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El Zoo de la Isla Negra

especial de la revista Isla Negra (edición 10/388)  distribuido en septiembre de 2014

Jacques Prevert

Francia – 1900 -1977

Para hacer el retrato de un pájaro

 

Pintar primero una jaula

con la puerta abierta

pintar después algo bonito

algo simple, algo bello,

algo útil para el pájaro.

Apoyar después la tela contra un árbol

En un jardín en un soto

o en un bosque esconderse tras el árbol

Sin decir nada, sin moverse

A veces el pájaro llega enseguida

Pero puede tardar años

antes de decidirse.

No hay que desanimarse

Hay que esperar

Esperar si es necesario durante años

La celeridad o la tardanza

En la llegada del pájaro

No tiene nada que ver

Con la calidad del cuadro.

Cuando el pájaro llega, si llega

observar el más profundo silencio

esperar que el pájaro entre en la jaula

y una vez que haya entrado

cerrar suavemente la puerta con el pincel.

 

Después borrar uno a uno todos los barrotes

cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro.

 

Hacer acto seguido, el retrato del árbol,

escogiendo la rama más bella para el pájaro,

Pintar también el verde follaje

Y la frescura del viento,

El polvillo del sol

y el ruido de los bichos de la hierva en el calor estival

y después esperar

que el pájaro se decida a cantar.

 

Si el pájaro no canta, mala señal,

Señal de que el cuadro es malo,

Pero si canta es buena señal,

Señal de que podéis firmar.

Entonces arrancadle delicadamente

una pluma al pájaro

Y escribid vuestro nombre

En un ángulo del cuadro.

Nicanor Parra

Chile - 1914

Jardín Zoológico

 

Dentro de algunos años sucederá lo siguiente: 
Un elefante de dos tres metros de altura pensará para sí: 
Yo soy un elefante útil a mí mismo 
Mis pantalones respiran felicidad hasta por el marrueco. 
Cuesta un poco andar hacia atrás -hacia lo alto 
Hacia la imagen de otro elefante más bello que yo 
Con el objeto de sufrir un pequeño cargo de conciencia. 
Qué sería de un pobre elefante si le arrancáramos los colmillos 
Y después le diéramos de golpes en las costillas 
Hasta que dejara de existir.
 

A lo que la mosca responderá: 
Hermano elefante, tus palabras nos desconciertan 
Mírame a mí rebosante de salud 
Marchar entre las hojas entre las flores 
Entre las patas de los elefantes 
Marchar en busca de otra mosca igual a mí. 
Sigue el ejemplo de una mosca que piensa que sueña que sonríe 
Y que generalmente hace su nido 
En los yacimientos de abonos artificiales.
 

Este breve diálogo se llevará a efecto dentro de varios años 
En un jardín particular dotado de luz eléctrica 
En cuya puerta podrá leerse la siguiente inscripción: 
"Jardín particular, viernes y sábado de once a doce" 
Entonces el elefante despertará de su sueño infernal 
Y apoyado en una especie de ataúd exclamará: 
Dios protege a los animales 
 

El no permitirá que yo muera 
Las moscas suelen creerse perfectas 
Ellas vuelan, a veces ellas van de un punto a otro 
Mueven sus brazos y piernas a un mismo tiempo. 
A lo que la mosca agregará: 
Cordero de Dios, estos elefantes se están volviendo locos 
Llenan de agua sus trompas que luego lanzan fuera de sí 
Ellos corren a velocidades fantásticas 
Por esos jardines particulares sin puertas sin ventanas 
Como elefantes enfermos llamados a desaparecer.
 

En este momento sucederá lo siguiente: 
Las moscas crecerán hasta adquirir el volumen de un elefante 
Y por su parte los elefantes bajarán de peso 
Sus imágenes se reducirán una y mil veces 
Hasta transformarse en pequeños elefantes de cocina de salón 
Ellos serán unos seres diminutos que andarán por todas partes 
En las frutas en el azúcar en la sopa 
Y las moscas provistas de fuertes colmillos 
Se replegarán hacia el extremo oriente.

                                                                                                                  Obra gruesa-Santiago, Universitaria, 1969

Vicente Huidobro

Santiago, Chile – 1893 -1948
Altazor - Canto IV

fragmento
 

No hay tiempo que perder
Ya viene la golondrina monotémpora
Trae un acento antípoda de lejanías que se acercan
Viene gondoleando la golondrina
 

Al horitaña de la montazonte
La violondrina y el goloncelo
Descolgada esta mañana de la lunala
Se acerca a todo galope
Ya viene la golondrina
Ya viene la golonfina
Ya viene la golontrina
Ya viene la goloncima
Viene la golonchina
Viene la golonclima
Ya viene la golonrima
Ya viene la golonrisa
La golonniña
La golongira
La golonlira
La golonbrisa
La golonchilla
Ya viene la golondíla
Y la noche encoge sus uñas como el leopardo
Ya viene la golontrina
Que tiene un nido en cada uno de los dos calores
Como yo lo tengo en los cuatro horizontes
Ya viene la golonrisa
Y las olas se levantan en la punta de los pies
Viene la golonniña
Y siente un vahído la cabeza de la montaña
Viene la golongira
Y el viento se hace parábola de sílfides en orgía
Se llenan de notas los hilos telefónicos
Se duerme el ocaso con la cabeza escondida
Y el árbol con el pulso afiebrado
Pero el cielo prefiere el rodoñol
Su niño querido el rorreñol
Su flor de alegría el romiñol
Su piel de lágrima el rofañol
Su garganta nocturna el rosoiñol
El rolañol
El rosiñol.

Fredy Chicangana

Nación Yanakuna Mitmak, suroriente del Cauca, Colombia

El pájaro color arco iris

 

El pájaro color arco iris, surcador de los surcos, cantador de la lluvia

Partió del nido y no ha vuelto aún.

 

No hay canto sobre los altos jiguas, ni colores fugaces sobre el firmamento;

Sus nidos de redondas puertas se enfrían cada noche y los árboles lloran el tamborear de los picos.

 

Qué triste es partir de la tierra que nos dio comida,

Del viento que nos vio jugar sobre las verdes pampas

De la noche y la luna jugando con nuestras sombras

De aquellos caminos que agitan el alma.

 

El pájaro color arco iris, tú y yo y otros yanaconas nos fuimos del nido:

Emigramos buscando nuevos caminos o huyendo de la escasez de la chacra;

Partimos, sin partir de la madre.

Huímos, sin huir del fuego hecho placenta.

 

Algún día volveremos desde el techo de hierro huyendo del áspero sabor del aroma y

el ruido que carcome el cuerpo.

 

Volveremos cantando,

como el pájaro color arco iris que nos mira desde la distancia.

 

Volveremos para besar los tapukus,

Para animar la vida de Jukas que en los bosques gime,

Para irnos a buscar la serpiente que bulle sobre los Yakus

Para seguir siendo pájaros que anidan el alma.

Fermín Estrella Gutiérrez

Almería, España - 1900- Argentina - 1990

XII -El búho negro

 

El búho negro se posó en la cruz.

El búho negro se bebió la noche.

El búho negro se incendió los ojos

y ahora le brillan, como dos relámpagos.

El búho negro volará mañana:

yo le daré un mensaje para el cielo.

Puñal de Orión para la mano mía,

y una estrella, una sola, que me vele.

El búho negro se posó en la cruz.

Mario Jaime

Pingüino

 

Madre, conviérteme en pingüino

Para ser bello, para saltar con brincos torpes los caminos

Para deslizarme entre los soplos helados de Neptuno

Y engordar con el aceite de pescado

Para honrar el cosmos en silencio

Y observar, serenamentre, los ocasos

 

                En Poemas africanos, Ediciones La rana, México, 2014

Juan Calzadilla

Venezuela - 1931

Cantar a los pájaros

 

Observa con qué facilidad escribes
sobre pájaros. Pero ¿cuántos has palpado
amorosamente con el calor de tus manos?
¿Cuántos han latido realmente
bajo la presión de tus dedos?
¿Acaso los has descrito
sin olvidar detalle como quien
conoce bien un cuerpo amado?
¿Los has liberado acaso
del peso de tus palabras?

Choi Seung-Ho

Chuncheón, Corea - 1954

Mariposa

 

Nunca he visto una mariposa que vuele llevando carga en la espalda o colgándose la carga como un helicóptero. La mariposa tiene tan sólo un cuerpo liviano. El cuerpo es toda su fortuna. No tiene pertenencias. Ligera, sin poseer nada, anda volando. Las flores son sus tabernas. Las hojas son moradas que las protegen de las lluvias. Su vida es una danza que se despliega en lo alto. La culminación de la danza es su muerte. Al morir envejecida no tiene nada que desear. No tiene nada que desear y por eso es libre, incluso al morir.

