
Rayuela
En memoria de Ignacio Ramírez, el Cronopio Mayor
Hoy necesito dibujar una rayuela
en alguna parte.
No puedo hacerlo en la Rue Martel
de París,
que estará llena de cronopios,
famas y conejitos
con flores amarillas
en las orejas.
Tengo que dibujarla aquí,
con los bigotes de mi gata
reflejados en un espejo.
Al otro lado del espejo
me encontraré contigo, Ignacio.
Y jugaremos a la rayuela
con la seguridad de llegar al cielo.
Isa Guerra
Islas Canarias
Las 11
Los astros crepitan,
La noche
Estrellada
De inquietud
Ausencia
La angustia
Del amante.
A lo lejos
Esa tristeza tuya
Que parpadea,
A lo lejos
Alguien
Muere
Sin ti.
Roger Santiváñez
Piura, Perú - 1956
4.
Los arbustos son perfectos danzan
Solitarios ante mi susurrada canción
No me dicen sino dulzura enhiesta
En la finestra destinada a su infinito
Vaivén inescapable a esta hora mori
Sólo el sonido de las ramas cruzadas
Por el viento se percibe en el adviento
De una noche más en el verano del
Confín tan olvidado presto a la sola
Despedida que es mi canto fúnebre &
Sin embargo feliz hasta la sonrisa de
Una rimense monalisa tiempo intocada
Roberts Pool Crepúsculos, Monte Ávila Editores, Venezuela 2012
Ledo Ivo
Maceio, Alagoas, Brasil – 1924 - 2012
Ser y saber
Veía el viento soplando
y la noche descendiendo.
Oía el grillo saltando
en la hierba estremecida.
Pisé el agua
más bella que la tierra.
Veía la flor abrirse
como se abre la ostra.
El día y la noche se unieron
para ungirme.
La unión de luz y sombra
abrazó mis sueños.
Veía la hormiga esconderse
en la ranura de la piedra.
Así se esconden los hombres
entre las palabras.
La belleza del mundo me sustenta.
Es el hermoso pan matinal
que la mano más humilde coloca
en la mesa que divide.
Jamás seré un extranjero.
No temo ningún exilio.
Cada palabra mía
es una patria secreta.
Soy todo lo que es partición
el trueno la claridad
los labios del mundo
todas las estrellas que desaparecen.
Sólo conozco el origen:
el agua negra que lame la tierra
y los cangrejos que me acechan
entre las raíces del mangle.
Sólo sé lo que no aprendí:
el viento que sopla
la lluvia que cae
y el amor.
Traducción José Javier Villarreal.- Tomado de “Ledo Ivo, Una antología de una antología personal / Colección El oro de los tigres III, dirigida por Minerva Margarita Villarreal, Universidad Autónoma de Nuevo León, 1era edición, 2011. México.
Ki no Surayuki
Japón
Las flores del ciruelo
aún no han caido
pero en el fondo del agua que corre
se ve su imagen
reflejada.
Samir Delgado
Islas Canarias
/1/
Hay una mirada tuya
Que llega como el aguanieve
En los puertos altos de la montaña
Y el revuelo alegre de golondrinas
Sobre la pérgola celeste del verano.
Una mirada tuya que llega siempre
En los preámbulos de cada beso.
Masao Nakaguiri
Japón
Guerra
Una cabeza de hombre, salpicada de arena.
Un hilo de sangre que se alarga infinitamente.
Metales que se diluyen, ojos que quedan entreabiertos.
Mujeres semidesnudas.
En el extremo del mundo
creí haberlos visto.
Hojas de caucho despedazadas y empapadas.
Corrimos desesperados.
Nos volvíamos locos.
El índice de mi mano se crispó contra mi voluntad
y tu figura desapareció;
quiero decir: te maté.
Un pedazo de plomo que ató mi dedo a tu corazón.
Los dientes menudos, los pies pardos, y todas las cosas
pequeñas.
En el extremo del mundo
creí haberlos visto.
Pero, ¡Peter!
¿Por qué sonríes a quien te mató?
De lejos
llegas fluyendo dulcemente.
Te acercas titubeando, amigo,
No sé si te llamabas Henry
O Robert.
Sin embargo, ¿por qué no me culpas a mí, tu sacrificador?
Por fin, regresamos a la patria
en cuya belleza habíamos creído.
Mis zapatos militares cubiertos de lodo
pisan ahora las calles carcomidas de Tokio.
Pero tú, ¿en dónde estás tosiendo?
¿En dónde estás lamiendo ese queso de sangre?
Amigo, podrás mirar, lo sé,
a este pobre hombre que mató a su amigo
trepando como topo en el rincón del mundo.
Y comprenderás
que es mucho más penoso haber sobrevivido
que estar muerto.
Gustavo Pereira
Margarita, Venezuela - 1940
Fábula del gran poder
El constructor de imperios cruza los desiertos para burlarse de la vida
No padece de dudas ni interroga los cielos
Toda alucinación le es ajena y despreciable
“Cenizas en el viento vanas suposiciones
de idiotas son los sueños” – se dice entre las sombras
mientras su ojo escudriña la furia de sus perros
Va de un lado a otro enloquecido detrás de aquello que brilló y fue sólo
puñado de polvo en la distancia
Por toda artimaña respetable esgrime en la punta de su cuchillo
su categórico argumento.

Juan Brambiya, Luján, Argentina
Bellessi Diana
Zavalla, Santa Fe, Argentina - 1946
Navegábamos por un mar de arena.
El sol, espectralmente rojo teñía la aureola
de polvo que seguía a la nave. Un cielo de oro
sin una nube, sin un pájaro dándole vida.
Ella permanece erguida sobre el puente, su
sola voluntad nos impulsa en el desierto.
Hace crecer un árbol desnudo en verde
para mí. Sé que es un regalo,
una sombra clara que me recuerde
la mitad de mi origen. Después cruzamos
el umbral. El signo de su silencio
se hizo silencio: me devoró suavemente
el resplandor de lo oscuro.
Tributo del Mudo, Ediciones Sirirí, Buenos Aires, 1982
Rosina Valcárcel
Lima, Perú
6 DE ABRIL y otros poemas,
a Víctor
El héroe aguarda al filo de un pozo
r.v.
a Víctor Polay Campos
La prisión se extiende
La humedad las hojas de la urbe
Como quien torea el patíbulo
La tarde del 6 de abril
Con sus ojos abiertos
El héroe aguarda al filo de un pozo
Me cede un libro de cuentos
Sereno se mueve en la escena y dice:
—Nadie podrá atarnos el espíritu
He soltado una cometa.
(C/f: Contradanza, Lima, 2013, Fondo Editorial Cultura Peruana)
Cristina Villanueva
Argentina
A Juan Gelman
Por las lágrimas navegan ojos
ojos que vuelan la tristeza como si fuera un río o una lluvia
ojos para buscar agujeritos de cielo en el dolor
para encontrar
huesitos de luz
en el bordado oscuro de tu muerte
Nazim Hikmet
Turquía - 1902 – 1963
Soy poeta,
silbando voy por las calles
y dibujando en las paredes
mis poemas en forma de rayos…
“Eres una aldea en las montañas
de Anatolia,
eres mi ciudad,
la más bella y la más desdichada.
Eres un grito de auxilio, quiero decir, eres mi país;
las pisadas que corren hacia ti son las mías.”
Luis Bolaños
Grecia, Costa Rica – 1944
Poema del agua
Dormida en el humo de la muerte
tú sueñas un sueño de pájaros sin voz.
Soledad de noche bajo las hojas:
el viento agita las ramas
y la tarde gira lenta en el agua.
Las arañas comienzan a tejer entre mis dedos
y mis manos vacías se llenan de sombra.
En Para encender la noche, Editorial Costa Rica, 2004
Antonio Preciado
Esmeraldas, Ecuador – 1941
Hallazgo
Hoy saqué de la arena
un hueso que me ha pertenecido,
porque tiene una señal de sangre
idéntica a mí mismo,
y el horrible dolor que me he palpado
en este mismo sitio.
Además,
es del mismo metal
que en una uña de mamá he sorprendido.
Pues bien,
me haré una flauta,
compondré una canción a mi asesino,
y la saldré a tocar todas las lunas
a lo largo de todos los caminos.
Miguel Sotomayor
La Habana, Cuba - 1948
Camilo
En memoria del Comandante Camilo cienfuegos
fallecido en accidente de aviación en 1959.
Desapareció.
En el mar.
Estás.
Nadando en tu sombrero.
En las olas que mojan las estrellas.
En cien delfines y gaviotas.
En el fuego que calienta el Caribe.
Jorge Debravo
Guayabo de Turrialba, Costa Rica – 1938 - 1967
Nosotros los hombres
Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.
Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.
Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
árboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.
Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.
Philip Larkin
Coventry, Inglaterra – 1922 - 1985
Los árboles
Los árboles comienzan a dar sus hojas
como algo que apenas ha sido dicho;
los últimos brotes descansan y se abren,
su verdor es una especie de tormento.
¿Acaso vuelven a nacer mientras nosotros
nos hacemos viejos? No, ellos mueren también.
Su truco de verse nuevos con los años
queda escrito en los anillos del fruto.
Aún sigue la trilla de los castillos derruidos
cada mayo en su maduro espesor.
El año anterior ha muerto, parecieran decir,
empieza otra vez, empieza otra vez.
Carlo Bordini
Roma, Italia - 1938
Estatua
No es una cosa natural ver como se llevan
las estatuas de lenin
horizontalmente
mientras lenin todavía tiene el brazo
tenso por la acción,
impresiona que la estatua sea aun tan
rígida y que la espalda se vea tan derecha,
y lamento que la estatua no sea
hecha con la espalda que se
pueda plegar para adaptarse a las
circunstancias e inclinarse.
Si es ridícula
no es culpa de lenin es culpa de la estatua.
I costruttori di vulcani. 2010
Versión del italiano, Gabriel Impaglione
Rolando Revagliatti
Buenos Aires, Argentina - 1945
Pequeño descubridor
Tempranamente he descubierto
que se puede uno parecer
a un tarado
No siempre a un tarado:
en ocasiones, a un salame
un bólido, un mequetrefe
un muerto de frío
un impresentable o ni fu ni fa
y no pocas veces
otros pareceres
de índole contigua
delatora de insuficiencias
ha podido uno
personificar
y personificar
Y lo más interesante, claro:
sin serlo.
Amparo Osorio
Bogotá, Colombia
Página de nieve
En el envés: auroras retardadas
viento de infancia
alba y fisura de otras horas
grito contenido
tropezando en la nieve.
Espejo exhausto
múltiple silueta
página blanca
precediendo los rostros.
¡Sé el peso de mi sombra!
José María Pallaoro
City Bell, Argentina - 1959
Por el motivo que sea
Clara
es tan clara
que no
necesita soles
para embellecer
los días.
Eso sí:
cuando cierra
sus ojos
todo hace agua
y lo que vale
la pena
se ahoga.
Luis Alberto Crespo
Carora, Venezuela – 1941
De tanto vivir
Adelgazo como una orilla
Quedo ligero
De tanto irme de mí
Nunca fui mío
Cuando me encontraba
Andaba a caballo
Temiéndome
Me hago daño despierto
Con tanta luz
Tanto ser.
En: Entreabierto.
Humberto Vinueza
Ecuador – 1942
LAS ESTELAS CONTIENEN la insignia familiar
cocida con el limo del cielo
y la fantasía se hace carne
y la carne imagina y gime a través de un himno
en el firmamento el desentorno recupera
la acción incitadora de la cibernética
y las pulsiones del absurdo en estratos múltiples
las estelas secretamente contienen
el modo de respirar automático de persona
y las estrategias anteriores a la conspiración del acierto.
En Árbol de los vínculos, Ecuador, 2011.