 

De Autobiografía de hielo(2010)

Ariruma Kowii 

Peguche, Otavalo, Ecuador – 1961

Somos cóndores

 

Somos cóndores, somos pumas somos la boa sagrada 
somos el corazón, el pulso de la madre tierra 
somos sus hijos, somos sus entrañas, 
somos el reflejo de sus sueños, 
somos su paz, su amanecer.

 

Elvio Romero

Yegros, Paraguay - 1926 - 2004

Ynambú-i (Perdíz silvestre)

 

¡Susto en las hierbas!

Silbido original,

pico al ras de la tierra,

flecha en el pasto, ocasional, sonora

estridencia color perdiz arena,

chispa en el matorral,

flauta en la siesta.

Revuelo codorniz.

                   ¡Susto en las hierbas!

 

Humberto Ak’abal

Momostenango, Guatemala - 1952

Jaguar

 

Otras veces soy jaguar,
corro por barrancos,
salto sobre peñascos,
trepo montañas.

Miro más allá del cielo,
más allá del agua,
más allá de la tierra.
Platico con el sol,
juego con la luna,
arranco estrellas
y las pego a mi cuerpo.

Mientras muevo la cola,
me echo sobre el pasto
con la lengua de fuera.

Manlio Argueta

El Salvador - 1935

Los zopilotes

 

Vuela sobre los basureros.

Se posa sobre los animales muertos.

Se alimenta de carroñas, inmundicias

de toda clase: caballos, perros

y seres que no tienen sepultura.

 

Es del tamaño de una gallina. Color negro.

Excepto, algunos casos, cabeza roja o blanca.

El cuello es rugoso y detestable.

Pico grande y afilado como navaja.

Comienza por devorar los ojos,

luego va descarnando a la víctima

hasta dejar los huesos pálidos.

 

Se le ve volar encima de los volcanes,

planeando. Volando en círculos.

Busca muertos en el monte y las calles.

 

Su nombre científico es Coragys Atratus.

Cuando tiene la cabeza blanca o colorada

recibe el nombre de quebrantahuesos,

o rey de los zopilotes o tencute,

y científicamente: Caracara Cheriwey.

Es el águila negra de las canciones

mejicanas, para diferenciarla

de las verdaderas águilas.

 

Pero la caraterística fundamental

del zopilote es que se come los muertos

del otro mundo. A diferencia

del águila majestuosa, hermana

de nuestro gavilán pollero, ave rapaz,

elástica, fulgurante,

que se alimenta de seres vivos.

Bella y terrible, a la vez.

El águila es hermosa,

el zopilote come mierda.

Jorge Leónidas Escudero

San Juan, Argentina - 1920

El relincho ( Guanaco Jefe )

 

Paró pata en la cumbre reinadora

y miró por el tiempo de sus hembras,
copó al viento, le puso contraseñas

y lo volcó en las cuestas azulinas.
 

De cogote cruzado con las nubes estuvo,
anteojo de ser luz, pegado al cielo.
Corazón de algo grande parecía

diminuto en la mano de una peña.

 

Del alto nacedero de sus ojos, la nieve
colgaba derritiéndose para formar los ríos,
los pastos amarillos caían de su pecho
saltando las quebradas rumbo a las vegas verdes.

 

Y enhorquetó de pronto un eco en las orejas:
entre los farallones la piedrita movida.
Dio una vuelta en redondo, avizoró de frente

y así entró por el ojo de la carabina.
 

Lanzó un relincho azul, morado y negro;
le chispeó en el codillo abierta rosa;

sorprendido en secretos con su ángel
entró al revolcadero de la sombra.
 

Huyeron las guanacas por las crestas;
hilaron con su lana los abismos;
y la cumbre quedó sin corazón arriba,
como un grito en la nada, sólo piedra.

Antonio Cisneros

Lima, Perú – 1942 - 2012

Un perro negro

 

Un perro. Un prado.

Un perro negro sobre un gran prado verde.

 

¿Es posible que en un país como éste aún exista un perro

negro sobre un gran prado verde?

 

Un perro negro ni grande ni pequeño ni peludo ni pelado

ni manso ni feroz.

 

Un perro negro común y corriente sobre un prado ordinario.

Un perro. Un prado.

 

En este país un perro negro sobre un gran prado verde

Es cosa de maravilla y de rencor.

Leticia Luna

Ciudad de México, México - 1965

Xólotl

                                                                       Para Itzia Pintado

I

 

El xolo ama a los dioses

corre por el jardín de Sylvia María —la poeta—

y resplandece como una centella celeste

Al olfatear el pasto verdísimo

se acomoda en los brazos de quien lo llama

su piel ardiente es como una almohada tibia 

Entre los alcatraces —aroma a fuego cocinando maíz—

el xolo desencadena sus pupilas de ámbar

 

              II

 

Al viajar hacia los nevados volcanes

se acrecentó mi entusiasmo por el xolo

partícula de México encarnada en un perro

 

El xoloitzcuintle es un animal despierto

el nahual de un dios llamado Quetzalcóatl

del altar toma una flor de cempaxóchitl

se vuelve naranja y en su carrera diaria

acompaña al Sol

 

III

 

¿Dónde habita Xólotl?

¿Seguirá aullando al conducir las almas

hacia otros cielos?

Nguyen Quang Thieu

Vietnam - 1957

Alas de mariposa

 

En alguna parte cerca las alas de una mariposa vibran con el primer

aliento de enero.

Las alas de una mariposa delgadas como cualquier vacío, delgadas

como cualquier vaguedad,

se abren en alguna parte, unas verdaderas alas de mariposa.

 

Corrimos hasta la plaza, nuestros cuerpos tocándose,

alguien gritó airado, destruyó el momento.

Olvidamos que en alguna parte en el matorral

las orugas están rompiendo sus capullos.

 

Cerca en alguna parte hay una luz que no muere en la oscuridad,

un movimiento que se hace más y más fuerte en su inmovilidad,

pacientemente se esconde sobre campos y cielos,

emergiendo como una frágil belleza a punto de partir.

 

Cerca en alguna parte, no cerca, sino en torno

las alas de la mariposa se abren desde la oscuridad hacia la luz.

Llevan su belleza hacia el tibio aliento de enero.

La llevan hacia el mundo

sin el menor ruido.

                                                                                                                          Traducción de Nicolás Suescún

                                                                                                     Fuente:Magazine of WPM

Silvia N. Barei

Córdoba, Argentina

Mis perros no tienen insomnio

                                                              a Sole

En la calle un ladrido lejano

al que ellos no responden.

No reparan en sus noventa

pulsaciones por minuto

y les es casi natural

la dulce paz de largos años

el adiós sin distancia

la sombra aligerada

los gestos de animal benigno

que ya no sabe de acechos

ni de penurias diarias.

 

A las cuatro de la mañana prendo la luz.

Un libro me necesita.

El hombre tiene un color terroso

y camina por la ciudad más peligrosa del mundo.

En la capa de aire caliente han proliferado los buitres… [1]

 

En los repliegues de la ficción

en los ovillos de una palabra que se escurre

el sueño se pierde para siempre

como una carta extraviada.

 

Mis perros no saben que la noche

se sostiene en el borde de este libro

mientras la vida manda señales extrañas:

el insomnio es el cataclismo natural

que vivo en todos los tonos posibles

y con gozosa irrealidad.

 

 1-Carlos Ruiz Zafón. La sombra del viento

Giosué Carducci

Val di Castello, Italia - 1835 - 1907

El buey
 

¡Piadoso buey! Al verte mi corazón se llena
de un grato sentimiento de paz y de ternura,
y te amo cuando miras inmóvil la llanura
que debe a tus vigores ser más fecunda y buena.
 

Bajo el pesado yugo tú no sientes la pena
y así ayudas al hombre que tu paso apresura,
y a su voz y a su hierro contesta la dulzura
doliente con que gira tu mirada serena.
 

De tu ancha nariz brota como un vaho tu aliento
y tu afable mugido lentamente en el viento
vibrando como un salmo de alegría, se pierde...
 

Y en su austera dulzura, tus dos verdes pupilas
reflejan cual si fuesen dos lagunas tranquilas,
el divino silencio de la llanura verde. 