Gary Klang
Haití - 1941
Se abre una puerta
Se abre una puerta
Y es la infancia que renace
Este olor tan tenaz
A cuartos de vacaciones
Con el lienzo de la muchacha inglesa
Los ojos vueltos hacia otro lugar
O el árbol cansado que miraba por la ventana
Los lagartos poblaban el jardín
Teníamos la colina para nosotros solos
A pesar del miedo de la araña
Escondida bajo la piedra sobre la que nos sentamos
Que siempre venía en pareja
Sin apresurarse
Y un buen día
El padre encontró una sobre su pecho
Las palabras son todo lo que nos queda
Como si esa gente
Esos árboles
Esos juegos de niño
Nunca hubieran existido
David Cortéz Cabán
Puerto Rico - 1952
No soy un tigre de bengala
No soy un campeón,
no soy un héroe,
no soy ese galán
por quien tu madre
suspira y se desvela.
Apenas tengo garras de tigre de bengala.
Pero esta noche,
cuando todos se hayan marchado
baja despacio,
no cimbreen las paredes,
que nadie sepa nunca quien te hizo
esos dos puntos rojos en la noche.
En Ritual de pájaros, Ediciones El otro el mismo, Venezuela, 2004
Osvaldo Ballina
La Plata, Argentina - l942
Anónima, como si quisiera
anónima, como si quisiera,
la cara que despide en la oscuridad
restituye lo expulsado
acuesta en tu más acá
el espasmo luminoso
y lo que va por afuera
es ropa vieja, agua servida
corrosión de un deseo ajeno que no está
De Lejos de la costa
Jorge Ariel Madrazo
Buenos Aires, Argentina - 1931
Presencias
Croan las ranas en un pantano inexistente…
Miriam Cairo
ÉSTA es la noche, danzando sobre los álamos.
En el nocturno azufre vuelvo, pues, a ser
aquel que ni los íntimos amigos adivinan.
Ellos sólo acogen estas pálidas facciones
que los ángeles del ayer no soñaron.
Por eso
al aquí dejarte mi palabra:
las ranas del campo
(donde una vez me supe vivo)
vuelven a croar, son mis fieles escuderos
de la resurrección.
Cantan las ranas al tren remoto
acribillado por el oro solar, a
las nubes del encantamiento.
Cantan a mi perplejo corazón
Croan las ranas, y mi vida
obtiene en ello lo justo y necesario.
Adviene vuelto enigma
el canto de las ranas
y todo está muy bien, está todito
bien,
muy bien.
¿Lo he dicho?:
Cantan las ranas
en su pantano inexistente, y
está todo en su sitio,
y muy muy bien
muy bien.
del libro «Ayer decías mañana»
Oscar Acosta
Tegucigalpa - Honduras - 1933
Los Pinos de Honduras
En Honduras los pinos forman un imperio definitivo
del que no puede huir la naturaleza y el hombre.
En zonas terrestres anteriormente devastadas
se agruparon los árboles con sus bellotas de oro
que al caer de lo alto y recibir la caricia solar,
la lluvia o la niebla que al amanecer inunda los parajes,
viajan hacia los ríos integrando un universo dorado.
Los pinos crecen llegando hasta secretas cámaras
que el aire oculta y que ignoramos los humanos,
sólo los pájaros pequeños o los intrusos arácnidos
logran ingresar furtivamente en sus aéreos paraísos.
En la verde extensión vegetal que dilatan sus cuerpos
se hospedan prófugos animales y luceros caídos.
Es tan inmensa y fraterna la bondad del pinar hondureño
que ni el fuego invasor puede hacer que pronuncie
éste, con razón o sin ella, una palabra de odio.
Sorprende a veces que entre los cataclismos naturales
o entre aquellos que el hombre, ausente del amor, provoca
exista aún, sobre el herido rostro del mundo,
una isla paradisíaca formada por estas altísimas columnas----
que nos llaman con blanca voz a la ternura y al sueño
y a evadirnos definitivamente del exterminio y de la pólvora.
Pablo Neruda
Chile – 1904 - 1973
XIX –América insurrecta- (1800)
Nuestra tierra, ancha tierra, soledades,
se pobló de rumores, brazos, bocas.
Una callada sílaba iba ardiendo,
congregando la rosa clandestina,
hasta que las praderas trepidaron
cubiertas de metales y galopes.
Fue dura la verdad como un arado.
Rompió la tierra, estableció el deseo,
hundió sus propagandas germinales
y nació en la secreta primavera.
Fue callada su flor, fue rechazada
su reunión de luz, fue combatida
la levadura colectiva, el beso
de las banderas escondidas,
pero surgió rompiendo las paredes,
apartando las cárceles del suelo.
El pueblo oscuro fue su copa,
recibió la substancia rechazada,
la propagó en los límites marítimos,
la machacó en morteros indomables.
Y salió con las páginas golpeadas
y con la primavera en el camino.
Hora de ayer, hora de mediodía,
hora de hoy otra vez, hora esperada
entre el minuto muerto y el que nace,
en la erizada edad de la mentira.
Patria, naciste de los leñadores,
de hijos sin bautizar, de carpinteros,
de los que dieron como un ave extraña
una gota de sangre voladora,
y hoy nacerás de nuevo duramente
desde donde el traidor y el carcelero
te creen para siempre sumergida.
Hoy nacerás del pueblo como entonces.
Hoy saldrás del carbón y del rocío.
Hoy llegarás a sacudir las puertas
con manos maltratadas, con pedazos
de alma sobreviviente, con racimos
de miradas que no extinguió la muerte,
con herramientas hurañas
armadas bajo los harapos.
Canto general
Fayad Jamis
México (1930) Cuba (1988)
Por esta libertad
A Manuel Navarro Luna
Por esta libertad de canción bajo la lluvia
Habrá que darlo todo.
Por esta libertad de estar estrechamente atados
A la firme y dulce entraña del pueblo
Habrá que darlo todo
Por esta libertad de girasol abierto en el alba de fábricas
Encendidas y escuelas iluminadas
Y de tierra que cruje y niño que despierta
Habrá que darlo todo.
No hay alternativa sino la libertad
No hay más camino que la libertad
No hay otra patria que la libertad
No habrá más poema sin la violenta música de la libertad.
Por esta libertad que es el terror
De los que siempre la violaron
En nombre de fastuosas miserias.
Por esta libertad que es la noche de los opresores
Y el alba definitiva de todo el pueblo ya invencible
Por esta libertad que alumbra las pupilas hundidas
Los pies descalzos
Los techos agujereados
Y los ojos de los niños que deambulaban
En el polvo
Por esta libertad que es el imperio de la juventud
Por esta libertad
Bella como la vida
Habrá que darlo todo
Si fuese necesario
Hasta la sombra
Y nunca será suficiente.
Nota: A la Revolución cubana triunfante el 1 de enero de 1959
Mariana Bernárdez
México
Bórrame de tus ojos
que no sepas mi rostro
de la multitud
ni el camino de mi mano
sobre tu piel
Rastro en la duna
los días nuestros:
la palabra-luz
el bien herido beso
el café quemado
el cine de lluvia
Espacios y distancias
Y aún las horas
retienen tu nombre.
Trazos de esgrima. México: Ediciones Sin Nombre y UAM, 2011
Nancy Morejón
Cuba
El tambor
Mi cuerpo convoca la llama
Mi cuerpo convoca los humos
Mi cuerpo en el desastre
Como un pájaro blando
Mi cuerpo como islas.
Mi cuerpo junto a las catedrales.
Mi cuerpo en el coral
Aires los de mi bruma
Fuego sobre mis aguas.
Aguas irreversibles
En los azules de la tierra
Mi cuerpo en plenilunio
Mi cuerpo como las codornices
Mi cuerpo en una pluma
Mi cuerpo al sacrificio
Mi cuerpo en la penumbra
Mi cuerpo en claridad
Mi cuerpo ingrávido en la luz
Vuestra, libre, en el arco.

Jorge Ricciardulli, Luján, Argentina.
Osvaldo Sauma
Costa Rica - 1949
Mirándola dormir
todo hombre es su propio sol
en la media noche del hastío
cuando los grillos chillan
como fuego endemoniado
y las estrellas
están más distantes que nunca
bajo la luz del aguardiente
todo hombre
apaga
la lumbre interior de la nada
mientras mira dormir a la mujer
que le cedió el destino
no la que le inventó la ilusión
todo hombre
que como yo se emborracha
junto a la mujer
que nos huye en sueños
evade
la necesidad del otro
hace de su fracaso
un tintineo abstracto
y se bebe en silencio su perdición
Eugenio Montejo
Caracas, Venezuela – 1938 - 2008
Adiós al siglo XX
a Alvaro Mutis
Cruzo la calle Marx, la calle Freud;
ando por una orilla de este siglo,
despacio, insomne, caviloso,
espía ad honorem de algún reino gótico,
recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros
tatuados de rumor infinito.
La línea de Mondrian frente a mis ojos
va cortando la noche en sombras rectas
ahora que ya no cabe más soledad
en las paredes de vidrio.
Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;
miro el instante donde muere un milenio
y otro despunta su terrestre dominio.
Mi siglo vertical y lleno de teorías...
Mi siglo con sus guerras, sus posguerras
y su tambor de Hitler allá lejos,
entre sangre y abismo.
Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios
por un trago, por un poco de jazz,
contemplando los dioses que duermen disueltos
en el serrín de los bares,
mientras descifro sus nombres al paso
y sigo mi camino.
Ana Istarú
San José, Costa Rica - 1960
Yo, la hembra fiera
Yo, la marsupial,
la roedora,
la que no tiene tregua,
la que ha juntado ramas,
la que escoge las hierbas con las zarpas heridas,
la que gasta los cobres de su lengua
para fraguar el nido
y está midiendo el viento,
y acapara el lado oculto
de todas las colmenas,
la que atina a mirar los trajes de la luna
y quiere desovar,
la que fue fecundada
con un polen antiguo
y está que la revienta
la gloria de la estirpe,
en la que tan sólo espero un signo de los astros
para tirarme
con un rugido ronco a dar a luz,
yo, la hembra fiera,
la traidora,
la taimada,
la que a la muerte ha echado
a perder
su cacería.
De "Verbo madre" 1995
Mario Rubén Álvarez
Paraguay
Solicitud de permiso
Estoy gravemente enfermo de poesía:
solicito a la empresa media resma de papel
y ocho días con sus noches para curarme.
César Bisso
Argentina
Comunión
Quien descubra
el poema
y se conmueva
habrá partido
el pan
en dos mitades.
Ishida Hakyo
Ehime, Japón – 1913 -1969
El águila en la jaula
cuando está solitaria
bate las alas.
Kim Gu
Corea - 1488-1543
De tanto
querer
que aquí sea allí
y allí aquí
Aquí
y allí
se hicieron
lejanos
Quisiera ser una mariposa
en permanente
vaivén
Elvio Romero
Yegros, Paraguay –1926 - 2004
Flechas en un arco tendido
Eso somos: las flechas
en un arco tendido, la despreciable indiada;
las leñas que han de arder en los fogones
del blanco en La Misión, los hijos de la intemperie,
del vasto infierno de los desiertos,
definitivamente condenados.
Eso somos:
la sombra de lo que fuimos,
un ala destrozada en pleno vuelo
cubierta por la sombra del murciélago,
el habitante forestal, ahora
cazado en plena selva, los guerreros vencidos
definitivamente.
Eso somos: la estela
del salto del jaguar al infinito,
los más desamparados de la tierra;
calabazas vacías sin ecos ni semillas,
sustraídas de una fuerza brillante,
los golpeados, los tristes, los caídos
definitivamente.
Eso somos.
Definitivamente.
Federico García Lorca
España – 1898 -1936
La aurora
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean en las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraísos ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
Elsa Fenoglio
Haedo, Argentina
Puse vida en los espacios.
En la médula del tiempo
los movimientos
de los cuerpos.
Concebí los términos
y expliqué la carne.
En La decepción, 1986
Víctor Casaus
Cuba
Ciencia (muy) natural
Somos materialistas confesos
Nos guiamos por concepciones científicas
del mundo y de sus cosas
Analizamos estudiamos pensamos
que todo pasa por el arco del triunfo
de las ciencias
Por todo ello
es que ahora declaro
que el mundo se oscurece y se alumbra delante de mis ojos
cuando tú
parpadeas
en: Perfume (y secuencia) de mujer, Col. Nuestra voz para vos, CC Pablo de laTorriente Brau, Cuba- 2009
Mario Jaime
Desde la tempestad
Días de huracán
Días milagro
Los sapos despertaron
Las hierbas que los poetas no han nombrado y los botánicos, afeado
Han resucitado en carpos de júbilo verdoso
Y por el camino
Escoltadas por esfinges de corteza
Las mariposas brillan y se mojan
Todo el cielo es un aliento de alas
Tomás Borge
Nicaragua – 1930 - 2012
Pido una explicación
A Fidel
¿Por qué la cabalgadura de esa voz
su presagio de himno?
¿Por qué la línea tan recta
la lágrima tan fácil
en ese corazón
del tamaño de su historia?
¿Será porque quererlo
es cierto y favorable
como una luz en el rostro?
El hombre no se cansa de galopar
llegó hasta levantar
el viento para barrer oscuros
¿Saben? No tiene miedo
Sólo a la mentira
a la soledad
a lo trivial
¿Por qué hombre de tantos soles?
¿Por qué decime por qué?
¿Por qué muchacho grano de maíz?
¿Por qué no te gusta el mármol?
En: A la sombra de un grano de sal, Perú, 2007
Vilma Vargas Robles
Costa Rica - 1961
Costumbre
Yo digo nos estamos muriendo
más rápido que de costumbre.
Mal pasa el tiempo por mi casa,
por tu casa, el mundo.
No somos un libro de autoayuda.
No cumplimos con los requisitos,
ni siquiera sabemos gritar
Una flor azul.
Enrique Hernández-D'Jesús
Mérida, Venezuela – 1947
La caída de la historia
La historia es sencilla
lo es para su familia entera
En la selva
cree ser el Tigre Invisible:
es él
he aquí el dilema
Niels Hav
Dinamarca
Encontrar una lagartija en la oscuridad
Ajenos a la matanza,
dimos un paseo por los lagos.
Hablabas de Villalobos.
Yo observaba a un cuervo
picotear la mierda de un perro.
Cada uno en lo suyo envuelto
en una coraza de ignorancia
que protege nuestros prejuicios.
Los holistas creen que el aleteo de una mariposa
en el Himalaya, afecta el clima
en la Antártida, quizás sea cierto.
Pero allí por donde pasan los tanques,
y gotea carne y sangre de los árboles,
no hay consuelo.
Buscar la verdad es como encontrar una lagartija
en la oscuridad. Las uvas son de Sudáfrica,
el arroz de Pakistán, los dátiles de Irán.
Apoyamos la idea de las fronteras abiertas
para frutas y hortalizas,
pero a dondequiera que nos volvemos,
el culo sigue en la espalda.
Los muertos son enterrados en el periódico,
para que nos sentemos impasibles
en un banco al borde del paraíso
y soñemos con mariposas.
- Traducción: Gloria Galindo
José Miguel Casado
Caracas, Venezuela - 1985
Para no entrar en polémica
Nosotros defendimos el puente de los franceses
tomamos el palacio del Reichstag
tumbamos a Pérez Jiménez
desembarcamos en el Granma
y sacamos a los gringos de Vietnam
Nosotros pusimos el primer hombre en el espacio
dimos la vida en cada patria
no alcanzarían todos los periódicos
y revistas del mundo para nuestros obituarios
Nosotros escribimos Canto General
y pintamos Guernica
Te recuerdo Amanda
y Techos de Cartón
son de nuestra autoría
¿usted sinceramente puede creer
mi doña
que entre tantas obligaciones
nosotros tengamos tiempo de mantener
el exótico hobby culinario
de comer niños?
En Panorama actual de la joven poesía venezolana, El perro y la rana, Caracas, 2007
Mervin Morris
Jamaica - 1937
Velada poética en Jamaica
En un viejo, polvoriento, destartalado caserón, propicio para
las ratas
y demasiado grande para los círculos de poesía selecta,
los fanáticos de la cultura se dispersan en las primeras filas
atentos para una lectura de poesía inglesa.
Geoff realiza estupendas interpretaciones de Larkin,
al igual que
de Enright, y Michel Saunders dijo entre un poema y otro
"No digo que sean amables", dice.
"No diría que cualquier persona dijera que
sean portentosos. Los ofrezco
como dos buenos poetas ingleses de nuestra época.
Son antiademanes, antiflatulencia.
Hablan modestamente sus calladas honradeces".
La mayor parte del programa
fue dedicada a los poetas locales, estudiantes universitarios.
Algunos toscos, otros turbulentos y muchos violentos,
pero todos desgarrados por los raptos y los alumbramientos
maldiciendo encarnizadamente la esclavitud.
"¡Abajo los ingleses, hijos de perra! ¡Arriba los negros!
¡Oh, Cristo! ¡Arranquemos el papel pintado
de todas las condenadas grietas!
Mientras más atención presto, más seguro estoy
de que es absurdo que nos lean a Larkin,
al monótono, temeroso, regresivo Phil,
diciendo no a todo, o más adelante, o aún no puede ser.
Tantos hinchados poetas probablemente se abochornaron
y se preguntarían a dónde carajo llegarían
con sus estrofas estridentes, impetuosos, presumidos,
pintorescos,
y pensarían que surgieron a la vida excesivamente rudos.
Quizás fuera así, pero fue muy ofensivo,
pareciendo exigir cosas que no pertenecen a esta tierra
donde arde el sol y abunda el amor.
Porque para nosotros que estamos aquí, una nación desnuda,
preparándonos para recibir golpes, ¿qué sentido
tiene el miedo y la pasiva negación?
En toda esta confusión universal,
¿no sería más honesto que optáramos por decir
que somos aún demasiado jóvenes para caer en la desilusión?
Trad. Luis Suardiaz y Keith Ellis
Del libro: Poetas del Caribe Inglés: Antología. Selección, introducción, traducción y notas de Keith Ellis. Colección Poesía del Mundo. Serie Antologías. Fundación El Perro y la Rana. Venezuela. 2008.- Envío Ingrid Chicote
Jorge Enrique Adoum
Ambato, Ecuador - 1926
Supersubdesarrollo
¿Dónde?
En un muelle del Sena.
¿Cuándo?
El último día del otoño.
¿Quién?
Un empleado del aseo de calles.
¿Con qué?
Una gran escalera de tijera y unas grandes tijeras.
¿Por qué?
Para cortar una hoja que aún no había caído.
¿Conclusión?
También he visto en otras partes
matar niños con ametralladoras.
-size:10.0pt;mso-bidi-font-size: 9.0pt;font-family:"Times New Roman","serif";mso-ansi-language:ES-AR'>Amigo, podrás mirar, lo sé,a este pobre hombre que mató a su amigotrepando como topo en el rincón del mundo.Y comprenderásque es mucho más penoso haber sobrevividoque estar muerto.
Juana Garcia Abas
La Habana, Cuba - 1950
Mis campanas doblan por todos
Soy la Isla, una barca con fatigas de Sísifo:
arca en lastre que cuelga de estos montes
donde restallaron las crestas de las olas.
Ya no hay cielo firme ni mar serena;
fueron borradas todas mis orillas.
Aun deshambrida y acérrima,
mis bronces tocan a muerto
y varo la piedra orzando
ajena a todo
eje.
Blanca Varela
Perú – 1926 – 2009
Así debe ser
Así debe ser el rostro de dios
el cielo rabiosamente cruzado
por nubes grises, violetas
y naranjas
y su voz
el mar de abajo
diciendo siempre lo mismo
tan monótono
tan monótono
como el primer
y el último día
Circe Maia
Montevideo, Uruguay - 1932
A esta mujer
A esta mujer la despierta un llanto:
se levanta medio dormida.
Prepara una leche en silencio
cortado por pequeños ruidos de cocina.
Mira cómo envuelve su tiempo
y en él está vida.
Sus horas
fuertemente tramadas
están hechas de fibras resistentes
como cosas reales: pan, avena,
ropa lavada, lana tejida.
Cada hora germina otras horas
y todos son peldaños
que ella sube y resuenan.
Sale y entra y se mueve
y su hacer la ilumina.
El puente, 1970
Laura Yasán
Buenos Aires, Argentina - 1960
si un día escribiese un poema de amor
al hombre que me debe la conquista de éste páramo hostil
le escribiría
que todo es casi nada
que con gusto le cedería espacio si fuera otra mujer
pero soy ésta
la que pronuncia versos
de un desigual tirano raro amor
la que aprendió a llorar sobre su boca
Satoko Tamura
Japón
Viaje en otoño
Dentro del azul de los adobes están escondidas las pequeñas muertes.
Por las noches invitan sacudiendo las muñecas
y cada vez llega una nueva sombra y canta a solas sigilosamente.
El horror con el sombrero negro
viene a quebrar las músicas de mi memoria.
Voy buscando los perdidos
y llego al fin hasta aquella persona
cuyos labios delgados sorben mis esperanzas.
Oh, el viajero todavía no ha nacido
¿cómo atraviesa el río de la muerte
acompañado con espanto de la bestia infantil
en la primera noche de cautiverio?
Ahmad Shamlú
Irán
Lugar de encuentro
Más allá de las fronteras de tu cuerpo te quiero.
Dame los espejos y los apasionados voladores nocturnos
la luz y el vino
el cielo alto y el arco abierto del puente;
dame los pájaros y el arco iris.
Y repite el último fragmento
de la melodía que tocas.
Más allá de las fronteras de mi cuerpo
te quiero.
En aquella remota lejanía
donde acaba la misión de los cuerpos
y se extinguen
totalmente
la llama y la pasión de latidos y deseos
y cada sentido abandona el molde de la palabra
como lo hace el alma
con el cadáver cuando el viaje concluye,
hasta dejarlo a merced del asalto de los buitres?
en los más allá del amor
te quiero,
en los más allá de la cortina y el color.
Para verte,
concédeme una cita
más allá de nuestros cuerpos.
Luis Bolaños
Grecia, Costa Rica – 1944
Niño en la lluvia
Por la calle pasa un niño.
tiene los zapatos rotos,
abiertos a la noche,
y por ahí
se le derrama la luz que es
y la lluvia se ilumina.
En Para encender la noche, Editorial Costa Rica, 2004
Máximo Simpson
Argentina - 1929
Visión 29
Las águilas volaron hacia el lecho del mar,
y los últimos perros ladraron extenuados.
Las gaviotas huyeron, y cesaron los vientos.
Enmudeció el rocío, enloqueció la piedra.
Los jaguares perdidos cayeron hacia el fondo,
y las últimas vacas mugieron largamente.
Alejandro Schmidt
Villa María, Córdoba, Argentina- 1955
oyendo el corazón de las vacas
no
yo no me fui
soy de los que se quedaron acá
oyendo el corazón de las vacas
rompiendo los vidrios del espacio
para que pase la noche
y se desangre.
Gustavo Lespada
Argentina
Haiku
El vidrio se oculta en su transparencia.
La sombra es manifiesta; su opacidad se nutre
de la noche.
La escritura es sombría; ante ella
el mundo se detiene.
No es un hombre que escribe; escritor es la sombra
que lleva a un hombre a cuestas.
Seamus Heaney
Irlanda – 1939 - 2013
Tormenta en la isla
Estamos preparados: construimos nuestras casas achatadas,
hundimos nuestras muros en la roca y los techamos con buena
pizarra.
Esta agotada tierra nunca nos ha dado problemas
con el heno, así que, como veis, no hay hacinas
ni almiares que puedan perderse. Tampoco hay árboles
que pudieran servir de compañía cuando arrecia
el vendaval: ya sabéis lo que quiero decir–hojas y ramas
levantan un coro trágico en la galerna
de modo que prestas oídos a lo que temes
olvidando que zarandea también tu casa.
Pero no hay árboles ni refugio natural.
Podrías pensar que el mar hace compañía,
explotando cómodamente en los acantilados,
pero no: cuando comienza, el oleaje alcanza
a las mismísimas ventanas, escupe como un gato manso
que se hubiera vuelto salvaje. Simplemente nos sentamos juntos
mientras el viento ruge
y machaca invisiblemente. El espacio es un bombardeo,
somos atacados por el aire vacío.