Carlos Aldazábal

Salta, Argentina

Tigre

 

Felino sí.

Probablemente puma o simple gato:

la madera tallada no transmite verdades

y a un tigre de madera no se le ven dibujos.

 

Faltaría un pintor, alguien que con minucia

le decore el hocico, las patas, los costados,

para que la madera forme al tigre,

espejismo de rayas, pura voluntad de artesanía.

 

Luego sí, vendrá algún domador hecho de plomo:

acercará la silla, y al oído del tigre

escupirá verdades hasta formar la jaula.

Con un poco de alambre cubierto de algodones

construirá un gran aro para que el tigre salte

y el fuego lo consuma, como consume el fuego la madera.

 

¿Y si el tigre le ruge? ¿y si el tigre no salta?

¿si la silla se rompe y el domador tropieza?

¿y si el fuego perdona los colores del tigre

y se encarga del plomo y lo convierte en río,

y el tigre va y se baña, como hacen los tigres

que no son de madera, y se queda sin jaula?

 

¿Entonces se sabrán los dibujos del tigre?

 

¿O será por el agua, su devenir, sus ríos,

que Heráclito hablará de las certezas?

 

Juan Manuel Roca

Colombia

Poema con tigres

 

                     El tigre lleva en la piel los barrotes de su jaula.
                                                           Eduardo Umaña Bernal

 

Siempre, entre el tigre y mi precaria humanidad,
                               hubo una jaula.
A veces nos separaban los barrotes del zoo,
A veces las rejas que traman las palabras.
Ni el tigre de Blake,
Ni el tigre al que Valéry llamó
Campo listado o cosa parecida, rugieron en mi
                              tienda.
Ni siquiera el tigre de Borges
Cuyo lazarillo es la noche.
Menos aún el tigre de la Malasia,
El temido de Ishnapur,
El tigre de la aldea que se escondía en la niebla.
Mi tigre siempre fue tigre de papel.
Yo iba por las junglas del lenguaje,
Un pobre cazador dormido entre fogatas,
Alguien que seguía las huellas dactilares de la
                             fábula.
De safari por la lengua esparcía trampas
Para atrapar la palabra tigre y amansarla.
A duras penas apresaba una dulce jaguaresa
En la floresta de letras de Horacio Quiroga.
Pero hoy vi tus pasos sigilosos,
Los vi en la algazara de los tucanes y los monos
Que señalaban en su alarma la dirección de tus
                            garras.
Te vi junto al río y ya no hubo más jaula que
                            mi miedo,
Tigre en libertad,
Flama en la noche de los sentidos.

Chantal Maillard

Bruselas, Bélgica – 1951- Reside en España

 

Trazas de luz sobre la piel. Superficie estriada. No surcos, no hendiduras, no heridas, sino trazas, vías, accesos para el acontecer.
El caracol es uno, también, con su concha; crece con ella, al mismo tiempo, al mismo ritmo. La construye al tiempo que se construye a sí mismo. Y se refugia en ella, se refugia en sí mismo en tiempos de sequía, sellando el orificio para preservarse, para preservar la humedad que necesita para seguir viviendo hasta que las condiciones sean adecuadas. (…)
Pero el caracol no se siente importante. No lo es. Él es el otro que respira bajo las hojas de acanto. (…) Esa respiración es el otro, el que dicta, el que exhala. El otro que somos todos bajo las hojas de acanto. El saber no sabido por el mí, sólo adivinado, y en la traza, reconocido. (…)
Recoger al erizo, desvalido e hiriente, en medio de la calzada y dejarle a salvo, en el campo. Luego, buscar alguna umbría y, allí, poner la mano, extenderla, los dedos haciendo puente para los caracoles.
Más pequeño que el erizo, inadvertido, sin pretensiones, el caracol pasa sin defenderse. Transita. En la mano, apenas sentimos una ligera humedad que luego cristaliza”.

Fragm: En la traza. Pequeña zoología poemática

Carlo Bordini

Roma, Italia

Fácil profecía

 

Las máquinas se moverán con autónoma

voluntad, y estarán vivas.

Alguien las dotará, para hacerlas funcionar mejor, de un sentido

de bienestar

para cuando logren una acción,

y un mismo sentido de bienestar ante los elogios

humanos o según el tono de sus voces.

Y una sensación de malestar cuando sufran desperfectos, y cuando

los humanos no queden satisfechos con ellas,

y, al contrario, un sentido de malestar

cuando hayan trabajado a destajo y se dañen.

Y también un sentido de malestar cuando les falte energía

Entonces las máquinas sentirán hambre,

 

y tendrán necesidad de nutrirse, como las gallinas y los halcones y los buitres

y: pavos

en su inconciencia de máquinas

 

o mejor[:]

los pavos los cóndores los buitres

con angustia en el pecho

sombra o nostalgia de los dinosaurios.

 

Buscarán alimento y comenzarán

a disputárselo y a disputarlo a los humanos. Y todo aquello

que es funcional y armónico y agradable les parecerá

bello,

y ellas serán como nosotros.

                                                                                                                              I costruttori di vulcani, 2010.

                                                                                                                    Versión del italiano: Gabriel Impaglione

 

Humberto Vinueza

Guayaquil, Ecuador – 1942

 

El gallo canta

   y no siempre amanece.

O solo amanece a medias

si el gallo canta hacia adentro de la tierra

o de los conductos que perforan las palabras.

Nunca amanece en la noche de la sordera.

El gallo canta amanezca o anochezca

jamás extravía su don y vocación de canto.

Canta el gallo para quien lo escucha

adentro de la tierra

en el centro del aire

o desde pasadizos ocultos

que a veces horadan las palabras

para significarse entre sí.

Francisco Morales Santos

Guatemala - 1940

Sabiduría antigua
                                                          a Mario Payeras 
De seguro que si las aves fueran
el corazón del universo,
nunca habría pasado inadvertida
su lección de elevarse
con espíritu fuerte
bajo los temporales,
pues los pájaros saben
que no hay invierno que dure cien años
y que, al pasar la tormenta,
la primera semilla que brota 
es el sol.

Concepción Bertone

Rosario, Argentina - 1947

Caballos
                                                    a mi padre Francisco Antonio Aversa,
                                                                                                                 en memoria
Yo sólo veía del caballo oscuro
el lucero de blanco pelo
que le dividía la frente, la crin
tusada por la parcial visión, por el hecho
de no tener más ojos
que para ver esa estrella. Él
veía la majestuosa genealogía del pedigree,
el pelaje enjoyado por el “masaje”, el
cuidado amoroso, antes y después
de la carrera, el paso airoso,
la apuesta de la corazonada, la gesta, y
lo que yo puedo ver ahora
en el remedo, la copia
-ex profeso inexacta-
que queda en la memoria: el juego
por el juego, por la lúdica
vida, la vana gloria, la herida
siempre enconada del recuerdo. Mi padre.
 

Un pura sangre, un quemante resuello
de hazañas y rodadas,
un destello de hielo
en los claros ojos. Siempre será
ese modo lejano de amar. La luna,
en un eclipse total, esta noche
que la tierra no la deja mirarse
en los ojos del sol, es fija
 

de ese amor que me entenebra.
                                                                               en Aria da capo, 2006

Fernando Rendón

Medellín, Colombia- 1951

Zoo

                                                                                                                                                      La fiera es la jaula

 

El futuro nos llega como oruga    no guarda afán el júbilo

El pasado es un lirón que ronca con pocos sueños hermosos

La esperanza es un blanco fénix

Y mi afán es una gacela escarlata perseguida por los galgos del rey

 

Este zoo es una ciudad de jaulas    en cada puerta candados y herrumbrosas cerraduras

    en cada ventana barrotes y ojos

 

En los rincones simios que niegan ser parientes de Darwin    panteras nocturnas con ojos

de incendio    cocodrilos que lloran como arrepentidos del amor          boas con apetito

de obispos y banqueros    guacamayos con los colores de la poesía         hienas que

ríen sin ganas ante el día deslustrado

leones que pierden la dignidad y la melena       tigres jeroglíficos       

hombres asomados a sus ojos en los ojos infinitos de los animales

y muchos carceleros encadenados a sus hierros

 

Cuando crezcáis ayudadnos a abrir todas las jaulas.

                                                                                                                                                A los niños

Pablo Neruda

Chile – 1904 - 1973

Oda al gato

 

Los animales fueron 
imperfectos, 
largos de cola, tristes 
de cabeza.
Poco a poco se fueron 
componiendo, 
haciéndose paisaje, 
adquiriendo lunares, gracia, vuelo. 
El gato,
sólo el gato 
apareció completo 
y orgulloso:
nació completamente terminado, 
camina solo y sabe lo que quiere.

 

El hombre quiere ser pescado y pájaro, 
la serpiente quisiera tener alas, 
el perro es un león desorientado, 
el ingeniero quiere ser poeta, 
la mosca estudia para golondrina, 
el poeta trata de imitar la mosca, 
pero el gato
quiere ser sólo gato 
y todo gato es gato 
desde bigote a cola, 
desde presentimiento a rata viva, 
desde la noche hasta sus ojos de oro.

 

No hay unidad 
como él, 
no tienen 
la luna ni la flor 
tal contextura:
es una sola cosa 
como el sol o el topacio, 
y la elástica línea en su contorno 
firme y sutil es como 
la línea de la proa de una nave. 
Sus ojos amarillos 
dejaron una sola 
ranura
para echar las monedas de la noche.

 

Oh pequeño 
emperador sin orbe, 
conquistador sin patria, 
mínimo tigre de salón, nupcial 
sultán del cielo 
de las tejas eróticas, 
el viento del amor
en la intemperie 
reclamas 
cuando pasas 
y posas 
cuatro pies delicados 
en el suelo, 
oliendo, 
desconfiando
de todo lo terrestre, 
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

 

Oh fiera independiente 
de la casa, arrogante 
vestigio de la noche, 
perezoso, gimnástico 
y ajeno, 
profundísimo gato, 
policía secreta 
de las habitaciones, 
insignia
de un 
desaparecido terciopelo, 
seguramente no hay 
enigma 
en tu manera, 
tal vez no eres misterio, 
todo el mundo te sabe y perteneces 
al habitante menos misterioso, 
tal vez todos lo creen, 
todos se creen dueños, 
propietarios, tíos 
de gatos, compañeros, 
colegas, 
discípulos o amigos 
de su gato.

 

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago, 
el mar y la ciudad incalculable, 
la botánica, 
el gineceo con sus extravíos, 
el por y el menos de la matemática, 
los embudos volcánicos del mundo, 
la cáscara irreal del cocodrilo, 
la bondad ignorada del bombero, 
el atavismo azul del sacerdote, 
pero no puedo descifrar un gato. 
Mi razón resbaló en su indiferencia, 
sus ojos tienen números de oro.

Masaoka Shiki

Matsuyama-Japón, 1867 –902

 

El caracol se arrastra

dos o tres pasos

y se acaba el día.

Osvaldo Ballina

La Plata, Argentina -1942

Poema 16

(Conjuros)

 

El tigre mira alrededor desde su arbitrio absoluto: no hay más

olor humano en el mundo. Jaulas de palabras preciosas, algún

paraíso arcaico y el parricido del bárbaro.

Chu-Chen-Pai

China - Siglo IX

El erizo

 

En marcha, parece una pelota de espinos en movimiento;

Parado es redondo como una castaña.

No despreciéis su pequeñez.

¿Quién osaría pegarle un puñetazo?

 

                                   versión de Álvaro Yunque

Luis Alberto Crespo

Carora, Venezuela - 1941

Escucha Ezequiel

 

Un venado se seca en la alambrada

después de librarse del disparo que corría más veloz que su miedo

 

En la fuga se llevó por delante el viento

 

La red con dientes de lobo lo detuvo

 

En el forcejeo    la vida    el otro cazador    el más silencioso

lo redujo a un varillaje de huesos y pellejos

 

Del otro lado se avistaba el bosque     su vasto cielo de ave terrestre

pero sólo esa vez.

                                                          “La misma vez”, Altazor, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2013

Ted Hughes

Mytholmroyd, Yorkshire – Inglaterra- 1930 – 1998

El zorro que piensa

 

Imagino el bosque en este instante de la medianoche:

Algo más está vivo

Además de la soledad del reloj

Y esta página en blanco donde se deslizan mis dedos.

Por la ventana veo estrellas:

Algo más cercano

Aunque más profundo en lo oscuro

Entra en la soledad:

Fría, delicadamente como la oscura nieve

El hocico de un zorro toca ramitas, hojas;

Dos ojos siguen un movimiento que ahora

Y de nuevo ahora, y ahora, y ahora

Deja limpias huellas en la nieve

Entre árboles, y con cautela una sombra

Truncada la rellena un tocón y un cuerpo

Hueco que se atreve a venir

Por los claros del bosque, un ojo,

Un verdor basto y profundo,

Brillantemente, concentradamente,

Se ocupa de sí mismo

Hasta que, con súbito y caliente hedor de zorro,

Entra en el oscuro agujero de la cabeza.

Aún no hay estrellas; hace tic-tac el reloj,

La página está escrita.

Timothy Wangusa

Uganda  -1940

El elefante africano

 

Escuchen el toque de anuncio

Del elefante africano, ¡tetrarca de la jungla!

Observen cuán lento, majestuoso avanza a las patas

De las matriarcas, sus crías y su macho

Mientras enfilan hacia el abrevadero.

 

Observen qué ternura de la madre por su infante,

Montando guardia para dejarlo beber hasta saciarse,

Revolcándose juntos en el protector y glorioso cieno,

Señalando luego la vía de vuelta

A la rutina cotidiana

De reducir la selva tropical a sabana.

 

Observen la plegable trompa multipropósito:

Su herramienta de cavar y cuchillo cosechero,

Su conducto de agua y arma de batalla,

Su órgano para oler y para agarrar el mundo.

 

Ponderen entonces la paradójica maldición

De sus colmillos gemelos:

Desde tiempo inmemorial

La sustancia de ornamentos inmortales;

Aun desde la aurora del saqueo imperial

De África para exportar almas humanas -

 

Marfil -

 

La maldición del elefante africano -

 

Para proveer culturas exóticas

De teclas de piano y de bolas de billar.   

 

 Traducción de Rafael Patiño Góez - Fuente: Magazine of WPM

Joan Margarit

Catalunia, España - 1938

Erizo de mar

 

Bajo las aguas poco profundas de la costa
anclo mi coraza. No segrego ni nácar
ni perlas, la belleza no me importa,
enlutado guerrero que, con sus negras lanzas,
se oculta en una grieta de la roca.
Viajar es arriesgado pero a veces me muevo
-las espinas haciendo de muletas-
y, por torpe, las olas me revuelcan.
En el mar peligroso busco la roca
de donde no haya de moverme nunca.
En la armadura soy mi propio prisionero:
una prueba de como, si no hay riesgo,
la vida es un fracaso.
Afuera está la luz y canta el mar.
Dentro de mi la sombra: la seguridad.

 

José Emilio Pacheco

México – 1939 - 2014

Zopilote

 

No es una injuria al reino de las aves.

Tampoco aberración o falla natural perpetuada

por mera inercia evolutiva.

 

Al arte por el arte del pavo real o del faisán corresponde

su equivalente utilitario. (La belleza

está en los ojos de quien la contempla

y es cuestión relativa.)

 

Lo ves y te conduele su asimetría,

el color apagado y más bien luctuoso

y la no menos plúmbea repugnancia

de su moco de pavo. (Todo él,

aun sin la papada, se diría

un guajolote incomestible.)

 

Concedamos: es feo como el diablo.

(¿Alguien conoce al diablo?)

Y suscita los odios más despiadados.

(Es común apedrearlos; he visto niños

que se adiestraban para ser verdugos.)

 

Pero sin esta variante regional

del buitre tan infamado por la retórica,

sin este «aura tiñosa» o «gallinazo»

–con tales nombres se le injuria–

¿qué hubiera sido

de los lugares pobres frecuentados

por la fiebre amarilla y otras plagas

de los tristes tropiques?

 

Los zopilotes

fueron nuestras brigadas de reciclaje.

Ahora se han acabado los zopilotes.

La basura está a punto de ahogar al mundo.          

 

                              Islas a la deriva- 1973-1975

Luis Enrique Belmonte

Caracas, Venezuela - 1971

El mamut de Kahatanga

 

“El pelo....la cantidad de pelo del animal

es impresionante. Y no sólo se conserva su color.

También se puede apreciar el olor de este Mamut que,

por lo que calculamos, al momento de su muerte,

hace 23.000 años, tenía unos 47 años de vida...”

Bernard Buigues, expedicionario francés

que, en 1999, logró extraer de la tierra congelada

un Mamut entero con sus tejidos intactos.