Extraño; es una enorme nada lo que tememos.
Ledo Ivo
Maceio, Alagoas, Brasil – 1924 - 2012
El trapiche
Quieres que guarde para ti el rocío.
Mas cómo puedo guardar lo que se disuelve
al sol, como el viento, el amor y la muerte?
Cómo guardar los sueños que soñamos
al paso que caminamos despiertos
en lo oscuro y sin nadie a nuestro lado?
Y los susurros de labios encantados
en el otro lado del muro? Y la hierba que se
esparce
en la pista del aeropuerto? Y la mancha que
aparece
en la cáscara del mango maduro?
Cómo guardar la brisa sibilante
en el combés del navío? Y el vuelo del pájaro?
Y la barca abandonada que atraviesa el río
y para bajo la cubierta?
Cómo y por qué guardar un arreo herrumbroso
y la ceniza "de la hoguera"
y la lluvia que llovía y el viento que venteaba?
La nada guardaremos, nosotros que somos
el depósito de todo, el baúl y el trapiche.
El rocío; que es eterno, se evapora
llegada su hora Y nuestros sueños
nos guardan fielmente en sus sepulcros.
Mariangela Gualtieri
Cesena, Italia – 1951
Miro seguido el cielo
Miro seguido el cielo. Lo miro temprano en las
horas de luz y todo el cielo se pega a los ojos y viene a
beber, y yo a èl me adhiero, como un vegetal
que se come la luz.
da "Fuoco centrale"
versiòn del italiano, Gabriel Impaglione
Roberto Roversi
Bologna, Italia - 1923 –2012
Suena el tambor
Suena el tambor y lleva tu voz
a las hojas de los árboles más altos
para recordar:
realmente el hombre ahora puede cambiar
y puede correr con pies descalzos
como sobre los carbones del infierno
en la ciudad, sobre calles y a lo largo del mar
donde un tiempo anidaban los mercados
del prejuicio
y hacían de la vida un eterno
despedazamiento de banderas.
Pero ahora si el invierno viene
la primavera ya no es lejana.
Versión del italiano, Gabriel Impaglione
Víctor Casaus
La Habana, Cuba - 1944
Los poemas
Por suerte sólo nacen
de esta rabia y este desconcierto
de este sudor imperceptible entre los dedos / sólo
nacen de la furia y la nostalgia
de una mirada / que no está /
de un temblor / que se recuerda /
de unas ganas de cantar y de contar
cada segundo en la fiesta de la vida
por suerte sólo nacen
donde / como / cuando
deben nacer.
Marianhe Jalil
Veracruz, México
Las horas
No es cierto que el día tenga 24 horas, y que haya día y noche en cada uno de ellos, hay veces en que la noche es eterna, desde aquel último momento de una llamada en la cual se congelan las sonrisas, y los minutos, desde un momento que tergiversa la realidad a un plano desconocido, como un mundo alterno en el que refugias tus recuerdos en una caja en el buró de los deseos, como si pudieran rescatarse algunos besos tras el telón de sus adioses esos con sabor a desamor y golondrina perdida, esos besos que ya se fueron, esos que se anidaron entre un ala de mariposa azul y el polvo de la nostalgia, es mentira que los días puedan medirse, que sean tan cortos, si toman forma de infinito, y de lágrima congelada en el aire. Esas horas que se conocen vuelven a existir hasta que puedes darle una manera de olvido al adiós. Las horas vuelven hasta que tomas con una copa de vino toda la tristeza derramada, y es entonces que puedes decir que las manecillas que se mueven tienen sentido no porque haya olvido, simplemente perdón. Comienza un año y es entonces que todo tu mundo suspendido, quieto e inmóvil comienza a moverse de nuevo. Y todas las horas tienen de nuevo sentido como las manecillas del reloj, entonces tras cuatro meses de una larga e interminable noche el brillo del sol aparece y avanzan las horas. Vuelven a ser mías.
(Escrito un fin de año, escuchando Philip Glass "The hours").

Raúl Zurita
Chile
Inri
Están la cordillera de los Andes y el Pacífico
abrazados debajo de las piedras. Las margaritas
crecen en la primavera. Tal vez la primavera
crezca. Tal vez las montañas y el océano
abrazados se levanten desde abajo de las piedras
y sean margaritas de la nueva primavera.
Bruno, Susana, tal vez sus cuerpos se levanten
desde debajo de las piedras. En una tierra enemiga
es cosa común que las margaritas sostengan la
nieve que quedó de los cuerpos en la
primavera.
De Inri - 2004
fotografía cedida por Marianhe Jalil
Nicolás del Hierro
España -1934
Como si todo fuera concebido
para que desbordáramos los sueños,
así se abrió la luz: nadie oponía
su alegato ni freno, porque nada
podía interponerse.
Nos cogió
la alborada con rosas en la mano
y en los labios palabras conviventes.
Era hermoso y alegre el caminar.
Andábamos.
Anduvimos por la senda
del sueño y la esperanza como quien
para con el amor extiende avales
sin otra recompensa que la entrega:
niños fuimos, capaces de elevar
el juego hasta la altura de lo humano.
Miguel Barnet
Cuba
Nazim
Pensándolo bien
su rebeldía fue apenas
un momento de tomar la palabra
(fechas, cartas del exilio,
amores deshechos en la yerba)
Ahora
mientras él se cubre el pecho de la lluvia
yo me pregunto
qué nueva dirección tomarán sus versos
tan mezclados ya de tierra.
en Carta de noche, 1982
Ataol Behramoglu
Turquía
Si muero será un día al acercarse la tarde
Si muero, será un día al acercarse la tarde
Caerá una nieve intensamente negra
Los caminos serán cubiertos por mi corazón
Yo veré llegar la noche
A través de mis dedos.
Si muero, será un día al acercarse la tarde
Los niños irán al cine
Hundiré mi cara en una flor
Como para llorar.
Un tren pasará imperceptiblemente
Si muero, será un día al acercarse la tarde
A él le gustará que yo me vaya
Y entraré en una ciudad tardíamente
Y miraré el mar
A través de los damascos
Iré a ver un espectáculo
Si muero, será un día al acercarse la tarde
Una nube pasará a lo lejos
Una nube de infancia negra
Un pintor surrealista
Comenzará a cambiar el mundo
El canto de los pájaros, los gritos
El color de la mar
Y los campos se entrelazan
Te traeré un poema
Las palabras brotarán de mi sueño
El mundo se separará en porciones
En una la mañana del domingo
En la otra el cielo
En otra las hojas amarillas
En otra finalmente un hombre
Todo comenzará de nuevo.
Versión de Rei Berroa
José Cedrón
Argentina
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida
por diez lugares suyos, cierta gente...
José Emilio Pacheco; (En el poema "Alta traición")
Bajo tiempos difíciles y noches cerradas
te he soñado. Fui un impostor de luz para esa claridad que no toleras.
Tu anuncio es invisible como el amor que llevas
y que traes de mi piel. Y no te reconozco
más que en viejas traiciones.
Lo digo sin pedirte perdón, sin pedir nada.
Y sin embargo duele.
No podría desear la salvación sin vida. Ese poder.
Y también, sin embargo, no oculto lo invisible
del cómplice que traigo. Fantasmas que nos diste
para estrechar tu vieja geografía
de mártires y sombras.
El gesto recorrido con la misma mirada acorralada
vacila hoy como un ciego, en el cordón de un país desconocido.
(De Actas; 1986)
Concepción Bertone
Santa Fe, Argentina
Caballos
a mi padre Francisco Antonio Aversa,
en memoria
Yo sólo veía del caballo oscuro
el lucero de blanco pelo
que le dividía la frente, la crin
tusada por la parcial visión, por el hecho
de no tener más ojos
que para ver esa estrella. Él
veía la majestuosa genealogía del pedigree,
el pelaje enjoyado por el “masaje”, el
cuidado amoroso, antes y después
de la carrera, el paso airoso,
la apuesta de la corazonada, la gesta, y
lo que yo puedo ver ahora
en el remedo, la copia
-ex profeso inexacta-
que queda en la memoria: el juego
por el juego, por la lúdica
vida, la vana gloria, la herida
siempre enconada del recuerdo. Mi padre.
Un pura sangre, un quemante resuello
de hazañas y rodadas,
un destello de hielo
en los claros ojos. Siempre será
ese modo lejano de amar. La luna,
en un eclipse total, esta noche
que la tierra no la deja mirarse
en los ojos del sol, es fija
de ese amor que me entenebra.
Del libro Aria da capo, Ediciones Del Dock y La Guacha, 2006
Juan Manuel Roca
Medellín, Colombia - 1946
Diario de la noche
A la hora en que el sueño se desliza
Como un ladrón por senderos de fieltro
Los poetas beben aguas rumorosas
Mientras hablan de la oscuridad,
De la oscura edad que nos circunda.
A la hora en que el tren tizna la luna
Y el ángel del burdel se abandona a su suerte,
La orquesta toca un aire lastimero.
Una yegua del color de los espejos
Se hunde en la noche agitando su cola de cometa.
¿Qué invisible jinete la galopa?
Roque Dalton
El Salvador
Hora de la ceniza
Finaliza Septiembre. Es hora de decirte
lo difícil que ha sido no morir.
Por ejemplo, esta tarde
tengo en las manos grises
libros hermosos que no entiendo,
no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia
y me cae sin motivo el recuerdo
del primer perro a quien amé cuando niño.
Desde ayer que te fuiste
hay humedad y frío hasta en la música.
Cuando yo muera,
sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,
mi bandera sin derecho a cansarse,
la concreta verdad que repartí desde el fuego,
el puño que hice unánime
con el clamor de piedra que eligió la esperanza.
Hace frío sin ti. Cuando yo muera,
cuando yo muera
dirán con buenas intenciones
que no supe llorar.
Ahora llueve de nuevo.
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
como hoy.
Siento unas ganas locas de reír
o de matarme.
De La ventana en el rostro
Max Rojas
Ciudad de México, México – 1940 – 2015
Algo cruje
Algo cruje; ciertamente algo cruje.
Madera o mundo o muerte ya cansada
cruje;
ciertamente algo cruje, roe campanas,
masca niebla; algo mastica huesos
de angustiadas palomas.
Algo cruje; ciertamente algo cruje:
caen sonidos o golpes de azadón
o alguien escombra piedras
o quién va hacia mi hueco,
pero no, y sigue de largo.
Ciertamente algo cruje, algo en alguna parte
se está muriendo a escombros,
algo se está viniendo abajo.
Tristeza o soledad o rabia oscura:
qué desolado mundo sin ti se desmorona.
Jorge Etcheverry
Chile – 1945- Reside en Canadá
Últimos versos
Hasta luego, amigos camaradas
Desde una celda en 1942
Con una aurícula surrealista
Un ventrículo comunista
Media materia gris demócrata
Miguel Hernández da sus últimos poemas
a sus carceleros
Pliega sus alas y se apresta a emprender
El Gran Vuelo
Sobre los tejados del mundo
Mientras otros nidos empollan
A Javier Heraud
Roque Dalton
Víctor Jara
Y los que vendrán
Julio Carabelli
Buenos Aires, Argentina - 1940 –- 2014-
De Jurisdicciones
Jurisdicción de la palabra
Hay una alta eternidad en las palabras
que no son ni feas ni lindas
sino tan precisas como las personas
verdaderas o falsas
y no deben distraernos
los adjetivos
que a veces
son como espurios brillos
salmodiando la frivolidad.
Juano Villafañe
Argentina - 1952
Segunda estadía
Era como un país en el infierno
Con familiares que te retiraban a una estadía de campo.
En los jardines y en las miradas de luz sobre los ojos.
En los felinos de caza y la casa de felinos.
Una actuación, una marca de mundo y su registro
en espadas cruzadas por el honor perdido, en la puerta entreabierta
en la huida, el vidrio roto por donde penetraba el frío, lo elemental, el nocturno y el aviso: ingresa la visita, los reflejos, la familia.
Será así sobre la vuelta, en la segunda, en la que no ha sido buena y se repite siempre,
por otra vez, en su destino que está sobre la vuelta,
con los felinos paseando por el parque.