 Sus hermanos se extinguieron

 hace 10.000 años; mientras tanto,

 el Mamut dormía a salvo de sus captores,

 y el pelo le crecía.

 

 Amortajado en un bloque de hielo

 no supo nada del paso de estos milenios.

 El transiberiano, cargado de rostros aterrados

 por el silencio de aquellos parajes,

 le pasó por encima muchas veces.

 Y le crecía el pelo bajo la nieve.

 

 Hace miles de años

 este Mamut recorría las estepas,

 pero su cuerpo quedó paralizado por una ventisca,

 como un gesto en una fotografía.

 

Hoy al fin lo han atrapado

 para descongelarlo

 y despellejarlo.

                             Este Mamut no pudo huir

 hacia esa nada de hipótesis y restos fósiles

 en la que hoy descansan sus hermanos.

 

 Su olor, su pelambre ennegrecida,

 me traen noticias de aquél bostezo detenido,

 noticias de un agujero blanco, estático,

 en las entrañas del tiempo.

                                                         Vendrá otra larga travesía, 2006

Joaquín O. Giannuzzi

Buenos Aires, Argentina -  1924 - 2004

Perro y amo

 

Con el último estertor de mi vecino

su perro aulló pues había amado

lo suficiente para no creer en la vida eterna.

Vivían solos del otro lado de la pared

y desde mi agujero

escuchaba sus ruidos inexplicables.

Compartían la vejez y un mortecino abatimiento.

A veces los encontraba en el ascensor

cuando salían a la calle

como para probar el paso de los días.

El perro murió poco después

para no desmentir la lógica

de una causalidad emocional:

pero amo y perro no tuvieron la misma tumba

y cada uno bajó a la suya, en demanda

de una sola y triste necesidad.

Santiago Bao

Villa Gesell, Argentina

Cola de lagartija

 

Ya alteraban

nuestro antiguo sueño

las primeras piedras

que se hundieron en la tierra

para construir Cnosos,

ya no dialogábamos

con el hombre

como mucho antes

y no fuimos nosotras

quienes extraviamos

la capacidad de comunicarnos

sino que ellos

eligieron otro camino.

Dejamos la cola

como un obsequio

en memoria de otros tiempos

en que sabíamos

todas las respuestas.

José María Eguren

Lima, Perú -1882 - 1942

El Caballo

 

Viene por las calles,

a la luna parva,

un caballo muerto

en antigua batalla.

 

Sus cascos sombríos…

trepida, resbala;

da un hosco relincho,

con sus voces lejanas.

 

En la plúmbea esquina

de la barricada,

con ojos vacíos

y con horror, se para.

 

Más tarde se escuchan

sus lentas pisadas,

por vías desiertas

y por ruinosas plazas.

las respuestas.

 

Oliverio Girondo

Argentina -1891 - 1967

Aparición urbana

 

¿Surgió de bajo tierra?

¿Se desprendió del cielo?

Estaba entre los ruidos,

herido,

malherido,

inmóvil,

en silencio,

hincado ante la tarde,

ante lo inevitable,

las venas adheridas

al espanto,

al asfalto,

con sus crenchas caídas,

con sus ojos de santo,

todo, todo desnudo,

casi azul, de tan blanco.

 

Hablaban de un caballo.

Yo creo que era un ángel.

Virgilio López Lemus

Sancti Spíritus, Cuba - 1946

El ciervo

 

Hundirme en tu belleza
tan hondo, tan en ti
que yo perezca en tu caricia,
que ni el agua de mis ojos
o el silencio mismo
sean más que tu piel.

 

Soledad, milagro de tu frente,
en ti se advierte el ciervo
que dormita en el claro del bosque
y de pronto se pierde entre la yerba.

 

Qué más quisiera yo: ser ese ciervo,
entrar en tu piel como en un bosque
y escuchar el silencio del amor.

JorgeAriel Madrazo

Buenos Aires, Argentina - 1931

Propiedades del colibrí

 

–Diga su última voluntad –conminó el jefe del pelotón.

–Deseo que cada soldado piense durante cinco minutos en un colibrí.

Así lo hicieron. Luego, ninguno osó oprimir el gatillo.

                                                                                                                             En Quarks - Microficciones-

Rosario Castellanos

México – 1925 - 1974

La velada del sapo
 

Sentadito en la sombra
-solemne con tu bocio exoftálmico; cruel
(en apariencia, al menos, debido a la hinchazón
de los párpados); frío,
frío de repulsiva sangre fría.
 

Sentadito en la sombra miras arder la lámpara
 

En torno de la luz hablamos y quizá
Uno dice tu nombre.
 

(En septiembre. Ha llovido)
 

Como por el resorte de la sorpresa, saltas
Y aquí estás ya, en medio de la conversación,
En el centro del grito.
 

¡Con qué miedo sentimos palpitar
el corazón desnudo
de la noche en el campo!

Martín Micharvegas

Argentina - 1935. Reside en España

Zoológico -Canción

 

Ellas están en un lugar cerrado.

Tienen los ojos secos, las uñas partidas.
Andan buscando el sol, haciendo siestas,
tratando de pasar pronto la vida.

 

Los que miran
sienten para sí,
secretamente,
la presencia fugaz
de una selva perdida.
 

Fieras que no eligieron vivir juntas
ni compartir con otras techo y comida:
Fieras que del amor sólo conocen
grises obligaciones muy aburridas.
 

Quien las mira
siente para sí,
secretamente,
la presencia fugaz
de una selva perdida.
 

Yo no soy sólo aquel que apunta con un dedo
hacia las jaulas tristes de fieras vencidas.
También estoy gastado, dando mis vueltas
en esta pretenciosa jaula sin vida.
 

Quien me mira
siente para sí,
secretamente,
la presencia fugaz
de mi selva perdida.


de “ Canciones de fogueo”, Buenos Aires, octubre 1969

Eduardo Milán

Rivera, Uruguay - 1952

Poema del pájaro donde estoy yo

 

Poema del pájaro donde estoy yo

haciendo como de pájaro.

Poema del canario donde estoy yo

y digo: envidio su fragilidad

aunque no envidio su fragilidad.

Tengo que trabajar para sostener esto.

Poema del pájaro donde estoy yo

que empieza con gran distancia

casi objetivamente. Falsa objetividad:

trabajo para cantar eso que sin ser pájaros

también llamamos canto.

Debería surgir de lo más hondo

del deseo de ser pájaro.

Pero no surge: no me comparo,

yo no me vendo, yo no me compro

las vendas de mis heridas.

 

 de “ Canciones de fogueo”, Buenos Aires, octubre 1969

 

Jorge Boccanera

Bahía Blanca, Argentina - 1952

 

Los insectos astillan el aire. Tenaces

las mandíbulas fabrican montañas de silencio.

Muerden, logran cesar las hojas que chasquean.

Es posible palpar aquello que nadie puede oír.

En sus ojos metálicos cruza el polvo de las ciudades desaparecidas.

 

El escarabajo dice: “todo silencio es extranjero”.

La hormiga escribe: “aroma del misterio”.

La iguana verde piensa: “el silencio existe solamente

para los muertos, pero ellos no pueden escucharlo”.

El bambú intuye que ese silencio es algún dios cantando.

 

Lo no dicho es un viento que lo sacude todo.

Del esqueleto de la fronda, cae su ceniza atronadora.

 

 

Palma Real, Visor, Madrid 2008 - VIII Premio Casa de América de Poesia Americana

 

Umberto Saba

Gorizia, Italia - 1883 - 1957

La cabra

 

He hablado a una cabra.
Estaba sola en el prado, estaba atada.
Harta de hierba, bañada
por la lluvia, balaba.
 

Aquel balido fraterno era
igual a mi dolor. Respondí, primero
bromeando, luego porque el dolor es eterno,
tiene una sola voz y no varía.
Oía esta voz
gemir en una cabra solitaria.
 

En una cabra de rostro semita
oía el lamento de otros animales,
de cualquier otra vida.

 

Arturo Corcuera

Trujillo, Perú - 1935

Fábula y metáfora del gallo

 

Reloj despertador,

Hijo apócrifo del papagayo.

 

No anuncia la madrugada

el tornasol clarinero.

 

— ¿Qué tiene el gallo

que se há Callado?

 

— Hay que llevarlo al relojero.

Julio dela Vega

Santa Cruz de la Sierra, Bolivia - 1924

Descubrimiento del grillo

 

Abrió ante los soldados portones la leyenda
y entraron en la gloria pisando la maleza...
Vino a platear la luna adargas y armaduras
cuando moría la tarde asida en los celajes...
El oído de la tropa sintió vibrar los élitros,
sintió la nueva música en instrumento nuevo
y el grillo serruchando y cantando sus saltos
colgó canción de alambre donde estallaban trinos…
Y entre las barbas negras que aclaraban sonrisas
se inventó la guitarra minúscula del grillo.

Rafael Felipe Oteriño

La Plata, Argentina - 1945

La gaviota

 

La gaviota vuela siete jornadas
detrás de la estela que el mar borra.
Vuela desde antes de la tentación
como si no hubiera regreso.
Hacia espejismos donde toda ilusión
se descompone y comienza a caer.
Sobre ciudades que de pronto se cierran
o melancólicas se abren a la extenuada fe.
 

Y arriba a momentáneas delicias:
ser puro espíritu lejos de la tierra,
ojo ingrávido que deja su sitio aquí
y sueña en la luz del día
y sueña
mientras el corazón fija un rumbo falso
para que el deseo de volar no acabe. 
                                                                                                De El príncipe de la fiesta, 1983

Bartolo Cattafi

Italia - 1922 – 1979

Mosca

 

La mosca zumba

sobre la palabra mosca

la provoca para hacerla

volar del papel

la mosca ignora

que la otra mosca

-bisílabo de tinta sobre papel -

no es ya su compañera

sino la nuestra.

                                                                                

Versión al castellano, Gabriel Impaglione

 

Luis Camilo Guevara

Venezuela - 1938 – 2014

Águilas

 

Suelen tener corazones duros

Alzan vuelos sin término preciso

Pero vedlas en vez de triunfantes

aturdidas en medio del vacío

y en espera del tiro de gracia

Suelen discurrir en parejas

así verá el cielo cuántas amabilidades

para sucumbir con más desgracias que un sueño

Suelen ser águilas siempre

 

Jorge Luis Borges

Buenos Aires, Argentina – 1899 - 1986

Beppo

 

El gato blanco y célibe se mira

en la lúcida luna del espejo

y no puede saber que esa blancura

y esos ojos de oro que no ha visto

nunca en la casa son su propia imagen.

¿Quién le dirá que el otro que lo observa

es apenas un sueño del espejo?

Me digo que esos gatos armoniosos

el de cristal y el de caliente sangre,

son simulacros que concede el tiempo

un arquetipo eterno. Así lo afirma,

sombra también, Plotino en las Ennéadas.

¿De qué Adán anterior al paraíso,

de qué divinidad indescifrable

somos los hombres un espejo roto

 

Carlos Barbarito

Pergamino, Argentina - 1955

Ojo de cernícalo, desde arriba

 

Ojo de cernícalo, desde arriba. 
Se abre. Mira. Quién bebe
de la botella del Juicio, el agua blanca;
la era yace en su obstinación,
no se levanta, no se convierte en espiga.
Quién encuentra quietud
en el pasillo profundo, en la continua mudanza;
de qué conversa la sombra con su sombra,
en qué lengua, cómo sostiene,
sobre su espalda, el peso de la gramática.
Hace frío. En la boca del caballo, el freno.
No nace hijo en la espuma.
No nace hija en la ceniza.
Qué se lleva el olor, el vestido,
el pasaje de tren hacia el mar, Bizancio;
quién se abanica en ausencia de aire, sin reposo,
quién salva la última vértebra de Virgilio,
quién captura al relámpago, 
se tiende, desnudo y vivo, luego de la infancia.
Ojo de cernícalo, se abre y mira.

Charles Baudelaire

París, Francia - 1821 - 1867

El albatros

 

A veces, por divertirse, los hombres de la tripulación

capturan albatros, grandes pájaros del mar,

que siguen, indolentes compañeros de viaje,

al barco que se desliza sobre abismos amargos.

 

Apenas los han situado en cubierta,

esos reyes del éter, torpes y avergonzados,

dejan piadosamente sus grandes alas blancas

como remos colgar de sus flancos.

 

¡El gran viajero alado, ahora tontón y apático!

¡Él, tan hermoso antes, ahora cómico y feo!

¡Uno irrita su pico con la pipa encendida,

y el otro, renqueando, imita al volador que anda!

 

El poeta es similar a ese príncipe de las nubes

que ríe de la tempestad y ríe del arquero;

exilado en la tierra entre burdos silbidos

sus alas de gigante le estorban en el suelo.

                                                                                                     Traducción: Luís Antonio de Villena

Efraín Bartolomé

Chiapas, México - 1950

Casa de los monos

 

Para qué hablar

del guayacán que guarda la fatiga

o del tambor de cedro donde el hachero toca

 

A qué nombrar la espuma

en la boca del río Lacanjá

Espejo de las hojas          Cuna de los lagartos

Fuente de macabiles con ojos asombrados

 

Quizá si transformara en orquídea esta lengua

La voz en canto de perdiz

El aliento en resoplar de puma

 

Mi mano habría de ser una negra tarántula escribiendo

Mil monos en manada sería mi pecho alegre

Un ojo de jaguar daría de pronto      certero      con la imagen

 

                    Pero no pasa nada          Sólo el verde silencio

 

Para qué hablar entonces

 

Que se caiga este amor de la ceiba más alta

Que vuele y llore y se arrepienta

Que se ahogue este asombro hasta volverse tierra

Aroma de los jobos

Perro de agua

Hojarasca

José Coronel Urtecho 

Granada, Nicaragua -1906 – 1994

Pequeña oda a Tio Coyote

 

¡Salud a tío Coyote,

el animal Quijote!

 

Porque era inofensivo, lejos de la manada,

perro de soledad, fiel al secreto

inquieto

de su vida engañada

sufrió el palo, la burla y la patada.

 

Fue el más humilde peregrino

en los caminos de los cuentos de camino.

 

Como amaba las frutas sazonas,

las sandías, los melones, las anonas,

no conoció huerta con puerta,

infranqueable alacena

ni propiedad ajena,

y husmeando el buen olor de las cocinas

cayó en la trampa que le tendieron las vecinas

de todas las aldeas mezquinas

y se quedó enredado en las concejas

urdidas por las viejas

campesinas.

 

Y así lo engendró la leyenda

como el Quijote de la merienda.

 

Pero su historia es dulce y meritoria.

y el animal diente-quebrado,

culo-quemado,

se ahogó en una laguna

buceando el queso de la luna.

Y allí comienza su gloria

donde su pena termina.

 

También así murió

Li-Tai-pó,

poeta de China.

Manuel González Prada

Perú – 1844 -1918

Los cuervos

 

Bajo el dosel de gualda
           Nubarrones de cuervos
           Aparecen y graznan.

 

Hidrofóbicos luchan
            Y en el campo destilan
   Cálida roja lluvia.           

 

Con los picos de acero,
  No se hieren los ojos,
   Se taladran los pechos.         

 

         Por azuladas cumbres
     Al desmayo del Sol,
   Desaparecen, huyen……
   Se van sin corazón

Konstantino Kavafis

Alejandría de Egipto – 1863 -1933

Los caballos de Aquiles

 

Cuando vieron muerto a Patroclo,
que era tan valeroso, y fuerte, y joven,
los caballos de Aquiles comenzaron a llorar;
sus naturalezas inmortales se indignaban
por esta obra de la muerte que contemplaban.
Sacudían sus cabezas y agitaban sus largas crines,
golpeaban la tierra con las patas, y lloraban a Patroclo
al que sentían inanimado -destruido-
una carne ahora mísera -su espíritu desaparecido-
indefenso -sin aliento-
devuelto desde la vida a la gran Nada.
Las lágrimas vio Zeus de los inmortales
caballos y apenose. "En las bodas de Peleo"
dijo "no debí así irreflexivamente actuar;
¡mejor que no os hubiéramos dado caballos míos
desdichados! Qué buscabais allí abajo
entre la mísera humanidad que es juego del destino.
A vosotros que no la muerte acecha, ni la vejez
efímeras desgracias os atormentan. En sus padecimientos
os mezclaron los humanos". -Pero sus lágrimas
seguían derramando los dos nobles animales
por la desgracia sin fin de la muerte.

Por azuladas cumbres     Al desmayo del Sol,   Desaparecen, huyen……   Se van sin corazón

 

Eugenio Mandrini

Buenos Aires, Argentina -1936

La almohada

 

En mi almohada hay un tigre.

 

Me lava la cabeza con su aliento de fósforo,

me cuenta la selva en el oído, el matorral

donde acechan las voces del terror o el susurro, el

arte del sigilo que apaga el gemir

de las hojas secas.