Es un destino con un país de infierno
donde se huye sobre un espejo roto, y rota el alma, el frío extendido.
Nadie te despide ahora
ni viajan antes para llegar mañana.
Es la segunda, donde todo se ha roto, donde ya nada es bueno, ni hay partes para luego.
Pero qué pena, si el parque es tan inmenso, la casa hermosa y la familia ha muerto.
Cuando volví a verte, aún los animales paseaban.

John Collier
Allan Mills
Guatemala - 1979
El indio no es el que mira usted
El indio no es el que mira usted
en el catálogo de turismo,
cargando bultos
o llevándole comida a la mesa.
Tampoco el que ve desde la ventanilla
y pide monedas haciendo malabares,
ni el que habla una lengua muy otra
y resiste fríos nocturnos.
No, el indio está adentro,
y a veces se le sale, acéptelo,
aunque lo entierre en apellidos,
aunque lo socave bien
y niegue su manchita de infancia,
ahí está, acéptelo.
Y si aparece esa agua rancia,
voraz, el aguardiente que inflama,
ya verá que se le sale,
el indio empuja con su fuerza de siglos,
emerge ardoroso y se le sale,
con lo guardado,
con lo que dura doliendo.
No, no es otro,
el indio soy yo,
a ver, repita conmigo.
Poemas sensibles, Praxis, 2005
Carmen Yáñez
Santiago, Chile - 1952
Pan
Un pan
no se iguala a otro pan.
Yo he comido ese pan.
Pan negro de siete granos,
pan blanco de hogaza, de miel, de ajo y de leña
Pan de Norrland
Pan de la tierras heladas
Pan de fuego
Pan chilote
Pan extremo de noble masa.
Amor de manos que le cuidan la textura suave
Pan de trigos
Pan de guerra
Sagrado pedazo de mendrugo
En la boca del hambre.
Pan de centeno humeante
envuelto en paños de blanco algodón
Pan del día caliente, en la alborada.
Pan tributo de la tierra.
Último manjar.
Oscar Cerruto
Bolivia - 1912 -1981
Cuya boca ardía
Me niego.
Me niego a entrar en el coro
a corear
al perpetrador con sombrero
de probidad
el abogado de la carcoma
el que dicta las normas
y sacude
en la plaza
el árbol del usufructo.

José Watanabe
Trujillo, Perú- 1946 - 2007
El anónimo
Desde la cornisa de la montaña
dejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,
una acción ociosa
de cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.
Mientras la piedra cae libre y limpia en el aire
siento confusamente que la piedra no cae
sino que baja convocada por la tierra, llamada
por un poder invisible e inevitable.
Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbucea
y no pronuncia nada.
La revelación, el principio,
fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismos
y todavía es innombrable.
Yo me contento con haberlo entrevisto.
No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.
Algún día otro hombre, subido en esta montaña
o en otra,
dirá más, y con precisión.
Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.
Roberto Armijo
El Salvador – 1937 – 1997
Yo escribo para respirar
yo escribo para encontrar un nido en los ramajes de la tempestad
yo escribo para morir lúcido
cabalgando mi caballo de madera
Yo escribo para ulular como el lobo que bajo la nieve
abandona el bosque
Yo escribo con mi corazón que alzo como un fanal
en este tiempo de tinieblas.
Julio Carabelli
Buenos Aires, Argentina - 1940 – 2014
Lógica
Un hombre busca su pan
hurga en los tachos de basura
juega
su condición de niño
busca pertenencias en inventarios cósmicos
para él
para millones como él la vida está escondida
no la encuentra
antes solía sorprender a sus vecinos
-¿usted sabe quién soy cómo me llamo?-
está fuera de juego
duerme
sus dientes su paladar su hígado
dormitan en el intestino flaco
a la intemperie
no aprecia la lluvia ni el rocío
no tiene adonde ir y no camina
no piensa no mira no murmura
sólo oye voces afirmando
que está vivo.
Pedro Rivera
Panamá
El río dialéctico
Heráclito
Éfeso-576-480 a.d.n.E.
En el siglo XIX.
el filósofo Hegel dijo: “No hay tesis de Heráclito
que yo no haya incorporado a mi lógica” y con él “se
toca tierra” por la primera vez.
Nada permanece idéntico a sí mismo, somos y no somos
lo real es la simultaneidad de los contrarios
el Universo es la armonía de los opuestos, y eso basta
o mejor dicho: el movimiento es la manera de existir de la materia
o tal vez: lo que es
es
y deja de ser en tanto transcurre
y no transcurre simultáneamente.
El ser es la sucesión de los conflictos
y cada contrario engendra a su oponente
que a la vez engendra a su contrario
que a la vez engendra a su oponente.
La materia, pues, fluye como un río.
Luisa Futoransky
Buenos Aires – 1939
Cama camera
La copa astillada (por azar, acaso)
al pie del lecho
tenía por testigos
tus muertos y mis muertos
brevísima, la noche de capricornio se nos crecía en lienzos
(perpetuados por la escuela flamenca)
donde los pliegues del goce
retienen los puntos de sutura
de la Parca,
enfrente

Nezahualcóyotl
Texcoco 1402 -1472
Yo lo Pregunto
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Bellessi Diana
Zavalla, Santa Fe, Argentina – 1946
Destino
Tablas acosadas por la humedad y el bicho
guardan mi corazón como un lucero
y no me importa la gente ni la plata
sino el crac crac del grillo en la mañana
del silencio, el gallo allá a lo lejos
y ese girar de Talita que busca el sitio
para echarse al sol en el alero
mientras la sombra de papá en su silla
me dice sí y alcanza un mate con
cáscaras de naranja, sí, m´hijita,
cerrá tu vida en este círculo que acaricia
los pasos del principio con las huellas
nítidas del final…
Claudia Lars
El Salvador – 1899 -1974
Poeta soy
Para María y Mariano Coronado
Dolor del mundo entero que en mi dolor estalla,
hambre y sed de justicia que se vuelven locura;
ansia de un bien mayor que el esfuerzo apresura,
voluntad que me obliga a ganar la batalla.
Sueño de toda mente que mi mente avasalla,
miel de amor que en el pecho es río de dulzura;
verso de toda lengua que mi verso murmura,
miseria de la vida que mi vergüenza calla.
Poeta soy? y vengo, por Dios mismo escogida,
a soltar en el viento mi canto de belleza,
a vivir con más alto sentido de nobleza,
a buscar en la sombra la verdad escondida.
¡Y las fuerzas eternas que rigen el destino
han de volverme polvo si equivoco el camino!
Carlos López Dzur
Puerto Rico
Obediencia militar
Vamos a simular
que somos los salvadores de la Tierra,
los redentores,
héroes con las manos limpias.
Sonríamos con la obediencia pulcra
de quien no quiere saber
el misterio supremo de la bala,
las bombas y las conspiraciones.
Olvidemos con qué colmillos
hemos herido al enemigo
y sus guaridas.
Vamos a redefinir el heroísmo
y a posar para la paz
de los nuevos esquemas
que declaran:
¡con los pobres y oprimidos estamos!
¡a los más horrendos, vencimos!
Queremos que se nos reciba
con bienvenida inolvidable,
consoladora, emocionante...
Cualquier acotación inquietante
no debe importarnos
desde las luces
de nuestra obediencia...
Alfredo Lavergne
Valparaiso, Chile – 1952
Sin poesía la humanidad agoniza
Al cabo de un tiempo el celo galopa en el sol
El pasado sumiso gira sin morder la cola
El espino se corona de cuarzo de sien
Los relámpagos de tejidos mudos
Las hojas son aire que se estremece
El espanto quiebra el báculo de la huella
Las patas de conejos raspan espejos
El trópico pierde en sus mandíbulas
Los frutos arrastran el tronco al monte
Cenan las piedras en el pozo de los niños
Las uñas de las plumas hacen cortocircuito
El arco del verbo pasa por el filo del clavel
Las bocas piden un bien a los traspiés
Las guaridas entregan los ríos perdidos
Los colores gimen en los polos
El bostezo cava la sed en la iguana.
y se cumple la profecía de las 9.01 horas.
Sin poesía la humanidad agoniza.
Primero mueren los poetas.
Tardíos y solitarios
los dioses echan al hombro sus máscaras.
Sin poesía
la humanidad agoniza
y la mujer que amamos da a luz otro amor.
Marcos Ana
España
Mano en paz
La hoguera del pueblo tiene
aún esparcidas sus aguas.
Ay, como el fuego se junte,
¿quién apagará sus llamas?
¿quién sujetará los bosques
del pueblo ardiendo en sus armas?
Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz, tomadla.
No esperéis que se maduren
en el dolor las espadas.
Los diques también se rompen
bajo el martillo del agua;
el viento descuaja el árbol
por hondas que estén sus plantas;
y hay volcanes que deshacen
el pecho de las montañas.
Escuchad la voz de un pueblo
que busca la luz del alba,
con la paz en sus banderas
y el amor en sus gargantas.
No dejéis que se maduren
en el dolor las espadas.
Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz. TOMADLA.
Enrique Hernández D' Jesús
Venezuela
Venus aparece con su plato de frutas
Y así comienza la gran fiesta con Baco
La invitación es siempre la misma
debajo del puente
La belleza deja el lugar de la noche
y el sol complica el día
parezco siempre ausente
sin energía en la morada
Y si mi Baco no le ha dado uso práctico a la vida
es porque se ha equivocado. Pero muy útil serán
estos consejos, este juego de amor, estas modificaciones
del tiempo, estos rompimientos, este ejercicio mudo
Por el pudor no he podido derraparme aún más
He dado lugar a las palabras y las cosas
He asistido al recuerdo y al pensamiento
Me he rodeado de interrogaciones
Prendida de lo humano
Precipitada
Juguetona
Levantando ruido con mis zapatos
abriendo puertas cerradas y prohibidas
Así quedo con mi tela de juicio
Cuando salgo rescato los objetos abandonados
y sigo contestándome la eterna pregunta
de abandonar
y dejar solo a mi Baco en el patio
Me reúno con mis amigas
y lo llamo de nuevo
Le hago señas con mis ojos
Yo necesito la rienda suelta
y siento el plato de ensalada de frutas
como se confunde en nuestras pieles
La patilla comienza acariciándome los senos
el melón la espalda
el cambur se introduce en mi sexo
la mandarina me baña el cabello
Y yo le doy la manzana negada a Baco
para que se quede tranquilo
Julio Huasi
Argentina
Increible del poeta
en el vientre del humo fue parido
doña luna canyengue le hizo el nudo
lo bautizaron con vino y con tangazos
y largó su agarrada sangrienta con los panes
ilícitos benditos malhabidos no es problema
tiene que haber uno para cada uno
fue a decir todo eso y al abrir la boca
lengua con alas alumbró un zorzal
con las indómitas cuerdas bien puestas
fue un milagro una milonga de oro el pueblo
formó alrededor del dulce pájaro
sublevaba tu corazón el payador espléndido
luego hubo de todo y más que nada sombras
traición sobre traición vinieron los censores
con una serpiente ciega en cada mano pero
ni víboras izquierdas ni víboras derechas
pudieron desatar al pueblo de su música
el ombligo inmortal cantaba fusilaba
qué le van a hacer mis verdugos es la vida
con el pueblo ha llegado y con el pueblo volverá.
Raúl González Tuñón
Argentina
La luna con gatillo
Es preciso que nos entendamos.
Yo hablo de algo seguro y de algo posible.
Seguro es que todos coman
y vivan dignamente
y es posible saber algún día
muchas cosas que hoy ignoramos.
Entonces, es necesario que esto cambie.
El carpintero ha hecho esta mesa
verdaderamente perfecta
donde se inclina la niña dorada
y el celeste padre rezonga.
Un ebanista, un albañil,
un herrero, un zapatero,
también saben lo suyo.
El minero baja a la mina,
al fondo de la estrella muerta.
El campesino siembra y siega
la estrella ya resucitada.
Todo sería maravilloso
si cada cual viviera dignamente.
Un poema no es una mesa,
ni un pan,
ni un muro,
ni una silla,
ni una bota.
Con una mesa,
con un pan,
con un muro,
con una silla,
con una bota,
no se puede cambiar el mundo.
Con una carabina,
con un libro,
eso es posible.
¿Comprendéis por qué
el poeta y el soldado
pueden ser una misma cosa?
He marchado detrás de los obreros lúcidos
y no me arrepiento.
Ellos saben lo que quieren
y yo quiero lo que ellos quieren:
la libertad, bien entendida.
El poeta es siempre poeta
pero es bueno que al fin comprenda
de una manera alegre y terrible
cuánto mejor sería para todos
que esto cambiara.
Yo los seguí
y ellos me siguieron.
¡Ahí está la cosa!
Cuando haya que lanzar la pólvora
el hombre lanzará la pólvora.
Cuando haya que lanzar el libro
el hombre lanzará el libro.
De la unión de la pólvora y el libro
puede brotar la rosa más pura.
Digo al pequeño cura
y al ateo de rebotica
y al ensayista,
al neutral,
al solemne
y al frívolo,
al notario y a la corista,
al buen enterrador,
al silencioso vecino del tercero,
a mi amiga que toca el acordeón:
-Mirad la mosca aplastada
bajo la campana de vidrio.
No quiero ser la mosca aplastada.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
No quiero ser abeja.
No quiero ser únicamente cigarra.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
Yo soy un hombre o quiero ser un verdadero hombre
y no quiero ser, jamás,
una mosca aplastada bajo la campana de vidrio.
Ni colmena, ni hormiguero,
no comparéis a los hombres
nada más que con los hombres.
Dadle al hombre todo lo que necesite.
Las pesas para pesar,
las medidas para medir,
el pan ganado altivamente,
la flor del aire,
el dolor auténtico,
la alegría sin una mancha.
Tengo derecho al vino,
al aceite, al Museo,
a la Enciclopedia Británica,
a un lugar en el ómnibus,
a un parque abandonado,
a un muelle,
a una azucena,
a salir,
a quedarme,
a bailar sobre la piel
del Último Hombre Antiguo,
con mi esqueleto nuevo,
cubierto con piel nueva
de hombre flamante.
No puedo cruzarme de brazos
e interrogar ahora al vacío.
Me rodean la indignidad
y el desprecio;
me amenazan la cárcel y el hambre.
¡No me dejaré sobornar!
No. No se puede ser libre enteramente
ni estrictamente digno ahora
cuando el chacal está a la puerta
esperando
que nuestra carne caiga, podrida.
Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez.
Juan L. Ortíz
Argentina
Preguntas a la melancolía
Qué tiempo del alma
es éste que en la tarde, infinitamente, transparece
unas islas?
O es setiembre, sólo,
el que sueña sus espejos, abismándolos, aún,
al nivel del confín
que no termina, a su vez, de ser absorbido por el mismo
vacío?
Pero por qué se hunden
el verde y el celeste en la niñez… así:
por qué?
Por qué no vuelan, ellos, di, melancolía
si tienen, ya,
plumas…:
por qué?
Y de dónde miras tú, melancolía, si
misteriosamente,
al fin,
no parecen de aquí
ni los montes que recuerdan o que ansían o que olvidan
y que se sumen
al trasluz
de un espíritu, no?, de agua
y de aire?
De qué hierbas, entonces, tus ojos de doncella, di,
melancolía,
se azulan...
y se deslíen...
de cuáles?
Por qué ahora te curvas y subes hasta casi abovedar la
despedida,
aquélla,
que eterniza, ya, un río
y unas orillas...:
por qué?
si tu pensamiento, niña, al fin de savia, sólo habrá
de anochecer,
y anochecer,
una palidez de yermas,
más allá de lo que, apenas, si amarillamente,
urdiese
tu penumbra
y tu brisa
para la misma trama, acaso, a que por la mañana, te avendrías,
al disolver tus hojillas
en esa pecera que abrirá pero hacia arriba
o de arriba,
la sublimación del rocío...?
Por qué, en tal caso, te vas como una Ofelia por la línea
de lo alto
o en la línea sólo de tu frente, o del desvío,
justamente, del halo
que ha de apurarte, luego,
el sueño de la clorofila o la diadema hasta después,
todavía,
de instilarte la primicia
de una malaquita...:
por qué?
O es por ventura, la unidad contigo misma
o con el flujo que te empina
y te alisa,
lo que te hace combar, así,
destacadamente,
el minuto...?
Sería, pues, esto, di,
melancolía…?
di…?
O no tendrías nombre, ni necesariamente edad, ni esencia,
pues serías
y no serías
en la continuidad de ese “aire”
que oscurece y se ilumina de lo íntimo
de la vida
a la vuelta de nada...
o cuanto más, lo creíble y simultáneamente, lo increíble
que no deja de vivir
y de morir
en la fe de una caña que carecería
de articulaciones, para asumir, por ahí
la respuesta, sin tiempo, a las respiraciones, a la
vez,
del cielo
y de los abismos...?
O no podrías ser, después de todo, el viso
que en la oscuridad,
nuestra prisa
al borde del miedo,
nomina…:
ése de la mariposa de la descomposición y del horror que debe
de latir,
por lo demás, la fuga
de todo el iris,
a costa, es cierto, de ellos y quizás de una ausencia
sin secarse aun,
aunque en un devenir
que los negaría, extrañamente, o si quieres,
que los niega
así
con tu desdén mismo
de criatura toda frente, y del otro lado, o por encima,
así,
de los junquillos?

Pablo Picasso, El Quijote
Yván Silen
Puerto Rico
La República-II
(A Rafi Trelles)
La cara de Dios es la metagramatización:
¡los días breves y las noches cortas!
(¡Eúcrates! ¡Eúcrates, escribo contra la muerte!
¡Dios escribe de amor contra mis cruces!)
¡Estamos cruzando la metacromatización
entre el cielo y la tierra (entre Goethe
y Mefistófeles: el agua es amarga como Mirra)!
¡Las palabras están incendiando el Érebo, y
los colores están incendiando el Orco!
¡Dios es hermoso hermafroditamente! ¡Dios es
radical contra el bombardeo de GuErnica! ¡Dios
es metacromático contra los ojos, contra
la lengua y contra los falos rojos de Nagasaki!
¡Dios arde metagramaticalmente contra Mí mismo!
5 de febrero de 2016
Rosina Valcarcel
Lima, Perú
Rubén Darío y yo
Del Callo el barco Urubamba nos lleva al exilio en febrero de 1951
Y nos deja en Nicaragua / Ahí quedamos de tránsito sólo
Padre habla un poco de poesía modernista con Rubén Darío
El eco y la música quedan en mi corazón
Hoy Marcela desea que le cuente
Fugaces imágenes de la vida
Evocación, pasaportes, desazón
No es el juego de la vida, le digo
En la escuelita Mariano Azuela del D.F. / Que no goza de lujo
Escribo el poema «Azul» / Color que tiñe mi niñez
Pero entre tantas mudanzas se evapora
En México pasamos años sin patria, sin barrio, sin familia
Tras luchar por la Amnistía
Manuel Prado aprueba que los exilados retornen de a pocos
La familia Valcárcel es la última
Violeta, mis tres hermanos y yo volvemos en diciembre
Y paramos en Managua y visitamos la Plaza de Darío
Le ponemos flores y pica pica
El vate sugiere quedemos tres días , pero sin pronunciar la palabra
“camarada”
Hacía un calor de Padre y Señor mío
Mi hermano Piocho tiene hambre
En el mercado a un vendedor le dice:
“Camarada quiero una manzana” /
Mamá, nerviosa, le jala la oreja
El trabajador sonríe algo cómplice y le alcanza frutas
Llegamos a Lima la noche del 9 de diciembre de 1956
Desde entonces aún no he podido visitar a Darío
Y debo llevarle un cesto de flores y serpentinas
Y decirle: Te quiero
Él dirá: Bienvenida Margarita
Tus labios escarlatas de púrpura maldita
—«Sí... no... sí... no...»
—Camarada, ven a Managua
Y me resbalo
Marcela inventará un viaje
Tan sólo uno.
6 febrero 2016
Jorge Ariel Madrazo
Argentina - 1931 – 2016
Anoche visité amigos muertos:
descansan (quién diría)
todo su no-tiempo
en jardines cuyos ramos cobijan poemas
y citrus de ignota acidez.
Estaban trajeados y alegres, tanto que me hallé
confesando: ‒No hubiera jamás creído
Edgar, Francisco, Antonio,
jamás pensé
Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto,
Horacio, Celia,
hallarlos tan contentos
como si fuese un suspirito vuestro
transcurrir.
Conversamos sobre bares y dragones, y
amores frutecidos en remotos hoteles y
parques con nudillos de niebla. Mateando,
sonreídos, me despidieron con un fulgor
que no olvidaré.
Se escondía en sus miradas el color de una
verdad. Y había en sus labios
una revelación.
(A Edgar Bayley, Francisco Madariaga, Antonio Aliberti, Gianni Siccardi, Joaquín Giannuzzi, Enrique Puccia, Enrique Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia Gourinski)
Martín Micharvegas
San Fernando, Argentina – 1935. reside en Madrid
El Circo
Todos hablan del circo
todos hablan del circo
todos saben cosas íntimas del circo
todos conocen al enano que es
amigo del domador
que es a su vez
amigo del trapecista
que a su vez es
amigo del patrón
Todos se alegran cuando el circo estalla
se muerden las uñas gritan o se callan
Todos adoran del circo el suspenso
y aplauden o chillan o esperan consenso
Desfilan las fieras viejas y arrogantes
que sólo las luces convierte en gigantes
Pasan los payasos los magos la artista
y cierran la noche los equilibristas.
(Buenos Aires, l969)
Vicente Zito Lema
Argentina -1939
Épocas
Hay épocas en que la poesía se espanta de las almas
benditas y de los espíritus sin mácula que cuentan
estrellas ante las sombras del río…
Hay épocas en que la poesía pierde la buena medida,
el buen tono, la buena contemplación, el buen amor,
el buen humor, la buena razón y el buen apetito
con que los cuerpos abren las puertas del destino…
Hay épocas en que la poesía llora en la noche
con lágrimas de niño y dice adiós a la belleza
sin estrépito, y corre hacia el infierno
con botas de gigante para sus pies deshechos…
Hay épocas en que la poesía no duerme
entre las sábanas almidonadas de la cultura,
debe buscársela sonámbula y a los tumbos, casi ciega,
entre tiros y gritos y pájaros de mal agüero,
en noticias policiales…
Hay épocas en que la poesía sólo conoce las prácticas
subversivas y los métodos piqueteros
(la cosa es: tomar por asalto el palacio de verano y
el de invierno,
o cortar las rutas o cubrir de humo negro el cielo,
o morir de pobre,
en la soledad del silencio,
como los elefantes mueren en los bordes de la selva.)
Entonces la poesía anda sin brújula, a saltos de mata,
de un lado a otro, del mar a la meseta, mientras el otoño
nos envuelve con su luz dorada
y sólo cambia que uno está más viejo…
Hay épocas en que la poesía se plantea una última cuestión:
¿Cuando lleguen los poetas del mañana,
los que anuncian la alegría,
tendremos algo más para recibirlos
que tumbas de inocentes sin justicia
y la moneda de la vida jugada a cara o cruz?
Y otra vez las músicas - 2007.
Osvaldo Ballina
La Plata, Argentina -1942
Adriano
hice un mundo de mundos
la belleza me llevó de la mano
escuche idiomas entendibles por curiosidad
mis arterias no apresuraron odio ni sueño
los hombres son tan sin razón
-no solo los bárbaros-
que me tomaron por un dios
cosas y seres nunca se entendieron
dudo de que en un futuro sea así
la más efímera felicidad me parece un milagro
los ojos blancos que ignoran frutos que dejo
me son más que prescindibles
y los dioses me otorgaron el privilegio
de escaparle a la vejez
Liliana Lukin
Argentina – 1951
Visitante
La señora, la bella señora
de la ventana
está como encendida.
La señora aletea
esta mañana
contra el vidrio de la oscuridad:
una mariposa en celo.