 

En mi almohada hay un tigre.

 

El resplandor donde los ciegos tambalean.

 

La sangre de la luz que envidia el fuego.

 

Si duerme –raras noches-

lo hace con la cola enroscada en mi cuello

como un látigo que espera.

 

          Si está alerta –tantas noches-

 

          me habla. Me dice: Escribe,

          con el asombro del color que soy

          con el hambre de las entrañas que soy

          con el brillo de oscuridad de la mirada que soy.

 

En mi almohada hay un tigre.

 

Todo tigre es un poema feroz.

Briceida Cuevas Cob

Tepakán, México -1969

El búho

 

El búho llega.

Se agazapa sobre el muro.

Medita.

Qué muerte anunciar

si ya nadie vive en este pueblo.

Los fósiles de la gente

Transitan a ningún lado.

Pinta la luna las tumbas del camposanto

que ha comenzado a masticar la maleza.

El búho

ensaya un canto a la vida.

Se niega a presagiar su propia muerte.

Kenneth Rexroth

Estados Unidos - 1905 - 1982

Un bestiario / Ciervo

 

Los ciervos son tiernos y elegantes

Y tienen ojos bellos.

No hieren a nadie sino a sí mismos,

Los machos, y sólo por amor.

Los hombres han inventado varias

Miles de formas de matarlos.

 

Versión de Carlos Mayhua.

publicado con el título "A bestiary" en 1956.

Juan Gelman

Buenos Aires, Argentina -1930 - 2014

El pato salvaje

                                         A Jorge Boccanera

 

En medio de su olvido ocurre

la grandeza del mundo en la

fuga del pato salvaje.

Y cómo vuela la criatura, cómo

escribe trecho a trecho fuego

en la forma invisible

que apuesta contra él.

Eso es volar y los espacios

de lo que triste era, rocan

un todo pequeñito.

Ave pájaro que

cruzás el cielo como una ilusión

de lo que fue no sido

bajo el sol que no hace preguntas.

exilado en la tierra entre burdos silbidos

sus alas de gigante le estorban en el suelo.

                                                                              

EugenioMontejo

Caracas, Venezuela – 1938 - 2008

El buey

 

El buey que lleva mis huesos por el mundo,

el que arrastra mi sombra,

uncido a las estrellas, a yugos siderales,

va arando el tiempo, no la tierra,

por eso es sabio, profundo, demorado,

al tardo paso de las nubes.

Es mi buey, mi maestro cuadrúpedo,

por quien he conocido en la quietud

el habla porosa de las piedras

y cierta obediencia práctica a las cosas,

casi taoísta.

Es mi buey, la parte móvil de mi estatua,

lento de sol a sol sobre las horas;

el que ara el tiempo, no los campos,

el que graba con surcos en mi rostro

las semanas, los meses y los años.

Joaquín Gianuzzi

Argentina – 1924 - 2004

El puesto del gato en el cosmos

 

Uno siempre se equivoca cuando habla del gato.

Se le ocurre por ejemplo que junto a la ventana

el gato se ha planteado en el fondo de los ojos

un posible fracaso en la noche cercana.

Pero el gato no tiene un porvenir que lo limite.

A uno se le ocurre que medita, espera o mira algo

y el gato ni siquiera siente al gato que hay en él.

¿Cómo admitir detrás del movimiento de la cola

una motivación, un juicio o un conocimiento?

El gato es un acto gratuito del gato.

El que aventure una definición debería

proponer sucesivas negaciones al engaño del gato.

Porque el gato, por lo menos el gato de la casa,

particular, privado e individuo hasta las uñas,

comprometido como está

al vicio de nuestro pensamiento

ni siquiera es un gato, estrictamente hablando.

Gabriela Mistral

Chile – 1889 -1957

El pavo real

 

Que sopló el viento y se llevó las nubes

y que en las nubes iba un pavo real,

que el pavo real era para mi mano

y que la mano se me va a secar,

y que la mano le di esta mañana

al rey que vino para desposar.

¡Ay que el cielo, ay que el viento, y la nube

que se van con el pavo real!

Marilina Rebora

Argentina – 1919 - 1999

La Hormiga

 

Sin saber que es domingo, ruidoso día de fiesta,

va llevando su carga la minúscula hormiga:

el trozo de una hoja en perfilada cresta

columpiase oscilante sin impedir que siga.

 

Apenas se apresura, que caminar le cuesta,

y se esfuerza consciente pues el deber la obliga,

prosiguiendo el sendero, pese a tal lastre, enhiesta,

pero sin detenerse ni demostrar fatiga.

 

¿Cómo sigue su rumbo el portentoso insecto,

conociendo infalible la dirección que toma?

¿Qué indicios lo conducen por previsto trayecto

y alcanzar sin perderse el lugar donde vive?

¿Será acaso la brisa? ¿O tal vez el aroma?

¿Quizá la propia tierra por su altura o declive?

¿Cuál será la conciencia de un obrar tan perfecto?

Antonio Arroyo Silva

Islas Canarias - 1957

A Simba

 

Esta noche mi perro ladra en la oscuridad,
parece decidido a buscar el blancor
de la luna que asoma su faz de entre las nubes.

 

Pero no tengo perro y lo que ladra acaso
sea un estremecerse que no puedo entender:
a mí me suena a perro que me llama
desde lo más profundo.

Luis Alberto Salvarezza

Argentina – 1957

Ars poética fáunica

 

Mis poemas

aguijonean como avispas,

ríen como hienas,

gruñen como cerdos

y como padrillos

galopan apasionadamente.

 

Se arrastran,

cargando no sé qué culpa,

como serpientes

y caen

a pique

como hambrientas gaviotas

pero,

soberbia aparte,

caen certeramente

 

Caen

levantando un temblor de escamas

y también algo de la muerte

 

Por eso

a veces

para alimentar

tanto ardor

simplemente digo

es septiembre.

Todo está en celo

y amanece.

 

No saben de arpas,

violines,

ni liras,

¡sí! de relinchos,

silbidos, cacareos,

maullidos, zureos,

gorjeos, graznidos,

ladridos...

y como la crisálida

anticipa a la mariposa

y el huevo al colibrí

son cáscara o pura envoltura,

algo tan próximo a la flor

que quiere suspenderse

 

Otras veces

son crines, escamas o púas

que se enhebran

al galope del viento,

a las correntadas

o se están allí,

esperando.

 

Tienen mucho del interior de las almejas de río

y si te esfuerzas comprenderás que en algún momento

quisieron parecerse a una perla y rodar

o enhebrarse al cuello de la literatura y brillar o allí estarse.

 

Rosario, Santa Fe, agosto de 2006

Fernando Arrabal

Marruecos – 1932. Reside en España

IV

 

¡Con qué jubilosa exactitud el color,
celoso de la forma,
concibió los matices
en las alas
de la libélula!
¡Con qué fulgores precisos
la armonía
puso colofón
al destello irisado de su gama!
¡Con qué reverencia justa los afectos
variaron los tonos
para una belleza
más sentida que creada!
¡Con qué regalo infinito
los infinitos colores
dejan de ser hermosos
para aparecer sublimes!

Luis de Góngora

España – 1561 - 1627

Al importuno canto de una golondrina

 

A la pendiente cuna

vuelves, al que fiaste nido estrecho,

oh huéspeda importuna,

de las retamas frágiles de un techo,

que arboleda celosa aun no lo fía

de cuanta le concede luz el día.

 

Oh tú, de las parleras

aves la menos dulce y más quejosa,

¿por qué el silencio alteras

de una paz muda, sí, pero dichosa?

¿Quieres en tu ruïdo que presuma

que miente voz la invidia y viste pluma?

 

Magníficas orejas

ofendan en alcázares dorados

tus repetidas quejas,

mientras yo entre estos sauces levantados

aplauso al ruiseñor le niego breve

sobre la yerba que ese cristal bebe.

 

¿Cuál, di, bárbara arena

de sierpes has dejado engendradora,

por turbar la serena

dulce tranquilidad que en este mora

tan grato como pobre albergue, donde

sellado el labio, la quietud se esconde?

 

Aquí, pues, al cuidado

niego estos quicios, niego la cultura

de ese breve cercado,

cuyo líquido seto plata es pura

de arroyo tan oblicuo, que no deja

la fragrancia salir, entrar la abeja.