Los ojos que la ven se extrañan
de sus cabellos al viento
porque todo está calmo
como su cuerpo desnudo,
sólo se mueven los ojos
que la ven
y lloran
porque la señora
está tan transparente
en la mañana
y hace daño.
David Herbert Richards Lawrence
Estados Unidos - 1885-1930
Réplica a Whitman
Y todo aquel que recorre una milla lleno de falsa simpatía,
va al funeral de la especie humana entera.
Jorge Aulicino
Buenos Aires, Argentina - 1949
Kyrie eléison
Era del sur, donde los abismos sonaban a platería,
que venía aquella serpiente encendida sobre el monte.
Pero más al sur, el de las cuestas ásperas y amarillas;
lejos, más lejos -campos de lava o de yodo,
plumas desprendidas de un sueño inhabitable
de tan vasto y pleno de ozono-,
la vida se parecía a lo que habías dicho, a la promesa
de un infinito en el que las formas no tenían intimidad con nosotros.
¿Qué sustancia era esa, qué sustancia, que te negabas a nombrarla
y que en verdad no hubieses podido nombrar, porque tu reino era aquél,
el de la absoluta falta de nombre?
Fuimos contra Midgardsormr, la serpiente,
y sabíamos que la prueba mayor de nuestras armas
sería hollar el lugar donde, previste, fallaría tu cálculo.
Pondríamos el pie donde se alzaba la voz sin alfabeto;
en la lava reseca de tu pensamiento difuso,
en el lagar de las vendimias estériles de la locura,
en el vértice de los caminos de tu orgullo,
en el sitio increado.
Fuimos, entre quebradas sulfurosas,
y a través del húmedo país de los muertos,
a revelar, para tu espíritu, tu propio designio.
Porque era nuestra obra para la gloria de Dios.
Hostias, Ediciones del Dock, 2004
Hugo Toscaraday
Buenos Aires, Argentina - 1957
Nota de humo del gran jefe Lobo de Niebla
Dices que una maldita constelación pronostica mi hecatombe.
mi caída irremediable. si te amara.
Que los planetas me serán desfavorables, si intentara
un rozamiento de nuestros cuerpos celestes.
Y agregas, además, que únicamente, tú habrás de enamorarte
de altos hombres, blancos y honorables.
Al demonio los sucios cara pálidas.
Un muchacho sioux es lo que soy
y no hago caso de ningunas predicciones.
Apostaré a que tu escorpión se duerma
y entraré a tu corazón, con mi tribu de espuma.
De: Amantes zodiacales (1998)
Agneta Falk
Estocolmo, Suecia – 1946. Reside en Estados Unidos
Susurros
el cielo nunca fue más oscuro
que desde aquí abajo
justo bajo los páramos
las nubes se mueven
trastocando la luz,
rasgan las colinas en jirones
por tanto nunca sabes totalmente
cuándo o dónde estás
allá arriba, cubiertos de liquen
hay grandes secretos enterrados
dicen que es algo del pasado
pero el viento los grita
hacia el futuro
susurros de pies llagados de niños
de largos días de trabajo
en silencio ensordecedor
detrás de la gruesa piedra de Yorkshire
Traducción -Ricardo Gómez
Luis Camilo Guevara
Tucupita, Delta Amacuro, 1938 – 2014
Mago, devuelve
Oye tú, Mago, las felicidades y las desdichas
son como un alboroto dentro del corazón
y cuando se hacen muy largas y muy cortas
ya no parecen sino pencas embrujadas
que se atraviesan a uno en los trovares del alma.
¿No ves
que estamos fallando y ya uno de nosotros
(el más nosotros)
anda extraviado
entre las malezas picoteadas de abril?
Resucítalo tú, en los celajes con tronos de lechuzas,
en los bejucales encendidos por donde pasa el río
de los amores de siempre.
Resucítalo, ahora,
cuando oficias en medio del asombro:
entre mujeres aladas, hechizos, pájaros realengos,
cuando estamos tocándote y esa gracia nos abre el cielo
de par en par.
Leonardo Martínez
Catamarca, Argentina - 1937
Otoño en Nueva York
El álamo emblema y la brisa acariciante
son el límite
Ahí están el otoño sentado en un caballo muerto
y la casa vieja donde la vida brilla y duele
Ayer y hoy son lo mismo en mi provincia
y mañana
el insobornable tanto
en un derrame de posibles
El río se agota con la velocidad de un domingo
Borrado el cauce
las arenas como oleadas de estrellas nos prohíjan
En una ciudad que ignoro
Billie Holiday
canta la seda del otoño
II
Lugares para aprender a vivir
también para aprender la muerte
Cusco Venecia y ahora Nueva York
Todas arrastran un otoño luminoso
Todas atardecidas en susurros
como en ese viaje hacia el anunciado invierno
hace dos siglos
en la ciudad desconocida
donde Billie Holiday
con la seda arrugada y crujiente de su canto
llora desconsolada desde un fonógrafo
sin haber llegado nunca a los funerales de Franz Schubert
los dos últimos días del otoño de 1828
Pero al fin los soles se ayuntan
y las ciudades giran y se confunden
Méséglise no es sólo Proust
sino París y Tucumán
Y Viena y el Cusco
son Venecia
boca mía besada por el canto
Como almas en pena podemos ver y escuchar
el silencio de ciudades abandonadas
al tiempo amontonado en zoológicos sin memoria
y en la profundidad de los ríos
la canción de los niños difuntos
El barro que sofoca, (Argentina- 2013)
Carmelo Aliberti
Bafia di Castroreale, Messina, Italia - 1943
Las últimas gemas
Las últimas gemas
brillan sobre las ramas
en la masacre del día
en el eclipse del mundo
son tus ojos de estrella de mar
que brillan en los abismos de la noche
tus ojos de maga o espejismo
que me ciegan sobre el muelle de Messina
en la lívida estación de la dioxina
versión al castellano: Gabriel Impaglione
Rino Mele
Salerno, Italia
Poesía de agua
Las olas se alzan claras,
mueven la sombra, la maravilla
turgente de la espuma
cuando oscura
se pierde y cuando avanza. Blanca
se rompe la fuente, se deslizan
las piedras, el río las pierde
entre los dedos, con labios de agua
retiene las patas de las aves
apretadas en el hielo. La calle
curva la lluvia,
cae oblícua, obliga
a pequeños suplicios, el aguacero
sobre las puertas, los ásperos
ejes, los velos de niebla,
los muros que empalidecen la orilla.
versión al castellano: Gabriel Impaglione

Jorge Castro Vega
Montevideo, Uruguay - 1963
Lo que contó más tarde la serpiente
Desde luego, grita,
golpea, destruye. Incluso
ha llegado a dormirse de puro enojado.
Dormirse durante siglos, sin soñar nada
nada en absoluto
y de repente despertar
entre aullidos, empapado en vinagre
con un par de clavos en las manos.
En cuatro palabras:
vive furioso consigo mismo.
Y ya no queda nadie en el Edén
(salvo la música de Bach)
a quien pueda achacársele la culpa,
Desde que los echó, no juega
no canta, no baila.
Y ha dejado de rezar.
Cristina Peri Rossi
Montevideo, Uruguay -1949
Navegación
En las mansas corrientes de tus manos
y en tus manos que son tormenta
en la nave divagante de tus ojos
que tienen rumbo seguro
en la redondez de tu vientre
como una esfera perpetuamente inacabada
en la morosidad de tus palabras
veloces como fieras fugitivas
en la suavidad de tu piel
ardiendo en ciudades incendiadas
en el lunar único de tu brazo
anclé la nave.
Navegaríamos,
si el tiempo hubiera sido favorable.
Armando Rojas Guardia
Venezuela -1949
Falta de mérito
Si yo fuera capaz de entrar por fin
en esa pulcritud del aire inmóvil
que he llamado silencio en el poema;
si yo fuera capaz de nombrar árbol
como esta tarde el árbol se mostraba
a sí mismo en la quietud del parque;
si yo fuera capaz de parecerme
al objeto real de mi escritura
(al agua misma cuando escribo agua,
al vaso limpio cuando escribo vaso);
y si fuera posible merecerte,
cosa que ultrajo en tu mudez precisa
al hacerte sonar en mi palabra,
yo entraría en la luz de lo que digo
Elvira Hernández
Chile
Formación de poetas
Los poetas nacen solos.
Con un poco de humedad y hacinamiento
ya están arriba como las callampas.
No hay que intentar formarlos o reformarlos
es perder tiempo y plata.
Como nunca encontrarán las borradas bibliotecas
leen en las cerraduras los malnacidos
andan mirando por el ojo de la aguja.
Escuchan más allá de los audífonos
aplastan las palabras dichas
con una especie de matamoscas
y lo que es peor no hacen ruido.
No sabemos por dónde vienen
si lo supiéramos les instaláramos un retén
algunas vallas papales.
¿Estímulos?
¿Hay que ponerles el pie encima y
tirarles tierra.
Jorge Montealegre
Chile - 1954
Banquete
Nunca estuve en la lista
de invitados al banquete de los dioses
Pero la puerta de servicio estaba entreabierta
y entré
mirando hacia atrás, como retrocediendo
Estuve en el banquete con los dioses
Comí las sobras
que dejaron los perros debajo de la mesa.
Mario Luzi
Italia - 1914-2005
¿Dónde me llevas, arte mío,
a qué remoto
desierto territorio
me empujas sin preaviso?
¿A qué paraiso de salud,
de luz y libertad,
arte, con encantamientos me conduces?
¿Mío? no es mío este arte,
lo practico, lo afino,
le abro las reservas
humanas del dolor,
divino me nutre
de ardor
y contemplación
en cielos en los que me fundo…
¡Ay indescifrable esencia,
insostenible encarnación!
Versión al castellano, Gabriel Impaglione
Eugenio Mandrini
Buenos Aires, Argentina - 1936
En el ojo de los crédulos
Soy el mago.
Soy lo imposible.
El trébol que detiene el salto del suicida.
Un fósforo del que brota un jardín por cada sombra rota.
Un ahogado que emerge del mar y danza triunfal sobre
el oleaje.
Una ventana por la que pasa una visión del paraíso cuyo
fulgor no cabe en el sueño.
Un espejo donde la sorpresa admira sus dilatados ojos.
Una luz, en fin, en el ceniciento hastío.
Soy el mago.
Puedo llegar a engañar el tacto de los ciegos
esconder la botella de pavor que sorbe la muerte
hacer parpadear un ojo de Dios o conmover su lejanía
inmutable.
Soy lo imposible, ya lo dije.
Como el viento que viene de las hendijas de la
antigüedad y cruza sin opacar el aire
o los deseos alcanzados y en una ráfaga perdidos
o el estallido de un hombre y una mujer entre
las herrumbres de la noche:
soy también el instante.
Soy el mago.
Fugaz como la felicidad de pronto desaparezco.
De pronto, también, si el ojo de los crédulos me llama
regreso
con resplandores de tigres de papel
y otras brevedades de la luz
donde empiezo a no saber quien soy.
Anna Belozorovitch
Moscú, Rusia -1973
Palabras
Creía sólidos ladrillos, una vez,
fríos tornillos, fuertes, para ajustar
con calma y determinación alrededor de los hechos,
con decidido vigor entorno a los sueños.
Y detrás de muros que pudieron resistir,
hasta las nubes y con vastas raices,
no habría tenido nada de temer:
habrían protegido hechos y sueños.
Qué error: allá atrás no había reparo
y el muro alto se balancea hasta la cima.
Cuánto cansancio para levantarlo, tenerlo quieto.
Solo el silencio, descubro, dura y contiene.
Versión al castellano, Gabriel Impaglione
Müesser Yeníay
İzmir, Turquía - 1984
Caravasar de la Noche
Esta noche
aquí debería ser
danza de palabras
-en el caravasar de tu gloria-
esta noche estoy tan regocijada como los prados
que vieron el sol
y llena con la existencia de mi sueño.
Traducción al español de Rafael Patiño Góez de la versión en inglés editada por Jack Hirschman
Euler Granda
Riobamba, Ecuador -1935
La advertencia
Un día
le regalan a uno
una palabra
y uno la pone al sol,
la alimenta,
la cría,
la enseña a ser bastón,
peldaño,
droga anticonceptiva,
garra,
analgésico,
brecha para el escape
o parapeto.
Uno le saca música,
la pinta,
la vuelve más pariente
que un hermano,
más que la axila de uno.
Uno la vuelve gente
y en los instantes débiles
hasta le cuenta
las cosas subterráneas de uno;
pero cría palabras
y un día te sacarán los ojos.
Luis Bolaños
Grecia, Costa Rica -1944
Raza
Quiero hablar de mi raza,
mi barrio,
mi dolor moreno,
capilla de los que lloran
y con llanto silencioso
tejen nidos en las manos.
Juan Cameron
Valparaíso, Chile -1947
Buenaventuranzas
Dichoso el tuerto en la tierra del sordo
será como gusano donde gallina ciega
será como el saciado donde el huevo de oro
Dichoso el tuerto en la tierra del mudo
que en su ojo muerto no pintará el sarcasmo
Pero menos dichoso en el país del ciego
a palos con un bote de colores
y la torpe ansiedad del arcoiris.
Miguel Páez
San Luis, Argentina – 1937 – Bélgica, 2012.
Divieto sosta
Con una rosa de lo verdadero
y otra sin porqué, comenzamos
con un doble A
con el duende de su son
Fuímos
Y seguiremos siendo/siempre con las mayores
dificultades a resolver
“aire en el aire”, sin dejar
una ranura
como en Machu-Picchu
En el aire transpirado ebrio de sus olores,
de la noche al día, creamos
a Dios y a todos los otros, en identidad
pero sin distinción de especie
con las manos, los ojos, los pies, la cabeza.
Leda García Pérez
Paracito, Provincia de Heredia, Costa Rica
Cuando me vuelvo olvido,
en las ojeras se desmoronan nombres
picoteados de ayer.
La memoria es un pájaro sin alas,
yo su juguete predilecto.
Alonso Mejía Sánchez
Costa Rica
Gorky
Caminó harapiento las estepas heladas.
El hambre y la tuberculosis no impidieron
que el hombre moviera el alma del pueblo ruso
al vislumbro de una aurora soñada.
Con suavidades de pan fraternal
me redime la espiga de su palabra.
Abril 12 de 2006.
(Precario Los Pinos de Alajuelita, Costa Rica).
Matsuo Bashô
Japón - 1760 – 1849
Asciendo el monte
deslumbran en el camino
altas violetas
Mateo Morrison
República Dominicana -1945
Madre – la esperanza-
Si sobre los escombros y los muertos
colocaran banderas de esperanza,
no tendría que dolerte este domingo 26 de mayo.
Si en las vertientes de los ríos sembráramos
pensando en la victoria,
no tendrías que agigantar la noche con tus ojos.
Si camináramos seguros, crecidos de optimismo,
no tendrías que temer a los que matan
la sonrisa rudamente.
Si pudiéramos celebrar este día
reuniendo todas las madres....
no tendrías que derretir tus lagrimas en el piso.
Entonces no tendrías que hincarte
ante “santos” rígidamente colocados,
a pedirles un tiempo mejor para nosotros.
Y aunque sonrías y escondas tu dolor en las entrañas
no puedes engañarme, pues en tus ojos ya,
Se agigante la noche.
Leticia Herrera Álvarez
Michoacán/Ciudad de México - 1954
Conmiseración
Tenían miedo de aprender a reír
Sólo sabían cantar
la maloliente y dulzona
derrota
Armando Orozco Tovar
Bogotá, Colombia – 1943 -2017
Presentimientos
Tengo miedo de los amigos
perdidos
entre el humo y el sueño.
Tengo miedo de los labios
que dejan en el aire
silbando el filo de un cuchillo.
Tengo miedo del paisaje
donde ya nadie habita
el desnudo río del recuerdo.
Tengo miedo del minuto
que nos hunde
en la oscura memoria de los sueños.
A María Mercedes Carranza
Liu Chang Ching
China - 709-780
Hospedado en la montaña de los nenúfares en pleno invierno
El sol se pone y las montañas parecieran alejarse.
Con el frío que viene del cielo la cabaña parece más miserable.
Vuelve a nevar.
Afuera escucho ladrar a los perros.
Ya de noche, en medio de la nevada, alguien vuelve a casa.
derrota
Nicolau Saião
Monforte do Alentejo, Portalegre, Portugal -1946
Palabra
Solo son tres manchas blancas sobre las plantas del jardín
y otra azul más pequeña puesta al lado de un banco de madera
Y nosotros pensamos: una para las nostalgias, la segunda
para los remordimientos
la tercera para los que intentan contener la tos que los sofoca.
Pero la quinta es cenicienta. Y a pesar de ser fría como un
sobresalto
nos pesa en el pecho, nos pesa en la memoria y se revuelve
en el vientre cuando intentamos cambiar angustiados
Una luna y un sol están sobre la silueta de un animal muerto
tieso, con extraños círculos en el lomo, los ojos centelleando
como alguien escondido en un callejón lleno de basura
Vuestra vigilia durará hasta que las ramas se aparten
que el casual transeúnte de pronto caiga de rodillas
ante la noche que llega, guardando un grito en la garganta
y hable mansamente viendo a los árboles que desaparecen en la
luz
Jorge Castro Vega
Montevideo, Uruguay -1963
Miserere
(para Gustavo Castro Vega)
Era tal y tan precoz
mi conciencia sobre el punto
que podría decirse que aprendí a leer
a los solos efectos de escribir
mi biografía.
Lo supe desde siempre, desde
antes incluso de saberlo. Una vida llena
de palabras perennes y redondas, una vida entera
me esperaba con sus 33 velitas, para ser
contada con crueldad barroca.
Y poner un punto
o dos
o esos suspensivos.
Iba a ser
extraordinariamente interesante.
Como la de todos.
Pues bien
ahora que todo ha sido consumado
permíteme olvidar, Señor. Déjame ser
ese amputado
que siente el dolor del pie que ya no tiene.
Quiero morir con las sandalias puestas.
Mina Gligorić
Belgrado, Serbia -1989
Los semáforos alarman mis sueños
sólo a mitad compartidos
con ella
¡Me crispó!
Si te merezcas este poema, querida
la voy a cantar al viento
II
Los años pasan volando
lentamente
Me parece que todo este tiempo
estaba tumbado
en las mismas sábanas
mientras tu pelo me cubría
aunque no te moviste
de tu torre
ni en el cielo ni en la tierra
Miraste a muchos ojos
como si fueran míos
pero todos palidecieron
No me tienes
No me tienes
pero no me sueltas
Langston Hughes
Missouri, Estados Unidos -1902-1967
yo también
Yo también canto a América.
Soy el hermano oscuro.
Me mandan a comer en la cocina
cuando vienen visitas.
Pero yo me río,
y como bien,
y crezco fuerte.
Mañana,
me sentaré a la mesa
cuando vengan visitas.
Entonces,
nadie osará decirme
«Come en la cocina».
Además,
verán lo hermoso que soy
y sentirán vergüenza.
Yo, también, soy América.
John Agard
Guyana - 1949
Lengua
Pequeña llama
bajo
el paladar.
Devoras
Limpias
Diferencias entre la miel
y el vinagre.
Dices la verdad.
Calumnias.
Calmas
con un beso.
Haces daño
con una palabra.
Para los poseídos
eres el don
de la iluminación.
Para los desahuciados
eres la balanza
del juicio.
Pequeña llama
bajo el paladar.
La tiranía sabe
dónde está tu escondite.
Lila Calderón
La Serena, Chile -1956
Cruces y crucigramas
Es absurdo
dar el último soplo de pintura
Desapareces
Ese es el destino
reservado a los fantasmas
Nunca sabemos cuándo
volveremos a vernos
Bea Lunazzi
Buenos Aires, Argentina
Van y van
fluidos, néctar, hormigas
montan gruesas nervaduras
se deslizan
una a una van
áspero sedoso tilo
negras negras hormigas.
El verano enrojece.
A las siete de la tarde
la vida resiste.
hormigas / Buenos Aires, 2017
Elvio Romero
Yegros, Paraguay -1926 -2004
Brindis al descampado
Y hemos de beber todavía
en esta guampa lisa de toro al descampado,
gustando una agua clara, mezcla de sangre y trino,
caña blanca y aroma de salvaje rocío,
bajo un cielo ocupado por todas las estrellas,
con el pie en el estribo, el poncho a la bandolera,
para seguir andando,
ebrios de un aire ardiente, de sol, de madrugadas
que cobijan el cofre de los sueños,
porque aún, y por un largo tiempo,
estaremos atados y enlazados a este solar purpúreo
de madera y tormenta, grito y llama,
y seguiremos brindando
-una vuelta en redondo para todos-
por la salud del Hombre,
del Hermano Radiante,
el compañero
-con un canto de guerra o de guitarra-,
por ustedes, amigos,
en esta guampa hermosa de toro, al descampado.
Alfredo Fressia
Montevideo, Uruguay – 1948
Santo Domingo mulato
La Iglesia y la Cárcel Real bajo la luna,
souvenirs de la Conquista, espectros íntimos
del siglo XVI en la Hispaniola.
El me esperó tras el Alcázar de Colón
con el viejo walkman al oído
y una flor de caoba para la suerte.
Apresé su carne
y su alma
en mi boca,
mi hostia
sucia y sagrada.
Después me fui por la calle del Conde,
limpias las comisuras de los labios.
Un tambor escapaba del centro de la isla.
Laura Antillano
Venezuela
Hacha siniestra
Cuando viene el dolor
“El aire es cogido
Como un hacha
Para la carne de nuestras maderas
Y el colibrí las traspasa”
José Lezama Lima
Garra de tigra
Recoge estiércol
La esconde en bolsillo de encaje
Juego de seducción,
La zarpa senil se torna
En colibrí
Él, manso
en quebradura
no distingue
tilo de mudanza,
aspira caricia
regalo,
Entrega armas y pertrechos,
se arrodilla.
Teme ser antiguo,
sabe de los clamores del tiempo.
Ella entonces
Se entrona,
usa el gesto
Impune
permuta
concede y quita,
Lozania de cuerpo
Para martirio de aquel,
El hombre salta
Es mar sin olas
Huespéd en su casa
Se conforma
Se hace pequeño
Se torna sombra,
Ella entreteje con guantes
De malabarista,
Aprieta nudo,
No respeta relincho,
El río es turbio,
Babel mata fraternidad,
La nada ocupa la fronda.
Él, lleva la soga
sin elegancia,
Ella escoge el árbol,
clava los puñales,
Él nada distingue,
se cose la boca
extiende la mano por limosna.
Hombre desnudo
al final de su edad,
pasado a simple,
sordo de entendimiento.
Mientras,
ella danza
con música aprendida
Y olvida
Advertencias.
Arturo Corcuera
Trujillo, Perú – 1935 -2017
El poeta y las máscaras
Con la mirada fija, sin alma y sin cuerpo, cuelgan de la pared:
caras con los párpados cerrados resistiéndose a mirar la vida.
Pintarrajeadas, de ojos como fosas, de pómulos desorbitados:
máscaras de la ira, de noches de carnaval, de infortunio y misterio.
A semejanza del hombre parecen haber sufrido mucho,
expresan odio o serenidad, cocinadas en niebla o fuego.
Rostros decapitados. Emergen de inhóspitos pozos,
abismos y sarcófagos. Han cruzado
mares, escenarios, comparsas, danzas rituales;
¿Quién fue ese hombre da antifaz negro? ¿Nunca lo sabremos?
¿Ese que ríe sin compasión, llora cuando damos la vuelta?
¿El del turbante de ébano? ¿El de las calaveras clavadas en la frente?
¿El de la cara como tambor de guerra? El de enigmático gesto de dolor?
Alguien oscuro y triste se oculta detrás de cada máscara.
Seres tasajeados que vienen inmóviles de mundos desconocidos:
se filtran por las paredes, los desoixida el olvido,
irrumpen de los espejos.
Fuimos jóvenes y bellos, izábamos de cometas nuestros sueños,
pero el tiempo implacable nos fue transformando en máscaras.