                                                                                           (1614)

José Santos Chocano

Lima, Perú - 1875 –1934

El sueño del caimán

 

Enorme tronco que arrastró la ola,
yace el caimán varado en la ribera;
espinazo de abrupta cordillera,
fauces de abismo y formidable cola.
 

El sol lo envuelve en fúlgida aureola;
y parece lucir cota y cimera,
cual monstruo de metal que reverbera
y que al reverberar se tornasola.
 

Inmóvil como un ídolo sagrado,
ceñido en mallas de compacto acero,
está ante el agua estático y sombrío,
 

a manera de un príncipe encantado
que vive eternamente prisionero
en el palacio de cristal de un río.

Gianni Siccardi

Banfield, Argentina -  1933 - 2002

El mirlo

(fragmentos)

 

El círculo
de una tarde de verano
La casa
junto al río que no vuelve
Y en la calma hechizada
donde el pensamiento
cierra su celda
mirar la carpa del cielo
y descubrir un mirlo

 

...

 

Cuando su pareja muere
al mirlo sólo le quedan
una vida 
y dos muertes

 

...

 

Aunque el mirlo nazca
en un nido de cuervos
aprenderá a cantar

                                                          de El mirlo (2004)

Feliciano Sánchez Chan

Xaya, Yucatán, México

Sueño Sexto

 

Soy el colibrí

que traza arcoíris en el cielo

con el resplandor de su vuelo.

Soy tu imagen bordado

en la Lluvia,

hijo de tu espejo

siete veces transparente

donde no me hallas

cuando quieres mirarme,

y me miras

cuando no quieres hallarme.

 

Anónimo

India antigua

 

Un ciervo solo

en la distancia

la cierva lo mira

con tal deseo

que el cazador oculto

en el follaje recuerda

a la mujer que amó

y deja caer el arco.

Luis Benítez

Buenos Aires, Argentina - 1956

Una garza en Buenos Aires

 

Algún pincel trazó una rápida letra S

delgada y blanca

sobre el agua castaña y allí estaba

de improviso la garza,

los turistas no la vieron

y ella sí vio todo y a todos, rápida

e inmóvil sobre el milagro del agua.

Un espejo en medio de la ciudad

negligente, pintado de transparente,

un ojal abierto que abrochó en un solo momento

toda la ropa vestida por el invierno.

Ella seguía en la orilla fatal de su propio Amazonas,

la pata desdeñosa replegada contra el cuerpo,

en un decir mi equilibrio está hecho

de una perenne silueta

y de una manera perenne que no los reconoce.

Era un arpón paciente atento sólo al cálculo

entre el berrido juguetón de los patos domésticos,

solamente ella precisa como una diminuta guadaña

en el Jardín Japonés que afable exponía sus gracias,

con esa serenidad oriental que nada sabe

de los bruscos asesinatos de una garza con hambre.

Todos se fueron pero de modo igual yo no vi nada:

faltó un segundo entre las cosas, creí;

un instante en el instante siguiente

fue  sanguinariamente salteado,

pero cuando la garza voló

otra vida que la suya en el estanque faltaba.

Antonio Machado

España – 1875 - 1939
las moscas

 

Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.

¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,

-que todo es volar-, sonoras
rebotando en los cristales
en los días otoñales…
Moscas de todas las horas,

de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,

de siempre… Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado

sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

Rodolfo Dada

San José, Costa Rica - 1952

21

 

La medusa es una bailarina de otro siglo,

ten cuidado con ella.

 

Den Sute-jo

Japón - 1633 - 1698

 

Las luciérnagas

temen su reflejo

en el agua.

Octavio Paz

México – 1914 - 1998

La Exclamación

 

Quieto

          no en la rama

en el aire

          no en el aire

en el instante

          el colibrí

Bernardo Uchitel

Argentina - 1942

Viví ahí

 

En el Uruguay
vi el dorado
saltar 
y esconderse
destello
hundido
del sol.

Gabriel Impaglione

Argentina – 1958

 

Cómo se inventa un pájaro?

Con puñado de viento emplumado

o corazón de vértigo en picada?

 

Triunfo Arciniegas

Colombia

Leyenda

 

Los colibríes escapan de la boca de las niñas

del convento.

Lau Siqueira

Jaguarão, Rio Grande do Sul, Brasil, 1957.

plectro

 

nada será mais denso que um

pequeno pássaro pousado sobre

as crinas da manhã

Juan Cameron

Valparaiso, Chile – 1947

Una raya más al tigre

 

Qué le hace el agua al pescado

Al tigre una raya en el prontuario

Al albatros unas horas más de vuelo?

Pasarán camellos por agujas

Poetas por puertas de juzgado

El tigre – ese poema con mil versos-

Ese animal urbano- gruñe bajo suelo

Lanza zarpazos a sí mismo

Raya las paredes en silencio.

William Blake

 

“El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la ira del tempestuoso mar y la espada destructiva, son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo humano”

Rolando Revagliatti

Argentina

como sean

                                                                                                               A la yudi

 

con sombrerete requintado camiseta de ñuls y

    [dos pares de medias de lana

despabilándonos con el rabo enérgico

erizándose husmeando tragando azotillo

    [recalentado o tripas de animal vencido

mordisqueando delicados buñuelos o express

henchido de experiencias campestres guardianas

    [o contenedoras

drogadicto

o bisoño

o examinadísimo adjudicatario de copas y

    [medallas

revolcándose en la arena o higienizado con

    [champú

con titular adherente al kennel’s card o

    [merodeador de cementerios

con destino implacable y lápida o alimento de

    [humanos

faldero chucho o depredador lo queremos lo

    [mismo

de aguas o de vinos o de infusiones aromáticas

romo o puntudo

carifeo carilindo o cariacontecido

en pleno invierno ventoso o a comienzos de la     

    [canícula

entre san juan y mendoza o entre tierra del

    [fuego y santa cruz

ofreciéndonos la patita o alcanzándonos el

    [intrascendente vespertino

solícito y simpático y hasta humilde como lo

    [describimos

adusto o enfermucho

con o sin bozal

antes o después de las vacunas

amurallando a parturienta gata y recién nacidos

    [micifuces

o amedrentando a niños inexpresivos

ladrando a la luna

fingiendo

lupino o chacal

 

"De mi mayor estigma (si mal no me equivoco)"

Santiago Bao

Argentina

Lomo de buey

 

Soporto todo
por migajas de esperanzas.
Me conformo.
Mi universo se repite
de surcos, senderos
y horizontes chatos.
Cargo sobre el lomo
los trabajos y los días.
Desde el establo
no envidio al hombre
que  carga su faena.
Se endurece mi carne
en la dejadez de la rutina.
Des/ventajas del andar
descuidado
que inclina los atardeceres
hacia antiguas tristezas.
 

Jacques Prévert

El gato y el pájaro

 

Un pueblo escucha desolado

el canto de un pájaro herido.

Es el único pájaro del pueblo

y es el único gato del pueblo

que lo ha devorado a medias.

Y el pájaro cesa de cantar

el gato cesa de ronronear

y de relamerse el hocico.

Y el pueblo le hace al pájaro

maravillosos funerales.

Y el gato que está invitado

marcha detrás del pequeño ataúd de paja

donde el pájaro muerto está estirado

llevado por una niñita

que no deja de llorar.

Si hubiera sabido que eso te daba tanta pena,

le dice el gato,

me lo hubiera comido del todo

y después te hubiera contado

que lo había visto volarse

volarse hasta el fin del mundo

allá donde es tan lejos

que nunca se vuelve.

Tu hubieras tenido menos pena

Simplemente tristeza y aflicción

 

Nunca hay que hacer las cosas a medias.

Nicolás del Hierro

Piedrabuena, España – 1934

 

Estos negros caballos de la noche,

que piafan y al de Atila nos recuerdan,

porque pisan y la espina se crece

en torno al golpeteo de sus cascos,

¿no son de miedo sólo y desengaño?

¿De qué desasosiego social vienen?

¿Qué luna hirió la tarde de su tiempo

cuando la hierba muere tras su huella?

 

Habría que llamar a las libélulas

por si su resplandor les ilumina,

por si su crin en movimiento aleja

el polvo que nos turba la mirada.

 

¡Habría que implorar con voz más nueva!

Leonida Lari

Moldavia -1949 - 2011

El ojo del pájaro

 

El ojo del pájaro todavía vivo
en la boca de la felina
me sigue
de día y de noche.
Por un momento he pillado
su destello de la vida
parpadeando con una llama espeluznante –
fue divino.
                                                Traducción al castellano: Andrei Langa

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